| ‘Una leyenda es un relato tradicional y maravilloso, usualmente transmitido
en forma oral, que —pese a su cardcter fantdstico— tiene cierta relacién
con hechos veridicos. Esta seleccién de Leyendas chilenas presenta
historias de orfgenes y significados tan diversos como El Hombre-Péjaro
| (Situada en Rapa Nui), La Tirana del Tamarugal (Norte Grande) 0 El
| , Leyendas
chilenas
Fernando Emmerich
Caleuche (Chiloé y las islas del sur), con el afin de recopilar parte del
“origen legendario” de este Chile del siglo XXI, en el que, al igual que
antafio, es necesario contar historias de amor, valentfa, avaticia y orgullo.
=
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A partir de 9 afios Version integraLA, TIRANA, DEL TAMARUGAL
2
ONOCEMOS VARIAS versiones de la leyen-
da de la Tirana del Tamarugal, que difieren
1 sélo en detalles de la que aqui seguiremos
en sus lineas generales: la recogida por el historiador
peruano Rémulo Céineo Vidal. Es posible agregarle a
la de Cineo Vidal ciertos aportes de otras versiones,
aportes que se ajustan a ella y la enriquecen. La de La
Tirana es una leyenda viva; la fantasia popular le sigue
afiadiendo adornos, algunos disparatadamente ajenos a
ella, otros pertinentes y apropiados. Al contrario de lo
que pasa en culturas mas viejas, de tradiciones ya muy
solidificadas, podemos presenciar aqui como van varian-
do los detalles de la leyenda delante de nuestros ojos, tal
como ha venido variando también en sus detalles, afio
tras afio, la festividad correspondiente.
Segiin la leyenda, con el Adelantado don Diego de
Almagro vinieron a Chile tres linajudos personajes pe-
ruanos: el principe Paulo —a cuyo hermano, Manco,
Pizarro lo habia designado Emperador—; el “huilla-
cuma”, sumo sacerdote del Templo del Sol, y su hija,
una hermosa fiusta entonces de veintitrés afios. Lostres eran traidos por el Adelantado en prevencién de
algin alzamiento: sus vidas peligrarian ante cualquier
conato de rebelién de los yanaconas, cuyo ntimero
era enormemente superior al de los espafioles. Estos
tres personajes eran escoltados por una comitiva de
sacerdotes y oficiales, todos los cuales ocultaban, bajo
su aparente sumisiOn, sus deseos de liberarse del yugo
hispanico.
EI principe Paulo, después de recibir un mensaje de
Manco, quien se habfa sublevado contra los conquista-
dores y tenia sitiado el Cuzco, logré fugarse, huyendo
hacia la provincia de Charcas, para fomentar desde alli
la rebelion. El sumo sacerdote y doce oficiales quisieron
hacer lo mismo posteriormente, pero no consiguieron
consumar su evasion: alcanzados y detenidos, fueron
ajusticiados por los espafioles, en presencia, segtin al-
gunas versiones de la leyenda, de la propia fiusta.
La fiusta huyé poco después, adentrandose, seguida
Por un centenar de leales guerreros y de servidores, en
los boscajes de la Pampa del Tamarugal. Alli reiné du-
rante cuatro afios, convertida en sacerdotisa y capitana
de sus hombres, ejecutando vengativamente a cuanto
espafiol cayera en sus manos. La fama de su belleza
y de su crueldad traspasé los limites de sus dominios
y atrajo a numerosos rebeldes de otras comarcas,
los cuales acudian a ponerse bajo el mando de quien
habia comenzado a ser conocida como “la Tirana del
Tamarugal”
8
Por aquellos afios, un joven y apuesto minero
portugués llamado Vasco de Almeida laboraba en
Huantajaya, mineral de plata situado cerca de Iquique.
