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Arquealagia
Uenezolona
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XI
LAMl~AS XIII
XII Arqueología Venezolana
16. Cerámica del estilo Santa Ana.
37. Figurín de barro del estilo Los Barrancos. 17. Cronología de la serie Barrancoide.
38. Flauta de hueso, estilo La Cabrera y pintaderas de barro 18. Cerámica del estilo Barrancas.
de Los Llanos. 19. Cronología de la serie Arauquinoide.
39. Cerámica del estilo Valencia. 20. Cerámica del estilo Arauquln.
40. Cerámica del estilo Valencia. 21. Cronología de Ja serie Valencioide.
41. Figurines de barro del estilo Valencia. 22. Cerámica del estilo Valencia.
42. Figurines de barro del estilo Valencia. 23. Cro nología de la serie Ocumaroide.
43. Figurines de barro del estilo Valencia. 24. Cerámica del estilo Ocumare.
44. Figurines de barro del estilo Valencia. 25. Cronología de la serie Memoide.
45. Pipa de barro del estilo Valencia. 26. Cerámica del estilo Memo.
46. Pendiente de concha, Venezuela central y cerámica del 27. Cerámica del estilo Río Guapo.
estilo E l Agu.a . 28. Cronología de la serie Saladoide.
47. Cerámica del estilo El Mayal. 29. Cerámica del estilo Salade1·0.
48. Ruinas de Nueva Cádiz. 30. Cerámica del estilo El :\layal.
49. Entierro en Nueva Cádiz. 31. Etapas del desarrollo de la serie Saladoide.
50. Cerámica de Nueva Cádiz. 32. Cl'onología de la serie Guayabitoide.
51. Cerámica de Nueva Cádiz. 33. Cerámica del estilo Guaya.bita.
52. Cerámica de Nueva Cádiz. 34. Cerámica del estilo Cabrantica.
53. Sellos de plomo y barro de Nueva Cádiz.
54. Escultura de piedra de Nueva Cádiz. Tablas
55. Escultura de piedra de Nueva Cádiz. l. Fechas absolutas de las épocas.
1. Fechas de la dispersión Saladoide hacia las Antillas.
Figuras del Texto
t. Areas de desarrollo cultural en América t ropical
2. Regiones topográficas y áreas arqueológicas en Venezuela.
3. Cronología relativa de las costa oriental y occidental de
Venezuela.
4. Cronología de Ja seri~ Joboide.
5. Artefactos del complejo El J obo y uso de lanza arrojadiza.
6. Cronología de Ja serie Manicuai'Oide.
7. Artefactos del complejo :\1:anicuare y p1-obable enmanga-
miento de una punta ósea.
8. Cerámica del estilo Rancho Peludo.
9. Cronología de Ja serie Dabajuroide.
10. Cerámica del estilo Dabajuro.
11. Cronología de la serie Tocuyanoide.
12. Cerámica del estilo Tocuyano.
13. Cronología de Ja serie Tierroide.
14. Cerámica del estilo Tierra de los Indios.
15. Cerámica del estilo La Pitia .
1. / ,\TTRODUCCION
''
\.,,
Los restos Paleo y Meso-Indios en Venezuela son MES°b-Af!IERICA
tan ricos como los hallados en otras partes del Nuevo .......................
Mundo; sin embargo, el país se quedó rezagado du- ·--..',
{
rante la época Neo-India y sus aborígenes nunca al- AREA 1
ra han sido poco afortunados los esfuerz'.)s para en- rrancas en la baja (Fig. 2). El último ha sido estu-
contrar sitios arqueológicos importantes. diado con más intensidad debido a su aparente co-
5. El Orinoco: E l Orinoco generalmente es di- nexión con las Indias Occidentales y la Guayana
vidido en tres pa1·tes: Alto, Medio y Bajo Orino- Británica.
Volviendo ahora a los tipos de restos que se en-
Fl G. 2 .
cuentran en estas regiones, podemos notar primera-
IJIUIA
~ MAR CAR I BE mente la presencia de varios mataderos donde los Pa-
leo-Indios sacrificaban sus presas (lámina 1). El res-
¿j-BARUDOS to de los sitios Paleo-Indios consiste en pequ eños dep6-
sitos de piedras frabajadas o sin trabajar que se en-
cuentran en Ja superficie y que ca1·ecen totalmente de
restos de comida. Estos sitios pueden haber sido cam-
pamentos o talleres (lámina 2)-
La gran mayor ía de los yacimientos Meso y Neo-
Indios son lugares de habitación. Algunos son tan pe-
queños y tan superficiales que pudieron haber servido
de campamentos, pero los más son lo suficientemente
COLO MBI A profundos y grandes para indicar la presencia de pue-
blos más o menos permanentes (láminas 5, A). Todos
contienen fragmentos de implementos y de utensilios
y la mayoría t ienen además restos de comida que con-
sisten principalmente en conchas y huesos de peces
(a lo largo de la costa y en las islas) y de restos de
9RAZI L animales (en el interior). Fogones y entierros se en-
cuentran tanto en los desperdicios de Ja costa del país
como en el interior. Estos entierros contienen excep-
cionalmente objetos funerarios.
El único ti po de yacimiento común a ambos, co-
mún tanto a sitios Meso como a sitios N ~o-Indíos, es el
REGIONES TOPOGRAFICAS Y AREAS ARQUEOLOGtCAS petroglifo o grabado en rocas (lámina 11, A). Tam-
DE VENEZUELA bién a veces hay diseños pintados sobre las paredes de
co. (10) Aquí distinguiremos cuatro concentracio- cuevas o en abrigos rocosos (lámina 11, B) .
nes de sitios, denominados de acuerd'.:> a los cuatro Los tiPos de los sitios restantes se limitan a las
asient-Os mode1·nos de San Fe1·nando y Puerto Aya- épocas Neo-India .e Indo-Hispana. Tanto en la hoya
cucho en Ja parte alta, Parmana en la media y Ba- de Valencia, en las montañas centrales, como en los
llanos occidentales y centrales, hay montículos de tie-
12 Arqueología Venezolana lntrodncción 13
rra, conocidos localmente como médanos {lámina 10, rios ornamentos, casi siempre pendientes en forma
C). No todos ellos son resultados de la acumulación de de murciélagos hechos de piedra y de concha ( !á-
desperdicios, tal como fue el caso de los concheros; mina 28, B).
algunos fueron levantados intencionalmente por los Los españoles introdujeron verdaderas construc-
indios para elevar sus casas y entierros por encima ciones de albañilería, que han sido bien estudiadas en
de las inundaciones que prevalecían en los Llanos du- el sitio de Nueva Cádiz, en la Isla de Cubagua, que
Tante la época de lluvias. Restos de un palafito fue- fue Ja primera ciudad establecida por los europeos en
ron hallados en un montículo. Probablemente los in- Suramérica (lámina 48). Var ias murallas burdas de
dios habían cubierto los montículos con basura para piedra, especialmente en Vigirima, en la hoya de Va-
levantar el fondo al nivel de sus casas (11). lencia, se cree fueron levantadas por los indios, pero
Largos caminos de tierra, llamados calzadas se su uso es aún desconocido.
conocen en el área de Barinas en la parte occidental Como nuestras excavaciones se realizaron más en
de los Llanos (láminas 10, A, B). Estos fueron cons- i·estos de habitación que en construcciones elaboradas,
truidos presumiblemente para servir de caminos cuan- como las descritas arriba, sería conveniente por razo-
do los llanos circundantes eran inundados durante la nes que luego expondremos, decir algo sobre los
estación de lluvias (12). Zanjas aborígenes y marmi- artefactos contenidos en los depósitos con desper-
tas artificiales, cuyo significado se desconoce, se loca- dicios que se han hallado en Venezuela. ' Los sitios ar-
lizaron al sur del país (lámina 11, F.). J\iJorteros y queológicos de difen~ntP.s épocas varían mucho. Los
cuencas para afilar hachas se encuentran en la super- yacimientos Paleo-Indios han producido un número
fic ie rocosa como resultado del trabajo de amolar considerable de a1·tefactos líticos (lámina 3), inclu-
instrumentos. yendo puntas de proyectil, cuchillos, raspadores y ha-
Muchos de los campos de cultivo nivelados en Los chas de mano para machacar (15). Huesos rayados
Andes, rodeados por montículos de piedra fueron cons- también aparecieron en un sitio (lámina 4), pero no
truidos por los indios; estos montículos han sido de- se encontraron artefactos de barro o concha n i obje-
nominados poyos ( 13). Los indios andinos también tos de arte. /
cavaron 'l'nintoyes, pozos delineados por piedras que En contraste, en los concheros Meso-Indios los
contienen una cámara que se extiende a un lado de artefactos son escasos y es necesario excavar bastante
la base (lámina 11, C). Estos fueron usados como para obtener una muestra adecuada de éstos. Sin em-
graneros, para almacenar papas y como tumbas. Los bargo, hay más variedad que en Jos sitios Paleo-Indios,
indios depositaron en ellos vasijas de cerámica, figu- incluyendo no sólo lascas, que pudieron ser usadas co-
rines y pendientes junto con los cadáveres (14). El mo cuchillos y raspadores, sino también puntas de pro-
t érmino mintoy, así como el de santuario, también se yectil, la gubia de concha, pendientes, artefactos de
aplica a ciertas cuevas de Los Andes, que los indios piedra de dos puntas, etc. (láminas 7, 8). Puntas de
usaron para ceremonias o para entierros. De ellos se proyectil líticas casi no existen en los concheros de la
obtuvo una rica cosecha de vasijas de cerámica, ídolos costa, pero éstas se han encontrado en un sitio Meso-
hechos de piedra o barro en forma de figurinas y va- Indio, tierra adentro, en la parte oriental del país
14 Arqueowgía Venezolana
(lámina 6). Vasijas de ce1·ámica también son cono-
cidas en un solo sitio del interior, en el occidente.
Los desperdicios Neo-Indios son sumamente ricos
en cerámica, de gran variedad y complejidad; pero
otros tipos de implementos, son aún más difíciles de
encontrar en estos yacimientos que en los Meso-Indios.
Hay variedad de hachas líticas y de concha, cuentas
de collar de piedra y pendientes, puntas de hueso, pe-
ro en número tan escaso que la arqueología Neo-India
se tiene que limitar casi exclusivamente a la cerá-
mica (láminas 12-47).
su trabajo fue escrito por su hermano Gaspar Mar- trabajo de campo, en 1933 y 1934 ( 25). Estos arqueó-
cano en 1889 (18). logos introdujeron la técnica de estratigrafía artifi-
Tulio Febres Cordero ( 19) y Mario Briceño ll'a- cial que había sido desarrollada en los Estados Unidos
gorry (20) continuaron Ja labor de Ernst, y estu- duraut~ la década anterior. Ellos no sólo excavaron
diaron colecciones arqueológicas. Ambos se interesa- para obtener especímenes sino también para distin-
ron por la historia y trataron de identificar los arte- guir las diferencias culturales y fechar los sitios des-
factos con las tribus que Jos hicieron, mencionadas en cubiertos en base a estas diferencias.
las fuentes históricas. Osgood volvió a Venezuela en 1941 junto con el
Luis R. Oramas (21) y Alfredo Jahn (22) fue- argentino George D. Howard, quien entonces era estu-
ron los principales excavadores durante Jos primeros diante en Ja Universidad de Yale. Ambos realizaron
decenios del siglo veinte. Comenzando con los montícu- una exploración sistemática de la arqueología del país
los de la hoya del Lago de Valencia, ambos desple- e hicie1·on excavaciones de sondeo en cuatro de las
garon su trabajo hacia el este y oeste de las montañas. cinco regiones topográficas, esto es, en la costa, en las
Oramas también excavó en los llanos occidentales. montañas, en los llanos, y en la región del Orinoco.
Igual que Marcano, su propósito básico era recolectar Su publicación suministró la primera versión global
artefactos e identificarlos con los indios que Jos de la arqueología venezolana (26). Posteriormente,
hicieron. Howard continuó este trabajo y excavó intensiva-
En 1930, el doctor Rafael Requena comenzó a inte- mente en Ronquín, en el Orinoco medio (27).
resarse por los montículos del Lago de Valencia y en- En 1945, 'Valter Dupouy, Antonio Requena y
cargó al profesor Ma1·io del Castillo de las excava- Cruxent realizaron un número semejante de excava-
ciones. Más tarde describió el material hallado en su ciones intensivas en el entonces recién descubierto si-
libro Vestigios de la Atlántida (23), el cual, a pesar tio de El Palito, en la costa central. Esta fue la prime-
de sus especulaciones fantásticas, atrajo mucha aten- ra vez que el método estratigráfico fue aplicado por ar-
ción y estimuló enormemente el desarrollo de la ar- queólogos venezolanos y los resultados demostraron
queología venezolana. Su hijo, Antonio Requena (24), la importancia que este suceso tuvo para el estableci-
ha continuado su actividad en este campo. Invitó tam- miento de una c1·onología en Venezuela.
bién Rafael Rcquena a tres destacados arqueólogos El trabajo conjunto que dio por resultado el pre-
norteamericanos pa1·a r ealizar excavaciones en Vene- sente volumen, comenzó durante el verano de 1946,
zuela. En respuesta a su petición, Wendell C. Bennett, cuando Rouse hizo escala en Caracas en un viaje a
del Museo de Historia Natural de Nueva York, exca- Trinidad. En ese entonces recolectamos material en va-
vó uno de los montículos de Valencia en 1932, Cor- rios sitios de los alrededores de la ciudad de Caracas.
nelius Osgood, de la liniv~rsidad de Yale, excavó otro Rouse volvió en 1950 y entonces, los dos excavamos
en 1933 y Alfred Kidder 11, de la Universidad de Har- intensivamente usando el método estratigráfico· en
vard, trabajó en la hoya del Lago de Valencia, así c0- Manicuare, en la costa oriental, Barrancas, en el bajo
mo también en Los Andes, en sucesivas temporadas de Orinoco y cerca de Barquisimeto en el occidente. La
idea de escribfr una monografía general sobre arqueo-
18 Arqueología Venezolana Enfoque para la Arqueología Venewlana 19
logía venezolana destinada a poner al día el estudio de grupos étnicos que ocuparon un sitio determinado.
Osgood y Howard y de establecer una cronología gene- El método de identificación tribal ha mostrado
ral para el país cristalizó durante una visita ulterior ser por varias razones poco satisfactorio. Las fuentes
de Cruxent a los Estados Unidos y fue llevada a la son generalmente tan imprecisas que sólo permit€n
práctica durante los ti·es viajes adicionales de Rouse a hacer identificaciones contradictorias. Por ejemplo,
Venezuela en 1955, 1956 y 1957. En estos lapsos reali- un congreso l'eciente sobre arqueología de las Antillas
zamos trabajos complementarios de campo para llenar Menores (28), terminó en completo desacuerdo en re-
los vacío.s en materia de conocimiento, confrontar pun- lación a si los restos arqueológicos de esta región fue -
tos dudosos y particularmente obtener carbón para los ron producidos por los Arawacos isleños o si fueron
análisis de carbono catorce (C 14) en el Laboratorio hechos por los Caribes isleños. Más aún, el método
Geocronométrico de la Universidad de Yale. Rouse sólo es aplicable a la época Indo-Hispana, a la cual
volvió a Venezuela nuevamente en 1961 y 1962 para las fuentes hacen referencia. Cuando uno retrocede en
colaborar en el presente volumen y realizar trabajos el tiempo a las épocas Keo, Meso y Paleo-India, el
de campo complementarios. método se hace más y más difícil en su aplicación
Antes de finalizar queremos mencionar la visita debido a que las tribus y los grupos lingüísticos se
a Venezuela de Clifford Evans y Betty J. Meggers, diferenciaban considerablemente de aquellos que exis-
del U. S. National Museum, quienes por invitación de tieron durante los tiempos históricos. En r ealidad es
Cruxent excavaron junto con éste durante el invierno prácticamente imposible reconocer las tribus y los len-
de 1957 para continuar los descubrimientos que él guajes que existieron durante la épocas Paleo y
había hecho en el área de San Fernando, en el alto Meso-India; consecuentemente con el descubrimiento
Orinoco y su afluente el Ventuari (28). Este trabajo de los restos de estas épocas en Venezuela, el método
nos suministra el primer conocimiento de la arqueo- de identificación tribal se ha vuelto poco aplicable.
logía del sur de Venezuela, y amplía la investigación E11- su lugar, los arqueólogos europeos y ameri-
conjunta de los autores del presente ensayo. canos acostumbran establecer únicamente unidades
culturales arqueológicas (29). Pa1·a este enfoque es
B. TRIBUS VERSUS CULTURAS recomendable limitarse a los restos de comunidades
prehistóricas y en particular a los restos de habitación
Como en las otras partes del mundo, el enfoque dejados por cada comunidad capaz de proveer más
de la arqueoiogía venezolana ha cambiado radical- información sobre las actividades de ésta que, pon·
mente durante los últimos años. Hasta los años trein- gamos por caso, un peb·oglifo o un altar, en una
ta, como hemos visto, la Arqueología se realizaba en cueva. E l problema consiste en extraer de los restos
base a la recolección indi scriminada de especímenes y dejados por cada comunidad c1·iterios que permitan
en la consiguiente identificación de las tribus que los agrupar las comunidades en unidades susceptibles de
produjeron a través de las referencias dadas en las sustituir a las tribus etnológicas.
fuentes históricas. La tendencia moderna consiste en Para lograr esto uno debe excavar estratigráfica-
excavar, y luego determinar las culturas, esto es, los mente los restos. es decir. dividiendo las excavaciones
20 Arqueología Venezolana Enfoqu.e para la A ·rqueología Venezolana 21
en secciones y niveles arbitrarios. Luego los materia- · los arqueólogos Paleo-Indios prefieren usar el términ')
les de cada sección y nivel pueden ser comparados pa- complejo porque indica que ellos han definido su cul-
ra determinar si el sitio ha sido ocupado por una sola tura en base a una combinación de tipos de implemen-
comunidad o por var ias comunidades sucesivas, cada mentos que se repiten de un sitio a otro., Los arqueó-
una con su cultura característica. Uno puede encon- logos paleolíticos franceses prefie1·en usar el término
trar, por ejemplo, que el nivel más bajo de un sitio "industria", basándose en los métodos de manufactura.
representa una comunidad diferente a la del nivel más En nuestra monografía técnica y también en este
alto, o también que las secciones de un extremo del si- volumen usamos el término "complejo" para las uni-
tio fueron ocupadas por una comunidad posteriormen- dades Paleo y :Yieso-Indias por las 1·azones antes men-
te al tiempo en que fueron ocupadas las secciones del cionadas. Pero usamos el término "estilo" para las
otro extremo del sitio, o que cada una de estas comu- culturas Neo-Indias e Indo-Hispanas para indicar que
nidades tuvo una cultura diferente. aquellas unidades están definidas principalmente a
Comparando comunidades en diferentes sitios partir de rasgos cerámicos. Habría sido para nosotros
que han sido identificadas en esta forma, los arqueó- prácticamente imposible emplear otros criterios ya
logos descubren que muchas de ellas comparten o par- que, como hemos dicho, hay muy poco material no-ce-
ticipan de la misma cultura, esto es, que ellos tenían rámico en los sitios Neo-Indios e Indo-Hispanos. En
la misma clase de artefactos y utensilios, los mismos efecto, cada complejo Paleo y Meso-Indio consiste en
medios de subsistencia, los mismos patrones de asen- una combinación particular de tipos de implementos
tamiento, los mismos utensilios religiosos, etc. Pode- que sé repiten de un "componente" a otro, esto es, en
mos decir que tales comunidades constituyen una sola diferentes comunidades y que, en consecuencia, nos
"cultura" y, en consecuencia, denominarlas según un permiten identifica1· a los componentes y, a través de
sitio característico ya sea por el lugar donde la cul- ellos, a las comunidades como una sola unidad. Cada
tura fue encontrada primero o por otro donde ésta estilo, asimismo consiste en una combinación recu-
esté mejor representada. (30). nente de rasgos cerámicos, ya sea de material, de
Los a1·queólogos usan casi siempre diferentes tér- forma o de decoración, estilo que constituye la base
minos técnicos para refeJ"irse a las unidades arriba para una agrupación semejante de componentes Neo-
mencionadas. En los Estados Unidos, por ejemplo, se Indios o Indo-Hispanos y, por ende, la base de las
acostumbra denominar a las comunidades definidas comunidades.
arqueológicamente como "componentes". La cultura Recientemente \Vatson Smith (32) ha propuesto
compartida por un grupo de comunidades es conocida el término "escuela" en lugar de "estilo". Tiene la ven-
como "complejo", "foco", "fase", "estilo", o "indus- taja de poner énfasis en la gente que fabricó la cerá-
tria" (31). mica, o sea en Ja comunidad que, como hemos visto,
Esta última divergencia en terminología refle- es básica para el concepto de estilo. Sin embargo, aquí
ja en cierto modo las diferencias en los criterios que seguimos usando el término "estilo" porque podría
los arqueólogos han mantenido para agrupar a los confundirse e1 lector si usásemos términos diferentes
"componentes" dentro de las culturas. Por ejemplo, a los empleados en nuestra monoS},Tafía técnica. (33)
22 Arqueología V enezol.ana
Enfoque pa.r a la A rqueologf.a, Venezolana 28
Debe notarse que el concepto complejo o estilo
reemplaza al término tribu, que fue usado en la Ar- que se formaron cuando, poster iormente, las aguas
queología venezolana en tiempos anteriores. Es más, bajaron, por lo que podemos confirmar que el estilo
estos dos conceptos son sinónimos : una tribu consiste La Cabrera antecede al estilo Valencia (34) .
