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Prólogo
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''f; Fi!oso/ía la doctrina y la práctica de la sabiduría
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Filosofar es pensar por uno mismo; pero nadie pu12 -
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de lograrlo verdaderamente sin apoyarse en el pensa-
miento de otros, especialmerite en el de los grandes fi-
lósofos del pasado. La filosoffa no es solamente una
aventura; es también un trabajo que no puede llevarse
a cabo sin esfuerzo, sin lecturas, sin herramientas. Los
primeros pasos suelen ser arduos y desaniman a más de
uno . Ésta es la razón por la que, durante los últimos
años, he publicado unos «Cuadernos de filosofía». ¿En
qué consistían? En una colección de in iciación a la filo-
sofía: doce pequeños volúmenes que incluían, cada uno
de ellos, una selección de unos cuarenta textos , normal-
mente muy breves, y que se abrían con una introduc-
1
1· ción de un par de páginas, en la que intentaba decir lo
1
1 que me parecía esencial sobre tal o cual noción ...
1
Estas doce introducciones, revisadas y considera-
·1 blemente ampliadas, constituyen el presente volumen.
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1 __ ;
Su pretensión sigue siendo modesta: continúan sien- otros: es una reflexión sobre los saberes disponibles.
do una iniciación, una especie de puerta de acceso, Por eso la filosofía no se aprende, decía Kant: sólo
entre otras muchas posibles, a la filosofía. Pero, tras podemos aprender a filosofar. ¿Cómo? Filosofando
su lectura, es el lector quien debe descubrir por sí nosotros mismos: preguntándonos por nuestro pro-
mismo las obras, algo que habrá de hacer tarde o tem- pio pensamiento, por el pensamie.nto de los demás,
prano , y confeccionar, si así lo desea, su propia anto- por el mundo, por la sociedad, por lo que la expe-
logía ... Veinticinco siglos de filosofía constituyen un riencia nos enseña, por lo que ésta nos oculta ... Lo
tesoro inagotable. Si este librito es capaz de animar a deseable es que, durante este camino, demos con
alguien a acercarse a él, si logra ayudarle a deleitarse las obras de tal o cual filósofo profesional. De ser así,
en él y a procurarle luces, entonces no habrá sido es- pensaremos mejor, con más fuerza, con mayor pro-
crito en vano.
¡ fundidad. Iremos más lejos y más rápidamente. Ese
¡ mismo filósofo profesional, ese autor, añadía Kant,
Por lo que respecta al público al que se dirige,
l
en un principio yo pensaba fundamentalmente en
los adolescentes, antes de descubrir, principalmen-
¡ «no hemos de considerarlo como el modelo del jui-
cio, sino simplemente como una ocasión para realizar
1
te gracias al correo recibido, que su alcance era mu-
cho mayor. De esta voluntad inicial , sin embargo,
¡ nosotros mismos un juicio sobre él, o incluso contra
él». Nadie puede filosofar por nosotros. Obviamente,
han quedado algunas cosas: la elección de ciertos 1
la filosofía tiene sus especialistas, su~ profesionales,
ejemplos, de cierto punto de vista, de cierto tono; el \1 sus enseñantes. Pero la filosofía no es fundamental-
énfasis puesto, en ocasion.es , en tal o cual aspecto ... 1 mente una especialidad, ni un oficio, ni una disciplina
! universitaria: es una dimensión constitutiva de la exis-
El tuteo, al que no he podido resistirme, tiene la mis- ii
ma explicación -sin duda porque pensaba antes en 1 tencia humana. Desde el momento en que somos se-
mis propios hijos, que son adolescentes, que en mis res dotados de vida y de razón, todos nosotros, ine-
alumnos o en mis estudiantes, a los que jamás he tu- 11 vitablemente, nos vemos confrontados con la tarea
teado ... - . Así como otros rasgos que, tras revisar el 1
de articular entre sí estas dos facultades. Y ciertamen-
conjunto, no he creído necesario corregir. No hay una 1
te podemos razonar sin filosofar (en las ciencias, por
1
edid determinada para filosofar, pero los adolescen- ejemplo), vivir sin filosofar (en la ignorancia o en la
!
tes,rmás que los adultos, necesitan ser guiados en esta
1
pasión, por ejemplo). Pero, sin filosofar, no podemos
"
en absoluto pensar nuestra vida y vivir nuestro pensa-
tarea.
