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Aparato Reproductor

Femenino
Monografía

Monografía para Ciencias. Escuela El Rincón

Greco, Mariano | Riva Yalet, Lisandro


Año 2012
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Índice
Introducción……………………………..………………. Página 3

El Aparato Reproductor Femenino……………. Página 3


 El Clítoris y las Glándulas…….. Página 4
 La Vagina…………………………..… Página 5
 La Estructura de la Vagina…... Página 5
 La Función de la Vagina……….. Página 6
 El Útero……….………….…………… Página 6
 Los Óvulos………………….………… Página 8
 La Menstruación…………….……. Página 9
 Ciclo Menstrual……………….… Página 10
 La Fertilidad…………………….… Página 12

Bibliografía…………………………………….……….. Página 9

Monografía escrita por: Greco, Mariano | Riva Yalet, Lisandro

En el Día del 11/9/2012


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Introducción

El sistema reproductor femenino produce los huevos, o gametos femeninos, que dan la mitad del
material genético para el futuro niño. Además, los órganos que lo componen ofrecen al huevo un
lugar apropiado para proteger a este nuevo humano, alimentarlo y apoyarlo en sus
requerimientos metabólicos mientras se completa su desarrollo y alcanza la madurez suficiente
como para iniciar la vida fuera de su madre. Una vez completado el desarrollo prenatal, el nuevo
niño es expulsado al exterior por el parto, cuyo inicio obedece a un completo conjunto de señales
metabólicas y hormonales.

El Aparato Reproductor Femenino

El sistema reproductor femenino no sólo debe recibir al espermio, sino además producir el óvulo
para que sean fertilizados, y finalmente si el huevo es fecundado, nutrirlo de manera que el bebé
pueda desarrollarse.
Los genitales femeninos externos están constituidos por el clítoris y los labios, en conjunto se los
llama vulva. Entre las partes que componen la vulva, los más importantes son los dos pares de
labios. Los exteriores, de mayor tamaño, son los labios mayores, que están formados por gruesos
pliegues de piel que cubren y protegen a las demás partes. Se vuelven más delgados en la base y
emergen con el perineo (la piel ubicada sobre al área entre la vulva y el ano). En la porción
superior de los labios externos, en conjunto con la piel y el vello ubicado sobre el cojinete de
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tejidos adiposo que cubren el hueso púbico, emerge el monte pubiano, o monte venéreo, llamado
a menudo el monte de Venus.
Entre los labios mayores se encuentran los menores, los cuales se unen en la parte superior para
formar una cubierta protectora sobre el clítoris, de gran sensibilidad, dividiéndose en pliegues que
lo rodean. Además, protegen la apertura de la uretra, el conducto donde sale la orina. La zona
ubicada entre los labios menores se encuentra ocupada principalmente por un espacio
denominado vestíbulo. Durante el período previo al comienzo de la vida sexual activa de la mujer,
el espacio está cubierto en su casi totalidad por el himen, conocido como membrana virginal, y
que varía en cuanto a su forma, tamaño y resistencia. Los vestigios de piel que muchas mujeres
presentan alrededor del vestíbulo corresponden a los residuos del himen, llamados carúnculas
mirtiformes. En la parte posterior, los labios menores se unen para formar la horquilla vulvar, que
a menudo se desgarra durante el primer parto.

