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UNIVERSIDAD ANDINA DEL CUSCO

CARRERA PROFESIONAL DE DERECHO

CURSO: DERECHO PENAL III


DOCENTE: SALAS CALLO ANTONIO

ALUMNOS: OBLITAS BARRIOS JOSSUE FRANCO


QUISPE ROMOACA FREDY
QUISPE ALVAREZ YUR KEVIN
CANCHA MEZA RONALDO

CUSCO-PERU
2017
Ley N°2808

Delitos Aduaneros

Capítulo I. Contrabando
(Artículo 1 al 3)
PRESENTACIÓN

El presente trabajo se centra en el estudio de “Ley N°2808 Delitos Aduaneros


Capítulo I. Contrabando”. En este sentido, es relevante destacar dos
cuestiones. Por un lado, la importancia de la investigación relacionada el
contrabando. Así como también Delitos Aduaneros, Se puede encontrar una
gran variedad de trabajos que han aportado información acerca del tema que
se presenta. Sin embargo, el presente trabajo pretende contribuir en el
conocimiento del Derecho Penal.
DEDICATORIA

A mis amigos.

Que nos apoyamos mutuamente en nuestra formación y que hasta ahora,


seguimos siendo amigos: Franco, Fredy, Ronaldo y Yurk, a Liz por haberme
ayudado a realizar este trabajo.

Finalmente a los maestros, aquellos que marcaron cada etapa de nuestro


camino universitario, y que nos ayudan en asesorías y dudas presentadas en
la elaboración de los trabajos monográficos.
INTRODUCCION

El ingreso de mercancías a los distintos países del mundo aplicando el proceso


del despacho aduanero, trae como beneficios para los distintos gobiernos el
tener un control sobre las mercancías obteniendo mayores ingresos, por
concepto de aranceles y tributos los cuales se dan únicamente en el país
consumidor de las mercancías.

Sin embargo, todos los beneficios que pueden obtenerse a nivel mundial por
concepto del comercio exterior se ven hasta cierto punto frustrados por el
flagelo que afecta al mundo desde antes de la época colonial denominado
actualmente como contrabando, que no es más que la internación ilegal de
mercancías al territorio aduanero de determinado país, y que a su vez trae
como consecuencia la omisión del pago de tributos, denominada defraudación
aduanera.

Es aquí donde radica la importancia del estudio de la Legislación aplicable por


la autoridad aduanera, para cuando se presenten casos de contrabando y
defraudación, ya que es el ente fiscalizador de las mercancías objeto de
intercambio comercial a nivel local e internacional y es de suma importancia
basar sus actuaciones ante estos delitos con bases legales actuales.
DELITOS CONTRA LA CONFIANZA Y LA BUENA FE EN LOS NEGOCIOS

ATENTADOS CONTRA EL SISTEMA CREDITICIO

Antecedentes.

1. Las más remotas expresiones negativas al sistema del crédito hallan sus
raíces tratativas en las instituciones del Derecho Civil, asumidas, luego, por las
especialidades del Derecho Comercial hasta llegar a obtener naturaleza de
hecho punible.

2. En las primeras etapas del Derecho Romano, las figuras jurídicas de la


quiebra y la insolvencia eran analizadas dentro del ámbito del derecho de las
obligaciones. La Ley de las XII Tablas la regula en el apartado de las garantías
personales junto a las deudas generadas. Así, el acreedor no satisfecho de la
deuda, podía coger a su deudor y llevarlo a los tribunales a fin de resolver su
pago. Esta institución es conocida bajo el nomen “actio manus iniectio”. La
solución consistía en la prisión del deudor por un tiempo de setenta días. Esto
no era más que la prisión por deudas que en la actualidad se encuentra
desfasada en todas las legislaciones. En dichos casos, la garantía personal era
tan lesiva que el deudor perdía su libertad convirtiéndose hasta en esclavo de
su acreedor.

