Professional Documents
Culture Documents
Página | 2
redes sociales.
¡Disfruten de la lectura!
Página | 3
Staff
Moderadoras traducción
Isa
Atómic_Mellark
Moderadora corrección
Jessmddx
Traductoras Correctoras
Jessmddx Jessmddx
Lizzy
Dew
MicaDeMaddox
Atómic_Mellark
VickyM
Revisión final
Jessmddx
Diseño
Atómic_Mellark
Página | 4
Carrera versus amor. Amor por tu compañero, amor por tus amigos, amor por el
lugar que llamas hogar. Una decisión puede cambiarlo todo.
Cuando una gran oportunidad para Emily la obliga a moverse por todo el país, su
relación con su novio se desmorona. Recién soltera y ahora atrapada en un pequeño pueblo
por los próximos meses, Emily se concentra en su trabajo: un informe a fondo sobre un
equipo de hockey con mucho futuro y su jugador número uno.
Cuando el deseo de Emily de acercarse al equipo y demostrar que puede ser uno de
los chicos la lleva a una noche salvaje y apasionada con Sam, la sexy estrella creciente del
equipo, su artículo se topa con un camino sin salida. La manera antes despreocupada,
abierta y arrogante de Sam se vuelve fría y distante, obligando a Emily a perseguirlo para
una entrevista.
A Sam se le acaba de dar la oportunidad única en la vida, tiene la posibilidad de
dejar su equipo para unirse a las Ligas Mayores en una gran ciudad, pero su deseo de éxito
y fama solo es igualado por su deseo de quedarse leal con sus compañeros de equipo, su
familia y su ciudad natal.
Mientras Emily persigue su artículo y su propia carrera, aprende más sobre Sam y
su decisión inminente. Cuando Sam se abre a ella se siente atraída a él en un nivel más
profundo de lo que su aventura inicial podría haber predicho. La línea entre ser reportera y
su interés romántico se disuelve cuando Emily no puede evitar sentirse personalmente
involucrada en la decisión de Sam.
¿Emily empujará a Sam a hacer la misma elección que ella hizo, carrera sobre todo?
¿O va el amor de Sam por su pequeña ciudad, obligara a Emily a repensar qué es realmente
importante en su vida?
Es una novela con romance, sin engaños y HEa, que te mantendrá caliente en una
noche fría, dentro o fuera del hielo.
Página | 5
Staff
Sinopsis
Capítulo 1 Capítulo 10
Capítulo 2 Capítulo 11
Capítulo 3 Capítulo 12
Capítulo 4 Capítulo 13
Capítulo 5 Capítulo 14
Capítulo 6 Epilogo
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 1
Página | 6
¿Cuándo fue la última vez que bebí tanto? Puedo decirte una cosa con certeza: ¡el
tiempo suficiente para que hubiera olvidado lo malditamente divertido que era!
Cuando Sam me había dado esa gran charla en el auto sobre la noche loca que iba a
ser y cómo mi culo de ciudad no estaba preparado para eso ni un poquito, estaba tan
dispuesta a desestimarlo por estar hablando por hablar delante de la nueva chica para que
ella pensara que era un hombre grande. Pero no, realmente fue tan intenso como todo eso.
Tomé otro trago del bar, comprado para mí por uno de los clientes habituales, me
dijeron, volví hacia atrás en un trago. Arrugué mi rostro ante la acidez, sacudí la cabeza y
levanté las manos. El equipo, apretujado alrededor de una pequeña mesa en el otro
extremo de la habitación, me gritó en voz alta.
Me dirigí hacia ellos y me apoyé en la silla de Sam. Él me miró con esto estúpida
tierna sonrisa torcida en su rostro y ladeó su cabeza hacia mí.
—¿Lo estás pasando bien?
—¡Genial! —Exclamé—. ¿Alguien quiere venir a bailar conmigo?
—Realmente no bailamos aquí —comentó Nathan, el portero, intercambiando una
mirada con el resto de los muchachos alrededor de la mesa.
—Entonces, ¿por qué hay música? —Le respondí. Él abrió la boca, pero antes de
que pudiera protestar más, agarré la mano de Sam y lo puse de pie.
—Ven. Baila conmigo —ordené, el levantó su otra mano y me llevó hacia un lugar
en el bar con un poco más de espacio. Podía sentir los ojos del resto del equipo sobre mí,
pero los ignoré mientras una canción que me encantaba vino y envolví mis brazos
alrededor del cuello de Sam.
—¿Pasando un buen rato? —murmuró, lo suficientemente fuerte como para poder
oírlo. Asentí.
—Increíble —respondí mirándolo y balanceándome de un lado a otro. No estaba
tan borracha, pero me estaba desahogando bastante. Quizás esta no era la mejor manera de
obtener mi historia, pero tenías que vivir entre tus cargos para realmente entenderlos,
¿verdad? Además, esta parte en particular no tenía que ir en el artículo. Deslicé mis caderas
más cerca de Sam y sus manos se desplazaron hacia mi espalda y supe con absoluta certeza
dónde esta noche estaba yendo.
Me sorprendió la reacción que obtuvo el equipo cuando entraron. Todos parecían
saber quiénes eran, todos estaban contentos de verlos y ansiosos por comprarles una
bebida. Sam me dijo que no siempre había sido así, que las sonrisas, las palmaditas en la
espalda y las ofertas de una cerveza gratis o siete no habían llegado hasta habían
comenzado su racha ganadora no hace mucho tiempo. Podía decir que eran precavidos con
esto. Disfrutaban la atención, pero sabían que todo podría desaparecer si no mantenían su
parte del trato.
Me di cuenta de que había ojos en nosotros, pero no me importaba. Después de ser Página | 19
abandonada y luchar por abrirme camino por mí misma. Después de moverme a través del
país para esta estúpida historia, merecía un poco de diversión. Sentí los labios de Sam rozar
contra mi cabello y me pregunté con cuántas chicas de la ciudad se había acostado. ¿Era un
semental en la escuela secundaria, o eso había llegado con su éxito? Había notado a unas
cuantas chicas mirándolo cuando él se levantaba a comprar bebidas o a hablar conmigo y
no estaba segura de si estaban celosos de mí o compadeciéndome. De cualquier manera, no
me importó. Había suficiente alcohol en mi sistema para hacerme pensar que esta era una
buena idea, para sacar de mi mente el recordatorio de que tendría que trabajar con este
chico y sus compañeros de equipo por los próximos meses. Entonces, ¿qué pasa si las
cosas se ponen incómodas? Era una chica grande, podría manejarlo. Estaba aquí para la
historia, pero eso no significaba que no podía usar mi acceso a un equipo de jóvenes
guapos para ayudarme a superar la peor ruptura que alguna vez tuve.
Antes de darme cuenta, la canción había terminado, y algunas personas habían
comenzado a salir del bar. Sam regresó con sus compañeros de equipo, algunos de los
cuales estaban buscando sus billeteras y acercándose al bar para pagar la cuenta.
—¿Se van chicos?
—Sí —uno de ellos (olvidé su nombre) se encogió de hombros—. ¿Te veo mañana,
sin embargo?
—Claro —respondió, y un par de ellos le mostraron esas sonrisas, ya sabes esas
sonrisas de "vas a echar un polvo esta noche". Era como si no estuviera de pie allí, como si no
fuera capaz de adivinar lo que estaban insinuando. ¿Con toda honestidad, sin embargo?
Estaba demasiado caliente para pensar más allá de tener a Sam en mi apartamento y fuera
de su ropa. Pasó una mano por mi espalda, como si supiera lo que estaba pensando y me
estaba recordando “cariño, no te preocupes, lo tengo.”
Pagué mi cuenta. Sam no ofreció pagar, lo que fue un alivio, porque no quería ser
una de esas chicas que se estremece y se desmaya mientras un chico paga sus bebidas por
ella. Hicimos nuestro camino hacia afuera, su brazo apretado alrededor de mi cintura. Me
estaba acariciando suavemente con el pulgar, e incluso el movimiento leve estaba enviando
descargas eléctricas a través de mi cuerpo.
—¿Quieres que te lleve a casa1? —preguntó, y sonrió sacudiendo la cabeza ante su
frase—. Lo siento me refiero, ¿quieres que te lleve de vuelta a tu casa?
—Claro —asentí, sintiéndome un poco tambaleante y tenía más que ver con su
presencia que con el alcohol. ¿Cómo se supone que debo tomarlo desde aquí? Había
pasado tanto tiempo desde que me había acostado con alguien nuevo que sentía como si
todos mis mecanismos estuvieran tan oxidados, que necesitaría rehacerlos. Nos metimos en
el auto, y Sam alcanzó sus llaves, y en esa fracción de segundo, solo fui por ello.