El clítoris y las Glándulas

El clítoris posee, en realidad, una estructura similar a la del pene, semejanza que se atribuye a
que tiene una cobertura de labios igual al prepucio y una pequeña banda de tejido conectivo,
denominada frénulo. En forma primaria, constituye un órgano de excitación sexual. Es
extremadamente sensible y cuando es sometido a estimulación, su tejido esponjoso se llena de
sangre y experimenta erección. La fricción sobre el clítoris erecto, habitualmente conduce al
orgasmo. Existen otras partes de la vulva que también reaccionan a la estimulación sexual: los
labios contienen tejidos eréctiles y a menudo experimentan un aumento de tamaño durante el
coito; y las glándulas de Bartholin se tornan activas.
Existen dos pares de glándulas asociadas con la vulva. En primer lugar están las glándulas de
Skene, que descansan inmediatamente debajo del clítoris y secretan un líquido alcalino destinado
a neutralizar la acidez natural de la vagina. El otro par de glándulas, llamadas de Bartholin, de
mayor tamaño, y ubicadas al fondo del vestíbulo, producen también un fluido que humedece la
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entrada de la vagina durante el coito. Estas glándulas normalmente presentan el tamaño de una
arveja y no sobresalen de la vulva. Sin embargo, son susceptibles a las enfermedades venéreas y
de otro tipo, en cuyo caso se ven hinchadas, rojas y sensibles. Esta condición (Bartholinitis)
requiere tratamiento con antibióticos. En algunos casos se forma un absceso en una de las
glándulas, absceso llamado de Bartholin, y es posible que sea necesario efectuar una incisión con
el fin de drenar el pus.

La Vagina

La vagina es el canal que une la vulva y el útero, y a lo largo de la vida de la mujer, sufre diversos
cambios. Obviamente, la vagina de una joven no entrada en la pubertad es más pequeña que la de
una mujer adulta. El revestimiento de sus paredes es más delgado en una niña o en una mujer
posmenopáusica que en una mujer en edad fértil. Estos cambios son estimulados primordialmente
por la acción de un conjunto de hormonas secretas por el ovario, llamada estrógenos.
La vagina juega un papel importante durante el parto. Aunque a su rol es más bien pasivo, al
formar la porción inferior del canal del parto, es capaz de dilatarse lo suficiente para permitir el
paso del bebé.

La estructura de la Vagina

La vagina es un canal que mide entre 7 cm y 9 cm de longitud. Está rodeado por un tejido fibroso
y muscular, pero revestido con una capa de células denominada epitelio escamoso. Las paredes
del canal se encuentran normalmente colapsadas una contra la otra y dobladas en varias partes.
Estas propiedades facilitan la distensión de la vagina durante el parto. La uretra descansa sobre la
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pared frontal, y el recto sobre el tercio superior de su parte posterior. El ano está separado de la
vagina por un tejido fibromuscular llamado cuerpo perineal.
Durante la edad reproductiva de la vida de una mujer, las secreciones vaginales son levemente
ácidas. Esto tiende a inhibir el desarrollo de bacterias dañinas, pero durante la niñez y la
posmenopausia la estructura se torna más alcalina, pudiendo causar la proliferación de bacterias
que provocan inflamación de la vagina.
Las paredes de la vagina reciben abundante lubricación de las secreciones del canal cervical y
glándulas de Bartholin. Durante el acto sexual, las secreciones además escurren a través del
epitelio vaginal, dentro del canal del mismo nombre. En todas las mujeres es normal una cierta
cantidad de flujo proveniente de la vagina. Su volumen se ve aumentado durante la excitación
sexual y la ovulación.
El himen, conocido también como membrana vaginal, recibe su nombre del dios griego del
matrimonio, Himen. Esta estructura no cumple una función fisiológica conocida, aunque ha
adquirido gran importancia en casi todas las culturas como señal de la virginidad. Sin embargo, no
existe un modo mediante el cual el himen pueda mostrar confiablemente la virginidad.
Habitualmente es delgado, con orificios y es posible que se rompa fácilmente con ejercicios
físicos enérgico, tal como correr o montar a caballo, o por el uso de tampones.
Aunque la existencia del himen no prueba la virginidad, es muy frecuente que se rompa durante
el primer acto sexual. Al contrario de las creencias populares, el himen intacto no impide el
embarazo. Un espermio que entra en contacto con el área genital, posiblemente como resultado
de las caricias avanzadas, es capaz de viajar a través de algún orificio del himen y ascender por el
canal vaginal.