3. Luego, la quiebra, como institución autónoma de las instituciones civilistas,


aparece en las legislaciones renacentistas de corte comercia lista. En Italia
tiene acogida en los Estatutos de Venecia (1435), Génova (1498) y Boloña
(1599).

4. Recién con el Derecho germánico, la quiebra y la insolvencia (“infidelidad”,


para sus tipos penales) aparece con atisbos delictivos -patrimoniales- con la
Constitución de la Carolina de 1532, donde el artículo 170° presenta una figura
de malversación que contenía en su estructura a la apropiación indebida y a la
infidelidad.

Justificación de la Intervención Punitiva.

En la actualidad, los contratos contribuyen en la dinámica comercial, ya sea


nacional o internacional, pero también generan problemas los cuales sólo al
derecho le es de propia solución. Así, el Derecho Civil y el Derecho Comercial,
entre otros, han planteado diferentes instituciones para darles una adecuada
solución.

El derecho establece las reglas de juego en el devenir de contratos y acuerdos


basándose en la confianza y la buena fe de los individuos intervinientes, pero
suele darse situaciones donde una de las partes no cumple las reglas
prefijadas.

En nuestro caso, esas reglas pueden ser incumplidas a través de la cesación


de pagos generados por la insolvencia en que se encuentra la persona.

Esta insolvencia puede ser tratado por los mecanismos que normas
extrapenales -Derecho Civil y Derecho Comercial contengan. Pero, ¿es aquí
donde el Derecho Penal debe de intervenir?. De hecho, que la respuesta debe
ser negativa, ya que no se castiga la insolvencia en cuanto tal, ni siquiera
cuando su alcance económico sea extenso y los perjuicios que provoca afecten
a múltiples sujetos: Si el simple incumplimiento de una obligación fundamentara
la responsabilidad penal, se estaría instaurando la prisión por deudas,
invadiendo, sin razón, cuestiones de derecho privado y a su vez faltando a la
garantía de la intervención mínima.
Sólo se debe tener como referencia o base común al estado de insolvencia
pero nunca como razón de punición. La punición debe de identificar la finalidad
del individuo antes que los hechos ejecutados.

La intervención del Derecho Penal se justifica por la actitud dolosa, culposa o


fraudulenta con la cual el individuo busca la insolvencia. Se va a sancionar la
conducta fraudulenta que causalmente haya originado tal estado, siendo el
engaño el elemento que quebranta la confianza que los acreedores depositan
en la buena fe y capacidad de pago del deudor.

También es recalcable dicha exigencia por la jurisprudencia nacional devenida


durante la vigencia del Código Penal de 1924:

Para BRAMONT-ARIAS TORRES/GARCÍA CANTIZANO la intervención del


legislador penal a este campo se da con la incriminación de dos grandes
grupos de comportamientos: “por una lado, aquellas conductas que giran en
torno a comportamientos defrauda torios, cuya finalidad es la de eludir el
correspondiente pago de créditos vencidos; y, por otro, un grupo de conductas
sustentadas sobre la idea de abuso de una concreta posición de dominio frente
al deudor, que lo sitúa en un plano de virtud desigualdad frente al acreedor.

Por su parte, LAMAS PUCCIO señala que “no se trata de sancionar a todos los
deudores que son calificados jurídicamente como quebrados, sino solo suscitar
una reacción punitiva contra aquellos que han procedido de una manera
premeditada, fraudulenta y dolosa, con la intención de eximirse o evadir el pago
que les corresponde hacer a favor de sus acreedores”.

1.- conceptos preliminares

Podemos entender que la conducta incriminada en los referidos tipos penales


es aquella en la cual el deudor que oculta bienes o simula deudas para impedir
que su acreedor pueda hacerse cobro de la deuda.

Pero realizando un análisis detallado de la conducta encontramos que este tipo


penal sanciona las conductas antes indicadas pero no en cualquier situación,
sino que estas conductas solo son sancionadas si son cometidas dentro de un
procedimiento concursal.

