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La última entrevista periodística y otros textos


NOTAS EN ESTA SECCION
Para Robero Bolaño, por Jorge Herralde | Roberto Bolaño, genio y figura, por Héctor Pavón
La última entrevista a Roberto Bolaño (2003) | Fragmento de la novela de Roberto Bolaño "2666"
NOTA RELACIONADA
Mario Santiago Papasquiaro
ENLACES RELACIONADOS
www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/robertobolano | Solo literatura-Obras de Roberto Bolaño
LECTURAS RECOMENDADAS
La reconstrucción del héroe literario | 2666 | Amuleto | Estrella distante | La literatura nazi en América Latina
El gaucho insufrible | Entre paréntesis | Dossier Una Mirada, Roberto Bolaño

Para
Roberto
Bolaño
Por
Jorge Herralde

La muerte de
Roberto Bolaño
causó una
extraordinaria
conmoción en
nuestro país, una
explosión de pesar
y de rabia con muy
escasos
precedentes.
Muchos de los más
destacados
escritores y críticos
lo valoraron como el
mejor escritor
latinoamericano de
su generación. Tan
sólo unas pocas
semanas antes, en
una reunión de
escritores
latinoamericanos en
Sevilla, la
generación más joven, la de Fresán, Volpi o Gamboa, lo eligió como su líder
indiscutible, su faro, su tótem, en palabras de Rodrigo Fresán. Y no sólo en
España, en toda América Latina, en especial en Chile y en México, se sucedieron
cataratas de elogios y se expresó el dolor de la pérdida de un artista en su apogeo.
También tuvo gran repercusión su muerte en otros países europeos, donde la obra
de Bolaño se estaba traduciendo de forma cada vez más acelerada. Cuando murió
se habían firmado 37 contratos en países, destacando Italia, Francia, Holanda y el Avitto sin tilde
Reino Unido. Su desaparición se lamentó incluso en varios periódicos de Estados Servicio profesional de
Unidos, pese a que era un autor inédito en dicho país, aunque ahora, desde corrección y maquetación
septiembre, ya no lo es. En la contraportada de la edición de Nocturno de Chile en de textos
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New Directions, entre cinco citas de críticos y escritores brilla gloriosamente esta
frase de Susan Sontag: "Nocturno de Chile es lo más auténtico y singular: una
novela contemporánea destinada a tener un lugar permanente en la literatura
mundial." Y la propia Sontag, el 25 de octubre, en una rueda de prensa en Oviedo, Cuando Voi A Morir
con ocasión de recibir el Premio Príncipe de Asturias, arremetió contra los falsos Bargain Prices. Smart
escritores, los "escritores mercenarios ", y por el contrario alabó a su admirado
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Bolaño: "De lo que he leído en los últimos años, me gusta mucho Roberto Bolaño.
Voi A Morir!
Es una pena que haya muerto tan joven. Escribió mucho y estaba empezando a ser www.DealTime.com
traducido al inglés, pero le quedaba tanto por escribir..."

En Francia, donde se han publicado aceleradamente cinco de sus libros en los dos
últimos años, Bolaño había sido adoptado como uno de los grandes. Así lo Libros Cristianos
muestra, por usar sólo una cita, lo que escribió Fabrice Gabriel en Les Excelentes Descuentos.
Inrockuptibles con el título "Un hermano ha muerto": "Largo tiempo hemos vivido sin ¡Ahorra! Extensa Gama
saber que existía un chileno perfecto para nosotros: barroco pero breve, erudito sin de Autores y Temas.
ser pedante, trágicamente metafísico y auténticamente bromista, loco por la poesía Claramente.com
pero dotado de una eficacia narrativa sin falla alguna... Una especie de fenómeno
entre Woody Allen y Lautréamont, Tarantino y Borges", un autor que conseguía que
"su lector se convirtiera en un frenético proselitista", y terminaba: "Bolaño no amaba
el pathos superfluo ni los discursos grandilocuentes. El único homenaje será leerle Chateas En Español?
de ahora en adelante y reírnos todavía con él." Participa Con Tus Amigos
Una síntesis excelente, pero convendría hacer una matización: no sólo los lectores Podrías Ganar Dinero.
franceses no sabían que existía, también lo desconocían muchos lectores en www.DiscountAsp.net/CadaCabezaUSA
español. A pesar de su enorme prestigio, con la excepción de Los detectives
salvajes, Bolaño seguía siendo un autor minoritario. Ahora, tras la explosión de su
muerte, muchos lectores lo están descubriendo entusiasmados. Así como se habla
del frecuente purgatorio de los escritores después de su muerte, en este caso
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apunta paradójicamente lo contrario.
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Después de muchísimos años de consagración fanática a la escritura, Bolaño
emerge a mediados de los noventa. En el y el publica tres libros consecutivos, tres
revelaciones: La literatura nazi en América, Estrella distante y Llamadas telefónicas, que alertan a los críticos más
sagaces, a los lectores más inquietos. Pero la explosión incontenible ocurrió con Los detectives salvajes, publicado en
noviembre del, que en pocos meses ganó nuestro premio de novela y el Rómulo Gallegos y de inmediato la
unanimidad de los mejores críticos, como Ignacio Echevarría o Masoliver Ródenas en España, Celina Manzoni en
Argentina, Elvio Gandolfo en Uruguay, Christopher Domínguez-Michael en México, o Rodrigo Pinto y Patricia
Espinosa en Chile. Y también el instantáneo apoyo incondicional de escritores como Enrique Vila-Matas, Juan Villoro
o, en Chile, Jorge Edwards, Jaime Collyer, Roberto Brodsky.
La lista de elogios sería interminable y un leitmotiv sería que Los detectives salvajes es la mejor novela mexicana
desde La región más transparente, o la mejor novela sobre México desde Bajo el volcán (lo que recuerda un dictamen
sobre Lolita: la Gran Novela Americana fue escrita por un ruso), pero alejándonos ya de México, territorio que le
queda demasiado estrecho, otro leitmotiv sería que Los detectives salvajes es la nueva Rayuela, una novela que
marcó a su generación con la misma fuerza con que la novela de Roberto marcó a la suya.
Citaré dos afirmaciones que me parecen especialmente afortunadas. Una de Elvio Gandolfo: "Los detectives salvajes
se inscribía en un subgénero latinoamericano: la Gran Novela Despeinada iniciada en Argentina por Adán
Buenosayres de Marechal y sobre todo Rayuela de Cortázar." Y la otra de Ignacio Echevarría: "El tipo de novela que
Borges hubiera aceptado escribir."
Y recuerdo haber leído en algún sitio un comentario sobre la parte central de la novela que la equiparaba al río
Mississippi de Huckleberry Finn, potente generador de historias.

BOLAÑO, POETA Y PERRO ROMÁNTICO, RABIOSO Y APALEADO

Roberto Bolaño se
consideró siempre un poeta.
Sólo empezó a escribir
narrativa a raíz del
nacimiento de su hijo
Lautaro, a quien idolatraba,
hacia 1990. Pensó que,
obviamente, sólo con la
poesía no podía soñar con
alimentar a su familia, y
apenas con la prosa. Sus
acrobacias de supervivencia
en los primeros 90,
presentándose a toda suerte
de premios municipales,
"premios búfalo"
imprescindibles para el
escritor piel roja, son el tema
de su cuento "Sensini"
dedicado al escritor
argentino Antonio Di
Benedetto, exiliado en
España, quien le enseñó las
tretas de ese arte menor.
Conocía de Roberto los
libros de poesía publicados
en España—Los perros
románticos (Lumen) y Tres
(Acantilado)—, cuando
Carolina me pasó, en julio
pasado, tras la muerte de Entrevista TV chilena
Roberto, un volumen muy
significativo, editado en
1979 en México: Muchachos desnudos bajo el arcoiris de fuego (11 jóvenes poetas latinoamericanos), con una
dedicatoria: "A las muchachas desnudas bajo el arcoiris de fuego", y una advertencia preliminar: "Este libro debe
leerse / de frente y de perfil / que los lectores parezcan platillos voladores."
En dicha antología, a cargo de Roberto Bolaño, figuran tres infrarrealistas: el propio Bolaño y Mario Santiago—es
decir, el Arturo Belano y el Ulises Lima de Los detectives salvajes—y también Bruno Montané, el aún más joven poeta
chileno—que aparece en la novela como Felipe Müller—. El origen de la palabra infrarrealismo proviene, claro está,
de Francia. Emmanuel Berl la atribuye al surrealista (sobrerrealista) Philippe Soupault: él y sus amigos "habían
fundado un club de la desesperanza, una literatura de la desesperanza". El infrarrealismo (o real visceralismo en la
novela) fue un movimiento sin manifiesto, una especie de "Dadá a la mexicana" (en palabras de Bolaño), cuyos
componentes irrumpían en los actos literarios boicoteándolos, incluso los del mismísimo Octavio Paz. En una
conversación con Roberto, Carmen Boullosa le cuenta su pavor, antes de dar una lectura poética, de que aparecieran
los temibles "infras": "Eran el terror del mundo literario", afirma Boullosa. Temibles pero desesperados, marginados.
En uno de los poemas, Bolaño escribe: "Los verdaderos poetas tiernísimos / metiéndose siempre en los cataclismos
más atroces, / más maravillosos / sin importarles / quemar su inspiración / sino donándola / sino regalándola / como
quien tira piedras y flores. / Oye, poeta, le dicen, / enchufa el amanecer."
Y en otro poema: "Algo inevitable, / como enamorarse veces de la misma / muchacha."
Y finalmente en otro: "La certeza de una muerte esbelta y temprana."
O sea, en esas estrofas, un concentrado, una píldora de la vida y muerte de Roberto Bolaño. En la antología brilla el
talento de Mario Santiago, quien, después de Bolaño, es el mejor poeta. Cabe subrayar un poema titulado "Consejos
de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger", un título que Bolaño parafraseará en su primera novela, escrita
con Antonio G. Porta, Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce. En dicho poema, dedicado a
"Roberto Bolaño y Kyra Galván camaradas & poetas", Mario Santiago escribe: "el Azar: ese otro antipoeta & vago
insobornable" y también constata "unas ganas despeinadas de morder & ser mordido".
En ambos poetas ya figura, pues, un homenaje al maestro Nicanor Parra y su vocación de perros románticos, a
menudo perros rabiosos, y desde luego perros apaleados.