La función de la Vagina

Durante el coito, los órganos genitales, especialmente los labios menores y vagina inferior, se
llenan de sangre y la cantidad de secreción vaginal aumenta. Durante el orgasmo, los músculos de
la pelvis, incluyendo los vaginales, se contraen en forma involuntaria y rítmica, lo que, a diferencia
de la eyaculación en el varón, proviene de reflejos en la médula espinal y probablemente se
acompaña de contracciones rítmicas del útero y las trompas de Falopio que ayudan al
espermatozoide en su avance hacia las trompas.
Si una mujer se encuentra sometida a tensión o ansiedad durante el acto sexual, los músculos
que rodean la vagina se verán afectados por espasmos, por lo que ésta se vuelve angosta, con la
consecuencia de un coito con dolor. Esta condición se denomina vaginismo y es posible curarla
mediante la ayuda de un profesional especializado.

El Útero

El útero se compone de dos partes principales; el cuerpo y su cuello o cerviz. Este último
experimenta importantes cambios a lo largo de la vida reproductiva de la mujer. Desde la
pubertad hasta la menopausia el endometrio se desarrolla cada mes con el fin de nutrir el óvulo
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fecundado. Si esta fecundación no se produce, al endometrio se elimina durante la menstruación,


para ser lentamente reemplazado durante el próximo ciclo menstrual.
El cuello o cerviz presenta la forma de un cilindro y su parte inferior se proyecta dentro de la
vagina. Mide aproximadamente 2,5 Cm de longitud y es atravesado por un fino canal, el cual se
abre dentro de la cavidad uterina en su parte superior, y la vagina en la inferior.
En una mujer que no ha tenido hijos esta apertura hacia la vagina es circular y bastante pequeña.
Durante el parto, se estira para permitir el paso del bebé, y en etapas posteriores se contrae,
adoptando la forma de una ranura similar a una cruz.
Durante el embarazo, el útero aumenta de tamaño para permitir el desarrollo del feto y le
proporciona protección y nutrición. Al mismo tiempo, el organismo evita que grandes fibras
musculares se contraigan, este órgano modifica súbitamente su rol y comienza a contraerse con el
fin de causar la apertura de la cerviz para dar paso al bebé y la placenta. Una vez desprendida la
placenta, el útero se contrae firmemente para cerrar los grandes vasos sanguíneos que la irrigaban
hasta entonces. Después del parto, recupera rápidamente su estado previo al embarazo,
preparándose para recibir otro huevo fecundado. En raras ocasiones se ha sabido que esto ocurra
antes de 36 días.
El útero aparentemente no cumple funciones antes de la pubertad y después de la menopausia,
momentos en que sería obviamente poco apropiado, física y sicológicamente, para que la mujer
tuviera un hijo.
Todos estos cambios en el funcionamiento del útero son dirigidos por hormonas liberadas en la
glándula pituitaria y los ovarios, así como por sustancias similares, llamadas prostaglandinas, que
secreta el propio tejido uterino.
El cuerpo del útero tiene forma de pera, es hueco y está ubicado en el centro de la pelvis. De
ambos lados del cuerpo salen las trompas de Falopio que transportan al óvulo liberado por los
ovarios cada mes, y es donde también se produce la fecundación cuando el óvulo se encuentra
con el espermio y transporta el óvulo fecundado hacia el útero para su implantación. La parte
interior del útero descansa sobre la vejiga y la posterior cerca del recto. El útero está sujeto dentro
de la pelvis por un conjunto de músculos que se denominan piso pelviano, y por el tejido conectivo
que conecta y vasos sanguíneos que se desprenden de las paredes de la pelvis. En el embarazo
aumenta de tamaño llegando a alcanzar en la semana 38 el extremo inferior de la caja torácica, y
dos semanas después del parto ya ha disminuido tanto que lo normal es que no se lo palpe en la
cavidad abdominal. Después de la menopausia disminuye su tamaño.
El útero de una mujer adulta se encuentra inclinado hacia adelante en un ángulo de 90 grados
hacia la vagina, las paredes musculares son gruesas y su cavidad es solo una ranura. Durante el
embarazo sus paredes crecen y dan lugar a la formación del feto, las membranas que lo envuelven
y la placenta.
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Los Óvulos

Es la parte del sistema reproductor femenino que está encargada de producir y liberar los óvulos
maduros o huevos. Cuando el óvulo de la mujer es fecundado por el espermio proveniente de un
hombre, se marca el inicio de una nueva vida humana. A partir del primer período menstrual hasta
la menopausia, los normales liberan un óvulo cada mes. Además, son parte esencial del sistema
hormonal o endocrino del organismo.