Me incliné hacia él, tomé su rostro entre mis manos y presioné mis labios contra los
suyos. Su boca estaba fría pero suave y apenas tuve tiempo de registrar cómo se sentía
antes de que el deslizara sus manos sobre mi culo y me llevara a su regazo. Separé mis
piernas para montarlo a horcajadas y su lengua se deslizó en mi boca, y en ese segundo me
importaba una mierda cuánto tiempo había pasado desde la última vez que me había
enrollado con alguien nuevo, porque todo esto se sentía tan natural y correcto.
1 Juego de palabras en inglés, el original: You want me to take you home, que puede hacer referencia a
tomarla en su casa.
—Te he deseado desde el momento en que te vi —murmuró Sam en mi oído Página | 20
mientras me besaba en el cuello y hacia mis senos. Solté un pequeño gemido, incapaz de
articular que me había sentido de la misma manera.
Deslizó sus manos por mi camisa y encontró mis pechos. El toque de sus fríos
dedos fue suficiente para traer mis pezones a toda la atención en un momento, cerré los
ojos cuando sus manos talentosas se pusieron a trabajar, yo ya estaba dolorida por él,
dolorida por más y sabía que no podría contenerme mucho más.
—¿Tienes un condón?— murmuré con urgencia, él me miró y asintió.
—Necesito que me folles, ahora mismo —me incliné para besarlo de nuevo, más
duro esta vez. Yo nunca había querido alguien de la forma en que lo quería en ese segundo.
No era que nunca me hubieran excitado antes o querer ser follada antes, pero nunca había
estado tan desesperada, necesitada e importante. Gire mis caderas un par de veces contra
su regazo, sintiendo su erección creciendo rápidamente debajo de mí y vi como él
registraba lo que acababa de decir. Poniendo una mano en mi cadera para estabilizarme, se
inclinó hacia delante y registro en su guantera durante unos segundos antes de sacar un
condón.
Me levanté de su regazo lo mejor que pude, torpemente tratando de darle el espacio
que necesitaba para envolverse a sí mismo. No había mucho espacio en el auto y mi cabeza
ya estaba presionada contra el techo. Pero todo pensamiento de lo difícil o extraño o tal
vez que no era una buena idea, se perdió en el sonido de nuestras pesadas respiraciones y la
forma en que nuestro aliento se mezclaba entre nosotros. Bajó sus pantalones, se cubrió
con el condón y luego se estiró para levantar mi falda, antes de penetrarme se inclinó hacia
delante y plantó un beso en mi coño, su cálido aliento (incluso a través de mis bragas)
enviando un escalofrío por mi espina dorsal. Luego, apartó la tela, agarró mis caderas y
lentamente me bajó a su polla.
Ambos dejamos escapar un largo suspiro satisfecho cuando él entró en mí. Su polla
era gruesa y fuerte, expandiéndome mientras yo envolvía cada pulgada de él en mi coño.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás, me golpeé en la parte superior del auto cuando lo hice.
Ambos nos reímos y luego, finalmente, comencé a moverme. Me tomé mi tiempo al
principio, presionando mis manos contra su pecho y usándolo como palanca mientras me
movía hacia arriba y hacia abajo. Y pronto, comenzó a encontrar mis movimientos,
empujando dentro de mí cuando bajaba. Pronto aumentamos el ritmo y sin pensarlo deslice
mi mano entre mis piernas y comencé a jugar con mi clítoris.
—Joder, eso es caliente —gruñó Sam, hundiendo los dedos en mis caderas
mientras veía mis dedos ocupados entre mis piernas. Vi como la expresión de su rostro se
torció en algo más oscuro, más deseoso que antes y cuando levantó la vista y me miró a los
ojos, sucedió.
Me estremecí de placer, mis manos se cerraron en puños a los lados cuando me
vine. Por lo general tomaba un montón de juegos previos para acercarme a cualquier lugar,
pero la situación era correcta en ese momento, pude salir de mi cabeza y solo dejar que
suceda. Dejé escapar un fuerte gemido, mi coño apretando la polla de Sam y unos
segundos más tarde, lo sentí alcanzar su propia liberación dentro de mí. Se inclinó para
besarme mientras se venía, tirando mi cabeza hacia abajo para poder empujar su lengua en
mi boca una vez más. Lo mantuve dentro de mí por unos momentos más después de que
ambos terminamos, saboreando la sensación de él dentro de mí. Luego me bajé y volví a mi
asiento, lanzándole una mirada satisfecha.
—Bueno, eso fue... —comenzó, pero se apagó mientras se quitaba el condón y se
abrochaba los pantalones.
—Sí —concordé—. Realmente lo fue. Página | 21
Nos sentamos en silencio por unos momentos y me pregunté qué pasaría ahora.
—¿Esta… todavía en marcha lo del aventón? —pregunté en voz alta y él asintió.
—Sí, sí, claro —respondió. El solo había tomado un par de copas en el transcurso
de la noche, así que no estaba preocupada porque él está conduciendo. Mientras mi propia
borrachera comenzó a desaparecer, lo observé mientras encendía el auto, e intenté
averiguar si acababa de cometer un gran error.
Capítulo 6
Página | 22
Mientras avanzaba por la ciudad, flexioné los dedos contra el volante y dejé escapar
un pequeño suspiro de alivio.
Jesús, gracias a Dios que estaba fuera de allí.
No es que no amara a mi familia. Era solo que a veces me resultaba bastante difícil
apreciarlos. Sé que todos se sienten de la misma manera de vez en cuando, pero con mis
padres, cada vez era más y más difícil mantener el rostro feliz por períodos prolongados.
Tan pronto como crucé la puerta, mamá me había informado acerca de cómo iba la
capacitación, dónde jugaba el equipo y si había aumentado o no el incremento de sueldo
que había insistido en pedir desde la última vez que se vieron el uno al otro. Sabía que venía
de un buen lugar, pero nada de esto había sido relevante antes de comenzar a golpear el
gran momento; de hecho, aún podía recordar la expresión de sus rostros cuando les dije
que no iba a ir a la universidad.
—¿Y cuánto tiempo te dedicarás a esto… cosas de hockey? —Papá frunció el ceño,
tomando la mano de mamá con alivio. No había ido a ver uno de mis juegos en ese
momento, y pasaría otro año y medio antes de que fuera al estadio a verme jugar.
—Mientras se necesite —me encogí de hombros—. Sé que parece una locura,
pero…
—¡Piensa en todo lo que podrías estar haciendo con tu vida! —Exclamó mamá,
interrumpiéndome. Siempre había sido la más emocional de los dos—. Podrías ser... Dios,
podrías estar viajando por el mundo. Conseguir un buen trabajo. Conocer a una buena
chica…
—Todavía puedo hacer todas esas cosas —le recordé suavemente—. Solo quiero
probar este material de hockey primero. Mira hasta dónde puedo llegar.
—¿Y qué tipo de perspectivas tendrías para tu carrera si te quedaras allí? ¿En los
Cuervos? —Presionó papá, inclinándose hacia delante.
—Los cuervos —lo corregí—. No lo sé, pero quiero intentarlo. El entrenador dice
que soy lo suficientemente bueno para hacer una carrera, si quiero, así que…
—¿Y qué sabría él? —Estalló mamá—. Él ha estado en ese lugar durante años y no
ha hecho exactamente nada de sí mismo.
—¡Lo estamos haciendo mejor de lo que lo hemos hecho en mucho tiempo! —
Protesté.
—Por favor, no estoy pidiendo dinero, o…
—Es mejor que no lo estés —papá respondió bruscamente—. Porque no pagamos
por ti cuando todo esto se convierte en humo. ¿Vas a conseguir otro trabajo para
mantenerte mientras estás en ello?
—No tendré tiempo —negué con la cabeza—. Pero no necesitaré uno…
—Apenas te pagan lo suficiente para vivir bajo nuestro techo, y mucho menos uno Página | 30
de los suyos —mamá respondió lacónicamente.
—No puedes quedarte aquí para siempre, Sam.
—¡No quiero! —Entrecerré mis ojos sin pensar, mi espalda ya estaba en sus
comentarios. Mamá alzó sus cejas hacia mí, y supe que había sobrepasado la marca.
—Bueno, entonces, tal vez deberías ir —asintió hacia la puerta—. Si estás tan
seguro de poder hacerlo con todas estas cosas de hockey.
—No estoy seguro —admití—. Pero quiero intentarlo.
—Bien —Papá levantó sus manos—. Pero no te acerques arrastrándote cuando
esto no te funcione, ¿me oyes?
Me mudé más tarde esa semana, al sofá de uno de mis compañeros de equipo.
Pasarían unos meses antes de poder pagar una cama propia. Las cosas se calmaron después
de un tiempo, pero incluso ahora, mis padres no parecían considerar mi hockey como algo
más que un pasatiempo que había excedido ampliamente su bienvenida. Y sin embargo,
sabía que les encantaba tener un hijo que fuera tan conocido acerca de la ciudad, y eso era
lo que más me molestaba. Me querían como trofeo y nada más, y tenía que admitir que
cada vez era más y más difícil fingir que no me había dado cuenta.
