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CONTENIDO SEGUNDA FASE DERECHO AGRARIO

LA POLÍTICA AGRARIA COLONIAL Y LOS ORÍGENES DEL LATIFUNDIO EN GUATEMALA

El problema primordial de la sociedad guatemalteca es la mala distribución la tierra, esta se halla


concentrada en pocas manos, y la gran mayoría de la población dedicada a la agricultura carece de ella, o es
improductiva la poca que posee.

Los orígenes del latifundismo guatemalteco se encuentran en la organización económica de la sociedad


colonial, esos principios determinaron el desarrollo inicial decisivo del latifundismo en nuestro país, cuando
Guatemala era un trozo de la Capitanía General de Guatemala.

Las leyes fueron en una u otra forma, la expresión jurídica intereses de clases dominantes a quienes el
Estado representaba; y entre tales intereses tiene que haber algunos que sean principales y permanentes, de
ahí que toda legislación deba estar regida por principios que le confieren unidad interna.

La legislación indiana se formó con un caudal de Reales Cédulas que buscaban solución a problemas
muy concretos y hasta circunstanciales, pero las disposiciones ordenadas oportunamente en una recopilación,
integraron y ponen a la vista un cuerpo de Derecho bastante coherente.

El estudio de las fuentes coloniales guatemaltecas permite descubrir lineamientos de una política agraria
definida. Se puede señalar con precisión cinco principios que configuraron la política colonial, emanados de
intereses económicos que la documentación no oculta, esos principios hallaron expresión en las leyes
coloniales de tierras, se enumeran a continuación.

PRINCIPIO DE SEÑORÍO: se encuentra expresado en el señorío que ejercía la corona de España sobre
todas las tierras de las provincias conquistadas en su nombre. Era el derecho de conquista que fue un
proceso violento de apropiación que suprimió el derecho de propiedad de los nativos sobre sus tierras,
pero no se dio automáticamente a los conquistadores, pues conquistadores y conquistados, sólo podían
recibir tierras del nuevo y verdadero dueño, el rey, pues en su nombre, y únicamente bajo esa
condición, habían venido los primeros a arrebatarle sus dominios a los segundos. Consumada la
conquista, toda propiedad provenía, directa o indirectamente de una concesión real. El reparto de tierras que
hacían los capitanes de conquista entre sus soldados, lo hacían en nombre del monarca con poderes
especiales otorgados por él, y la plena propiedad de aquellas posesiones estaba sujeta a confirmación real.
El principio tiene dos vertientes: Una positiva: sólo el rey cede o vende tierra. Otra negativa: cualquier tierra
que el rey no haya vendido o cedido es tierra realenga le pertenece al rey y no puede ocuparse ni
usarse sin incurrir en delito de usurpación.

La corona cedió y vendió tierras a quien le convino, y esto fue factor de latifundismo, los primeros latifundios
guatemaltecos fueron las grandes concesiones de tierras hechas por el rey a favor de conquistadores y
primeros colonos; y al negarles tierras a los mestizos pobres, los lanzó como arrendatarios a las grandes
haciendas y creó con ello un motivo adicional para la expansión latifundista de dichas empresas.

PRINCIPIO DE LA TIERRA COMO ALICIENTE: España desarrolló este principio en Indias, pues no tenía
recursos para sufragar expediciones de conquista, entonces las estimuló como empresas privadas con el
aliciente de ofrecerles a los conquistadores ventajas económicas en las provincias que conquistasen. en la
región centroamericana, pobre en metales preciosos, la concesión de tierras y control sobre los indios, fueron
los principales alicientes empleados. La Real Cédula de Fernando el Católico, fechada en Valladolid el 18 de
junio de 1513 incorporada después a la Recopilación de Leyes de Indias “Porque nuestros vasallos se
alienten al descubrimiento y población de las Indias, y puedan vivir con la comodidad, y conveniencia,
que deseamos: Es nuestra voluntad, que se puedan repartir y repartan casas, solares, tierras,
cavallerías, y peonías a todos los que fueren a poblar tierras nuevas en los Pueblos y Lugares, que por
el Governador de la nueva población les fueren señalados, haciendo distinción entre escuderos, y
peones, y los que fueren de menos grado y merecimiento, y los aumenten y mejoren atenta la calidad
de sus servicios, para que cuiden de la labranza y crianza; y haviendo hecho en ellas su morada y
labor, y residido en aquellos Pueblos quatro años, les concedemos facultad, para que de allí adelante
los puedan vender, y hacer de ellos a su voluntad libremente, como cosa suya propia; y asimismo
conforme a su calidad, el Governador o quien tuviere nuestra facultad, les encomiende los Indios en el
repartimiento que hiciere, para que gocen de sus aprovechamientos y demoras, en conformidad a las
tasas, y de lo que está ordenado”. Hubiera sido desastroso para los intereses de la corona que se
propagara la noticia de que los conquistadores no estaban siendo debidamente premiados por su inversión, ni
los primeros pobladores por su decisión de trasladarse a las colonias recientes. El rey ofrecía y cedía una
riqueza que no había poseído nunca antes del momento de cederla. Los conquistadores salían a conquistar
unas tierras con autorización, en nombre y bajo el control de la monarquía; y la monarquía los premiaba
cediéndoles trozos de esas mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues, con lo que ellos le
arrebataban a los nativos y con los nativos mismos. Y como cedía algo que no le había pertenecido antes de
cederlo, podía cederlo en grandes cantidades.

Las actas del primer cabildo de la ciudad de Santiago de Guatemala, desde el día siguiente al asiento de la
ciudad, muestran un cuadro muy animado de los conquistadores repartiéndose las tierras entre sí, en grandes
extensiones, con base en la autorización que para ello tenía el jefe de la expedición, Alvarado, y las personas
en quienes delegó dicha facultad en sus ausencias. Este principio político determinado por la necesidad de
expandir y consolidar un imperio sin hacer gastos, a expensas de los conquistados, fue a su vez un punto de
partida del latifundismo. Las tierras cedidas a los conquistadores y primeros pobladores, solicitadas por ellos
en extensiones que la corona no podía valorar por desconocimiento de lo que cedía, fueron los primeros
latifundios coloniales, susceptibles de ser posteriormente ampliados.

En los siglos subsiguientes la posibilidad de adquirir tierra por merced real siguió siendo un incitante de la
inmigración española a Indias. Finalizando el siglo XVI, dos generaciones de colonizadores españoles habían
echado raíces en las colonias. Habían erigido ciudades, tenían tierras en abundancia, disponían del trabajo
forzado de los indios, muchos de ellos tenían encomiendas, habían fundado familias y tenían descendientes
criollos.

LA TIERRA COMO FUENTE DE INGRESO A LAS CAJAS REALES BAJO EL PROCEDIMIENTO DE LA


“COMPOSICIÓN DE TIERRAS”: La incitación del período anterior a pedir y obtener tierras dio lugar a
muchas extralimitaciones. En aquel período convenía tolerarlas, pero medio siglo más tarde se convirtieron en
motivo de reclamaciones y de “composiciones”. La monarquía dictó órdenes encaminadas a que todos los
propietarios de tierras presentaran sus títulos. Las propiedades rústicas serían medidas para comprobar si se
ajustaban a las dimensiones autorizadas en aquellos documentos. En todos los casos en que se comprobara
que había habido usurpación de tierras realengas el rey se avenía a cederlas legalmente si los usurpadores
aceptaban pagar una suma de dinero por concepto de “composición”, en caso contrario, era preciso
desalojarlas para que el rey pudiera disponer de ellas.