Los ovarios son dos estructuras en forma de almendra de color gris rosáceo, de aproximadamente
3 cm de longitud por 1 cm de grosor. Se encuentran en la pelvis, la cavidad del cuerpo limitada por
la cadera o huesos pélvicos, y descasan a cada lado del útero, sujetos en su lugar por fuertes
ligamentos elásticos.

En la mujer madura, los ovarios presentan una apariencia más bien granulosa.
La razón para esto se descubre al observar la estructura interna bajo el microscopio.
El ovario cuenta con una capa de células que lo recubre, denominada el epitelio germinal. A partir
de estas células de la capa superficial se forman los óvulos o huevos; es posible observar miles de
huevos inmaduros, cada uno ubicado dentro de una cavidad esférica o folículo (el saco del óvulo),
en forma de cúmulos cerca de la superficie del ovario.

Sin embargo, más fáciles de destacar son los folículos que contienen óvulos en sus diversas etapas
de desarrollo. A medida que estos folículos se agrandan y después que sus huevos han sido
liberados, dan origen a las protuberancias características de la superficie del ovario. El centro de
los ovarios se encuentra lleno de tejido fibroso elástico, que sirve de soporte en la capa exterior
que contiene los folículos.

Proceso de Maduración del Óvulo

Bajo el microscopio, los folículos en desarrollo observan como esferas diminutas que encierran un
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pequeño conjunto de células. En el centro del grupo se encuentra el ovocito en sus etapas finales
de maduración. Cuando el folículo y el óvulo están maduros, las células ubicadas en la superficie
del folículo permiten que el óvulo abandone la esfera. La forma exacta en que esto ocurre aún
constituye un misterio. El óvulo es entonces recogido por las fimbrias, extremos en forma de
plumas, de la trompa de Falopio, y conducido hacia las aperturas del tubo. En su papel, de
productores de óvulos, los ovarios, actúan también como glándulas hormonales o endocrinas. Los
órganos funcionan bajo el control de la hipófisis o pituitaria, ubicada en la base del cerebro, la cual
elabora primero una hormona, denominada folículo estimulante (FSH), que ciaja a través del
torrente sanguíneo hacia los ovarios, donde estimula el desarrollo de folículo y del huevo, además
de inducir la secreción de la hormona llamada estrógeno, el revestimiento interior del útero o
endometrio aumenta su grosor, como preparación para recibir un huevo fertilizado. Los
estrógenos estimulan además la elaboración de proteínas en el organismo, así como la retención
de líquidos.

Después que un folículo ha madurado y estallado, otra sustancia producida por la pituitaria, la
hormona luteinizante (LH), entra en acción, generando el desarrollo del cuerpo amarillo en el
folículo vacio. La misión del cuerpo amarillo es ayudar a establecer el embarazo. A su vez, el
cuerpo amarillo produce y secreta su propia hormona, la progesterona. Si el huevo no es
fecundado dentro del plazo equivalente al transcurso de una noche, el cuerpo amarillo se retrae,
la producción de progesterona se interrumpe y el revestimiento del útero se elimina en el
sangrado mensual. Después comienza nuevamente la liberación de FSH por la hipófisis,
repitiéndose así el ciclo en su totalidad.