simplemente en una serie de comunidades históricas En ausencia de estratigrafía o de la posibilidad
que comparten costumbres similares, una lengua co- de relacionar los hallazgos arqueológicos con sucesos
mún, Y frecuentemente un sólo gobierno, asimismo un geológicos o históricos, el arqueólogo debe recurrfr
complejo o un estilo se refiere a una serie de comu- a la técnica conocida como "seriación". En el sentido
nidades prehistóricas (componentes) que comparten más amplio, seriación signi fica colocar un número de
muchas costumbres (tipos de artefactos, patrones de componentes (y a través de ellos a sus complejos o
asentamiento, etc.) aunque no necesariamente el mis- estilos) en un orden lógico. Por ejemplo, uno puede
mo lenguaje o gobierno. encontrar los restos del estilo A en un extremo del
sitio y los del estilo B en el otro con poca o ninguna
C. CRONOLOGIA mezcla, en cuyo caso puede decirse que las gentes de
los estilos A y B ocuparon el sitio en diferentes épo-
Es fácil determinar la existencia de ciertas tribus cas. Sin embargo, no se puede saber si el estilo A
cuando se leen las fechas que las fuentes históricas ocurrió primero o no, a menos que se sea capaz de
les han asignado, pero uno no puede fechar los com- r elacionarlo con otro fenómeno que ha sido fechado.
plejos o estilos de la misma manera, a menos que se Si, poi· ejemplo, se encuentran obj etos de comercio
tenga la suerte de poder identificar un sitio Indo-His- asociados con el estilo A pero no con el B, entonces
pano que esté mencionado en las fu entes. De lo con- puede decirse que el estilo B antecede al estilo A, en
trario, uno debe usar únicamente métodos arqueoló- aquel sitio.
gicos para establecer una cronología. La técnica de la seriación es aplicable en su me-
La mejor forma de hacer esto consiste en encon- jor forma a sitios individuales, como en el ejemplo
trar un "componente" que caractehce un complejo o que acabamos de cita1·, porque es poco probable que
estilo hallado debajo de un componente de otra cul- diferentes componentes pudiesen haber coexistido en
t ura, en cuyo caso uno puede concluir que la cultura el mismo sitio. Si se aplica la técnica en forma más
del componente más bajo es anterio1· a la del compo- amplia a una serie de sitios vecinos, como lo hacemos
nente que se encuentra más arriba. También es posi- en el presente volumen, hay que contar con la posi-
ble relaciona1· los restos de varios complejos o estilos bilidad de coexistencia y por consiguiente la técnica
con hechos geológicos conocidos que han tenido lugar no puede ser usada más allá de los límites de una
en diferentes épocas. Por ejemplo, Kidder pudo corre- localidad restringida.
lacionar el estilo La Cabrera con un periodo en el Una forma especial de seriación ha sido des-
cual el Lago de Valencia estaba subiendo de nivel· a arrollada en los Estados Unidos por James A. Ford
su vez el estilo Valencia se encuentra sobre terr~as (35), por la cual la cerámica se clasifica primeramen-
te en unidades conocidas como tipos. Se realiza en
1
24 Arquaología Venezol.ana Enfoque para /.a Arqueología Venezo/.a-na 25
base al material empleado para poder utilizar tiestos nombre, y El Heneal en la costa central, los cuales
lisos o simples, así como también aquéllos que mues- están asociados con un período en que el nivel del
tran huellas de forma o decoración. El arqueó'ogo de- mar estaba por lo menos 50 cm. más bajo que hoy
termina entonces la popularidad relativa de los varios día y, en consecuencia, podemos decir que son, aproxi-
tipos en cada uno de sus componentes en orden de madamente, contemporáneos.
popularidad creciente o decreciente de los tipos e ilus- La mejor forma de expresar la edad i·elativa de
trando los porcentajes componentes por componentes, los complejos y estilos consiste en escribirlos en un
en un gi·áfico (36). Este método ha mostrado ser muy mapa cronológico. Se traza una columna vertical pa-
útil para practicar divisiones temporales dentro de es- ra cada una de las secuencias locales y se desplazan
tilos individuales o dentro de series de estilos i·ela- los complejos hacia arriba y abajo en las columnas
cionados. Pero como aquí estamos interesados en In hasta que estén en sus niveles adPc11acios para indicar
definición de estilos y en sus interrelaciones en gran la contemporaneidad y la diferencia en edad. Nuestra
escala, no hemos utilizado el método en nuestros es- monografía técnica contiene cinco de estos mapas pa-
tudios. Su aplicación vendrá más ta1·de en la próxima ra las islas venezolanas, la rosta, las montañas, los
etapa de la arqueología venezolana, cuando pasemos llanos y el Orinoco, respectivamente. (37) La figura 3
de las correlaciones de largo alcance a los detalles de
las secuencias, en cada área local.
Usando estos métodos que acabamos de describir, rlG. !i.
sobre la tierra en forma de capas de hielo, en el extensiones selváticas separadas por pastos. Mamí-
hemisfel'io norte.; El Golfo de Paria, que separa ahora feros grandes, tales como el mastodonte, debieron
la isla de Trinidad de Venezuela oriental, estaba seco abundar en tales climas y el hombre tiene que haberse
en gran parte y la isla estaba adherida a tierra firme, acercado allí pa1·a cazar a los mamíferos.
y el Orinoco, desembocaba únicamente por la parte Esto lo demuestra el número de restos descubier-
Sur de su delta actual ( 48). tos por Cruxent. En el valle del Río Pedregal, en un
Durante las edades de hielo, áreas tropicales ta- área de unos 1.000 kilómetros cuadrados, Cruxent lo-
les como el territorio venezolano, estuvieron a veces calizó más de 45 sitios y ha colectado unos 20.000 arte-
sometidas a una pluviosidad mayor que en el pre- factos. Estos se encontraban aflorados en la super-
sente, esto es, se encontraban en una etapa climática ficie y yacían concentrados en pequeñas áreas, cada
pluvial ( 49). Las selvas cubría n áreas más extensas una de las cuales pudo haber sido el sitio de un cam-
que en la actualidad e inclus o las áreas que ahora son pamento o un taller (52). No había huellas de entie-
áridas debían haber sido s elváticas, con mezcla de sa- rros ni de restos de animales, excepto dos pedazos de
banas_,- La existencia de tales condiciones ha sido de- hueso no identificables.
mostrada por estudios de huesos fósiles y de polen En un solo sitio halló Cruxent restos debajo de la
fós il en el yacimiento Paleo-Indio de Muaco, del área superficie. Ello ocurrió en Sanjón Malo, en el fondo
de Coro, en el occidente de Venezuela (50). del valle, en un lugar donde el río había depositado
Por las selvas y sabanas correteaban muchas es- artefactos arrastrados de las cabeceras. Excavando
pecies de mamíferos enormes que se extingu ieron des- allí, Cruxent encontró artefactos hasta una profun-
de entonces, tales como el mastodonte, el megaterio didad de 1, 75 metros.
(una pereza gigante) y el caballo. Seguramente estos El geólogo Wolf Petzall, de la Creole Petroleum
animales suplieron el alimento básico a los Paleo-In- Corporation y de la Universidad Central de Venezue-
dios. Es probable que el Paleo-Indio comiera plantas la, ha colaborado en el estudio de las estaciones de
silvestres, pero no hay evidencia alguna de si pes- El Jobo. Cree Petzall que las tenazas del Río Pedregal
caba o no,,. ofrecen la mejor oportunidad para determinar Ja edad
relativa del complejo, ya que existen cinco o seis de
A. SERIE JOBOIDE estas terrazas y todas contienen a1'tef actos. En cuanto
a Ja edad absoluta del complejo, después de examina1·
Hasta ahora, Ja única serie Paleo-India que ha las excavaciones de Cruxent y el material redeposi-
sido definida es la descubierta por Cruxent en 1956 bdo por el río en Sanjón Malo, fechado en el período
en El Jobo, en el interior del Estado Falcón, esto es, medio de la formación de la terraza, Petzall sostuvo
en el área de Coro ( 51). La región es árida en la ac- que el proceso de redeposición tiene que haber reque-
tualidad, pero, como hemos visto, parece haber sido rido miles de años y, "posiblemente, más de 10.000
una zona húmeda durante la época Paleo-India. uno años" (53).
puede imaginarse que en aquella época hubo vastas Cruxent recolectó dos muestras de carbono en los
sitios de El Jobo, que fueron analizadas por el Labo-
36 A-rqueologia Venezolana Epoca Piileo-india 37
rator io Geocronométrico de la Universidad de Yale.
Desgraciadamente, ambas resultaron ser modernas en Fl6 . 4 .
5, A). También fuero n usadas lascas más grandes CltOfllOLO.IA M L A Sf:ltll .IOIOIDI
desprendidas de los guijarros después de haberles
dado la forma, los más gruesos como raspadores
(figura 5, B) y los más delgados, probablemente 3, A) . Loe artefacto. del complejo Laa Lagunas son
como cuchillos (figura 5, C). Casi siempre, los ras- más pequeños e incluyen un nuevo tipo : hojas elabo-
padores tienen forma plano-eonvexa, siendo su super- radas bifacialmente, que pudieron haber sido usadas
ficie superior convexa; tienen marcas inegulares, a como hachas de mano o cuchillos o si no, pudieron
consecuencia de retoques. Artefactos de hueso y haber sido enmangados en forma de dardo de propul-
concha están totalmente ausentes. sor (lámina 3, B, C).
Los complejos Camare y Las Lagunas, de las te- Puntas de proyectil líticas comienzan a aparecer
rrazas superiores, ca recen de puntas de proyectil lí- con el complejo de E l Jobo. Están hechas casi total-
ticas. Probablemente los indios de estos complejos hi- mente de cuaxcita, son lanceoladas, en forma len-
cieron sus lanzas enteramente de maderas duras tro- ticular en corte t ransversal y tienen una base circular
picales, afilando las puntas con sus raspador es y tal o redondeada (figu ra 5, D). Sus superficies están des-
vez endureciéndolas en el fuego. Los sitios del com- bastadas toscamente, pero a las puntas se les dio fi-
plejo Camare han p1·oducido solamente grandes nalmente una forma; éstas son a veces dentadas ( lá-
artefactos cortantes, raspadores y cuchillos (lámina mina 3, D, E) . Ocasionalmente las bases son planas
38 Arqueol.ogía Venezolana
o cóncavas en vez de circulares.
Testimonios de la cueva de Gypsum, en la parte
occidental de los Estados Unidos, en donde los arte-
factos se conservaron bajo condiciones de extrema
aridez, indican que las puntas de proyectil Paleo-In-
dias estaban fijadas en mangos de madera (chuzos o
veradas) formando dardos o lanzas arrojadizas (54).
En Norteamérica al menos, éstos eran usados con una
lanza ari·ojadiza que consistía en un mango que podía
ser enganchado en el extremo de una lanza, como se
muestra en la figu ra 5, E. En efecto, este mecanismo
permitía al cazador extender su brazo para mejorar
la exactitud y fuerza de su lanzamiento.
El tipo de puntas de El Jobo se encuentra tam-
bién en el complejo Las Casitas, en las terrazas más
bajas, pero a éste se añade otro tipo de punta que tie-
ne una hoja triangular y un pedúnculo en su base, por
medio del cual permanece fijada al mango (lámina
3,F). Este nuevo tipo de punta se halla en menor
proporción.
La secuencia J oboide concuerda con los últimos
descubrimientos, tanto en Norteamérica como en la
parte meridional de Suramérica, en donde · también
una etapa carente de puntas de proyectil precede pro-
bablemente, la etapa de puntas lícitas ( 55). Algunos
arqueólogos (56) han sugerido que la recolección de
vegetales silvestres comestibles fue la fuente básica
de subsistencia en la etapa que precede a la aparición
de puntas líticas, pero nosotros pensamos que es más
probable que los indios Joboides elaboraran sus pun-
tas de proyectil con un material perecedero, por ejem-
plo, madera, y que ellos dependieran de la caza al
igual que los Indios posteriores, que po3eían puntas
líticas. Como ya se ha indicado, los raspadores de los
complejos J oboides ante1·iores pueden interpretarse
como implementos que se1·vían para trabajar la ma-
E
5. Artefactos del complejo E l Jobo y uso de lanza. arrojadiza..
40 A rqueol.ogía Venezolana Epoca P aleo-I ndia 41
dera, esto es, para hacer lanzas; son demasiado gran- tencia de puntas pedunculadas, cerca de los raudales
des y burdos como para haber sido usados como r as- de Atm·es, en el Territorio Amazonas, al sur de Vene-
padores de pieles. zuela, acompañadas por un número de tiestos de cerá-
Las puntas lanceoladas del complejo El Jobo son mica de un est ilo no identificado.
muy similares a los especímenes hallados j unto con un Siguiendo la teoría de Schobinger, sostenemos a
mamuth en Santa Isabel Ixtapán, en el Valle de Mé- manera de conclusión que solamente las puntas lan-
xico (57). Material comparable también se halla en ceoladas --del tipo El J obo- son ca racter ísticas en
los Estados Unidos; por ejemplo, Alex Krieger (co- la época Paleo-India de Venezuela y que las puntas
municación personal) nos informa que el sitio de Wei- pedunculadas triangulares representan una supervi-
ser River, en el oeste del E stado de Idaho, "tiene casi vencia de la fo1·ma de vida Paleo-India du1·ante la épo-
todos los rasgos que posee El Jobo, inclusive las f or- ca Meso-India. Desde este punto de vista, las pocas
mas específicas de los raspadores y puntas de pro- puntas pedunculadas que Cruxent encontró en el com-
yect il. . . ". En la dirección opuesta Krieger nota que plejo Las Casitas, en las terrazas más bajas del Río
"las formas específicas del tipo de punta de E l Jobo Pedregal, acompañadas por un número mucho más
y las formas específicas de raspadores hallados en grande de puntas lanceoladas, r epresentarían el final
El J obo también abundan a lo largo de los territorios de la época Paleo-India y el comienzo de una t ransi-
de Argentina y Chile". El tipo de punta es común, por ción a la época Meso-India, en la cual las puntas pe-
ejemplo, en el complejo I de Ayarnpitín, de Argen- dunculadas llegaron gradualmente a predominar.
tina central, que t iene una fecha de carbono 14 de
7970 ± 100 años antes de la fecha actual ( 58) . Debe- B. OTROS HALLAZGOS
rnos esperar los descubrimientos futuros en las áreas
intermedias antes de poder hablar acer ca del signifi- 1
Desde la fecha de la preparación de nuesb·a mo-
cado de estas semejanzas. nografía técnica, se han descubierto cuatro depósitos
Las puntas pedenculadas del complejo Las Ca- Paleo-Indios adicionales en Muaco, Taima-Taima,
sitas, finalmente pueden ser comparadas a las del Manzanillo y Rancho Peludo. Sólo podemos comentar
complejo II de Ayarnpitín, de Argent ina central (59). estos hallazgos en una forma muy preliminar debido
Schobinger (60) ha sugerido que las puntas pedencu- a que se encuentran todavía baj o estudio. También
ladas pudieron haber sobrevivido en Argentina hasta hay un quinto yacimiento, Canaima, pero las consi-
la aparición de la cerámica. No nos so1·prendería si es- deraciones sobre éste se trata1·án en el capítulo Meso-
to también hubiese ocurrido en Venezuela, ya que en- Indio, a causa de que sólo ha producido puntas pe-
contramos una punta pedunculada en nuestras exca- dunculadas, y que, por lo tanto, según nuestra hipó-
vaciones de Punta Gorda en la Isla de Cubagua, en el tesis, representa una supervivencia de Ja forma
área de Porlamar, cuya fecha se remonta a la segunda de vida Paleo·India en la época posterior .
mitad del Período II y que coincide con la aparición Muaco. Desde 1952 hasta su muerte en 1961, el
de la primera cerámica en la isla (61). Además, Cru- geológo J osé Royo Gómez de la Universidad Cent ral
xent ha descubierto un taller que demuestra la. exis- ( 62) est udió un depósito de fósiles vertebrados en
42 Arqueología Venezolana Epoca Paleo-India 43
Muaco, cerca de la Vela de Coro, situado algo hacia otros testimonios de actividades Paleo-Indias ( 66).
el este de la boca del Río Pedregal, en cuya parte su- Algunos huesos de animales extinguidos fueron rotos
perior fueron realizados los hallazgos Joboides. El para extraer el tuétano, o los sesos en el caso de Jos
sitio se encuentra alrededor de un manantial que as- cráneos. Muchos huesos habían sido quemados. Otros
ciende en forma de canal a través de un depósito de poseen muescas como si hubiesen sido cortados por
sedimento fangoso, de dos a tres metros de espesor. el hombre (lámina 4, A), y algunos inclusive mues-
En el fango hay huesos de animales extinguidos que tran rastros de haber servido como yunques (lá-
aparentemente iban al manantial a beber agua y mu- mina 4, B, C).
rieron allí (lámina 1, B). Reptiles, pájaros y mamí- Un fragmento de punta lanceolada del tipo El Jo-
feros se hallan representados, y entre ellos hay formas bo fue obtenido in situ, mezclado con huesos de mamí-
extinguidas como lo son el mastodonte, el megaterio feros extinguidos, y otra punta completa se encontró
y el caballo americano salvaje. Los animales est.aban en la superficie del depósito. Había también in situ
adaptados a un clima húmedo; y la flora de la época un pedazo de raspador plano-convexo, parecido a
sólo podría prosperar bajo aquellas condiciones de aquellos encontrados en todos los complejos Joboides,
humedad, según los estudios de polen realizados por un probable cuchillo y algunos martillos líticos.
E. Medina y S. Steinhold. Tales condiciones no han Este es un típico matadero, ya que Jos animales
existido desde los tiempos de la última glaciación podían ser cercados más fácilmente mientras estaban
pleistocena, y por consiguiente Royo Gómez ( 63) atri- bebiendo que en otras oportunidades. Presumiblemen-
buye el depósito al Pleistoceno tardío. te, las puntas de proyectil fu eron usadas para matar
La parte superior del depósito, a una profundi- a los animales, luego éstos e1·an descuartizados con
dad de 0,5 metros, se ha erosionado fuertemente y un cuchillo; la piel y los huesos se limpiaron con un
desgastado por la acción atmosférica (64). Aquí y en raspador y los huesos eran rotos con los partidores.
el propio manantial, se encuentran huesos de anima- Los huesos g1·andes, que muestran señales de cor-
les modernos y restos de a.i·tefactos europeos, como taduras, pudieron haber servido de bases de apoyo,
botellas de vidrio, a causa de que el manantial toda- sobre las cuales la carne se colocaba para ser tasajeada.
vía suple con agua potable a los habitantes actuales Como es corriente en mataderos, no hay rasti·os de
de los alrededores. Pero la mayor parte del depósito habitación, los indios, aparentemente, cortaban la car-
parece haber permanecido inalterada desde el final ne en pedazos para transportarla con mayor facilidad
de la época glacial. a sus campamentos, que estaban situados en otros
Leyendo un informe anterior de Royo Gómez lugares.