¿Qué es la filosofía? Me he extendido en el tema miento: la filosofía es precisamente esto.
en muchas ocasiones, y vuelvo a hacerlo en el último La biología jamás enseñará a un biólogo cómo tie-
de estos doce capítulos. La filosofía no es una cien- ne que vivir, ni si hay que hacerlo, ni siquiera si hay
cia, ni siguiera un conocimiento; no es un saber entre que ser biólogo. Las ciencias humanas jamás nos en-
14 !NYlTt\ClÓN r\ LA FlLOSOf'Ít\ PRÓLOGO 15
señarán el valor de la humanidad, ni su prop io valor . excusar su carácter incompleto, que forma parte de su
Por eso hay que filosofar: porque hay que refiexionar misma definición.
sobre lo que sabemos, sobre lo que vivimos, sobre lo Vivir con la razón, Jecía anteriorment~. Esto indi-
que queremos y porque, para ello, ningún saber nos ca una dirección, que es la de la filosofía , pero no pue-
es suficiente ni nos dispensa de hacerlo. ¿El arte? ¿La de agotar su contenido. La filosofía es un preguntar
religión? ¿La política? Son materias muy importan- radical, la búsqueda de la verdad total o última (y no,
tes, pero también ellas han de ser objeto de reflexión. corno en las ciencias, de tal o cual verdad particular);
Sin embargo desde el momento en que se reflexiona creación y utilización de conceptos (aunque esta prác-
sobre alguna de ellas, a poco que esta reflexión ad- tica exista también en otras disciplinas); reflexividad
quiera cierta profundidad, se las trasciende, al menos (un volver del espíritu o de la razón sobre sí mismos:
en parte: en ese momento se ha puesto ya un pie en la pensamiento del pensamiento), reflexión sobre la pro-
filosofía. Que, a su vez, ésta haya de tomarse como pia historia y sobre la de la humanidad; búsqueda
objeto de reflexión, es algo que ningún filósofo pon- de la mayor coherencia posible, de la mayor racionali-
drá en duda. Pero reflexionar sobre la filosofía no es dad posible (es el arte de la razón, si se quiere, pero
sa:lir de ella, es entrar en ella. que desemboca en un arte de vivir); es, en ocasiones,
.. ¿Por qué vía? Yo he seguido aquí la única que · construcción de sistemas; es, siempre, elaboración de
conocía verdaderamente, la de la filosofía occidental. tesis, argumentos, teorías ... Pero la filosofía es tam-
Esto no significa que no haya otras . Filosofar es vivir bién, y quizá fundamentalmente, crítica de las ilusio-
con la razón, que es universal. ¿Cómo podría la filo - nes, de los prejuicios, de las ideologías . Toda filosofía
sofía ser exclusiva de alguien? Nadie ignora que exis- es una lucha. ¿Sus armas? La razón. ¿Sus enemigos?
ten otras tradiciones especulativas y espirituales, sobre La ignorancia, el fanatismo, el oscurantismo -o la fi-
todo en Oriente. Pero no es posible abarcarlo todo, y losofía de los demás- . ¿Sus aliados? Las ciencias . ¿Su
sería un tanto ridículo por mí parte aspirar a presen- objeto? La totalídad, con el hombre en su seno. O el
tar. pensamientos orientales que, en su mayoría, no hombre, pero en el seno de la totalidad. ¿Su meta? La
conozco sino indirectamente. No creo en absoluto sabiduría: la felicidad, pero en el seno de la verdad.
que la filosofía sea exclusivamente griega y occidental. Hay trabajo para rato, como suele decirse; tanto me-
Pero de lo que estoy totalmente convencido, como jor: ¡los filósofos son gente muy dispuesta!
cualquiera, es de que , en Occidente y desde los grie- En la práctica, los temas de la filosofía son innu-
gos, existe una inmensa tradición filosófica, que es merables : nada humano o real le es ajeno. Esto no sig-
la nuestra, y es hacia ella, y en ella, adonde quisiera nifica que todos ellos tengan la misma importancia:
guiar a mi lector. La ambición de estas introd uccio- Kant, en un célebre pasaje de su «Lógica», resumía el
nes, ~n su brevedad, es ya desmesurada. Esto debería ámbito de la filosofía en cuatro preguntas: ¿Qué pue-
- --~ - - · . . . .. ......... .
~ ·~··· · · · ...