BOLAÑO IMPRECADOR (BAJO EL SIGNO DE


RIMBAUD, DADÁ, DEBORD)
Una existencia trashumante
Roberto Bolaño, como demuestra en sus libros,
estaba empapado de literatura francesa. Así, en Escritor nacido en Santiago de Chile,
el relato "Fotos", de Putas asesinas, su álter ego
Arturo Belano, perdido en África, piensa: "Para
poetas, los franceses." (Acotación obvia: Arturo Bolaño ha llevado una existencia bastante trashumante. A
Belano, Arthur Rimbaud.) Y si admira en Francia los 15 años estaba viviendo en México, donde comenzó a
la cúspide de su literatura, la poesía, tampoco trabajar como periodista y se hizo trotskista. En el 73
parece ignorar un género más lateral pero muy regresó a su país y pudo presenciar el golpe militar. Se
practicado en dicho país: el arte de la injuria. alistó en la resistencia y terminó preso. Unos amigos
(Como ejemplos eminentes del arte del insulto detectives de la adolescencia lo reconocieron y lograron que
figuran desde Baudelaire y Alfred Jarry hasta a los ocho días abandonase la cárcel. Se fue a El Salvador:
Arthur Cravan y su revista Maintenant, y conoció al poeta Roque Dalton y a sus asesinos. En el 77 se
naturalmente los dadaístas, empezando por instaló en España, donde ejerció (también en Francia y otros
Tristan Tzara: "Maurice Barrès es el mayor cerdo países) una diversidad de oficios: lavaplatos, camarero,
que me he encontrado en mi carrera política; el vigilante nocturno, basurero, descargador de barcos,
mayor canalla que ha visto Europa desde vendimiador. Hasta que, en los 80, pudo sustentarse
Napoleón." Y añade, sarcástico: "No tengo ganando concursos literarios. A fines de los años 90 la
ninguna confianza en la justicia, incluso si Dadá suerte empezó a estar de su lado: Los detectives salvajes
dicta esa justicia. Convendrá conmigo, Sr. (1999) obtuvo el premio Herralde y el Rómulo Gallegos,
Presidente, que sólo somos una panda de considerado el Nobel de Latinoamérica. Es autor de las
cabrones y que por consiguiente las pequeñas novelas, La pista de hielo (1993), La literatura nazi en
diferencias, cabrones más grandes o cabrones América (1996), Estrella distante (1996), Amuleto (1999),
más pequeños, no tienen ninguna importancia." Monsieur Pain (1999), Nocturno de Chile (2000), Una
O, entre los surrealistas, la gélida pregunta de novelita lumpen (2002) y 2666 (2004), ésta última póstuma;
Louis Aragon: "¿Ya has abofeteado a un los libros de relatos Llamadas telefónicas (1997), Putas
muerto?" Aunque quizá los más temibles asesinas (2001) y El gaucho insufrible (2003) y los
polemistas estuvieron en la Internacional poemarios Los perros románticos (2000) y Tres (2000).
Situacionista, cuyo último número de su revista También escribió Amberes (2002), que recoge varios textos
acababa con un demoledor cruce de cartas con del autor y Entre paréntesis (2004), un recopilatorio de
Claude Gallimard, tan brutalmente insultado como artículos, conferencias y otros textos publicados en varios
su padre Gaston y su hijo Antoine. Ya antes la medios de comunicación. Murió el 14 de julio del 2003 a
Internacional Letrista, en 1952, de la que salieron consecuencia de una insuficiencia hepática.
los situacionistas, ante la visita de Charlie Chaplin [www.epdlp.com]
a Francia, en olor de multitudes, lo había
saludado de la forma más descalificadora: "Go
home, Mr. Chaplin, estafador de los sentimientos, chantajista del sufrimiento." Y las colecciones de cartas de insultos
más belicosas son los dos tomos de la Correspondencia de la editorial Champ Libre, tan fuertemente inspirada por
Guy Debord. Éste, por cierto, en Consideraciones sobre el asesinato de Gérard Lebovici escribió: "La carta de injurias
es una suerte de género literario que ha ocupado un gran lugar en nuestro siglo y no sin razón. Creo que nadie puede
dudar que yo mismo, a este respecto, he aprendido mucho de los surrealistas y, por encima de todo, de Arthur
Cravan. La dificultad en la carta de injurias no puede ser estilística, la única cosa difícil es tener la seguridad de que
uno está en su derecho en escribirlas respecto a ciertos corresponsales precisos. Nunca deben ser injustas." Bolaño
no escribió, creo, cartas de injurias—aunque su última conferencia, "Los mitos de Cthulhu", es un panfleto brutal en el
que Bolaño reivindicó la herencia de Nicanor Parra: "la idea del ataque gratuito y de joder la paciencia"—, sino que
lanzó durísimos juicios lapidarios: pienso que, con razón o sin ella, nunca creyó ser injusto. Se atuvo, pues, a la ley
acuñada por Debord. Fin del excursus.)
Como es bien sabido, el Bolaño más polémico, el Bolaño lector más intransigente, operó en Chile, donde opinó con
virulencia o desdén respecto a componentes de la nueva narrativa chilena de los 90, a los que apodó los "donositos",
y también respecto a algunos de los autores chilenos más leídos.
Tomemos el significativo caso de Isabel Allende, indiscutible bestseller internacional, a quien Bolaño tildó de
"escribidora". Allende, en una entrevista en El País (3 de septiembre de 2003), contraatacó así: "No me dolió
mayormente porque él hablaba mal de todo el mundo. Es una persona que nunca dijo nada bueno de nadie. El hecho
que está muerto no lo hace a mi juicio mejor persona. Era un señor bien desagradable" Es bien comprensible la
irritación de Isabel Allende: llamar "escribidora" a una escritora es algo así como una enmienda a la totalidad. Pero
Bolaño la ataca como escritora mientras que Allende ataca a la persona, faltando objetivamente a la verdad.

BOLAÑO, LECTOR INCANSABLE, SEVERO Y GENEROSO

La afirmación de Isabel Allende nos invita a hacer una lista (a Bolaño, como a su admirado Perec, le encantaban las
listas) de los autores de los que Bolaño dijo mucho bueno. Así, Borges y Bioy y Bustos Domecq, Silvina Ocampo,
Rodolfo Wilcock, Cortázar, Manuel Puig, Copi, Nicanor Parra, Enrique Lihn, Gonzalo Rojas, Jorge Edwards, a ratos
José Donoso, Juan Rulfo, Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Juan Marsé, Álvaro Pombo, Ricardo Piglia. Nombre obvios,
sí, pero que dibujan una cartografía precisa, de incluidos y excluidos: de una parte, el fervor de la literatura, de otra,
para decirlo con Martin Amis, la guerra contra el cliché.
Pero es probablemente más significativa su lectura apasionada y generosa de tantos autores de su generación y aun
de escritores más jóvenes, aquellos que conforman lo que Bolaño llamaba la voluntad de ruptura en lengua española
de la generación de los 90. Veamos unos nombres: Fernando Vallejo; César Aira, Alan Pauls y Rodrigo Fresán;
Rodrigo Rey Rosa; Juan Villoro, Daniel Sada, Carmen Boullosa y Jorge Volpi; Enrique Vila-Matas y Javier Marías;
Pedro Lemebel y Roberto Brodsky. El dibujo ya es bien nítido.
Ante esta lista de entusiasmos, de lectura sistemática de escritores jóvenes (lo que no es precisamente muy usual por
parte de tantos autores), una lista cuyos posibles aciertos decidirá la posterioridad (pero que no parece
desencaminada), las polémicas despertadas por las opiniones contundentes de Bolaño parecen, como él afirmó,
"polémicas totalmente gratuitas, estornudos".
También merece destacarse que tampoco escaparon a su crítica notorias vacas sagradas españolas, desde la parte
central de Los detectives salvajes, de forma algo enmascarada pero evidente, siguiendo en varias entrevistas y
acabando en "Los mitos de Cthulhu", la conferencia que cierra su último libro. Unas andanadas que a Bolaño, que no
tenía posiciones que escalar ni tenía que vengarse de nadie, en nada podían beneficiarle. Es obviamente mucho más
peligroso despellejar en público que hacerlo en privado, un deporte que los escritores (y no escritores) practican
(practicamos) con suma asiduidad.
Daba la impresión de que Bolaño escribía como Kafka dijo, creo, que debería hacerse: escribir como si se estuviera
muerto. Y esto me recuerda la forma cómo Jacques Rigaut apostrofaba a sus amigos dadaístas menos radicales:
"Vous êtes tous des poètes et moi je suis du côté de la mort." Y a los muertos, si no otra cosa, la sinceridad se les
supone.

BOLAÑO EN SU LEYENDA

Pero olvidemos ya los estornudos y sus miasmas y leamos o releamos a Roberto Bolaño. Un autor del que Vila-Matas
dijo: "Con la muerte de Bolaño empieza una leyenda." Una leyenda que sería plenamente merecida tan sólo con Los
detectives salvajes calificada por Masoliver Ródenas, perfilando el leitmotiv, como "una de las mejores novelas
mexicanas contemporáneas, escrita por un chileno que reside en Cataluña." Un escritor chileno cuyo único pasaporte
fue chileno, aunque Bolaño, siempre incómodo, siempre a contrapié, matizaba: "Muchas pueden ser las patrias pero
uno solo el pasaporte, y este pasaporte, evidentemente, es la calidad de la escritura."
Roberto Bolaño, un perro romántico, un perro rabioso, un perro apaleado, que nunca renunció a su "deseo de quemar
el mundo", y también "un príncipe dulcísimo", según el epitafio de su querido Nicanor Parra. Roberto Bolaño, que
escribió a modo de epitafio propio: "El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio y ésa es nuestra suerte." Una frase
desesperada, lúcida y sarcástica, la marca de fábrica de un escritor chileno llamado a perdurar, un orgullo de la
literatura universal.

[Texto leído en el homenaje a Roberto Bolaño en la Feria del Libro de Chile, el 29 de octubre de 2003]

Roberto Bolaño: Genio y figura

La leyenda del gran escritor

Por momentos parece que el fervor de sus fans en


toda América latina excede incluso los límites de
una pasión. Roberto Bolaño, muerto a los 50 años,
tiene todas las condiciones para ser considerado el
gran escritor latinoamericano contemporáneo. ¿Pero
lo es? Aquí, qué piensan Isabel Allende, Darío
Jaramillo, Fernando Vallejo, Fogwill, Alberto Fuguet
y 39 autores jóvenes reunidos hace poco en
Colombia.

Por Héctor Pavón

La palabra leyenda viene de legenda, que en latín


significa "lo que debe ser leído". Hay consenso, un
acuerdo de masas lectoras, un dogma, que sostiene
que Roberto Bolaño es una leyenda y que debe ser
leído.

También circula una certeza: Bolaño, el fallecido


escritor chileno, multiplica sus lectores en forma
permanente. Quienes lo leen se transforman en
seguidores y suelen pasar al estadio de fans como
si esa estrella a alcanzar fuera un Jim Morrison (muy escuchado por Bolaño). Y aunque sus restos hayan sido
cremados y sus cenizas arrojadas al Mediterráneo, la procesión de sus fieles marcha constante y segura en busca de
sus secretos, de nuevos poemas y cuentos como los que se publicaron recientemente. Van en busca de un Bolaño
que tal vez no exista pero que se construye, destruye y reconstruye en sus miradas, lecturas y relecturas. Bolaño era
chileno pero se reconocía como un autor latinoamericano. Hoy podría ser un escritor del mundo, su letra ya se tradujo
al inglés y se vende de forma notoria en Estados Unidos, la meca de la venta literaria masiva; su voz y su imagen es
reproducida al infinito en youtube.com; documentales, ensayos, tesis y monografías lo reviven en medios de
comunicación y universidades. El fenómeno marcha.

"Con la muerte de Bolaño empieza una leyenda", dijo Enrique Vila Matas. Esa leyenda está viva. Repiquetea por el
mundo entero. Pero sería más justo decir que recién comienza, que el efecto Bolaño está subiendo la curva y que
todavía se lee por primera vez, todavía se está descubriendo. Su muerte temprana a los 50 años esperando un
hígado fue el primer renglón de la construcción de un mito al que Bolaño contribuyó casi de forma directa. Murió el 14
de julio de 2003, en el hospital Valle de Hebrón de Barcelona. Pasó diez días en coma sufriendo por una complicación
hepática mientras esperaba en vano un trasplante. Dejó textos terminados para su publicación y otros inconclusos.
Estaba preocupado por el futuro económico de su mujer y sus hijos. Entre esos papeles quedaban cinco textos que
por un acuerdo entre editor y familia dieron origen a la tremenda novela llamada 2666, en la que llevó al extremo su
capacidad imaginativa y fabuladora en torno de un personaje que retoma la figura del escritor desaparecido, en este
caso, Benno von Archimboldi y donde también se exhibe el horror del feminicidio de Ciudad Juárez, México, donde
las mujeres suelen ser presa de caza. Gracias a la buena relación entre los familiares y el editor de Anagrama Jorge
Herralde, este año llegaron a la Argentina los textos encontrados y reunidos en El secreto del mal y La universidad
desconocida (Anagrama). También llegaron, caros pero imperdibles, ejemplares de poesía reeditados como Los
perros románticos y Tres (Acantilado).

En El secreto... hay relatos aparentemente sin terminar, ensayos, referencias y algunas admiraciones sobre la
literatura argentina y una mirada irónica sobre Evita y Perón puesta en boca de V. S. Naipaul. Allí denosta a Osvaldo
Soriano, relativiza a Roberto Arlt y se rinde ante Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia, Osvaldo Lamborghini, César Aira,
entre otros. Dice: "De estas tres líneas más vivas de la literatura argentina, los tres puntos de partida de la pesada,
me temo que resultará vencedora aquella que representa con mayor fidelidad a la canalla sentimental, en palabras de
Borges. La canalla sentimental, que ya no es la derecha (en gran medida porque la derecha se dedica a la publicidad
y al disfrute de la cocaína y a planificar el hambre y los corralitos, y en materia literaria es analfabeta funcional o se
conforma con recitar el Martín Fierro) sino la izquierda, y que lo que pide a sus intelectuales es soma, lo mismo,
precisamente que pide a sus intelectuales, que recibe de sus amos. Soma, soma, soma Soriano, perdonáme, tuyo es
el reino. Arlt y Piglia son punto y aparte. Digamos que es una relación sentimental y que lo mejor es dejarlos
tranquilos. Ambos, Arlt sin la menor duda, son parte importante de la literatura argentina y latinoamericana y su
destino es cabalgar solos por la pampa habitada por fantasmas. Allí sin embargo, no hay escuela posible. Corolario.
Hay que releer a Borges otra vez".

La conquista de E.E.U.U.

"Nocturno de Chile es lo más auténtico y singular: una novela contemporánea destinada a tener un lugar permanente
en la literatura mundial". El elogio era de Susan Sontag y fue ella misma quien, en una rueda de prensa en Oviedo, en
ocasión de recibir el Premio Príncipe de Asturias 2003, cargó contra los "falsos escritores", los "escritores
mercenarios", y por el contrario dijo: "De lo que he leído en los últimos años, me gusta mucho Roberto Bolaño. Es una
pena que haya muerto tan joven. Escribió mucho y estaba empezando a ser traducido al inglés, pero le quedaba tanto
por escribir..."

Bolaño desembarcó en Estados Unidos con varios títulos. Los detectives salvajes (The savage detectives) se editó
este año en EE.UU. traducido por Natasha Wimmer. El periodista francés Jean Francois Fogel dice que al llegar este
año a las librerías estadounidenses, la apreciación sobre Bolaño parece definitiva. Eso es así, especialmente,
tomando en cuenta el extenso artículo del The New Yorker. Una de las palabras clave que utiliza la revista es
"infrarrealistas", el nombre del grupo poético de Bolaño en su etapa mexicana. "Cuando los yankees se preocupan del
infrarrealismo (de manera global el mundo nota el exceso de realismo en la manera gringa de actuar) no se puede
negar que pasa algo", dice Fogel en su blog. Daniel Zalewski, el periodista del The New Yorker termina afirmando: "es
un estilo que se merece su propio nombre: modernismo visceral". Fogel agrega: "La culpa del mundo hispanohablante
es tener al producto Bolaño sin tener al servicio de marketing para vender el producto. Los ingenuos latinos hablaban
de libros, los maestros del comercio proponen otra cosa: 'modernismo visceral'. Con este nombre, se va a vender
como pan caliente." Con Los detectives... Bolaño ganó el Premio Herralde de novela 1998 y un año después el
Rómulo Gallegos.