( 65), Cruxent se enteró del sitio y decidió excavarlo Por medio de la Creole Petroleum Corporation,
con la esperanza de hallar huellas de restos humanos fueron analizados fragmentos de huesos quemados en
muy antiguos. En 1959, Cruxent excavó una trinche- el laboratorio de la Humble Oil Company, afiliada a
ra de 20 x 12 metros de profundidad de 2,5 metros aquella. Ellos dieron una fecha de 14.920 A. C. (67,A)
en una parte del sitio que no había sido alterada y Posteriormente, otros huesos del mismo yacimiento
tuvo la suerte de hallar artefactos así como también f ueron fechados por el laboratorio de la Universidad
44 Arqueología Venezolana Epoca Paleo-India 4;,¡
de Michigan y dieron una fecha de 12.780 A. C. (67, sus ex-alumnos, Eddie Romero, encontró madera fósil
B), como se indicó al comienzo del presente capítulo. en Manzanillo, un suburbio de Maracaibo. Allí, Cru-
A primera vista parece que las fechas se pueden xent (68) descubrió implementos de madera fósil y
relacionar al complejo El Jobo debido a que todos los piedras sin trabajar afloradas en la superficie, en un
rasgos diagnósticos de aquel complejo fueron hallados área limitada. No había huesos ni conchas; tampoco
en Muaco. Sin embargo, hay otra alternativa posible, puntas de proyectil. Los artefactos consistían en al-
y es que los Indios del complejo de Carnare y El Jobo • gunos implementos cortantes y un gran número de
debieron visitar sucesivamente el sitio y que, por lo raspadores, todos hechos de madera fósil. E3 digno
tanto, las fechas apuntan al primer complejo más bien de notar que los artefactos muesb·an poca regularidad
que al último. Es imposible decidir entre estas dos en cuanto a sus formas (lámina 3,G). Presumiblemente
alternativas porque los artefactos se mantienen ines- están asociados en un sentido general, al complejo
tablemente en los depósitos de fango, como lo es Mua- Camare (figura 3).
co, y no se puede esta1· seguro sob1·e si las fechas de Ranch-0 Peludo. En Rancho Peludo, al noroeste
carbono 14 se refie1·en o no a los dos fragmentos de de Maracaibo, los autores hallaTon cuatro implementos
puntas de proyectil. del tipo Manzanillo, aflorados a la orilla del Río Gua-
Taima-Taima. Durante marzo de 1962, Cruxent sare, debajo del depósito cerámico que será tratado
descubrió otro sitio similar a Muaco en Taima-Taima, en capítulos posteriores ( 69) . Aquí sólo es necesario
a unos 1.750 metros al este de Muaco. Las excavacio- decir que una muestra de carbono de la base del de-
nes en este sitio sólo comenzaron recientemente (lá- pósito cerámico, dio una fecha de 12.380 A. C. (70) .
mina 1,A) ; pero ya se han encontrado huesos de ani- Desde que esto cae dentro de la variación de la época
males extinguidos, rotos por el hombre, varios yun- Paleo-India, dudamos que pertenezca al depósito cerá-
ques y una serie de piedras que pudieron haber sido mico. En su lugar, esta muestra puede haber sido
usadas como percutores. Las puntas muestran hue- traida al sitio donde la encontramos por indios cerá-
llas de golpes, aunque no existe en esto mucha evi- micos, que excaban entierros (71). Para comprobar
dencia de manufactura. Cruxent también obtuvo un esta posibilidad se han planeado excavaciones adicio-
raspador crudo, diferente a los de El Jobo. Encontró nales en Rancho Peludo.
una concentración de material que parecía ser carbón
de leña, pero que después de ser analizado mostró
ser carbón de piedra (Apéndice, Y-1199).
Manzanillo. Con anterioridad Cruxent se ente1·ó
de la existencia de depósitos de madera fósil en la
Península de la Guajira, al norte de la ciudad de
Maracaibo (figura 2). El intentó proseguir este in-
forme con la idea en mente de que los Paleo-Indios
habrían adoptado el uso de madera fósil para sus
artefactos, pero no tuvo éxito sino hasta que uno de
Epoca Meso-India 47
La fusión de los glaciares en el hemisferío norte
cau;Só un levantamiento del nivel del mar. Este se
hallaba aún por debajo del nivel actual durante la
primera parte de aquella época, ya que los desperdi-
cios de nuestros sitios más antiguos: Cerro Iguanas
y El Heneal, en el área de Tucacas, y Punta Gorda y
4. EPOCA J1ESO-INDJA La Aduana, en la Isla de Cubagua se sitúan a una
profundidad máxima de 50 cm. debajo del nivel ac-
tual. Hay evidencia de que posteriormente, cuando el
agua hubo ascendido, Cerro Iguanas se convirtió en
una laguna costera separada del mar por una franja
La época Meso-India equivale al Período I de de arena. Aún más tarde, durante la época Neo-India,
nuestra cronología relativa. Para esta época tenemos la laguna se volvió cenagosa convirtiéndose en un
en Venezuela ocho fechas de carbono 14, de las cuales pantano de manglares (75).
las más antiguas se elevan a los años 3.800, 3.770 y Debe notarse, sin embargo, que la subida del
3.400 A.C. y provienen de Cerro Iguanas, en el área de nivel del mar no fue el único factor que afectó la
Tucacas, en la costa occidental; y 2.375 A.C., que pro- línea costera. La costa venezolana al oeste de Río Chi-
cede del sitio de Punta Gorda, en la Isla de Cubagua, co se estaba levantando gradualmente en aquel tiempo
en el áerea de Por lamar (72). Estas fechas coinciden :nientras la costa oeste se hundía (76). Asimismo,las
con una de 5.060 A.C. proveniente de Cerro Mangote, islas de Cubagua y Margarita se iban levantando.
un sitio Meso-Indio, en Panamá (73). Consecuencial- Estos cambios tienen que haber anulado gradual-
mente atribuídos hoy el comienzo de la época Meso- mente el efecto de elevación del nivel del mar en Cerro
India al año 5.000 A.C., aunque posiblemente pudo Iguanas. El Heneal, Punta Gorda y La Aduana.
haber comenzado antes. Esta época finalizó alrededor Hacia el E ste, el Golfo de Paria casi llegó a al-
del año 1.000 A.C. con la aparición de la agricultura canzar sus dimensiones actuales como consecuencia
intensiva en Venezuela, por primera vez. del levantamiento del nivel del mar, y retroceso en
Alrededor de 5.000 A.C., las condiciones glaciales la tierra. Trinidad se separó de tierra firme, pero
Y pluviales de la é-poca Paleo-India dieron orígen a el Orinoco continuó desaguando solamente a través de
un cJima muy semejante al actual. La temperatura sus bocas septentrionales y sin desaguar en el Golfo
tal vez fue un poco más cálida que hoy hoy en día, de Paria, por lo que las aguas de éste eran todavía
en cuyo caso, la zona de demarcación de la nieve considerablemente más salinas que en la época
habría estado un poco más alta de como está es la adual (77).
actualidad en los declives de la Sierra Nevada de El mastodonte y los otros grandes mamíferos
Mérida (7 4) . La pluviosidad fue probablemente simi pleistocenos se habían extinguido para la época, f or-
lar a la actual. zando así a los Meso-Indios a buscar otras fuentes
4'6 de alimentación. Indudablemente, el Meso-Indio con-
48 Arqueowgía Venezolana Epoca Meso-India 49
tinuó la caza de animales más ~queños que habían so- Tierra adentro, excepto en ]as á1·eas en donde
brevivido, pero éstos no proveían suficiente comida sobrevivieron los Paleo-Indios, es probable que los
para servir como fuente básica de subsistencia, ex- Meso-Indios dependiesen más de vegetales silvestres
cepto en áreas limitadas de1 interior, a juzgar por la que de la caza o de mariscos, juzgando por la situa-
desaparición de puntas de proyectil en la mayoría ción en otras partes de América que tienen un medio
de la.s regiones del país. Sólo encontramos puntas de similar, como por ejemplo, el valle de Tehuacán en
proyectil líticas en la Guayana venezolana en el sitio México (78). Desgraciadamente, restos de esta forma
de Canaima mencionado en el capítulo anterior y en de vida son muy difíciles de encontrar debido a la
suficiente cantidad como para mostrar la sobrevi- ausencia de conchas marinas. Conocemos sólo dos si-
vencia de la forma de vida PaJeo-India. tios eventuales: Miche1ena, en la hoya del Lago de
En la costa, los Meso-Indios cambiaron la forma Valencia, donde se hallaron majaderos y una piedra
de vida Pa1eo-India en una forma de alimentación ba- de moler asociada con huellas de habitación; el otro
sada en mariscos y como resultado han dejado grandes sitio es Capacho, en el área de San Cristóbal en los
concheros o montones de desperdicios que consisten Andes, en donde se encontraron, debajo del depósito
principalmente en conchas marinas, huesos de peces cerámico, desperdicios no cerámicos (79).
y restos de equinodermos. Puntas de proyectil líticas La transición de la recolección de plantas silves-
están prácticamente ausentes y en su lugar hay pun- tres a su domesticación es muy leve. Las excavaciones
tas de hueso que probablemente fueron usadas como de Mac Neish (80) en el valle de Tehuacán han demos-
partes de flechas o anzuelos para pescar. Los gran- trado que e] maíz, así como otras plantas, habían sido
des concheros se encuentran con facilidad y como re- domesticadas en p!ena época Meso-India. De Huaca
sultado hemos sido capaces de aprender bastante Prieta y otros sitios relacionados, se ha acumulado
sobre los Meso-Indios de la costa. Podemos distinguir evidencia de qu~ la agricultura había llegado al Perú
una serie de complejos, la serie Manicuaroide y cono- alrededor de 2.500 A.C. (81).
cemos otro número de complejos que aún no pueden Debe destacarse, sin embargo que los sitios men-
ser asignados a las series. El énfasis en la pesca, a lo cionados sólo tenían una forma rudimentaria de agri-
la1·go de la costa, tuvo una consecuencia importante. cu1tura. La pToducción de la cosecha probablemente
Hizo que los Meso-Indios que vivían allí se fa_miliari- no fue muy gJ·ande debido a los esfuerzos requeridos
zaran con el mar y adquirieran aparentemente la y así podemos affrmar que las plantas silvestres se-
habilidad de navegar, lo cual les permitió por primera guían siendo la fuente básica de alimentación, com-
vez colonizar las islas cercanas a la costa. Los prime- plementada por la caza y la pesca. Los arqueólogos
ros hallazgos, no solamente en Jas islas venezo1anas, llaman esta forma primitiva de agricultura "agricul-
sino también en las Indias Occidentales, datan de esta tura incipiente" para distinguir]a de la agricultura
época y hay indicios que permiten estab1ecer que Jos intensiva, que prevaJeció durante la época Neo-In-
indios que produjeron estos restos provinieron prin- dia (82).
cipalmente de la costa venezolana, Jo cual será discu- Teóricamente, los indios de Venezuela que vivie-
tido más adelante. 1·on alejados de la costa y que subsistían principalmen-
50 Arqueología Venezolana Epoca Meso-India 51
te de Ja recolección de vegetales silvestres, debieron costeños, recolectores de tien-a adentro y agriculto.req
adquirir la agricultura incipiente antes de terminar incipientes. Trataremos acerca de estos tipos :i
la época Meso-India. Hay dos fuentes probables: 1) continuación.
Maíz y productos asociados que pueden haberse pro-
pagado en el occidente de Venezuela, desde sitios más A. SOBREVIVIENTES PALEO-INDIOS
al oeste de Suramérica, en donde, como hemos visto,
estos productos agrícolas se difundieron en una época El sitio de Canaima está ubicado en una sabana
relativamente temprana. 2) Los Meso-Indios de Ve- al oeste de Salto de Hacha, a unos 4 kilómetros de
nezuela oriental pudieron haber domesticado la yuca Canaima, en el Estado Bolívar (figura 2). Por estar
como lo ha sugerido Sauer (83). localizado en la Guayana venezolana queda realmente
La cerámica está presente en la mayoría de los fuera de los límites geográficos del presente trabaJo,
sitios donde encontramos agricultura incipiente todo pero lo incluiremos de todos modos debido a que P~ el
lo cual se ha estudiado en la parte occidental de Lati- único ejemplo claro de sobreviviencia de la forma de
noamérica a través de los hallazgos de Tehuacán, el vida Paleo-India en la época Meso-India.
complejo de Monagrillo en Panamá, Barlovento y El sitio fue estudiado por Cruxent en octubre
Puerto Hormiga en Colombia y el complejo Valdivia de 1959. Es un sitio de campamento o un taller <le
en Ecuador; pero está ausente en los complejos de trabajo semejante a los de El Jobo, y sus artefactos
caza pura, pesca y recolección (84). Estos yacimien- están h echos casi exclusivamente de jaspe, material
tos tienen fechas de carbono 14 que oscilan de 3.000 que abunda en Ja región. Los artefactos incluyen pun-
a 2.000 años A. C. (85). Por lo tanto, si queremos tas de proyectil triangulares con pedúnculos y aletas,
encontrar los restos de agricultores Meso-Indios en raspadores y martillos de piedra. Las puntas de p1·0-
Venezuela, debemos investigar sitios que posean cerá- yectil se parecen a la mayoría de las halladas en la
mica que date de 2.000 A. C. en los cuales no existe terraza más baja de El Jobo y los raspadores son pla-
evidencia de que la agricultura fuera la fuente básica no-convexos, como en este sitio (lámina 6). No en-
de subsistencia. En la época en que escribíamos nues- contramos artefactos de hueso, concha o cerámica.
tra monografía técnica no conocíamos ninguno de estos Es de suponer que las puntas pedunculadas esta-
restos. Desde entonces, Cruxent descubrió y, juntos ban enmangadas para lograr dardos similares a los
excavamos el sitio cerámico de Rancho.. Peludo, en el de Ja época Paleo-India, ya que estas puntas son con-
interior del área de Maracaibo, que cumple con esto~ siderablemente más grandes que las puntas de flecha
requisitos; Gallagher (86) cree haber encontrado un modernas. Son aún más numerosas que las puntas de
depósito similar en la base de un conchero en La Pitfa, proyectil en El Jobo, y de este hecho deducimos que
no muy alejado de Rancho Peludo ( Fig. 3). Como re- los Indios de Canaima subsistieron esencia!m!:nte de
sultado, poseemos ahora por primera vez evidenci-t la caza de pequeñas presas que habitaron la sabana.
de los cuatro patrones de vida que supuestamentP La edad del complejo se desconoce. Ya hemos
existieron en Venezuela dm·ante la época Meso-India, expuesto nuestras razones por las cuales atribuimos
esto es, de los sobrevivientes Paleo-Indios, pescadores este complejo a la época Meso-India : debido a que
52 Arqueología Venezolana Epoca Meso-!ndia 53
las puntas pedunculadas comenzaron a aparecer ha- subsisten básicamente de Ja caza. Desafortunadamen-
cia fines de lá supuesta secuencia de El Jobo (una te, no conocernos hasta ahora nada acerca de los an~
sola punta pedunculada fue ha11ada en el sitio Meso- tepasados de estas tribus. Nuestro conocimiento ar-
Indio de Punta Gorda) y en particular debido a que queológico de la gente cazadora termina con el com-
puntas pedunculadas fueron encontradas mezcladas plejo de Canaima.
con cerámica Meso o Neo-India en los raudales de
Atures, en el Territorio Amazonas. B. SERIE MANICUAROIDE
El complejo de Canaima probablemente se difun- Volviendo ahora a nuevas formas de vida que se
dió por todas las Guayanas ya que se han hecho ha- desarrollaron durante la época Meso-India, conside1·a-
llazgos aislados de puntas pedunculadas en varios si- remos primero a los pescadores costeños. Aquí hemos
tios, tanto en la Guayana venezolana como en la bri- podido distinguir una sola serie, que consiste en cua-
tánica (87). N'o sabemos cuánto tiempo duró, pero tro complejos: Cubagua, Manicuare, Punta Gorda y
eventualmente la lanza o dardo dio paso al arco Y Carúpano. Sólo se conocen bien la costa oriental y las
Ja flecha y a la cerbatana y con esto la forma de vi- islas adyacentes (figura 6). Debido a que este com-
da Paleo-India, como la definimos nosotros, llegó a plejo se concentra en las islas y en la península de
flG . 6 Araya, la cual igualmente se halla a 10 largo de la
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. 7· Artefactos del complejo Manicuare y probable enmanga-
F 1g.
miento de una punta ósea.
C110NOL0411A OE L.A SERIE lllAlllCU~OIOE
Los sitios de la serie Manicuaroide consisten de
su fin. Sin embargo, la caza no cesó, ya que hay tri- enormes montones de conchas y otros restos de co-
bus a lo largo del Alto Orinoco y de sus afluentes que mida marina. En uno de estos concheros se halló un
54 A rqueowgia Venezolana Epoca Meso-India 55
entierro humano el cual carecía de objetos funera- consiste en la forma de emplear conchas para la ma-
rios. Los artefactos más característicos de la serie nufactura de artefactos. El complejo Cubagua sólo
Manicuaroide son puntas de proyectil de hueso, que presenta copas o conos (figura 7, F), ma1'tillos y un
se cree fueron enmangadas en flechas parecidas a disco de concha. A esto se suman, en el complejo Ma-
las que todavía se elaboran a lo largo del Alto Ori- nicuare, gubias de concha, que consisten en st?gmen-
noco (figura 7). Posiblemente se usaron en la pesca tos de la espiral exterior de la caracola que ha sido
y también en la caza. Igualmente hay piedras pe- biselada f 01·mando un borde cortante sin que el resto
queñas de dos puntas que pudieron ser utilizadas en de la concha haya sido tratada (figura 7, B; lámina
la caza, ya sea como hondas o como parte de bolas, 7, A) ; cuentas de concha y colgantes de concha (figu-
otra alternativa es que pudieron haber tenido alguna ra 7,D), elaboradas típicamente en forma de dientes
función ceremonial (figura 7). Finalmente, la serie se incisivos (figura 7, E; lámina 7, C). En el complejo
caracteriza por poseer piedras de moler planas, que de Punta Gorda, también hay puntas de proyectil de
bien pudieron servir para machacar el maguey, pues concha hechas como las puntas de hueso, hachas de
esta planta es todavía hoy día la fuente alimenticia concha y una f01·ma más elaborada de pendientes. Una
básica de los pobladores. sola punta lítica fue encontrada aquí, como ya dijimos
La serie recibió su nombre del sitio de Manicua- (90), la cual puede ser considerada intrusiva y pro-
re, en la península de Araya, al otro lado. de la ciudad viene posiblemente del complejo de Canaima.
de Cumaná, donde excavamos por primera vez en 1950. El hecho de que la gubia de concha se agregue
Sin embargo, se conoce mejor por el inmenso conchero ahora al inventario de artefactos, nos parece particu-
de Punta Gorda en la Isla de Cubagua, en donde una larmente significativo. El complejo original de Cu-
de nuestra excavaciones en 1956-57 alcanzó una pro- bagua no contiene artefactos que pudieran haber sido
f undidad de cuatro meti·os (lámina 5, A). Encontra- usados en la hechura de canoas monóxilas, de lo cual
mos el complejo Cubagua en el fondo del conchero, deducimos que los indios debieron navegar desde tierra
el complejo M:anicuare en la pa1·te media y el com- firme a las islas en balsas. La adición de la gubia al
plejo P unta Gorda en la parte alta. El complejo C~ complejo Manicuare tuvo que haber posibilitado la
bagua dio una fecha de carbono 14, de 2.325 A. C., manufactura de canoas monóxilas de interior vaciado,
y el complejo Manicuare data de 1.730 y 1.190 A. C. lo que constituiría una gran ventaja para un pue-
(88) .El complejo Punta Gorda no fue fechado direc- blo marítimo.
tamente, pero contiene c~rámica obtenida por true- Poco se conoce acerca del cuarto complejo de la
que del estilo El Mayal, que es de 100 a.ños D. C. (89). serie Manicuaroide, el complejo Carúpano. Fue encon-
Este dato sirve para ubicar el complejo en nuestro trado debajo de Jos estilos cerámicos en nuestras exca-
Período II y, consiguientemente, en Ja época Neo-In- vaciones de 1955 y 1957, en El Mayal l, sitio que se
dia, antes que en la Meso-India, pero lo discutiremos halla en el á1·ea de Carúpano a lo largo de la costa
aquí de todos modos, ya que representa una sobrevi- oriental (figura 3). Lo incluimos en la serie Mani-
vencia de la forma de vida Meso-India en la N eo-lndia. cuaroide principalmente a causa de la presencia de
La diferencia básica entre estos tres complejos gubias de concha. La serie ::\fanicuaroide parece haber
56 Arqueología Venezolana Epoca Meso-India 57
sido un desarrollo local. Ilustra claramente el movi- rias piedras de moler. En Cerro Iguanas la producción
mi ento Meso-Indio de la costa venezolana hacia las fue mayor, incluyendo hachas líticas burdas y un lar-
islas contiguas (figura 6). Si esta migración conti- go alfiler de hueso (lámina 8A, B). Una muestra de
nuó hacia las 1ndias Occidentales o no, es discutible. carbono de El Heneal y tres de Cerro Iguanas han si-
Hasta ahora no se han hallado sitios Meso-Indios en do analizadas por el laboratorio de Yale, dando fe-
las Antillas :Menores. Se encuentran en las Islas Vír- chas de 1.550, 3.770, 3.400 y 3.800 A. C., respectiva-
genes, Puerto Rico, la República Dominicana y Haití, mente (93).
pero contienen artefactos diferentes a los de la ser ie PiedTas de moler semejantes a los del complejo
Manicuaroide. Sólo cuando lleguemos a Cuba, la isla El Heneal, se encontraron en los concheros de Cerro
más a lejada de Venezuela (figura 1), encontraremos Mangote, en Panamá, y debajo de niveles que con-
nuevamente gubias de concha y otros artefactos seme- t enían cerámica, en la cueva de Loiza, en Puerto Ri-
jantes a los de Manicuare. Es probable que hallazgos co. En Cerro Mangote alcanzan una fecha de car-
similares aparezcan eventualmente en la región inter- bono 14 de 5.060 A. C. El significado de estas ana-
media. Como una alternativa posible, Rouse (91) ha logías se desconoce.
sugerido que los indios Manicuaroides pudieron haber Ha-llazgos de Tierra Adentro. El complejo Mi-
sido arrojados accidentalmente a la isla de Cuba por chelena, ya mencionado, consiste en un fragmento de
tormentas, y que de allí saltaron a las islas interme- una piedra de moler, dos majaderos, dos hachas líti-
dias. Otros arqueólogos (92) prefieren hacer deTivar cas acanaladas y una piedra-ma1-tillo, todos los cua-
a los Meso-Indios como provenientes de Florida, en Jes fueron hallados en un teneno cubierto de ceniza
donde se han encontrado artefactos un tanto idénticos. donde se construía una fábrica, en un barrio indus-
trial de la ciudad de Valencia (figuTa 2). Ko poseemos
C. OTROS HALLAZGOS NO CERA.MICOS evidencia sobre la edad de este material; lo ubicamos
en el Período I, porque deduj imos que precede a la
Complejos costeños. Hay dos complejos coste- aparición de la ce1·ámica en Venezuela.