Es que este tipo penal solo sanciona aquellos actos cometidos por el deudor
dirigido a recortar su patrimonio y no dejar al acreedor cobrar su acreencia pero
siempre y cuando el deudor esté sometido a un procedimiento concursal.
Entonces si el verbo rector de este tipo penal no puede consumarse si no se
realiza dentro de un procedimiento concursal, este capítulo de los delitos contra
la confianza y la buena fe en los negocios denominado atentados contra el
sistema crediticio devendría en demasiado amplio.

Para el derecho penal el sistema crediticio radica únicamente en los


procedimientos concursales, situación que es por demás equivocada debido a
que el sistema crediticio es mucho más amplio que un procedimiento concursal.
Por ello soy de la opinión que es necesaria la modificación del Capitulo
denominado atentados contra el sistema crediticio, siendo la opción más lógica
y correcta la de denominar a este capítulo fraude concursal o delitos
concursales.

Todo ello se suma a la idea de que este delito tipifica un hecho por demás
limitado y que ya es momento de ampliar el ámbito de imputación, y me refiero
a que no es posible que en el Perú se sancione una conducta defraudadora
realizada por el deudor en contra del acreedor solo dentro de un procedimiento
concursal y no se sancione la misma conducta en contra del acreedor pero
fuera de un procedimiento concursal, ya que el derecho penal sanciona
acciones y por demás está decirlo en ambos casos las acciones tienen el
mismo impacto negativo en la sociedad.

Ello es importante para evitar lesiones al principio de legalidad como sucede


por ejemplo en los ya conocidos fraudes laborales, y que no son otra cosa que
las simulaciones de deudas laborales por parte de una empresa con la finalidad
de impedir la ejecución de la garantía hipotecaria que tienen a favor de una
entidad financiera. Este hecho ha sido exageradamente tipificado como fraude
procesal violentando de manera inescrupulosa el principio de legalidad debido
a que tratan de extender el tipo penal antes mencionado para poder tipificar
estas conductas, con lo que no sólo se da como resultado la lesión antes
mencionada, sino que también está ocasionando una falta de uniformidad en
las decisiones jurisdiccionales y en los operadores del derecho, principalmente
el Ministerio Público, cuando el problema está en la laguna de punibilidad que
existe en el Código Penal al no sancionarse los fraudes contra los acreedores
que no se encuentren dentro de un procedimiento concursal. Por ello es
urgente una estricta modificación de este delito en lo que respecta a su
denominación y además considero que legislativamente se debe ampliar la
tutela penal a los actos similares pero que son cometidos fuera de un
procedimiento concursal. (Olazábal, 2008).

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO.

Legislativamente, se puede afirmar que el bien jurídico que se pretende


proteger es el sistema crediticio pero también cabe señalar a la buena fe o la
confianza como bienes jurídicos, esto debido a los títulos y capítulos de los
delitos concursales asignados por el Código Penal aunque esto no implique
definir en forma concluyente la tutela penal. Por ello, en la doctrina se han dado
diferentes teorías para identificar el verdadero objeto de protección.
El Dr. Alonso Peña Cabrera Freyre, apunta que el bien jurídico protegido sería
la seguridad del tráfico mercantil. A su entender la doctrina nacional afirma que
con este delito no se protege la confianza en el cheque como orden
incondicional de pago a la vista , sino el patrimonio del girador. Sin embargo,
reconoce que el patrimonio del beneficiario es subsidiariamente protegido. De
otro amanera no se explicaría por qué queda exento de pena la conducta
cuando el agente abona el monto total del cheque

a) La economía como bien jurídico.-

La economía pública se protege frente a insolvencia fraudulenta o culposa, se


entiende entonces, como un objeto jurídico colectivo a favor de la sociedad.
Esta posición es preconizada por los mercantilistas de la época. Destaca
dentro de sus tratadistas CANDIAN, quien sostiene que la quiebra “es un delito
contra la economía pública, partiendo de la idea de que al alterarse los
compromisos contraídos por el quebrado, se perturba el calendario de
compromisos de sus acreedores y todo ello repercute negativamente dentro de
la economía”.

