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Reflexiones sobe la

INTERRUPCIÓN Y SUSPENSIÓN
de la prescripción en materia laboral

por

Luis MOISSET de ESPANÉS

E.D. 54-771

______________________

Sumario:
I.- Introducción.
II.- El cómputo del plazo de prescripción. Causas que lo alteran.
III.- Razones que fundamentan el diferente efecto de la interrupción
y de la suspensión.
IV.- Efecto interruptivo de las actuaciones administrativas.
V.- Momento en que cesa el efecto interruptivo de las gestiones admi-
nistrativas.
VI.- La interpelación y la suspensión en el derecho civil.
VII.- La interpelación y la suspensión en el derecho laboral.
VIII- Conclusiones.
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2

I.- Introducción.

La lectura de una breve pero interesante nota a fallo,


publicada en las páginas 53 y 54 del número de noviembre de la Revis-
ta "Trabajo y Seguridad Social", nos ha inspirado estas reflexiones
sobre algunos problemas vinculados con la prescripción en materia
laboral.
Creemos que le asiste plena razón al comentarista en el
aspecto central de la nota: debe concederse efecto interruptivo a la
demanda entablada dentro de las dos primeras horas del primer día
hábil posterior al vencimiento del plazo de prescripción, pues aunque
el artículo 27 del Código civil determina que los plazos finalizan a
la medianoche del último día, tratándose de demandas judiciales, si
los tribunales no organizan una oficina de recepción de expedientes
que funcione permanentemente, día y noche, es correcto que los códi-
gos de procedimientos arbitren un plazo de gracia, como el contempla-
do en el artículo 124 de la ley procesal de la provincia de Buenos
Aires.
Sin embargo, no es a este aspecto al que deseamos referir-
nos, sino a la afirmación que efectúa el autor de la nota, de que el
párrafo agregado al artículo 3986 del Código Civil no es aplicable a
los deudores que hubiesen caído en mora automáticamente, porque "la
ley no ha utilizado la expresión interpelación, sino constitución en
mora que no puede hacerse respecto a quien ya es moroso"1. Pero nos
parece conveniente recordar previamente la distinción entre suspen-
sión e interrupción de la prescripción pues, aunque la ley laboral
17.709 ha empleado correctamente estos vocablos, poco después la ley
17.711 y la 17.940, al introducir reformas al Código civil, han sido
poco afortunadas en la redacción de varias normas vinculadas con la
prescripción, y ello podría inducir a confusiones.

II.- El cómputo del plazo de prescripción. Causas que lo alteran .

1
. Revista Trabajo y Seguridad Social", noviembre 1973, p. 53.
3
La ley, con propósitos de seguridad jurídica, y basada en
fundamentos de orden público, determina plazos de prescripción,
transcurridos los cuales se extingue la pretensión jurídica acciona-
ble, y las obligaciones civiles se transforman en naturales.
El cómputo de estos plazos no es fatal, como en el caso de
las caducidades, sino que puede verse alterado por diversos factores,
que se vinculan -en general- con la actividad que pueden desplegar
las partes para mantener vivo su derecho. La ley civil ha previsto
dos causas de prolongación de los plazos de prescripción, que son: a)
la interrupción, que deja sin efecto todo el plazo transcurrido hasta
el momento en que se produce el acto interruptivo, y exige que co-
mience a contarse nuevamente de manera íntegra el plazo, si se desea
obtener la prescripción liberatoria (artículo 3998): b) la suspen-
sión, que detiene el cómputo del plazo de prescripción durante todo
el tiempo que dure la situación suspensiva, pero que, una vez desapa-
recida esta causal, permite que el plazo se integre sumando el tiempo
que había transcurrido con anterioridad a la suspensión, al tiempo
posterior a su producción (artículo 3983).

III.- Razones que fundamentan el diferente efecto de la interrupción


y de la suspensión.