ños adicionales de la ser ie Manicuaroide que se cree En Capacho, estación cabecera del estilo del mis-
datan del Período I: Cabo Blanco, en el área de La mo nombre, en el área de San Cristóbal, en Los Andes
Guaira, y El Heneal, en el área de Tucacas, ambos a (94), Helmuth Fuchs (95) del Museo de Ciencias
una distancia considerable hacia el oeste a lo }argo de Naturales de Caracas, halló recientemente un depósito
la costa (figura 2) . Cabo Blanco es muy poco cono- no cerámico que consistió fundamentalmente en con-
cido para ser discutido aquí. En la otra dirección, chas terrestres situado debajo del nivel cerámico. Es-
Cruxent excavó extensivamente dos s itios del comple- te depósito fue excavado posteriormente poi· Cruxent,
jo El Heneal, el yacimiento cabecero, y un conchero Fuchs y E1·ika \Vagner, pero el material aún no ha
grande en Cerro Iguanas, un poco más hacia el oeste. sido estudiado. Lo ubicamos provisionalmente en el
En El Heneal los resultados fueron decepcionantes en Período I, bajo Ja suposición de que puede remontarse
lo referente a los a1·tefactos encontrados; Cruxent só- a una fecha anterior a la aparición de cerámica en
lo obtuvo algunos martillos lít icos, un yunque y va- Venezuela occidental.
58 A rqueowgía V enezolana Epoca Meso-India 59
D. COMIENZO DE LA SERIE DABAJUROIDE lámina 9, E-G). Algunas vasijas tenían bases circu-
lares y otras anulares altas y abiertas que ocasional-
Cruxent (96) descubrió un extenso sitio de habi- mente estaban perforadas (lámina 9, A). La super-
tación en Rancho Peludo, en el Río Guasare, en la ba- fi cies exteriores de las partes bajas de las vasijas fre-
se de la Península Guajfra, en el extremo occidental cuentemente aparecían coarrugadas por efecto de la
de Venezuela (figura 3). Como ya hemos señalado, impresión de tejidos o por el frotamiento de los de-
puede existir un depósito Paleo-Indio más antiguo en dos sobre el barro húmedo (figura 8, B; lámina 8, E) .
este sitio, pero por ahora nos limitaremos a la ocupa- Los cuellos llevan a veces una o dos franjas dejadas
ción cerámica subsiguiente. por el lomo que se forma en la unión de los anillos
Entierros de urnas, tiestos de cerámica y otros de barro que constituyen la pared de la vasija (Figu-
desperdicios afloraron en la bari·anca fluvial a una ra 8, B; lámina 8, E). Fuera de esto, la ÚI].ica deco-
profundidad de 1 - 3,3 metros por debajo de la super- ración consistía de tiras o protuberancias de barro
ficie. Excavando allí en 1957, Cruxent observó car- aplicadas a las supe1·ficies, o de punteado hecho al
bono que el laboratorio de Yale fechó en 2.820 años imprimir alguna herramienta en el barro húmedo. La
A. C. (97) Como en aquel entonces ésta era la mayoría de los diseños son geométricos (figura 8, e;
fecha más antigua de cerámica en el Nuevo Mundo, lámina 9, C, D) pero algunos se presentan en forma
pareció prudente chequear esto y así Cruxent, Rouse de cabezas humanas (láminas, 5, B; 9, B).
y Maruja Rolando de Roche reexcavaron el sitio, en Encontramos fragmentos de budare parecidos a
1961, obteniendo doce muestras adicionales de carbo- los más recientes budares Neo-Indios del oriente de
no 14, de las cuales seis han sido analizadas por el Venezuela que fueron usados para hacer pan. Esto
laboratorio de Yale (98). Las dos fechas más anti-
guas parecen pertenecer al depósito Paleo-Indio. El
resto oscila entre 2.668 a 363 A.C., por lo cual se pre-
sume que esta sea la fecha en que los Meso-Indios
habían comenzado a hacer cerámica ( 99).
La cerámica pertenece a una serie que nosotros
denominamos Dabajuroide, la cual se difundió a tra-
vés de la Hoya del Lago de Valencia y a lo largo de
la costa Caribe, en la época Neo-India. Dos estilos de
esta serie están representados en este sitio, pero aquí
sólo trataremos el primero de ellos, o sea el llamado
Rancho Peludo (figura 9). Sus tiestos son algo grue-
sos y ásperos, con desengrasante de arena y provie-
nen de bols con bordes contraídos o también de ollas
con cuellos que llevan el borde saliente (figura 8, A;
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rie Dabaj uToide consta de dos aspectos: 1) L'n des- IOOOWk > ' ~ -1-
arrollo local (ti·adición) dentro de las áreas costeras ~
de Maracaibo y Coro, y 2) Un horizonte que se di- ~ "
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fundió de una fase final de la tradición local en dos ~-------
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direcciones: a) Hacia el sur, a través del Lago de ¡.. 1
Maracaibo y luego hacia el área de San Cristóbal, en ---·---··
Los Andes, y b) Hacia el este, a lo largo de la costa,
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a través de Puerto Cabello, Barcelona y Cumaná y
después hacia las islas y el área de Porlama1· ( figu- i
~
ra 2). Los estilos que pertenecen a estas divisiones •eo
son los siguientes: 1) Rancho Peludo, Guasare y Da- ...
bajuro; 2, a) Capacho y La Muiera, y 2, b) Cumarebo, ¡
e_,
Guaraguaro, Punta Al·enas y Playa Guacuco (figu-
ra 9). La cerámica tardía de las islas holandesas de e
Aruba, Curazao y Bonaire también pertenece a la se- •
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rie Dabajuroide (122). a
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La inf ormación relacionada con estos estilos que • o ~
se posee es desigual. Conocemos los estilos más anti- !!
guos de Rancho Peludo y Guasare solamente por las
excavaciones de Cruxent de 1957 y de nuestras exca-
vaciones conjuntas en el sitio de Rancho Peludo, en e i o '
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1961, que ya han sido discutidas. Dabajuro, el yaci-
miento cabecero, está estudiado principalmente me-
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occidentales, en urnas. No hay estructuras de ninguna a considerar a los otros elementos venezolanos esto
especie, ni siquiera hay prueba de manifestación r e- es, las series Tierroide y Ocumaroide (137). '
ligiosa alguna, excepto cuando se trata ocasionalmen- Volviendo al problema propuesto al comienzo de
te de figuras de barro encontradas en el occidente. este capítulo, pode.mos preguntarnos cuándo comenzó
Son frecuentes las hachuelas líticas trapezoides, co- el cultivo intensivo del maíz en la ¡;erie Dabajuroide.
mo también los metates y las manos, Amuletos de La respuesta más simple sería decir que llegó con las
piedra y majaderos líticos tallados que se relacionan influencias de Colombia y América Central que acaba-
con el estilo Dabajuro, y gubias de concha relaciona- mos de describir, vale decir, durante el período IV.
das con el estilo Guaragua1·0. Sin embargo, la dirección en que estas influencias se
En nuestra monografía técnica (133), sugeri- desplazaron -ya sea desde o hacia Venezuela- no·
mos que la serie Dabajuroide se desarrolló a partir result:i clara (esto será discutido más adelante) (138).
de un trasfondo Tocuyanoide. El descubrimiento de Es probable que ellas se difundieran desde Venezuela
la secuencia de Rancho Peludo hace esto improbable, a Colombia e inclusive también a Centroamérica. Aún
ya que la serie Dabajuroide parece ser más antigua más, el Período IV es probablemente demasiado ta-r-
que la Tocuyanoide. Ko conocemos el origen del es- dío, ya que la agricultura intensiva parece haber exis-
tilo Dabajuroide más antiguo. La transición de éste tido con anterioridad en la serie Tocuyanoide, en la
al estilo Guasare tiene que considerarse · como un segunda mitad del Período II ( 139). Nosotros, senci-
desarrollo local, debido a que hay escasas pruebas de llamente, no sabemos cuando apareció por primera
influencia extranjera. El cambio de Guasare a Da- vez la agricultura intensiva en la serie Dabajuroide.
bajuro, por el contrario, puede deberse a difusión. Tal vez lleguemos a sabe1· algo al respecto en el fu-
Ciertos rasgos, tales como patas huecas y figurine;; turo cuando reanudemos el trabajo en Rancho P e-
son derivables de la serie Tocuyanoide, pero los diseños ludo, esto es, obteniendo una muestra más completa
pintados, en particular, apuntan hacia otras direc- de budares, metates y manos de moler que nos per-
ciones. Elementos tales como trazados lineales y pa- mitan determinar cuando la yuca dio paso al maíz.
ralelas rectas relacionan a Dabajuro, por un lado con Finalmente, unas palabras relacionadas con la di-
la serie Tierroide de Venezuela occidental y la se- fusión del horizonte desde la cuenca del Lago de Ma-
rie Ocumaroide de Venezuela central, y, por el ob·o racaibo durante el Período IV. ~osotros vemos esto
lado, con el Segundo Horizonte Pintado de Colombia como el resultado de la migración más bien que de
noroccidental ( 134), y en un grado menor con la la difusión de rasgos cerámicos, porque la serie apa-
cerámica Chibcha de las alturas colombianas ( 135) rece relativamente pura en todas sus apariciones y
y con Coclé en Panamá (136). Grecas y líneas con muestra muy poca mezcla con rasgos locales. Es más,
triángulos y figurines claviformes por los bordes la serie tuvo fuertes influencias sobre varios estilos
también forman parte de este horizonte ampliamen- locales, especialmente sobre los de la serie Ocuma-
te difundido, aunque su existencia es más esporádi- roide, de que se tratará más adelante.
ca. Sería mejor posponer la discusión acerca del ori- . . Es digno de recordar que budares de barro que
gen del horizonte hasta el momento en que entremos md1can el cultivo de la yuca, están prácticamente
82 Arqueología Venezolana Epoca Neo-India: Venezuela Occidental 83
ausentes, inclusive en los estilos más orientales de Ceno Machado es el único estilo adicional basado
la serie Dabajuroide, aunque son corrientes en los en excavaciones. El yacimiento que lleva este nombre
sitios cercanos a los estilos locales. De esto se infiere fue excavado por Cruxent en 1956 cuando había indi-
que la gente Dabajuroide trajo consigo la agricultura
del maíz y que a medida que se iba desplazando hacia
el este, lo introducía en el área del cultivo de la yuca. FIG 11 .
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cho más sencilla. Consta solamente de cinco estilos:
Tocuyano y Sarare, en el área de Barquisimeto; Aero-
dromo, en el área montañoso de San Felipe ; Agua 11
_,. aol~; TOCUYAhO :
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Blanca, en el área adyacente de los Llanos de Bari- W(SO•
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material arqueológico que date de la segunda mitad IV t A.tfO
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del período II, este material pertenecería a la serie - 1000-
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Tocuyanoide. 111 111
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C. SERIE TIERROIDE
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La serie final del occidente de Venezuela en el lllESO-
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área montañosa de Barquisimeto tomó el nombre del MIOIO 1 1
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yacimiento y por el estilo Tierra de los Indios, (figu- e.e.
ra 2). Hay cuatro estilos adicionales fuera del yaci-
PAL.f~
111010
-- --
•1.000
miento cabecero: Chipepe, Mirinday y San Pablo en
CftONOL.OQIA DE Lll IEftlE TIERROIDE
las partes adyacentes de las montañas, en las áreas
de Mérida, Ti·ujillo y San F elipe respectivamente; y
Caño del Oso en el área de los Llanos de Ba.l'inas. El
estilo San Pablo también se extiende por el á1·ea de
Puerto Cabello, en la costa. Así vemos que la serie
Tierroide tiene Ja misma distribución geog1'áfica que
la serie Tocuyanoide precedente, excepto que se en-
cuentra en una zona un poco más hacia el oeste de la El estilo Tierra de los Indios se conoce princi-
costa y se extiende también un poco más hacia Jas palmente por las excavaciones de Osgood y Howard
montañas. Está limitada en tiempo a los Períodos IV (143) realizadas en el yacimiento cabecero y por el
y V, siguiendo de inmediato al último estilo de la se- Hno. Nectario María, acerca de Guadalupe. Kilder
1·ie Tocuyanoide (figura 13). (144) excavó en Mirinday en 1943. Cruxent también
examinó los yacimientos cabeceros de Chipepe y Ca-
88 Arqueología Venezolana E poca Neo-India : Venez·uela Occidental 89
Pablo ( 145).
La cronología de estos yacimientos está basada
en difru·entes lín€as de evidencia. Primero hay estrati-
gi·afía en el sitio Tocuyano, a Ja cual ya se ha hecho
r eferencia (146). En segundo lugar estamos en capa-
cidad de seriar Tocuyano, Sarare y Tierra de Jos In-
dios, en el área de Barquisimeto, de manera que Tie-
rra de los Indios deben ser el último estilo. Tercero:
poseemos una fecha de carbono 14 de 1.350 D. C. para
el sitio de Mirinday (147). Finalmente, se ha encon-
b·ado c€rámica del estilo de Tierra de los Indios aso-
ciada con artefactos españoles en un cementerio indí-
gena en Guadalupe y en el sitio de Ja Misión española
de Santa María Arenales y San Javier d~ Agua Cu-
Jeb1·a. Tiestos del estilo de San Pablo también fueron
hallados en el último sitio mencionado (148).
Aunque los tiestos del estilo Tierra de los In-
dios va1·ían considerablemente, algunos de ellos son
de los mejor elaborados que se han encontrado en Ve-
nezuela; son delgados, finos y duros. Tienen arena
muy fina como desengrasante. Ocasionalmente llevan
una cinta en el cuello como en la serie Dabajuroide,
pero de resto no presentan ninguna aspereza en las
sunerficias como es el caso Dabajuroide. Por el con-
antiguas las tenemos para el este, aunque la ser ie pa- ()sgood y !Howard ( 164) , iniciaron las excavacio-
rece haber sido intrusiva allí, por lo cual la discutire- nes en la parte este de la serie al excavar en 1941 en
mos en el capítulo sobre Venezuela Central. Los Barrancos, el yacimiento cabece!'O del sitio del
Hay tres estilos en la parte central de la serie: mismo nombre. Nosotros hallamos la secuencia en-
La Cabrera, El Palito y Taborda, el primero en la tera de estos estilos en nuestras excavaciones, en el
hoya del lago de Valencia y los otros dos en el ár ea sitio de Saladero, en 1950. Este mismo año llevamos
adyacente de Puerto Cabello en la costa, y dos estilos a cabo un sondeo en el propio pueblo de Barrancas,
en el oriente: Barrancas y Los Barrancos en el Bajo que es el yacimiento cabecero del estilo que lleva ese
Orinoco (figura 2). Los Barrancos se convirtió en un nombre. Volvimos en 1955 para obtener otra mues-
tercer estilo, Guarguapo, el cual se prestaría a ser tra de carbono 14 del sitio de Saladero, y nuevamen-
incluído aquí porque conserva muchos i·asgos Bar1·an- te en 1957 cua ndo trabajamos en Guarguapo, el yaci-
coides, si no fuera porque tiene más rasgos de la se- miento cabecero de este estilo.
rie Arauquinoide, la cual aparentemente se difundió Durante el transcurso de nuestros diversos via-
río abaJo del Orinoco :Medio ( 161). Aún así, discuti- jes al área de Barrancas también hicimos un sondeo
remos aquí el trabajo realizado sobre el estilo Guar- a la región circundante que es de interés debido a
guapo y su cronología, ya que están íntimamente re- que revelan que la población del lugar se expandió
lacionados con nuestra investigación sobre los esti- con frecuencia. Tenemos noticias sólo de cinco sitios
los Ba1·rancoides locales. en los cuales predomina la cerámica del estilo de Ba-
El Profesor Mario del Castillo fué el p1·imero rrancas incluyendo uno en Puerto Ordaz, la ciudad
que investigó un sitio de la serie Barrancoide, cuan- del hierro, situada a cierta distancia río arriba. Ce-
do excavó en Los Tamarindos, el yacimiento cabecero rámica del estilo Los Barrancos se obtuvo en 9 si-
del esti lo La Cabrera en 1930-32. Fué seguido en tios en cantidad apreciable, uno de los cuales se en-
1933-34 por Alfred Kidder II ( 162), quien realizó nu- cuentra en Tucupita, dentro del delta del río; y ce-
merosas excavaciones estratigráficas en Los Tama- rámica del est ilo Guarguapo se obtuvo en trece si-
rindos. En 1945, Antonio Requena, ~'alter Dupoy Y tios (165).
Cruxent llevaron a cabo excavaciones estratig1·áficas La clave para la cronología del grupo central de
similares de un alcanze mayor, en El Palito y en estilos la constituye Los Tamarindos. Aquí, Kidder,
Trompis, yacimientos éstos pertenecientes al estilo (166) halló dos series de estratos, uno bajo que con-
costeño de El Palito (163). Cruxent y sus alumnos de tenía arena y arenisca evidentemente depositados por
la Universidad Central continuaron estas excavacio- el lago cuando este alcanzó su nivel máximo, esto
nes en 1957, excavando en dos sitios adicionales del es, durante el Período III; (167) y uno más alto
estilo El Palito, o sea en Aserradero y P laya Ocuma- compuesto principalmente por humus formado des·
re. El otro estilo costeño, Taborda, se conoce sólo a pués de que el lago había bajado nuevamente, o sea,
través de excavaciones de sondeo realizadas por Cru- durante el Período IV. El estrato más bajo contenía
xent en el yacimiento cabecero en 1957. cerámica del estilo de La Cabrera y el más alto ce-
rámica del estilo de Valencia. de acuerdo con la ero-
102 Arqueología Venezolana Epoca Neo-India: Venez·uela Central 103
IV en parte porque está influído f uertemente por
FIG.17 .
... otros estilos de aquel períono y en parte por la pre-
. sencia de un tiesto de comtrcio del estilo Valencia.
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..... ,.. :: La sub-serie Orinoquense se basa principalmen-
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te en la secuencia que obtuvimos en el sitio de Sala-
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V V dero. Como se notará más adelante, (170) encontra-
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Los tiestos de los estilos Barrancas, Los Barrancos, Y
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(171). Obtuvimos cinco fechas de carbono 14 válidas
11 11 para estos estilos, (172) que son: Estilo Barrancas:
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- 985, 955 y 930 A. C. ; ( 173) Estilo Los Barrancos:
MlSO
lllfDlO 1 1 510 D.C.; (174) y Estilo Guarguapo: 1640 D.C. (175)
1 - - t-tooo- Esto confirma la estratigrafía practicada en la
a.c.
Pit.LIO-
-- - "
parte más alta del sitio, pero no la sucesión del estilo
'"°'º ... 15.000 Saladero y la cerámica Barrancoide, porque las fechas
CftOllOL.OllA K L.A •11t1r IAMAllCOIDI: del estilo de Barrancas abarcan parcialmente las del
estilo de Saladero, las cuales varían de 1010 a 700 A. C.
nología expuesta en la figura 17. (176) Sin embargo, colocamos a Saladero en el primer
El estilo El Palito es contemporáneo del de La cuarto del Período II y Barrancas en el segundo cuarto
Cabrera ya que los dos son tan semejantes, lo cual (figuras 28 y 17), porque se debe dar preferencia a
ha sido confirmado por dos fechas de carbono 14 de la estratigrafía y no a las fechas de carbono 14, en
260 y 290 D.C. para el sitio de Aserradero (16~). tanto que las otl·as condiciones permanezcan iguales
Sostenemos que ambos estilos se originaron con prio- (177). Varios hallazgos de tiestos de comercio, que al
ridad, hacia fines del Período II, por la presencia en comprobar la contemporaneidad del estilo Barrancoide
El Palito de tiestos comerciales de Saladero, algunos con relación a otros estilos, que n o necesitan ser deta-
de ellos decorados con diseños rayados o en rejilla que llados aquí.
como veremos (169) son indicadores para ese sub- Lógicamente deberíamos comenzar por describir
período. El sitio de El Palito también contenía tiestos la cerámica de los estilos del Centro de Venezuela ya
de comercio del estilo de Los Barrancos del Bajo Ori- que la serie tiene más probabilidad de ser originaria
noco, del estilo Ocumare en el área local, así como tam- de esa parte del país. Pero, siendo posteriores, los esti-
bién de Aroa, y de un estilo Dabajuroide occidental, to- los Centrales Venezolanos muestran más influencias
dos los cuales concuerdan con la cronología dada en la de otras series, y por consiguiente, se puede obtener
figura 17. Colocamos al estilo Taborda en el Período una mejor impresión de la serie Barrancoide si se
104 Arqueología Venezolana Epoca Neo-India: 'Ven ezuela Central 105
estudian plimero sus miembros Orinoquenses. chicha durante las festividades, como lo informan los
primeros exploradores de la hoya del Orinoco (178).