La Menstruación

El desarrollo de los ovarios esta casi completo cuando el feto femenino se encuentra en el tercer
mes de la vida dentro de la matriz, por lo que ocurren pocos cambios importantes, hasta que la
niña alcanza la pubertad. Al momento de nacer la niña, sus ovarios contienen en el total, de
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40.000 a 300.000 folículos primarios, cada uno de ellos con un ovulo inmaduro. No obstante solo
alrededor 500 de estos óvulos se desarrollaran alguna vez, y probablemente no más de unos seis
se transformaran en nuevos seres humanos. Cuando los ovarios elaboran estrógeno por primera
vez, no están capacitados aun para liberar óvulos maduros estos estrógenos producidos
tempranamente dan origen a los cambios físicos de la pubertad, tales como el crecimiento de las
mamas, el vello púbico y el aumento de tamaño de caderas, los cuales comienzan al menos un año
antes de que la niña experimente su primera menstruación y constituyen a una señal de que los
estrógenos han comenzado a estimular la liberación de óvulos maduros.

Ciclo Menstrual

El tiempo comprendido entre el primer día de menstruación y el primer día de la próxima se


denomina ciclo menstrual. Durante este ciclo los órganos de la reproducción experimental una
serie de cambios que hacen posible la liberación de un ovulo desde el ovario para que viaje hacia
la matriz y las trompas de Falopio. Todas las mujeres normales nacen con alrededor de 300 mil
óvulos en sus ovarios, que se encuentran en estado inmaduro. El inicio del desarrollo sexual
durante la pubertad motiva la maduración del primer óvulo y, por lo tanto, es el comienzo del
primer ciclo menstrual, situación que en promedio ocurre a la edad de 12 años y que se denomina
menarca . Esta condición marca el inicio de la etapa fértil que se extiende hasta la última
menstruación, conocida como menopausia. Durante este lapso madura un óvulo cada mes,
llegando a repetirse el fenómeno alrededor de 500 veces durante toda la vida reproductiva.
El ciclo menstrual tiene dos fases, la folicular, que se extiende desde la menstruación hasta la
ovulación y la lútea, que comprende el periodo postovulatorio hasta la siguiente menstruación.
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Durante la fase folicular la estimulación de la hormona folículo estimulante (FSH) hace que entre
15 y 20 óvulos de ambos ovarios comiencen a madurar. Estos son encapsulados en folículos, pero
sólo uno, excepcionalmente dos o más, llegará a estar lo suficientemente preparado para
desprenderse, proceso llamado ovulación.

El folículo produce estrógenos, los que estimulan la maduración del endometrio y la producción
del moco en el cuello uterino. Gracias a esta mucosidad, los espermios pueden alojarse por
algunos días en ese lugar, para luego viajar en oleadas hacia las trompas en busca del óvulo y así
lograr la fecundación. Esto explica por qué una mujer puede embarazarse con una relación sexual
ocurrida incluso 5 días antes de la ovulación. La elevación de la hormona luteinizante (LH) provoca
el desprendimiento del óvulo desde el ovario, siendo éste capturado por la trompa de Falopio.
En general, la ovulación ocurre entre el día 12 y 16 del ciclo, teniendo el óvulo una sobrevida
aproximada de 24 horas, lapso en el cual existe la mayor posibilidad de que ocurra la fecundación,
ya sea con un espermio alojado en la mucosidad del cuello uterino días antes o con uno ingresado
ese mismo día.
En general, el período fértil de la mujer es en los 3 o 4 días preovulatorios y el día de la ovulación.
Es decir que para lograr el embarazo, la relación sexual debe tener lugar entre los días 9 y 14 del
ciclo.