Puse mis excusas, y me fui justo después de recibir la llamada telefónica de Emily;
no era exactamente una alternativa muy preferible, pero sería por ahora. Después de unos
minutos, me detuve frente a la cafetería y vi a Emily tomando un café por la ventana.
Levantó la vista, y cuando me vio, me ofreció un pequeño saludo.
Entré, tomé una bebida y me uní a ella en la mesa.
—Oye —me sonrió cuando me senté, y luego aparentemente tomó mi expresión y
frunció el ceño—. ¿Estás bien?
—Solo cosas familiares —me encogí de hombros—. Ya sabes.
—Oh, sí —respondió, sin quitarme los ojos de encima—. ¿Cómo es tu familia?
Eché un vistazo a su grabadora de voz y no pude verla. Eso fue un alivio. Quería
poder hablar sin preocuparme de que cada palabra de su boca tuviera un doble significado.
—¡Uf! —Gruñí—. Irritante. ¿Ya sabes? Pasaron tanto tiempo criticándome por
querer practicar deportes para ganarse la vida, y tan pronto como empecé a llamar la
atención de repente no pueden esperar para presumir.
—¿Saben ellos sobre la oferta? —Ladeó la cabeza hacia un lado, y pude ver que me
analizaba. Sentí un pequeño escalofrío de molestia. Parecía que todas las personas con las
que hablé en estos días tenían un motivo oculto para conversar conmigo, tenían algo que
querían, y estaba empezando a ponerme de los nervios.
—No —negué con la cabeza—. Solo tú y Johnson.
—¿Qué crees que te dirían que hicieras si lo hicieran? —Me incitó.
—Creo que me empujarían a tomarlo —me encogí de hombros, envolviendo mis
manos alrededor de mi bebida para calentarlas contra el frío de la noche afuera—. Por eso
no quiero hablar con ellos sobre eso.
—¿Entonces te estás inclinando por no ir? —preguntó amablemente, y mi cabeza
se levantó bruscamente. Sentí como si mis cabellos se hubieran levantado de repente, y no
me gustó. No estaba acostumbrado a sentirme fuera de control, pero podía sentir la niebla Página | 31
del descontento descendiendo mientras la miraba.
—No me estoy inclinando hacia nada —respondí—. Excepto tomar mi propia
maldita decisión por una vez en mucho tiempo.
Retuvo sus manos y se inclinó hacia atrás, como si poner un espacio entre nosotros
fuera la única forma en que pudiera sentirse segura. Al instante me sentí avergonzado por
mi agudeza; ella no se merecía esto. Apenas nos conocíamos, y ella solo estaba allí para
tratar de entender su historia.
—Lo siento —respondió, su tono defensivo. Nos miramos el uno al otro a través
de la mesa, y un momento de silencio cargado acechó entre nosotros por un segundo.
—Yo solo… No quiero que la gente me diga qué hacer, o que piense menos en mí
por las decisiones que tomo —traté de mantener la voz firme, pero sabía que las palabras
salían de mí sin restricción.
—No estaba tratando de empujarte de ninguna manera —bajó la voz, mirando
alrededor mientras algunas personas miraban en nuestra dirección para ver de qué se
trataba la conmoción—. Solo estaba preguntando por el artículo.
—Oh, ¿entonces todo esto está entrando? —Lancé mis manos al aire—. Sabía que
no debería haber venido aquí para hablarte sobre esto.
—No entrará si no lo quieres —prometió—. Esto podría ser solo una investigación
de fondo, es genial.
Hizo una pausa por un momento, mirándome, examinándome de cerca como si
estuviera buscando algo más, algo nuevo.
—¿Qué es? —demandé. Sus ojos parecían estar penetrándome, más profundo de lo
que me sentía cómodo.
—¿Viniste aquí para hablarme sobre esto? —Se preguntó en voz alta. Me encogí de
hombros, y luego asentí.
—Supongo —murmuré. Realmente no había pensado en eso, pero supuse que ella
tenía razón; Tuve que salir y descargar algo de energía después de la mierda de pasar una
tarde con mi familia. No era como si pudiera llamar a uno de mis compañeros de equipo o
lo que sea; estarían bebiendo y festejando, y lo último que querían era que les dejase una
gran depresión por su buen tiempo.
—¿Hay… alguien más con quien puedas hablar sobre esto? —preguntó
amablemente, ladeando su cabeza hacia mí.
Fruncí el ceño de inmediato; ella estaba sobre mí, y yo odiaba eso. Necesitaba algo
para sacarla del rastro, necesitaba alguna forma de distraerla… y entonces descubrí que mis
ojos bajaban a su boca. Dios, se había sentido bien conmigo la noche anterior. Ella se
sonrojó levemente, y supe que podía decir lo que estaba pensando. Le sonreí, y sonrió con
satisfacción, joder, ¿realmente estábamos haciendo esto? ¿Menos de un día después de que
acordamos que no volvería a suceder?
Antes de que pudiera detenerme, me incliné sobre la mesa, le pasé la mano por la
nuca y la besé. Me alegré de que el lugar estuviera casi vacío, menos chismes para todos,
menos personas para dar testimonio de lo que estaba por suceder. Retrocedí, y se encontró
con mi mirada, su respiración era más rápida que antes. La mía también. Dejo que mis ojos
recorran su cuerpo, y volví a verlo retorciéndose encima de mí. Jesús, necesitaba a esta
chica, la necesitaba mal, la necesitaba en ese momento.
—Mi lugar está a la vuelta de la esquina —sugirió, y recibimos una mirada de Página | 32
desaprobación profunda y apenas contenida de un anciano sentado frente a nosotros.
Intercambiamos una mirada, y ella soltó una risita, sonando mareada.
—Vámonos —extendí mi mano hacia ella, la torpeza de la conversación se olvidó
de inmediato cuando sentí el calor que había estado entre nosotros la noche anterior
creciendo una vez más. Deslizó su mano en la mía, y dejamos la cafetería, nuestras bebidas
abandonadas, y nuestros cuerpos apretados tan fuertemente como era apropiado para ser
visto en público.
Capítulo 9
Página | 33
Tan pronto como pasamos por la puerta, nuestra ropa se estaba cayendo; Sabía que
solo estaba tratando de desviar mi atención de la seriedad de la discusión que habíamos
tenido, pero no pude resistirme. Supuse que nuestra atracción solo existía después de unas
copas, pero resultó que cobraba vida cada vez que estábamos solos.
Mientras dejaba a un lado su camisa, él me buscó, metiendo su mano detrás de mi
cabeza y jalándome para otro beso. Era tan explosivo como el de la cafetería, pero en lugar
de prometer más, era entregado. Su lengua se deslizó en mi boca, y volví a la noche
anterior, lo bien que se había sentido dentro de mí. Ni siquiera di una mierda por pensar en
la caja de pizza vacía en el suelo, o en mi ropa desechada, o en el hecho de que estaba
destinado a perseguir una historia en este momento, ya que Sam nos respaldaba a los dos
en la cama, no podía pensar en nada más que en él. Nos caímos sobre las sucias mantas, y
él se subió encima de mí, pasando sus labios por mi clavícula.
Deslicé mis manos sobre su espalda, tratando de ignorar la parte molesta de mi
cerebro que me decía que esta era una mala idea. ¿No eran secretamente sexy las malas
ideas como está realmente? Nunca antes había hecho lo prohibido, y no podía creer lo
bueno que era. Levantó la cabeza para besarme con fuerza, y agarré su rostro y lo atraje
más cerca. Su barba era áspera contra las yemas de mis dedos, mientras acariciaba su
mandíbula y detrás de su cabeza. Me encantaba su peso encima de mí, me encantaba poder
sentir la fuerza de su cuerpo mientras arrastraba mis dedos por sus brazos.
Ya estábamos desnudos, y podía sentir su erección presionando fuertemente en mi
muslo. Estaba a punto de cambiar mi cuerpo ligeramente para que pudiera entrar y
finalmente pudimos obtener lo que ambos queríamos, pero luego recordé: condones.
—¿Tienes un…? —pregunté, y él se inclinó hacia mí para tomar el paquete del
bolsillo de su jean. Lo sacó y lo colocó frente a mí tentadoramente, y luego lo colocó en la
mesita de noche.
—No he terminado contigo todavía —murmuró, inclinándose una vez más, pero
esta vez, comenzó a caminar por mi cuerpo, besando mi cuello, pasando los dientes por
mis pezones, y finalmente rozando mi estómago hasta que estaba arrodillado entre mis
piernas. No podía quitar mis ojos de él, mirando fijamente mientras separaba mis muslos
en un movimiento suave. Él me miró, con una pequeña sonrisa jugando en la comisura de
sus labios, y luego comenzó a bajar su boca hacia mí. Se tomó su tiempo, asegurándose de
que podía sentir el calor de su aliento sobre mi piel antes de que me tocara. Me moví
debajo de él, instándolo silenciosamente a ir más rápido y llegar más rápido. Pero, tan
pronto como lo hizo, se hizo evidente que valió la pena la espera.