16 INVITACIÓN A LA FlLOSOr-ÍA PRÓLOGO 17.
do saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido no impide que la busquemos, ni que nos aproxime-
esperar? ¿Qué es el hombre/ «Las tres primeras pre- mos a ella. «La filosofía -escribe Kant- es para el
guntas se resumen en la última», subrayaba. Pero to- hombre un esfuerzo por alcanzar la sabiduría, esfuer-
das ellas desembocan, añadiría yo, en una quinta pre- zo que nunca acaba .» Razón de más para ponernos ya
gunta, que es sin duda, filosófica y humanamente, la a trabajar . Se trata de pensar mejor para vivir mejor.
cuestión principal: ¿Cómo he de vivir? En cuanto se La filosofía es este trabajo; la sabiduría, este reposo.
intenta dar una respuesta inteligente a esta pregunta, ¿Qué es la filosofía? Hay tantas respuestas, o casi
se 'está haciendo filosofía. Y como es imposible evitar tantas, como filósofos. Pero esto no impide que di- ;, ~ (
planteársela, hemos de concluir que la única forma de chas respuestas coincidan o confluyan en lo esencial. ., ~-
sustraerse a la filosofía es la ignorancia o el oscuran- 1 Por mi parte, desde mis años de estudiante, siento de- ;s.;.
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tismo.
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¡ bilidad por la respuesta de Epicuro: «La filosofía es
· ¿Hemos de filosofar? Desde el momento en que 1 una actividad que , mediante discursos y razonamien-
nos planteamos esta pregunta --en cualquier caso des- tos, nos procura la vida feliz» . Esto es definir la filo-
1 sofía por su mayor logro Oa sabiduría, la beatitud), y,
de que intentamos responder a ella con seriedad-,
ya estamos filosofando . Esto no significa que la filo- 1 aunque ese logro nunca sea completo, es mejor que
sofía se reduzca a su propia interrogación, y todavía encerrarla en sus fracasos. La felicidad es la meta; la
1 filoso fía, el camino. ¡Buen viaje a todos!
menos a su autojustífícación. Pues también filoso-
famos, más o menos, bien o mal, cuando nos pregunta-
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mos (de forma a la vez racional y radical) por el mun -
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do, por la humanidad, por la felicidad, por la justicia,
por la libertad, por la muerte, por Dios , por el cono- ! J
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una felicidad sin ilusiones ni mentiras. ¿Podemos
1
alcanzarla? Jamás por completo, sin duda. Pero esto t
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CAPIT ULO
La moral
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-por cada cual, de su placer o de su interés egoístas .
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toda moral es relación con el otro, pero es una rela- chos del otro, para no ser un canalla, p ara permanecer
ción de sí mismo consigo mismo. Obrar moralmente fi el a determinada idea de la humanidad y de uno D;1Ís-
es tomar en consideración los intereses del otro, cier- m o . La moral responde a la pregunta «¿Qué debo ha-
t¡ f>" tamente, pero «a esp aldas de los dioses y de los hom- cer.?»: es el conjunto de mis d eberes, o de los imperati-
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' \lf'lr:· .~ ·¡ • bres», como dice Platón, o, dicho de otro modo, sin vos gu e reconozco corno legítimos -aunque también
%;N/:) .. recompensa ni castigo posibles y sin necesitar para yo , como todos, pueda violarlos alguna vez-. Es la ley
;ft~ .~:~: ello más mirada que la propia. ¿Una apuesta? Me ex-
,~,. ...... que m e impongo a mí mismo, o que debería imponer-
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preso mal, puesto que la respuesta, de nuevo, sólo de- m e, inJependientemente de la mirada del otro y de
pende de ti. No es una apuesta, es una elección. Sólo cualquier sanción o recompensa esperadas .
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~J ... tú sabes qué debes hacer, y n adie puede decidir por ti. «é. Qué debo hacer?», y no: «¿Qué deben hacer los
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Ésta es la soledad y la grandeza de la m oral: tú no va-
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demás-:>» . Esto es lo que. distingue a la moral del m o ra-
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les más que el bien que haces, el mal que te prohíbes, lismo. «La moral -decía Alain- no es nunca parad
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ciencia, el único juez, siempre el único, que moral- Sí todos robaran, la vida en sociedad se haría im-
f. mente importa. ¿Un proceso? ¿Una multa? ¿Una pena posible o miserable: ya no habría propiedad, ni bie- ·
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de cárcel? Esto es tan sólo la justicia de los hombres: nestar para nadie, ni nada que robar ...