La decoración Barrancoide se caracteriza por una
combinación de modelado e incisión, ya sea sobre las
panzas de las vasijas, sobre rebordes, o sobre el cuello
o sobre los apéndices de la vasija. Ocasionalmente, las
panzas están decoradas con grandes rostros humanos
(lámina 32,B), pero de modo más frecuente las pan-
zas así como también los bordes llevan figuras geomé-
tricas, tales como puntos, espirales, y motivos en forma
de miembros o patas (figura 18,D). Los apéndices y
las figuras sobre los cuellos son característicamente
p1·ismáticos en su forma, y representan cabezas hu-
manas o de animales. Los ojos y las ventanas de la
nariz en forma de roscas con incisión y círculos y es-
pirales son típicos (lámina 31,A). Otras figuras son
incisas, sobr~ la parez de la vasija llevan de vez en
cuando punteados, audaces y relativamente sencillos
(figura 18,B).
Barrancas posee también rasgos que se pueden
atribuir a infruencias Saladoides: asas acintadas ver-
ticales (lámina l ,B) ; engobe rojo, negro o amarillo,
Fig. i8. Cerámica del estilo Barrancas. que cubre zonas demarcadas por líneas incisas (figu-
ra 18,A), y menos frecuentemente con di8eños pinta-
Los tiestos del estilo de Bar rancas son frecuente- dos en blanco sobre rojo (los cuales se hallan sobre
mente gruesos, pesados y toscos, aunque sus superfi- tiestos del estilo Barrancas y por lo cual no deben
cies son lisas y finas. Siempre llevan desengrasante considerarse como artículos de comercio). Tanto las
arenoso y provienen poi· vía arquetípica de bols con asas acintadas como los diseños pintados en blanco
bases anu l ar~s cortas y sólidas, lados verticales, y sobre rojo aparecen como f uera de lugar, ya que, como
rebordes horizontales salientes alrededor de la aber- sucede en la cerámica Saladoide, se encuentran en una
tura (figura 18). Son frecu entes botellas con verte· proporción relativamente pequeña que contrasta fuer-
deros dobles conectados por asas acintadas (lámina temente con la impresión masiva, audad, global del
31,A) . Algunas vasijas parecen haber sido aún más resto de la decoración.
grandes que las urnas f unerarias Dabajuroides, pero La cerámica de Los Barrancos carece de Ja mayo-
hasta donde sepamos no fueron usadas para entierros. ría de estos rasgos Saladoides, y da la impresión de
Más bien pudieron haber servido como envases para que los alfareros Barrancoides hubiesen vuelto a un
106 Arqueología Venezolana Epoca Neo-India: Venezuela Central 10';'
estilo de decoración más acorde con su espíritu. La y cadenetas en aplicación, frecuentemente decorados
cerámica es un tanto más delgada y fina que en el en punteado. E sto apunta hacia la dirección del estilo
período precedente de Barrancas y sus superficies siguiente, el de Valencia (180).
están más pulidas, algunas veces sólo en zonas res- La cerámica cost eña de El Palito es muy similar
tringidas (lámina 33) . La cerámica negra es más a la cerámica de La Cabrera, pa1·ticularmente en sus
corriente aquí. Las vasijas de vertedero doble desapa- apéndices y en la presencia de pipas de alfarería (lá-
recen. Los apéndices cefálicos, los diseños incisos so- mina 35,B), pero también posee varios rasgos adi-
bre la pared de la vasija, y las figuras inciso-mode- cionales : apéndices t ubulares incisos, bordes multi-
ladas sobre las panzas son todos más complejos (lámi- acintados y patas. Estos rasgos pueden ser atribuidos
nas 32,A; 33; 34; 35,A). Aparece por primera vez a una difusión a lo largo de la costa, en dos direcciones:
una técnica nueva, de excisión, esto es, zonas en re- una proveniente del Río Guapo y de la serie Saladoide
lieve sobre la superficie de la vasija, y las líneas ( 181), y otra y de la serie Ocumaroide de los alrede-
rematan frecuentemente en puntos. En general, Jos dores (182). El estilo Taborda revela una infruencia
diseños dan más la impresión de una apariencia más aún más fuerte de la serie Ocumaroide, especialmente
complicada . hay interés en detalles y estilización que en los diseños pintados, como es de esperarse dado su
contrasta marcadamente con la audacia, simpleza y • larga y continua etapa de contacto.
apariencia masiva de los diseños Banancoides. Así, la Las excavaciones en los sitios Barrancoides han
cerámica de Los Barrancos es clásica de la serie. sido lo bastante extensas como para producir una
Aunque el estilo Guarguapo es Barrancoide, se variedad relativamente grande de otros tipos de arte-
puede considerar como una degeneración de la cerá- factos, de la cual sólo una parte se pueden citar aquí.
mica clásica. Su modelado e incisión son más simples, Abundan los fragmentos de budares, pero no se ha-
descuidados y menos estilizados, como si los alfare ros llaron metates con la excepción de uno que proviene
hubiesen perdido interés en los diseños originales. de El Palito. Son también comunes las topias. En el
Posiblemente, estos alfareros en su mayoría adopta- Orinoco se han encontrado pesas de rueca de barro,
ron los i·asgos de una nueva serie, la Arauquino- y en El Palito morteros líticos (lámina 36,A). La Ca-
de (179). brera ha producido una flauta de hueso tallada con
Generalmente, la cerámica de La Cabrera, de la diseños Barrancoides (lámina 38,B). Puntas de hueso
hoya del lago de Valencia, se asemeja al material del tipo Manicuaroide se hallaron en asociación con
de Valencia, en especial en sus cabezas modeladas e estilos Orinoquenses.
incisas, sobre los apéndices y los cuellos y en este La complejidad de la decoración Barrancoide es
último caso también sobre pipas de alfarería (lámi- de una característica tal que sugiere alguna forma de
na 36,B). Por otro lado, La Cabrera carece de los desarrollo ceremonial, aunque hay poca evidencia de
diseños modelado-incisos complejos del Orinoco (lá- esto. Todos los sitios constan simplemente de desper-
mina 31,C), y tiene un número de rasgos occidentales dicios, casi siempre sin artefactos f unerarios. Los f i-
y sureños, especialmente bases anulares perforadas, gurines son más bien la excepción ; sabemos de uno
asas tubulares, diseños incisos rectilineos y punteados, sólo, no obstante la gran cantidad de excavaciones y
1os A rqueol-Ogía Venezolana Epoca Neo-India: V enezue/,a Central 109
recolecciones que se han hecho (lámina 37). Sólo La tran algún indicio de que la gente Barrancoide se ha-
Cabrera y El Palito han producido amuletos, y éstos llaba en alguna parte de los Llanos alrededor de 500
también son 1·aros. Las pipas de La Cabrera y de A.C. (185).
El Palito pueden ser consideradas por supuesto co- También debemos buscar material aún más an-
mo objetos cer·emoniales y también abundan con tiguo de la época Meso-India (Período 1) , para así
frecuencia. determinar el verdadero origen de la serie. Cuando
En nuestra monografía técnica ( 183) sostenía- comenzamos a excavar el material, estuvimos muy
mos que la parte Orinoquense de la serie había dado impresionados por su semejanza con el estilo horizonte
lugar al segmento del centro de Venezuela, debido a de Chavín, del Perú (186), pero el trabajo realizado
que la parte Orinoquense era más antigua que el últi- posteriormente en Amazonia no mostró evidencia
mo. Sin embargo, no tomamos en consideración el alguna de conexión entre ambos estilos durante
hecho de que la serie Barrancoide es intrusiva en la la época Meso-India. \.Villey (187) ha sugeddo
hoya del Orinoco, lo cual sólo cristalizó después de que puede de1·ivarse de la cerámica Meso-India más
nuestro trabajo posterior en la Península de Paria antigua de Colombia y Panamá, que también es incisa
(figu1·a 31). Por consiguiente, debemos buscar un y en algunos casos modelada, esto es, la cerámica de
origen diferente para la serie. Barlovento y Puerto Hormiga de Colombia, y la de
Hay dos posibilidades: (1) la serie se pudo ha- Monagrillo de Panamá. Esta es una hipótesis más
ber difundido en la dirección opuesta, esto es, de la razonable actualmente, en especial si se toma en cuen-
hoya de Valencia al Bajo Orinoco, o (2) pudo haberse ta el hecho de que Reichel-Dolmatoff (188) obtuvo
difundido a ambas áreas desde un tercer lugar, más recientemente una fecha de carbono 14 de 2913
posiblemente del área de San Fernando de Apure, en A. C; para Puerto Hormiga, pero estas pruebas no
los llanos centrales, en donde existen buenas vías de son convincentes hasta que no hallemos cerámica
difusión, subiendo por el Portuguesa y Apure hacia la Meso-India similar en Venezuela (189).
hoya del Lago de Valencia y bajando el Apure y Ori- Volviendo a la serie Barrancoide se observa que
noco a través de Ronquín y de aquí hasta Barrancas después de propagarse por la hoya de Valencia y por
(figura 2). Nos inclinamos a favorecer la segunda el Bajo Orinoco se localiza en terrenos más firmes.
alternativa, principalmente por considerar que los es- La serie claramente se expandió de la hoya de Va-
tilos más tardíos del área de San Fernando, poseen lencia al área de Puerto Cabello, en la costa, ya que
un modelado e incisión más elaborados de los estilos es intrusiva en esta región (190). En la hoya de Va-
que se encuentran en la hoya de Valencia (194). Pero lencia dio lugar al estilo Valencia al final del Perío-
ambas regiones necesitan ser investigadas y hay que do III, pero persistió en la costa durante el Período
localizar el material que date de la primera mitad del IV bajo la forma del estilo Taborda.
Período II, susceptible de anojar luces sobre este pro- En el Bajo Orinoco, como hemos visto, el estilo
blema. En los momentos actuales sólo tenemos unos Los Barrancos se convirtió hacia fines del Período
pocos tiestos de comercio de los yacimientos Meso-In- III en el estilo Guarguapo, que es más Arauquinoide
dios del complejo Pedro García, los cuales suminis- que Barrancoide, reflejando así influencias proceden-
llO Arqueología Venezolana Epoca Neo-India: Venezuela Central 111
tes de río arriba. Entretanto, durante el Período III, o por nosotros en 1950 y 1957.
con anterioridad a éste, la serie se extendió a la Gua- Las excavaciones de Camoruco y Guarguapo se
yana Británica en donde dio origen a uno o más estilos discutirán en conexión con las series Saladoide y Ba-
nuevos, llamados por Evans y Meggers (191) por el n·ancoide i·espectivamente debido a que produjeron
nombre de Mabaruma. También se difundió durante principalmente material de estas dos series. (198)
la parte final del Período III en la isla de Trinidad, Basta resaltar aquí que los despe1·dicios del estilo
en donde se conoce como el estilo Erin (192). Camoruco ("Ronquín Tardío" por Howard) (199) ,
En nuestra monografía técnica ( 193) , notamos se hallaba sobre un depósito mucho más grueso de
que ciertos rasgos Barrancoides se difundieron igual- desperdicios del estilo de Ronquín, mientras que la
mente por las Antillas Mayores, durante el Perío- cerámica de Gua1·guapo se hallaba sobre el estilo Los
do III, rasgos que fueron parcialmente causantes del Barrancos, en los yacimientos de Saladero y Guar-
surgimiento de una nueva serie, la serie Chicoide, en guapo. Tanto Ronquín como Los Barrancos datan del
aquel área durante el Período IV (194). Podemos afir- Período III, por lo cual podemos coloca1· a Camoruco
mar ahora con más énfasis, como resultado del aná- y Guarguapo en el .Período IV (figu ra 19). Guarguapo
lisis que daremos en el próximo capítulo (195) que se extiende al Período V debido a la presencia de
la g,ente Salaloide habia adquirido estos rasgos de la tiestos de comercio europeos y por una f echa de car-
serie Barrancoide cuando se encontraban en tierra bono 14 de 1640 D. C. (200).
firme de donde los llevaron consigo a las islas. En otras Los estilos de Arauquín y Matraquero se han
palabras, no hubo contacto directo entre las series colocado igualmente en el Período IV, aunque esto
Barrancoide y Chicoide durante la época en que esta sea sólo por sus semejanzas estilísticas con Camoruco
última serie comenzó a dif undirse por las Antillas y Ronquín, así como también con Valencia, que es un
Mayores. La serie Barrancoide se había extinguido estilo del Período IV en la hoya del Lago de Va-
en el Orinoco. lencia (201) . Arauquín también posee apéndices si
milares a los del estilo Los Ba1·rancos, que nos pe1·-
B. SERIE ARAUQUINOIDE miten situar el estilo Arauquín más atrás, o sea en
Cuatro estilos constituyen la serie Arauquinoide: la segunda mitad del Período III, transformándolo así
Arauquín y Matraquero en los llanos centrales cerca en el primero de los estilos Arauquinoides (figura
de San Fernando de Apure, Camoruco, en el Orinoco 19). Presumiblemente es la fuente de los pocos ties-
Medio cerca de Parmana, y Guarguapo en el Bajo tos Arauquinoides que se han hallado en asociación
Orinoco, en Barrancas (Figura 2). Los dos primeros con los estilos Ronquín y Los Barrancos y con el esti-
se conocen solamente por colecciones de superficie lo Cotúa de río ar riba (202). Mucho más lejos en una
obtenidas por Vicente Petrullo (196) en 1934 y por extensión no considerada en el presente volumen la
habitantes de la región, en 1956-57 respectivamente. "fase" de Nericagua, de Evans, Meggers y Crux'ent
El resto ha sido excavado meticulosamente, el estilo (203), indica una relación con la serie Arauquinoide,
Camoruco por Howard (197) en 1941 y Guarguapo pero la naturaleza exacta de esta relación no se cono-
cerá hasta que el material hallado de Kericagua se
112 A ·rqueow.Qía Venezolana Epoca N eo-lndia : V enezuel.a Central 113
FIG .1 9 .
LLANOS OR INOCO en 0
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5000-
Fig. 20 Cerámica del estilo Arauqufn.
8.C.
PALEO-
INDIO
-- -- observable al microscopio. Este desengrasante le da
15.000
un color gris característico y la hace suave al tacto.
También son características las botijas y botellas glo-
CRONOLOGIA DE LA SERIE ARAUOUINOIDE bulares con cuellos y rostros humanos y con un aplica
do en el cuello. Los rostros tienen cejas pronunciadas
hava estudiado en más detalle. Aquí sólo podernos de
y ojos grano-de-café, al igual que en el occidente de
ci; que se han obtenido diez fechas de carbono 14
Venezuela (Figura 20,A). Además existen bols con
para Nericagua que oscilan entre 650 y 1390 D. C.
lados convexos, que llevan frecue ntemente una franja
(204) Estas fechas concuerdan con nuestra ubicación
ancha dentro de los bordes de la abertura, los cuales
de la serie Arauquinoide en los Períodos III y IV.
tienen diseños incisos. (Figura 20,E ). Estos bols re-
La cerámica de esta serie es fácil de distinguir
cuerdan a la cerámica Barrancoide de Venezuela
porque tiene desengrasante de esponja de agua dulce
oriental, aunque están incisos de manera más fuerte
114 Arqueología Venezolana Epoca Neo-India : Venezuela Central 115
montículo de La Mata. En total se han investigado La razón primo1·dial por la cual colocamos el
unos trece sitios del estilo (211). estilo Valencia en el P eríodo IV reside en la estrati-
E l estilo Topo es el que sigue en segundo lugar grafía hallada por Kidder en sus excavaciones en
como mejor conocido, un número considerable de yaci- Los Tamarindos, en donde desperdicios del estilo de
mientos han sido inspeccionados por Oramas en los Valencia yacían sobTe el estilo de La Cabrera (213)
años 30 y por Cruxent y Dupouy en los años 40. El de los Períodos II-111 (214) .Kidder también fue ca-
paz de co1·relacionar su estratigrafía de Valencia con
flG 21
el descenso del nivel del Lago de Valencia luego de
.. . que éste había alcanzado su altura máxima durante
.......,.. ..
¡ COITAI •oitT&ÑAI COSTAi llLAS
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~·\o.O i..o.-- 1 ~ el período llJ. (215). Una comprobación adicional de
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-· c..w esto la dan tres fechas de carbono 14 de los afios 920,
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.....,..."'º V
V 940 y 920 D. C. (216). Estas _fechas son anteriores ·al
'' '' :
1100 -
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comienzo del Período IV pero no lo suficientemente
IV \illltil.LllC.. :L.U ... u o.. """"" :'
""" 1111 O CM1CO KMS«'f
IV como para que se justifique la ubicación del estilo
. ¡ !' Valencia en el Período IIL El estilo sigue durante el
~CIH:llfTll'tlO ....
0000 -
11110 •
111
TUCN;'.41
111 Período V a juzgar por la presencia de tiestos del
l.fllOtO
'-- - L.,_
...
100 - estilo Valencia en la ciudad hispana de Nueva Cádiz.
11 ll Fechamos el estilo Topo en el Período IV porque
- está seriado al fin de la secuencia en el área de La
1111110--
L-
....
•ooo -
Guaira, y en el PeTíodo V debido a que fué hallado
1 1
"'°'º un tiesto de come1·cio español en uno de los sitios.
,._
N I.ro..
--
'--- ~ 1 000-
--
.. Los estilos restantes están ubicados en el Período IV
11.000 sólo en base a sus semejanzas tipológicas con los esti-
CllONOLOelA 01: LA 91:1111 llALHCIOIOI: los de Valencia y Topo.
La cerámica de Valencia es tosca, con desengra-
sante arenoso y de mica y con la superfici e más bien
Estilo Las Minas se basa en excavaciones de sondeo áspera. Las vasijas tienden a ser bols u ollas globu-
practicadas en ires sitios, los dos primeros por Du- lares simples. Lo:::; bols a veces tienen bases anulares
pouy y Cruxent, en 1944 y el tercero por Cruxent, perforadas, las ollas frecuentemente rematan en cue-
en 1955. El estilo Río Chico fue excavado por Acosta Hos decorados con rostros humanos, aplicados (lá-
Saignes, de Al·mas Chitty y Cruxent, en 1949; y el minas 39, 40).
estilo Krasky por Pedro Jam y Alberto Méndez, de Los rostTos tienen ojos grano-de-caí é y frentes
la Sociedad de Ciencias Natu1·ales de La Salle, en 1950. elevadas y arqueadas. Pegados a la pared de la vasija
El Cemente1·io de Tucacas y la cerámica de El Pinar, hay brazos y manos humanos y cadenetas verticales
se descubrieron durante la construcción de carreteras simples; ocasionalmente las cadenetas están puntea-
y casas (212).
120 Arqueología Venezolana
das (lámina 39,C) . Son características del estilo apén-
dices simples con rasgos minuciosos en fo1·ma de ani-
males o cabezas humanas (lámina 39,B). Estas últi-
mas tienden a ser grandes, planas y con formas de
canoa, y también con ojos grano-de-café. La incisión
consiste básicamente de líneas paralelas rectas incisas
en direcciones opuestas y separadas por punteados
(figura 22 ). ~o hay pintado, a excepción de un engo-
be i·ojo generalizado. ~
41-44). Poseen los mismos rasgos de aplicado que Jos apéndices, y las vasijas tienen forma de canoa. Tam-
bién tienen semejanza con los r ostros que se encuen-
tran en los cuellos de las vasijas, por sus ojos grano-
de-café y por 1as cejas arqueadas. Ninguno de los
otros estilos tiene figurines, excepto tal vez Topo.
Los budares abundan en todos Jos sitios. Una pi-
pa de barro (lámina 45), un taburete de barro en
miniatm·a, manos de moler y metates, piedras puli-
das, Jos pendientes líticos r ectangulares con forma de
ala de murciélago, cuentas de concha, anillos y col-
gantes de concha son igualmente objetos que han sido
descritos, provenientes de los montículos de Valencia.
Los sitios de Topo han producido hachas de piedra y
de concha, martillos líticos, metates, manos de moler
y morteros; cuentas de piedra y concha y colgantes
líticos. Es de presumir, en consecuencia, que la gente
Valencioide practicó tanto el cultivo de la yuca como
también del maíz.