Alex Abramovitch, en The New York Times, confirma de manera indirecta la nueva definición del escritor chileno en
otra larga reseña. Recupera el término "realismo visceral" que utiliza el autor en su novela para señalar: "Los realistas
viscerales tienen altas aspiraciones, pero Bolaño es demasiado pegado a la realidad para ablandarse". James Wood -
crítico, profesor de Harvard y editor de The New Republic- escribió un ensayo publicado en The New York Times con
el título "The Visceral Realist", en el que se refiere a la edición de The Savage Detectives como el momento en que
Bolaño deja de ser un autor de culto en los Estados Unidos y se vuelve una necesidad compartida por cada vez más
lectores. "Hasta hace poco", escribe Wood, "había incluso algo, un código masónico en la manera en que el nombre
de Bolaño pasaba de boca en boca entre los lectores de este país". Luego añade: "Este fabulador chileno,
maravillosamente extraño, a la vez un realista enraizado y un lírico de lo especulativo, que murió en 2003 a los
cincuenta años de edad, ha sido reconocido ya desde hace algún tiempo en el mundo hispanohablante como uno de
los más grandes e influyentes escritores modernos".

El hecho de penetrar las fronteras estadounidenses ha sido fundamental y le dio actualidad a la letra de Bolaño.
También hay que notar que se trata de un escritor muerto y eso permite armar no una leyenda sino varias. También
hay realidades: siete traducciones al inglés en tránsito y, entre ellas, probablemente 2666. "Entonces, echamos una
visceral bienvenida al Bolaño nuevo, conquistador del territorio gringo", concluye Fogel.

La eterna búsqueda

Roberto Bolaño nació en Santiago de Chile en 1953 y creció en ciudades diversas como Los Angeles, Valparaíso,
Quilpué, Viña del Mar y Cauquenes. Con 13 años, se trasladó con su familia a México donde su principal refugio era
la biblioteca pública de Ciudad de México. No terminó el colegio, tampoco entró en la universidad. Paradójicamente,
hoy existe la cátedra Roberto Bolaño en la universidad Diego Portales de Santiago de Chile.

1973, cae la Unidad Popular de Salvador Allende. Bolaño vuelve a su país después de un largo viaje en ómnibus, a
dedo y en barco con la idea de unirse a la resistencia contra la dictadura pinochetista. Muy pronto lo detienen en
Concepción y lo liberan luego de ocho días gracias a la ayuda de un compañero de estudios en Cauquenes que se
encontraba entre los policías que lo habían detenido. Años después diría que no tiene nada que decirle a Allende, que
"los que tienen el poder (aunque sea por poco tiempo) no saben nada de literatura, sólo les interesa el poder".

En su regreso a México junto con el poeta Mario Santiago Papasquiaro (inspiración para modelar a Ulises Lima en
Los detectives salvajes) fundó el movimiento poético infrarrealista, que, surgido en tertulias del Café La Habana, se
opuso con furor a los pilares hegemónicos de la poesía mexicana y también al establishment literario (con Octavio
Paz como figura preponderante). Bolaño y Papasquiaro se destacaron por su poesía cotidiana, disonante y con
elementos dadaístas.

"Se podría sostener que el infrarrealismo lo determinó como escritor de la misma forma que el alejamiento de la
corriente le permitió iniciar su carrera como novelista. México para él fue central, porque lo determinó como escritor
(...) el México nocturno, el México de las calles, del habla cotidiana, de un destino quebrado y a veces trágico, y el
humor lo cautivaron. No es casualidad que sus dos más grandes novelas las haya centrado en México, Los detectives
salvajes y 2666", comentó el narrador Juan Villoro.

Tiempo después emigró a España, a Barcelona, donde ya vivía su madre. Vendimiador en verano, vigilante nocturno
de un camping en Castelldefels, vendedor en un almacén, lavaplatos, camarero, estibador en el puerto, basurero,
recepcionista, fueron sus actividades hasta que se convirtió en escritor de tiempo completo. También fue buen ladrón
de libros, cuando no los podía pagar.

En 2004, un año después de su muerte, obtuvo el premio Salambó a la mejor novela en castellano, por 2666. El
jurado del premio se refirió a la novela ganadora, como "el resumen de una obra de mucho peso, donde se decanta lo
mejor de la narrativa de Roberto Bolaño". Una novela que "contiene mucha literatura, que supone un gran riesgo y
lleva al extremo el lenguaje literario" de su autor.

Bolaño estalla en Internet. Hay miles de blogs literarios que dedican parte o su totalidad a homenajear y discutir su
obra. Los detectives salvajes y Estrella distante son las obras preferidas por los cyberlectores. Muchos de ellos,
lectores profusos, trazan una línea de continuidad y buscan conexiones entre Los detectives... y Rayuela de Julio
Cortázar o Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal. Los foros rescatan no sólo su calidad literaria, sino también el
eterno camino en busca de personas perdidas, amores, esencias y territorios de los personajes de Los detectives...,
Estrella distante, o 2666.

Santificado en el presente, Bolaño fue en vida un personaje que solía fustigar a sus enemigos literarios. Despreciaba
de frente. Sobre la autora de Paula dijo: "Me parece una mala escritora simple y llanamente, y llamarla escritora es
darle cancha. Ni siquiera creo que Isabel Allende sea escritora, es una 'escribidora'". Allende le devolvió: "Eché una
mirada a un par de (sus) libros y me aburrió espantosamente". Cuando murió Bolaño agregó: "No me dolió
mayormente porque él hablaba mal de todos. Es una persona que nunca dijo nada bueno de nadie. El hecho de que
esté muerto no lo hace a mi juicio mejor persona. Era un señor bien desagradable".

"Skármeta es un personaje de la televisión. Soy incapaz de leer un libro suyo, ojear su prosa me revuelve el
estómago", calificó Bolaño. Por su parte, el ex colombiano Fernando Vallejo aseguró que la prosa de Bolaño es
demasiado simple, plana, elemental, "del tipo yo Tarzán, tú Chita". A esta lista se sumó el poeta colombiano Darío
Jaramillo: "Bolaño es mago de un solo truco, retorcido (como un remolino), adornado truco, pero siempre igual a sí
mismo. Es ahí cuando uno puede ver con nitidez la diferencia entre la pobreza -maquillada- y la difícil y maravillosa
sencillez."

Bolaño tuvo otro altercado con su paisana Diamela Eltit. Ella lo invita a cenar a su casa; después él publica en
Ajoblanco una crítica despiadada contra su menú y contra su anfitriona. Eltit: ""ése es un tema sobre el cual yo
prefiero restarme. En parte porque ahí pasó algo absurdo, hipermagnificado. Bolaño está muerto; yo prefiero no decir
una palabra sobre alguien que ha muerto".

Javier Cercas, autor de Soldados de Salamina, texto en el que Bolaño cumple un papel, sostiene que hay dos
leyendas en torno al escritor chileno. Una, es la que construyeron los otros, sus lectores, sus fans y otra, la del mismo
autor. Ambas leyendas no se ajustan a la realidad, pero la que escribió Bolaño tiene la inmensa ventaja de que es, en
cierto sentido, "más verdadera que la verdad, mientras que la otra es en lo esencial mentira o una mentira forjada con
ingredientes de la verdad, que es la forma más cabal de la mentira. La leyenda que Bolaño construyó en sus libros
vivirá muchos años, o eso es lo que yo creo; la que han construido los otros se esfumará pronto, o eso es lo que yo
espero".

El escritor español suma hechos en favor de la construcción mítica del recuerdo de Bolaño: murió joven; murió en el
mejor momento de su carrera; murió dentro de cierta propensión mitómana del medio literario (con una cuota de
hipocresía) de hablar bien de los muertos, entre otros elementos. "La historia de la literatura, como la otra, abunda en
ejemplos de este tipo de canonización tras una muerte prematura, así que no hay de qué sorprenderse, al menos en
lo que se refiere a este punto; en lo que a otros se refiere no ocurre lo mismo -dice Cercas-. Nada permitía presagiar,
por ejemplo, que el mismo hombre que escribió La pista de hielo escribiera sólo tres años más tarde Estrella distante,
y seis años después Los detectives salvajes; que entre 1996 y 2003, año de su muerte, escribiera lo que escribió
entra de lleno en el terreno de lo asombroso".

Todavía hay que dejar reposar su literatura para poder discernir si la obra de Bolaño sobrevivirá al paso del tiempo y
a la de sus lectores fans que califican su obra entera como magistral, casi sin matices, todas en el mismo nivel de
calidad. Muchos de sus nuevos y jóvenes lectores se asoman con ansias de investigar sobre su vida, y también
muchos se desilusionan al encontrar una vida breve donde la intensidad está puesta en la literatura que superó
ampliamente a su vida real. Hoy la única discusión posible gira en torno a las altas calificaciones que generan sus
libros. La única pregunta que se permite hacer en esta iglesia pagana es si Bolaño es genial o extraordinario.

En la última entrevista que dio Bolaño, a la periodista Mónica Maristain de la revista Playboy de México, puso en aviso
a los obsecuentes. Ella le preguntó: "¿Qué dice de los que piensan que Los detectives salvajes es la gran novela
mexicana de la contemporaneidad?". El contestó: "Lo dicen por lástima, me ven decaído o desmayándome en las
plazas públicas y no se les ocurre nada mejor que una mentira piadosa, que por lo demás es lo más indicado en estos
casos y ni siquiera es pecado venial".

Fuente: Revista Eñe, Clarín, 22/09/07

La última entrevista a Roberto Bolaño


Estrella distante

Por Mónica Maristain

El martes pasado (14/07/03) murió a los 50 años el escritor y poeta chileno Roberto
Bolaño. Para muchos, ya era el mejor escritor latinoamericano de estos tiempos. Autor de
culto durante buena parte de su vida, a partir del Premio Rómulo Gallegos que ganó con su
novela Los detectives salvajes en 1998, su obra se empezó a convertir en objeto de
devoción para más de una generación. En los últimos tiempos, además de las entusiastas
bienvenidas que le brindaban medios como Libération y Le Monde y personalidades como Susan Sontag, algunos ya
hasta jugaban con la idea de verlo recibir un Nobel. En la misma semana de su muerte, la periodista Mónica Maristain
publicó en la edición mexicana de Playboy esta larga entrevista en la que Bolaño habla de todo: la literatura, sus años
en la pobreza, su fe en los lectores, la gramática de los desesperados, el paraíso imaginario y el infierno tan temido.

En el desvaído panorama de la literatura en lengua española, un espacio en el que todos los días aparecen jóvenes
redactores más preocupados por ganar becas y puestos en los consulados que por aportar algo a la creación
artística, se destaca la figura de un hombre enjuto, mochila azul en ristre, anteojos de enorme marco, cigarrillo
sempiterno entre los dedos, fina ironía a bocajarro siempre que haga falta.

Roberto Bolaño, nacido en Chile en 1953, es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo al oficio de escribir. Desde
que con su monumental Los detectives salvajes, acaso la gran novela mexicana de la contemporaneidad, se hiciera
famoso y se embolsara los premios Herralde (1998) y Rómulo Gallegos (1999), su influencia y su figura han ido en
crecimiento constante: todo lo que dice, con su afilado humor, con su exquisita inteligencia, todo lo que escribe, con
su pluma certera, de gran riesgo poético y profundo compromiso creativo, es digno de la atención de quienes lo
admiran y, por supuesto, de quienes lo detestan.

El autor, que aparece como personaje en la novela Soldados de Salamina, de Javier Cercas, y que es homenajeado
en la última novela de Jorge Volpi, El fin de la locura, es, como todo hombre genial, un divisor de opiniones, un
generador de antipatías acérrimas a pesar de su carácter tierno, su voz entre atiplada y ronca, con la que responde,
cortés, como todo buen chileno, que no escribirá un cuento para la revista pues su próxima novela, que tratará sobre
los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, ya va por la página 900 y todavía no la acaba.

Roberto Bolaño vive en Blanes, España, y está muy enfermo. Espera que un trasplante de hígado le dé resto para
vivir con esa intensidad que alaban quienes tienen la fortuna de tratarlo en la intimidad. Dicen ellos, sus amigos, que a
veces se olvida de ir a la visita médica por escribir.