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no es más que derecho y policía. ¿Cuántos canallas hay
en libertad? ¿Cuántas personas honradas en prisión?
Si todos mataran, la humanidad o la civilización
correrían hacia su destrucción: ya no habría sino vio-
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Puedes estar en regla con la sociedad, y sin duda hay lencia y miedo, y todos seríamos víctimas de los asesi-
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1¡\, ·, que estarlo, pero esto no te exime de estar en regla nos que todos nosotros seríamos ...
contigo mismo, con tu conciencia, que en verdad es la Esto no son más que hipótesis, pero nos sitúan en
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!I· única regla. el centro de la moral. ¿Quieres saber si tal o cual ac-
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:~ ~.. ¿Existen, pues, tantas morales como individuos?
ción es buena o condenable? Pregúntate qué ocurri-
ría si todos se comportaran como tú. Un niño, por
íl ,J:r No . Es la paradoja de la moral: ésta sólo es válida en ejemplo, tira su chicle en la acera: <\Imagínate -le di-
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primera persona pero universalmente, o, dicho de otro cen sus padres- que todos hicieranlo mi~no: ¡qué
modo, para todo ser humano (pues todo ser humano sucio estaría todo, qué desagradabl~ sería para ti y
'. para todos!». Imagínate, a /ortzóri, q~e todos mintie-
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es un «yo»). Al menos así la experimentamos. Sabe-
'' mos perfectamente que, en la práctica, hay diferentes ran, que todos mataran, robaran, violaran, agredieran,
.lll.!: ,· morales, que dependen de la educación recibida, de la torturaran ... ¿Cómo podrías querer semejante huma-
sociedad o de la época en que se vive, de los ambientes nidad? ¿Cómo podrías quererla para tus hijos? ¿Y en
que se frecuentan, de la cultura con la que uno se iden- nombre de qué podrías exceptuarte a ti mismo de lo.
tifica ... No hay moral absoluta, o nadie que tenga un que quieres? Es necesario, pues, que te prohíbas a ti
acceso absoluto a ella. Pero cuando me prohíbo a mí mismo lo que condenarías en los demás, o que renun-
mismo la crueldad, el racismo o el asesinato, sé tam - cies a apelar a lo universal, es decir, al espíritu o a la
bién que no se trata simplemente de una cuestión de razón. Éste es el punto decisivo: se trata de someterse
preferencias, de algo que dependa del gusto de cada personalmente a una ley que creemos vale, o debe va-
cual. Es fundamentalmente una condición de supervi- ler, para todos.
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vencia y de dignidad de la sociedad, de toda sociedad, Tal es el sentido de la célebre formulación kantia- .;,•
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1 26 I NVITACIÓN A LA FTLOSOJ'ÍJ\
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I~.¡~ a la razón antes gue a mis inclinaciones o a m is inte - ne ya la misma moral que él pretende fundamentar? Al
individuo que conceda más valor al egoísmo gue a la
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reses. Una acción sólo es buena si el principio al que
se somete (su «máxima») puede valer, por derecho , generos idad, a la mentira que a la sinceridad, a la vio-
'!il11¡1·1 para todos : obrar moralmente es obrar de tal form a ll'.ncia o la crueldad c.¡ue a la dulzura o la compasión,
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1 !~,· ¡ que puedas desear, sin contradicción, que todo indi- ¿cómo es posible demostrarle gue está equivocado, y
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I,,¡'¡ ' yué podría espernrse de tal demostración? ¿Qué le Ím·
~l ' viduo se somet8 a los mismos principios que tC1. Esto
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coincide con el espíritu ele los Evangelios, o con el ele porta el pensamiento a quien sólo piensa en sí mismo?