La serie puede ser considerada más bien como un
desarrollo local dentro de la hoya de Valencia. "Cn
número de rasgos del estilo anterior de La Cabrera
simbolizan este desarrollo: bases anulares perforadas,
diseños 1·ectilíneos incisos y punteados y cadenetas en
aplicado. Además, la se1·ie tiene que haber sido in-
fluida fuertemente por Ja cerámica Arauquinoide de
los Llanos, con la cual comparte rasgos semejantes, ta-
les como cuellos, rostros con ojos grano-de-café, cejas
22-H arqueadas y apéndices pequeños con señales de mues-
cas. El acabado tosco de Jos t iestos podría ser una re-
miniscencia de la serie Arauquinoide y no de Ja cerá-
mica venezolana occidental y norteña, en donde el
p1·edominio de pintado llevó a los alfa.i·eros a poner
énfasis en el alisamiento de las superficies de la va-
sija. La construcción de montículos es otro rasgo que
124 Arqueología Venezolana Epoca Neo-India: Venezuela Central 125
pudo haberse difundido hacia el norte, procediendo de Consta sólo de cuatro estilos : Aroa, en el área de
los Llanos del centro-sur en dirección de la hoya de Tucacas, Ocumare y Palmasola, en el de Puerto Ca-
Valencia, tal vez por el curso de los ríos Portuguesa bello, Y Boca Tacagua en el de La Guaira. La serie
y Pao. Hemos visto que el montículo estuvo muy di- comienza durante el Período III y termina en el IV
fundido en los Llanos Bajos como una forma de ele- (figura 23).
var las casas por encima de las inundaciones que cu- • La serie apareció por primera vez a raíz de que
brían el área durante la estación de las lluvias (219). los autores i·ecolectaron cerámica en Boca Tacagua,
La serie Valencioide conti·asta agudamente con en 1946. Cruxent excavó allí posteriormente, hallando
las otras series tardías del occidente y del centro-nor- cuatro entierros en los concheros. Excavó, en 1952, en
te de Venezuela, esto es, las series Dabajuroide, Me- el sitio de Aroa con la ayuda de Miguel Schon y Pedro
moide, Ocumaroide y Tierroide. Es la única entre és- Jam, y, en 1957, en Ocumal'e, con la ayuda de estu-
tas que carece de pliegues, de diseños pintados de cual- diantes de la Universidad Central. El cuarto estilo,
quier tipo, y la única que, a excepción de la )femoide, Palmasola, sólo se conoce por colecciones de super-
carece de patas. Por el otro lado, sus figurines, la ficie que fueron igualmente obtenidas por Cruxent
banqueta en miniatura y los amuletos de piedra y con- en 1954 (220).
cha que están asociados con el estilo de Valencia, rela- La cronología de la serie Ocumaroide es la más
cionan a éste con el occidente de Venezuela. Lo mismo incompleta de todas. Ninguno de sus estilos se ha
sucede con las urnas funerarias.
La serie alcanzó su desal'rollo máximo en la ho- FIG 2~
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medida en que se alejaba de ésta. No se ha aclarado o 2
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si hubo un movimiento de gente o simplemente una
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difusión de rasgos cerámicos. Se ha contprobado una INOO •
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migración en el caso del estilo Topo, por el hecho de 1$00
11 11
y bajó hasta el área de La Guaira. Como hemos visto,
la gente de Topo estuvo influida de varias maneras lllEIO•
1.. 010
....
1000
Esta serie está limitada a tres áreas de la costa : CRON0~061A OE LA SERIE OCUMAROIOE
Tucacas, Puerto Cabello y La Guaira (figura 2).
126 Arqueología Venezolana Epoca Neo-India: Venezuela Centi·al 127
encontrado en posición estratigráfica, ni tampoco po-
seemos fechas de carbono 14 para ellos. Nos hemos
vilsto obligados a depende1· de dos líneas indirectas de
evidencia: l) de la seriación de los estilos en el área
de La Guaira y, 2) de la sincronización por medio de
tiestos de comercio, de los cuales, existe afortunada-
mente un número apreciable, debido a la co-existen-
cia de varios estilos en el área de Puerto Cabello. Por
ejemplo, se han hallado tiestos del estilo de Ocumare
en las excavaciones de El Palito (Barrancoides) y re-
cíprocamente se obtuvieron en Ocumare dos pipas de
El Palito, estableciéndose así la co-existencia de aque-
llos dos estilos. Como El Palito ha sido fechado por
el carbono 14 alrededor de los comienzos del Período
III (221), podemos asignar la misma edad relativa
al estilo de Ocumare.
Los tiestos de este estilo son de regular grosor, y
tienen desengrasante arenoso. Son comunes ollas y
bols globulares, que presentan frecuentemente bases
anulares o bases anulares perforadas, y, menos co-
múnmente patas como las que se hallan en el occi-
dente venezolano. La ausencia de asas y el predo-
minio de pintado en rojo y negro sobre blanco también
apuntan hacia el oeste, y posiblemente, hacia la serie
Tocuyanoide, aunque en los diseños predominan más
bien líneas rectas paralelas, triángulos y figuras en
forma de escaleras, que contrastan con Jos diseños
curvilíneos de la serie Tocuyanoide (figura 24- A. C).
Pliegues que se hallan en las superficies exteriores
Fig. 14 Cerámica del estilo Ocumare.
cerca del borde de la vasija, son otro rasgo típica-
mente occidental (figura 24,E) . Poi· el otro lado, tam-
bién hay algunos rasgos locales, que incluyen rebor-
des, incisión y apéndices modelados en forma simple
(figura 24,D,F,G). E stos pueden derivarse de la se- El estilo Aroa, más hacia el occidente, tiene esen-
rie Barrancoide, que también estuvo presente en el cialmente las mismas características, pero se Je añade
área local. la impresión de tejidos, que es otro rasgo occidental, y
Epoca Neo-India: Venezuel.a Central 12!>
128 Arqueología V enezol.ana
tes a los de la serie Barrancoide, a pesa1· de que am-
asas verticales acintadas, un rasgo oriental. Boca Ta- bos son contemporáneos en el área de Puerto Cabello.
cagua, al otro lado de Ocumare, tiene más semejanzas El último hecho indica que la serie Ocumaroide no
con el este, y está favorecido por su ubicación. Estas se puede derivar de la serie Barrancoide y, en conse-
semejanzas incluyen bordes, rebordes, asas acintadas cuencia, la última debe ser intrusiva en el área de
verticales y pintado en rojo, este último, puesto por Puerto Cabello.
zonas, en vez de líneas. Todo ello sugiere influencias Como hemos visto (223), la serie Tocuyanoide
Saladoides (222). La forma dominante de pintado es occidental, estuvo en la región de La Guaira y, tal
característica como en el resto de la serie Ocumaroide. vez también, en el centro restante de Venezuela, en
Tal vez valga la pena mencionar la presencia de un una época anterior a la serie Barrancoide. Sugerimos
punteado lineal ampliamente difun di do en el occi- que la serie Ocumaroide, se desarrolló a partir de esta
dente de Venezuela. ocupación Tocuyanoide más antigua como resultado
El último estilo, el de Palmasola, que sucedió al de recibir influencias no sólo de la serie Barrancoide,
de Ocumare, en el área de Puerto Cabello, durante el sino también de la Saladoide. La primera pudo haber
Período IV, muestTa más semejanzas con el oeste, sido causante de la introducción del cultivo de la yuca,
reflejando con ello, probablemente la difusión de la y la última más bien pudo haber estimulado el des-
serie Dabajuroide, hacia el este, en aquella época. arrollo de la decoración pintada típicamente Ocuma-
Aparece un número de rasgos Dabajuroides, inclu- roide, ya que también incluye pintado, en tanto que
yendo impresión de tejidos, asas acintadas horizonta- la serie Barrancoide carece de ello.
les ·Y apéndices con ojos grano-de-café. No se debe olvidar, sin embargo, que la serie
Todos Jos sitios contienen desperdicios de concha. Ocumaroide compartió Jos rasgos generales de la de-
Fueron cuatro los únicos entierros localizados direc- coración pintada que prevaleció en el occidente vene-
tamente en los desperdicios de Boca Tacagua. Budares zolano durante el Período IV, así como también el
de barro eran comunes en todos Jos sitios, excepto en énfasis en las líneas paralelas y una tendencia hacia
el más occidental, o sea Aroa, lo cual indica que el lo anguloso. Estos rasgos se desarrollaron en Ja serie
cultivo de Ja yuca caracteriza a la se1·ie, a pesar de las Ocumaroide menos que en la Dabajuroide o Tierroide
semejanzas con el oeste. (un solo diseño en greca del estilo Palmasola es la
La serie Ocumaroide se puede interpretar mejor excepción) ( 224}. Sin embargo, los rasgos apar1:1cen
como el resultado de un desarrollo local, cuyo curso con anterio1·idad en la serie Ocumaroide, al menos lo
fue moldeado por varias influencias de las cuales ya indica así los testimonios que poseemos, y tal vez pudo
hemos hablado. Pero, ¿fueron la gente Ocumaroide, haberse originado allí. De ser así, la serie Ocumaroide
básicamente occidentales los que adoptaron rasgos dio origen a la forma de decoración que se expandió
orientales, o por el contrario, fueron eUos orientales por toda Venezuela occidental, y hacia el Segundo Ho-
con influencias tomadas del oeste? Nos inclinamos ha- rizonte Pintado del noroeste de Colombia, y posible-
cia la primera alternativa, primero, porque la cerá- mente, aún más allá (225).
mica Ocumaroide es básicamente occidental y, lo que
es más importante aún, porque sus sitios son dif eren-
130 Arqueología l-' enezolana
Epoca N eo-Ind·ia : Venezuela Central J31
E. SERIE MEMOIDE
La serie Memoide tiene una distribución aún más Debemos el descubrimiento de la serie Memoide
limitada que la serie Ocumaroide. En la actualidad se al auge de la construcción de carreteras en los Llanos
conocen solamente dos estilos en el área de los Llanos, después de la Segunda Guerra Mundial. El sitio d~
cerca de Valle de la Pascua: Memo y Guaribe, y el Memo, po1· ejemplo, llegó a conoce1·se como resultado
estilo La América, en el área de Río Chico, que es la del Ie.vantami~nto de un puente, en la carretera que
parte en donde los Llanos se extienden hasta la costa atraviesa al no Memo, en 1947. Los ingenieros llama-
(figura 2). La serie se extiende del Período IV al ron a Cruxent qu ien excavó allí intensamente. En 1948
V (figura 25). de.scubrió y excavó el sitio de Guaribe, en el pueblo aei
mismo nombre y recolectó abundantemente en otro
FIG.25 .
sitio ~el mismo estilo, en Aserradero. En 1955, ambos
..,e ., LL ANOS COSTAS ., ., obtu"'.1~os mate1·ial adicional de estos dos estilos, y
o o <
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(J tamb1en recolectamos en tres otros sitios que contie-
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¿Cuál fu é la causa que hizo que la gente Saladoide
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Barrancoide al Bajo Orinoco pudo haber tenido que
ver algo en ello, como lo indicará una compa1·ación de
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1 1 de suponer que estos nuevos inmigrantes Barrancoi-
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-- -- Orinoco a Trinidad y la Península de Paria, motivan-
""'º 1$ ,000 do un desplazamiento de esta gente hacia la costa e
CRONOt.OtlA 11€ LA SENE SALADOIK islas. Desafortunad amente, nuestras excavaciones en
Trinidad y Paria no nos han permitido ir lo suficiente-
presentado en el capítulo 5, C, de que la gente Sala- mente atrás en el tiempo como para comprobar esta
doide se movió gradualmente Orinoco abajo hacia la suposición (figura 28).
costa y luego hacia las islas durante la segunda mitad De todas maneras es claro que la invasión Barran-
del Período lI y la primera mitad del Período III, coide dividió a la se1·ie Saladoide en dos partes, una
usurpando los habitantes Meso-Indios anteriores en la correspondiendo al Orinoco Medio que se dispersó más
costa e islas mientras ellos abandonaban el área, ya tarde río arriba a Cotúa, y la otra, a la costa e islas
que el estilo se vuelve más y más reciente mientras que se expandió hacia el oeste llegando hasta la isla
más nos acercamos río abajo a la costa e islas. Se de- de :Margarita y hacia el norte hasta Puert o Rico. Am-
ben citar dos hechos estratigráficos adicionales en fa- bas series sobrevivieron intactas durante la última
vor de esta teoría. Primero, se hallaron desperdicios mitad del Período II y todo el Período Ill antes de
del estilo Chuare encima de restos del complejo de dar paso a las otras series : la Arauquinoide en el Ori-
Carúpano, que es un miembro de la serie Manicuaroi- noco Medio y la Guayabitoide en la costa e islas ad-
de, en el sitio de E l Mayal I, y segundo, unos pocos yacentes (figura 28).
tiestos Saladoides se hallaron entre los restos del com- Volvamos ahora a las características tipológicas
plejo de Punta G<>rda, el último de la serie Manicuaroi- de la serie. Los tiestos de la serie Saladoide son fáciles
de en la isla de Cubagua (243). Parece que después de diferenciar de la cerámica de los estilos Barran-
de que la gente Saladoide alcanz·Ó la costa a fines del c?ides posteriores del Bajo Orinoco, porque son muy
Período II, ellos comerciaron con cerámica con los po- fmos Y delgados. Contienen desengrasante arenoso
142 A rque~logía Venezolana Epoca Neo-India: Venezuela Oriental 143
tido real de la palabra, lo mismo ocurre con el puntea-
do y la incisión, con la excepción de unos cuantos dise-
ños simples formados por líneas paralelas arqueadas
(figura 29, C, H). El rasgo más distintivo de decora-
ción es el pintado. Está hecho en 1·ojo o en fondo sim-
ple, así como en fondo blanco sobre rojo (figura 29,
A, B, D y F). Los diseños rojos consisten básicamen-
te de rayados y los diseños en blanco-sob1·e-rojo, con
sisten en áreas curvas que llevan líneas delgadas en Los
bordes. En vez de estar supe1·puestas las zonas blancas
sobre las rojas en los diseños, estas zonas se encuen-
tran yuxtapuestas. Algunos diseños también han sido
producidos al borrarles el rojo y dejando al descubier-
to el color natural del barro de fondo.
Cuando Howard (245), escribió sobre sus excava-
ciones en Ronquín en el Orinoco '.Medio, consideró toda
su cerámica Saladoide como una sola unidad (que él
llamó "Ronquín Temprano" para diferenciarla de la
cerámica Arauquinoide que se encontraba en el estra-
to superior). Nuestros hallazgos nos llevaron a re-
examinar sus conclusiones. Hicimos una inspección
superfi cial de una parte de su colección, que debe ser
confirmado si es posible, con un estudio más detallado,
y encontramos que la ce1·ámica de los niveles más bajos
es muy similar a nuestra cerámica Saladoide pero se
Fig. 29. Cerámica del estilo Saladet'Q. diferencia tanto más cuanto más se llega a los niveles
más altos. Los tiestos se vuelven más gruesos y toscos.
y constituyen principa\mente bols de boca muy abierta Se añaden rebordes o pestañas a los bordes, aparecen
con bases planas. Los Íados de las vasijas tienden apéndices inciso-modelados, los diseños incisos se vuel-
a curvearse graciosamente hacia afuera en form a ven más complicados y se agrega también el punteado.
de una campana invertida. Los bordes son lisos Todos estos son rasgos de la serie Barrancoide, aunque
o a bisel, pero nunca Uegan a tener rebordes o pesta- la forma en que están trabajados en la cerámica de
ñas. Hay muchas asas . tubulares cubiertas por apén- Ronquín no es siempre la misma, y ellos indican que
dices formados por protuberancias toscas (figura 29, la gente de Ronquín Hegó a estar bajo Ja influencia de
1). También se hallan apéndices tabulares simples en los invasores Barrancoides del Bajo Orinoco.
los bordes (figura 29, G). No hay modelado en el sen-
144 Arqueología Venezolana Epoca N eo-lndia : Venezuela 01·iental 14.j
La parte costeña de la serie Saladoide apunta a hemos hallado que los estilos costeños tienen ciertos
una dirección similar : mientras más reciente la cerá- rasgos que no están presentes en el Orinoco y que no
mica, más rasgos Barrancoides posee. Por ejemplo, pueden ser derivados de la serie Barrancoide. Estos
los estilos de la cerámica más antigua de Irapa Y El incluyen una forma de apéndice inciso-modelada más
Mayal carecen de pestañas, mientras que el más recien- bien simple, con la parte posterior hueca y un nuevo
te de los estilos los tiene, así como también poseen tipo de incisión, mediante la cual ciertas zonas de la
estos rasgos los estilos de Chuare y El Agua. Los apén- superficie de la vasija, aparecen rayadas por medio
dices son más toscos y los diseños incisos menos com- de líneas finas de incisión, incisiones éstas que con-
plejos en los primeros estilos que en los últimos. Los trastan con las líneas anchas de la serie Barrancoide
diseños incisos están dispersos por todas las paredes (figura 30).
de las vasijas, en el caso de los primeros estilos, en Se desconoce el origen de estos rasgos, pero se
tanto que tienden a concentrarse en las pestañas de pueden sugerir dos posibilidades:
las vasijas de los últimos estilos. Finalmente, los ties- 1. Los 1·asgos pueden haberse difundido hacia
tos de los primeros estilos son más finos y mejor ela- el este a lo largo de la costa hacia la serie Saladoide.
borados que los de los últimos, aunque ésto no se debe Esta posibilidad está comprobada por el hecho de que
necesariamente a la influencia Barrancoide. Todos ambos rasgos son característicos de Río Guapo, un
estos cambios corresponden a direcciones que hemos estilo que no es ni Saladoide ni Barrancoide, que está
comp1·obado en el estilo de Ronquín en el Orinoco Me- situado en el área de Río Chico, en la costa central
dio, y también se hallan en el estilo Cotúa en el Alto (247). Unos pocos tiestos rayados también se encuen-
Orinoco. tran en fo rma intrusiva en El Palito (Barrancoide)
De paso se debe notar que Evans y Meggers (246), en el área de Puerto Cabello (figura 17). Finalmente,
han agrupado tentativamente al estilo Cotúa oon su el rayado en zona es característico de los valles del
cerámica de .Kericagua que se encuentra Orinoco arri- Magdalena y Sinú en Colombia nor-occidental, y su
ba, y con varias formas de cerámica Amazónica en presencia en la cultura de Momíl, en el último valle,
un "estilo horizonte de bordes incisos". .Ko estamos parece ser aproximadamente contemporánea con su
de acuerdo con esta agrupación, ya que de todos los aparición en Venezuela (248).
estilos mencionados, solamente Cotúa posee tales ras- Cuando discutimos esta distribución en nuestra
gos Saladoides como el pintado de blanco-sobre-rojo y monografía técnica (249), nos inclinábamos a Techa-
diseños incisos sobre las pestañas. Evans y Meggers zar la posibilidad de tina conexión entre el rayado por
han confundido aparentemente el estilo de Cotúa con zonas de Colombia y el de Venezuela porque había
algunos de los tiestos Arauquinoides que también apa- demasiada diferencia en los diseños de las dos áreas
recieron en el sitio de Cot úa, y es el estilo Arauqui- y una distancia enorme que las separaba. Pero esta
noide más bien que el de Cotúa, quien está relacionado laguna ha sido en parte cubierta por el descubrimien-
ia. su "estilo horizonte de bordes incisos ". to de unos cuantos tiestos rayados, en la superficie del
Volviendo a la naturaleza de la serie Saladoide, conchero Meso-Indio de Cerro Iguanas, en el área de
Tucacas (250), y también notamos de que hay algunos
146 A rqueolcgía Venezolana Epoca N eo-lndia : Venezuela Oriental 147
copiaron los diseños pintados en la técnica de incisión,
posiblemente bajo la influencia Barrancoide, lo cual
lograron al ti·azar con líneas incisas anchas las áreas
que ordinariamente estaban pintadas. Generalmente
dejaban esas áreas sin decoración alguna pero a veces
las llenaban con rayado fino que recuerda el rayado
8 pintado que ellos habían producido en el Orinoco (fi-
guras 29 y 30). En consecuencia, presumiblemente
pudieron originar un rayado inciso pa1·a sustituir un
pintado, en vez de adquirirlo por difusión desde el
oeste.
Si esta hipótesis es correcta, el estilo Río Guapo
debe ser considerado como una derivación de la serie
Salacloide, resultado de una difusión occidental. Los
pücos tiestos rayados de El Palito, Cerro Iguanas y de
la Isla de Aruba, serían entonces tiestos de comercio
del este, como sucede ciertamente con un número de
tiestos pintados en blanco-sobre-rojo, igualmente ha-
llados en El Palito (252). De este modo no tendría-
mos que proponer una conexión con Colombia.
El laboratorio Geocronométrico de Yale acaba de
Fig. 30. Cerámica del estilo El Mayal. completar el análisis de una muestra de carbono 14 del
sitio de Río Guapü, que arroja luces sobre este proble-
de estos tiestos en las colecciones reunidas por J oselin ma. Su fecha de 270 D. C. (253), es posterior a las
de Jong en la isla holandesa de Aruba (251). En am- fechas más antiguas de El Mayal e !rapa en las áreas
bos casos es posible que se trate de tiestos de comer- de Carúpano y Güiria más hacia el este, y que son del
cio como' en el caso de El Palito. Sin embargo, los año 100 y 220 D. C., respectivamente, indicando así
nuevos hallazgos debilitan la Posibilidad de atribuir una difusión hacia el oeste más bien que hacia el este.
el ,rayado por zonas desde Colombia. . Sin embargo, como hemos dicho antes (254), sería
2. La otra Posibilidad es que los mismos alfare- prematuro trazar una conclusión definitiva cuando se
ros Saladoidcs hayan desar rollado el rayado, así corno posee una sola fecha de carbono 14, por ejemplo nues-
los apéndice.s ahuecados, luego de hab~r alcanzad~ la tra fecha puede provenir de la parte final del período
costa; pero bajo la influencia de la ser~e Barranco1de. en que existía el estilo Río Guapo.