b) La confianza y la buena fe como bienes jurídicos.-

Si bien, en el Código Penal, el Título que acoge los delitos concursales y otros
delitos se denomina “Delitos contra la confianza y la buena fe en los negocios”,
estas expresiones son vagas y abstractas y no especifican lo que
verdaderamente reflejan los tipos penales afines. Para CARRARA, se acoge
como protección a la fe pública, estableciendo que “el crédito, o sea la creencia
en la honradez, se volvió el alma, sangre y vida del comercio en los pueblos
cultos; de suerte que quien privase de esa confianza al comercio, lo convertiría
en una cadáver, en una reminiscencia histórica. Y como la vida del comercio
está ligada a la vida de las naciones el mantener el respeto a esa confianza no
es interés tan sólo de unos pocos, sino de toda una sociedad; el crédito es el
objeto de la fe pública”.

En la doctrina nacional, NOGUERA RAMOS considera que el bien jurídico


protegido es la confianza y la buena fe, de acuerdo a la legislación penal, que
ha dado origen al negocio crediticio. Precisa NOGUERA que todas las
operaciones que realiza el dador crediticio se basan principalmente en la
confianza de que el deudor cumplirá y si no es así se vulnera no sólo la
confianza, sino también la buena fe del acreedor.

BRAMONT ARIAS/BRAMONT-ARIAS TORRES establecen que el bien jurídico


es “el interés público concerniente a la inviolabilidad de la buena fe y lealtad en
las relaciones crediticias, que el Estado tutela contra las acciones que
prescinden del interés de los acreedores a una satisfacción completa o en el
más alto grado posible de sus pretensiones jurídico-patrimoniales.
c) La Administración de justicia como bien jurídico.-

Se presenta como un bien jurídico colectivo. Esta tesis halla su fundamento en


la naturaleza pública de los procesos de quiebra donde interviene el órgano
jurisdiccional. A primera vista, la crítica tiene sustento, si decimos que el
Derecho Penal no se limita en la quiebra como presupuesto inicial, ya que va
más allá, hasta el supuesto de hecho: insolvencia permanente.

d) El derecho crediticio de los acreedores como bien jurídico (tutela


patrimonial).-

Se presenta el objeto de protección como un interés individual a favor del


acreedor perjudicado, conformando parte de los derechos que se derivan del
patrimonio de los acreedores, siendo así un bien jurídico patrimonial.

En nuestra doctrina, GARCÍA CAVERO precisa que “en los delitos concursales,
no se protege otra cosa que el patrimonio de los acreedores, pero teniendo en
cuenta para ello el contexto propio de la insolvencia y las normas especiales de
participación de los acreedores en el concurso.

La protección penal busca evitar que los acreedores, cuyos créditos han
vencido o aún no, se ven perjudicados por actos de organización previos del
deudor orientados a no pagar las deudas mediante el aprovechamiento de la
insolvencia”.

Tomando en cuenta la última modificatoria legislativa, GARCÍA CANTIZANO


interpreta que, “si por una lado se afirma la protección del sistema crediticio, y
por otro, en realidad lo verdaderamente garantizado es el derecho de los
acreedores”.