Una noche, Vasco de Almeida sofié con la Virgen del
Carmen, quien le sefialé la ruta para llegar ala fabulosa
Mina del Sol, que ya le habla mencionado al minero
portugués un cacique amigo. Desoyendo a sus compa-
eros, el alucinado Vasco de Almeida partié solo por
la Pampa del Tamarugal, penetrando en los dominios
de La Tirana, cuyos guerreros lo tomaron prisionero
y lo llevaron ante la princesa. No bien lo vio, gallardo,
altivo, la usta comprendié que no lo podia condenar
a muerte. Pero, de acuerdo con lo establecido por ella
misma, y ratificado por el consejo de ancianos, el pri-
sionero debia morir. Sin embargo, la princesa dio con
un ardid por lo menos para ganar tiempo: en aquel
caso, declar6, la sentencia deberia ser confirmada por
los astros. Consultados esa noche por la sacerdotisa,
los astros postergaron comprensivamente la ejecucién:
el prisionero no podria ser ajusticiado antes de! cuarto
plenilunio:
La fiusta se hizo cargo personalmente de la custodia
del cautivo, manteniéndolo en su propia vivienda de
piedra.
Descuidando a sus huestes y olvidando las asoladoras
correrias que habian sembrado el espanto entre los colo-
nos establecidos en Huantajaya y Pica, y sin preocuparse
ya de las précticas del culto, la princesa se dedicd por
9completo al cautivo, convertido en su amante, provo-
cando el profundo resentimiento de sus hombres.
Pero Vasco debia mori. En su afan de salvarle la vida,
la fusta traté de atraerlo a su fe. Sin embargo, las cosas
ocurrieron al revés: el cautivo le habl6 de su religién, de
Dios, de la Virgen, de Jesiis, y poco a poco la fusta se
fue sintiendo seducida por las consoladoras promesas
del cristianismo. La muerte, le aseguraba el portugués,
no conseguiria separarlos; al contrario, los unirfa para
siempre; sus almas renacerian en un més alla donde
reinaba la felicidad eterna. Por fin, la princesa decidié
convertirse a la religion de su amante. Un dia, ya en
visperas del fatidico cuarto plenilunio, Vasco y su amada
se dirigieron a un claro del bosque, donde murmuraba
un manantial (hoy, segtin la tradici6n, la plaza del pueblo
de La Tirana). En ese lugar la princesa fue bautizada con
el nombre de Marfa por Vasco de Almeida, con quien,
en seguida, se uniria como su esposa cristiana. Mientras
tanto, entre los arboles, los despechados guerreros de la
Tirana espiaban la furtiva y ritual traicién de su sefiora.
De repente, una lluvia de flechas truncé la ceremonia,
derribando a los dos amantes. Vasco de Almeida cayo
con el corazén atravesado por una flecha. La fiusta,
moribunda, pudo hablarles atin a sus resentidos vasallos
n por la cual habia dejado la fe de sus
antepasados. Y los hizo prometer que la sepultarian junto
a su amado, y que sobre la tumba colocarian la rlistica
cruz frente a la cual habia sido bautizada por Vasco.
10
Atos después, un fraile mercedario, don Antonio
Rondon (0 den Antonio Sarmiento de Rendén, segin
otros), hall6 durante uno de sus viajes evangelizadores
por la regién tarapaquefia una tosca cruz cristiana en
un claro del bosque. Viendo en aquel hallazgo el sacer-
dote una sefial divina, mandé levantar en ese lugar una
capilla. Enterado posteriormente de la tragica He
de los dos amantes, y de la devocién de Vasco ae
meida por la Virgen del Carmelo, don Antonio Rondén
bautiz6 la capilla como de Nuestra Sefiora del Carmen
de La Tirana.EL CALEUCHE
&
QUELLA NOCHE se habian reunido en la
casa de don Froilén Alvarado casi todos los
hombres del poblado. Conversaban pausada-
mente, y pausadamente también bebjan de sus vasos de
chicha de manzanas. A sus oidos les llegaba la misica
de fondo de su vida de costerios: el oleaje del mar.