Resulta que los-diseños incisos Barranco1des, se parecen La segunda alternativa tiene la ventaja de que es
en su concepción a los diséños pintados Sa!adoide. De más elemental y proporciona una mejor explicación
esto puecte deducirse que Jos alfareros simplemente de las relaciones estilísticas en discusión. La técnica
148
Arqueología Venezolana Epoca N eo-lndia : Venezuela Oriental 149
del rayado por zonas pa1·ece haberse inventado ~nde nivel medio, en el cual termina la cerámica Saladoide
pendientemente en Ja hoya Amazónica (2?5) ; Y s1 ello inicial. (El nivel superior ha producido un estilo pos-
ocurrió allí, pudo igualmente haberse mventado en terior). Similarmente, la muestra Y-1233 procede del
Venezuela. fondo del sitio de Loiza y la muestra Y-1232 de la su-
Por un motivo desconocido, el rayado en zonas Y perficie. En consecuencia, estas muestras marcan el
las asas ahuecadas no sobrevivieron por mucho tiempo comienzo y el fin de la época de la expansión Saladoide
en los estilos Saladoides. En todas partes estos rasgos hacia Puerto Rico, alrededor de 50 y 550 D. C., res-
están restringidos a Ja segunda pa1·te del período II pectivamente.
y a los comienzos del Período III. ~os proveen d~ un La uniformidad de la cerámica Saladoide en las
buen "indicador cronológico" para la segunda mitad Antillas :Menores y en Puerto Rico fue interrumpida
del Período II, apa1·ecen combinados con una extra- después de 550 D. C., determinando el desarrollo de una
ordinaria calidad de los tiestos y, en los sitios del P e- serie de estilos locales. Al mismo tiempo ocurrió una
ríodo II, con la carencia de pestañas. expansión adicional por el resto de las Antillas Mayo-
Concluímos tentativamente afirmando que los al- res, la cual perjudicó a los :Meso-Indios p1·ecedentes,
fareros Saladoides que migraron del Orinoco a la costa obligados a retroceder hacia regiones periféricas en
desarrollaron ciertos rasgos que estaban ausentes en la península sm·occidental de Haití y hacia las partes
el Orinoco. La gente Saladoide que siguió hacia 1as occidentales y sur de Cuba, en donde f ue1·on encontra-
Antillas llevo estos rasgos consigo ya que la cerámica dos por los p1·imeros españoles (257). Esto, sin embar-
más antigua que alcanzó hasta Puerto Rico, se go, está fuera del alcanze del presente libro.
carazteriza no sólo por el pintado de blanco-sobre-
rojo, que es predominante en la serie Saladoide, sino
TABLA-2~ FECHAS PARA EL ESPARctMIENTO
también por el rayado en zonas y por las asas ahueca- SALADOIDE A LAS ANTILLAS
das en el dorso. Al igual que en t ierra fii·me, los últi- MUDTRA ISLA SITIO ESTILO HCHA AllT[S FECH" CRISTIANA
mos rasgos sobrevivieron solamente un tiempo corto, llA DE. l'IUSEJllTE (D. C)
Y- 1111 MAllTINICA LA SAL.LE ±
de manera que proporcionan un buen "marcador de ho- y - 1151 GUADALUPE MOflEL
INDErlNIOO 1770 10 lllO
INDEFINIDO IH O %100 550
rizonte" para el movimiento que llegó hasta Puerto y - 1157 GUADALUPE MOR EL INDE,.INIDO 1721 :t: 70 170
Un proyecto que persigue el análisis de carbono y -1252 PUBITO flltCO LOIZA HACIEllOA
QllAllOI 15'0 :1:: llO 370
14 pai·a controlar este movimiento está ahora en vías Y - IUS l'IJOITO lllCO LOIU HACIENDA
de realizarse. Ha producido las fechas presentadas en llll"NDE IUO :1:: 80 120
bajo la misma influencia Barrancoide, al imitar los di- La cerámica Saladoide sólo p1·oviene de restos de
seños pintados en blanco-sobre-rojo. La segunda b) habitación, que contienen muchos huesos de pescado
también tiene rejilla por zonas, que hemos inte1·preta- y, en la costa, conchas. Esto indica que los mariscos
do como un substituto po1· el pintado poi· zonas. y productos fluviales constituyeron parte importante
5. Los diseños típicamente Barrancoides fueron de la dieta de esa gente. Fragmentos de budares son
usados para decorar los bordes en 3, a) y 3, b). corrientes en todos los sitios, lo cual atestigua la im-
6. Los diseños rojos sobre un fondo simple des- portancia de la yuca en la dieta. Kos extraña la esca-
aparecieron al final de la primera etapa Fig. 31. sez de otras clases de artefactos- En Saladero, por
A pesar de estos cambios hay un número de ras- ejemplo, sólo encontramos restos de topia, lascas cal-
gos que persistieron a través de todas las etapas y en cedonia cuentas cilíndricas de piedra y un punzon de
ambas ramas de .la serie son los siguientes: hueso. No existen objetos ceremoniales.
l. El bol abierto con base plana y lados que se B.-SERIE GUAYABITOIDE.
abren hacia afuera. Falta por discutir la serie Guayabitoide que su-
2. Bordes biselados. cede a la serie Saladoide en la costa oriental. Consiste
3. Asas acintadas verticales, frecuentemente con de dos estilos venezolanos: el propio Guayabita cerca
apéndices superpuestos. de Güiria, en la Península de Paria, y El Morro, en
4. Apéndices planos, tabulares pegados al borde. el área de Carúpano más hacia el oeste (figura 32).
5. El uso de pintura roja para cubrir zonas mar- El estilo de Bontour, de Trinidad, también pertenece a
cadas en la superficie de la vasija. esta serie (259).
6. Diseños pintados en blanco-sobre-rojo que con- Osgood y Howard (260) abrieron una trinchera
sisten principalmente en zonas limitadas por líneas en el sitio de Guayabita en 1941 y nosotros excavamos
delgadas. tres sitios adicionales de este estilo en 1961. Inspeccio-
En estas persistencias y cambios podemos ver la namos tres sitios del estilo El Morro en 1955, en uno
gran diferenciación y divergencias de los dos grupos de ellos había restos de El Morro sobre Jos restos del
de estilos dentro de la serie Saladoide. Si el grupo ter- estilo de Chuare, un miembro del período III de la se-
cero a), no hubiese dejado de existir en la fase de la rie Saladoide. Esto nos lleva a colocar a la serie Gua-
expansión Arauquinoide al final del Período 111, po- yabitoide en el Período IV, que es una ubicación con-
dría haber sucedido que los rasgos Saladoides más ca- firmada por fechas de carbono 14 del año de 1240 D. C.,
racterísticos se hubiesen seguido perdiendo y modifi- para el estilo de Guayabita y 1210 para El :Morro. Una
cando a tal punto que se hubiese convertido en una se- segunda fecha de 1640 D. C. para El M01·ro indica pol'
rie completamente diferente. Esto ocurrió en la cos- lo menos que este estilo sobrevivió el Período V. (261)
ta con la aparición de la serie Guayabitoide que salió Ambos estilos son simples. Están compuestos por
de la tercera etapa b) , y de las Antillas Mayores, en ollas con bases planas o anulares, (figura 33, e), bordes
donde, el estilo Saladoide último, el Cuevas dio origen lisos, y apéndices prismáticos triangulares o cilíndri-
al estilo Ostiones, el cual finalmente se convirtió en cos. La cerámica de Guayabita también posee diseños
una nueva serie, conocida como la Chicoide. (258) en aplicado e incisión toscos (figura 33, b). El estilo
154 Arqueología Venezolana Epoca N eo-lndia : Venezuela Oriental l!i!i
FIG . 32.
mimos que la serie se originó en la penínsulade Paria
y se dispersó de allí hacia el este a T1·inidad a través
.,, .,,o COSTAS
.,,o .,, del estilo de Bontour, y hacia el oeste al área de Carú-
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a.c. Fig. 33· Cerámica del estilo Guayabita.
PALEO-
I NDIO
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15.000
pueden deberse a migTación, ya que no se conocen
formas tradicionales en Trinidad ni en el área de
CRONOLOGIA DE LA SERIE OUAYAllTOIDE Carúpano.
C.-ESTILO CABRANTICA.
Bontour, que predominó en Trinidad durante el Perío- Durante nuestras excavaciones de 1961 en la pe-
do IV es bastante similar. nínsula de Paria descubrimos un estilo nuevo de cerá-
En Irapa, el estilo Saladoide precedente en la mica que es el estilo de Cabrantica, hacia el este de
Península de Paria, muestra una transición hacia Gua- Güiria (figura 2). Sus restos cubren al estilo de Ira-
yabita por medio de un proceso de simplificación, pa, del cual obtuvimos una fecha de carbono 14 del
poseyendo sus sitios posteriores cada vez menos deco- año 570 D. C. (261) ; y se ha fechado a través de tiestos
ración que los sitios anteriores. En consecuencia, asu- de comercio de los estilos tardíos en el sitio de Cabran-
156 Arqueolog-ía Venezolana Epoca N eo-lndia : Venezuela Oriental 157
tica y tiestos de este último en el sitio de Guayabita. hecho de partículas de cuarzo. Provienen de bols y ollas
con bases planas y, ocasionalmente, con bordes ahue-
cados. Hay asas horizontales y verticales, tanto tubu-
lares como acintadas y apéndices simples, principal-
palmente de forma tabular y diseño geométrico. La
incisión y el aplicado están pintados, siendo esto la
principal forma de decoración. Los diseños son recti-
líneos y están hechos en rojo y /o negro sobre un fondo
blanco (figura 34).
La pintura de Cabrantica llama la atención por-
Paria. Su hallazgo más próximo se halla en el estilo
de Punta Arenas en el área de Cumaná (figura 2), que
Ocumaroide como a la Dabajudoire. Falta determinar
que es occidental; podría pertenecer tanto a la serie
Los aborígenes le informaron que había placeres de
es un miembro de la serie Dabajuroide; pero Punta
cómo esta forma de pintado alcanzó la Península de
Arenas tiene muchos rasgos que faltan en Cabrantica,
tales como los p1iegues de los bordes, patas ahuecadas,
y diseños curvilíneos. A falta de estos rasgos, no puede
colocarse Cabrantica en la serie Dabajuroide. Sin em-
bargo, debe considerarse como la expansión más orien-
tal de una forma de pintado occidental.
animales más pequeños y recolectó plantas comesti- pués de la era Cristiana, a juzgar por la presencia de
bles silvestres, a pesar de que también carecemos de cerámica de comercio en los estratos superiores del
prueba de ésto. yacimiento. Sitios adicionales de la serie Manicuaroide
Epoca Meso-India. Alrededor del año 5000 A. C. se han hallado a lo largo de la región contigua, en
o sea al iniciarse Ja época Meso-India, los grandes tien-a firme, y en la isla de Margarita, y la gente Ma-
animales que constituyeron el alimento básico de los nicuaroide también pudo haber jugado algún papel en
Paleo-Indios se habían extinguido. Sin embargo, algu- la colonización de las Indias Occidentales, aunque este
nos de los Meso-Indios continuaron la caza, como lo es un punto aún muy discutible.
comprueba la difundida aparición de puntas de pro- Los indios :\lanicuaroides usaron puntas de pro-
yectil a través de la Guayana Venezolana, lo cual es yectil de hueso en lugar de las puntas líticas de los
especialmente notable en el yacimiento del campamen- indios Joboides. Ellos fabricaron pequeñas piedras de
to de Canaima (Lámina 6). Estas puntas son del mis- dos puntas que tal vez se usaron con hondas e imple-
mo tipo pedunculado de las que aparecieron por pri- mentos de concha que se hicieron más complejos en la
mera vez en las terrazas más recientes de la región de medida en que la serie se iba desarrollando. A media-
El Jobo, y que por lo tanto se pueden considerar como ,. dos de la evolución de la serie aparecie1·on gubias he-
una supervivencia de la tradición Joboide de trabajo chas con la espiral exterior de Ja concha (lámina 7,A),
en piedra durante la época Meso-India. las cuales muy bien pudieron haberse usado en el va-
En otros sitios los Meso-Indios dejaron de elabo- ciado de las canoas monóxilas, en las cuales viajaron
rar puntas de piedra y llegaron a depender de nuevas de la costa a las islas. Son dignos también de mencio-
fuentes de alimentación. A lo largo de la costa, prac- nar los pendientes, de concha, hechos en forma de dien-
ticaron la pesca de peces y moluscos, desarrollando así tes incisos, y también fué hallado un petrogÚfo tosco
habilidades marítimas que los capacitaron para colo- (láminas 7, C; 8, C). Los entierros se encontraron di-
nizar por primera vez las islas cercanas. Tanto en tie- rectamente en los desperdicios y cai-ecían de objetos
rra firme como en las islas, los lugares de habitación funei-ar ios.
de los Meso-Indios están marcados por largos montícu- Una fo rma distinta de desarrollo parece haber
los de conchas que muestran claramente su relación tenido lugar en el interior de Venezuela durante la épo-
con alimentos marítimos. ca Meso-India. Apenas hemos obtenido las primeras
Posiblemente se encuentran representadas varias evidencias de este desarrollo, en el sitio de Rancho Pe-
series diferentes en estos concheros, pero hasta ahora ludo, en la hoya del Lago de Maracaibo, no muy lejos
sólo hemos reconocido una sola, que hemos denominado de la frontera con Colombia, por lo que hemos tenido
serie Manicuaroide, Ja cual está mejor conocida por que llenar las lagunas a través del conocimiento que
nuestras . excavaciones en Punta Gorda, en la isla de tenemos de sitios similares en otras pai-tes del mundo.
Cubagua, cerca de Cumaná, en el oriente venezolano. Como Rancho Peludo se encuentra en el interior, sus
El poblamiento comenzó allí alrededor de 2325 A. C., habitantes no pudieron depender de una subsistencia
de acuerdo con una f ccha de Ca1·bono catorce obtenida marítima luego de haberse extinguido la fauna Pleis-
en el fondo del sitio, el cual siguió habitado hasta des- tocena. En su lugar, posiblemente comenzaron a depen-
174 Arqueología Ve·1iezolana Resumen y Conclusiones 175
der de frutas y vegetales silvestres. De allí sólo hay La forma de vida Meso-India sobrevivió por un
un paso corto para el cultivo de frutas y vegetales, tiempo en ciertas áreas, especialmente en Ja costa
esto, es, para el comienzo de la agricultura. Sin em- oriental e islas adyacentes. Efectivamente, algunos
bargo, es poco probable que Ja agricultura en sus co- grupos de gente como los indios Guaraúnos del Delta
mienzos fuese muy eficaz, las cosechas y las técnicas del Orinoco, continuaron como Meso-Indios en la épo-
necesarias para su producción indudablemente f ueron ca Indo-Hispana, pero la mayoría asimiló la nueva
demasiado rudimentarias para no ser sino un comple- forma de vida, adoptando no sólo la agricultura, sino
mento en la i·ecolección de frutas y vegetales silves- también la cerámica, salvo en casos como en Rancho
tres. Peludo, que ya la poseían.
Hay pruebas de agricultura en Rancho Peludo por El nuevo énfasis en la agricultura no ocasionó
la presencia de torteros de barro similares a los buda- que los Neo-Indios abandonaran sus medios de subsis-
res que aún se usan en muchas partes de Venezuela tencia previamente existentes. Sus asientos costeños
pa1·a hacer casabe. También se encuentran por prime- están llenos de conchas, lo que indica que siguieron con-
ra vez vasijas de cerámica, las cuales incluyen bols sumiendo productos marinos. Pero la agricu ltura Jos
simples o jarras con bases simples o anulares, super- capacitó aparentemente para desarrollar comunidades
ficies con impresión de tejidos y decoración en aplica- más extensas -poblaciones más que campamentos-
do burdo (lámina 9). La cerámica fué usada tanto en formas más elaboradas de organización social y polí-
objetos utilitarios así como también en urnas fun era- tica, arte y religión. Desafortunadamente hay muy po-
rias que, para nuestra sorpresa f ueron hechas en for- cas huellas sobrevivientes que puedan ser empleadas
ma muy elaborada, si tomamos en cuenta su temprana como base para identificar grupos de Neo-Jndios. He-
aparición, esto es, entre 2820 y 445 A. C., a juzgar mos distinguido un número considerable de estilos lo-
por nuestras fechas de carbono catorce. cales Y agrupado en diez series, cada una de las cuales
Epoca Neo-India. El comienzo de la época Neo- representa un grupo diferente de Neo-Indios, en Ja
India se ha fij ado en una época en la cual la agricul- forma siguiente:
tura se había desarrollado lo suficiente para reempla- l . La serie Dabajm·oide parece haber tenido su
zar la caza, la pesca y la recolección, como medio bá- origen en la cerámica de Rancho Peludo, ya descrita
sico de subsistencia. Esto ocurrió alrededor del año en relación con la época Meso-India. Continuó existien-
l 000 A. C. en Venezuela oriental, pero pudo haberse do en la misma región, esto es, dentro de Ja hoya del
originado más ta1·de en el occidente a juzgar por nues- lago de Maracaibo, a través de la época Neo-India y a
tras fechas de ca1·bono catorce de Rancho Peludo. En partir del año 1000 D. C. aproximadamente también
Venezuela oriental la yuca continuó sie:ido el produc- se dispersó hacia el sur a los Andes Venezolanos, ha-
to básico pero en el occidente los Neo-Indios parecen cia el norte a las actuales islas holandesas de Aruba v
haber prefe1·ido el maíz, el cual de acuerdo con la teo- Curazao y hacia el este a lo largo de la costa llegand~
ría más aceptada fue domesticado en América Central hasta Cumaná en el oriente de Venezuela (figura 9).
desde donde se dispersó hacia el sur y el este y de allí Se ca1·acteriza por bases anulares perforadas, impre-
a Colombia. sión de tejidos en el cuello, trabajo de aplicado; y en
176 Arqueología Venezolana R esumen y Conclusiones 177
los estilos tardíos aparecen patas ahuecadas abomba- queológicos más complejos de Venezuela, las calzadas
das y diseños complejos y pintado en negro y /o i·ojo (caminos de tiel'l'a) en los Llanos y los mintoyes en
sobre un fondo blanco (lámina 12) . Estos rasgos tar- los Andes, y así mismo la gente Tierroide (o sus ve-
díos pudieron haberlos obtenido de la serie Tocuya- cinos) produjeron la máxima variedad de objetos ce-
noide. (2) Continuaron los entierros en urnas prove- remoniales incluyendo incensarios, amuletos y figuri-
nientes del período previo y la presencia de figurines nes de varias clases (láminas 26-29).
también atestigua un cierto desarrollo religioso. 4. La serie Ocumaroide sucede a la Tocuya-
2. La serie Tocuyanoide tiene su centro alrede- noide en la parte costeña ocupada por la anterior se-
dor de Quíbor cerca de Barquisimeto en el pie de mon- rie, esto es, la región que se extiende desde Tucacas a
te andino, de donde obtuvimos una fecha de carbono La Guaira. Comenzó alrededor de 500 D. C. y algunos
catorce de 295 A. C. De allí se difundió aparentemente de sus estilos sobrevivieron hasta la llegada de los
hacia el sureste a los llanos y al noreste y a lo europeos (figura 23). Combina la forma de pintado
largo de la costa, llegando hasta el aeropuerto capita- Tocuyanoide con rasgos de otras dos series que toca-
lino de Maiquetía (figura 11). Entre los años 300 y 1·on aquella parte de la costa, la Dabajuroide (1) y la
1000 D. C. dio origen a dos series relacionadas: la Barrancoi<le (5) . Por epemplo, posee coarrugación y
ser ie Tierroide (3) y la Ocumaroide (4). Desde sus trabajo en aplicado que son reminiscentes de la sel'ie
comienzos esta se1·ie tenía patas huecas abombadas, Dabajuroide y algún modelado e incisión característi-
complejos diseños curvilíneos que llevaban incisión o co de la Barrancoide (figura 24). A pesar de esta ri-
estaban pintadas en rojo y negro sobre un fondo blan- queza en ce1·ámica, la gente Ocumaroide no produjo
co y pintado de culebras y rostros humanos así como monumentos de ninguna clase, sólo dejó depósitos de
también modelado simple (láminas 13-16). Muchos de desperdicios, lo cual no quiere decir que estos monu-
estos rasgos también se pueden encontrar en la cerá- mentos estén ausentes por completo, ya que se han rea-
mica del n oreste de Colombia y América Central y lizado pocas excavaciones.
creemos que originalmente se difundieron a Venezue- 5. La serie Barrancoide se encuentra en dos re-
la desde aquella dirección. Sabemos muy poco sobre giones más bien distantes entre sí, una parte se haUa
esta serie como para discutir sus aspectos no-cerámi- en la hoya del Lago de Valencia y en Ja costa adyacen-
cos. te y la otra alrededor del Delta del Orinoco (figura
3. La serie Tierroide al igual que la Tocuyanoi- 17). ~uestra fecha de carbono catorce, que correspon-
de se centra en la región vecina de Barquisimeto ba- de a la parte central de la serie, es de 260 D. C. y para
jando de allí a los Llanos occidentales y subiendo por la pa1·te Orinoquense tenemos una fecha de 985 A. c.