En 1591 fueron despachadas por Felipe II las dos Cédulas que definitivamente pusieron en vigencia el
principio de la composición de tierras en el reino de Guatemala —y parece que lo mismo ocurrió en todas las
colonias en ese año—. Es del mayor interés la lectura cuidadosa de unos fragmentos de dichas Cédulas, ya
que ilustran de manera inmejorable los criterios que presidieron el principio de composición de tierras desde
sus inicios. Las dos Reales Cédulas son de la misma fecha (1o. de Noviembre de 1591) y en la primera se
leen los siguientes conceptos: “El Rey. Mi Presidente de mi Audiencia Real de Guatemala. Por haber yo
sucedido enteramente en el Señorío que tuvieron en las Indias los Seriares que fueron de ellas (se
refiere a los nativos conquistados, S.M.), es de mi patrimonio y corona real el Señorío de los baldíos,
suelo y tierra de ellos que no estuviere concedido por los Señores Reyes mis predecesores o por mi o
en su nombre y en el mío con poderes especiales que hubiéremos dado para ello; y dunque yo he
tenido y tengo voluntad de hacer merced y repartir el suelo justamente (. . .) la confusión y exceso que
ha habido en esto por culpa u omisión de mis Virreyes, Audiencias y Gobernadores pasados, que han
consentido que unos con ocasión que tienen de la merced de algunas tierras se hayan entrado en
otras muchas sin título (...) (lo cual) es causa que se hayan ocupado la mejor y la mayor parte de toda
la tierra, sin que los concejos (se refiere a los municipios de los pueblos, S.M.) e indios tengan lo que
necesariamente han menester (. . .); habiéndose visto y considerado todo lo susodicho en mi Real
consejo de las Indias y consultándose conmigo, ha parecido que conviene que toda la tierra que se
posee sin justos y verdaderos títulos se me restituya, según y como me pertenece. . . “, y por ese tenor
continúa la Cédula ordenando que todas las tierras usurpadas le sean devueltas al rey. Parecería, a primera
vista, que la usurpación de tierras, su apropiación ilegal y subrepticia, sufría un rudo golpe con aquella
categórica disposición real. Pero estaba ocurriendo precisamente lo contrario: se estaban poniendo las bases
para que la usurpación se convirtiera en un procedimiento normal para apropiarse la tierra y una de las
principales modalidades de la formación de latifundios.

Lo anterior fue un fenómeno promovido hábilmente por la política económica de la monarquía. La Cédula
citada ordena recuperar para el rey todas las tierras ocupadas sin títulos. No ofrece ninguna posibilidad de
retenerlas con base en arreglos. Es una orden tajante. Pero en la segunda Cédula de esa misma fecha se le
dice al Presidente que, no obstante lo ordenado en la anterior, se puede entrar en arreglos con los
usurpadores si éstos se muestran dispuestos a pagar lo “justo y razonable”. Leamos sus renglones
medulares: “Por otra Cédula mía de la fecha de ésta os ordeno que me hagáis restituir todas las tierras
que cualesquiera personas tienen y poseen en esa Provincia sin justo y legítimo título” — dice el
monarca, pero seguidamente agrega que: —“... por algunas justas causas y consideraciones, y
principalmente por hacer merced a mis vasallos, he tenido y tengo por bien que sean admitidos a
alguna acomodada composición, para que sirviéndome con lo que fuere justo para fundar y poner en
la mar una gruesa armada para asegurar estos Reynos y esos, y las flotas que van y vienen de ellos
(… ) se les confirme las tierras y viñas que poseen, y por la presente, con acuerdo y parecer de mi
Consejo Real de las Indias, os doy poder, comisión y facultad para que, reservando ante todas cosas
lo que os pareciere necesario para plazas, ejidos, propios, pastos y baldíos de los lugares y concejos
(se refiere otra vez a los municipios de los pueblos, S.M.), así ( por lo que toca al estado presente
como al porvenir del aumento y crecimiento que puede tener cada uno, y a los indios lo que hubieren
menester para hacer sus sementeras, labores, y crianzas, todo lo demás lo podáis componer, y
sirviéndome los poseedores de las dichas tierras (. . .) que tienen y poseen sin justo y legítimo título,
se las podáis confirmar y darles de nuevo título de ellos (la expresión “de nuevo” no significaba en aquel
léxico “otra vez”, sino “por primera vez, como cosa que antes no había ocurrido”, SM.) (...) y en caso que
algunas personas rehusaren y no quisieren la dicha composición, procederéis contra los tales
conforme a derecho en virtud de la dicha mi real cédula.“ lo que la corona quería no era que le
devolvieran las tierras usurpadas, sino que no se las devolvieran; quería la composición, necesitaba el dinero.

La composición fue un importante renglón de la Real Hacienda en el reino de Guatemala hasta pocos años
antes de la Independencia. La usurpación de tierras se practicó desde el siglo XVI con base en la liberalidad
de las concesiones originales y en el descontrol de la primera etapa colonizadora.

En la última década de ese siglo fue instituido el sistema de composiciones, el cual no vino a frenar la
usurpación —porque no era su finalidad— sino a convertirla en un procedimiento normal para adquirir tierras y
ensanchar los latifundios. Las leyes sistematizaron la usurpación de tierras para todo el período colonial.

El procedimiento usurpación-composición beneficiaba a la corona con una- recaudación constante, y favorecía


a los terratenientes dándoles facilidades para ensanchar sus propiedades. En las instrucciones que los
Presidentes le daban a los comisionados de hacer remedidas y composiciones de tierras, se les recomienda,
entre otras cosas, regatear en torno al precio de la tierra, pujar para arriba con el fin de que “...siempre lo
que se hiciere sea en aumento del haber...“ y naturalmente preferir siempre una composición baja antes
que una devolución de tierras sin provecho alguno para el “real haber”. La consigna era no permitir el fracaso
de la composición.

PRESERVACIÓN DE LAS TIERRAS COMUNALES DE INDIOS: El principio de la política agraria colonial fue
crear los pueblos de indios, distintos de los poblados prehispánicos (poblaciones indias antes de la conquista),
que fueron desmantelados para crear estas nuevas concentraciones. Todos los pueblos de indios fueron
dotados desde su creación con dos clases de tierras: las llamadas ejidos—también “de pastos y ejidos” o
“montes y pastos”—, y las llamadas tierras comunales, también “comunes de labranza”, “de sementera” o “de
labranza y sementera”. Los ejidos eran la tierra indispensable y de uso común en derredor del pueblo: tierra y
montes para recolectar madera y otros materiales de construcción, madera y hojas secas para combustible,
espacios para exponer al aire y al sol hilos y telas, y también para soltar algunos animales de propiedad
particular a fin de que pacieran en ellas.

Debe indicarse que hubo mucho descuido en la denominación de las tierras de indios, y que fue incluso
corriente llamar ejidos al conjunto de dichas tierras, englobando las ejidales y las comunales. Además de los
ejidos y tierras comunales, hubo tierras que pertenecieron a ciertos indios en forma particular. La estructura
colonial propició la existencia de pequeñas camarillas de indios no serviles en los pueblos; indios “nobles” que
no tributaban ni acudían al trabajo obligatorio (repartimiento) y que estaban incorporados al aparato de
autoridad y de explotación.

Dentro de esas facciones cabildescas hubo indios ricos que dispusieron de medios económicos para
componer tierras de su propiedad. También hubo en los pueblos minorías de mestizos que llegaron a
poseerlas propias en modesta cantidad. La mediana y pequeña propiedad rústica existió, pues, en el cuadro
agrario colonial, pero fue una realidad muy limitada. El panorama del agro durante la colonia estuvo
predominantemente formado por latifundios y tierras comunales.

BLOQUEO AGRARIO DE LOS MESTIZOS: Este era un principio que operaba al margen de la ley. Las Leyes
de Indias en lo tocante a tierras no hacen discriminación de la gente mestiza —las “castas”, los ladinos, etc.—,
ofrecían apoyo legal para que ellos también pudieran obtenerlas por los procedimientos usuales. Las Cédulas
especiales para Guatemala, así como las disposiciones elaboradas por la Audiencia, tampoco establecen
limitación para la adquisición de tierras por mestizos, aunque es de notarse que siempre se refieren a ellos
como particulares, facultándolos para adquirirlas por composición. Sin embargo, dado que los mestizos
formaban un contingente humano en crecimiento y de escasos recursos económicos, era de esperarse que el
gobierno colonial, a nivel peninsular o a nivel de provincia, dictara las providencias necesarias para dotarlos
de tierras, considerándolos como un grupo económicamente diferenciado y muy necesitado de aquel recurso
fundamental. Si los indios, como clase, vivían en sus pueblos, tenían tierras y gozaban de un fuero especial,
los mestizos, como grupo emergente en la sociedad colonial, no ubicada y carente de medios de producción,
debieron ser objeto de creación de centros especiales para ellos, dotados de tierras para trabajar. Esto, que
se hizo en otras colonias y que los mestizos del Reino de Guatemala solicitaron en diversas formas, fue
sistemáticamente rehuido por las autoridades de esta provincia. No podemos adentramos aquí en pormenores
acerca del mestizaje y el desarrollo de las capas medias en la sociedad colonial, pero es indispensable
señalar que los lineamientos fundamentales de aquel complicado proceso estuvieron determinados por lo que
indiscutiblemente fue uno de los principios de la política agraria colonial: el bloqueo agrario de aquellos
sectores emergentes.

