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Patrick Mamani Mendoza

Literatura
5to G

LITERATURA ARABE

En la literatura árabe el género más importante es la poesía. Se cantaban las glorias


de la tribu, lanzando invectivas contra el enemigo. Los poetas más antiguos
pertenecen al siglo VI.

A principios del siglo VII el islámico cambia las condiciones sociales y culturales del
poeta. Aparecen otras formas líricas: la poesía erótica del desierto, la
poesía religiosa y las competencias poéticas de los grupos rivales. El Corán tiene
una influencia decisiva desde 650: es el centro de la culturaárabe y de la educación
tradicional. su prosa rica y melodiosa es un modelo permanente en el mundo
musulmán.

La civilización árabe enriquecida por el contacto con persas, hindúes y griegos,


llega a su apogeo. Jahidz (776-868), acaso el más grande de los prosistas árabes,
es una especie de Voltaire de su época. Este personaje escribió sobre
los temas más diversos.

En la prosa florecen maqamat, especie de divagación de narrativa que cuenta una


historia picante en un adornado estilo cortesano. En la filosofía, se debe a los árabes
de los siglos XI Y XII la difusión del pensamiento griego.

Después de la expedición de Bonaparte a Egipto (1798-1799) principia un


renacimiento árabe, que durante el siglo XIX se extiende a todo el mundo
mahometano. En él las influencias las influencias europeas son considerables: la
poesía se renueva, se libra del verbalismo y de tiránicas convenciones métricas, y
florece simultáneamente en diversas regiones: en Egipto, en Persia, en el Líbano,
dentro y fuera de su territorio, en Siria.

El movimiento de renovación se ha extendido también a otros géneros: historia y


crítica literaria, y teatro.

Entre los principales autores se encuentran:

 Abdallah Ben Almocaffa ( texto persa medio)


 Pilpay o Bidpai (v. Camilila y Dimna)
 Jahidz (Escribió temas diversos)
 Abu Nuvas (Poesía)
 Ibn Nuvas (Poesía)
 Ibn Arabi (Poesía)
 Ibn Farid (Poesía)
 Abu Tammam (Poesía)
 Ibn Rumi (Poesía)
 Mutanabbi (Poesía)
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 Abul Ala Marri (Poesía)


 Ibn Abd Rabbih (Poesía)
 Ibn Hazm (Poesía)
 Al Hariri (Prosa)

Sin duda la literatura árabe tiene un gran significado en la actualidad, por lo cual le
debemos respeto y admiración, y nada más queda constatar que casi toda la cultura
árabe esta constituida en el libro del Corán.

1.- Trilogía de El Cairo, la obra que consagró al autor egipcio galardonado con el
Premio Nobel de literatura en 1988. La trilogía está compuesta por Entre dos
palacios, Palacio del deseo y La azucarera, publicadas entre 1956 y 1957 en su
versión original. Los tres libros están disponibles en castellano.

2.- Buscando a Walid Masoud, del escritor palestino Jabra Ibrahim Jabra y
publicada en 1978. No se tiene constancia de su traducción al castellano.

3.- Honor, del también egipcio Sonallah Ibrahim. Algunas de sus obras (A
escondidas[2013], El comité [1991] y Ese olor [2014]) han sido editadas en
España, pero no dicha obra al parecer.

4.- Guerra en Egipto, de Yousef al-Qaeed. Tampoco disponible en español de


momento.

5.- Hombres al sol, del palestino Ghassan Kanafani. Está disponible dentro del
volumen “Una trilogía palestina” que ha publicado Editorial Hoja de Lata en 2015 y
que reúne las tres novelas básicas del autor.

6.- Said el pesoptimista, otro autor palestino, Emile Habibi, en esta lista. El libro
fue traducido y publicado por la editorial El Aleph en 1990.
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7.- El tiempo desolado, del sirio Haidar Haidar del que no se tiene constancia su
traducción al castellano.

8.- Rama y el dragón, de Edward al-Kharrat. Otro autor egipcio cuya obra más
reconocida sigue sin publicarse al lector español.

9.- Así habló Abu Huraira, del tunecino Mahmoud Messadi. No se ha podido
encontrar nada en castellano de dicho autor.

