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Reflejosexttic 465, producen una resultante total, sin intervencién de la literatura y sin la fanesta concentracién del argumento en la psiquis de un solo personaje, que alcanza asi los limites de lo extraordinario. El perfeccionamiento del arte cinematogréfico se alcanzard por este medio, u otro semejante; pero no es de esperar del cine sonoro, que desvirtia y destruye los efectos visuales dirigidos al campo intuitivo. (Gabriela Mistral) Atenea, n°63, marzo de 1930 La GREED un hecho de GIEGEBCierto: es el asiento de una jerarquia soberana de paisaje que crcan lo<@HiRTaSUREREBESS y en parte la poblacién, rectifi- cadora siempre de la fisonomfa del suclo, Iber-América constituye, antes que otra cosa, una fiesta de panoramas, (que yasse cansa de su geografia sobajeada y aprendida. Somos unas pequefias manchas de hombre ~ciudades, aldeas~ cefiidas por una porcién de ticrra bienaventurada, de ra dejarlo MEO a suceso extraordinario de la flora y la fauna. Dice el europeo mirando hacia nuestro Continente: “La Cordillera de los An- des, varias llanuras, costas”. Pero la @BWAIIIEED no cs eso que sc enuncia con tanto simplismo. La salvaje empinadura que cl curopeo mira en rigurosa unidad es un sistema complejo de cumbres baldias, de mesctas amplias, de vertientes y valles longicudinales y trans- versales. En el Anahuac, esta meseta es la mas fina estacién geolégica que pueda concebir- sc; volcanes de formas depuradisimas, atmésfera de cristal y una elegante vegetacién decorativa: hacia el Ecuador forma la famosa avenida de conos volcinicos, una especie de corredor fantéstico de bella horizontalidad, asistido en toda su longitud de aquella presencia centauresca; hacia Bolivia se llama puna, su vegetacién escasea pero atin abastece ganado. Este es el paisaje de que se ensefiorean los rebaios de llamas, vicufias y alpacas, animales mas herildicos del Continente que las dguilas de los escudos, pucs no se reproducen en otro cuadro geogrifico del mundo. Después de las mesctas, viene ka sierra, zona media enc las cumbres y el Ilano, hermosa en su accidente variado y lugar de ciudades que como el Cuzco peruano 466 chives ietrados quedan ensartadas entre lo espléndido de las alturas y lo jugoso de los bajios, avi- zorando ambas zonas vegetales. Calva en los coronamientos, selva compacta abajo, o sea, Cordillera seca y Cordillera hiimeda, como la llaman los geégrafos, ella ha sido apenas divulgada por la imagen, apenas contada por el grabado: permanece desconocida hasta de sus propias gentes. ‘tafia madre. Después de la Cordillera esencial, nuestra América cs clfG@NIGnOSeRoS3 ni El primero, o sea el bosque tropical tipo, se ha quedado tan inédito para el ojo americano como la misma Cordillera. Encerrado en ¢l_niicleo del Continente, especie de auricula y ventriculo suyos MMENMEMEOBIG se halla de tal modo alejada de las costas en que hormigucan las ciudades, que ha sido hojeada en sus especies mds préceres solo por unos cuantos borénicos y la han recorrido en el rio maximo énicamente los bogadores indios. "El cine entrar en esa vona de Genesis. en quc todo esti nucvo some vinta todavia dela gracia primogénita. De las familias vegetales aristocriticas, no repeti- das ni en la selva indostanica ni en la sudanesa, la cinta recogera lo mismo la masa del follaje que el preciosismo de la flor; los cjemplares de vigor monstruoso darin forografias individuales que pasen a ser en los libros de Botanica lo que son en las monografias de esculturas los Hércules y los Jipiter antiguos. Las vistas de conjunto conseguiran presentarnos el hervor vegetal de cauchos, bambties y lianas, entre los que pasa, en un relimpago azafranado, el jaguar bra- silcro o cl venado del bajfo mexicano. El Ilano de América es la tierra de la clemencia, oftecido a la vida humana. La pampa argentina es el mis desahogado hogar de hombres que ha entregado nunca el planeta. Monétono y noble, en ninguna parte el érbol asilado tiene mas expresién de presencia que asiste. El ombti se humaniza y se vuelve el Booz de la extensién verde. El Ikno domado, el Ilano a la europea, que ka mano hortelana ha vuelto civil, hha hecho insticucién vigilada y rogida, que es el de Chile, probaré en a vifia per- fecta y en la cinta de los huertos que existe ya una América de agro a lo italiano y alo francés, donde la barbaric ha sido teasmutada en suave logro seguro. La América geolégica, vegetal y animal cs un bloque, repito, solamente tarta- mudeado, no dicho, del planeta. Las descripciones de los Humboldt, los Reclus, § los Denis y los Bruhnes, se han quedado en los libros de especialidad, y unas por secas, otras por falta de sintesis, no podran aleanzar nunca a las masas. Seré el cine quicn las incorpore a la imaginacién