El legislador no ha procedido arbitrariamente al conceder


efectos distintos a la interrupción y a la suspensión, sino que ha
atendido, precisamente, a las razones que dan fundamento a estas
alteraciones del plazo de prescripción.
Debemos recordar que la prescripción liberatoria es una
consecuencia de la inactividad de las partes, que hace presumir que
la relación jurídica que las unía se ha extinguido, o que han perdido
interés en hacerla valer. Pero, puede suceder que esa inactividad no
pueda computarse para extraer tal presunción, porque es la consecuen-
cia de una imposibilidad material o jurídica de obrar.
Cuando se presentan hipótesis de tal laya la ley no puede
sancionar la inactividad con la pérdida de la pretensión accionable,
sino que tomará en cuenta la existencia del impedimento, y concederá
al acreedor el beneficio de la suspensión de la prescripción. La
enumeración de estas hipótesis es de carácter taxativo, y el plazo
sólo puede suspenderse en las situaciones expresamente previstas por
4
la ley.
En resumen, el derecho admite la posibilidad de que se
suspenda el plazo de prescripción cuando el acreedor no puede desple-
gar la actividad necesaria para mantener vivo su derecho, siempre y
cuando considere que esa inactividad encuentre justificativos sufi-
cientes.
La interrupción, en cambio, es una consecuencia directa de
la actividad de las partes, cuya conducta pone de relieve la subsis-
tencia del vínculo que las une. Esta actividad puede emanar tanto del
acreedor, como del deudor, o de ambos sujetos a la vez.
Los dos sujetos, obrando conjuntamente, pueden interrumpir
la prescripción sometiendo el problema a juicio de árbitros; la sola
actividad del deudor tiene también virtualidad interruptiva, cuando
reconoce la existencia de la obligación; y, finalmente, en el campo
estrictamente civil, el acreedor sólo puede interrumpir la prescrip-
ción si entabla una demanda judicial, reclamando el cumplimiento de
la obligación.
En resumen, la interrupción de la prescripción encuentra su
fundamento en la actividad de las partes, que demuestra de manera
inequívoca su propósito de mantener vivo el vínculo que las une.
Hay, pues, una diferencia sustancial entre las situaciones
suspensivas, que tienen su origen en una inactividad justificada, y
los actos interruptivos, que son la consecuencia de una actividad
desplegada por las partes.

IV.- El efecto interruptivo de las actuaciones administrativas .

En el campo estrictamente civil sólo la demanda judicial


tiene efectos interruptivos 2, mientras que a las gestiones adminis-
trativas no se les reconoce entidad suficiente para lograr ese resul-
tado, ni siquiera en los casos en que están impuestas como condición
previa para el ejercicio de la acción. Numerosos tribunales han rei-
terado esta postura, llegando a sostener la Corte Suprema de la Na-
ción que el sujeto debe interponer la demanda "incluso sin previa
reclamación administrativa, aunque sea ante juez incompetente, o con

2
. "Art. 3986.- La prescripción se interrumpe por demanda contra el poseedor
o deudor, aunque sea interpuesta ante juez incompetente o fuere defectuosa y aunque
el demandante no haya tenido capacidad legal para presentarse en juicio...".
5
deficiencias formales, al solo efecto de conservar la acción " 3.
Hemos dicho en otra oportunidad4, que nos parece totalmente
injusto que cuando la ley exige el trámite administrativo como condi-
ción previa de ejercicio de la acción judicial, se niegue a estas
gestiones efecto interruptivo. En el mismo trabajo hemos señalado que
en el campo del derecho laboral numerosos fallos han resuelto que las
gestiones administrativas tienen efecto interruptivo de la prescrip-
ción5, siempre y cuando se hayan realizado ante el departamento de
trabajo, que es el organismo competente, encargado de vigilar el
cumplimiento de las leyes laborales 6.
De esta forma los tribunales laborales han llegado a equi-
parar totalmente las actuaciones administrativas, con la demanda
judicial, en lo que se refiere a su aspecto interruptivo, solución
que creemos correcta, porque estas actuaciones son claramente demos-
trativas de la actividad desplegada por el obrero en procura de sa-
tisfacer su derecho.
Posteriormente el artículo 2° de la ley 17.709 ha receptado
esta corriente jurisprudencial reconociendo que en el campo laboral
las gestiones administrativas tienen efecto interruptivo; pero intro-
duce una importante limitación pues no extiende este efecto hasta el
final del trámite administrativo, sino que el curso del nuevo plazo
comenzará a los seis meses de haberse efectuado el reclamo, si la
gestión administrativa no hubiese concluido antes 7.
Esta norma ha sido correctamente aplicada por los tribuna-
les, cuando afirman que:
"Las actuaciones administrativas interrumpen la prescrip-
ción, no la suspenden, de modo que debe entenderse como no
transcurrido todo el plazo que corrió con anterioridad a la