11!1l¡,
fl!~l! ¿Q llé le importa lo universal a qui en sólo vive para sí
la humanidad (encontramos formulaciones equivalen -
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~!;¡íJ tes en las otras religiones), cuya «má xima sublime» mismo? ¿Por qué habría de respetar el principio de no
'i"w1'·r¡,.- enuncia Rousseau: «Pórtate con los demás como tú contracliccíón quien no duda en profanar la libertad, la
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tnfi1ll¡ dignidad y la vida del otro? ¿y por qué, para comba-
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quieres que se porten contigo». Lo que coincide tam-
J«i''ij' bién , más modestamente, más lúcidamente, con el es- tirlo, habría que tener primero los argumentos para
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1
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l<l•·j píritu de la compasión, cuya fórmula también enuncia poder refutarlo? El horror no se refuta. El mal no se
~¡:J. refuta. Contra la violencia, contra la crueldad, contra
Rousseau : «:Mucho menos perfecta, pero guizá más
útil que la anterior : Busca tu bien con el menor déío po- la barbarie , lo c.¡ue necesitarnos no es t;1nto un funda-
sible para los demás» . Se trata ele vivir, al menos en par- mento cuanto valor. Y frente a nosotros mismos, lo
te, conforme al otro, o más bien conforme a uno mis- qu e necesitarnos no es tanto un fundamento cuanto
mo , pero juzgando y pensando . «Solo -decía Alain-, voluntad y fidelidad. Se trata de no ser indign o de lo
universalmente ... » Esto es la moral. que la humanidad ha hecho de sí misma, y de nosotros :
¿Se necesita un fundamen to para legitimar esta ¿Por qué habríamos de necesitar para ello un funda-
moral? No, ni siempre es posible. Un niño se ahoga . mento o una garantía? La voluntad basta, y vale más.
¿Necesitas un fundamento para salvarlo? Un tirano «La moral -escribía A lain- consiste en saberse .,.
masacra, oprime, tortura ... ¿Necesitas un fundamento espfritu y, en esta medida, absolutamente obligad9;
para combatirlo? Un funcbmento serfo una verdad in- pues nobleza obliga. La moral no es m;Ís que el senti-
discutible que vendría a garantizar la validez ele nues- miento Je JignidaJ .» Es respetar la humanidad eh
tros valores : esto nos permitiría demostrar, incluso a uno mismo y en el otro . Esto no es posible sin recha-
guíen no los comparte, que nosotros tenemos razón zo. bto I1 0 es posible sin esfuerzo . Esto no es posible ·
y que él está equivocado. Pero para ello, primero ha- sin lucha . Se trata de rechazar la parte de ti mismo
bría que fundamentar la razón, y esto es lo que no pode- que no piensa, o que sólo piensa en ti. Se trata de re-
mos hacer. ¿Qué demostración no se basa en un prin- chazar o, en todo caso, de superar tu propia violencia,
cipio que, a su vez, no haya gue demostrar primero? tu propio ego ísmo, tu prop ia vil eza . Es quererte hom-
¿Qué fundamento, tratándose de valores, no presupo- bre, o mujer, y digno de serlo.
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!,~ 28 JNVJTACIÓN A LA FILOSOFÍA
entramos, moralmente hablando, en la modernidad o, en tus miedos 1), vivir libremente con los demás. : "~ ·: . ?;
dicho de otro modo, en el laicismo (en el buen sentido La moral es esta exigencia universal, o en todo
del término: en el sentido de que un creyente puede ser caso universalizable, que se te ha confiado personal- i
tan laico como un ateo). Es el espíritu de la Dustración. mente . ¡
Es el espíritu de Bayle, Voltaire, Kant. No es la religión Obrando como un hombre, o como una mujer,
la que f-undamenta la moral; es la moral, más bien, la ayudamos a la realización de la humanidad. Y así
que fundamenta o justifica la religión. No es porque debe ser: ¡la humanidad te necesita, como tú la nece-
Dios exista por lo que yo debo obrar bien; es por- sitas a ella 1
que debo obrar bien por lo que puedo necesitar creer
en Dios -no para ser virtuoso, sino para escapar de la
desesperación-. No es porque Dios me ordene algo
por lo que esto está bien; es porque un mandamiento es
moralmente bueno por lo que puedo considerar que
éste proviene de Dios. Así, la moral no prohíbe creer, e
incluso conduce, según Kant, a la religión. Pero no de-
·''
pende de ésta y no puede reducirse a ella. Aunque Dios
no existiera, aunque no hubiera nada después ele la
D~
...
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muerte, esto no te eximiría ele hacer lo que debes o, di-
.
cho de otro modo, de obrar humanamente.
«Nada hay tan bello y legítimo -escribía Mon-
taigne- como obrar como un hombre, y conforme al
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~ CAPITULO
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~ La política
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u T-remós d~ l11tctesarnos f)or la p0Úúca;- '
s1 11() lo hacemos, .1·cremos cruelmente castigados. .1í.·, )'....,,.