popular, lo cual no es poco. (CiIRSinBESTIMediePRb|buRER Romar pesssoMMUANBIOBD, con una avider que la criatura antigua no conocié. El Asia ha aprovechado este apetito de conocimiento total, para vindicarse en sus nobles monumentos y expresarse cabalmente en su. naturaleza, Nuestra América seguird al Asia. El mapa habla Gnicamente para el gedgrafo. Por la carta geogrifica siente el nifio ~y el adulto comin que se rezaga en la infancia~ una antipatia que yo le conoci en diez afios de ensefianza del ramo. ylo vital. La maravilla de la isla se vuelve una mostacita; el fordo una rasguadura en anul; la selva una mancha en verde descolorido; la linea capitana de las montafas, una culebrilla, sin sugerencia alguna. El mapa queda més lejos de la criatura de dice afios que un problema tcolégico. Se Va a dar palabra al alambre de los rios; va a hacerle la baridura de colores en las masas ocednicas; va a enderezarle galvanizada la serpiente muerta y en circulo de las grandes ciudades. EI mapa servird como organizador de la muchedumbre de visiones cortadas que el cinema habré proporcionado. (GGRBEIEIIED ito considere cl mundo la plataforma caliente en la cual se cumple la vida: la vida humana, la animal y la vegetal, no una al lado de la otra, cn rayas atificialmente paralclas, sino una trenzada con la otra. Yo creo que el cine documental verificars nuestra incorporacién definitiva en la mente europea, y que ser superior como fuerza informativa a toda propaganda escrita, trivial casi siempre o estropeada por la exageracién. lencias sin necesidad de hipérbole y sin posibilidad de mentirijillas. inf nuestras exce- El Instituto del Cinema Educacional podré hacer en nuestro favor lo que no ha realizado institucién curopea alguna, en el sentido de excitar a las empresas a la divulgaci6n grifica de nuestro continente; en ol de articular los trabaj x = dos y darles unidad, y en el de purificar, con el solo incremento del! (GERRSASRUEAMGISMERUBENDD. a plage dl cine inbec » perverso que ancen nuestros mercados. No necesitaré para lo iltimo combatir a ninguna empresa expli- citamente; bastard con que informe a los pueblos de América respecto del material 468 ‘Archivos iletrados disponible de peliculas con asunto nuestro, con panorama, costumbres c historia nucstras. Los pueblos ibero-americanos harin la scleccién por si mismos. Queda para un segundo articulo el examinar el cine documental aplicado a la divulgacién de las antiguas civilizaciones de América, tan desdefiadas, tan estu- diadas a medias y tan apresuradamente avizoradas por el europeo. “algo sobre el cine sonoro” por Oscar Waiss Gong, n°s, mayo de 1930 Parecfa definitivamente arraigado en la conciencia social de Indo-América cl firme y perdurable convencimiento de que era necesario solidificar la accién frente al avasallador imperialismo yanqui, cuando un acontecimiento totalmente inesperado vino a revelar lo insustancial del proceso de reaccién y la inutilidad de todo lo que se crefa ya conseguido; el desalentador especticulo de las muchedum- bres apifiadas frente a las taquillas de los teatros que exhiben la nueva pantomima meednica nos sefala la honda gravedad del momento. Tanta puerilidad asquea, repugna. Habra derecho a esperar otra actitud del piblico de esta América ante un peligro de tal significado y evidencia. ‘Ante tanta inconsciencia, verdaderamente debemos preguntamos si acaso un sino fatal nos impulsa hacia cl abismo. Ni siquiera entre los jévenes el problema es mirado con atencién 0 inquietud. Nadie piensa en la formidable fuerza que sig- nifica para una nacién imperialista la introduccién de su idioma, sus costumbres y sus modalidades? ;Acaso no entregamos, junto con nucstro dinero, todo conato de reacci6n en las boleterias insaciables de los palacios del délar? Es la fiebre desencade- nada en cl organismo enfermo y sin encrgias. $i acaso nos damos cuenta del peligro no tenemos la voluntad suficiente para retroceder; nuestra vitalidad esta minada. En cl terreno de las claudicaciones rodaremos seguramente hasta las fauces del coloso que ya saborea de antemano el sabroso bocado. Carecemos de toda perspectiva bien definida. De a dos en dos, uncidos como bucyes resignados y tozpes, pasamos bajo las horcas altancras. Ni siquicra una protesta; ni cl mas debil gesto de repulsa, ni el mas pequefio ademdn de rebelidns nada que nos revele una conciencia colectiva bien orientada. ,En qué piensa la juventud de Indo-América? Ya es hora de que nos dejemos de reflcjar en versos intrascendentes la frivolidad de nuestro medio; tampoco las palabras podrin servir eficientemente si no van acompafiadas de una accién disciplinada. {Hasta cudndo permitiremos el saqueo de nuestros valores intclectuales y materiales?

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