3
. L.L. 106-342.
4
. Ver "Interrupción de la prescripción por demanda", Imp. de la Universidad
Nacional, Córdoba, 1968, en especial capítulo II, apartado b, p. 26 y ss.
5
. Ver trabajo citado en nota anterior, Capítulo III, apartado c, p. 31 y
"Apéndice", ap. a, p. 85. En especial Cam. Nacional del Trabajo en pleno, L.L. 95-
82 y J.A. 1959-IV-554.
6
. Ver Juris, 13-146.
7
. "Art. 2 (ley 17.709).- Sin perjuicio de la aplicabilidad de las normas del
Código civil, la reclamación ante la autoridad administrativa del trabajo
interrumpirá el curso de la prescripción durante el trámite, pero en ningún caso
por un lapso mayor de 6 meses".
6
interrupción" 8.

En realidad el tema no debería originar una discusión, y si


alguna duda se plantea en nuestro derecho positivo, se debe a los
desaciertos cometidos por el legislador al sancionar la ley 17.711,
y su posterior fe de erratas, N° 17.940, por la que se modificó el
artículo 3986 -vinculado con la interrupción- disponiendo que la
constitución extrajudicial en mora tendrá efectos suspensivos, por un
año; error legislativo lamentable, motivado por el desconocimiento de
los fundamentos de la interrupción y de la suspensión.
Por la misma causa se ha cometido también el error de con-
ceder efecto suspensivo a la querella criminal (artículo 3982 bis).
Sin embargo, ninguna de estas normas puede, ni debe afectar
la anterior jurisprudencia laboral, y su consagración normativa en la
ley 17.709, que acertadamente reconoce el efecto interruptivo de las
gestiones administrativas.

V.- Momento en que cesa el efecto interruptivo de las gestiones admi-


nistrativas

Para solucionar este problema es menester recordar previa-


mente que hay hechos jurídicos de carácter instantáneo, y otros de
carácter continuado. Por ejemplo, el acto de reconocimiento, efectua-
do por el deudor, tiene carácter instantáneo; en cambio, la demanda,
o las actuaciones administrativas, configuran un acto complejo, de
carácter continuado, que se proyecta en el tiempo formando una uni-
dad, que subsiste mientras no se extinga la relación jurídica admi-
nistrativa o procesal, en virtud de un desistimiento, perención o
resolución firme.
En consecuencia, las actuaciones administrativas, salvo que
una ley especial disponga lo contrario, mantendrán su efecto inte-
rruptivo hasta el momento en que hayan concluido, y recién en ese
instante deberá comenzar a computarse el nuevo plazo de manera ínte-
gra.
Pues bien, la ley 17.709 ha considerado necesario limitar
la virtualidad interruptiva de las gestiones administrativas a un