Selló sus labios alrededor de mi clítoris y comenzó a chupar ligeramente, enviando
espasmos de placer a través de mí parte inferior del cuerpo. Cerré los ojos y dejé que mi
cabeza cayera hacia atrás, mi boca se abrió ligeramente mientras sacudía su lengua
suavemente contra mi clítoris. Era casi demasiado bueno, mi coño demasiado sensible a su
tacto, incluso mejor que la noche anterior, con los dos sobrios y en control…
Mi cerebro se detuvo en seco mientras se movía para chupar suavemente los labios Página | 34
de mi coño, mi cuerpo arqueándose en respuesta a su toque. Mierda. Él gimió levemente,
enviando vibraciones a través de mi piel, y otra descarga de excitación a través de mi
sistema. Nunca había estado con un tipo que pareciera disfrutar de menospreciarme, y era
una experiencia edificante. Enterró su cara en mi coño, probando cada centímetro de mí,
pasando su lengua por mis labios internos y por mi rendija, tomando su dulce momento.
Pasé mis manos por su cabello y lo agarré levemente, rascando mis uñas sobre su cuero
cabelludo para confirmarle en silencio que sí, que esto estaba funcionando, y sí, que quería
más.
Volvió su atención a mi clítoris, y lentamente empujó un dedo dentro de mí
mientras lo hacía; se movió lentamente dentro de mí, girando su dedo hacia un lado y al
otro como si conociera cada parte de mí. Mis caderas se levantaron de la cama,
prácticamente por propia voluntad, y dejé escapar un pequeño gemido; Estaba empapada,
mi coño palpitaba a medida que me acercaba cada vez más. Pero no quería, al menos,
todavía no.
—¿Me vas a follar? —pregunté, logrando levantarme sobre mis codos para mirarlo.
Las palabras casi no salieron de mi boca una vez que lo vi, su hermosa cara entre mis
piernas, pero sabía que me quería venir con él dentro de mí. Él echó la cabeza hacia atrás,
la boca brillando con mis jugos, y sonrió ampliamente.
—Lo que sea que tú quieras —se puso de nuevo encima de mí y me besó una vez
más, para que pudiera probarlo; era curiosamente erótico de una manera que nunca había
sido con mis otros compañeros. Tal vez porque no parecía que ninguno de ellos se
divirtiera tanto como él. Cogió el condón y se envainó rápidamente, antes de tomar una de
mis piernas y ponerla sobre su hombro. Besó el punto sensible en el interior de mi rodilla
mientras se posicionaba en mi entrada y luego, en un rápido movimiento, se empujó dentro
de mí.
—¡Joder! —Di un grito ahogado, alzando la mano para agarrar sus brazos mientras
empujaba casi todo su largo dentro de mí en un rápido movimiento.
—¿Estás bien? —Jadeó, y yo asentí. Fue solo una sorpresa para el sistema, qué bien
se sintió; casi llegué allí mismo. Pero disminuyó la velocidad, se tomó su tiempo y comenzó
a follarme, permitiéndome acostumbrarme a la sensación. Envolví mis piernas alrededor de
su cintura y lo empujé hacia mí, para poder inhalar su olor mientras jodíamos. Puse mis
uñas en su espalda y las pasé por su piel, provocando un pequeño gemido. No estaba
segura de cuánto tiempo estuvimos así. Podrían haber sido unos minutos, podría haber
sido una hora, pero podría haberme sido toda la noche. Levanté mis caderas para enfrentar
sus embestidas, y saboreé la forma en que se sentía enterrado dentro de mí hasta la
empuñadura. No podía creer que casi hubiera hablado de esto solo esta mañana. Pensar, si
hubiéramos mantenido nuestras armas, nada de esto podría haber sucedido.
Me dio la vuelta encima de él, como habíamos estado en el coche, y me senté
derecha, colocando mis manos sobre su pecho para equilibrarme. Joder, se veía bien,
agarrando mis caderas, me guio arriba y abajo encima de él. Apreté mis caderas lo más que
pude, forzándolo dentro de mí, y observé cómo su rostro se retorcía de placer. Me
encantaba sacarle esa reacción, me encantaba verlo prácticamente sin palabras por lo bien
que me sentía, y de repente, me di cuenta de que estaba a punto de llegar. Al verlo así,
aparentemente, había sido suficiente, y deslice mis manos entre mis piernas y acaricié mi
clítoris un par de veces, persuadiéndome por el borde. Cerré mis ojos, mis uñas se tensaron
contra su piel, enfocándome en lo único que quería en ese momento, y luego, finalmente,
me vine.
Y, Dios mío, valió la pena la espera. Me estremecí sobre él, mis hombros se Página | 35
encorvaron y temblaron y mis muslos se tensaron cuando mi orgasmo se estremeció a
través de mi cuerpo. Unos segundos más tarde, sentí sus dedos apretarse contra mi piel, y
su polla se flexionó y se movió dentro de mí cuando alcanzó su propio clímax. Agotada,
me acosté sobre él y nos besamos una vez más. Todavía estaba dentro de mí, y pude sentir
su polla lentamente creciendo mientras nuestras lenguas se encontraban perezosamente.
Luego, me aparté de él, rodé hacia un lado y le lancé una mirada tímida.
—Así que aquí está la regla rota —comenté, y él se volvió para mirarme con una
sonrisa.
Capítulo 10
Página | 36
Había pasado una semana completa desde aquella noche en mi apartamento, y Sam
apenas me había mirado a los ojos todo el tiempo. Me senté en las gradas, sosteniendo mi
dictáfono2, y suspiré mientras veía al equipo correr entrenando. Simplemente no entendí lo
que había hecho.
Logré llevar al resto del equipo a entrevistas, y todos ellos me dieron algo con lo
que trabajar. Jeremy tenía una esposa y un hijo que mantenía escondido de todos los demás
porque no quería que lo vieran pasado o fuera de onda, pero estaba feliz de que yo
escribiera sobre ellos, porque quería que el mundo supiera de ellos. Cuando le pregunté si
sabía que la historia también estaría disponible para el equipo, se encogió de hombros.
—Como si lo leyesen —respondió con una pequeña sonrisa, y luego miró alrededor
de la habitación—. ¿Está bien si me voy ahora?
—Claro —asentí y lo vi salir por la puerta. Sus palabras estaban sonando en mis
oídos ¿Nadie del equipo estaría interesado en esto en lo absoluto? Sin duda, esto sería un
descanso para ellos, una oportunidad para que transmitan su mensaje al mundo, una
oportunidad para que se compartan con el resto de la comunidad de jugadores de hockey.
Pero, si Jeremy tenía razón, eso me habría paso en la historia de Sam. Porque estaba
bastante segura de que la mayoría de su pánico provenía de la posibilidad de que las
personas lo juzgaran por la elección que hizo o no hizo, especialmente sus compañeros de
equipo.
Lo había estado persiguiendo para otra entrevista desde que dormimos juntos la
última vez, pero él me había rechazado cada vez. Me dijo que me avisaría cuando estuviera
libre la próxima vez. Pero sabía que me estaba ignorando, sabía que se estaba deshaciendo
de mí de la mejor manera que sabía. Johnson frunció el ceño con descontento cada vez que
Sam me rechazó, y me lanzó una disculpa. Sabía que estaba teniendo problemas para
descubrir por qué estaba siendo tan idiota. Supuse que no sabía lo que sabía sobre la
situación, y que si lo hacía, podría ser un poco menos complaciente.
No podía sacar a Sam de mi cabeza, pero las razones por las que todo estaba
enredado en mi cabeza. Quería obtener la historia, y sabía que aún no tenía suficiente para
eso. Y lo sentí por él a nivel personal, porque estaba tomando una decisión seriamente
difícil que no tenía una respuesta realmente fácil. Además, por supuesto, no podía negar
que me estaba enamorando de él.
Sí, era la escuela secundaria, pero me atraía más cuanto más me evitaba. Solo nos
habíamos conectado dos veces, pero cada incidencia había sido jodidamente increíble, y
estaba tratando desesperadamente de encontrar la manera de llevarlo a mi cama. Sabía que
eso no sucedería a corto plazo, pero me encontré tramando maneras en que podía ponerle
las manos encima a la historia y a él unas veces más antes de irme.
2 Dictáfono es un dispositivo de grabación de sonido usado comúnmente para grabar un discurso que más
tarde debe reproducirse o mecanografiarse
Déjalo. Eso es algo en lo que preferiría no pensar si pudiera elegir. Solo había Página | 40
estado aquí unos diez días, pero me encontraba cada vez más cómoda en Kingstown. Era
un lugar pequeño y extraño, extraño y pequeño. Incluso ahora, después de solo unos días,
me recibieron alegremente en la cafetería de la calle y charlé con los clientes habituales. Era
una novedad para ellos, y fueron una novedad para mí. Hacía mucho tiempo que no vivía
en ninguna otra ciudad, y tenía que admitir que podía acostumbrarme a la camaradería y la
comunidad en un lugar como este. Y no solo porque Sam estaba en él.