La proliferación de ladinos configuró en aquella sociedad por lo menos dos capas medias urbana: una alta y
reducida, artesanal proveedora, y otra baja y numerosa, la “plebe” o gente pobre de los suburbios de las
ciudades coloniales. También configuro dos capas medias rurales: una alta y reducida, integrada por indios y
ladinos acomodados en pueblos de indios, y otra baja de grandes proporciones, constituida por la masa de
ladinos pobres dispersos en rancherías. Todas ellas fueron, por así decirlo, caminos que tomaron los mestizos
ante la imposibilidad de obtener tierras. Siempre de todas formas es interesante observar que la clase
latifundista pudo ampliarse, como lo hizo con la reforma cafetalera del siglo XIX, cuándo, eliminado él dominio
español sobre los indios, se pudo echar mano de éstos y disponer de ellos ampliamente. Se amplió, pues, la
plataforma de sustentación de la clase terrateniente a disponibilidad de indios y la clase pudo ampliarse
también.

RESUMIENDO.

Los principios de la política agraria colonial no hubieran llevado el latifundismo a los extremos que
llegó, si la estructura de la colonia y la esencia de la clase terrateniente criolla no hubieran obligado a
dicha clase a aprovecharse de aquellos principios para ampliar su dominio, cerrado y excluyente,
sobre la tierra. La tierra sin indios no significaba nada, porque la gran importancia de los indios como
creadores de valor, aconsejaba la adquisición de grandes extensiones de tierra. El grado de expansión
alcanzado por el latifundismo hacia el final de la colonia, aparece claramente manifiesto en observaciones
como la siguiente: “...En cuanto a los hacendados, unos poseen tierras de considerable número de
leguas sin trabajarlas, a reserva de alguna muy corta parte, resultando por consiguiente inútiles a ellos
y al común, que carece absolutamente de terreno propio para sembrar sus maíces u otro fruto…“.

GUATEMALA EN LA DECADA DE LA INDEPENDENCIA

A finales del Siglo 18, el Imperio español había caído en un atraso tanto tecnológico como económico e
ideológico.

En Francia, la revolución de 1789 termina con la monarquía y proclama la República. Estas nuevas ideas
asustan a las monarquías europeas, que forman coaliciones para invadir Francia y restaurar al Rey y la
monarquía. España se une a la coalición, junto a varios países europeos que incluían a los imperios Británico,
Austríaco, Otomano, Rusia, Prusia... Pero han subestimado el poder de Francia y la motivación de la joven
República. España no tiene los medios para resistir el avance francés y en 1808 es invadida por el ejército de
Napoleón Bonaparte, que corona como rey de España a su hermano mayor, José Bonaparte.

España se subleva. Lo que sigue son 4 años de caos, guerras de guerrillas, que exasperan al ejército francés
y agotan a los españoles. Los franceses se retiran en 1812 pero España ha perdido el poco poder e influencia
que le quedaban. Las ideas de la revolución francesa calan en las colonias españolas, y con la
metrópoli del imperio debilitada, suenan vientos de independencia en toda América Latina.

El Capitán-General José de Bustamante, gobierna el reino de Guatemala de 1811 a 1818 y reprime todos
los movimientos hacia la independencia, manteniendo la lealtad de la región a España. En 1814, el rey
Fernando VII es restaurado al trono de España e intenta reasumir el poder real absoluto. Sin embargo, en
1820, una revuelta restaura la constitución de 1812, motivando a su vez campañas de elecciones locales en
Centro América y abriendo un período de intensa rivalidad política entre las facciones emergentes de la élite
liberal y conservadora.

Firma del Acta de Independencia de Guatemala

En marzo de 1821, el Brigadier Gabino Gainza llega a Guatemala procedente de Chile y asume
temporalmente el mando del país. Ese mismo año México se proclama como imperio independiente, liderado
por el General Agustín de Iturbide, implementando el Plan de Iguala de Independencia Septentrional por lo
que muchos temían una guerra civil.

Guatemala ganó su independencia de España sin sufrir las guerras que devastaron gran parte de América
Latina. El 14 de septiembre de 1821, el Brigadier Gainza convoca precipitadamente a una reunión. La
siguiente mañana, el 15 de septiembre de 1821, los representantes del gobierno, municipalidad, Iglesia
Católica, Universidad de San Carlos, el Concejo de Comercio, la junta legal y otros grupos fueron invitados a
reunirse a las 8h00 en el Palacio Nacional (ahora ubicado en el Parque Centenario de la zona 1). Aprobaron la
Declaración de Independencia con 23 votos a favor y 7 en contra. Quienes firmaron el Acta de Independencia
de Guatemala son llamados “Próceres de la Independencia”. María Dolores Bedoya fue la primera en gritar
“independencia!” luego de que se firmó la declaración.

En México se formó un gobierno que asumió la jurisdicción de todo el reino, manteniendo al Capitan-General
Gabino de Gainza como jefe ejecutivo, quien gobernaría hasta junio de 1822. Sin embargo, muchos
municipios de toda la región, desde Chiapas hasta Costa Rica, también asumieron el derecho de actuar por
cuenta propia, y muchos declararon su independencia no solo de España, sino también de México y
Guatemala. El nuevo gobierno, dominado por el abogado y profesor hondureño José Cecilio del Valle,
reaccionó rápidamente para incorporar el reino al Imperio Mexicano el 5 de enero de 1822.

GUATEMALA SE INDEPENDIZA DE MÉXICO

En marzo de 1823 el gobierno de Iturbide en México colapsa y éste abdica. El 14 de junio se reúne el primer
Congreso y se anula la anexión a México, aprobándose la Declaración de Independencia absoluta de
Centro América el 1 de julio de 1823 y formándose las Provincias Unidas de Centro América, una federación
que incluía a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. El Dr. Pedro Molina se convierte en
Presidente de la Junta del Supremo Poder Ejecutivo.

LA FEDERACIÓN INVADE GUATEMALA

La discordia plagaba a la federación. Los estados miembros resentían a la élite comercial y burocrática
guatemalteca, que habían ejercido el poder durante la época colonial. Además, la élite estaba dividida en
facciones liberales y conservadoras, que peleaban por el poder en el gobierno, políticas económicas y el rol
de la Iglesia Católica en la sociedad. El primer presidente federal, el salvadoreño Manuel José Arce, renunció
en 1827 luego de solo 2 años al frente, al estallar una guerra civil entre las facciones opositoras. Para 1827
los conservadores guatemaltecos habían tomado el control tanto del gobierno de Guatemala como del
gobierno federal, pero en 1829 las fuerzas liberales comandadas por el General hondureño Francisco
Morazán tomaron la ciudad de Guatemala. Bajo la presidencia de Morazán (1830 – 1840) la federación lanzó
reformas liberales y trasladó la capital federal desde la ciudad de Guatemala hacia San Salvador.

Morazán y otros liberales abogaban por el capitalismo y el gobierno republicano y querían limitar el poder del
clero, mientras que los conservadores apoyaban a una iglesia fuerte, a los terratenientes tradicionales y
estados altamente autónomos. Morazán instituyó políticas liberales que fueron empujadas hasta niveles
estatales por el gobernador de Guatemala, Mariano Gálvez. Estas medidas tomaron propiedades de la iglesia,
comunidades indígenas y rurales, y las cedieron a propietarios privados e inversores extranjeros para
desarrollar la agricultura comercial. Los oficiales liberales también realizaron cambios importantes en los
sistemas educativos, propiciaron la inmigración extranjera, e introdujeron los juicios con jurado y otras
innovaciones judiciales que reemplazaron las prácticas legales españolas tradicionales.