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ALAIN .,
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en la familia o en un grupo cualquiera) sino a escala
de toda una sociedad--. Es, pues, el arte de vivir jun-
razón de su necesidad. ¿Hemos de someternos al pri- ·~~,
mer bruto que venga? ¿Al primer jefecillo? ¡Desde
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tos, en un mismo Estado o en una misma ciudad (po- lu ego que no 1 Sabernos perfectamente que es nece- '•
~ '· . .
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sario un poder, o varios, y que hay que guardarle
las que no se siente nada en particular y que, en mu- obediencia . Pero no a cualquier poder, no a cualquier
chos sentidos, son nuestros rivales, tanto o más que precio. Que remos obedecer libremente: queremos que
. ¡
nuestros aliados . Esto supone un poder común, y una el poder al que ros sometamos, lejos de abolir el ¡
lucha por el poder. Supone un gobierno, y unos cam- nuestro, lo refuerce o lo garantice. Esto jamás se logra q.
·l
bios de gobierno. Supone unos enfrentamientos, pero totalmente . Pero jamás renunciamos totalmente a lo-
regulados, unos compromisos, pero provisionales, un grarlo Por eso hatemos política . Por eso seguiremos
acuerdo sobre la forma de zanjar los desacuerdos . De haciéndola. Para ser más libres . Para ser más felices.
otra forma no habría sino violencia, y esto es lo que la Para ser más fuertes. No ajsladamente o los unos con-
política, para poder existir, debe empezar por impe - tr;i los otros, sino «todos juntos», como decían los
dir. La política comienza donde cesa la guerra. manifestantes Je] otoño de 1995, o, más bien, juntos
Se trata de saber quién manda y quién obeclece, y enf rcntados al mismo tiempo, pues es necesario que
quién hace la ley, corno su ele decirse, y esto es lo que así sea, pues de otra forma no tendríamos necesidad
denominamos el soberano . Puede tratarse ele un rey de la política. ,•
o de un déspota (en una monarquía absoluta), pue- La política presupone el desacuerdo, el conflic-
de ser el pueblo (en una democracia), puede ser tal o to , la contradicción . Cuando toJos están de acuerdo
cual grupo de individuos (una clase social, un parti- (por ejemplo, para decir gue la sal~d es mejor que fa
t
do, una élite verdadera o que pretende serlo: una aris- enfermedad, o que la felicidad es preferible a la des-
r
tocracia) ... También puede tratarse, y a menudo es dicha .. .), no hay política. Pero cuando cada cual vive
así, de una mezcla particular de estos tres ti pos de 1l
aislado o sólo se ocupa de sus pequeños asuntos, tam -
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34 INVITAC!ÓN A LA FILOS O FÍA LA POl.ÍTfC:A 35
poco la hay . La política nos une oponiéndonos : ¡nos vida en común, del destino común, de los enfrenta-
opone de la mejor forma de unirnos! Esto no tendrá mientos comunes, es una tarea esencial de todo ser
fin. Se equivocan quienes anuncian el final de la po- humano, y nadi e puede sustraerse a ella. ¿Vas a dejar
lítica: sería el final de la humanidad, el final de la liber- f vía libre a los racistas, a los fascistas, a los demago-
tad, el final de la historia, que, muy al contrario, sólo gos? (Vas a dejar que los burócratas decidan por ti?
pueden continuar, y deben hacerlo, mediante el con - ¿Vas a permitir que los tecnócratas o los arribistas te
flicto aceptado y superado . La política, como el mar, 1 impongan una sociedad hecha a su imagen? ¿,:=on
comienza una y otra vez. Es un combate, y la única 1 qué derecho, pues, te quejas de que algo va mal? Si no
1 haces naJa para impedirlo, ¿cómo no vas a ser cóm-
paz posible. Es lo contrario de la guerra, repitámoslo,
y esto dice bastante de su grandeza. Es lo contrario plice de la mediocridad o de cosas peores? La pasivi-
del estado de naturaleza, y esto dice bastante de su dad no es una excusa. La falta de competencia no es
necesidad . ¿Quién querría vivir completamente solo? una excusa . No participar en la política es renunciar
¿Quién querría vivir contra todos los demás? El esta- a una parte de tu poder, lo que es siempre peligroso,
do de naturaleza, como muestra Hobbes, es «la gue- 1 pero también a una parte de tus responsabilidades, lo
rra de todos contra todos»: la vida de los hombres es 1 que es siempre condenable. El apolíticismo es a la vez
entonces «solitaria, menesterosa, penosa, casi animal, un error y una falta: es ir contra los propios intereses
y breve». Es mejor un poder común, una ley común, 1 y contra los propios deberes.