Cuando el entrenamiento llegó a su fin, me puse de pie y me apresuré a interceptar
al equipo antes de que todos pudieran desaparecer en sus casilleros.
—¡Sam! —Llamé tras él, abriéndome paso entre los otros jugadores. Incluso con las
protecciones y debajo del casco, lo reconocí. Se detuvo en seco, y levantó la cabeza para
hacer contacto visual con Johnson. Johnson estaba apoyado en el borde de los casilleros, y
él asintió, arqueando las cejas. Era obvio que estaba comunicando en silencio cuánto
deseaba que Sam hablara conmigo. Johnson, siendo el entrenador, fue sin duda el más
consciente de cómo se encontraba su equipo, y lo último que quería era que su jugador
estrella pareciera un imbécil gigante. Los hombros de Sam se hundieron, y se giró, se quitó
el casco, caminando hacia mí.
—¿Qué pasa? —preguntó con un suspiro. No hizo contacto visual conmigo, y
pude decir que quería estar en cualquier otro lugar que no fuera aquí.
—Quiero hacer una entrevista adecuada —le respondí bruscamente—. No hemos
tenido una conversación adecuada desde que llegué aquí, y necesito que tu historia se
acople con el resto de ella.
—¿Eso es todo? —preguntó sospechosamente, levantando la cabeza y mirándome.
—Sí —confirmé—. Entonces, ¿cuándo es bueno para ti?
—Ahora —se encogió de hombros—. Salgamos del camino.
—Puedes usar mi oficina —comentó Johnson. No me había dado cuenta de lo
cerca que había estado de nuestra conversación, y salté mientras hablaba.
—Eh, gracias —asentí con una pequeña sonrisa—. ¿Vamos?
Nos dirigimos por el pasillo, abrimos la puerta y nos sentamos uno frente al otro.
Noté que Sam tomó el asiento al lado del reproductor de CD’s en la mesa, por costumbre.
Sonreí para mis adentros mientras tomaba el asiento de Johnson, preguntándome cuán
sacrílego sería este momento para muchos de los jugadores. Configuré el dictáfono y
presioné grabar.
—Entonces —comencé, y Sam me miró. Había estado mirando al suelo desde que
entramos, con las piernas separadas y los codos apoyados sobre sus rodillas.
—¿Cómo te convertiste en parte de Los Cuervos?
Durante los siguientes diez minutos, revisamos la historia de Sam con el equipo:
cómo terminó allí, cómo se sintió cuando comenzaron a ganar, cómo le había afectado su
nueva fama local. Sus respuestas comenzaron siendo bastante mecánicas, pero comenzó a
relajarse cuando habló sobre cosas que obviamente lo hicieron feliz. Para cuando
terminamos la primera parte de la entrevista, se había puesto bastante animado, agitando las
manos mientras hablaba con seguridad sobre cómo se sintió cuando se movieron por las
ligas. No pude evitar sonreír mientras revisaba mi cuaderno, pensando qué preguntarle a
continuación, podías sentir su pasión, sentir su impulso. Sabía que lo haría tan bien en un
equipo más grande con este tipo de actitud, pero no era como si pudiera salir y decirle
todo. Esa fue la razón por la que se había ido la última vez, porque había estado evitando Página | 41
mis preguntas, y estaba enojado porque lo empujé por una respuesta.
Dudé antes de hacer la siguiente pregunta. Era una de los más importantes, pero
esperaba que él me diera la respuesta que quería.
—¿Tienes algún plan de mudarte a un equipo más grande? —pregunté con cuidado,
jugando estúpidamente, fingiendo que no tenía un poco de conocimiento sobre su oferta.
Él me miró, el único sonido en la habitación era el aire acondicionado que se alejaba.
—No lo sé —respondió Sam, eligiendo sus palabras lentamente.
—¿Qué pasaría si surgiera una oferta y que te ofrecieran esa oportunidad? —
Continué. Él arrugó su frente hacia mí. Sabía que él pensaba que estaba loca, pero esta era
la única forma en que podía pensar para comunicarme con él. Darle la oportunidad de que
me entregue la información, en lugar de tener que escucharla y quitársela. Estaba tan a la
defensiva sobre todo lo que tenía que ver con la oferta de los Soars, así que pensé que
tomarlo bien y despacio probablemente era mi mejor opción.
—¿De qué estás hablando? —Exigió. Estaba claro que lo había arrojado.
—¿Qué pasaría si surgiera una oferta y que te ofrecieran esa oportunidad? —Me
repetí. En lugar de una mirada de triunfo pasando por su cara, se apagó. Pude ver algo
detrás de sus ojos subir, cerrarse y desesperadamente quererme fuera.
—Bueno, eso no es relevante —gruñó—. Esa es una decisión que tomaría sin la
ayuda de nadie más.
—¿No querrías que tu familia lo supiera? —presioné, sabiendo que ya estaba
presionando mi suerte—. ¿O tus compañeros de equipo? ¿Para ayudarte con la decisión?
—No necesitaría ayuda —espetó—. Porque esa decisión sería solo mía.
—¿No querrías su ayuda? ¿La responsabilidad que pueda darte? —Insté,
entendiendo completamente que estaba bailando sobre la línea hasta el momento que
probablemente no podría regresar, pero no pude parar.
—No —respondió con firmeza, manteniendo su voz bajo control—. Por qué, ¿lo
harías?
Me tomó por sorpresa; Hace mucho tiempo que no hacían una pregunta a una de
las mías, y siento como si el suelo se hubiera tambaleado de costado debajo de mí. Me
detuve por un momento. De acuerdo, tal vez esta sería mi oportunidad de comunicarme
con él, hacerle saber que sabía por lo que estaba pasando porque también había pasado por
eso.
—Lo hice —asentí con la cabeza, mi voz fría. Él alzó las cejas.
—¿Ah sí?
—Cuando recibí la oferta de venir aquí, tuve que decidir si quería dejar atrás la vida
que había construido en casa y hacer esto o quedarme allí —comencé.
—Pero no estás aquí por mucho tiempo, ¿verdad? —Ladeó la cabeza hacia un lado,
confundido.
—Unos meses, máximo —estuve de acuerdo—. Pero... mi pareja. Dijo que me
dejaría si yo venía, dijo que estaba claro que no estábamos en el mismo lugar si quería irme.
Me encontré un poco sofocada, y respiré profundamente mientras intentaba
centrarme de nuevo. Tenía que sacar esto. Me estaba acercando a él, podía verlo en sus
ojos, y era la única forma en que encontraría la forma de unir mi situación con la suya. ¿Se Página | 42
sentía solo? Podría ofrecerle una aliada.
—¿Y te fuiste de todos modos? —Preguntó, su voz más tranquila ahora, menos a la
defensiva. Pude sentir que todavía no tenía los pelos de punta, asegurándome de no llevarlo
a dar un paseo, pero debe haber sido capaz de ver en mi cara que no estaba bromeando.
Todavía sentía un dolor en mi corazón cuando pensaba en todo lo que dejé atrás cuando
vine aquí, aunque el aguijón comenzaba a disminuir cada vez que pensaba en ellos.
—Lo hice —asentí—. Sabía que sería una oportunidad increíble para mí, y no iba a
rechazarla, ¿sabes?
Hizo una pausa por un momento, se reclinó sobre la mesa y se miró las manos
durante un par de segundos. Me preguntaba por qué siempre hacía eso. Cada vez que
pensaba, o se sentía incómodo, o se sentía atacado, miraba sus manos. ¿Tal vez porque
eran sus herramientas? Tendría que encontrar la manera de trabajar con eso en el artículo.
Bueno, eso es lo que me repetía a mí misma. Me di cuenta de estas pequeñas cosas sobre
Sam, y me prometí a mí misma que las investigaría por el bien del artículo, pero sabiendo
que un poco de eso tenía que ver con el hecho de que, me estaba enamorando de él, duro.
—¿Fue difícil? —Preguntó, finalmente rompiendo el silencio. Asentí.
—Pasé mucho tiempo yendo y viniendo por la decisión —continué lentamente,
dándome cuenta de que esta era la primera vez que realmente hablaba con alguien en
Kingstown sobre cómo había terminado aquí—. Pero sabía que era el correcto. —Siempre
había estado persiguiendo en el fondo de mi mente, el pensamiento de que esto es lo que
debería haber estado haciendo—. Apestaba, pero... tenía que hacerlo. Porque no iba a
seguir apegándome a todo lo que ya sabía.
Respiré profundamente cuando terminé, estiré la mano y apagué el dictáfono. Sabía
que cualquier cosa que íbamos a obtener ahora sería sobre mí, y no tenía ningún interés en
transcribir todas esas tonterías cuando volviera a mi habitación de hotel. Él me miró, y
pude decir que lo que le había dicho lo había sacudido un poco. Tenía esa mirada en sus
ojos, esa mirada distante que había visto tantas veces en la mía, que me decía que estaba
perdido en sus pensamientos sobre algo más grande que los dos.