DISOLUCIÓN DE LAS PROVINCIAS UNIDAS DE CENTRO AMÉRICA


Estas acciones alienaban grandes sectores del clero guatemalteco, abogados y campesinos rurales, que se
molestaron por la pérdida de sus tierras y los ataques a sus sacerdotes. Cuando una epidemia de cólera
propagó la miseria en Guatemala en 1837, empezaron a ocurrir revueltas espontáneas. Rafael Carrera, un
antiguo oficial del ejército que peleó en la guerra civil de 1827 – 1829, lideró a los campesinos en una exitosa
guerra de guerrillas.

Carrera tenía puntos de vista conservadores muy arraigados, apoyaba a la iglesia y abogaba por el derecho
de los estados frente a la autoridad federal. Derrocó a Gálvez (gobernador de Guatemala) en 1838. Luego,
conforme la federación empezaba a desintegrarse, derrotó a Morazán en marzo de 1840, poniendo con ello fin
efectivo a las Provincias Unidas de Centroamérica. Desde entonces, Carrera dominó Guatemala casi como un
dictador hasta su muerte en 1865.

SURGIMIENTO DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA


Bajo el mando altamente conservador de Carrera, Guatemala se declaró a sí misma formalmente como una
república soberana en 1847. El clero católico recuperó mucho de su poder, y la influencia extranjera declinó.
Al imponer estabilidad y orden en el país, el régimen trajo un modesto crecimiento económico e inició con la
construcción de carreteras, puentes y demás infraestructura. El primer producto de exportación de Guatemala
fue la cochinilla, un colorante extraído de insectos, y posteriormente el café, amarrando la economía
guatemalteca a la de Gran Bretaña a través de su centro de comercio en Belice.

El poder militar de Carrera también influenció varios eventos en los estados cercanos. Carrera intervino varias
veces en la política interna de El Salvador y Honduras, y en 1857 tropas guatemaltecas jugaron un papel
importante en la expulsión del aventurero estadounidense William Walker, quien se había hecho con el poder
en Nicaragua.
LA LEGISLACION AGRARIA DEL PRIMER GOBIERNO LIBERAL

La revolución liberal de 1871 (Guatemala) fue un proceso revolucionario ocurrido en Guatemala, de carácter
liberal, que causó un cambio en la política de este país, y que derrocaría al presidente Vicente Cerna y Cerna.
Liderada principalmente por Miguel García Granados, y con importante participación de Justo Rufino Barrios,
se dio como resultado de la lucha entre conservadores y liberales, desarrollada en diferentes eventos desde la
Independencia Centroamericana. Los liberales esperaron a que falleciera el gobernante conservador Rafael
Carrera en 1865 para alzarse contra el gobierno conservador de los 30 años.

UNA MIRADA A LA HISTORIA AGRARIA DE GUATEMALA. La forma finquera de Estado y la servidumbre


agraria, forma en que se organiza y se perfila el Estado independiente guatemalteco tiene relación directa con
las haciendas coloniales, y a partir de la reforma liberal, la finca cafetalera dibuja y define los rasgos
fundamentales de la anatomía de la sociedad guatemalteca, la cual se expresó en una forma específica de
Estado.

Si bien el Estado tiene su propia especificidad, el sentido y el límite histórico de sus acciones se encuentran
en las formas de poder que emanan de la sociedad misma. Hasta nuestros días, la finca constituye la
estructura de poder fundamental. En 1871 había por lo menos siete tipos de propiedad diferentes, de los
cuales sólo una fracción podía considerarse propiedad absoluta en el sentido moderno. Existían tierras
adquiridas “con título legítimo”; las tituladas “ad corpus”; terrenos poseídos por personas que
“carecían de títulos”; tierras de “ejidos” y “tierras comunales” de los pueblos indios; tierras de
“comunidades religiosas”, de “cofradías indígenas”, y de “fundaciones de las festividades religiosas”.
A mediados del siglo el 70% de las tierras estaban en manos de comunidades indígenas.

Para que la economía cafetalera se expandiera y consolidara como sistema dominante serían necesarias
profundas transformaciones de la estructura socioeconómica. A diferencia de la grana, la economía cafetalera
necesitaba de una libertad de expansión territorial y de apropiación privada del suelo. En aquellas
circunstancias ese objetivo solamente se podía lograr mediante un profundo cambio tanto en las formas de
tenencia de la tierra y las formas de organización social que les eran orgánicas. En otras palabras, la nueva
vinculación con el mercado mundial, el desarrollo de rasgos de una economía agro exportadora,
condicionaron el desarrollo de tendencias internas hacia una reforma de la economía que podía lograrse
mediante una transformación del Estado.

Con la toma del poder de los liberales en 1871, dio inicio una época de reformas que redefinieron el perfil de
Guatemala según pautas de un proyecto cafetalero de nación. La piedra de toque fue la reforma agraria
liberal. Esta quebró la columna vertebral del régimen tradicional de tenencia de la tierra, y estimuló un proceso
de acumulación privada del suelo a costa de la propiedad comunal indígena y del clero.

En diez años el país quedó convertido en un conjunto de plantaciones cafetaleras, el café se había convertido
casi en el único producto de exportación. En 1880, representó el 92% de las exportaciones; en 1881, el 98%,
y el 85% en 1892-1893. La expansión finquera, fomentada por el reparto agrario estatal, siguió la tendencia a
su consolidación como núcleo de la economía y las relaciones sociales en las siguientes décadas.

La época de privatización eufórica y reparto agrario de los gobiernos liberales llegó a su declive a partir de
1921.

Después de haber concluido el periodo liberal la concentración agraria en unas cuantas manos no se había
modificado: el 87% de la producción cafetalera se ubicaba en 1,722 fincas, siendo que el total de fincas
cafetaleras era de 31,000, cuestión que se prolonga hasta la actualidad sin modificaciones sustantivas. Ese
87% de la producción cafetalera se daba en fincas de 10 a más de 200 caballerías, este tipo de finca
representaba aproximadamente un 0.2% del total de fincas y concentraba más del 50% de la tierra. El
crecimiento de la forma valor de la producción nacional ligado al auge de la economía cafetalera no se tradujo
al mismo tiempo en un despliegue de la forma de organización típica del capitalismo: el trabajo asalariado. La
finca, el latifundio cafetalero, núcleo de la economía nacional durante el período posterior a la independencia y
más aún posterior a la revolución liberal, no era en sí una unidad capitalista sino precapitalista y semi-feudal
que utilizaba fuerza de trabajo servil para la producción de grandes volúmenes de mercancía exportable.

El reparto agrario liberal, como se ha visto, liberalizó el acceso a la tierra, en parte como patrimonio adquirido
políticamente, así como por la transformación del suelo en mercancía. Sin embargo, los capitales invertidos
inicialmente en el establecimiento de las fincas, lejos de llevar a transformar la tierra en parte del capital
productivo, fueron un factor que posibilitó la estabilización de la renta, es decir, de un poder basado más en el
control de la tierra que en el capital propiamente dicho.

GOBIERNOS LIBERALES DE 1885 A 1930

Revolución Liberal de 1871


La revolución liberal de 1871 (Guatemala) fue un proceso revolucionario ocurrido en Guatemala, de carácter
liberal, que causó un cambio en la política de este país, y que derrocaría al presidente Vicente Cerna.
Liderada principalmente por Miguel García Granados, y con importante participación de Justo Rufino Barrios,
se dio como resultado de la lucha entre conservadores y liberales, desarrollada en diferentes eventos desde la
Independencia Centroamericana. Los liberales esperaron a que falleciera el gobernante conservador Rafael
Carrera en 1865 para alzarse contra el gobierno conservador de los 30 años.

Federación Centroamericana
Desde la independencia de Centroamérica, los conflictos fueron comunes y constantes, primeramente las
luchas entre quienes querían anexarse a México, y quienes querían establecer una nación aparte y segundo,
las luchas entre los conservadores, que querían mantener los parámetros de gobierno que hubo durante la
dominación española, y los liberales, que querían un cambio radical en ciertas políticas tras la independencia.