A los 50 años, este hombre que recorrió Latinoamérica como mochilero, que se escapó de las fauces del
pinochetismo porque uno de los policías que lo encarceló había sido su compañero en la escuela, que vivió en México
(alguna vez la calle Bucareli en un tramo llevará su nombre), que conoció a los militantes del Farabundo Martí que
luego se convertirían en los asesinos del poeta Roque Dalton en El Salvador, que fue vigilante en un camping catalán,
vendedor de bisutería en Europa y siempre un hurtador de buenos libros porque leer no es sólo una cuestión de
actitud, este hombre, decíamos, ha transformado el rumbo de la literatura latinoamericana. Y lo ha hecho sin avisar y
sin pedir permiso, como lo hubiera hecho Juan García Madero, antihéroe adolescente de su gloriosa Los detectives
salvajes: "Estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho. Yo no quería estudiar Derecho sino Letras, pero mi
tía insistió y al final acabé transigiendo. Soy huérfano. Seré abogado. Eso lo dije a mi tío y a mi tía y luego me encerré
en mi habitación y lloré toda la noche". El resto, en las 608 páginas restantes de una novela cuya importancia los
críticos han comparado con Rayuela, de Julio Cortázar, y hasta con Cien años de soledad, de Gabriel García
Márquez. Él diría, frente a tanta hipérbole: ni modo. Así que mejor vayamos a lo que importa en esta coyuntura: a la
entrevista.

¿Le dio algún valor en su vida el haber nacido disléxico?

-Ninguno. Problemas cuando jugaba al fútbol, soy zurdo. Problemas cuando me masturbaba, soy zurdo. Problemas
cuando escribía, soy diestro. Como puedes ver, ningún problema importante.

¿Siguió siendo Enrique Vila-Matas amigo suyo luego de la pelea que tuvo usted con los organizadores del Premio
Rómulo Gallegos?

-Mi pelea con el jurado y los organizadores del premio se debió, básicamente, a que ellos pretendían que yo avalara,
desde Blanes y a ciegas, una selección en la que yo no había participado. Sus métodos, que una pseudo poeta
chavista me transmitió por teléfono, se parecían demasiado a los argumentos disuasorios de la Casa de las Américas
cubana. Me pareció que era un error enorme que Daniel Sada o Jorge Volpi fueran eliminados a las primeras de
cambio, por ejemplo. Ellos dijeron que lo que yo quería era viajar con mi mujer e hijos, algo totalmente falso. De mi
indignación por esta mentira surgió la carta en donde los llamé neostalinistas y algo más, supongo. De hecho, a mí
me informaron que ellos pretendían, desde el principio, premiar a otro autor, que no era Vila- Matas, precisamente,
cuya novela me parece buena, y que sin duda era uno de mis candidatos.

¿Por qué no tiene aire acondicionado en su


estudio? Video para descargar - Entrevista a Roberto Bolaño por
Fernando Villagrán
-Porque mi lema no es Et in Arcadia ego, sino Et
in Esparta ego.

¿No cree que si se hubiera emborrachado con


Isabel Allende y Ángeles Mastretta otro sería su
parecer acerca de sus libros?
Como Arturo Belano, el protagonista de 'Los detectives Salvajes', Bolaño entraba a
las librerías mexicanas a robar libros que elegía minuciosamente. Junto con su
-No lo creo. Primero, porque esas señoras evitan amigo Mario Santiago (Ulises en la novela) creó el movimiento literario Infrarealista o
beber con alguien como yo. Segundo, porque yo
Realismo Visceral: 'Éramos irresponsables y teníamos una línea teórica incoherente',
ya no bebo. Tercero, porque ni en mis peores comenta este Premio Rómulo Gallegos y Heralde. Como su personaje que era su
borracheras he perdido cierta lucidez mínima, un alter ego al que le dio vida en un 'juego por intentar hacer las cosas que nunca hice',
sentido de la prosodia y del ritmo, un cierto Bolaño estaba enfermo. Murió de cáncer el 2003 dejando una marca indeleble en la
literatura hispanoamericana contemporánea. Entre los libros de este escritor chileno
rechazo ante el plagio, la mediocridad o el destacan 'Llamadas telefónicas', 'Una novelita lumpen', 'Putas asesinas' y 'Consejos
silencio. de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce', todos caracterizados por tener
personajes que están en el filo de la desesperación.
¿Cuál es la diferencia entre una escribidora y una Bolaño en 'Sólo Literatura'
escritora?
Off the record era un programa de conversación literaria en el que el periodista
chileno Fernando Villagrán entrevistó a 200 artistas de habla hispana durante nueve
-Una escritora es Silvina Ocampo. Una años en el restaurante santiaguino homónimo del programa.
escribidora es Marcela Serrano. Los años luz que
median entre una y otra. Fuente: ARCOIRIS TV, duración: 66,57 min (adsl 108 Mb)
Cortesía de Rodrigo Gonçalves

¿Quién le hizo creer que es mejor poeta que Elige una opción de descarga:
narrador?

-La gradación del rubor que siento cuando, por


pura casualidad, abro un libro mío de poesía o
uno de prosa. Me ruboriza menos el de poesía.

¿Usted es chileno, español o mexicano?

-Soy latinoamericano.

¿Qué es la patria para usted?

-Lamento darte una respuesta más bien cursi. Mi única patria son mis dos hijos, Lautaro y Alexandra. Y tal vez, pero
en segundo plano, algunos instantes, algunas calles, algunos rostros o escenas o libros que están dentro de mí y que
algún día olvidaré, que es lo mejor que uno puede hacer con la patria.

¿Qué es la literatura chilena?

-Probablemente las pesadillas del poeta más resentido y gris y acaso el más cobarde de los poetas chilenos: Carlos
Pezoa Véliz, muerto a principios del siglo XX, y autor de sólo dos poemas memorables, pero, eso sí, verdaderamente
memorables, y que nos sigue soñando y sufriendo. Es posible que Pezoa Véliz aún no haya muerto y esté
agonizando y que su último minuto sea un minuto bastante largo, ¿no?, y todos estemos dentro de él. O al menos que
todos los chilenos estemos dentro de él.

¿Por qué le gusta llevar siempre la contraria?

-Yo nunca llevo la contraria.

¿Usted tiene más amigos que enemigos?

-Tengo suficientes amigos y enemigos, todos gratuitos.

¿Quiénes son sus amigos entrañables?

-Mi mejor amigo fue el poeta Mario Santiago, que murió en 1998. Actualmente tres de mis mejores amigos son
Ignacio Echevarría y Rodrigo Fresán y A. G. Porta.

¿Antonio Skármeta lo invitó alguna vez a su programa?

-Una secretaria suya, tal vez su mucama, me llamó una vez por teléfono. Le dije que estaba demasiado ocupado.

¿Javier Cercas compartió con usted las regalías por Soldados de Salamina?

-No, por supuesto.

¿Enrique Lihn, Jorge Teillier o Nicanor Parra?

-Nicanor Parra por encima de todos, incluidos Pablo Neruda y


Vicente Huidobro y Gabriela Mistral.

¿Eugenio Montale, T. S. Eliot o Xavier Villaurrutia?

-Montale. Si en lugar de Eliot estuviera James Joyce, pues Joyce.


Si en lugar de Eliot estuviera Ezra Pound, sin duda Pound.

¿John Lennon, Lady Di o Elvis Presley?

-The Pogues. O Suicide. O Bob Dylan. Pero, bueno, no nos


hagamos los remilgados: Elvis forever. Elvis con una chapa de
sheriff conduciendo un Mustang y atiborrándose de pastillas, y
con su voz de oro.
Roberto Bolaño y Pedro Lemebel
¿Quién lee más, usted o Rodrigo Fresán?

-Depende. El Oeste es para Rodrigo. El Este para mí. Luego nos contamos los libros de nuestras correspondientes
áreas y parece que lo hubiéramos leído todo.

¿Cuál es el mejor poema de Pablo Neruda según usted?

-Casi cualquiera de Residencia en la Tierra.

¿Qué le hubiera dicho a Gabriela Mistral si la hubiera conocido?

-Mamá, perdóname, he sido malo, pero el amor de una mujer hizo que me volviera bueno.

¿Y a Salvador Allende?

-Poco o nada. Los que tienen el poder (aunque sea por poco tiempo) no saben nada de literatura, sólo les interesa el
poder. Y yo puedo ser el payaso de mis lectores, si me da la real gana, pero nunca de los poderosos. Suena un poco
melodramático. Suena a declaración de puta honrada. Pero, en fin, así es.

¿Y a Vicente Huidobro?

-Huidobro me aburre un poco. Demasiado


tralalí alalí, demasiado paracaidista que
desciende cantando como un tirolés. Son
mejores los paracaidistas que descienden
envueltos en llamas o, ya de plano,
aquellos a los que no se les abre el
paracaídas.

¿Octavio Paz sigue siendo el enemigo?

-Para mí, ciertamente, no. No sé qué


pensarán los poetas que durante esa
época, cuando yo viví en México, escribían
como sus clones. Hace mucho que no sé
nada de la poesía mexicana. Releo a José
Juan Tablada y a Ramón López Velarde,
incluso puedo recitar, si se tercia, a Sor
Juana, pero no sé nada de lo que escriben
los que, como yo, se acercan a los
cincuenta años.

¿No le daría ahora ese papel a Carlos


Fuentes?

-Hace mucho que no leo nada de Carlos


Fuentes.

¿Qué le produce el hecho de que Arturo


Pérez Reverte sea actualmente el escritor
más leído en lengua española?

-Pérez Reverte o Isabel Allende. Da lo


mismo. Feuillet era el autor francés más
leído de su época.

¿Y el hecho de que Arturo Pérez Reverte


haya ingresado a la Real Academia?

-La Real Academia es una cueva de


cráneos privilegiados. No está Juan Marsé,
no está Juan Goytisolo, no está Eduardo
Mendoza ni Javier Marías, no está Olvido
García Valdez, no recuerdo si está Alvaro
Pombo (probablemente si está se deba a
una equivocación), pero está Pérez
Reverte. Bueno, (Paulo) Coelho también
está en la Academia brasileña.

¿Se arrepiente de haber criticado el menú


que le sirvió Diamela Eltit?

-Nunca critiqué su menú. Si acaso, tendría


que haber criticado su humor, un humor
vegetariano o, mejor, a dieta.

¿Le duele que ella lo considere mala


persona después de la crónica de aquella
malograda cena?

-No, pobre Diamela, no me duele. Me


duelen otras cosas.

¿Ha vertido alguna lágrima por las


numerosas críticas que ha recibido por
parte de sus enemigos?

-Muchísimas, cada vez que leo que alguien


habla mal de mí me pongo a llorar, me
arrastro por el suelo, me araño, dejo de
escribir por tiempo indefinido, el apetito
baja, fumo menos, hago deporte, salgo a Nadie es profeta en su tierra
caminar a orillas del mar, que, entre
paréntesis, está a menos de treinta metros Roberto Bolaño no tuvo una fácil relación con la literatura de su
de mi casa, y les pregunto a las gaviotas, propio país. Habló en contra de muchos autores consagrados y
cuyos antepasados se comieron a los armó un nuevo linaje poético al margen de los grandes nombres.
peces que se comieron a Ulises, ¿por qué Sus declaraciones y su consagración mundial causaron
yo, por qué yo, que ningún mal les he resquemores y variados enconos. Pero ¿cómo se lee actualmente
hecho? a Bolaño en Chile? ¿Cuál es la dimensión de su presencia y su
peso? Radar estuvo en Santiago para averiguarlo. Además, opinan
¿Cuál es la opinión en torno de su obra jóvenes escritores y críticos chilenos.
que más valora?

-Mis libros los lee Carolina (su esposa) y Roberto Bolaño en


después (Jorge) Herralde (el editor de Santiago de Chile, en el
Anagrama) y después procuro olvidarlos barrio Concha y toro, en el
para siempre. año 1999.
¿Qué cosas compró con el dinero que Por Mauro Libertella,
ganó en el Rómulo Gallegos? desde Santiago de Chile
-No muchas. Una maleta, según creo
recordar.