un Estado: ¡es mejor la política! Pero también cometeríamos un error sí pretendié-
¿Cómo es posible vivir juntos, y para qué? Éstos 1 ramos reducir Ja política a la moral, como si la políti-
son los dos problemas que hay que resolver y plantear ca sólo tuviera que ver con el bien, con la virtud, con
una y otra vez (pues tenemos derecho a cambiar de el desinterés . De nuevo, la verdad es lo contrari o . Si
opinión, de partido, de mayoría ... ). Todos hemos de re- reinara la moral, no necesitaríamos policía, leyes, tri-
flexionar; todos hemos de participar en el debate. bunales, ejército: ¡no tendríamos necesidad del Esta-
¿Qué es la política? Es la vida en común y con - do, ni por tanto de la política! .Evidentemente, creer
flictiva, ba jo el dominio del Estado y por su control: que la moral puede vencer la miseria o la exclusión es
es el arte de tomar el poder, de conservarlo y utilizar- engañarse a uno mismo . Evidentemente, creer que el
lo. Pero es también el arte de compartirlo; porque, en humanit arismo puede sustituir a la política exterior, o
verdad, no hay otra forma de tomarlo . que la caridad puede reemplazar a.la política social,
o incluso que la lu cha contra el racismo puede hacer
Cometeríamos un error si no viéramos en la polí- las veces de política de inmigración, todo esto es enga-
tica más que una actividad secundaria o despreciable . ñarse a uno mismo. No es, ciertamente, que el huma-
La verdad es, sin duda, lo contrario: ocuparse de la nitarismo, la caridad o la lucha contra el racismo no
t t;
36 INVITACIÓN A LA F IL OSOFÍA LA PO!.ÍTrCA 37
sean moralmente necesarios; pero desde un punto de Esta dife rencia suele desconocerse; razón de más
vista político no son suficientes (si así fuera , ya no ten- para que insistamos en ella . Ser solidario es defende~
dríamos necesidad de la política), ni pueden resolver los intereses del otro, ciertamente, pero porque éstos
por sí solos ningún problema social, cualquiera que son también -directa o indirectamente- los míos.
sea éste. Actuando en su favor, actúo también en el mío: por-
La moral no tiene fronteras; la política, sí. La mo- que tenernos los mismos enemigos o los mismos inte-
ral no tiene patria; la política, sí. Ni la una ni la otra, reses, porq ue estamos expuestos a los mismos peligros
obviamente, pueden dotar de la más mínima perti- o a los mismos ataques . Así ocurre en el sindicalismo,
nencia a la noción de raza : el color de la piel no cons- en d ámbito de la seguridad o en el de la fiscalidad.
tituye ni la humanidad ni la ciudadanía. Pero a lamo - ¿Quién puede a~1rmar que es generoso por estar bien
ral tampoco le incumben los intereses de Francia o de asegurarlo, por estar sindicado o por pagar sus im- ,·..
los franceses, de Europa o de los europeos .. . La moral puestos? La generosidad es otra cosa: es defender los ¡ ilf~~"',,,~
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sólo conoce individuos: la moral sólo conoce la hu- intereses del otro, pero no porque éstos sean también ,,'\...;.'".
manidad. En cambio , la única finalidad de toda po- los míos; es Jefcnderl.os aun cuando no sean los míos Se'·'
lítica francesa o europea, sea de derechas o de iz- -no porque yo pueda sacar provecho de ello, sino ' '
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quierdas, es defender un pueblo, o unos pueblos, en para que sea el otro guíen lo saql.1c-. Actuando en su
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particular -no, ciertamente, contra la humanidad, lo favor, yo no actúo en el mío: puede ocurrir que yo
que sería inmoral o suicida, pero sí prioritariamente, pier<la algo, e incluso es lo más frecuente . ¿Cómo guar- j:N:
algo que la moral no puede ni imponer ni prohibir de dar lo que se da? ¿Cómo dar lo que se guarda? Esto ya
forma absoluta. no sería dar, sino intercambiar: ya no sería generosi- • I ',¡
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t~~ generosidad . Nadie es ciudadano por generosidad .
Pero el derecho y el Estado han hecho much8s más
que moral y política, en lo que se refiere a su objetivo,
no se oponen. Pero que la moral no basta para lograr
1:1.
¡1~r, cosas por la justicia o por la libertad que los buenos la justicia, es una evidencia gue demuestra que moral
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sentimientos. y política tampoco pueden confundirse.