10.- Las pesadillas de Beirut, de la escritora de origen sirio Ghada al-Samman. Sin
representación tampoco en las editoriales españolas, aparte de su libro de relatos
“La luna cuadrada” de Ediciones Comares en 2007.

El Corán
El libro sagrado del Islam es el Corán; en él se expresa su credo y se incluye su ley.
Su esencia y apariencia improfanables y trascendentales residen, para la fe
musulmana, en contener la palabra de Alá revelada a su enviado o
mensajero (rasul) Mahoma, quien la iba transmitiendo ("en lengua árabe clara",
como dice el mismo Corán) a las personas de su alrededor como mensaje de
salvación. Tales revelaciones tuvieron lugar de forma espaciada desde el año 610
de la era cristiana hasta el 632, en que murió. El nombre castellano procede
directamente del árabe al-quran, palabra que significa "recitación" o, por extensión,
"texto sagrado que se recita". Es un término emparentado con el siríaco, lengua en
la que, todavía hoy, se designan las lecturas litúrgicas del rito maronita con la
palabra qeryono. También se le conoce como Alkitab (El
Libro), Furquan ("liberación", "salvación"), Kitab-ul-lah(Libro de Dios) y Al-tanzil (La
Revelación).
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Mahoma

Mahoma predicaba los textos que recibía por revelación, recitándolos y haciéndolos
recitar a sus fieles, que los retenían de memoria y a veces los copiaban por escrito.
Para ello se usaron soportes de toda clase: hojas de palma, fragmentos de hueso,
pieles de animales, omóplatos de camellos, ostracas o cualquier otro objeto similar
para escribirlas. Pertenecientes a una cultura de tradición oral, no sería difícil para
los fieles de la nueva religión memorizar textos breves, bien rimados y rítmicos; sin
duda quedarían grabados en la memoria con facilidad.

A la muerte de Mahoma, los musulmanes empezaron a reunir en manuscritos el


conjunto de los textos coránicos existentes, suscitándose divergencias que fueron
paliadas por la iniciativa del califa Uthman ibn Affan (644-656) de proceder a una
redacción oficial, constituida como vulgata, con un texto consonántico característico
que, sin embargo, no eliminó la posibilidad de que se produjesen diferentes
"lecturas" (qiraat), cuyas variantes (no trascendentales) son compatibles con el
texto consonántico de Uthman, y se concretan en ciertas divergencias de
puntuación y vocalización. El texto consonántico de Uthman fue refundido en
tiempos del califa omeya Abd al-Malik (685-705), y precisado con vocales y signos
gráficos auxiliares, posiblemente durante el siglo VIII, pues Malik, el famoso alfaquí
de Medina (muerto en el 795), sólo admitía tales signos en los ejemplares utilizados
para la enseñanza.
El texto coránico se distribuye en 114 capítulos o azoras (suras), que, a su vez,
están formados por versículos o aleyas (al-aya). Cada azora tiene un título, más o
menos alusivo; la primera es la Fatiha o "apertura", breve oración, frecuentemente
recitada, con tan sólo siete aleyas: "¡En el nombre de Dios, el compasivo, el
misericordioso! Alabado sea Dios, señor del universo, el compasivo, el
misericordioso, amo del día del juicio. Te adoramos, te pedimos ayuda. Condúcenos
por la vía recta, la vía de aquellos a quienes das tu gracia, no la de quienes incurren
en tu enfado ni la de quienes yerran". A esta azora inicial siguen las 113 restantes,
dispuestas de mayor a menor longitud: así, la segunda azora (titulada "La vaca")
tiene 286 aleyas, algunas extensas, y la última azora ("Los hombres") tiene sólo seis
breves aleyas.
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La primera azora del Corán