De su época que vivía de los concursos Una noche de 2003, una famosa y poco lúcida conductora de
literarios, ¿hubo alguno que no pudo televisión chilena anunció, en vivo y a todo color, que Roberto
cobrar? Bolaño, el Chavo del Ocho, había muerto. La confusión podría
tildarse de simpática -la animadora pensaba en el actor Roberto
-Ninguno. Los ayuntamientos españoles, Gómez Bolaños, que sigue vivo y coleando- si no escondiera tras
en este aspecto, son de una probidad fuera su pliegues una realidad inquietante: a la hora de su muerte,
de toda sospecha. Roberto Bolaño era en su país un escritor más bien fanstasmal, de
apellido intercambiable. Con cincuenta años encima, marcados por
¿Era buen camarero o mejor vendedor de una concepción utópico-idealista pero altamente contemporánea
bisutería? de la literatura, Bolaño dejaba tras su paso un puñado de libros
definitivos; libros escritos con urgencia, con humor, y con una
-El oficio en el que mejor me he pasión que a muchos nos hizo creer de vuelta en la epifanía
desempeñado fue el de vigilante nocturno literaria como un sueño posible. Sin embargo, en el país en el que
de un camping cerca de Barcelona. Nunca había nacido y del que se había ido de adolescente, para volver
nadie robó mientras yo estuve allí. Impedí sólo unos días antes del golpe de Pinochet y exiliarse para
algunas peleas que hubieran podido siempre, la opinión era todavía difusa. ¿Cómo explicarlo? En
terminar muy mal. Evité un linchamiento primer lugar, la aniquilación y la pausada reconstrucción que hizo
(aunque de buena gana, después, hubiera Bolaño de lo que se entendía por “literatura chilena”, una literatura
linchado o estrangulado yo mismo al tipo anquilosada y dormida en los colchones espinosos de la dictadura,
en cuestión). fue radical. Desde sus cuentos y novelas, Bolaño tallaba sobre un
mármol perdurable una idea de Chile, hecha con la materia de una
¿Ha experimentado el hambre feroz, el frío inagotable biblioteca personal, pero también con un universo de
que cala los huesos, el calor que deja sin ideales morales y estéticos que jamás se corrompieron. Así,
aliento? Bolaño es el escritor que desde España escribe sobre el Chile que
recuerda, pero en ese recuerdo está agazapada la proyección de
-Como dice Vittorio Gassman en una un Chile posible, de un país en donde la mediocridad o el silencio
película: modestamente, sí. pueden ser denunciados con elegancia pero sin concesiones. Y es
lógico: muchos escritores y críticos chilenos sintieron en Bolaño a
¿Ha robado algún libro que luego no le un forastero que hablaba desde afuera, y tejieron sobre su obra un
gustó? silencio casi simbólico, que se puede entender como miedo, como
rechazo o como la aceptación de una evidencia incontestable.
-Nunca. Lo bueno de robar libros (y no
cajas fuertes) es que uno puede examinar Y además, claro, están los jóvenes escritores, esos que llegaron a
con detenimiento su contenido antes de la literatura cuando Nocturno de Chile o Estrella distante se
perpetrar el delito. estaban imprimiendo. Y la pregunta es inevitable: ¿cómo escribir
después de Bolaño? ¿Por qué puerta entrar a las catedrales de la
¿Ha caminado alguna vez en medio del literatura chilena, cuando uno de sus más grandes escritores vivos
desierto? decía: “Chile es hoy un país en donde ser escritor y ser cursi es
casi lo mismo”? De un solo modo: quemando las barcas por la
-Sí, y en una ocasión, además, del brazo escritura. Tomando la herencia de Bolaño desde su costado vital y
de mi abuela. La anciana señora era luminoso, que más que un costado es su centro mismo. Pero,
incansable y yo pensé que de ésa no desde ya, la propuesta de Bolaño no es de simple ejecución.
salíamos. Implica una revisión total de la tradición, invirtiendo valores que
años de dictadura y operadores culturales a su servicio habían
¿Ha visto peces de colores debajo del erigido, armando con los ladrillos de la mentira una idea de la
agua? literatura chilena -esplendorosa, vendedora-, que un escritor como
Bolaño, en muy pocos años, pudo hacer temblar.
-Por supuesto. En Acapulco, sin ir más
lejos, en el año 1974 o 1975. Para ilustrar la relación esquiva y pantanosa de Bolaño con la
patria y el suelo de pertenencia, se ha mencionado el hecho de
¿Se ha quemado la piel con un cigarrillo? que Los detectives salvajes es la gran novela mexicana, escrita por
un chileno que vivía en España. Esta extraterritorialidad (en
-Nunca voluntariamente. términos de Ignacio Echevarría) fue lo que evitó que el mundillo
literario chileno le palmeara la espalda, neutralizando su literatura.
¿Ha tallado en un tronco de árbol el Y esa misma extraterritorialidad -solitaria, vertiginosa, lunática- fue
nombre de la persona amada? la que le permitió también hacer declaraciones como “los escritores
chilenos, con alguna excepción, no quieren tener ningún problema.
-He cometido desmanes aún mayores, Sólo quieren que se les quiera, que de ser posible un día se vean
pero corramos un tupido velo. instalados en una agregaduría cultural, que hablen bien de ellos.
Escalar, escalar siempre, buscar y conseguir el éxito, aunque el
¿Ha visto alguna vez a la mujer más éxito sea tan pequeño como Chile mismo. En esta feria de
hermosa del mundo?
-Sí, cuando trabajaba en una tienda, allá
por el año '84. La tienda estaba vacía y vanidades, en este baile de salón entre los siúticos y los cuicos,
entró una mujer hindú. Parecía y tal vez brilla todo, menos la literatura”. Hay un momento en el archipiélago
fuera una princesa. Me compró algunos de la obra de Bolaño en que la idea de Chile hace expansión y se
colgantes de bisutería. Yo, por descontado, convierte de súbito en la idea de “Latinoamérica”. Pareciera que de
estaba a punto de desmayarme. Tenía la Chile a Latinoamérica hubiera un solo paso, la misma pisada
áspera pero imprescindible que lo llevó del Chile fundacional al
piel cobriza, el pelo largo, rojo, y por lo
demás era perfecta. La belleza intemporal. México infrarrealista (reconvertido en “real visceralismo”), y de
Cuando tuve que cobrarle me sentí muy México a la España de su trabajo narrativo. Y cuando Bolaño se
avergonzado. Ella me sonrió como si me vio a sí mismo reflejado en el espejo prolífico y mediático de la
dijera que lo entendía y que no me literatura latinoamericana de fin de siglo, no vaciló en espetar sus
preocupara. Luego desapareció y nunca pareceres. Respecto del panorama de la “nueva literatura
más he vuelto a ver a alguien así. A veces latinoamericana”, dejó una frase memorable: “El panorama, sobre
tengo la impresión de que era la todo si uno lo ve desde un puente, es prometedor. El río es ancho
mismísima diosa Kali, patrona de los y caudaloso y por sus aguas asoman las cabezas de por lo menos
ladrones y de los orfebres, sólo que Kali 25 escritores menores de cincuenta, menores de cuarenta,
también era la deidad de los asesinos, y menores de treinta. ¿Cuántos se ahogarán? Yo creo que todos”.
esta hindú no sólo era la mujer más
hermosa de la Tierra sino que también Caminando por las calles de Santiago se puede percibir el singular
parecía ser una buena persona, muy dulce imaginario letrado de un país que carga en su haber con dos
y considerada. premios Nobel de Literatura, ambos poetas. Es una relación con la
literatura al mismo tiempo cercana -Pablo Neruda es algo así como
¿Le gustan los perros o los gatos? el tío bueno, con el que todos se hubieran tomado una copa, si no
afirman habérsela tomado, además de haberlo leído en la escuela,
-Las perras, pero ya no tengo animales. al igual que la Mistral- y de idealización, de protección casi
guerrera de sus vacas sagradas. Y entonces llegó el alter ego de
¿Qué cosas recuerda de su niñez? Bolaño, Arturo Belano, y habló de Enrique Lihn como un poeta
mayor, y habló sin perder el aliento de la inteligencia desnuda de
Nicanor Parra. Por eso, tal vez, la irrupción repentina y feroz de
-Todo. No tengo mala memoria.
Roberto Bolaño en el mapa de las letras locales, con su ímpetu de
¿Coleccionaba figuritas? quiebre y su fascinación por lo menor y lo dislocado, fue difícil de
asimilar. Fueron unos pocos años de torbellino y fragor. En 1996
-Sí. De fútbol y de actores y actrices de publicó Estrella distante y en el 2003 moría en un hospital, dejando
Hollywood. en el horno su magna obra 2666. Un destello de siete años en
donde se astilló el arco biológico de una vida, y en los cuales ni la
¿Tenía una patineta? crítica ni los lectores pudieron ignorar que algo definitivo estaba
pasando.
-Mis padres cometieron el error de
regalarme un par de patines cuando La parte de Chile
vivimos en Valparaíso, que es una ciudad
de cerros. El resultado fue desastroso. Por Alejandro Zambra *
Cada vez que me ponía los patines era
como si me quisiera suicidar. Antes de que comenzaran a llegar los libros de Roberto Bolaño, la
literatura chilena se debatía entre el triunfalismo y la
¿Cuál es su equipo de fútbol favorito? desesperación: los narradores intentaban, con mayor o menor
delicadeza, contradecir o al menos reproducir la atormentada
-Ahora ninguno. Los que bajaron a perfección de las novelas de José Donoso; los malos poetas
segunda y luego, consecutivamente, a procuraban no parecerse a Neruda, mientras que los buenos
tercera y a regional, hasta desaparecer. luchaban sin pausa por no parecerse a Nicanor Parra o a Gonzalo
Los equipos fantasmas. Rojas o a Enrique Lihn o a Rodrigo Lira; por su parte, los críticos
elogiaban o condenaban a los escritores nacionales con celosa
¿A qué personajes de la historia universal cortesía, pero reservaban sus adjetivos predilectos para ponderar a
le hubiera gustado parecerse? los clásicos (y durante aquellos años hasta Tolkien era
considerado un clásico). Los profesores, en tanto, aprovecharon
-A Sherlock Holmes. Al capitán Nemo. A ese valioso tiempo —el de la renaciente democracia— para
Julien Sorel, nuestro padre, al príncipe modificar a su antojo la lista de lecturas obligatorias: fue así como
Mishkin, nuestro tío, a Alicia, nuestra las novelas de Isabel Allende, Luis Sepúlveda y Marcela Serrano
profesora, a Houdini, que es una mezcla se transformaron en inamovibles materiales de estudio.
de Alicia, de Sorel y de Mishkin.
Los libros de Bolaño —de un tal Bolaño, Roberto, chileno sólo a
¿Se enamoraba de las vecinas más medias, porque “ha pasado la mayor parte de su vida en México y
en España”— más temprano que tarde llegaron a las librerías
grandes que usted?
-Por supuesto.

¿Las compañeras de la escuela le nacionales. Fue el origen de un subterráneo pero efectivo caos.
prestaban atención? Los narradores comenzaron a leer poesía y los poetas a leer y
hasta a escribir cuentos y novelas. Secretamente, eso sí: después
-No creo. Al menos yo estaba convencido de comparar Los perros románticos con La literatura nazi en
de que no. América o Estrella distante, la conclusión del gremio lírico fue
unánime: como poeta, Bolaño era un estupendo novelista. No faltó
¿Qué cosas debe a las mujeres de su el narrador, en tanto, que definió Los detectives salvajes como una
vida? buena novela de aventuras, ni el que caracterizó a Bolaño, con
calculada malicia, como un escritor “para poetas”. Los críticos
-Muchísimo. El sentido del desafío y la reaccionaron con desconfianza o con incredulidad: muy pronto las
apuesta alta. Y otras cosas que me callo aguas se dividieron entre quienes pasaron de Bolaño —y siguieron
por decoro. buscando al sucesor de José Donoso o divirtiéndose con Tolkien—
y quienes reseñaron Llamadas telefónicas y Los detectives
¿Ellas le deben algo a usted? salvajes con un entusiasmo que muchos consideraron excesivo.
Los profesores, siempre más aplicados que el resto, aprovecharon
-Nada. el bullicio para diversificar un poco el corpus de lecturas
obligatorias: sumaron, entonces, a Hernán Rivera Letelier, a
¿Ha sufrido mucho por amor? Roberto Ampuero y —para internacionalizar un poco el asunto— a
Paulo Coelho.
-La primera vez, mucho, después aprendí
a tomarme las cosas con algo más de La muerte de Bolaño dio lugar a retroactivas declaraciones de
humor. amistad y a soterradas escaramuzas que con justicia podrían
tildarse de bolañianas. Más tarde, la publicación póstuma de 2666
¿Y por odio? generó debates que poco o nada tenían que ver con la novela; el
momento más cómico de la discusión fue la insólita respuesta de
-Aunque suene un poco pretencioso, un escritor herido que, sin siquiera arrugarse, confesó, en El
nunca he odiado a nadie. Al menos estoy Mercurio, que no había leído la novela, lo que según él no le
impedía opinar que los elogios a 2666 eran desmesurados. En fin:
seguro de ser incapaz de un odio
sostenido. Y si el odio no es sostenido, no no son pocos, en Chile, los lectores capaces de opinar sin leer los
es odio, ¿no? libros. La literatura chilena se piensa a sí misma como una isla
orgullosamente distante, que recibe con los brazos abiertos a los
¿Cómo enamoró a su esposa? turistas, pero mira con desconfianza a los hijos pródigos. “La
cantilena, entonada por latinoamericanos y también por escritores
-Cocinándole arroz. En esa época yo era de otras zonas depauperadas o traumatizadas, insiste en la
muy pobre y mi dieta era básicamente de nostalgia, en el regreso al país natal, y a mí eso siempre me ha
arroz, así que lo aprendí a cocinar de sonado a mentira”, decía Bolaño, y ese saludable descreimiento le
muchas formas. valió la antipatía de unos cuantos. Fue, claro está, el mayor escritor
hispanoamericano de su generación, y más allá de las querellas
literarias el hecho es que vamos a seguir varias décadas leyendo y
¿Cómo era el día que se hizo padre por
primera vez? releyendo sus libros con invariable ansiedad. ¿Bolaño, entonces,
es el nuevo Parra o el nuevo José Donoso de la literatura chilena?
-Era de noche, poco antes de las 12, yo Es una pregunta absurda que, sin embargo, en un notable artículo
estaba solo, y como no se podía fumar en sobre el propio Donoso, Bolaño ya contestó: “Desde los
el hospital me fumé un cigarrillo neoestalinistas hasta los opusdeístas, desde los matones de la
virtualmente encaramado en el artesonado derecha hasta los matones de la izquierda, desde las feministas
de la cuarta planta. Menos mal que no me hasta los tristes machitos de Santiago, en Chile todos,
vio nadie desde la calle. Sólo la luna, veladamente o no, se reclaman discípulos de Donoso. Grave error.
habría dicho Amado Nervo. Cuando volví a Mejor harían leyéndolo. Mejor sería que dejaran de escribir y se
entrar una enfermera me dijo que mi hijo pusieran a leer. Mucho mejor leer”.
ya había nacido. Era muy grande, casi
calvo del todo, y con los ojos abiertos Por lo pronto —y es aquí donde entra Borges que, en realidad,
como preguntándose quién demonios era nunca ha estado fuera— Bolaño no tiene sucesores, sólo
ese tipo que lo tenía en los brazos. precursores: voces que aún no hemos descubierto, pero que sin
duda vagan dispersas por las páginas de Amuleto, Nocturno de
¿Lautaro será escritor? Chile o 2666. Los lectores chilenos de Bolaño son también lectores
de Wilcock, de Enrique Vila-Matas y Sergio Pitol, de Ricardo Piglia
-Yo sólo espero que sea feliz. Así que y Rodrigo Fresán, de Fernando Vallejo, de Enrique Lihn; autores,
mejor que sea otra cosa. Piloto de avión, todos, que no suelen figurar, por cierto, en las listas de lecturas
por ejemplo, o cirujano plástico, o editor. obligatorias.