los Andes de Trujillo y Mérida (figura 13). Se ha Ambas se caracterizan por bases anulares sólidas, pes-
fechado entre 1000 y 1500 D. C. Su cerámica mantie- tañas adheridas a los bordes e incisión con diseños cur-
ne el énfasis Tocuyanoide puesto en las patas ahueca- vilíneos y figurines inciso-modelados muy bien acaba-
das abombadas y pintura polícroma, pero ca1·ece de dos sobre la panza de la vasija o sobre apéndices pe-
incisión y modelado (láminas 17-19) . La gente Tie- gados a los bordes (láminas 31-35). Las pipas de ba-
rroide fué responsable de los tipos de monumentos ar- 1-ro que llevan decoración similar ocurren en asocia-
178 Arqueología V enezolana Resumen y Conclusiones 179
ción con Ja parte central de la serie, presumiblemente 7. La serie Valencioide como lo indica su nom-
éstas poseían un significado religioso, como entre los bre se concentra alrededor de la hoya del Lago de
indios norteamericanos. La serie Barrancoide ha lla- Valencia, extendiéndose hacia el este a través de la
mado la atención de los arqueólogos por lo caracterís- montaña, llegando hasta Caracas, bajando por la cos-
tico y complejo de su decoración, hemos expuesto con ta en las áreas de La Guaira y Río Chico, y subiendo a
anterioridad, para explicar su origen, va1·ias teorías las islas de Los Roques, en la ce1·canía de La Guaira.
que quedan aún en el campo de la especulación. Ni si- Se ha fechado entre los años 1000 y 1600 D.C. (figura
quiera sabemos como estuvieron relacionados los dos 21). Las excavaciones de Requena (1932), Bennett
segmentos de la serie, sólo podemos exponer que am- (1937), Osgood (1943), y Kidder (1944) en los mon-
bas se derivan de un tercer segmento aún desconocido tículos de los alrededores del Lago de Valencia han da-
en los Llanos de Apure, desde donde la serie pudo ha-· do origen a que esta cerámica sea la mejor conocida de·
berse difun di do hacia el norte a través de los ríos Por- Venezuela a pesar de ser relativamente simple. Consiste
tuguesa y Pao hacia la hoya del Lago de Valencia, la de bols con apéndices biomorfos y botijas con cuellos
costa y el este, bajando por el Río Orinoco a la región que llevan rosti·os. Los rasgos de estos artefactos están
de Barrancas, a Trinidad y el noroeste a la Guayana hechos en trabajo de aplicado, de los cuales es típico
Británica. el ojo grano-de-café. No hay pintado y muy poca in-
6. Si realmente existió un segmento de la serie cisión. Figurines, amuletos y urnas funerarias se han
Barrancoide en los Llanos de Apure. éste pudo haber hallado también en los montículos de Valencia (lámi-
sido ancestral a la serie Arauquinoide que surgió allí nas 39-46). La serie Valencioide presumiblemente es
durante el final del primer milenio D. C. y en conse- una degeneración de la Barrancoide ( 5), a la cual se
cuencia se difundió bajando po1· el río Orinoco, dando han añadido algunos rasgos de la serie Arauquinoi-
fin al segmento Orinoquense de la tradición Barran- de (6).
coide, alrededor del año 1000 D. C. (figura 19). La 8. La serie Memoide se conoce en los Llanos del
serie Arauquinoide retiene ciertos rasgos Barrancoi- centro norte que se encuentran al sur de Caracas y en
des tales como apéndices inciso-modelados, pero se la costa alrededor de Río Chico. Existió durante tiem-
diferencia por el uso de espigas de esponja como ma- pos proto-históricos y al comienzo de los históricos.
terial de desengrasante, por bols alargados con cue- La aspereza de sus vasijas globulares simples se debía
llos o pequeños apéndices decorados de aplicado, y por a técnicas tales como coarrugación, incisión, rayado,
bordes biselados que llevan diseños incisos y excisos. punteado, la adición de pequeños pedazos de barro o
La incisión y la excisión también se usaban en la pro- la impresión de dedos o tejidos en el barro húmedo.
ducción de pintaderas cilíndricas de barro (lámina 38, Los yacimientos son igualmente simples, hallándose en
A). La gente Arauquinoide construyó montículos de ellos sólo artefactos utilitarios.
tierra como medio de levantar sus casas por encima de 9. La se1·ie Saladoide surgió por p1·imera vez en
las inundaciones que invadían los llanos durante las el Orinoco Medio y Bajo alrededor del año 1000 A. C.
estaciones de lluvia y algunos de ellos también produ- de una fuente aún sin determinar. Poco después de
jeron figurines. 1000 A. C. el movimiento de la gente Barrancoide a la
1so A rqueowgía Venezolana R esiwien y Conclusiones 181
parte baja del Orinoco dividió a la gente Saladoide en sector oriental del país. Debe notarse que todas las
dos. Un grupo permaneció en el 01·inoco Medio (271), series occidentales con la probable excepción de la To-
mientras que el otro gi·upo salió por el Delta hacia la cuyanoide (2) poseen en alguna medida atavíos cere-
cosla noreste de Venezuela, Margarita, Trinidad y de moniales, como figurines y amuletos, y muchos tam-
allí al resto de las Indias Occidentales dominando a los bién tienen formas elaboradas de entierros tales como
habitantes Meso-Indios de aquellas áreas (figu1·a 28). mintoyes o urnas. Varias series centrales igualmente
Los dos grupos persistieron en Venezuela más o me- poseen este tipo de restos, pero las dos series orienta-
nos hasta el año 1000 D. C. cuando el grupo su1·eño se les ,la Saladoide y la Guayabitoide (10), carecen de
aculturó a la serie Arauquinoide (6) y el norteño fué ellos.
transformado en va1·iantes locales, incluyendo la serie Hay una distribución similar con respecto al arte
Guayabitoide (10), en Venezuela nororiental y la serie como Jo ilustrarán las láminas. Sólo en Venezuela Oc-
Chicoide de las Antillas Mayores. En su forma pura, cidental y Central y en el segmento de la serie Ba-
la serie Saladoide se caracteriza por bordes planos, rrancoide (5), que se supone fué intrusivo en el cen-
bols en forma de campana invertida, asas verticales tro y en el este, hay un poderoso desarrollo artístico.
acintadas y diseños pintados en blanco sobre rojo. A Esto lo constatamos cuando escogimos el material pa-
esto se sumaron muchos rasgos Barrancoides después ra las láminas. Después de concluido éste nos dimos
que los indios de este último grupo migraron al Bajo cuenta de que habíamos seleccionado el mayor número
Orinoco (figuras 29, 30). No hay huellas de actividad de artefactos de series cerámicas occidentales; un nú-
ceremonial alguna, los entienos son simples y casi mero considerable de series pertenecían a la parte
todos carecen de objetos ceremoniales. central del país, ningunas procedían de las series Sa-
10 . La serie Guayabitoide se puede considerar ladoide y Guayabitoide del oriente. Posteriormente,
como una degeneración de la serie Saladoide en la cual añadimos varios especímenes de la serie Saladoide (lá-
la olla llega a ser la forma predominante, las asas y minas 46, B; 47), pero aún estos deben considerarse
el pintado dejaron de existir, los apéndices tabulares principalmente como pertenecientes al centro de Ve-
fueron simplificados y el modelado-incisión fué re- nezuela, ya que reflejan influencias de la serie Ba-
emplazado por diseños burdos incisos y de aplicado rrancoide. Concluimos, en consecuencia, que Venezuela
(figura 33}. Nuevamente hay carencia de manifesta- oriental no tuvo una forma de a1·te indígena suscepti-
ciones ceremoniales. Fué la gente Guayabitoide a quien ble de mencionarse.
Colón encontró cuando descubrió las costas de Trini- Como se recordará, la costa oriental quedó reza-
dad y Paria en 1498. gada con respecto al resto del país al comienzo de la
En el resumen que acabamos de bosquejar nos época Neo-India, permaneciendo en un nivel de desa-
hemos ocupado de las diez series Neo-Indias, aproxi- rrollo Meso-Indio durante muchos siglos antes de que
madamente en el orden en que fueron discutidas en el los Neo-Indios de la serie Saladoide abrieron paso a
texto, considerando primero las series qtte parecen través de los pantanos del Delta del Orinoco y la costa
haberse originado en Venezuela occidental, luego las de Paria. El atraso de los Neo-Indios orientales en
series centrales y finalmente aquellas autóctonas del cuanto a religión, entierros y el arte puede considerar-
182 Arqueolooía Venezolana R esumen y Conclusiones 183
se como una repetición del mismo fenómeno, es decir, Dabajuroide tiene que haber hablado lenguas caribes,
un retraso con respecto a la evolución del resto del pero otros hablaban arawaco, lo mismo pudo haber
país. Este segundo rezago es especialmente evidente ocurrido con la gente Saladoide como hemos indicado
hacia fines de la época Neo-India luego que la serie antes ( 273) .
Saladoide degeneró convirtiéndose en la Guayabitoide. Epoca Indo-Hispana. Los europeos colonizaron
¿Cuál fué la causa de esta retardación ? Hacia fi- a las islas de Cubagua y Margarita a lo largo de la
nes de la época ~eo-India las tierras que se enconti·a- costa oriental de Venezuela y posteriormente se ex-
ban alrededor del Delta del Orinoco se hallaban entre pandieron por tierra firme, adueñándose gradualmen-
dos regiones que presentaban un desarrollo ceremonial te de la costa, las montañas y los llanos que anterior-
y artístico mucho más importante, estas regiones son mente estaban ocupadas por los indios. A diferencia
Venezuela centro-occidental, por un lado, y las Antillas de los ingleses en Norte-América, ellos tendían a asi-
Mayores, por el otro (272). Nos inclinamos a atribuii· milar a los indios, incorporándolos a sus pueblos y mi-
este atraso relativo al aislamiento. Se enconb·aba muy siones, casándose con ellos y en general, aculturándolos
distante del área Intermedia para ser afectado por el a la forma de vida europea. Como consecuencia las
desarrollo de esta área que se dispersó por Venezuela tribus indígenas de Venezuela han conservado su iden-
occidental y central, y demasiado lejos de Meso-Amé- tidad en las regiones más remotas como en las zonas
rica para estar influida por ésta, como pudo haber su- de la Guayana y Amazonia, a lo largo de Ja frontera
cedido en el caso de Jas Antillas .Mayores. Así quedó Colombiana y el Delta del Orinoco. Este proceso de
estancada en tanto que el occidente y el centro fueron aculturación está documentado de la mejor manera ar-
evolucionando en i·eligión, prácticas de entierro y ar- queológicamente hablando en el sitio de Nueva Cádiz,
te, durante el final de la época Neo-India. en la isla de Cubagua.
Finalmente, es de inte1·és notar que dos de las Las excavaciones pusieron al descubierto allí no
series ,la Dabajudoire (1) y la Saladoide (9) están sólo artefactos españoles, sino también cerámica indí-
ampliamente distribuidas a lo largo de la costa e islas gena de estilos originales de varias áreas del Caribe
como para evidenciar habilidades ma1·ítimas notables. que sirven como testigo p·a1'a mostrar de qué distancia
La gente Dabajuroide y Saladoide parece haber des- fueron traídos los obreros a Jas pesquerías perlíferas.
arrollado esta habilidad en las dos regiones de Vene- Hay prueba de que estos peones pronto abandonaron
zuela que poseen aguas abrigadas, que son el Lago de estos estilos y desa1·rollaron una forma nueva de ce-
Maracaibo y el Golfo de Venezuela en una región, y rámica local. Esta a su vez sobrevive, con escasas mo-
los Golfos de Cariaco y Paria en la otra, desde donde dificaciones a través de la época Indo-Hispana y
se expandieron a las costas abiertas y a las islas. Se aún existe como cerámica rural en el pueblo de Mani-
está inclinado de correlacionar estas dos series con los cuare, en la Península de Araya. Se trata por supues-
dos grupos más importantes de indios marítimos en to, de una de las tantas contribuciones que los indios
los tiempos de Colón, los "Caribes" y los "Araucos" han hecho a la cultura moderna de Venezuela.
respectivamente, pero esto sería un error. A juzgar
por la distribución de estos dos grupos, alguna gente
LAMINAS
Lámina I. Sitios de matanza de Taima-Taima (A) y .l\fuaco (B). El
material fue hallado en el pantano 1·odeando un manantial al cual
hombres y animales fueron atraídos.
IB
arriba Lámitia .2. Yacimiento de campamento de la serie j oboide. L ámina J· Artefactos líticos tipicos de la época Paleo-India: A, her-
El material sale erodado de la superficie pero se encuentra aun en ramientas, complejo Manzanillo; B, instrumento cortante, complejo
posición original. Camare; C, D, cuchillos, complejo Las lAgunas; E, F, puntas de pro-
yectil, complejo El Jobo; G, punta de proyectil, complejo Las Casitas.
;D JE
,:
..'·- -- ~
Lámina 4. Huesos incisos fósiles de Muaco: A , hueso con mciswn in- Lámina 5. Conchero y entierro en urna de la época Meso-India: A,
tencional; B, detalle del empleo del hueso como yunque; C, yunqtu excavación en el conchero de Punta Gorda; B, urna conteniendo utl
dseo. entierro secundario, Rancho Peludo.
6A
Lámina 6. Artefactos liticos desbastados del complejo Canaima: A, Lámina 7. Manufactura de artefactos de concha, complejo Manicuare:
puntas de proyectil; B, raspadores plano-convexos; C, artefactos mis- A, etapas en la manufactura de una gubia de concha; B, etapas en la
celáneos. manufactura de un martillo de concha y recipientes de concha: C, etapas
en la manufactura de u11 pe11ditt11te de concha.
6B 7B
6C
o
~
IO zo so
,-----1
eo IO•m.
l
8A 8B
Lámina 8. Artefactos de los complejos El Heneal (A, B) y Manicuare Lámina 9. Cerámica del ntilo Rancho Peilldo: A, bol con base anular,
(C): A , martillos líticos y piedra con muescas; B, ocre rojo, concha que contiene un e11tierro secundario de un infante; B, rostro humano;
trabajada y aguja ósea; e, petrnglifo, piedra de moler, y martíllos líticos. C, D, tiestos decorados con trabajo en appliqué; E , olla con btrse de
impresi6n de tejidos; F, bol simple; G, jarra simple.
8C
/
10A. 10D
Lamina 10. Sitios de mampostería y de rocas de la época Neo-India: Lamina 10. D, mintoy, Mucuchíes, Mérida; E, bateita de Aguirre,
A, petroglifo, Quebrada Tusmare, Miranda; B, pin.tu_r~ rupestre, Pe- Carabobo; F, morteros de roca y acanaladura para afilar hachas, Ven-
nínsula de la Cuajir11, Zulia; C, muralla de piedras, V1gmma, Carabobo; tuari, Amazonas.
wB TOE
JO C roF
Lámina n. Calzadas y montículo, época Neo-India: A , vista aerea de
la calzada de Pdez, Barfoas; B , calzada de Páez, Barinas; C, montículo Lámina I:J. Cerámica del estilo Dabajuro de Falcón; A, tiesto de bQTde
en Tocorón, l.ago de Valencia. corrugado; B, apéndice de barro pintado en negro sobre blanco; C,
vasija pintada en negro sobre blanco, Sabaneta .
u B nB
rr e
T2 C
13 A
Lámina 13. Cerámica del estilo Tocuyano de Tocuyano: A, tiestos Lámina 14. Cerámica del estilo Tocuyano de Toci,yano: A, asas de
pintados en rojo y negro sobre blanco; B, vaso tetrápode, pintado negro barro en forma de rostro humano, pintadas en negro sobre blanco;
sobre blanco. B, fragmento de vasija con borde hueco, pintado en rojo y negro sobre
blanco; e, bol pintado en negro sobre blanco.
16 A
Lámina 15. Cerámica del estilo Tocuya110 de Tocuyano: A, jarra. con Lámina 16. Cerámica del estilo Tocuyano: A, jarra con diserio de
rostro y dise1io d.e .serpiente; B, jarra con di.rt:ño gcomiftrico. serpiente; B , pintada en rojo y n egro sobre blanco dt: Tocuyano.
16B
I 7 ¡f
Lámina 17. Vasijas trípodes del estilo Tierra de los Indios, pintadas Lámina 18. Cerámica del estilo Tierra de los Indios de Guadalupe,
en rojo y negro sobre blanco, de la region de Quíbor, Lara. Lara: A, bol sin pintura; B, farra pintada en negro sobre un fondo
simple pseudo-negativo.
I8 A
zoA
izquierda Lámina 19. Jarra con base anular abierta, del estilo Tierra
de lo.s Indios, pintada en negro sobre blanco, Guadalupe, Lara.
derecha Lámina 20. Cerámica del estilo Santa Ana: A, B, bols tetrá-
podes, cueva de Santo Domingo, Trujillo.
zoB
.n A
Ldmina 22. Cerámica de varios estilos de Trujillo: A , vasija con anillo
Ldmina 2r. Cerámica de varios estilos de Trujillo: A , bol tripode de y pata de base, estilo Santa A na, cuevas de T rujillo; B, vasi1a tetrápode,
estilo indeterminado, cuevas de Trujillo; B , vasija incensaria de estilo estilo Santa Ana, pintada en negro sobre blanco, cueva de Santo Do-
indeterminado, cuevas de Tru jillo; C, bols del estilo de Santa Ana, mingo; C (izquierda) tiesto del estilo de Betijoque, pintado en 11egro
cueva de Santo Domingo; D, bol con anillo y pata de base, estilo de sobre blanco, Betijoque; C (cemro), bol con anillo y pata de base, estilo
Santa Ana, pintado en negro sobre blanco, cueva de San to Domirigo. indeterminado, pintado en negro sobre blanco, Tuname, fajó; C
(derecha), figurines de barro, estilo indeterminado, pintado en negro
sobre blanco, Niquitao, Boconó.
:u e 22B
:uD 22 e
izquierda L ámina 23. Cerámica del estilo de Betijoque de Be tijoque:
A, B, vasijas con bases anulares abiertas, pintadas en n egro sobre blanco;
C, vasija con anillo y base de pata, pintada en n egro .sobre blanco.
Lamina 32. Cerdmica de los estilos Los Barrancos y Barrancas, de Lámina )]· Cerámica del estilo Los Barrancos de Saladero, M onagas,
Barrancas, Monagos: A , apéndice de rostro humano, estilo Los Bar· A, C, tiestos incisos p intados en rojo en las dreas opacas y altamente
rancos; B, cuello de una botija, estilo Barrancas. pulidos en las áreas oscuras; B, fragmento de vasija modelado e inciso.
)2 .H
35A
l.dmina 3.¡. Cerámica del estilo Los Barrancos de Saladero, Monagas: Lámina 35. Pipas de barro y cerámica de los estilos de El Palito y
A , B, apéndices modelados-incisos. Los Barrancos; A, pipas de barro (izquierda )' derecha) y apéndices de
cerámica (centro), El Palito, Carabobo; vasija y apéndice, estilo Los
.Barrancos, Saladero, Monagas.
36A
Ldmina 38. Flauta ósea, estilo La Cabrera y sello Lámina 39. Cerámica del estilo Valencia: A, bol, hoya de Valencia;
de barro de los Llanos: A, flauta ósea de la hoya de B, C, bols con bases anulares abiertas, Petiínsula de La Cabrera, Aragua;
Valencia; B, sellos cilíndricos de barro. D, E, botellas, hoya de Valencia.
'fOB
Lámina 47. Cerámica del estilo El Mayal, de La Cucaracha, Carúpano, G-J, cerámica modelada-incisa.
Sucre: A- D , tiestos pintados blanco-sobre-rojo; E, F, tiestos incisos en
rejilla;
47 J
48A
48B
JI A
Lámina 50. Cerámica de Nueva Cádiz: A, bol de ensalada; B, plato. Lámina 51. Cerámica de Nueva Cádiz: A, botijuela; B, fragmento de
una botijuela.
pB
Ldmina 52. Cerdmica de Nueva Cddiz: A, tiesto con la fecha de manu-
factura grabada; B, C, botijuelas.
Lámina 53. Sellos de barro y plomo de Nueva Cádiz: A, sello de barro
con el emblema real de Fernando e Isabel para sellar cartas; B, sello
de plomo con motivo religioso, probablemente para diseñar telas.
53B
Lámina 54. Escu.lturas de piedra de Nueva Cádiz: A, gárgola con Lámina 55. Escultura de piedra de Nueva Cádiz: A, gárgola perforada
artesa para que el agua pueda descender por la parte posterior; B, con un hueco para dejar escapar el agua por la boca (el rostro barbu.<lo
columna de piedra, descansando sobre una acumulacion de conchas de de un español es visible de perfil); B, escu.do.
las pesquerías perlíferas; C, fragmento de un escudo espariol.
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(25) Bennett, W. C. op. cit. (42) vea figu1·a 3.
Osgood, Cornelius y George D. Howard op. cit. (43) Vea capítulo '7, A y B; y 8, C y D.
Kidde r, Alfred, JI, 1944. Archaeology Of Northwestem (44) Como ejemplo de este proceso vea capítulo 8 A y fi-
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