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Cristina Rodríguez
Geriatría
Rafaela Cuello
20 de febrero de 2018
La Hipertensión en Envejecientes
La hipertensión es una enfermedad crónica caracterizada por una presión
arterial elevada. En este trastorno, la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de
las arterias al ser bombeada por el corazón es muy alta y por lo tanto el corazón debe
realizar más trabajo. ("Presión arterial alta (hipertensión) - Síntomas y causas - Mayo
Clinic", 2018) La presión arterial se expresa usando dos parámetros, la presión arterial
sistólica y diastólica. La presión arterial sistólica es la presión sanguínea en las arterias
durante la contracción ventricular, cuando la sangre es expulsada del corazón; la
presión diastólica es la presión arterial durante la relajación del corazón. En el adulto
mayor a 50 años, se clasifica a un paciente como hipertenso cuando presenta con la
presión arterial sistólica superior a 140 mmHg y/o la presión diastólica superior a 90
mmHg. ("Hipertensión arterial esencial", 2018) Esta condición está clasificada
dependiendo de las medidas que se obtienen al tomar la presión y es un factor
cardiovascular en la población anciana y el factor que más contribuye al desarrollo de
causas de morbilidad en esta población. (Villamil, n.d.) De hecho, de acuerdo a
numerosos estudios internacionales, la morbilidad y la mortalidad de causa
cardiovascular están directamente relacionados con el aumento de la presión sistólica
crónicamente sostenida por encima de 139 mmHg o una presión diastólica sostenida
mayor a de 89 mmHg. El tratamiento antihipertensivo se enfoca en reducir el riesgo
cardiovascular global y se debe tener en cuenta otras comorbilidades comunes.
("Hipertensión arterial esencial", 2018)
Alrededor de un tercio de la población adulta de los países desarrollados y en
vías de desarrollo sufre de hipertensión y es la principal causa de consulta a los
servicios médicos de atención primaria. ("High Blood Pressure (Hypertension)
Information | cdc.gov", 2018) El Estudio Framingham del Corazón plantea que las
personas mayores de 65 años de edad considerados normo tensos tienen un riesgo de
por vida aproximado de 90% de tener hipertensión arterial. Esta condición no tiene
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sintomatología obvia y por lo tanto el número de pacientes no diagnosticados es bien


alta. Según El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), 1 de
cada 3 adultos estadounidenses tienen la presión alta. Y solo la mitad, un 54%, tienen
la presión alta bajo control.
“El 32 % de la población dominicana desconoce que padece de hipertensión
arterial”, este es el título de un artículo publicado en el periódico Diario Libre el día 18
de junio de 2017. Este articulo surge por el alarmante hallazgo de la encuesta
“Prevalencia de hipertensión arterial en la Republica Dominicana”, que realizó la
Sociedad Dominicana de Cardiología (Sodocardio). Se detalla que la prevalencia
proyectada de esta enfermedad crónica en el 2017 era de un el 30.8%. La encuesta
estableció que la prevalencia de hipertensión está distribuida en varias edades, siendo
relevantes para este trabajo el porcentaje de personas mayores de 65 años. Es decir,
el 70% de dominicanos mayores de 65 años sufre de esta condición. Esta información
epidemiológica demuestra que la hipertensión es muy prevalente en nuestro país y en
el mundo. (Diario Libre, 2017)
La presión arterial varia continuamente pero a mayor cifras tensionales mayor es
el riesgo cardiovascular. Por esta razón los individuos con presión arterial entre120/80
y 129/84 pueden ser considerados presión normal, mientras que los que tienen cifras
entre 130/85 y 139/89 son considerados presión arterial normal alta. Los valores de
presión arterial menores de 120/80 son considerados valores óptimos. La hipertensión
se clasifica como primaria (esencial o idiopática) o secundaria. Más de un 90% de
todos los casos de hipertensión son primarios, donde la causa subyace es desconoce.
Se define como secundaria cuando la presión arterial esta elevada como consecuencia
de una causa identificable. Cuando la hipertensión empieza después de los 60 años
hay que tomar en cuenta posibles causas secundarias como la enfermedad
renovascular. En ancianos con hipokalemia y en todo hipertenso severo refractario a 3
drogas antihipertensivas, se debe descartar condiciones endocrinas como un
hiperaldosteronismo primario o el feocromocitoma. (Guías Latinoamericanas de
Hipertensión Arterial, 2010)
Aunque se desconozca la etiología de la hipertensión primaria, se pueden
clasificar los factores de riesgo asociados con esta como modificables y no
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modificables. Los factores de riesgo no modifícales incluyen la edad, historia familiar, la