El político y militar salvadoreño Manuel José Arce llegó a la presidencia centroamericana en 1825,
gobernando hasta 1829, gobernando primero con el apoyo de los liberales, pero tiempo después con el de los
conservadores. Éste, tras ser depuesto por el general Francisco Morazán y huir a México, encabezaría
rebeliones frustradas en 1831 y 1833.

Historia de la Reforma Liberal


Con largos antecedentes de lucha entre conservadores y liberales, y con un gobierno conservador y declarado
vitalicio con su antecesor Rafael Carrera, los liberales exiliados en México y liderados por Miguel García
Granados y Justo Rufino Barrios, hicieron una revolución para deponer a Cerna. El 30 de junio de 1871, el
ejército liberal entró en la Ciudad de Guatemala y García Granados se convirtió en presidente provisional,
gobernando hasta el 4 de junio de 1873.
Desde los primeros días de su gobierno, se iniciaron los decretos que modificaron radicalmente la política
económica y diplomática del régimen guatemalteco. Por ejemplo, el Ministerio de Fomento fue creado por
García Granados el 25 de agosto de 1871, según el decreto N.°14 del gobierno liberal, en sustitución del
Consulado de Comercio que había funcionado durante los gobiernos conservadores; este nuevo ministerio
quedó encargado de promover y mejorar el comercio, la agricultura, ganadería, artes, industrias, obras
públicas, líneas telegráficas y demás medios de comunicación.
Ataque al poder político y económico de la Iglesia Católica
Antes de 1871, la economía guatemalteca se había basado en cultivos o actividades que no exigían mucha
mano de obra, como el del nopal nutriente de la cochinilla. Pero al ser desplazada la grana de los mercados
internacionales por los tintes químicos artificiales, el nuevo cultivo que se desarrolló -el café- exigió para su
producción de muchos obreros. El problema se resolvió reinstaurando sistemas de contratación y manejo de
trabajadores propios de la época colonial; este sistema de trabajo forzoso rebasó el campo agrícola y se usó
también en obras públicas, especialmente en construcción de caminos, telégrafos y otras vías de
comunicación. Así pues, el mérito innegable del adelanto en transportes, especialmente el ferroviario, y el de
la creación de una moderna red de servicios públicos, se vieron opacados por el establecimiento de prácticas
casi esclavistas con dicho reglamento.
Por otra parte, el clero regular, que era un poderoso terrateniente y factor político durante el gobierno
conservador, nuevamente fue despojado de sus bienes, incluyendo no solamente sus conventos, sino que
también sus haciendas, ingenios azucareros y doctrinas. Los jesuitas fueron expulsados el 3 de septiembre de
1871 después de que les dieron veinticuatro horas para salir del país; setenta y dos de ellos se embarcaron
en Puerto San José para Corinto, en Nicaragua.
A principios de octubre de 1871 se produjo una revuelta conservadora en el oriente del país, que obligó a
García Granados a salir de la ciudad a aplacarla; entonces, aprovechando su ausencia, los ministros de
Estado emitieron los decretos N.° 21 y 22 del 14 de octubre de 1871, lo nombraron a él como Capitán General
del Ejército y al entonces mariscal Justo Rufino Barrios como Teniente General del Ejército, por sus «servicios
en favor de los pueblos». El 17 de octubre regresó García Granados y ratificó esos decretos y también emitió
el decreto N.° 23 por el cual expulsó al arzobispo de Guatemala y el N.°24 con el que expulsó al obispo, por
haber dirigido la revolución conservadora en oriente. Finalmente, para debilitar completamente al clero
secular, se prohibió el diezmo obligatorio el 22 de diciembre de 1871
Siendo Justo Rufino Barrios teniente general del ejército y encargado de la presidencia del gobierno provisorio
de la República por ausencia de García Granados, el 24 de mayo de 1872 confiscó algunas propiedades de
los religiosos y suprimió a los jesuitas y a otras órdenes regulares. Barrios estaba convencido de que la Iglesia
Católica había sido responsable por la caída del gobierno liberal de Francisco Morazán y que había dado su
apoyo total al gobierno de Rafael Carrera; por esta razón, decidió que esto no podría ocurrir nuevamente en
Guatemala nunca más y se empeñó en minar el poderío económico de la iglesia.
En virtud de este decreto, el ejército ocupó los edificios de las órdenes, y le dio el ultimátum a los religiosos
que si querían permanecer en el país, que fueran secularizados —es decir, que se convirtieran en sacerdotes
y abandonaran la orden regular a la que pertenecían—.
Finalmente, en marzo de 1873, se decretó que el clero secular estaría sujeto a las cortes civiles, se decretaba
la libertad de culto y las órdenes religiosas fueron puestas bajo el control del gobierno.
Rivalidades entre García Granados y Justo Rufino Barrios
La reforma liberal siguió los lineamientos del programa de gobierno de Morazán y Gálvez en la década de
1830, con la diferencia que Miguel García Granados era un político moderado, que creía en la transformación
lenta del pueblo y el gobierno. Por su parte, Justo Rufino Barrios quería arrebatar el poder a dicha familia,
cuando fue nombrado gobernador de Quetzaltenango se dio cuenta que para establecer el liberalismo en
aquella provincia debía quebrar la influencia que ejercían allí los jesuitas, de tal manera que optó por
deshacerse de ellos, enviándolos a la ciudad de Guatemala. Para neutralizar el poder político de la iglesia
católica, que había sido reforzado por el Concordato de Guatemala de 1852 suscrito por Carrera y los
miembros del Clan Aycinena con la Santa Sede, Barrios inició su ataque contra la orden regular que
consideraba más perniciosa: los jesuitas.
Barrios tenía el respaldo de los liberales radicales, mientras que García Granados el de los liberales
moderados y -en menor grado- los conservadores del Clan Aycinena. Pronto se iniciaron ataques mediante
publicaciones de ambos bandos, y la tensión llegó a tal grado que el problema de la expulsión de los jesuitas
llegó a las manos de García Granados. El presidente, deseoso de evitar una confrontación directa, se dirigió a
las provincias del oriente del país para sofocar una insurrección conservadora y designó a Barros como
presidente provisional. Cuando García Granados volvió, apenas pudo reconocer su programa moderado de
gobierno. Los radicales entonces se propusieron instaurar a Barrios permanentemente en la presidencia y
surgió así un evidente deseo de sustituir al indeciso anciano presidente por el joven caudillo que poseía un
carácter más fuerte y resuelto.
Protestantismo
Siendo ya presidente Justo Rufino Barrios, abrió las puertas de Guatemala a la migración de misioneros
evangélicos en este país, siendo el primero el presbiteriano John C. Hill. La simpatía por el protestantismo
esencialmente era que los liberales ansiaban un sistema de educación que sustituyera el escolástico de los
jesuitas; para ello era necesario tomar el camino de la educación pragmática, inclinada más a la ciencia y a la
tecnología, para salir del tradicionalismo de las bellas letras. El hecho de Justo Rufino Barrios fuera activo
masón no era antagónico con el protestantismo de ese tiempo; es más poseían rasgos en común, por
ejemplo: la defensa de la libertad de culto, declararse en contra del monopolio de la iglesia católica, las ideas
de los valores éticos, la democracia y su perspectiva teórica respecto al trabajo.