El título que encabeza cada una de las azoras está tomado o bien de uno de los
temas tratados en ella o bien de una palabra u oración que en ella figure. A
continuación se indica el lugar en que fue revelada, el número de aleyas o versículos
de que consta y, finalmente, el basmalá ("En el nombre de Dios, Clemente y
Misericordioso"), fórmula de invocación que inicia todas las azoras, excepto la
nueve. Al principio de algunas azoras aparecen unas letra
llamadas fawatih("iniciales") o al-huruf al-muqatta ("letras cortadas"), de las que no
se conoce su significado exacto; algunos investigadores, como Loth, consideran
que son abreviaturas de apelativos divinos, mientras que otros, como Nöldeke,
Hirschfeld y Buhlcreen, creen que se trata de la letra inicial o final del nombre de
aquellos compañeros del profeta que todavía en vida de éste constituyeron sus
propios corpus, lo que parece poco probable. Otros, como Zaki Mubarak, opinan
que puede tratarse de notaciones musicales. Estas letras también se han
interpretado desde perspectivas que intentan justificar y probar el carácter milagroso
del Corán, como es el caso del erudito musulmán Baydawi.

Al estar colocados los 114 capítulos del Corán según la longitud de los mismos, el
libro no sigue en sus materiales un orden temático, de modo que las referencias
sobre una misma cuestión o aspecto se encuentran muchas veces dispersas entre
varias azoras y aleyas, y ha de recurrirse a todas ellas para calibrar el conjunto de
la doctrina coránica al respecto. Los textos del Corán tampoco están ordenados
cronológicamente, siguiendo el curso temporal de la vida del Profeta en que se
fueron sucediendo las revelaciones, con sus sucesivas estancias en La Meca y
Medina. Desde muy pronto se realizaron propuestas de clasificación cronológica de
las diversas azoras, sobre todo por el interés de distinguir los textos antiguos de los
posteriores, ya que a veces hay desacuerdos entre unos y otros, y el contenido de
un pasaje antiguo puede ser cambiado en otro revelado después. Ello dio lugar al
procedimiento técnico de fijar los textos abrogados por otros ulteriores abrogantes.
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Las azoras o capítulos suelen agruparse en cinco periodos. En el primer periodo


mequí, que abarca cuarenta azoras, hay una presencia clara de la rima y del ritmo.
En este periodo la presencia de Dios hace desaparecer al hombre. Dios no pretende
dar un código de actuación sino restaurar un culto. Se insta a admirar la cosas
creadas como signos del poder de Dios y se recuerdan los castigos que recibieron
otros pueblos del pasado que no escucharon a sus profetas. El día del Juicio
aparece como último argumento. En el segundo periodo, con 21 azoras, se empieza
a jurar por el Corán en lugar de hacerlo por el sol, la luna, el cielo y otros entes
naturales, y se desarrolla la historia de los antiguos profetas hebreos. A partir de
este segundo periodo, también mequí, empiezan a encontrarse influencias judías
que entraron por vía directa. En el tercer periodo, con 21 azoras, la argumentación
se dirige a la generación que pide milagros para creer, sin saber ver que éstos se
encuentran por todas partes.

Páginas de un Corán del siglo XIII

Los textos revelados en el cuarto periodo, considerado ya del periodo mediní, con
24 azoras, difieren en gran medida de los textos del periodo mequí. Mahoma es
aquí un hombre de estado que se dirige a un grupo de creyentes. Su función es
ahora enseñar y no convencer. El estilo pierde en ligereza y se vuelve difuso a lo
largo de versículos muy largos. Por último, las azoras 2, 4, y 5 tratan
fundamentalmente de la organización de la nueva sociedad y buena parte de su
historia. Es una parte con una clara influencia hebrea.

Tanto en su contenido cuanto en su forma, el Corán, en tanto que palabra divina,


es considerado perfecto. Su texto es también apreciado estéticamente, hecho que
se manifiesta en el arte de su recitación, con sus diversas y melódicas
interpretaciones, que pueden arrebatar al auditorio, y con el arte de su caligrafía,
también estimable. Como pieza literaria sublime llegó a constituirse entre los
musulmanes el dogma de su inimitabilidad. Para los fieles, el estilo del Corán es
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milagrosamente bello e imposible de imitar: cualquier traducción del Corán a otra


lengua no puede sino desfigurar el texto. Tras largos debates, la mayoría de los
teólogos musulmanes terminaron aceptando que las traducciones eran legítimas en
la medida en que permitían acercarse a las "ideas" del Corán. Salvo en casos muy
especiales, la ley prohíbe el empleo litúrgico de un Corán traducido. El Corán se
encuentra así rodeado, en su fondo y en su forma, de un halo de respeto, fervor y
esmero extraordinarios, presente siempre en la vida entera del musulmán, que
procura preservarlo, centrando en él sus ideales y vivencias, y recurriendo a su
lectura tanto de forma cotidiana como en ocasiones solemnes. El Corán aglutina y
marca de forma primordial la civilización islámica, como gran eje de la misma.