* Nacido en 1975 en Santiago, publicó libros de poesía y la novela


¿Qué cosas reconoce en él como suyas?
-Por suerte se parece mucho más a su
madre que a mí.
Bonsai.
¿Le preocupan las listas de ventas de sus
libros? El deshielo

-En lo más mínimo. Por Alvaro Bisama *

¿Piensa alguna vez en sus lectores? Habría que explicar la relación -o la lectura o el efecto- de la obra
de Bolaño con el establishment letrado chileno pensando en una
-Casi nunca. inquietante paradoja: mientras -a principios de los ’90- la Nueva
Narrativa local debutaba en gloria y majestad inaugurando la
¿Qué cosas de todas las que le han dicho instalación de las prácticas de mercado en el negocio editorial, en
sus lectores en torno de sus libros lo han España, Roberto Bolaño, con un hijo en camino, se lanzaba -para
conmovido? equilibrar un crítico presupuesto familiar- a ganar concursos de
cuentos de pequeños municipios ibéricos. Es esa paradoja, donde
-Me conmueven los lectores a secas, los se oponen abundancia y escasez, hype e invisibilidad, una
que aún se atreven a leer el Diccionario supuesta literatura nacional contra la resaca de una vanguardia —
el infrarrealismo— apenas conocida, explica en cierto modo cómo
filosófico de Voltaire, que es una de las
obras más amenas y modernas que se lee a Bolaño en Chile. O cómo Bolaño lee a Chile.
conozco. Me conmueven los jóvenes de
hierro que leen a Cortázar y a Parra, tal Porque, ¿qué significó Bolaño para las letras chilenas?, ¿qué
como los leí yo y como intento seguir implicó que en 1998, el mismo año en que detuvieron a Pinochet
leyéndolos. Me conmueven los jóvenes en Londres Los detectives salvajes se hiciera —sincrónicamente,
que se duermen con un libro debajo de la como alguna vez apuntó Patricia Espinosa— con el Herralde? Una
cabeza. Un libro es la mejor almohada que sola cosa: deshielo. Un deshielo profundo de mitos congelados
existe. desde hace tantos años. Puro calentamiento local. Un golpe a la
cátedra. O un incendio en la biblioteca.
¿Qué cosas lo han enojado?
Mal que mal, lo que Bolaño tal vez proponía sin querer queriendo
-A estas alturas enojarse es perder el era eso: un modo distinto de pararse en el canon, de apropiarse de
tiempo. Y, lamentablemente, a mi edad el él, de transitar en la tradición. De ahí que las operaciones que
tiempo cuenta. proponía en Los detectives salvajes o 2666 desfenestraran con
violencia los límites del universo literario local, señalando la
¿Ha tenido miedo alguna vez de sus fans? mediocridad de lo que había sido escrito y celebrado antes, su falta
de riesgo y estrechez. Al leer las aventuras de Belano y Lima, uno
-He tenido miedo de los fans de Leopoldo podía llegar sospechosamente a pensar que Bolaño pretendía
María Panero, el cual, por otra parte, me cargarse a toda la narrativa chilena reciente, un camino que
parece uno de los tres mejores poetas seguiría después en Nocturno de Chile (colocando como narrador
vivos de España. En Pamplona, durante un al principal crítico literario de prensa de la época militar) y que,
sobre el final, en 2666 alcanzaba cierto paroxismo conspirativo:
ciclo organizado por Jesús Ferrero, Panero
cerraba el ciclo y a medida que se Juan de Dios Martínez, uno de los policías de los crímenes de
aproximaba el día de su lectura la ciudad o Santa Teresa, se llamaba del mismo modo que un secreto autor
el barrio donde estaba nuestro hotel se fue viñamarino cuya última obra publicada —La poesía chilena, 1978—
llenando de freaks que parecían recién era un libro/objeto edificado sobre los certificados de defunción de
escapados de un manicomio, que, por otra Neruda, Mistral, Huidobro y De Rokha.
parte, es el mejor público al que puede
aspirar cualquier poeta. El problema es Con esos datos y sin esforzarse mucho, se podía percibir la rabia,
que algunos no sólo parecían locos sino el aburrimiento, la precisión quirúrgica con que Bolaño desmontaba
también asesinos y Ferrero y yo temimos todo lo que la narrativa chilena de los ‘90 —a esas alturas
que alguien, en algún momento, se canonizada y estudiada en los programas de literatura de nuestras
universidades— había construido con esmerado lobby político: los
levantara y dijera: yo maté a Leopoldo
María Panero y después le descerrajara eufemismos sobre nuestro pasado traumático, la aceptación de un
cuatro balazos en la cabeza al poeta, y ya statu quo consensuado, la angustia de la influencia canónica, la
de paso, uno a Ferrero y el otro a mí. escritura como un lugar incontaminado de cualquier clase de
enferma realidad. La obra de Bolaño proponía lo opuesto, con su
¿Qué siente cuando hay críticos como vocación pop de lector omnívoro, con aquella predilección
Darío Osses que considera que usted es el deliberada por los géneros menores, con la resucitación de las
escritor latinoamericano con más futuro? vanguardias como único ideal utópico posible para la ficción o el
arte.
-Debe ser una broma. Yo soy el escritor
latinoamericano con menos futuro. Eso sí, Incómodo, Bolaño recordaba la presencia de un ideal colectivo
imposible, lleno de mártires; un proyecto sólo invocable en las
soy de los que tienen más pasado, que al
cabo es lo único que cuenta.
¿Le despierta curiosidad el libro crítico que
está preparando su compatriota Patricia hagiografías de autores olvidados y secretos, figuras que volvían
Espinoza? en el presente como fantasmas insoslayables de revoluciones
imposibles. Una revolución que era equiparable con esas dos
-Ninguna. Espinoza me parece una crítica novelas iceberg que escribió: un proyecto total que podía, cómo
muy buena, independientemente de cómo no, flotar o naufragar con inaudita elegancia.
vaya a quedar yo en su libro, que supongo
que no muy bien, pero el trabajo de De este modo, el deshielo de Bolaño comenzaba con una
Espinoza es necesario en Chile. De hecho, colección de insoportables verdades para el medio chileno: que a
la necesidad de una, llamémosla así, nuestra tradición novelesca había que buscarla en la poesía; o que
nueva crítica, es algo que empieza a ser Nicanor Parra era quince veces más inteligente que Donoso; que la
urgente en toda Latinoamérica. obsesión por una ficción que develara una identidad nacional era
imposible porque no había nada más obsceno que el olvido del
¿Y el de la argentina Celina Mazoni? horror, que la convivencia y aceptación del mal, que la mediocridad
como regla estética.
-A Celina la conozco personalmente y la
quiero mucho. A ella le dediqué uno de los Con esas aspiraciones, en Chile Bolaño no operó jamás como el
narrador canónico continental que terminó siendo, sino como otra
cuentos de Putas asesinas.
cosa difícil de leer fuera del “eriazo remoto y presuntuoso”, como
¿Qué cosas lo aburren? alguna vez lo llamó Enrique Lihn. En la cancha chica chilena, fue
más bien una figura asimilable al margen, casi un convidado de
-El discurso vacío de la izquierda. El piedra, cuyos pasos recorrían ese patio helado donde habían
discurso vacío de la derecha ya lo doy por pasado antes autores como el mentado Lihn, Gabriela Mistral o
sentado. Rodrigo Lira. Un lugar de escrituras a la intemperie, en penumbras,
implosionadas por la precariedad, el miedo, la locura o la envidia;
¿Qué cosas lo divierten? sombras tenebrosas que encienden hogueras y acechan y sonríen
(mostrando los dientes) en la oscuridad, en los jardines de ese
-Ver jugar a mi hija Alexandra. Desayunar palacio en ruinas que es la literatura chilena.
en un bar al lado del mar y comerme un
croissant leyendo el periódico. La literatura * Escritor y crítico literario, escribe una columna semanal en El
de Borges. La literatura de Bioy. La Mercurio titulada “El Comelibros”.
literatura de Bustos Domecq. Hacer el
amor.
Una bocanada de frescura
¿Escribe a mano?
Por Matias Rivas *
-La poesía, sí. Lo demás, en una vieja
computadora de 1993. La instalación definitiva de la figura y de la obra de Roberto Bolaño
en la literatura chilena aconteció en el año 1998, con la publicación
de Los detectives salvajes. Fue, por supuesto, el mismo año en
Cierre los ojos, ¿cuál de todos los paisajes
de la Latinoamérica que usted recorrió le que Bolaño se hizo conocido y respetado en la literatura en
viene primero a la memoria? español por su prosa vertiginosa, elocuente y única. Ganó el
Premio Rómulo Gallegos y se despachó un discurso impresionante
-Los labios de Lisa en 1974. El camión de por su franqueza y sutileza para referirse a sus comienzos como
mi padre averiado en una carretera del escritor y a su generación política.
desierto. El pabellón de tuberculosos de un
hospital de Cauquenes y mi madre que nos La instalación en Chile de Bolaño vino, además, acompañada de
dice a mi hermana y a mí que aguantemos cierto escándalo: Bolaño escribió un artículo, feroz y divertido,
la respiración. Una excursión al donde relataba la intimidad de una cena en la casa de Diamela
Popocatépetl con Lisa, Mara y Vera y Eltit. Este artículo fue publicado por la revista Ajo Blanco y causó
escozor en el tímido ambiente cultural de los años de la transición
alguien más que no recuerdo, aunque sí
recuerdo los labios de Lisa, su sonrisa democrática. Luego las emprendió contra el fallecido José Donoso,
extraordinaria. descartando la mayoría de sus novelas sin piedad; al poco tiempo,
desestimó a la entonces triunfante “nueva narrativa” chilena
¿Cómo es el paraíso? compuesta por Arturo Fontaine Talavera, Carlos Franz, Gonzalo
Contreras y Jaime Collyer, entre otros.
-Como Venecia, espero, un lugar lleno de
italianas e italianos. Un sitio que se usa y La actitud combativa de Bolaño hacia los narradores chilenos
se desgasta y que sabe que nada perdura, motivó el odio de una caterva de enemigos literarios insignificantes
ni el paraíso, y que eso al fin y al cabo no que hicieron lo posible por minimizar la calidad de su obra. Entre
importa. ellos hay que nombrar al crítico literario del diario El Mercurio, José
Miguel Ibáñez, alias Ignacio Valente, sujeto que le sirvió de
¿Y el infierno?
-Como Ciudad Juárez, que es nuestra inspiración a Bolaño para el personaje central de Nocturno de
maldición y nuestro espejo, el espejo Chile, sin duda su libro más polémico, donde ajusta cuentas con la
desasosegado de nuestras frustraciones y derecha católica que gobernó las letras chilenas en los años de la
de nuestra infame interpretación de la dictadura.
libertad y de nuestros deseos.
Pero Bolaño no sólo criticó cuando volvió a Chile. También escribió
¿Cuándo supo que estaba gravemente y habló elogiosamente de dos poetas claves para él: Nicanor Parra
enfermo? y Enrique Lihn. Les dedicó agudos artículos. Y fue el mismo Bolaño
quien empujó la publicación de las Obras Completas de Parra en
-En el '92. España. La razón para su filiación con estos autores: Parra y Lihn
poseen obras contundentes, escritas con ironía, inteligencia y
¿Qué cosas de su carácter cambió la libertad. Las mismas características de las que hace gala Bolaño
enfermedad? en sus mejores textos.
-Ninguna. Supe que no era inmortal, lo Para entender cómo se lee a Bolaño desde Chile hay que pensar
cual, a los 38 años, ya iba siendo hora de en que sus libros pueden ser comprendidos desde la antipoesía de
que lo supiera. Parra. Así como sus discursos, despiadados y lúcidos, dirigidos al
establishment literario local e internacional, pueden compararse a
¿Qué cosas desea hacer antes de morir? los furiosos ensayos de Lihn redactados en plena dictadura contra
los poderes omnipotentes de un Estado asesino. Bolaño, al
-Ninguna en especial. Bueno, preferiría no vincularse con estos escritores, declara a qué parte de la tradición
morirme, claro. Pero tarde o temprano la literaria chilena pertenece y a cuál no. Se sitúa cerca de la poesía
distinguida dama llega, el problema es que radical, y lejos de la narrativa. Si se leen atentamente sus cuentos
a veces no es una dama ni mucho menos y novelas, es fácil percatarse de que Bolaño es un prosista
es distinguida, sino más bien, como dice avezado, que conoce de ritmos, de precisión, de soltura y de
Nicanor Parra en un poema, es una puta adjetivos exactos. Siempre fue un poeta dedicado a la prosa con el
caliente, que es algo que hace dar diente mismo rigor que piden los versos.
con diente al más pintado.
Bolaño, asimismo, fue para los lectores y escritores que descreían
¿Con quién le gustaría encontrarse en el de las novelas locales, una sorpresa. Muchos chilenos sólo leen a
más allá? Bolaño y se saltan con brutalidad a todos los demás narradores
porque se aburren con ellos. Eso significa que los libros de Bolaño
-No creo en el más allá. Si existiera, qué marcan un hito en la literatura chilena. Para muchos jóvenes su
sorpresa. Me matricularía de inmediato en lectura fue una bocanada de frescura en un ambiente cultural
algún curso que estuviera dando Pascal. sofocante. La velocidad deslumbrante de su escritura liberó
definitivamente a la narrativa chilena de sus ínfulas decimonónicas.
¿Pensó alguna vez en suicidarse? El imaginario que Bolaño impuso aún es una patada certera al
realismo bruto y al surrealismo trasnochado.
-Por supuesto. En alguna ocasión sobreviví
precisamente porque sabía cómo ¿Cómo leemos a Bolaño desde Chile?
suicidarme si las cosas empeoraban.
Con fascinación, gratitud y humor. Bolaño tiene la virtud de inspirar
¿Creyó en algún momento que se estaba a otros escritores. Su descendencia podría ser generosa.
volviendo loco?
* Nacido en 1971, publicó poesía y es director de Publicaciones en
-Por supuesto, pero me salvó siempre el la Universidad Diego Portales.
sentido del humor. Me contaba historias
que me volvían loco de risa. O recordaba Fuente: Página/12, 08/04/07, suplemento Radar
situaciones que hacían que me tirara al
suelo a reírme.