Vivian en un grupo de casas como apitiadas en la
costa, como si cercanas unas a otras quisieran proteger-
se del viento y de la lluvia, que no se cansaban jams
y de los frecuentes temporales. Los pueblos grandes
quedaban lejos; acudian a ellos muy de cuando en
cuando, navegando, para ir a vender el producto de la
pesca. Ciudades las conocfan sélo de nombre; se las
imaginaban algunos jévenes con la esperanza, el suefio
de llegar a ellas y quizas hasta para proseguir desde all
con rumbos més remotos y magnéticos. Pero la mayo-
ria no pensaba en eso; casi todos estaban fuertemente
arraigados al terrutio.
En las partes traseras cultivaban papas, hortalizas,
avena. En riisticos corralones encerraban vacunos y,
principalmente, ovejas. Las mujeres hilaban la lana 0
tejian ponchos y frazades, mantas y choapinos; algunos
12
eran comprados por los tripulantes de las lanchas que,
de tiempo en tiempo, pasaban a llevarse lo que habian
pescado y mariscado los lugarefios. Pero ese trabajo
de hilanderas y tejedoras era para las horas libres. Las
faenas cotidianas y obligatorias estaban estrechamente
relacionadas con el mar. Con la marea baja, las mu-
jeres y los nifios iban a recoger mariscos en la costa.
Provistos de canastos de mimbre caminaban a lo largo
de las playas y los roquerios recogiendo cholgas, al-
mejas, choritos, erizos y jaibas. Y los hombres partian
a pescar.
Precisamente de aquella faena estaban conversando
esa noche los hombres, reunidos en la casa de don
Froilén Alvarado. Saldrian a pescar pronto; pensaban
llegar lejos, en busca de robalos, jureles y corvinas. Pero
no todos irian a pescar. Algunos buscarian mariscos re-
corriendo la costa. Deberian tener un acopio suficiente
para cuando, en dos o tres dias més, como esperaban,
pasara la lancha que venia del norte a buscar los pro-
ductos de la pesca.
Pensaban que la pesca seria buena esa noche. La
noche anterior algunos decian haber visto a la hermo-
sa Pincoya, que, saliendo de las aguas cubierta por su
centelleante traje de algas, habia bailado en la playa,
ritualmente, mirando al mar. Esa mafiana se habfan
encontrado mariscos dejados por ella en la playa. Esto
anunciaba una pesca muy satisfactoria. Los hombres
aguardaban esperanzados el momento de salir.
13Pero no saldrian todos. Como en otras ocasiones,
don Pedro Flores, el mayor de todos, permaneceria,
solamente acompafiado por las mujeres y los nifios, en
tierra. Y se adentrarfa por el bosque para buscar lefia.
Le gustaba entrar entre los arboles y los arbustos. No
le tenia miedo al trauco, ese horrible habitante de la
espesura, pequefio, mal agestado, cuya enorme fuerza
podia torcer a un hombre a la distancia con sélo mirarlo.
En todo caso, don Pedro procuraba no acercarse a las
murtillas, que tanto atraen al trauco. Ademas, él era
var6n, y viejo. El trauco resultaba particularmente peli-
groso para las mujeres y sobre todo para las muchachas,
a las que seducia con su irresistible atractivo después de
ayudarlas a coger murtillas, dejandolas embarazadas. Al
menos, al trauco lo culpaban las afectadas.
También se quedaba don Pedro remendando redes
y arreglando alguna lancha, cuidando los animales y
ayudando a las mujeres en el cultivo de los plantios.
Uno de los jévenes le pregunté:
—Don Pedro, gpor qué no sale a pescar usted? Usted
conoce mejor que nadie las variaciones del tiempo, las
mareas, los cambios del viento, y sin embargo se queda
en tierra sin ir a la mar.
Todos miraron al joven, sorprendidos por su atrevi-
miento, como asimismo al viejo. Don Pedro, después
de un momento de silencio, contest:
—Porque yo he visto al que no se debe ver.
Luego, mientras lo miraban con gran atencién, es-
pecialmente los jévenes, dijo:
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page
—Algiin dia les contaré. No esta noche, cuando estan
2a punto de salir. Ahora sélo les diré que si divisan un brillo
fantdstico en el mar, cierren los ojos. No lo miren.