raza y el sexo. Como ya se mencionó anteriormente, la rigidez de las arterias
incrementa con la edad debido al depósito de colágeno en las paredes de los vasos y
la degeneración de las fibras elásticas. Esto resulta en un incremento en la tensión
arterial sistólica. Por lo tanto, el riesgo de tener hipertensión aumenta con la edad. Y
aunque anteriormente se consideraba una respuesta fisiológica que surgía con la edad,
varios estudios epidemiológicos han demostrado que la edad es simplemente un factor
de riesgo y que no toda aquella persona mayor debe sufrir de hipertensión. (Ibekwe,
2015) Se debe tomar en cuenta que el grado de control de la hipertensión es mucho
menor en los pacientes mayores de 65 años por múltiples razones, incluyendo la falta
de seguimiento al tratamiento. Al mismo tiempo, las comorbilidades como los
accidentes cerebrovasculares y la enfermedad coronaria es más común en esta
población. La presión alta se encuentra con más frecuencia en adultos de raza negra
que en otras razas. Aunque los cambios de vida y el aumento de la obesidad están
causando un incremento de esta condición en toda la población, los adultos con
descendencia africana suelen a presentar con una presión arterial alta más temprano y
con medidas más graves. Entre las personas adultas, los hombres tienen mayor riesgo
a sufrir de hipertensión y entre los 35 y 40 años se tiene una mortalidad por esta
enfermedad de cuatro a cinco veces más que en la mujer. La prevalencia aumenta en
la mujer postmenopáusica. Por otro lado, los factores de riesgo modificables están
directamente relacionados con los hábitos de vida saludable. Esto incluyen el consumo
de excesivo de sal y de alcohol, el uso de tabaco, la inactividad física, el sobrepeso y
obesidad y el control de enfermedades no transmisibles como la diabetes mellitus.
("Factores de riesgo de la hipertensión arterial", 2018)
La hipertensión tiene el apodo de “silent killer” o asesino silencioso. Esto se
debe a que es una enfermedad asintomática, sin indicios obvios. De manera silenciosa,
esta condición causa cambios en el flujo sanguíneo a nivel micro y macro vascular
causando disfunción de los vasos y remodelando la pared de las arteriolas de
resistencia. Esto produce lesiones orgánicas que, sin un control la disminución de la
función de diferentes órganos cuando esta crónicamente elevada por encima de los
valores normales. La hipertensión está asociada con comorbilidades como la
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coronariopatía, insuficiencia cardiaca crónica, accidente vascular encefálico, accidente