El credo islámico

El Corán define las creencias del Islam y expresa su marco normativo esencial,
siendo base principal de la regulación de la vida del creyente. La fe islámica se
centra en creer en Alá, único dios, "sin asociado", todopoderoso, sabio,
misericordioso, creador, remunerador en la otra vida y en el juicio final con la
resurrección de los muertos. Estas creencias son las que principalmente se
contienen y detallan en las azoras de La Meca, mientras que en las del período de
Medina los contenidos suelen ser más normativos, dirigidos a la comunidad que allí
regía el Profeta.

El Corán recuerda al ser humano su pequeñez frente a las maravillas de la


naturaleza, obra de Dios, cuya grandeza y magnanimidad debe ser reconocida y
adorada. El mensaje, en esencia, es que hay un solo Dios, creador de todas las
cosas, que es el único al que hay que servir practicando un culto y observando una
conducta correcta. Dios, siempre misericordioso, se ha dirigido a la humanidad para
que le venere a través de múltiples profetas, a los que ha enviado para predicar su
mensaje y que han sido rechazados de forma reiterada. El Corán confirma en varios
pasajes la existencia de ángeles, demonios y genios (chinn). Junto a ello, el Corán
recoge todo un conjunto de preceptos y recomendaciones éticas y morales,
advertencias sobre la llegada del último día y del juicio final, historias sobre profetas
anteriores a Mahoma y sobre los pueblos a los que fueron enviados, y preceptos
relativos a la religión y a otras materias sociales, como el matrimonio, el divorcio o
la herencia.
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Página de un Corán de 1594 (Biblioteca


del Monasterio del Escorial)

Los temas generales del Corán y muchas de las historias ilustrativas comparten
elementos y contenidos con las escrituras cristianas (como la leyenda de los siete
durmientes) y judías, aunque a menudo se desarrollan de forma diferente. Son
numerosos los detalles de las historias sobre los primeros profetas que se asemejan
más a las versiones que se encuentran en los apócrifos judíos y cristianos que a las
versiones encontradas en la Biblia. El mismo Corán afirma que ha venido a
confirmar la aportación de las Sagradas Escrituras anteriores y menciona la Torá,
los Salmos y los Evangelios, además de aludir también a unas "Hojas de Abraham".
El monoteísmo coránico está en la misma tradición que el del judaísmo, y son muy
numerosas las imágenes y expresiones que pueden encontrarse en el Corán y en
la tradición bíblica. De hecho, los contemporáneos del Islam primitivo consideraban
a éste como una secta más de las derivadas del tronco bíblico.

En general, el Corán se sitúa en el marco de la vida de los beduinos, pero también


de los comerciantes, los navegantes y los pescadores, y no faltan, a pesar de la
sobriedad y el estilo sucinto del Corán, alusiones a las caravanas de invierno y
verano que los caravaneros de La Meca conducían a Adén o a Siria. La atmósfera
propiamente árabe se puede identificar en cuestiones como la existencia de seres
misteriosos llamados genios o la exaltación de la generosidad, de la bravura y de la
solidaridad familiar. Son también características propias de los árabes la alta estima
que profesan a la elocuencia y al estilo árabe. Ritos como el de la peregrinación a
La Meca y las siete vueltas alrededor de la Kaaba dejan traslucir, igualmente, el
aspecto propiamente árabe, dado el singular interés que las piedras y el número
siete tienen en los cultos semitas.
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Las prohibiciones relativas a territorios sagrados y a los animales que en ellos viven
son también aspectos semitas que el Corán ha preservado, purificando los
elementos incompatibles con el monoteísmo. Proceden también de la tradición
árabe los meses sagrados, durante los cuales no estaban permitidas las
hostilidades, así como los fragmentos más antiguos del Corán en los que aparecen
pasajes de frases cortas terminadas siempre en la misma sílaba, seguramente una
especie de oráculos al estilo árabe, que provocaron que los oponentes de Mahoma
le acusaran de mago o adivino.