Esta posición no puede ser acogida en nuestra legislación penal, pues a primer
vista el legislador ha dado como solución los atentados contra el sistema
crediticio. Además, estos tipos de conductas no se encuentran dentro del Título
V, “Delitos contra el patrimonio”. Los tipos responden más bien a una
afectación colectiva que, en principio, evita cualquier intervención privada
(aunque esto no es lo que persigue el artículo 243° del Código Penal).

f) Bien jurídico mixto.-

Aunque nos inclinamos por considerar como bien jurídico primordial al sistema
crediticio, en su aspecto funcional a favor del orden socioeconómico que al final
sería el verdadero favorecido de la tutela penal, no desconocemos el interés de
los acreedores que se han perjudicado concretamente con los actos delictivos.
No es, por ello, utópico señalar que estamos ante un bien jurídico pluriofensivo,
ya que la protección también recae para el patrimonio de los acreedores. Nos
adscribimos a una posición mixta, recalcando que se tiene como objeto jurídico
primordial al sistema crediticio. Algunos en la doctrina han incidido dicho
carácter.

CALDERÓN CEREZO señala que en estos delitos se pone de manifiesto una


“naturaleza mixta, patrimonial y socioeconómico, en cuanto que el bien jurídico
protegido sigue siendo el derecho de crédito del acreedor, conducente a la
satisfacción de su contenido sobre el patrimonio del deudor, pero además el
delito adquiere relevancia colectiva de infracción contra el orden
socioeconómico, en atención a las consecuencias sociales que estas
conductas pueden producir”.

Sin el rigor de adoptar esta posición, CARO CORIA nos dice que de “un lado se
tienen los intereses de los acreedores que, ante el fraude, reclaman la
satisfacción de su crédito valorable en dinero. Pero existe un interés ulterior de
carácter colectivo relacionado con la credibilidad en el sistema crediticio.

La doctrina tradicional sostiene que es el patrimonio. La doctrina


contemporánea, por otro lado, sostiene que se protege el sistema económico
crediticio pues no se puede permitir el abuso de una situación privilegiada,
mediante la cual se pacten condiciones crediticias superiores a los límites
legalmente establecidos.

Sistemas Legislativos.

A través de las diferentes legislaciones, los delitos concursales se han


tipificado de tres maneras:

a) Sistema privatista.-

Sus bases residen en las duras críticas de los penalistas iniciados por
CARRARA y que terminaron relegando los tipos penales en leyes extrapenales
Los delitos de insolvencia y quiebra fraudulenta pasan a ser regulados por
leyes civiles o comerciales, los cuales van a fijar las penas y sanciones que
correspondan. Así tenemos a la ley alemana de 1877, la ley italiana de 1942, la
ley chilena de 1931 y la ley mexicana de 1942.

b) Sistema publicista.-

Este sistema reconoce la autonomía del Derecho Penal en la tipificación de los


delitos concursales delimitando sus alcances y estableciendo las penas que les
corresponda. Así, tenemos los códigos penales de Suiza y Argentina, entre
otros. También nuestro Código Penal acoge este sistema.
c) sistema mixto.-

Llamado también sistema franco-español, a través del cual las conductas


delictivas concursales son acogidas en las leyes civiles o comerciales,
quedando sólo la labor de fijar el marco punitivo para el Derecho Penal. Las
legislaciones que asumen este sistema contienen verdaderas normas penales
en blanco. (Navarro, 2009)

Alzamiento de bienes (insolvencia punible)

Articulo 209.- Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de seis años e inhabilitación de tres a cinco años conforme al artículo
36° incisos 2) y 4), el deudor, la persona que actúa en su nombre, el
administrador o el liquidador, que en un procedimiento de insolvencia,
procedimiento simplificado, concurso preventivo, procedimiento transitorio u
otro procedimiento de reprogramación de obligaciones cualesquiera fuera su
denominación, realizara, en perjuicio de los acreedores, alguna de las
siguientes conductas:

1. Ocultamiento de bienes;

2. Simulación, adquisición o realización de deudas, enajenaciones, gastos o


pérdidas; y,

3. Realización de actos de disposición patrimonial o generador de obligaciones,


destinados a pagar a uno o varios acreedores, preferentes o no, posponiendo
el pago del resto de acreedores. Si ha existido connivencia con el acreedor
beneficiado, éste o la persona que haya actuado en su nombre, será reprimido
con la misma pena.