Los mayores asintieron.
Dias después estaban de nuevo todos reunidos en la
misma pieza. Era de noche. No habfan podido salir a
pescar. Llovia torrencialmente. Soplaba un vendaval que
parecia querer arrancar las tejuelas del techo. El mar no
era el ruido acompasado del oleaje cuando reinaba la
calma; era un bramide amenazador. .
Los hombres procuraban calentarse acercandose al
fogén y bebiendo chicha de manzanas. La luz vacilante
de un mechero proyectaba sombras cambiantes.
—Ahora les contaré —dijo de pronto don Pedro. Se
odaron todos para escuchar el relato.
os acia ya bastante tiempo habia salido don Pedro
navegando desde Ancud con el propésito de llegar a
Quellén. Iba en una lancha grande, cuyas dos velas
permitian aprovechar el viento favorable. Aquella lancha
tenia ya muchas tempestades en su maderamen. La
tripulaban seis hombres. El capitan era un chilote fre
bajo y musculoso, que conocia todas las islas y todos los
canales del archipiélago, y de quien se decia que habia
navegado hasta en los estrechos de mas al sur.
La segunda noche de navegacién se desaté la tempes-
tad. Era una noche negra. El mar y el cielo se confundian
QAVEY HURTADO DF Marr.en la tormentosa oscuridad. El viento enfurecia las olas.
De pronto, el temporal parecié calmarse y divisaron a
lo lejos una luz que avanzaba sobre las aguas. Era una
nave, un luminoso velero, del cual salian ebrios cantos
y gritos. Irradiaba una fantdstica luminosidad en la ne-
grura de la noche, destacandose su casco y sus velas
fantasmagéricas.
—iEl Caleuche! —gritaron todos, espantados.
—iNo lo miren! —ordené, desesperado, el capitan.
Pero era demasiado tarde. Ya todos habian visto al
fatidico barco encantado.
“Nuestros huesos, como los de todos cuantos lo han
visto, caerén esta noche al fondo del mar”, se dijo el
capitan, resignandose a la fatalidad.
El Caleuche estaba casi encima de la lancha cuando
tepentinamente desaparecié. Desaparecida la lumino-
sidad, reind de nuevo la densa sombra en la cual se
confundian el mar y el cielo.
En seguida volvié la tempestad, mas recia que antes.
Una ola gigantesca voleé la lancha. Seguramente algo
debid golpear a Pedro Flores, haciéndolo perder el
conocimiento. Desperté tendido en una playa, donde
gentes desconocidas trataban de reanimarlo. Dijo que
habia naufragado, pero no conté que habia visto al
Caleuche.
De sus compafieros no se supo nunca més.
—dJamas habia contado esta historia. La cuento
porque ya estoy viejo, y quiero que la conozcan. Por
lo que vieron mis ojos esa noche no salgo a navegar.
16
Los tripulantes del Caleuche no se resignaran jamas a
que haya un hombre vivo que haya visto sus fantasticas
fiestas. Y si entro a la mar me haran morir. Y conmigo
a quienes me acompafien. 7
Pero al parecer no ha sido don Pedro Flores el ‘ani-
co que se ha salvado de la muerte después de haber
visto al barco encantado. Muchas personas de Chiloé,
sobre todo de la Isla Grande, aseguran haber visto al
Caleuche. Otras afirman haber conocido a quienes lo
habian visto,JUAN SOLDADO
ep
I
7S
ORRIA EL SIGLO XVII, época de incerti-
dumbre en nuestra patria. En el interior de
una tipica posada de La Serena se establecia
el siguiente didlogo:
—Sefior recaudador, usted esta equivocado! —dijo,
respetuosa y pausadamente, el posadero.
—jCémo? ¢Que no sabes acaso que el bando prego-
nado por el Corregidor don Gregorio Cortés y Monroy
ordena que ninguna taberna debe mantener sus puertas
abiertas pasada la hora de queda, bajo pena de multa
y prision?