Cuando un ginecólogo solicita un examen o indica una medicación, frecuentemente lo relacionará


con un día del ciclo. Ejemplo: «Comience a realizar el seguimiento folicular a partir del día 9º del
ciclo». El óvulo es fecundado en la trompa de Falopio y el embrión que se desarrolla viaja hacia el
útero para implantarse en el endometrio alrededor de siete días después de ocurrida la ovulación.
El endometrio mantiene sus condiciones para recibir un embarazo por la acción de la
gonadotrofina coriónica (HCG), que es secretada por los nuevos tejidos gestacionales.
Con la ovulación comienza la segunda fase del ciclo menstrual, la lútea. El folículo se transforma en
cuerpo lúteo, que produce altos niveles de progesterona. Si no se ha producido el embarazo, los
niveles de estrógenos y progesterona caen entre 12 a 14 días después de la ovulación.
Este descenso hormonal provoca la descamación del endometrio que estaba preparado para
recibir al embrión produciéndose la consiguiente menstruación. El día que aparece el sangrado
menstrual es el día 1 de un ciclo. Este comportamiento cíclico no es casual, está regulado por una
estructura de la base del cerebro llamada hipotálamo.

El hipotálamo es un sector del cerebro compuesto por varios núcleos nerviosos que controlan las
funciones subconscientes del individuo, como la ansiedad, el apetito, la regulación de la
temperatura, los movimientos intestinales, el deseo miccional y el funcionamiento de los ovarios
en la mujer y del testículo en el hombre.

Estas funciones están interrelacionadas, es así que una mujer que presente un estrés, ya sea por
un viaje, una mudanza o la muerte de un familiar cercano suele tener alteraciones del ciclo
menstrual. También las pacientes que tienen trastornos del apetito, como la bulimia o la anorexia
nerviosa, padecen de trastornos ovulatorios y menstruales. El hipotálamo segrega hormonas que
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estimulan a una pequeña glándula situada en la base del cráneo llamada hipófisis que está en
conexión directa con el hipotálamo. La hipófisis anterior o adenohipófisis produce hormonas que
regulan la mayoría de las glándulas endócrinas (tiroides, suprarrenales, ovarios o testículos, etc.).

A) Hormona folículo-estimulante (FSH)


- es la hormona promotora del crecimiento del folículo ovárico y de la maduración del óvulo.

Hormona luteinizante (LH)


- es la hormona que desencadena la rotura del folículo con la consiguiente liberación del óvulo,
ovulación.

Aunque la hipófisis se encuentra alojada en la base del cráneo y los ovarios se hallan en la pelvis,
las hormonas hipofisarias llegan a estos últimos a través de la sangre. La FSH y la LH son
responsables del crecimiento y maduración de los óvulos, así como el control de las hormonas
sexuales femeninas que regulan el ciclo ovárico. Toda mujer tiene, desde su nacimiento,
aproximadamente 400.000 ovocitos inmaduros en sus ovarios. Estos ovocitos inmaduros están
detenidos en su desarrollo y adecuadamente estimulados, serían capaces de convertirse en óvulos
maduros.

Cada uno de estos ovocitos se encuentra rodeado por un grupo de células (granulosa) que serán
las encargadas de producir las hormonas ováricas: estrógenos y progesterona. Al ovocito
inmaduro rodeado de las células de la granulosa se lo conoce como folículo primordial. El conjunto
de estos folículos primordiales constituye el capital que tiene la mujer para producir células
reproductivas (óvulos) y hormonas sexuales (estrógenos y progesterona) a lo largo de la vida.

Recién cuando la niña llegue a la adolescencia, el hipotálamo madurará y hará que la hipófisis
comience a liberar gonadotrofinas en forma cíclica. Las gonadotrofinas (FSH y LH) estimularán en
cada ciclo el crecimiento de varios folículos primordiales, de los cuales generalmente sólo uno
llegará a la maduración y terminará ovulando, mientras que los demás involucionarán antes de
alcanzar su maduración (atresia o apoptosis).

Como el capital de folículos primordiales no es renovable y la mujer los va gastando en cada ciclo
durante toda su vida reproductiva, llegará el momento en que la reserva foliculo-ovocitaria se
agote y se producirá la menopausia.

Una vez en la menopausia, los ovarios no liberarán más óvulos, no importa cuánto se los estimule
empleando gonadotrofinas y la secreción hormonal se hará irregular perdiendo progresivamente
los ciclos.