Si la Junta de Acreedores hubiere aprobado la reprogramación de obligaciones


en un procedimiento de insolvencia, procedimiento simplificado, concurso
preventivo, procedimiento transitorio u otro procedimiento de reprogramación
de obligaciones cualesquiera fuera su denominación, según el caso o, el
convenio de liquidación o convenio concursal, las conductas tipificadas en el
inciso 3) sólo serán sancionadas si contravienen dicha reprogramación o
convenio. Asimismo, si fuera el caos de una liquidación declarada por la
Comisión, conforme a lo señalado en la ley de la materia, las conductas
tipificadas en el inciso 3) sólo serán sancionadas si contravienen el desarrollo
de dicha liquidación. Si el agente realiza alguna de las conductas descritas en
los incisos 1), 2) o 3) cuando se encontrare suspendida la exigibilidad de
obligaciones del deudor, como consecuencia de un procedimiento de
insolvencia, procedimiento simplificado, concurso preventivo, procedimiento
transitorio u otro procedimiento de reprogramación de obligaciones
cualesquiera fuera su denominación, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años e inhabilitación de cuatro a
cinco años, conforme al artículo 36° incisos 2) y 4).

1. TIPICIDAD OBJETIVA

1.1 Sujeto activo


Debiéndose en este aparato analizarse la figura del ADMINISTRADOR
Y DEL LIQUIDADOR el primero asume funciones cuando la junta de
acreedores en el proceso de reestructuración patrimonial la cual puede
ser atribuida al mismo régimen de administración.
Por su parte.
El liquidador asume funciones cuando el insolvente es declarado en
liquidación mediante resolución el cual es nombrado por votación
directa.
Se determina que estamos ante un delito de infracción de deber propio,
ya que sólo puede cometer las conductas de insolvencia fraudulenta el
deudor titular de los bienes o derechos, que es obligado principal en una
relación privada frente a sus acreedores como también, la persona que
ha actuado en su nombre (aquí debemos entender que puede ser su
representante de hecho o legal), y el administrador o liquidador. Con la
nueva fórmula del artículo 209°, se agrupan en el tipo básico, las
conductas punibles de los artículos anteriores 211° y 212° (el primero,
acogía las conductas delictivas básicas realizadas por el director,
administrador, fiscalizador, gerente o liquidador de una persona jurídica;
la otra, acogía a los deudores no comerciantes), con relación al sujeto
activo dándoles la misma punición sin discriminación alguna por la
calidad en que se encuentran. Así pues, se reúnen en un mismo tipo lo
que antes venía distribuido en varios.

El deudor viene a ser el sujeto pasivo de la relación jurídica obligacional


encargado de cumplir las exigencias de sus acreedores. Este deudor
puede ser comerciante como tampoco lo puede ser; así se deja de lado
la distinción punitiva que hacía referencia las originarias redacciones del
texto penal. Ahora siendo el deudor el directamente obligado al pago, no
cabe duda interpretar como sujetos activos a los obligados subsidiarios,
es decir a los sujetos por garantías personales: avales y fiadores.

1.2 SUJETO PASIVO

No puede ser cualquier persona, pues deberá ser un acreedor, cuyo


acreedor haya sido reconocido por la autoridad concursal; puede
tratarse de una persona natural o de una persona jurídica. Victimas
pueden también lis trabajadores, cuyos créditos laborales pueden ser
burlarlos cuando el agente realiza alguna de las modalidades típicas
que se contraen del artículo 209.

Viene a ser la sociedad como titular del funcionamiento del sistema


crediticio, aunque también se afectan con estas conductas los
acreedores titulares de los bienes o los derechos. Así pues, el sujeto
pasivo del delito es la sociedad; pero el sujeto pasivo de la acción
vendría a ser los acreedores.