Excepto para el caso de la guerra santa, el Corán deja a los hombres en el marco
de su vida cotidiana, exigiéndoles sólo que obren bien se encuentren donde se
encuentren, que no cometan excesos, que utilicen mesuradamente los bienes que
Dios les concede, y que sean capaces de desprenderse de su egoísmo para ayudar
a los pobres o a la comunidad. Para los musulmanes el Corán, en tanto que palabra
de Dios tal como fue revelada al profeta Mahoma para que sirviera de guía a todos
los humanos, es la fuente fundamental de toda norma jurídica. Las normas jurídicas
contenidas en el Corán son unas doscientas y están expuestas en diversas aleyas.
Pese al corto número de normas, la labor de exégesis e inducción metodológica de
las cuatro escuelas teológico-jurídicas (hanefí, malikí, chafeí y hambalí) darían lugar
durante los siglos VII y VIII al sistema jurídico islámico. Una de las características
del Corán que tiene su reflejo en toda la normativa del sistema jurídico islámico es
la unicidad entre religión, moral y derecho. Los preceptos religiosos y morales e
incluso determinados usos sociales forman una misma norma con el mismo efecto
vinculante. Se hace difícil, pues, separar unas de otras.

Exégesis del Corán


El Corán se acepta entre la mayoría de los musulmanes como la palabra literal de
Dios, y por eso es el centro en torno al que gravita el mundo islámico; su valor es
comparable al que los judíos conceden a la Torá o al que la figura
de Jesucristo tiene para el cristianismo. Entre las obligaciones religiosas de todo
buen musulmán se incluye, junto a la oración diaria obligatoria, el recitar pasajes
completos del Corán; asimismo, la educación seglar exige el aprenderlo de
memoria. Los musulmanes consideran el texto del Corán como una de las fuentes
principales de la cultura islámica, junto al Hadiz (tradición que recoge el
comportamiento y prácticas del Profeta) y, para los chiítas, las enseñanzas de los
imanes.
Hay en el Corán pasajes de compleja y divergente interpretación, lo cual se advierte
incluso en la azora III, aleya 7: "Él [Alá] es Quien ha revelado la Escritura. Algunas
de sus aleyas son unívocas y constituyen la Escritura Matriz; otras son equívocas.
Los de corazón extraviado siguen las equívocas, por espíritu de discordia y por
ganas de dar su propia interpretación. Pero nadie sino Dios conoce su
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interpretación". La importancia de la fijación y del correcto entendimiento del texto


coránico constituyó la "ciencia del Corán" como materia clave de la cultura islámica,
desarrollándose, entre otros aspectos, la disciplina de su interpretación, desde las
bases gramaticales y léxicas hasta las dogmáticas y jurídicas. Son numerosos los
comentarios del Corán, producidos desde todas las tendencias ortodoxas o sunníes
(con sus diversas escuelas), chiíes y jariyíes; las exégesis sufíes toman
proyecciones alegóricas. Estas obras de comentario e interpretación (tafsir) pueden
ser reducidas o abarcar muchos volúmenes, como la de al-Tabari, que comprende
treinta tomos.