8
. v. "Checchin, ángel c/ Reinstahl Hanomag Cura S.A.", Cámara del Trabajo
de Rosario, sala 1ª, 15 septiembre 1971, J.A. Reseñas 1972, p. 131, N° 56.
7
máximo de seis meses. ¿Cómo funciona, entonces, el efecto interrupti-
vo de las gestiones administrativas? Procuraremos ilustrarlo con
ejemplos.
Supongamos que se despide injustificadamente a José; de
acuerdo a lo dispuesto en el artículo 1° de la ley 17.709 tiene dos
años para entablar su acción. Transcurrido un año interpone un recla-
mo ante la autoridad administrativa del trabajo, lo que tiene como
efecto borrar el plazo de prescripción que había transcurrido. Se
pueden plantear, entonces, dos alternativas:
a) que las gestiones administrativas duren menos de seis meses;
el nuevo plazo no comenzará a correr hasta que se agote esa etapa, y
si concluyesen sin éxito para sus pretensiones, tendría todavía dos
años, a contar de la resolución administrativa, para interponer la
demanda judicial.
b) Las gestiones administrativas se prolongan más de seis meses,
y duran dos o tres años sin que haya resolución en el problema. En
tal hipótesis, al cabo de seis meses comienza a correr el nuevo plazo
de dos años, de tal manera que -interpuesto un reclamo
administrativo- jamás la demanda judicial podrá efectuarse después
de dos años y medio de esa fecha, porque la prescripción ya se habría
producido (siempre y cuando no medie una nueva causal para alterar el
cómputo del plazo, como podría ser una nueva interrupción por recono-
cimiento del patrón de que el despido había sido injustificado y
adeudaba la indemnización).
En resumen, el efecto interruptivo de las gestiones admi-
nistrativas laborales es más limitado que el de la demanda judicial,
pues esta última lo conserva hasta que concluya la acción -cualquiera
sea el tiempo que se prolongue-, mientras que el legislador ha consi-
derado que el trámite ante la autoridad administrativa del trabajo no
debe dilatare más allá de seis meses.

VI.- La interpelación y la suspensión en el derecho civil.

El agregado efectuado por la ley 17.711 al artículo 3986,


y su posterior modificación por la ley 17.940, han introducido la
anomalía de crear una hipótesis de suspensión, dentro del capítulo
destinado a la interrupción y, más específicamente, en el artículo
que se ocupa de la interrupción por demanda.
8
Este defecto de técnica legislativa, a pesar de ser muy
grave, no es lo peor que tiene el párrafo, que expresa:
"Art. 3986.- ... La prescripción liberatoria se suspende,
por una sola vez, por la constitución en mora del deudor, efec-
tuada en forma auténtica. Esta suspensión sólo tendrá efecto
durante un año o el menor término que pudiera corresponder a la
prescripción de la acción".

Se advierte claramente que no se ha tenido la más mínima


idea de lo que es la suspensión, ni se conocen tampoco los fundamen-
tos y efectos de la interrupción.
Recordemos brevemente algo que ya hemos dicho: los hechos
interruptivos tienen como base una actividad de los sujetos de la
obligación que demuestra su voluntad de mantener vivo el vínculo
jurídico; las situaciones suspensivas, en cambio, provienen de la
existencia de una circunstancia que priva al acreedor durante un
tiempo de la posibilidad de intentar la acción, y por ello se procede
a descontar ese lapso del término de la prescripción.
Los actos que sirven para constituir en mora al deudor
constituyen una actividad del acreedor; por tanto su efecto debería
ser interruptivo. ¡Jamás suspensivo! ¿Qué impedimento afecta al
acreedor? Ninguno; por el contrario, su actividad, al constituir en
mora al deudor es la demostración más palpable de que puede interpo-
ner la demanda. Y ¿por qué ese antojadizo plazo de un año? ¿Qué cir-
cunstancias le impiden al acreedor durante ese período intentar la
acción judicial?
Pero la norma es clara, en cuanto dispone que la constitu-
ción en mora suspenderá el ejercicio de la acción; el efeto de esta
innovación será prolongar durante un año todos los plazos de pres-
cripción superiores a ese término, por medio de la interpelación
extrajudicial, y duplicar el término de las prescripciones inferiores
al año.
Incluso la redacción de la norma es poco feliz, al emplear
el giro "constitución en mora", pues podría pensarse -como lo hace
A.V.V. en la nota que comentamos- que el acreedor no gozará de este
beneficio cuando haya "mora automática", ¡pues no es posible consti-
tuir nuevamente en mora al moroso!
Este último problema se lo ha planteado, y resuelto, la
doctrina civilista que por unanimidad ha considerado que la correcta
interpretación del nuevo párrafo era la de conceder ese efecto sus-
9
pensivo a los "requerimientos" extrajudiciales, y en tal sentido se
ha votado una Recomendación en el Cuarto Congreso Nacional de Derecho
Civil9, que se celebró en Córdoba en 1969 10.