Mandato de Justo Rufino Barrios e intento de reunificación de Centroamérica


En 1873 fue elegido presidente de Guatemala Justo Rufino Barrios, quien seguiría una línea mucho más
radical que la de Miguel García Granados, y a quien se le conocería en Guatemala por haber declarado
la educación laica, gratuita y obligatoria, y quien llevaría a cabo reformas sociales, culturales, económicas y
legislativas. Durante su gobierno, Barrios establecería una política anticlerical, suprimiendo las hermandades y
órdenes religiosas, y expropiando los bienes de la iglesia, y también establecería la Constitución de 1879 en la
que explícitamente se prohibía el establecimiento de monasterios en el país.
Dos factores económicos importantes ocurrieron en este período:

1. Se introdujo la producción a gran escala del café.j


2. A fin de recompensar a los militares que colaboraron con la revolución, se expropiaron las tierras de
indios, extensiones de tierra donde los indígenas guatemaltecos vivían desde la época colonial.
Asimismo, se instituyeron las rotaciones de los indígenas entre las propiedades de los nuevos
terratenientes. Durante el gobierno de Barrios se despojó a los indígenas de las tierras de indios, las
cuales se repartió entre los oficiales que lo ayudaron durante la Reforma Liberal. El Decreto 170 (o
Decreto de Redención de Censos) facilitó la expropiación de las tierras a los indígenas en favor de los
oficiales, y de personas alemanas en las Verapaces, al propiciar la venta en pública subasta de las
tierras comunales. La propiedad comunal, dedicada a cultivos de subsistencia, se convirtió en
propiedad privada dirigida al cultivo y comercialización a gran escala de productos agrarios. Por tanto,
las características fundamentales del sistema productivo, fueron desde la época de Barrios la
acumulación de la propiedad en pocas manos y una especie de «servidumbre de finca», basada en la
explotación de los «mozos colonos».
Durante su gestión continuó la política iniciada en la anterior presidencia, emprendiendo un vasto programa de
reformas que abarcaron, entre otros aspectos, a la Iglesia, la economía y la educación. Fundó el Banco
Hipotecario, el llamado hospital de Oriente, la Escuela Politécnica y mandó construir el Cementerio General de
Guatemala y la Penitenciaría Central de Guatemala. Además, durante su presidencia, en Guatemala se
tendieron las primeras líneas telegráficas y ferroviarias, firmándose el contrato para la construcción del
ferrocarril del Sur. En el orden administrativo y legal, se promulgaron el Código Penal, el Militar y el Código
Fiscal Asimismo fueron creados los departamentos de Retalhuleu y Baja Verapaz y se estableció la educación
pública gratuita, a través de escuelas en todo el país, suprimiéndose paralelamente las hermandades y
órdenes religiosas. Barrios también disolvió la Asamblea Legislativa y convocó a una constituyente compuesta
únicamente por sus allegados para que promulgaran la Constitución de 1879, hecha a la medida de sus
necesidades. y, al año siguiente, fue reelegido presidente para un mandato de seis años. También para darle
apariencia de democracia presentó su renuncia a la Asamblea legislativa en dos ocasiones, la cual no fue
aceptada en ninguna de los casos.
Barrios legalizó el despojo de las tierras comunales de los campesinos: mientras que autoridades rurales
rechazaban sistemáticamente peticiones de compras de las comunidades, adjudicaban las tierras comunales -
declaradas baldías- preferiblemente a extranjeros pues el general Barrios opinaba que un «alemán valía por
doscientos campesinos». Por otra parte, en San Marcos existían tierras óptimas para el café, de las cuales
cientos de caballerías fueron adquiridas rápidamente por Barrios y sus allegados y en Huehuetenango, un
ladino obtuvo quinientas caballerías de tierras comunales, cuyos campesinos solo pudieron adquirir lotes de
tres a cinco cuerdas. En Escuintla, en 1877, la familia Herrera -que posteriormente llegó a poseer ingenios
azucareros de gran envergadura- se hizo de noventa caballerías de las tierras comunales de Santa Lucía
Cotzumalguapa y Siquinalá.
Alta Verapaz fue en donde los alemanes se concentraron: a fines del siglo XIX los finqueros alemanes llegaron
a concentrar en sus manos tres cuartas partes de la extensión total de los 8,686 km 2 que tenía el
departamento. Además se constató que los campesinos huían de sus pueblos para no caer en manos de los
finqueros, quienes además de despojarlos de sus tierras los obligaban a trabajar en las plantaciones y
beneficios de café.
Para garantizar el suministro de mozos colonos, decretó el Reglamento de Jornaleros, legislación laboral que
colocó a la población indígena prácticamente a la disposición de los intereses de los nuevos latifundistas
cafetaleros, y los tradicionales conservadores - con la notable excepción del clero regular de la Iglesia
Católica, el cual fue expulsado del país. El decreto establecía lo siguiente para los indígenas:

1. Quedaron obligados a trabajar en las fincas cuando los dueños de éstas los necesitaran y sin importar
en donde se encontraran.
2. Quedaron bajo la tutela de las autoridades locales, quienes se encargaban de velar porque los
contingentes de indígenas fueran enviados a las fincas.
3. Quedaron sujetos a la habilitación: paga forzada anticipada, endeudadora del trabajador y justificadora
de su envío a las fincas y de su retención en ellas.
4. Creación del libreto de jornaleros: documento probatorio de la solvencia del trabajador frente a su
patrono, y sin la cual el trabajador estaba sujeto al rigor de las autoridades y de los dueños de fincas.
Como resultado de este reglamento, hubo un notable aumento de las exportaciones, y se activó el intercambio
con los países capitalistas; tanto los antiguos conservadores aristócratas como los nuevos terratenientes
cafetaleros se vieron beneficiados con estas medidas. Ahora bien, hubo un terrateniente conservador que fue
atacado y despojado de los privilegios que había gozado durante el gobierno de los 30 años: el clero
regular de la Iglesia Católica; los liberales cafetaleros atacaron a la Iglesia Católica por los fuertes lazos que
ésta tenía con los miembros del Clan Aycinena que gobernó a Guatemala junto con el general Rafael Carrera.
Lo que logró la política económica impulsada por Barrios fue la creación del capitalismo en la agricultura del
país; muchos de los nuevos terratenientes alemanes eran capitalistas o gozaban de créditos en poderosos
bancos o casas comerciales de Hamburgo. Se calcula que para 1898 -año en que se inició el gobierno del
licenciado Manuel Estrada Cabrera-, los alemanes habían invertido en Guatemala más de ciento veinte
millones de dólares norteamericanos. Por otra lado, debido al alto nivel de corrupción existente en el gobierno
liberal, de entre sus filas surgieron muchos nuevos ricos, incluyendo a Justo Rufino Barrios, quien como
principal promotor de la reforma agraria liberal muy pronto se convirtió en el principal exportador de café del
país.
Política interna
Barrios persiguió enconadamente a la oposición, obligando a huir a muchos guatemaltecos al exilio de las
tierras guatemaltecas. Durante su exilio, el poeta cubano José Martí, llegó a Guatemala: venía de México
decepcionado del régimen del general Porfirio Díaz y con la esperanza de encontrar uno mejor en el de
Barrios. Durante su estancia en Guatemala en 1877 conoció a María García Granados y Saborío, hija
de Miguel García Granados a quien cortejó, pero estando ya comprometido, ya no pudo corresponder. Martí
se casó en 1878 y a los pocos meses murió María de una enfermedad pulmonar agravada por haber nadado
con unas amigas. Martí le dedicó en 1891 el Poema IX que es conocido como el famoso poema La Niña de
Guatemala. Devastado por la muerte de María, y decepcionado del gobierno de Barrios, Martí se fue de
Guatemala.
Constitución de 1879
Barrios convocó a una Asamblea Nacional Constituyente para emitir una nueva constitución. La constitución
finalmente fue emitida en 1879 y el documento final sirvió para satisfacer las necesidades del presidente Justo
Rufino Barrios, quien ya había sido presidente desde 1873 y a quien le correspondió el primer mandato
constitucional de seis años, que se iniciaron en marzo de 1879.
Entre las características de la constitución se encuentra que solamente se consideraban como ciudadanos
aquellos que supieran leer y escribir o que tuvieran profesión u oficio, y a los miembros del ejército, dejando
excluidos a la gran mayoría indígena del país, que era analfabeta. También garantizaba un trato digno y justo
para los presos, lo que fue violentado una y otra vez por todos los regímenes que gobernaron sobre la base
de ella, especialmente los del mismo Barrios, y los del licenciado Manuel Estrada Cabrera y del general Jorge
Ubico.
La Constitución fue decretada en 11 de diciembre de 1879 y el Poder Ejecutivo le puso el "Ejecútese" el 12 de
diciembre del mismo año.
Campaña de unificación centroamericana
En 1883, Barrios dejó la presidencia durante seis meses su cargo en una presidencia interina de José María
Orantes, con motivo de su viaje a Nueva York a firmar el tratado para fijar los límites con México, regresando
el 5 de enero de 1884 a la presidencia. Esta reunión pretendía tener el apoyo de México con su afan de que
este país apoyara la unión, pero a un precio alto, pues renunció por completo a la potestad sobre los territorios
de Chiapas y Tabasco. Su más grande anhelo sería la reunificación de Centroamérica, inspirado
probablemente en el liberal Francisco Morazán.
En 1885, con el apoyo de Honduras, emprendió una campaña militar para restablecer por la fuerza la unión
centroamericana y declaró que asumía el mando militar de Centroamérica. Barrios obtuvo el respaldo del
presidente de Honduras Luis Bográn, pero Costa Rica, El Salvador y Nicaragua se aliaron para oponerse a
sus pretensiones, y también las condenaron los Estados Unidos y México.
Para poner en práctica sus planes, Barrios invadió El Salvador en marzo de 1885, mientras tropas de Costa
Rica y Nicaragua se aprestaban a enfrentarse con las de Honduras. Sin embargo, los planes de la
reunificación centroamericana se vieron frustrados súbitamente, ya que el presidente guatemalteco murió en
la Batalla de Chalchuapa, poco después de que sus tropas invadieran El Salvador.