Corán del siglo XII hallado en Tombuctú

Aunque algunos creyentes consideren que el Corán resume todo el Islam y que éste
no puede encontrarse fuera de este texto sagrado, lo cierto es que la compleja
realidad del mundo islámico se extiende más allá de sus páginas. Tampoco es
posible afirmar, sin falsear la realidad, que el Corán represente el verdadero Islam
sin tener en consideración las numerosas ampliaciones y glosas hechas al margen,
juzgadas como corruptas por los más ortodoxos, y que se encuentran contenidas
entre las enseñanzas musulmanas tradicionales. No es posible entender el Corán
sin tener en cuenta la tradición exegética y de interpretación que se ha desarrollado
en torno a él. Esta tradición resuelve y ayuda a comprender las complejas
ambigüedades del Corán. Es esta tradición, incluso, la que da cuerpo a la creencia
de que el Corán contiene una serie de revelaciones hechas a Mahoma.
La interpretación del Corán (tafsir), campo de investigación dentro del Islam que
perdura todavía hoy desde sus inicios ya en la época del establecimiento del texto,
en época de Uthman, ha dado a luz numerosos libros y tratados. Los distintos
enfoques que se han producido en el intento por desentrañar el verdadero sentido
del texto dieron lugar a tratados exegéticos de distinta naturaleza y perspectiva. Así,
al-Tabari (muerto en 923) se basó en la tradición; al-Baydawí (muerto hacia 1291)
y Nasafí (muerto en 1310) desarrollaron una exégesis lingüística; al-Razi (muerto
en 1209) elaboró racionalmente los elementos anteriores. El hispanoárabe Abu
Hayyan (muerto en 1345) también redactó un monumental tratado exegético sobre
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el Corán. Al-Talabí (muerto en 1038) analiza por orden en su obra sobre profetas
todos los versículos del Corán que se refieren al tema.

El trabajo de al-Tabari analiza el Corán verso a verso y ofrece las diferentes


opiniones que estudiosos de la época daban sobre la vocalización, la gramática, la
lexicografía, la interpretación ética y moral, así como las relaciones del texto
sagrado con la vida de Mahoma. Los diferentes puntos de vista están recogidos sin
ningún tipo de comentario, aunque es frecuente que al-Tabari indique cuál de ellos
goza de su predilección. Este exhaustivo procedimiento de al-Tabari ha sido seguido
por numerosos comentarios posteriores, aunque otros han preferido seguir criterios
de simplicidad y brevedad, escogiendo para comentarlos sólo algunos versos, o
eligiendo un único tema para su estudio, como puede ser el vocabulario del Corán,
tema de una considerable complejidad y dificultad debido a sus implicaciones de
carácter teológico, además de la dificultad que le es propiamente intrínseca. En
general, el texto sagrado del islam se considera en relación con el contexto de la
vida del Profeta, y se le concede, a partir de esta premisa, un alcance universal y
atemporal.

Los pasajes relacionados con la vida de Mahoma se entiende que fueron revelados
en conexión con incidentes específicos de su vida o para resolver problemas
concretos a los que se enfrentaba. Algunos investigadores fuera del ámbito
musulmán han señalado el procedimiento de tipo midrásico conforme al cual
determinados aspectos de la vida de Mahoma se han creado a partir de algunos
pasajes del texto sagrado. Según esta corriente interpretativa, este procedimiento
guarda bastante semejanza con el modo en que la tradición judía fabricó las
historias del Midrás a partir de personajes bíblicos, mientras se componía el texto
bíblico. De ser así, el explicar el Corán mediante referencias a la biografía del
Profeta sería un modo de razonamiento circular, considerado en términos científicos
como una seria amenaza a la validez del argumento.
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Corán del siglo XI (British Museum, Londres)

Las interpretaciones del Corán reflejan con frecuencia las divergencias y distintas
tendencias que se dan en el seno de la comunidad musulmana. Es especialmente
llamativa la diferencia entre la interpretación chiíta de algunos versos en concreto y
la interpretación sunnita, pues los chiítas encuentran en los versos coránicos
referencias al estatuto especial de Alí ibn Abi Talib y los imanes, mientras que los
sunnitas no encuentran tales referencias. Según los chiíes, el califa Uthman
suprimió del Corán los fragmentos que hacían referencia a Alí y a sus derechos a
suceder a Mahoma en sus tareas políticas y religiosas, acusación que no parece
fundamentada.