La locura, la muerte y el amor, ¿de qué de estas tres cosas ha habido más en su vida?

-Espero de todo corazón que haya habido más amor.

¿Qué cosas lo hacen reír a mandíbula batiente?

-Las desgracias propias y ajenas.

¿Qué cosas lo hacen llorar?

-Lo mismo: las desgracias propias y ajenas.


¿Le gusta la música?

-Mucho.

¿Usted ve su obra como la suelen ver sus lectores y críticos: arriba de todo Los detectives salvajes y luego todo lo
demás?

-La única novela de la que no me avergüenzo es Amberes, tal vez porque sigue siendo ininteligible. Las malas críticas
que ha recibido son mis medallas ganadas en combate, no en escaramuzas con fuego simulado. El resto de mi
"obra", pues bueno, no está mal, son novelas entretenidas, el tiempo dirá si algo más. Por ahora me dan dinero, se
traducen, me sirven para hacer amigos que son muy generosos y simpáticos, puedo vivir, y bastante bien, de la
literatura, así que quejarse sería más bien gratuito y desagradecido. Pero la verdad es que no les concedo mucha
importancia a mis libros. Estoy mucho más interesado en los libros de los demás.

¿No le sacaría algunas páginas a Los detectives salvajes?

-No. Para sacarle páginas tendría que releerlo y eso mi religión me lo prohíbe.

¿No le da miedo que alguien quiera hacer la versión cinematográfica de la novela?

-Ay, Mónica, yo les tengo miedo a otras cosas. Digamos: cosas más terroríficas, infinitamente más terroríficas.

¿"El ojo Silva" es un homenaje a Julio Cortázar?

-De ninguna manera.

Cuando terminó de escribir "El ojo Silva", ¿no sintió que había escrito un cuento capaz de estar a la altura, por
ejemplo, de "Casa tomada"?

-Cuando terminé de escribir "El ojo Silva" dejé de llorar o algo parecido. Qué más quisiera yo que se pareciera a uno
de Cortázar, aunque "Casa tomada" no es uno de mis favoritos.

¿Cuáles son los cinco libros que marcaron su vida?

-Mis cinco libros en realidad son cinco mil. Menciono éstos sólo a manera de punta de lanza o embajada aviesa: El
Quijote, de Cervantes. Moby Dick, de Melville. La Obra Completa, de Borges. Rayuela, de Cortázar. La conjura de los
necios, de Kennedy Toole. Pero también debería citar: Nadja, de Breton. Las cartas de Jacques Vaché. Todo Ubú, de
Jarry. La vida, instrucciones de uso, de Perec. El castillo y El proceso, de Kafka. Los aforismos de Lichtenberg. El
Tractatus, de Wittgenstein. La invención de Morel, de Bioy Casares. El Satiricón, de Petronio. La Historia de Roma, de
Tito Livio. Los Pensamientos, de Pascal.

¿Se lleva bien con su editor?

-Bastante bien. Herralde es una persona inteligente y a menudo encantadora. Tal vez a mí me convendría más que
no fuera tan encantador. Lo cierto es que ya hace ocho años que lo conozco y, al menos de mi parte, el cariño no
hace más que crecer, como dice un bolero. Aunque tal vez me convendría no quererlo tanto.

¿Qué dice de los que piensan que Los detectives salvajes es la gran novela mexicana de la contemporaneidad?

-Que lo dicen por lástima, me ven decaído o desmayándome en las plazas públicas y no se les ocurre nada mejor que
una mentira piadosa, que por lo demás es lo más indicado en estos casos y ni siquiera es pecado venial.

¿Es cierto que fue Juan Villoro el que le convenció para que no titulara Tormentas de mierda a su novela Nocturno de
Chile?

-Entre Villoro y Herralde.

¿De quién más escucha consejos alrededor de su obra?

-Yo no escucho consejos de nadie, ni siquiera de mi médico. Yo doy consejos a diestra y siniestra, pero no escucho
ninguno.

¿Cómo es Blanes?
-Un pueblo bonito. O una ciudad pequeñita, de treinta mil habitantes, bastante bonita. Fue fundada hace dos mil años,
por los romanos, y luego pasaron por aquí gente de todos los lugares. No es un balneario de ricos sino de proletarios.
Obreros del norte o del este. Algunos se quedan a vivir para siempre. La bahía es bellísima.

¿Extraña algo de su vida en México?

-Mi juventud y las caminatas interminables con Mario Santiago.

¿A qué escritor mexicano admira profundamente?

-A muchos. De mi generación admiro a Sada, cuyo proyecto de escritura me parece el más arriesgado, a Villoro, a
Carmen Boullosa, entre los más jóvenes me interesa mucho lo que hacen Alvaro Enrigue y Mauricio Montiel, o Volpi e
Ignacio Padilla. Sigo leyendo a Sergio Pitol, que cada día escribe mejor. Y a Carlos Monsiváis, el cual, según me
contó Villoro, motejó como Pol Pit a Taibo 2 o 3 (o 4), lo que me parece un hallazgo poético. Pol Pit, ¿es perfecto, no?
Monsiváis sigue con las uñas aceradas. También me gusta mucho lo que hace Sergio González Rodríguez.

¿El mundo tiene remedio?

-El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio y ésa es nuestra suerte.

¿Usted tiene esperanzas, en qué, en quiénes?

-Mi querida Maristain, vuelve usted a empujarme a los potreros de la cursilería, que son mis potreros natales. Yo
tengo esperanza en los niños. En los niños y en los guerreros. En los niños que follan como niños y en los guerreros
que combaten como valientes. ¿Por qué? Me remito a la lápida de Borges, como diría el ínclito Gervasio Montenegro,
de la Academia (como Pérez Reverte, fíjese usted) y no hablemos más de este asunto.

¿Qué sentimientos le despierta la palabra póstumo?

-Suena a nombre de gladiador romano. Un gladiador invicto. O al menos eso quiere creer el pobre Póstumo para
darse valor.

¿Qué opina de quienes opinan que usted ganará el Premio Nobel?

-Estoy seguro, querida Maristain, de que no lo ganaré, como también estoy seguro de que algún atorrante de mi
generación sí que lo ganará y ni siquiera me mencionará de pasada en su discurso de Estocolmo.

¿Cuándo ha sido más feliz?

-Yo he sido feliz casi todos los días de mi vida, al menos durante un ratito, incluso en las circunstancias más
adversas.

¿Qué le hubiera gustado ser si no hubiera sido escritor?

-Me hubiera gustado ser detective de homicidios, mucho más que ser escritor. De eso estoy absolutamente seguro.
Un tira de homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los
fantasmas. Tal vez entonces sí que me hubiera vuelto loco, pero eso, siendo policía, se soluciona con un tiro en la
boca.

¿Confiesa que ha vivido?

-Bueno, sigo vivo, sigo leyendo, sigo escribiendo y viendo películas, y como les dijo Arturo Prat a los suicidas de la
Esmeralda, mientras yo viva, esta bandera no se arriará.

23 de julio de 2003, Fuente: Página/12, Buenos Aires.