Gobierno del general Manuel Lisandro Barillas


A raíz de la renuncia del presidente Alejandro M. Sinibaldi, provisorio que ejerciera después de la muerte
violenta del general Justo Rufino Barrios en 1885, la Asamblea Nacional declara que el segundo designado a
la presidencia de la República asumiera el poder. La persona señalada era el general Manuel Lisandro
Barillas. quien llegó en el instante del sepelio del general Justo Rufino Barrios y exigió a Juan Martín
Barrundia —hasta pocos días antes Ministro de Guerra de Barrios y principal candidato a quedarse en la
presidencia— que le fuera entregado el poder, aduciendo que un número regular de tropa venía con él,
indicándole a Barrundia que la tropa estaba acantonada a inmediaciones de la ciudad. Antes de que Barillas
se valiera de aquel ardid para presionar por la entrada inmediatamente de la presidencia, ocupaba el puesto
de jefe de político de Quetzaltenango. La tropa de la cual hablaba no existía y así marchó al Palacio de
Gobierno para asumir la primera magistratura de la Nación.57 Cuando Barrundia comprendió su error, ya era
tarde; decidió alejarse del país por un tiempo, ya que disponía de los medios necesarios para ello. Barrundia
regresó a Guatemala en 1888, para finalmente radicarse en México desde donde publicó folletos en contra del
gobierno de Barillas.
Modificaciones constitucionales de 1887 y expulsión del arzobispo Casanova y Estrada
El 26 de junio de 1887 Barillas suspendió las garantías constitucionales y se instituyó el dictador, reconocido
por la Asamblea Nacional Legislativa, acción que fue comunicada a los otros gobiernos de Centroamérica y al
de México, indicándoles que la medida era transitoria. Amparado en su poder dictatorial, y en el artículo 92 del
Código Penal vigente en ese entonces y que castigaba con arresto o multa a todo aquel que sin permiso de la
república emitiese decretos de la Curia Romana, expulsó al arzobispo, licenciado Ricardo Casanova y
Estrada, quien estaba recopilando disposiciones de la Curia Romana y publicándolas como suyas en edicto
impresos fuera de Guatemala. Casanova se negó a aceptar el arresto y el 2 de septiembre de 1887 publicó
una protesta pretextando un atentado a la propiedad o a la libertad personal y como un abuso de fuerza. En
virtud de esto, Barillas emitió un decreto el 3 de septiembre de 1887 por el que expulsó al arzobispo por todo
el tiempo que el Ejecutivo considerara conveniente, pues consideró que no podía permitir que se incitara a la
rebelión alegando que solo se dependía del Papa.
El período de la presidencia estipulado por la constitución de 1879 era de seis años. Una de las estipulaciones
que más fue ignorada y que eventualmente fue modificada es la del designado a la presidencia. En el caso de
Justo Rufino Barrios, el designado era Alejandro M. Sinibaldi pero fue obligado a renunciar a los dos días; el
designado de Reina Barrios era Manuel Estrada Cabrera quien tendría que haber convocado a elecciones en
las que él no participaba pero se perpetuó por veintidós años en el poder; y en el caso de Lázaro Chacón el
designado, general Mauro de León fue ignorado en favor de Baudilio Palma y eventualmente asesinado
durante un golpe de estado contra Palma.
Las disposiciones transitorias dejaron en efecto los tratados realizados por el gobierno de Barrios,
especialmente el de límites con México, conocido como Tratado Herrera-Mariscal. También el Concordato de
1884, que al final no fue corroborado por el gobierno de Barillas.
Finalmente Barillas convocó a elecciones, las cuales ganó fácilmente. Para perpetuarse en el poder cambió la
constitución de la República a su sabor y antojo y prolongó el mandato constitucional por espacio de seis
años. Durante aquel gobierno se fusiló a numerosos enemigos del régimen y se expulsó del país a mucha
gente que no compartía el pensamiento político de Barillas. Dentro de las rebeliones que sofocó a sangre y
fuego se anota históricamente la de Huehuetenango en el año de 1887, que le dio oportunidad de suspender
las garantías constitucionales y disolver la Asamblea Legislativa para luego convocar una Asamblea
Constituyente que redactara una nueva constitución adaptada a las aspiraciones del gobernante.
El 17 de octubre de 1888, fue fundado en su honor el municipio de Barillas en Huehuetenango. El propósito de
la maniobra, aparte de darle su nombre, fue el de legalizar, en favor de propietarios individuales ladinos, la
adjudicación de doscientas caballerías expropiadas a los indígenas de Santa Eulalia.
Elecciones generales de 1892
En las elecciones de 1892, fue la primera vez que los partidos hicieron propaganda en los periódicos de la
época. Barillas Bercián fue un caso único entre todos los presidentes liberales que tuvo Guatemala entre
1871 y 1944: él entregó el poder a su sucesor en forma pacífica. Cuando el período de elecciones se
aproximaba, mandó a llamar a los tres candidatos liberales para preguntarles cuál sería su plan de gobierno.
Para entonces, Reyna Barrios había regresado a Guatemala y se había lanzado como uno de los candidatos.
Barillas conferenció por separado con cada uno de los candidatos liberales, y cuando Reyna Barrios le dijo
que el sabría respetarle y protegerle se decidió por apoyar a este último. Al llegar el período eleccionario, los
primeros dos días de votación favorecían a Lainfiesta. Pero al mediar el tercer día, una inmensa columna de
indígenas de Quetzaltenango y Totonicapán bajó de las montañas para votar por el general Reyna Barrios.
Los agentes oficiales hicieron su trabajo: resultó electo el general Reyna Barrios.