La naturaleza de palabra de Dios increada y eterna que se atribuye al Corán, frente


a la consideración del mismo como algo creado en el tiempo, fue uno de los más
encendidos temas de discusión en los orígenes del islam. Esta discusión incluía
cuestiones de teología con graves y serias consecuencias en el campo político
referentes a la autoridad relativa de los califas y los estudiosos de la religión
(ulemas). Aunque ha prevalecido la consideración del Corán como algo no creado,
los chiítas se han opuesto a ella. Estas divergencias han llevado a que tanto
reformistas como fundamentalistas interpreten el texto de manera partidista, de
modo que éste se amolde adecuadamente a sus (en muchas ocasiones)
contradictorios puntos de vista. Dentro de las corrientes interpretativas no faltan
quienes llegan a afirmar que el Corán se ajusta a muchas de las ideas que defiende
la ciencia moderna, e incluso a asegurar que en realidad las predice. La misma
naturaleza oscura del texto coránico propicia, sin duda, la aparición de este tipo de
interpretaciones tan distintas, divergentes y, a menudo, contradictorias.

LAS MIL Y UNA NOCHES


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Perfiles: Para amantes de los cuentos, aventuras y enseñanzas -en este caso
de origen oriental-. Estos relatos surgen de la literatura popular de numerosos
países árabes, y en ellos se entremezcla lo exótico, las leyendas, lo erótico, lo
histórico y lo moralizante.
Nivel: Edición completa de Las Mil y una noches de más de 3000 páginas, en
tres volúmenes y encuadernados en tapa dura y con estuche. Reedición de una
celebrada y anotada traducción de los filólogos J.A. Gutierrez-Larraya y Leonor
Martínez, con numerosas notas contextuales a pie de página. De tamaño
manejable (no gigante).
Palabras clave: Las Mil y Una Noches, cuentos orientales, literatura popular,
Sahrazad, genios, dijinns, fabulas, aventuras, erotismo, enseñanzas, relatos
moralizantes, leyendas...
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Alicia en el País de las Maravillas (Edición Tapa Dura


Bolsillo). Al otro lado del espejo (Lewis Carroll)

Esta es la edición del texto original del viaje de Alicia al


País de las Maravillas. Con los dibujos del propio autor, y
con el texto antes de que se modificara para su edición
comercial. Incluye breve estudio sobre la génesis del
cuento, así como cartas y textos del autor a Alicia.

Alicia en el País de las Maravillas. Al otro lado del


espejo (tapa dura) (Lewis Carroll)

Nos encontramos ante un clásico moderno, ante un


monumento a la sinrazón, a los juegos de lógica y de
palabras; y también ante un relato iniciático, ante un
descenso a un mundo subterráneo mágico en el que las
cosas funcionan al revés que en nuestro mundo
cotidiano. En definitiva, un libro infinito, pues acepta
múltiples y variadas lecturas.

Antología de Citas. Sabiduría humana en 30.000


sentencias(Varios Autores; Víctor Amela)

Con casi 1.000 páginas, 30.000 frases célebres y unos


3200 refranes populares, esta es una de las mayores
compilaciones de sabiduría popular que se han editado.
Desde escritores grecolatinos a los actuales, las frases
ingeniosas, los dichos populares y los proverbios de
todos los países, ofrecen al lector incontables horas de
reflexión, distracción y sabiduría de todos los tiempos.
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Bhagavadgita. El canto del bienaventurado (Viasa


(sabio mítico); Juan Arnau)

Cuidada traducción de uno de los clásicos de la literatura


hindú, en el que Krishna dialoga con Arjuna sobre la
naturaleza del mundo, los quehaceres del ser humano, la
ley del karma, el yoga, la inmortalidad... Extensa
introducción del traductor de la obra y exultante prólogo
de Òscar Pujol, doctor en sánscrito. En el apéndice se
ofrece también el texto en sánscrito.

Cantos del Despertar. El mito del héroe en los grandes


poemas de occidente (Claudio Naranjo)

Estudio sobre diversas narraciones relacionadas con el


viaje del héroe de origen occidental (desde el Gilgamesh
mesopotámico hasta la actualidad, pasando por Homero
y la Divina Comedia). El autor las ilumina desde la
perspectiva de la experiencia iniciática en el camino en
busca de la iluminación interior. Atractiva edición con
imágenes en color, con un interesante diálogo y
comentarios del autor sobre los relatos míticos.

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