En primer término será cualquier persona en estado de necesidad y


urgida de contar con dinero, en segundo término será la colectividad,
pues es un delito de naturaleza macro social al verse afectado el
equilibrio del sistema crediticio.

Modalidades típicas

Presupuesto esencial para que pueda cometerse esta figura delictiva


supone la existencia de un “crédito”, un préstamo o si se quiere un
mutuo dinerario, en virtud del cual el agente (prestamista) entrega una
determinada suma de dinero a un sujeto llamado deudor (prestatario).
Para que se configure un crédito “usurario”, la tasa de interés convenida
debe superar el límite fijado por ley.

Ocultamiento de bienes

Se refiere al acto de ocultar bienes para los fines de perjudicar a los


acreedores, haciéndose la salvedad de que este acto el de ocultamiento
tiene que llevarse a cabo en el devenir conforme a la legislación
nacional, en cualquiera de los procedimientos que señala la misma ley.
Lo característico es la “causación” de la insolvencia, o la agravación de
la misma mediante la ocultación de los bienes, impidiendo de esta
manera con ello que los acreedores puedan realizar sus créditos en el
patrimonio del deudor(38). Cualquier medio que procure este resultado
es válido, entendiéndose los procedimientos de ocultación física
(esconder objetos valiosos, o trasladarlos a lugares para que no sean
ubicados), como los jurídicos (enajenaciones ficticias, traspaso de
créditos, constitución de hipotecas sobre los mismos, donaciones,
simulación de deudas, etcétera). Incluso la presentación de datos o
información falsa relativa al estado de insolvencia. No cabe la comisión
por omisión puesto que la ocultación solo se genera mediante
comportamientos activos. La ocultación de bienes en el balance es un
supuesto de ocultación activa y no omisiva, puesto que lo importante es
la conducta de presentar el balance y no que en él no figuren algunos
elementos del activo. En igual sentido, la insolvencia punible o
fraudulenta es la consecuencia directa de la ocultación o de la
disposición fraudulenta de bienes. Como lo cita Gonzáles Rus, puede
ser total (cuando se hacen desaparecer todos los bienes) o parcial
(cuando solo se oculta una parte de ellos; siempre que esta sea
suficiente para impedir que los acreedores consigan la efectividad de
sus créditos. En todo caso, lo importante es que, como consecuencia de
tales comportamientos, en términos de causalidad, el activo aparezca
inferior al pasivo, resultando insuficiente para atender las obligaciones
pendientes. Debe insistirse que no se castiga la insolvencia en sí
misma, ni la situación de insolvencia, sino la situación dolosa que ha
producido la misma que, como ya se ha mencionado, supone antes que
nada un desequilibrio económico entre el activo y la prestación o
prestaciones realizables y que en este supuesto delictivo exigen que
actúen en forma sincronizada, esto es, que el cumplimiento de tales
prestaciones sea consecuencia de la referida actuación dolosa o
fraudulenta del deudor, excluyéndose no solo, y por supuesto, los
acontecimientos fortuitos, sino también aquellos que son consecuencia
de una culpabilidad culposa, aunque no resulten excluidas aquellas
conductas que, partiendo de situaciones fortuitas (o de fuerza mayor) o
simplemente culpables, graven dolosamente la situación de insolvencia
parcial.

La consumación de esta modalidad delictiva ha de fijarse cuando el


autor alcanza sustraer del inventario patrimonial, algunos bienes; se
dará la tentativa, cuando los documentos que pretende fraguar para ello
no adquieren efectiva materialidad o es que muestran ineficaces para
tal cometido. (Freyre, 2009)
Bibliografía
Freyre, R. P. (2009). derecho penal parte especial. lima: IDENSA.

Navarro, E. G. (2009). lecciones de derecho penal parte especial. lima: jurista editores E.I.R.L.

Olazábal, R. P. (2008). ATENTADO CONTRA EL SISTEMA CREDITICIO. LIMA: JURISTAS EDITORES.

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