Esta interpretación se basa en el hecho de que si al acree-


dor que interpela en forma auténtica, reclamando el cumplimiento de
la obligación, se le concede el beneficio de suspender la prescrip-
ción por un año, además de provocar el estado jurídico de mora, no
hay porqué negarle a idéntica actividad el mismo beneficio en los
casos en que la ley ha dispuesto que haya mora automática; y a ese
resultado se llega en la doctrina civilista, pese a que allí campea
el principio del "favor debitoris".

VII.- La interpelación y la suspensión en el derecho laboral .

Si proyectamos el problema en el terreno del derecho labo-


ral tendremos razones de más peso para llegar a una conclusión idén-
tica, porque es norma de interpretación de la ley el principio "in
dubio pro operario" 11.
En la hipótesis que estamos considerando el acreedor es el
operario, y ante dos posibles interpretaciones de la norma, hay que
estar por aquella que más lo favorezca, por lo que resulta forzoso
concluir que las interpelaciones extrajudiciales tendrán efecto sus-
pensivo, pese al hecho de que el deudor caiga en mora automáticamen-
te.
Conviene, sin embargo, destacar que ese efecto suspensivo
sólo se logrará si la interpelación reúne los requisitos previstos en
el nuevo párrafo del artículo 3986, es decir si se realiza en forma

9
. Ver Cuarto Congreso Nacional de Derecho Civil, Imp. Univ. Nacional,
Córdoba, 1971, T. II, Recomendación N° 6, punto 8, p. 832:
Que la constitución en mora del deudor, que menciona el segundo párrafo del
artículo 3986, debe entenderse como requerimiento de pago, cuando aquélla se ha
producido automáticamente con anterioridad a la interpelación.
10
. Si acudimos a las Actas ("Cuarto Congreso...", T. I), veremos que se
refirió expresamente al punto el miembro informante, Dr. A.A. Alterini (p. 295),
y ningún miembro formuló observaciones, siendo aprobado el despacho por unanimidad
(p. 112).
11
. Ver Benito PÉREZ: "El principio in dubio pro operario es inaplicable en
materia de prueba", en Revista "Trabajo y Seguridad Social", noviembre 1973, p. 56;
en especial cuando dice que "en caso de duda debe interpretarse la ley en favor del
trabajador".
10
"auténtica", lo que equivale a decir que debe ser hecha por "instru-
mento público"; y, además, que el efecto suspensivo sólo podrá obte-
nerse una vez.
Finalmente, debe tratarse de un requerimiento extra judi-
cial distinto de las gestiones administrativas ante la autoridad
laboral, porque a esas gestiones la ley les concede el efecto inte-
rruptivo que ya hemos estudiado.
Tratemos de reflejar lo expuesto en un ejemplo, y retomando
el que dimos más arriba, veremos que si José, el empleado despedido,
reclama por telegrama colacionado, o por un acta labrada por escriba-
no público el pago de la indemnización, deberá adicionarse un año al
plazo de prescripción, de manera que gozará de un plazo de tres años
para interponer el reclamo ante el Departamento del Trabajo. Este
reclamo, a su vez, producirá los efectos interruptivos que detallamos
anteriormente, pero el nuevo plazo de dos años que nace a raíz de la
mencionada interrupción, no podrá ya verse alterado por otra "inter-
pelación", puesto que ese efecto, insistimos, sólo puede lograrse en
una oportunidad.

VIII- Conclusiones.

1) Las gestiones administrativas trasuntan una actividad; en


consecuencia, en las hipótesis en que el orden jurídico admite que
puedan afectar el plazo de prescripción, debe concederles efecto
interruptivo como lo ha hecho la ley 17.709.
2) Si las actuaciones administrativas terminan antes de los seis
meses, el nuevo plazo de dos años comenzará a correr en el instante
en que concluye; si se prolongan más, comenzará a correr a los seis
meses de haberse iniciado las gestiones administrativas.
3) El nuevo párrafo del artículo 3986 concede al acreedor que
"interpela" el beneficio de la suspensión por un año. Esta interpre-
tación de la norma tiene más validez aún en el campo del derecho
laboral, porque el acreedor es el "obrero", y en ese terreno rige el
principio interpretativo del "in dubio pro operario".

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