isquémico transitorio, insuficiencia renal crónica, y diabetes mellitus. Una moderada
elevación de la presión lleva a una disminución de la expectativa de vida. Cuando la
presión arterial está marcadamente elevada (presión arterial media 50% o más por
encima del promedio) la expectativa de vida se disminuye en 30 a 40%, a menos que la
hipertensión sea tratada adecuadamente. (Sánchez et al., 2010)
En los adultos mayores de 50 años, la lectura de tensión sistólica tiene más
importancia que la diastólica para determinar el riesgo cardiovascular. La hipertensión
sistólica aislada, donde la presión arterial diastólica esta igual o inferior a 90 mm Hg es
la presentación más frecuente en los adultos mayores. Esto se debe a cambios
estructurales y funcionales en las arterias como es el aumento de la rigidez de las
paredes de los grandes vasos (arterias). Esto como consecuencia causa un aumento
del trabajo que debe hacer el corazón para bombear sangre, lo cual genera una
sobrecarga para este órgano y generalmente altera la estructura de este órgano. Al
aumentar la rigidez de las arterias, el cuerpo compensa con la hipertrofia. Por esta
razón, en el adulto mayor es muy común detectar hipertrofia ventricular izquierda,
agrandamiento de la aurícula izquierda, y alteración de la relajación ventricular. Este
conjunto de cambios se denomina cardiopatía hipertensiva. (Villamil, s. f.)
Además de aumentar la presión arterial sistólica y la disminución de la diastólica,
el envejecimiento aumenta la variabilidad de la presión arterial. Esto contribuye a la
dificultad de diagnóstico y tratamiento en esta población. Las variaciones pueden ser
condicionadas a cambios posturales o a la ingesta de algunos alimentos. Por ejemplo,
en algunos pacientes la presión arterial aumenta en posición supina y los valores caen
al pararse. Esto sucede con más frecuencia en los ancianos, los diabéticos, en aquellos
que padecen de Parkinson y en pacientes con antecedentes de caídas. (Villamil, s. f.)
Los adultos mayores presentan una disfunción autonómica fisiológica que influye en
esta variedad de cambios de las medidas de la presión. Estas alteraciones favorecen la
hipotensión ortostatica, mientras que la rigidez de las pared arterial pueden generar
valores tensionales elevados. Por lo tanto, en una persona mayor se debe tomar la
presión arterial con más sigilo que en otros individuos. Es preciso determinar la tensión
en ambos brazos y obtener la medida en otras situaciones fuera de la consulta para
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tener un estimado más preciso de los verdaderos valores y compensar por la


variabilidad. De rutina se debe medir la presión arterial en posición acostado, sentado y
de pie para detectar la variabilidad. Se debe también tomar en cuenta la lista de
fármacos que la persona tiene que beber, ya que los efectos de estas medicinas
pueden afectar la lectura de la tensión arterial. Por ejemplo, frente a un paciente con
hipotensión ortostatica es importante investigar el uso de fármacos como carvedilol,
metildopa y otros medicamentos con efectos alfa-bloqueante. (Sánchez et al., 2010)
Los fármacos utilizados para controlar la hipertensión incluyen como primera
línea los diuréticos tiacidicos, beta bloqueantes, calcioantagonistas, inhibidores de la
enzima convertidora y antagonistas de los receptores AT1 de la angiotensina II. Todos
estos fármacos han demostrado la reducción de eventos cardiovasculares en distintos
estudios. Cuando son usadas en las dosis apropiadas, el descenso promedio de
presión arterial es muy similar entre los cinco tipos de drogas. Al seleccionar los
antihipertensivos se debe considerar las comorbilidades frecuentes en la población de
ancianos: glaucoma, estreñimiento, gota osteoartritis, enfermedad pulmonar obstructiva
crónica, disfunción sexual, enfermedad coronaria, etc. La polifarmacia debido a la
pluripatologia presente en pacientes geriátricos aumenta el riesgo de interacciones y
los efectos secundarios. Además se debe tomar en cuenta la disminución de la dosis
en los medicamentos debido a la disminución de la función renal en estos pacientes. El
tratamiento se debe iniciar de forma progresiva e ir ajustando, se le debe dar
seguimiento constante. (Villamil, s. f.)

Anteriormente, hasta el año 2013, las guías principales de hipertensión


recomendaban como meta el valor de presión sistólica/presión diastólica de 140/90
mmHg para pacientes de alto riesgo. Sin embargo estas cifras han sido muy debatidas
y diversos estudios han buscado encontrar la mejor presión arterial para disminuir el
riesgo de morbilidad y mortalidad. Por esta razón, se llevó acabo un ensayo clínico
llamado el Systolic Blood Pressure Intervention Trial (SPRINT) diseñado por las
instituciones estadounidenses National Heart, Lung, and Blood Institute (NHLBI) y
National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases (NIDDK) del National
Institutes of Health (NIH). La fase de reclutamiento de este estudio inicio en noviembre
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2010 y fue el primero en explorar el efecto de una estrategia de intervención