No obstante, solidaridad y generosidad no son in- La moral, en su principio, es desinteresada; nin-
compatibles: ser generoso no impide ser solidario; ser guna po lítica lo es .
soíidario no impide ser generoso . Pero no por ello son La moral es universal, o pretende serlo; toda polí-
equivalentes y, por esta razón , ninguna de estas nocio- tica es particular. '
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nes puede bastar por sí misma ni sustituir a la otra. O, La moral es solitaria (sólo vale en primera perso-
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más bien, la generosidad podría bastar , quizá, si fué- na); toda política es colectiva.
ramos lo suficientemente generosos . Pero lo somos Por esta razón, la moral no puede reemplazar a la ~i_: .~
tan poco, tan raramente, tan escasamente ... Necesita - política, como la políti ca tampoco puede reemplazar
mos la solidaridad porque nos falta generosidad, ¡por a la moral: ¡tenemos necesidad de ambas, y de la dife-
eso tenemos tanta n ecesidad de solidaridad! rencia entre ellas!
Generosidad: virtud moral. Solidaridad : virtud po- Unas elecciones, salvo excepciones , no enfrentan
lítica. La gran tarea del Estado es la regu lación y la a buenos y a malos: enfrentan a determinados frentes, ,;
socialización de los egoísmos . Por eso es necesario . grupos socia les o ideológicos , partidos, alianzas, inte-
Por eso es irreemplazable. La política no es el reino reses, opiniones, prioridades, opciones , programas ...
de la moral, del deber, del amor... Es el reíno de las Que la moral t8mbíén tiene algo que decir, es necesa-
relaciones de fuerzas y de opiniones, de intereses y rio reco rdarlo (hay votos moralmente condenables) .
de conflictos de intereses. Pensad en M8quiavelo o en Pero esto no ha de hacernos olvidar que la. moral no
Marx. Pensad en Hobbes o en Spinoza . La política no es ni un proyecto ni una estrategia. ¿Qué propone
es una forma de altruismo: es un egoísmo inteligente contra el paro, contra la guerra, contra la barbarie?
y socializado. Esto no sólo no la condena, sino que la . Ciertamente, la moral nos dice que hemos d~ comba-
justifica: puesto que todos somos egoístas, ¡mejor que tirlos, pero no la forma más probable de vencerlos .
lo seamos juntos y de forma inteligente! ¿Quién no v..:: Ahora bien, desd e un punto de vista político, lo im- ·?'
que la búsqueda paciente y organizada del interés co- portante es el cómo. ¿Estás a favor de la justicia y de
mún, o de lo que creemos tal, es mejor, para casi to- h libertad? Nada más natural, desde un punto de vis-
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40 INVITACIÓN A LA FILOSOFÍA l..1\ POLÍTl CA 41
ta moral. Pero, políticamente, esto no te dice ni cómo porgue debernos serlo, y \)<ll'a qui': podamos seguir ~
defenderlas ni cómo conciliadas. ¿Deseas que israe- siéndolo . ,
líes y palestinos dispongan de una patria segura y re-
conocida, que todos los habitantes de Kosovo puedan Por lo que respecta a quienes hacen de la política
vivir en paz, que la mundialización económ ica no se
realice en detrimento de los pueblos y de los indivi-
su oficio, hemos de agradecerles su esfuerzo en pro
del bien común, sin por ello hacernos demasiadas ilu-
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duos, que todas las personas mayores puedan disfru- siones sobre su competencia y su virtud: la vigilancia
tar de una jubilación digna y todos los jóvenes de una forma parte de los derechos del hombre, y de Íos de-
educación que merezca este nombre? La moral no beres del ciudadano.
puede sino respaldarte, pero no te dirá en absol uto No hay que confundir esta vigilancia republicana
cómo podemos aumentar, todos jun tos, las probabi- con la burla, que lo vuelve todo ridículo, ni con el des - ¡,
lidades de conseguirlo. ¿Y quién puede creer que la precio, que lo torna todo despreciable. Ser vigilante '.r ,
economía o el libre juego del mercado son suficientes es no confiilr ciegamente; es no condenar ni denigrar
para lograr este obje tivo? E l mercado sólo vale para por principio. No lograremos rehabilitar la política,
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las mercancías . Pero el mundo no es una mercancía. como urge hacerlo hoy, despotricando continuamen- ~ .. n:
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