2666 (fragmento)
Roberto Bolaño

La primera vez que Jean-Claude Pelletier leyó a Benno von Archimboldi fue en la Navidad de 1980, en París, en
donde cursaba estudios universitarios de literatura alemana, a la edad de diecinueve años. El libro en cuestión era
D’Arsonval. El joven Pelletier ignoraba entonces que esa novela era parte de una trilogía (compuesta por El jardín, de
tema inglés, La máscara de cuero, de tema polaco, así como D’Arsonval era, evidentemente, de tema francés), pero
esa ignorancia o ese vacío o esa dejadez bibliográfica, que sólo podía ser achacada a su extrema juventud, no restó
un ápice del deslumbramiento y de la admiración que le produjo la novela. A partir de ese día (o de las altas horas
nocturnas en que dio por finalizada aquella lectura inaugural) se convirtió en un archimboldiano entusiasta y dio
comienzo su peregrinaje en busca de más obras de dicho autor. No fue tarea fácil. Conseguir, aunque fuera en París,
libros de Benno von Archimboldi en los años ochenta del siglo XX no era en modo alguno una labor que no entrañara
múltiples dificultades. En la biblioteca del departamento de literatura alemana de su universidad no se hallaba casi
ninguna referencia sobre Archimboldi. Sus profesores no habían oído hablar de él. Uno de ellos le dijo que su nombre
le sonaba de algo. Con furor (con espanto) Pelletier descubrió al cabo de diez minutos que lo que le sonaba a su
profesor era el pintor italiano, hacia el cual, por otra parte, su ignorancia también se extendía de forma olímpica.
Escribió a la editorial de Hamburgo que había publicado D’Arsonval y jamás recibió respuesta. Recorrió, asimismo,
las pocas librerías alemanas que pudo encontrar en París. El nombre de Archimboldi parecía en un diccionario sobre
literatura alemana y en una revista belga dedicada, nunca supo si en roma o en serio, a la literatura prusiana. En 1981
viajó, junto con tres amigos de facultad, por Baviera y allí, en una pequeña librería de Munich, en Voralmstrasse,
encontró otros dos libros, el delgado tomo de menos de cien páginas titulado El tesoro de Mitzi y el ya mencionado El
jardín, la novela inglesa. La lectura de estos dos nuevos libros contribuyó a fortalecer la opinión que ya tenía de
Archimboldi. En 1983, a los veintidós años, dio comienzo a la tarea de traducir D’Arsonval. Nadie le pidió que lo
hiciera. No había entonces ninguna editorial francesa interesada en publicar a ese alemán de nombre extraño.
Pelletier empezó a traducirlo básicamente porque le gustaba, porque era feliz haciéndolo, aunque también pensó que
podía presentar esa traducción, precedida por un estudio sobre la obra archimboldiana, como tesis y, quién sabe,
como primera piedra de su futuro doctorado.
Acabó la versión definitiva de la traducción en 1984 y una editorial parisina, tras algunas vacilantes y contradictorias
lecturas, la aceptó y publicaron a Archimboldi, cuya novela, destinada a priori a no superar la cifra de mil ejemplares
vendidos, agotó tras un par de reseñas contradictorias, positivas, incluso excesivas, los tres mil ejemplares de tirada
abriendo las puertas de una segunda y tercera y cuarta edición.
Para entonces Pelletier ya había leído quince libros del autor alemán, había traducido otros dos, y era considerado,
casi unánimemente, el mayor especialista sobre Benno von Archimboldi que había a lo largo y ancho de Francia.
Entonces Pelletier pudo recordar el día en que leyó por primera vez a Archimboldi y se vio a sí mismo, joven y pobre,
viviendo en una chambre de bonne, compartiendo el lavamanos, en donde se lavaba la cara y los dientes, con otras
quince personas que habitaban la oscura buhardilla, cagando en un horrible y poco higiénico baño que nada tenía de
baño sino más bien de retrete o pozo séptico, compartido igualmente con los quince residentes de la buhardilla,
algunos de los cuales ya habían retornado a provincias, provistos de su correspondiente título universitario, o bien se
habían mudado a lugares un poco más confortables en el mismo París, o bien, unos pocos, seguían allí, vegetando o
muriéndose lentamente de asco.
Se vio, como queda dicho, a sí mismo, ascético e inclinado sobre sus diccionarios alemanes, iluminado por una débil
bombilla, flaco y recalcitrante, como si todo él fuera voluntad hecha carne, huesos y músculos, nada de grasa,
fanático y decidido a llegar a buen puerto, en fin, una imagen bastante normal de estudiante en la capital pero que
obró en él como una droga, una droga que lo hizo llorar, una droga que abrió, como dijo un cursi poeta holandés del
siglo XIX, las esclusas de la emoción y de algo que a primera vista parecía autoconmiseración pero que no lo era
(¿qué era, entonces?, ¿rabia?, probablemente), y que lo llevó a pensar y a repensar, pero no con palabras sino con
imágenes dolientes, su período de aprendizaje juvenil, y que tras una larga noche tal vez inútil forzó en su mente dos
conclusiones: la primera, que la vida tal como la había vivido hasta entonces se había acabado; la segunda, que una
brillante carrera se abría delante de él y que para que ésta no perdiera el brillo debía conservar, como único recuerdo
de aquella buhardilla, su voluntad. La tarea no le pareció difícil.
Jean-Claude Pelletier nació en 1961 y en 1986 era ya catedrático de alemán en París. Piero Morini nació en 1956, en
un pueblo cercano a Nápoles, y aunque leyó por primera vez a Benno von Archimboldi en 1976, es decir cuatro años
antes que Pelletier, no sería sino hasta 1988 cuando tradujo su primera novela del autor alemán, Bifurcaria bifurcata,
que pasó por las librerías italianas con más pena que gloria.
La situación de Archimboldi en Italia, esto hay que remarcarlo, era bien distinta que
en Francia. De hecho, Morini no fue el primer traductor que tuvo. Es más, la
primera novela de Archimboldi que cayó en manos de Morini fue una traducción de
La máscara de cuero hecha por un tal Colossimo para Einaudi en el año 1969.
Después de La máscara de cuero en Italia se publicó Ríos de Europa, en 1971,
Herencia, en 1973, y La perfección ferroviaria en 1975, y antes se había publicado,
en una editorial romana, en 1964, una selección de cuentos en donde no
escaseaban las historias de guerra, titulada Los bajos fondos de Berlín. De modo
que podría decirse que Archimboldi no era un completo desconocido en Italia,
aunque tampoco podía decirse que fuera un autor de éxito o de mediano éxito o de
escaso éxito sino más bien de nulo éxito, cuyos libros envejecían en los anaqueles
más mohosos de las librerías o se saldaban o eran olvidados en los almacenes de las editoriales antes de ser
guillotinados.
Morini, por supuesto, no se arredró ante las pocas expectativas que provocaba en el público italiano la obra de
Archimboldi y después de traducir Bifurcaria bifurcata dio a una revista de Milán y a otra de Palermo sendos estudios
archimboldianos, uno sobre el destino en La perfección ferroviaria y otro sobre los múltiples disfraces de la conciencia
y la culpa en Letea, una novela de apariencia erótica, y en Bitzius, una novelita de menos de cien páginas, similar en
cierto modo a El tesoro de Mitzi, el libro que Pelletier encontró en una vieja librería muniquesa, y cuyo argumento se
centraba en la vida de Albert Bitzius, pastor de Lützelflüh, en el cantón de Berna, y autor de sermones, además de
escritor bajo el seudónimo de Jeremias Gotthelf. Ambos ensayos fueron publicados y la elocuencia o el poder de
seducción desplegado por Morini al presentar la figura de Archimboldi derribaron los obstáculos y en 1991 una
segunda traducción de Piero Morini, esta vez de Santo Tomás, vio la luz en Italia. Por aquella época Morini trabajaba
dando clases de literatura alemana en la Universidad de Turín y ya los médicos le habían detectado una esclerosis
múltiple y ya había sufrido un aparatoso y extraño accidente que lo había atado para siempre a una silla de ruedas.
Manuel Espinoza llegó a Archimboldi por otros caminos. Más joven que Morini y que Pelletier, Espinoza no estudió, al
menos durante los dos primeros años de su carrera universitaria, filología alemana sino filología española, entre otras
tristes razones porque Espinoza soñaba con ser escritor. De la literatura alemana sólo conocía (y mal) a tres clásicos,
Hölderlin, porque a los dieciséis años creyó que su destino estaba en la poesía y devoraba todos los libros de poesía
a su alcance, Goethe, porque en el último año del instituto un profesor humorista le recomendó que leyera Werther,
en donde encontraría un alma gemela, y Schiller, del que había leído una obra de teatro. Después frecuentaría la obra
de un autor moderno, Jünger, más que nada por simbiosis, pues los escritores madrileños a los que admiraba y, en el
fondo, odiaba con toda su alma hablaban de Jünger sin parar. Así que se puede decir que Espinoza sólo conocía a un
autor alemán y ese autor era Jünger. Al principio, la obra de éste le pareció magnífica, y como gran parte de sus libros
estaban traducidos al español, Espinoza no tuvo problemas en encontrarlos y leerlos todos. A él le hubiera gustado
que no fuera tan fácil. La gente a la que frecuentaba, por otra parte, no sólo eran devotos de Jünger sino que algunos
de ellos también eran sus traductores, algo que a Espinoza le traía sin cuidado, pues el brillo que él codiciaba no era
el del traductor sino el del escritor.
El paso de los meses y de los años, que suele ser callado y cruel, le trajo algunas desgracias que hicieron variar sus
opiniones. No tardó, por ejemplo, en descubrir que el grupo de jungerianos no era tan jungeriano como él había
creído sino que, como todo grupo literario, estaba sujeto al cambio de las estaciones, y en otoño, efectivamente, eran
jungerianos, pero en invierno se transformaban abruptamente en barojianos, y en primavera en orteguianos, y en
verano incluso abandonaban el bar donde se reunían para salir a la calle a entonar versos bucólicos en honor de
Camilo José Cela, algo que el joven Espinoza, que en el fondo era un
patriota, hubiera estado dispuesto a aceptar sin reservas de haber habido un espíritu más jovial, más carnavalesco en
tales manifestaciones, pero que en modo alguno podía tomarse tan en serio como se lo tomaban los jungerianos
espurios.
Más grave fue descubrir la opinión que sus propios ensayos narrativos suscitaban en el grupo, una opinión tan mala
que en alguna ocasión, durante una noche en vela, por ejemplo, se llegó a preguntar seriamente si esa gente no le
estaba pidiendo entre líneas que se fuera, que dejara de molestarlos, que no volviera más.
Y aún más grave fue cuando Jünger en persona apareció por Madrid y el grupo de los jungerianos le organizó una
visita a El Escorial, extraño capricho del maestro, visitar El Escorial, y cuando Espinoza quiso sumarse a la
expedición, en el rol que fuera, este honor le fue denegado, como si los jungerianos simuladores no le consideraran
con méritos suficientes como para formar parte de la guardia de corps del alemán o como si temieran que él,
Espinoza, pudiera dejarlos mal parados con alguna salida de jovenzuelo abstruso, aunque la explicación oficial que se
le dio (puede que dictada por un impulso piadoso) fue que él no sabía alemán y todos los que se iban de picnic con
Jünger sí lo sabían.
Ahí se acabó la historia de Espinoza con los jungerianos. Y ahí empezó la soledad y la lluvia (o el temporal) de
propósitos a menudo contradictorios o imposibles de realizar. No fueron noches cómodas ni mucho menos
placenteras, pero Espinoza descubrió dos cosas que lo ayudaron mucho en los primeros días: jamás sería un
narrador y, a su manera, era un joven valiente.
También descubrió que era un joven rencoroso y que estaba lleno de resentimiento, que supuraba resentimiento, y
que no le hubiera costado nada matar a alguien, a quien fuera, con tal de aliviar la soledad y la lluvia y el frío de
Madrid, pero este descubrimiento prefirió dejarlo en la oscuridad y centrarse en su aceptación de que jamás sería un
escritor y sacarle todo el partido del mundo a su recién exhumado valor.
Siguió, pues, en la universidad, estudiando filología española, pero al mismo tiempo se matriculó en filología alemana.
Dormía entre cuatro y cinco horas diarias y el resto del día lo invertía en estudiar. Antes de terminar filología alemana
escribió un ensayo de veinte páginas sobre la relación entre Werther y la música, que fue publicado en una revista
literaria madrileña y en una revista universitaria de Gottingen. A los veinticinco años había terminado ambas carreras.
En 1990, alcanzó el doctorado en literatura alemana con un trabajo sobre Benno von Archimboldi que una editorial
barcelonesa publicaría un año después. Para entonces Espinoza era un habitual de congresos y mesas redondas
sobre literatura alemana. Su dominio de esta lengua era si no excelente, más que pasable. También hablaba inglés y
francés. Como Morini y Pelletier, tenía un buen trabajo y unos ingresos considerables y era respetado (hasta donde
esto es posible) tanto por sus estudiantes como por sus colegas. Nunca tradujo a Archimboldi ni a ningún otro autor
alemán.
Aparte de Archimboldi una cosa tenían en común Morini, Pelletier y Espinoza. Los tres poseían una voluntad de
hierro. En realidad, otra cosa más tenían en común, pero de esto hablaremos más tarde. Liz Norton, por el contrario,
no era lo que comúnmente se llama una mujer con una gran voluntad, es decir no se trazaba planes a medio o largo
plazo ni ponía en juego todas sus energías para conseguirlos. Estaba exenta de los atributos de la voluntad. Cuando
sufría el dolor fácilmente se traslucía y cuando era feliz la felicidad que experimentaba se volvía contagiosa. Era
incapaz de trazar con claridad una meta determinada y de mantener una continuidad en la acción que la llevara a
coronar esa meta. Ninguna meta, por lo demás, era lo suficientemente apetecible o deseada como para que ella se
comprometiera totalmente con ésta. La expresión "lograr un fin", aplicada a algo personal, le parecía una trampa llena
de mezquindad. A "lograr un fin" anteponía la palabra "vivir" y en raras ocasiones la palabra "felicidad". Si la voluntad
se relaciona con una exigencia social, como creía William James, y por lo tanto es más fácil ir a la guerra que dejar de
fumar, de Liz Norton se podía decir que era una mujer a la que le resultaba más fácil dejar de fumar que ir a la guerra.
Una vez, en la universidad, alguien se lo dijo, y a ella le encantó, aunque no por ello se puso a leer a William James,
ni antes ni después ni nunca. Para ella la lectura estaba relacionada directamente con el placer y no directamente con
el conocimiento o con los enigmas o con las construcciones y laberintos verbales, como creían Morini, Espinoza y
Pelletier. Su descubrimiento de Archimboldi fue el menos traumático o poético de todos. Durante los tres meses que
vivió en Berlín, en 1988, a la edad de veinte años, un amigo alemán le prestó una novela de un autor que ella
desconocía. El nombre le causó extrañeza, ¿cómo era posible, le preguntó a su amigo, que existiera un escritor
alemán que se apellidara como un italiano y que sin embargo tuviera el von, indicativo de cierta nobleza, precediendo
al nombre? El amigo alemán no supo qué contestarle. Probablemente era un seudónimo, le dijo. Y también añadió,
para sumar más extrañeza a la extrañeza inicial, que en Alemania no eran comunes los nombres propios masculinos
terminados en vocal. Los nombres propios femeninos sí. Pero los nombres propios masculinos ciertamente no. La
novela era La ciega y le gustó, pero no hasta el grado de salir corriendo a una librería a comprar el resto de la obra de
Benno von Archimboldi.
Cinco meses después, ya instalada otra vez en Inglaterra, Liz Norton recibió por correo un regalo de su amigo
alemán. Se trataba, como es fácil adivinar, de otra novela de Archimboldi. La leyó, le gustó, buscó en la biblioteca de
su college más libros del alemán de nombre italiano y encontró dos: uno de ellos era el que ya había leído en Berlín,
el otro era Bitzius. La lectura de este último sí que la hizo salir corriendo. En el patio cuadriculado llovía, el cielo
cuadriculado parecía el rictus de un robot o de un dios hecho a nuestra semejanza, en el pasto del parque las
oblicuas gotas de lluvia se deslizaban hacia abajo pero lo mismo hubiera significado que se deslizaran hacia arriba,
después las oblicuas (gotas) se convertían en circulares (gotas) que eran tragadas por la tierra que sostenía el pasto,
el pasto y la tierra parecían hablar, no, hablar no, discutir, y sus palabras ininteligibles eran como telarañas
cristalizadas o brevísimos vómitos cristalizados, un crujido apenas audible, como si Norton en lugar de té aquella
tarde hubiera bebido una infusión de peyote.
Pero la verdad es que sólo había bebido té y que se sentía abrumada, como si una voz le hubiera repetido en el oído
una oración terrible, cuyas palabras se fueron desdibujando a medida que se alejaba del college y la lluvia le mojaba
la falda gris y las rodillas huesudas y los hermosos tobillos y poca cosa más, pues Liz Norton antes de salir corriendo
a través del parque no había olvidado coger su paraguas.

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