La Fertilidad

Al llegar a la pubertad, en el organismo de las niñas comienzan a funcionar los ovarios y se


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presenta por primera vez la menstruación, lo que se conoce como menarquía.

Con este hecho se da comienzo al ciclo menstrual. Esto marca un cambio físico y a veces sicológico
muy importante en las niñas, ya que es un signo evidente de que se están transformando en
mujeres. En el ciclo menstrual están involucrados la hipófisis -glándula endocrina que se ubica en
la base del cerebro-, los ovarios -gónadas que producen óvulos y hormonas- y el útero -órgano en
el cual se desarrolla el embrión. El ciclo menstrual corresponde a un período de tiempo que dura
28 días. Este ciclo está delimitado por dos menstruaciones.

El primer día del ciclo menstrual es aquel en que se inicia la menstruación. Esta dura entre 3 y 7
días como promedio. Una vez terminada, la hipófisis libera la hormona Folículo Estimulante
(H.F.E.), que actúa sobre el ovario y provoca la maduración de varios folículos -estructura que
contiene a los óvulos. Los folículos comienzan a producir estrógenos u hormonas, preparando así
las paredes del endometrio del útero. Cerca del día 10 u 11 del ciclo, uno de los folículos -que es el
que contiene el óvulo- madura más que los otros. Próximo al día 14, la hipófisis deja de enviar
H.F.E. y comienza a mandar una segunda hormona llamada Hormona Luteinizante (H.L.). Esta es la
encargada de romper el folículo maduro y provocar la ovulación justo el día 14.

El folículo que quedó vacío, por la estimulación de la H.L., se transforma en un tejido especial
llamado cuerpo lúteo o amarillo. Él produce progesterona, hormona que sigue preparando las
paredes del útero. Cerca del día 28, si no hay fecundación, el cuerpo lúteo se atrofia y deja de
producir progesterona. Esto causa una baja brusca en los niveles de esta hormona, que determina
el desprendimiento de la preparación que se había formado en el endometrio. Ello ocurre el día
28, terminando así un ciclo menstrual y comenzando el siguiente.

En el ser humano, no existe un período en el cual la mujer acepte al hombre para la unión física
entre ambos, como ocurre en otras especies. Puede suceder en cualquier momento del ciclo
menstrual de la mujer. Para que el óvulo y el espermio se unan, hombre y mujer deben tener una
relación sexual cerca del día 14 o bien el día 14 del ciclo. De este modo, se asegura la presencia de
óvulos y espermios.

Durante el acto sexual, el semen es depositado en la vagina de la mujer. Este líquido contiene
alrededor de 300 a 500 millones de espermios que, en la vagina, avanzan más o menos a 1cm. Por
hora, mediante movimientos originados por su cola o flagelo. Muchos espermios van quedando en
el camino ya que mueren; otros, se desorientan, y algunos se van a la trompa, donde no existe
óvulo. Finalmente, los espermios llegan hasta el óvulo, y solo uno de ellos logra fecundarlo. El
encuentro de la célula sexual femenina y la célula sexual masculina se realiza en el primer tercio
de las trompas de Falopio, que es la parte más cercana al ovario. Al penetrar el espermio en el
óvulo, este se activa. Lo fundamental de la penetración del espermio al óvulo, radica en el hecho
de que el espermio aporta su pronúcleo al óvulo y se une con el pronúcleo de este, formándose un
núcleo con todos los cromosomas de la especie humana.
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El resultado de la fecundación es la célula llamada huevo o cigoto, la cual posee toda la dotación
cromosómica para formar una nueva vida.

Bibliografía

 Marshall Cavendish Ltd. “Atlas of Anatomy”. Sociedad Comercial y Editorial Santiago Ltda.
Santiago, Chile. 1994.
 “Misterios del Cuerpo Humano”. Catálogo de la exhibición ‘Misterios de Cuerpo Humano’.
2010.
 Curtis, Helena. “Biología”. Editorial Médica Panamericana. México. 1986.

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