Se puso de pie de repente, haciéndome saltar. Nuestros ojos se encontraron, y sentí
esa sacudida de atracción una vez más, el recordatorio de que sí, esta química que teníamos
no iba a desaparecer. Por un segundo allí, me sentí como su consejero de carrera, pero
ahora estaba firmemente de vuelta en el campamento de verano sintiéndome como una
adolescente enamorado del atleta más grande de la escuela.
—Probablemente debería irme —murmuró, dirigiéndose a la puerta. No lo detuve.
Tenía mucho de qué trabajar con la entrevista que me había dado, y además, parecía que
necesitaba un poco de tiempo para pensar en lo que acababa de dejarle.
—Te veo mañana —le respondí, mirando mientras él se dirigía al pasillo, y esa red
de emociones surgió en mi cabeza una vez más. Jesús, ¿qué iba a hacer con este tipo? Sentí
que necesitaba mi impulso en algo que él mismo no podía hacer, pero luego, quería que se
quedara aquí mientras yo lo estará; la idea de que él me dejara aquí sin... sin él, bueno, era
demasiado para soportar.
Negué con la cabeza para mí misma cuando cerré mi portátil y agarré mi grabadora.
Apenas conocía a este tipo. Estaba actuando demente, y lo sabía. Todo lo que tenía que
hacer ahora era centrarme en la historia, y asegurarme de salir de aquí con mi corazón
intacto, porque dos corazones rotos eran más de lo que podía manejar en este momento.
Capítulo 12
Página | 43
Salí de la ciudad de nuevo, esta vez, más de lo que había estado en meses, tal vez
incluso años. No hice mucho esfuerzo por abandonar Kingstown. ¿Por qué iba a hacerlo,
cuando todo lo que siempre había querido estaba aquí donde lo necesitaba? Pero necesitaba
escapar. Necesitaba recordarme a mí mismo que había una existencia más allá de las
esquinas de este lugar, al igual que Emily había hecho.
Sus palabras latían alrededor de mi cerebro. ¿Cómo podría levantarse y marcharse
así? ¿Aunque le diera miedo? ¿Aunque eso significaba que su novio la abandonaría? La idea
de dejar al entrenador fue lo suficientemente difícil, y mucho menos abandonar a todos mis
amigos, a mi familia, a mi pareja solo para perseguir un sueño.
Un sueño. Había una palabra que aún no había usado, pero sabía que era precisa.
La posibilidad de ir a jugar con los Soars, ese era el tipo de cosas las que me ponían a
pensar sobre la cama y fantaseaba cuando era adolescente, bueno, eso y Kate Upton, pero
ya entendiste la idea. Pensé en abandonar triunfalmente Kingstown, en demostrar que mis
padres estaban equivocados, en ir a Filadelfia y hacer una nueva vida allí, una de la que
pudiera estar orgulloso. Y todo parecía tan obvio en ese momento. No había considerado
lo que me llevaría llegar a ese punto. Supuse que me entregarían todo lo que quisiera sin
crear ningún tipo de amistad, ningún tipo de afición por este lugar, y luego me escapé sin
pensarlo dos veces. En realidad, sin embargo, no fue tan fácil.
¿Qué era lo que Emily había dicho? Ella me había dicho que no iba a llegar a
ninguna parte sentándose en lo que le hacía sentir cómoda. Y sabía lo que ella quería decir.
Cada vez que había crecido por otro poco más, había sido porque me había obligado a
hacer algo que no quería hacer. Dejando la casa de mis padres, buscando mi propio lugar,
luchando por mi lugar en el equipo, nada de esto lo hubiera elegido si hubiera tenido la
opción, pero resultó que me ayudaron a madurar. Fortalecerme. Conviérteme en el tipo de
persona que hoy era.
Los caminos estaban limpios. Era bastante temprano el tráfico del día en la hora
punta aún no había comenzado y yo estaba disfrutando de la paz y la soledad que me
ofrecían las millas de autopista sin tráfico. Si me fuera de aquí, todo se iría, todo el tiempo.
En mi época, había visitado algunas ciudades, de camino a ver a amigos en otras ciudades, y
la gran velocidad de todo allí era intimidante. Emily debe haber encontrado la vida en
Kingstown tan absolutamente aburrida en comparación con lo que había conocido antes.
Tal vez pensó en mí al mismo tiempo, un chico de un pequeño pueblo que se rehusó a
correr el riesgo de ir a ninguna parte o hacer algo que no estaba garantizado para él.
Eso dolió. No me gustaba pensar que ella me considerara así, como parte de este
pequeño pueblo recóndito, una tonta ir y no hacer nada. Tal vez no era más que un rebote
de diversión para ella, una forma de superar a su ex. Miré hacia la carretera, medio en
blanco, y me pregunté si ella estaría pensando en mí en ese mismo momento. Y si no lo
estuviera... ¿Por qué estaba pensando en ella?
Era solo que ella era diferente. Eso era lo principal. Estaba tan lejos de todas las
demás personas de esta ciudad, no solo de las mujeres con las que me había relacionado a
lo largo de los años, sino de todos. Hizo lo que quería, fue rebelde, salió cuando lo deseaba Página | 44
y se negó a mirar hacia atrás o arrepentirse de su decisión. Estaba persiguiendo una historia,
y nada iba a impedir que ella la entendiera: ni yo, ni el dolor grabado en su rostro cuando
hablaba sobre el pasado, nada. Y no pude evitar respetarla por eso, y me pregunto si ella era
la persona que debería escuchar cuando se trataba de tomar una decisión como esta.
Vi una señal para un restaurante en la siguiente salida, y sentí que mi estómago
retumbaba. Joder, me estaba muriendo de hambre. Tomé el viraje, frené en el
estacionamiento, salí del auto y entré a buscar algo para comer.
Tenía un vago recuerdo de haber estado aquí antes. ¿Tal vez en el camino de
regreso de una visita familiar, cuando era un niño? Parecía recordar que los mostradores
eran más altos, y que mi papá estaba allí, pidiéndonos algo de comida antes de volver a
subir al automóvil y dirigirnos a casa. Dios, ¿había estado en algún lugar que no estaba en
Kingstown?
Pedí un café, un poco de pollo y wuaffles, y me deslicé en una pequeña cabina
conectada en toda a la cafetería. Estaba tranquilo. Solo había un puñado de adolescentes
que tomaban sus papas fritas y batidos, y un chico de mi edad sentado en el mostrador.
Noté que el tipo me estaba mirando, entrecerrando los ojos como si tratara de recordarse a
sí mismo dónde me había visto antes. Me encontré brevemente con su mirada, y sentí una
sacudida de reconocimiento, pero no pude ubicarlo. Probablemente solo un chico que
había visto en la ciudad a lo largo de los años, no era gran cosa. Me volví hacia la ventana y
miré afuera cuando el sol rápidamente se hundió detrás del horizonte, la luz se oscureció
sobre el estacionamiento.
Sentí que alguien se acercaba a mi mesa, y me di la vuelta con una sonrisa en mi
rostro, esperando que mi comida hubiera llegado. En cambio, me encontré frente al chico
que había estado sentado en el mostrador y mirándome hace unos momentos.
—¿Hola? —Le ofrecí un saludo, y una gran sonrisa se extendió por su rostro
mientras parecía finalmente darse cuenta de dónde me había visto antes.
—¡Mierda, hombre, eres tú! —Exclamó, lo suficientemente alto como para que la
camarera detrás del mostrador se volviera para ver qué era la conmoción—. ¡Sabía que te
reconocí de algún lado!
—¿Eh...? —Logré, y él negó con la cabeza, tratando de controlarse.
—Lo siento, probablemente no tienes idea de quién soy —se disculpó—. He
estado siguiendo a Los Cuervos durante toda una temporada. Me tomó un minuto
reconocerte fuera del casco y todo.
—¡Oh! —Parpadeé hacia él, sorprendido. Estaba acostumbrado a ser reconocido
de vez en cuando, pero no tan lejos de la ciudad—. Es bueno conocerte.
—¡Oh, hombre, esto es increíble! —Negó con la cabeza otra vez, aparentemente
con incredulidad—. ¿Puedo tomarte una foto? Mi novia va a estar tan celosa.
—Eh, adelante —me las arreglé para ponerme de pie para estar en el mismo nivel.
Aprecio su apoyo, pero solo quería que me dejaran solo para comer mi cena en paz. Él
sacó su teléfono, colgó su brazo alrededor de mi hombro, y nos tomó una foto.
—¡Gracias, amigo! —Me tendió la mano y la sacudí—. ¡Buena suerte con el resto
de la temporada!
—Gracias —asentí cortésmente, y lo vi mientras volvía a su asiento, levantando las
cejas y ya en su teléfono otra vez, probablemente enviándole un mensaje de texto a sus
amigos. Bueno, supongo que había hecho su día.
Me senté de nuevo, y antes de darme cuenta, la camarera había regresado con mi Página | 45
comida.