—Eso mismo quiero decir: atin no es hora de cerrar
—agregé el posadero.
—jCalla, insolente! Aqui no se permite alzarles la voz
a los representantes del cabildo.
—Sin duda quiere aprovecharse porque soy extran-
jero en estas tierras —dijo, resuelto, el tabernero.
—Por orden del Cabildo se ha mandado que el cuar-
tillo de aguardiente se dé por cuatro reales.
—Tenga o no razén, sefior, asi se har, pero sosié-
guese y todo quedaré concluido.
—Sosegarme....! Eso lo veremos... Te has atrevido a
levantar la voz al caballero don Justo de Cepeda.
18
—2¥ por qué no? Sin duda me cree usted un cobar-
de. Pues sepa que he sido soldado y que el afio pasado
me bati con el inglés Bartolomé Sharp, cuando usted
estaba rio adentro. Ademis, no tengo nada que ocultar.
jLo dicho, dicho!
—Estabas vendiendo el aguardiente a un precio su-
perior a lo establecido por el Cabildo..
—Sefior recaudador, se equivoca. Nunca he contra-
venido lo ordenado en los bandos
—jGuarde silencio y tenga respeto, sefior soldadillo,
no sea que venga a saldar cuentas mas tarde!
—Sefior, zme provoca? ;Bien sepa usted que no
intimidaré a Juan Diaz!
—Soldadillo: Don Justo de Cepeda no toma en
cuenta tu poco valer. Eso seria rebajar mi condicion.
Me eres indigno.
—Lo quisiera saber.
—jHemos concluido, bastardo!
—jEso si que no! —dijo el tabernero, y arrojé un
ducado a los pies del recaudador, que enrojecié y aban-
don6, compungido, la taberna.
I
En 1681 existia en La Serena un caballero llamado
don Maria de la Pefia, tan orgulloso, que nadie en el
mundo habja superior a él. La historia no era digna de
manifestar el origen de su alcurnia. Sin duda, por tal
motivo guardaba silencio a este respecto.
19Su confesor, que pasaba por un insigne tedlogo,
le aseguraba que descendia del Espiritu Santo, lo que
no conformaba del todo a don Maria. Creiase el mas
poderoso sobre la faz de la Tierra, y aunque no poseia
gran fortuna, atesoraba viejos pergaminos que él no
comprendia, pero que abonaban y justificaban los titulos
de sus antepasados. Ante este personaje se presentd
una vez Juan Diaz, y le dijo:
—Seiior, sin duda usted no sabe quién soy.
En efecto, la grandeza de don Maria de la Pena lo
ignoraba por completo. El joven soldado conocié, al
instante, el lado vulnerable del caballero, y repuso:
—Si he implorado la benevolencia de su gracia es
porque estoy convencido de que en su condicién tiene
en alta estima el honor, como cabe a todo caballero, y
por esto.
—: nee soportar esta traicién.
cae anes | a visto una reina con semejante
INDIGENA 2: Acabemos con el portugués.
(Salen todos menos el Consejero).
CONSEIERO: Nubes negras auguran un mal presagio. La
ra ciega la razén y nos conduce a
realizar accio-
nes de las cuales podemos arrepentimnos. (Sale),
(Entra la Nusta c
‘on Vasco, esta ‘
bautizada), 0, estan en el rfo donde sera
VASCO: Aqui en este ri izaré
een Cpe este rio te bautizaré y te convertiré
een ogeremos juntos para toda la eternidad.
(Vierte agua sobre su cabeza) Yo te bautizo en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espi
(Una flecha da en el corazé
‘orazén de Vasco de Al
el cual muere de inmediato. Nusta también e: horde
por una flecha). non
NUSTA: (Agonizando) Amado mio, te han matado inj
famente en este dia tan importante para mi. ‘AR
también voy ala muerte, sin embargo, muero con-
‘a, muero feliz, creyendo en Jesucristo, pues mi
85alma inmortal ascenderé ala gloria y llegaré al reino
de Dios, donde estaras, amado y viviremos toda una
eternidad... (A los wilcas y al consejero que salen
de su escondite) Sélo les pido que después de mi
muerte coloquen una cruz en mi sepultura y al lado
de la de mi amado. (Cae muerta)
CONSEJERO: (Aparte) Se hara tu voluntad, amada
mia. Con tu muerte, entierro la posibilidad de estar
contigo...pero mi amor no acabars.
