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Antecedentes
Europa fue, durante gran parte del siglo XVIII, escenario de guerras y conflictos
sociales casi consecutivos que a su vez desencadenaron crisis económicas,
inestabilidad social y descontento con los sistemas monárquicos. Para ponder algunos
ejemplos: la guerra de sucesión española (1700-1715), la guerra de sucesión polaca
(1733-1738), la guerra de sucesión austriaca (1740-1748), y la guerra de los siete
años (1756-1763). Todos estos conflictos, aunque independientes en sí mismos, se
encontraban intimamente relacionados entre sí, y ante los resultados inconclusos de
uno, eventualmente sería necesaria una resolución por las armas. La era de la
Ilustración fue un importante movimiento intelectual que propagó ideales liberales y
republicanos en Europa y América. Después de la Guerra de los Siete Años, Gran
Bretaña enfrentó una severa crisis económica que provocó la instauración de
impuestos en sus posesiones coloniales que a su vez desencadenó en la Revolución
estadounidense (1865), la primera basada en los ideales de la Ilustración. Unos años
más tarde estalló la Revolución francesa (1789), un conflicto violento político y social
que convulsionó a Francia y concluyó con el derrocamiento del sistema monárquico y
el establecimiento de una República. La Ilustración, la Revolución estadounidense y la
Revolución francesa tuvieron profundas influencias en las guerras por la
independencia hispanoamericana.
Invasión napoleónica a España
Este fue el inicio de lo que se conoce en Colombia como la Patria Boba, un período en
el que se llevó a cabo una guerra civil interna entre centralistas y federalistas sin
haberse primero asegurado efectivamente la independencia frente a España. El 5 de
julio de 1811 se llevó a cabo la Declaración de Independencia de Venezuela.
El conflicto armado se inició cuando las grandes capitales de las distintas provincias
de los virreinatos y capitanías que permaecían leales al gobierno español se
enfrentaron contra las juntas autónomas de gobierno. En América del Sur, el virreinato
del Perú logró sofocar los movimientos insurgentes locales y envió ayuda militar a
otras provincias leales de América que todavía resistían frente los insurgentes. Estas
fuerzas frenaron el avance
armado de la Junta de Buenos Aires y acabaron con las juntas del Alto Perú (actual
Bolivia), Quito (Ecuador) y Chile.
Consecuencias
Según el censo oficial de 1825 usado en 1834 para dividir la deuda pública durante la
separación de la Gran Colombia, la población de Nueva Granada se redujo entre 1810
y 1825 de 1.400.000 (estimación de Restrepo) a 1.228.259 habitantes; la de Ecuador de
600.000 (Restrepo) a 491.996 habitantes; y la de Venezuela de 975.972 (Dauxion-
Lavayse) a 659.633 habitantes. Esto significó la pérdida de alrededor de un quinto de
los tres millones de habitantes de la Gran Colombia.
El medio siglo que siguió a las guerras de independencia en América hispana entre los
años 1820 y 1870 fue decepcionante en materia de desarrollo económico. De
hecho, las diferentes regiones latinoamericanas experimentaron un severo
empobrecimiento durante gran parte del siglo XIX.
Era de las guerras civiles
La Gran Colombia existió desde 1819 (durante la guerra) hasta 1830, cuando fue
separada en las actuales Venezuela, Colombia (junto a Panamá), y Ecuador.
Uruguay formaba parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata durante los
primeros años de la guerra bajo el nombre de Provincia Oriental. En 1821 fue
incorporado a Brasil durante la invasión luso-brasileña. En 1827 las tropas orientales
unidas a las otras provincias Argentinas derrotaron a Brasil en la Batalla de Ituzaingó y
en agosto de 1828 Uruguay obtuvo su independencia.
Las Provincias Unidas del Centro de América, compuestas por las provincias del
Reino de Guatemala que habían declarado su independencia de España en 1821
(República Federal de Centroamérica desde 1824), se desintegró finalmente en los
estados de Costa Rica (1838), Nicaragua (1838), Guatemala (1839), Honduras (1839),
y El Salvador en 1839 (formalmente el 31 de enero de 1841).
En primer lugar, a finales del siglo XVII y durante el siglo XVIII, un gran movimiento
intelectual representado por filósofos que analizaban y criticaban los
principales problemas en su lucha por el logro de transformaciones y cambios
radicales, criticando la monarquía absoluta y la desigualdad social, la intolerancia
religiosa y la censura para las manifestaciones intelectuales.