antihipertensiva intensiva en pacientes sin diabetes. El estudio tenía previsto durar 5
años, sin embargo, fue interrumpido a los 3,26 años. El estudio demostró que en
general, el riesgo de muerte y de enfermedad cardiovascular se reduce en un 30% en
el tratamiento de presión arterial sistólica con un objetivo de 120 mmHg (comparado
con un objetivo de 140 mmHg). Las implicaciones de este estudio, por lo tanto, pueden
afectar las recomendaciones para la meta del tratamiento de hipertensión. (Spada,
2018) Sin embargo, según el Dr. Alberto Cordero Fart de la Sociedad Española de
Cardiología, es muy poco probable que cambie las recomendaciones. Esto se debe a
que el estudio SPRINT excluyo a los pacientes con diabetes mellitus y enfermedades
cardiovasculares, las comorbilidades más comunes de la hipertensión y por tanto no
toma en cuenta a la mayor parte de los pacientes hipertensos. (Fort, 2018)
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Referencias
1. Presión arterial alta (hipertensión) - Síntomas y causas - Mayo Clinic.
(2018). Mayoclinic.org. Recuperado 17 February 2018, en
https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/high-blood-
pressure/symptoms-causes/syc-20373410
2. Hipertensión arterial esencial. (2018). Revistanefrologia.com. Recuperado
20 February 2018, en http://www.revistanefrologia.com/es-monografias-
nefrologia-dia-articulo-hipertension-arterial-esencial-23#links
3. Villamil, A. Hipertensión arterial en el anciano. Buenos Aires, Argentina:
Hospital Dr. Cosme Argerich. Recuperado from http://fiaiweb.com/wp-
content/uploads/2017/10/Villamil.-HIPERTENSION-ARTERIAL-EN-EL-
ANCIANO1.pdf
4. High Blood Pressure (Hypertension) Information | cdc.gov.
(2018). Cdc.gov. Recuperado 16 February 2018, a partir de
https://www.cdc.gov/bloodpressure/index.htm
5. Diario Libre. (2017). El 32% de los dominicanos desconoce que padece
de hipertensión arterial. Recuperado a partir de
https://www.diariolibre.com/noticias/salud/el-32-de-los-dominicanos-
desconoce-que-padece-de-hipertension-arterial-CL7409848
6. Factores de riesgo de la hipertensión arterial. (2018). Medigraphic.com.
Recuperado 20 February 2018, a partir de
http://www.medigraphic.com/pdfs/archi/ac-2001/acs011aq.pdf
7. Sanchez, R., Ayala, M., Baglivo, H., Velázquez, C., Burlando, G., &
Kohlmann, O. et al. (2010). Guías Latinoamericanas de Hipertensión
Arterial. Revista Chilena De Cardiología, 29(1). Recuperado a partir de
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0718-
85602010000100012&script=sci_arttext
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demographic profile in Oghara, Delta State; prevalence and
correlates. Annals Of Medical And Health Sciences Research, 5(1), 71.
doi:10.4103/2141-9248.149793
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9. Fort, D. (2018). Implicaciones del estudio SPRINT: no cambiarán las


guías. Secardiologia.es. Recuperado 18 February 2018, a partir de
https://secardiologia.es/multimedia/blog/6938-implicaciones-estudio-
sprint-no-cambiaran-las-guias
10. Ramos, D. (2018). Implicaciones del estudio SPRINT: sí cambiarán las
guías. Secardiologia.es. Recuperado 18 February 2018, a partir de
https://secardiologia.es/multimedia/blog/6930-implicaciones-del-estudio-
sprint-si-cambiaran-las-guias
11. Spada, P. (2018). El Estudio SPRINT. ¿Será tiempo de revisar las
guías?. Recuperado a partir de
http://www.fac.org.ar/2/cientifica/pdf/estudio-sprint.pdf

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