(Salen, se llevan a los muertos. El consejero entra a
poner la cruz en el medio del escenario).
(Entra fray Antonio Rondén. Ingresa al escenario
mirando hacia el cielo. Cuando llega a la cruz la
observa, reflexiona por un momento).
FRAY ANTONIO: Una sefial de la Virgen, en forma
de atco iris me ha guiado hasta este lugar, el lugar
exacto donde se dio muerte a la Tirana del Tama-
rugal. Hace unos ajios atras se levanté esta rustica
cruz, en conmemoracién a la tragica historia de
estos dos amantes que fueron muertos por seguir
nuestras creencias. ;Oh, Virgen del Carmelo! Por
traerme hasta aca y por la gran devocion de Vasco
de Almeyda hacia ti, levantaremos una capilla en tu
nombre. Sera bautizada la capilla de Nuestra Sefiora
del Carmen de la Tirana.
Fin
86
E] Caleuche
Organiza un radiot
teatro contando la histori
. nradiot lo la historia d
fants, oniendo énfasis en los efectos cme ace
auch la historia como el viento, la via torreneua,
dl ruido del mar, ete. ‘ a
B
ia S ie actividad pueden participar todos los alumno:
ya que el trabajo se puede dividir en guionte
tas, productores, locutores y encargados de ef
.
; Sy ent s de efectos
ERK
Juan, Soldado
be a una carta a iis Diaz donde se le advierte
inente del cacique con
amuston alla capilla donde se va a casar, hombres
‘ecoge la imagen que el narrador hace del militar
Castafieda y escribe
esta un relat
psicolégico y fisico del soldado. Aeemolenso al ee
HRK
E] hombre pajaro
comnts un relato fantastico sobre Tangata-Manu
10 Y por qué recibian este nombre. Averigua si ai
een ica
continéa con esta tradicién en la isla de Pascua.
87Elabora un diccionario bilingiie Rapa Nui Castellano,
con términos que aparecen en la lectura como: Te Pito
Te Henua, Make-Make, Tonga-Riki, etc.
KKK
F] derrotero del gringo loco
Imagina que el gringo, cuando salié de excursion
llevaba consigo un lapiz y un cuaderno, los que le sir-
vieron para escribir un diario, mientras estuvo perdido.
Este diario lo perdi6 y ahora eres tt el que tiene que
escribirlo.
Construye un mapa con el recorrido que hizo el grin-
go desde Arica hasta las Termas del Flaco.
RE
Lican Ray
Elabora un diccionario toponimico con nombres de
Jagos y lagunas del sur de Chile, cuyos nombres sean
de origen mapuche.
Recopila un archivo sonoro con
relatadas por mapuche.
historias de vida
88
Las tres Pascualas
oo smagina ue res un periodista que tiene que informat
el caso de la desaparicié mana:
sobre paricién de las tres hermanas
Escribe en tercera persona informando sobre los
hechos, describiendo con cion y uti -
» descri lo emo
utilizando com
Realiza una entrovis
; vista a algunos testi
apaticion deleshermanas, ee a
Elabora la portad iar
noticia. Portada del diario en que apareceré la
HK
Lica Rayén
Basandote en el frat i6
: gmento de la narracion donde Li
Rayén llega a entregar su almaala eternidad, en ae
de flores perfumadas,
7 , escribe otra histori i
la época y el estilo de lenguaje. oe
KKK
Los payadores
Realiza una descripci 6gi
ipcién psicoldgica de la fi
don Javier y del mulato Taguada. ee
89Cual es el papel que juega la paya en este relato?
“Por qué lo crees asi?
Reconocer el mensaje implicito en el dialogo entre
los payadores.