—Eres ese tipo del equipo de hockey, ¿verdad? —Comentó entusiasmada,
mirándome como si tratara de convencerse a sí misma de que me había visto antes.
—Eh, sí, así es —concorde, mirando la comida en sus manos y exhortándola en
silencio a que la bajara para poder comer.
—Entonces esto va por la casa —sonrió ampliamente, y colocó la comida frente a
mí—. El chef insiste.
—No, por favor, no pude hacer eso —traté de insistir, pero ella levantó su mano,
silenciarme.
—No aceptará un no por respuesta —levantó las cejas hacia mí, como
desafiándome a decir algo diferente.
—Está bien, gracias —asentí con gratitud y volví mi atención a mi comida, con la
esperanza de que ella captara la indirecta y me diera algo de paz para comer. Hizo una
pausa por un momento, flotando por un segundo o dos como esperando que yo hablara un
poco más, y luego se fue.
Estaba comiendo con hambre y rapidez, y muy consciente de los ojos en mí
mientras fui a la ciudad en mi comida. La incomodidad era palpable. Nunca antes lo había
notado, cuán incómodo era para mí sentarme aquí bajo la atenta mirada de todas estas
personas que tenían opiniones sobre mí y sobre lo que hacía, hacia dónde iba y qué quería
hacer. A pesar de que probablemente pensaban en mí como nada más que una pequeña
celebridad local, todavía me quitaba la poca privacidad que tenía.
Terminé y dejé una nota de veinte dólares metida debajo de mi plato y esperaba que
al menos la aceptaran como propina. Realmente no sentía que me mereciera nada de esto.
Cuando volví a subir a mi auto, suspiré y encendí el motor. Todavía no había
tomado una decisión, y esta pequeña excursión fuera de la ciudad no había ayudado. Solo
había subrayado cómo sería mi vida si me quedaba, y no estaba seguro de que me estuviese
haciendo bien. Salí a la carretera y me encontré frente a millas de tráfico a medio camino a
lo largo de la autopista.
Capítulo 13
Página | 46
Me tomé mi tiempo para volver a la ciudad, e incluso una vez que llegué, no tenía ni
idea de lo que iba a hacer conmigo mismo. Sabía que tenía que hablar, sabía que necesitaba
compartir con alguien la revelación que había tenido en el tráfico en el camino de regreso
de ese restaurante. No podría quedármelo para mí por más tiempo.
Probé con Johnson, pero él no contestó, probablemente estaba afuera en una cita
con su esposa, y se deleitó con un tiempo para sí mismo. Entre nosotros y los niños, pasó
mucho tiempo limpiando los líos de otras personas. No podía hablar con el resto del
equipo al respecto, al menos, todavía no, y solo había otra persona que sabía lo que estaba
pasando. Emily.
Me llevó mucho tiempo reunir el valor para aparecer en su puerta, e incluso una vez
que lo hice, me quedé allí sentado un rato antes de siquiera pensar en llamarla. Era tarde, y
probablemente estaba en la cama, o afuera, haciendo algo más divertido que entrevistar a
los jugadores de hockey y escribirlo en esa pequeña computadora suya. Pero necesitaba
hablar con ella. Necesitaba decirle lo que me había golpeado. Porque estaba bastante
seguro de que era la conclusión hacia la que ella me había estado guiando todo este tiempo.
Finalmente, en un torrente de sangre en la cabeza, agarré mi teléfono y, con dedos
fríos, marqué su número. Mantuve el teléfono junto a mí oído durante unos segundos y
esperé a que sonara. Sin respuesta. ¿Tal vez ella no quería saber de mí? Tal vez…
—¿Hola? —Su voz finalmente llegó a la línea, y prácticamente dejé escapar un
suspiro de alivio.
—¿Emily? —pregunté estúpidamente, y luego sacudí la cabeza—. Lo siento. Estoy,
eh, estoy fuera de tu lugar. ¿Puedes venir?
—Claro —sonó sorprendida—. Bajaré en un minuto.
Colgó, y unos segundos después apareció en su puerta. Inclinada contra el marco
me llamó con la mano, salí del automóvil y me dirigí hacia ella. Estaba vestida con
pantalones y una camiseta holgada, y se veía bien.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, mirándome y parándose frente a la
puerta. No parecía decepcionada, simplemente desconcertada por mi aparición aquí, pero
estaba claro que no me dejaría entrar hasta que supiera cuáles eran mis motivos.
—Necesito hablar contigo —respondí, mirándola, tratando de transmitirle la
seriedad de lo que estaba sucediendo—. Solo hablar. Lo prometo.
—Lo que sea que digas —sonó un poco decepcionada, pero no obstante se hizo a
un lado para dejarme entrar. Me apresuré a entrar y hacia su departamento, contento por el
calor que había dentro.
—Perdón por el desastre —murmuró cuando entramos en su casa, pateando la
ropa sucia y las páginas de notas dispersas de la cama para que pudiéramos sentarnos. Una
imagen de nosotros la última vez que estuvimos aquí pasó por mi mente, y tuve que luchar
contra el impulso de tomarla allí mismo, pero no. Estaba aquí por una razón, y no era eso. Página | 50
No importa cuánto lo quisiera.
—No hay problema —me senté en el borde, dándole suficiente espacio para dejar
en claro que eso no era lo que tenía en mente. Se acurrucó junto a las almohadas,
mirándome cuidadosamente.
—Entonces, ¿qué es? —preguntó después de una pausa. Tomé una respiración
profunda, la exhalé, y finalmente hablé.
—Me voy —respondí, las palabras sonaron extrañas en mi boca. Era la primera vez
que lo admitía ante alguien, aunque ya lo sabía desde hace mucho tiempo.
—¿Qué? —Sus ojos se agrandaron, y antes de que pudiera detenerse, una enorme
sonrisa apareció en su rostro—. ¿Pero por qué? ¿Por qué ahora?
—Estaba en un restaurante fuera de la ciudad esta noche —comencé, las palabras
cayeron de mi boca sin control—. Y aunque no conocía a nadie de ese lado del condado…
me reconocieron.
—¿Entonces? —Se inclinó hacia adelante, esperando que yo diera el golpe.
—Entonces, cuando regresé, me di cuenta de que todo esto es demasiado fácil —
admití—. Podría quedarme aquí, pero ya he llegado a la cima de lo bueno que será si me
quedo en Kingstown. No quiero estar limitado en… cuánto puedo hacer. Y qué tan lejos
puedo llegar. ¿Lo entiendes?
—Por supuesto que sí —sacudió la cabeza con incredulidad—. No puedo creer…
mierda, no puedo creer que hayas venido.
—Yo tampoco —negué con la cabeza, sintiendo que una burbuja de emoción se
alzaba y estallaba en mi pecho cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer—. Solo
necesitaba decírselo a alguien antes de que me acobardara.
—¿Y tú me elegiste? —Arqueó las cejas, incrédula.
—Bueno… sí —me encogí de hombros—. Tú eras la que me empuja hacia esto, de
todos modos.
—¿Fui tan obvia? —Negó con la cabeza y se miró las manos, que estaban apretadas
en un puño apretado en su regazo—. Es solo que… quería que hicieras algo más allá de
esta ciudad. Te he visto jugar. Sé que eres apto para algo más grande que esto.
—No puedo… —Solté una bocanada de aire de mi boca, tratando de
controlarme—. Gracias. Por empujarme. Necesitaba esto.
—En cualquier momento —me examinó con cuidado, como si tratara de descubrir
algo, pero la expresión desapareció de su rostro después de uno o dos segundos, y su
sonrisa regresó.
—Entonces, ¿cuándo te vas?
—No tengo idea —admití—. Tendré que hablar con el entrenador, y tomarlo desde
allí.
—Bien, gracias por darme el escenario perfecto para terminar mi historia —
bromeó.
—Oh, ¿entonces solo estabas haciendo esto para tu artículo? —respondí, dolido—.
Tan cruel.
—Soy periodista —señaló—. No somos conocidos por nuestra decencia.
—Bueno, debes ser la excepción a la regla —comenté suavemente, y me di cuenta Página | 51
de que estaba inclinado hacia ella; la brecha entre nosotros se estaba cerrando, y ella
avanzaba lentamente hacia nosotros, los dos muy conscientes de que estábamos solos en el
pequeño lugar con solo una cama para compartir por la noche. Se puse en cuatro y se
arrastró hacia mí a través de la cama, con la camiseta colgando sobre su cuerpo, y me
permitió ver sus magníficos pechos bajo la tela. Y luego, finalmente, nuestras bocas se
encontraron una vez más.
Tal vez fue el vértigo de la situación, tal vez fue la adrenalina que ya estaba latiendo
a través de mi cuerpo, pero cuando nos tocamos, se sintió como si algo se hubiera
apoderado de mí. Extendí la mano hacia ella, tomé su rostro entre mis manos y la besé con
fuerza. Introduje mi lengua en su boca y la rodeé con un brazo por la cintura, levantándola
sobre mi regazo. Ella gimió ligeramente en mi boca, y gemí, feliz de entregarme al alivio de
este lanzamiento. Separó sus piernas y se sentó a horcajadas sobre mí, presionando sus
caderas contra mi erección de rápido crecimiento, mientras deslizaba mis manos por la
parte posterior de sus pantalones para tocar su hermoso culo.
—Pensé que dijimos que no íbamos a hacer esto otra vez —murmuró en mi oído
sin aliento, y me volví para besar ese punto donde su barbilla se encontró con su cuello.
Ella se estremeció en mis brazos, y yo respondí.
—Eso fue antes —señalé—. Además, ¿te estás quejando?
—Lejos de eso —respondió ella, y yo la puse de espaldas, trepándome encima de
ella. Deslizó una mano por mi pecho, y agarró mi polla a través de mis pantalones; Gruñí,
ya dolorido por su toque. ¿Qué diablos era esta mujer? Ella tuvo un efecto en mí diferente
a cualquier mujer que haya tenido antes. Fue desconcertante de la mejor manera posible,
como si estuviera perdiendo el control en la pista, justo en ese momento antes de
estrellarme contra la pared o anotar un gol.
Antes de darme cuenta, ambos estábamos desnudos, y ella estaba sentada a
horcajadas sobre mí una vez más. Mi mente estaba llena de los recuerdos que habíamos
hecho las últimas veces que habíamos hecho esto, y cuánto quería hacer más; Me dolió la
polla mientras me besaba de nuevo, sus pechos descansando contra mi pecho. Y luego,
comenzó a moverse hacia abajo, primero besando mi mejilla y mi barbilla, y luego mi
pecho y mi estómago. Y luego, finalmente, se arrodilló entre mis piernas. Ella plantó un
beso en esa línea entre mi cadera y mi estómago, y en silencio agradecí todas las largas
horas de entrenamiento que había hecho para ponerla allí.
Emily se tomó su tiempo mientras envolvía su mano alrededor de la base de mi
pene, apretando ligeramente y observando mi rostro en busca de una reacción. Esta era ella
por todas partes. Analítica, en control, total y jodidamente caliente. No podía apartar mis
ojos de ella cuando se inclinó y sacudió su lengua contra mi polla un par de veces, lamiendo
la gota de líquido pre-seminal que había salido a la superficie desde que comenzamos. Cerré
los ojos y me entregué a ella, mis manos se cerraron en puños a mi lado mientras ella
envolvía toda mi polla con su boca en un solo movimiento.
Su lengua se sacudió contra la parte inferior de mi pene, barriendo hacia la base y
luego otra vez hacia arriba. Mierda, eso se sentía bien. Abrí los ojos para mirarla, y me
incliné para apartar un mechón de cabello de su rostro para poder mirarla a los ojos. Ella
me miró fijamente, mi polla profundamente en su boca, y me mordí el labio para evitar
gruñir de placer. Ella soltó la parte superior de mi polla con un pequeño “pop” y besó la
línea hasta que alcanzó mis bolas. Mis dedos de los pies se curvaron cuando les prestó a
ambas una atención amorosa, chupando cuidadosamente cada una, pasando su lengua por
la sensible cresta en el medio. Noté que su mano se deslizaba entre sus piernas mientras lo
hacía, mi pene cada vez más duro en respuesta. Ella fue sin duda exhaustiva, no podría Página | 52
haber discusión con eso.
Volvió su atención a mi polla, deslizando su lengua hacia arriba y hacia abajo varias
veces antes de envolverme una vez más. Su boca era cálida, sus labios suaves, y todo lo que
me hizo pensar era cuánto deseaba estar dentro de ella en ese momento.
—Realmente necesito follarte ahora —murmuré, y ella me miró de nuevo, con los
ojos muy abiertos. Entonces, ella se alejó de nuevo y sonrió.
—Joder, sí —murmuró, y volvió a subir sobre mí. Metió la mano en el cajón y sacó
un condón. Hombre, esos eran nuevos. ¿Ella los había tenido desde la última vez que
estuve aquí? No tuve tiempo de distinguir su aspecto, ya que ella rápidamente abrió el
paquete y rodó el condón sobre mi erección. Me agarró ligeramente una vez más, y se
cernió sobre mí por un momento, antes de que pareciera cambiar de opinión. Su rostro
brilló con algo desviado, y se inclinó hacia adelante y me besó en la oreja antes de susurrar:
—¿Desde atrás?
No necesité preguntar dos veces. Se dio la vuelta y se puso a cuatro patas,
arqueando su espalda para su hermoso coño y su trasero me fueran presentados como si
todos mis cumpleaños hubieran llegado de una vez. Puse mis manos en sus caderas, mi
polla en su coño, y lentamente me relajé dentro de ella.
Soltó un pequeño chillido de placer cuando empujé dentro de ella, el tipo de ruido
que quedaría gravado para siempre en mi memoria. Me incliné y puse mi mano entre sus
piernas, jugando con su clítoris mientras me acomodaba todo el camino dentro de ella.
Joder, se sentía aún mejor así, podía ver su pecho subiendo y bajando mientras me sostenía
dentro de ella por un segundo, disfrutando la sensación de su coño flexionándose para
acomodarme. Y luego, comencé a follarla.
Fue el tipo de follar duro y rápido que solo sucede cuando todo lo demás se había
desvanecido, todo el simulacro, todo el juego, todo lo que vino con el comienzo de una
relación tentativa como la nuestra. Nuestros gemidos y gruñidos se fundieron en el aire a
nuestro alrededor, combinado con el sonido de nuestros cuerpos conectado. Ella presionó
sus caderas contra mí, y empujé tan fuerte y profundamente como pude. Constantemente
buscábamos más, nada que pareciera lo suficiente, hasta que de repente sentí que su coño
se apretaba fuertemente alrededor de mi pene.
No me había dado cuenta de lo cerca que estaba hasta ese momento, cuando dejó
de hacer ningún ruido más allá de un jadeo pequeño y único. Hice una pausa dentro de ella
por un segundo, deleitándome con la sensación de que su coño ordeñaba mi polla con
urgencia, y empujé una vez más. Era todo lo que necesitaba, sabiendo que la había hecho
venir, sabiendo que la había empujado al límite, eso era todo lo que necesitaba. Solté un
grito estrangulado, y lentamente me retiré de ella. Me dejé caer sobre mi espalda con un
grito ahogado, y unos segundos después, ella apreció a mi lado y apoyó su cabeza en mi
pecho.
—Entonces —le preguntó después de estar un par de segundos en silencio—.
¿Ahora qué?
Epilogo
Página | 53
Fin
Próximo Libro
Página | 55
Rock n 'roll, peleas clandestinas, sexo humeante: prepárate para ese golpe duro en el corazón.
La aspirante a músico, Emilia. Sale junto con su amiga una noche a los suburbios de ciudad, pero no
tiene idea de la aventura que está buscando. Cuando el dulce y pegajoso aroma del sudor, el alcohol y la
sangre golpean los sentidos de Emilia, de repente se da cuenta de que ha sido arrastrada al peligroso
mundo del boxeo clandestino. Desesperada por irse, está a punto de hacer su salida cuando el hombre
más guapo que ha visto pasa frente a ella y la detiene en seco.
Darius Frost, alto, con fértil de dios griego y luciendo una barbilla llena de barba incipiente, está
luchando en la pelea principal de la noche. No solo llamó su atención, sino que también la obvsevo.
Después de una furiosa fiesta de golpes, Darius sigue a Emilia en la bulliciosa multitud después de la
pelea, pero sin ninguna intención de sea una muesca más en su cinturón.
La lucha de cuando la sexy Emilia reaparece en el lugar más improbable, su encuentro casual parece más
como el destino. Pero cuando una noche informal y llena de vapor en el saco se convierte en algo más,
las emociones de Emilia comienzan a abrumarla.
¿Los acordes en el corazón de Emilia la llevarán de vuelta a su boxeador de chico malo? ¿O será la
búsqueda de mantenerse en el camino correcto hacia el éxito? ¿Mantener a Emilia lejos del mejor
amante que haya tenido alguna vez?
Hit Hard es una novela romántica independiente sin trampa y HEA. Se garantiza que te mantendrá
caliente en una noche fría, así que prepárate para unas horas de ardiente diversión.
Sobre el Autor
Página | 56
April Fire es el trabajo de equipo de marido y mujer de la vida real April y Aiden.
Ambos modelos anteriores y nerds de libros locos, hemos pasado del mundo de las
luces y las cámaras al mundo de la publicación. Actualmente viviendo en el medio
oeste y planificando una familia propia, todavía nos gusta mantener las cosas calientes
y humeantes, tanto dentro como fuera de la habitación. Esperamos que nuestro amor
por la emoción romántica te caliente tanto como a nosotros. Nuestros libros son
lecturas rápidas y sexys que equilibran los puntos de vista masculinos y femeninos del
romance. Todas nuestras historias tienen finales felices para siempre.
Página | 57