Gobierno del general José María Reina Barrios


Tras las elecciones populares, Barillas entregó la presidencia al también general José María Reina Barrios, en
período de quien se hicieron bellos monumentos en la Ciudad de Guatemala, se constituiría el actual Himno
de Guatemala y se celebraría la ambiciosa Exposición Centroamericana de 1897 para tratar de atraer
inversionistas a Guatemala que quedaran satisfechos con la construcción del ferrocarril interoceánico. Tras el
fracaso de la Exposición al no poder completar el ferrocarril a tiempo, la deuda externa con bancos ingleses
se disparó, su gobierno degeneró y terminó siendo asesinado por Edgar Zollinger después de la Revolución
Quetzalteca de 1897 en circunstancias que nunca fueron aclaradas. Tras su muerte, llegaría al poder el
presidente licenciado Manuel Estrada Cabrera quien era el primer designado a la presidencia y cuyo gobierno
de 22 años sería considerado relativamente conservador, pero en un momento en que la lucha Liberal-
Conservadora ya no estaba declarada.
Infraestructura
Durante su gobierno emprendió el embellecimiento de la Ciudad de Guatemala, a la que dotó de avenidas,
alamedas y monumento siguiendo el ejemplo de París. De sus obras, aún se conservan el «Paseo de la
Reforma»n y el «Parque Concordia».
Además se edificaron o remodelaron hermosos edificios como el Palacio Presidencial, que lamentablemente
fueron destruidos, en su mayoría, por los célebres terremotos de 1917–18. Se dio un mejoramiento del Parque
Reina Barrios ubicado en el Paseo de la Reforma (con la construcción del Pabellón de la Exposición
Centroamericana y la colocación de varias esculturas de animales provenientes de Europa) y se construyó el
edificio de la Propiedad Inmueble, hoy en día Museo Nacional de Historia, en el centro de la Ciudad de
Guatemala. El Palacio Presidencial, o Casa presidencial, fue inaugurado con motivo de la celebración del
cumpleaños del presidente Reina Barrios en diciembre de 1896 con una recepción y un banquete para
doscientos cincuenta invitados; la espléndida recepción fue criticada porque ya para entonces se empezaban
a advertir los serios efectos económicos que estas construcciones y mejoras tenían sobre la economía
nacional.
En cuanto a las comunicaciones, se preocupó de la construcción de caminos y de la conexión de telégrafos
internos e internacionales. Asimismo, durante su gobierno se concluyeron dos tercios del trayecto entre Puerto
Barrios en la costa atlántica y la ciudad de Guatemala, terminando en San Agustín Acasaguastlán,p y también
concluyó los cien kilómetros de vía férrea entre el Puerto de San José en el Pacífico y la Ciudad de
Guatemala ya que la construcción de un ferrocarril interoceánico era el principal objetivo de su gobierno, por la
importancia militar y económica que tenía en ese entonces.
Economía
El poder de los terratenientes sobre los campesinos se acentuó bajo el mandato de Reina Barrios y la gran
cantidad de moneda que acuñó para sus proyectos causó inflación y le hizo impopular. Este exceso de
moneda circulante se debió al endeudamiento para las obras de infraestructura y para la realización de
la Exposición Centroamericana en 1897 la cual, irónicamente, había sido planificada para mostrar los avances
agrícolas, culturales y comerciales de Guatemala a posibles inversionistas extranjeros pero fracasó cuando no
se pudo terminar el ferrocarril interoceánico a tiempo. Ese ferrocarril hubiese sido la mejor oferta para los
inversionistas extranjeros, pues 1897 todavía no había ocurrido la Guerra entre Estados Unidos y España por
la isla de Cuba y tampoco se había construido el Canal de Panamá.
La entrada de Brasil al mercado del café, que para entonces ya era el cultivo fundamental de los gobiernos y
terratenientes liberales, fue otro factor determinante en la caída de la economía guatemalteca. Esto provocó
un fuerte endeudamiento, principalmente con bancos británicos, el cual fue el principal factor para que su
sucesor, el licenciado Manuel Estrada Cabrera, buscara afanosamente el apoyo político, económico y militar
de los Estados Unidos, ya que en esos días las naciones europeas recurrían a invasiones militares cuando
tenían que cobrar las deudas de las antiguas colonias españolas (como fue el caso de la Invasión Francesa a
México en el siglo XIX).
De acuerdo al análisis de La Ilustración Guatemalteca, en marzo de 1897 existía una paralización completa en
los negocios por carencia casi absoluta de efectivo, situación muy grave que estaba empezando a afectar el
comercio, la agricultura, la industria y demás fuentes de riqueza. Las causas de este serio problema eran el
excesivo desarrollo que el gobierno de Reina Barrios había dado a necesidades ficticias -o sea, el
embellecimiento de la Ciudad de Guatemala, proyecto de Acatán y el gasto millonario en la Exposición
Centroamericana- sin haber tomado en cuenta el verdadero estado de las cuentas nacionales y para las que
necesitó de muchos recursos particulares obtenidos por medio de bonos. Esta actitud se había trasladado a
la población en general, ya que las familias habían entrado en una época de lujo y vanidad en el que se
buscaban coches, caballerizas, lacayos con lujosa librea, visitas al teatro y otras cosas en las que se gastaba
más de lo que las familias tenían de ingresos; esto resultaba en que se hubiera abusado del crédito y de la
especulación. Se consideraba para entonces que la única solución era una austeridad completa con un plan
de economías y la abstención absoluta de todo dispendio innecesario y se temía que se llegara a una
bancarrota estatal.
Por otra parte se indicaba que el país solamente producía café y no tenía ningún otro fruto con qué hacer
frente al sinnúmero de necesidades aumentadas por los bonos para el Ferrocarril del Norte, para Acatán y
para la Exposición, entre otros; por otra parte, todo era importado y por consiguiente, el país era deudor no
sólo por el importe de los bienes, sino también por el cambio de moneda, los fletes y las comisiones. Las
exportaciones guatemaltecas no llegaban a veinte millones de pesos y como eran muchas la fincas en manos
extranjeras, no regresaba al país el valor total de las exportaciones.
En resumen, no quedaba saldo alguno que pudiera equilibrar la balanza del comercio guatemalteco en 1897 y
se recomendaban medidas de austeridad y que se hiciera un préstamo a largo plazo negociado en buenas
condiciones, y que no fuera como los que hasta entonces se habían hecho por los gobierno guatemaltecos
que no solamente tenían intereses excesivos, sino que no eran administrados de forma honrada.
Extensión de su mandato
En enero de 1897 se iniciaron las revueltas en contra del gobierno de Reina Barrios; el 28 de enero el territorio
guatemalteco fue invadido por un grupo de revolucionarios que se componía de unos ciento cincuenta
hombres armados con rifles Remington, Winchester y Lebel. Tan pronto como el gobierno se enteró del
asunto, envió tropas para contener a los invasores, las cuales les dieron alcance el 2 de febrero en un lugar
llamado Granadías; tras el combate, los invasores fueron derrotados y sus líderes -Tadeo Trabanino, Braulio
Martínez, Juan Vargas y Anselmo Fajardo- apresados, juzgados y fusilados el mismo día. Por esos mismos
días empezaron a aparecer artículos de opinión en los que se tildaba al régimen de Barrios como tiránico,
aduciendo que no se había permitido que se desarrollaran los partidos políticos que estaban garantizados por
la ley.
El 5 de marzo de 1897 Próspero Morales renunció a su cargo como Secretario del despacho de Instrucción
Pública para participar como candidato presidencial en las elecciones presidenciales programadas para ese
año. En su carta de dimisión dirigida al presidente Reina Barrios, Morales indicó que lo hacía basándose en el
principio de alternabilidad que estipulaba la Constitución de Guatemala y porque quería combatir desde el
plano político las medidas tomadas por el gobierno del presidente, sin que se le achara que estuviera
traicionando al presidente o parapetándose desde su alto puesto oficial. A finales de marzo se publicaron
fuertes editoriales contra el gobierno en el periódico opositor La República indicando que no se había
concluido la línea del Ferrocarril del Norte y que para ello se necesitan casi doce millones de pesos
guatemaltecos y que si se suspendían dichos trabajos, el costo del mantenimiento de lo ya construido costaría
cerca de cuatro millones y medio de pesos guatemaltecos. Los editores de La República acusaron al gobierno
de despilfarrar el erario pues trató de hacerlo todo a la vez: aparte del Ferrocarril del Norte -que por sí solo
hubiera traído grandes beneficios económicos a Guatemala- se habían construido bulevares, parques, plazas,
edificios suntuosos, aparte de gastar tres millones de pesos guatemaltecos en la Exposición Centroamericana.
La República fue un poco más allá y acusó al presidente de apropiarse de bienes del Estado.
En mayo era mayor el rechazo a la medida de reeleción del presidente, la cual se calificó de atentado contra
la Constitución y se rechazó emitir publicaciones en las que se favoreciera la misma. Y cuando el proyecto de
agua de Acatán empezó a mostrar deficiencias y falta de agua las críticas del periódico opositor La
República -que entonces ya tenía seis años de existencia- fueron tan fuertes, que el gobierno lo suspendió a
mediados de mayo de 1897 hasta que demostrara de forma concluyente que el general Reina Barrios había
derrochado las rentas de la nación y que había hecho mal uso de ellas, para lo que el gobierno puso a
disposición de los redactores del diario los libros de contabilidad del Ejecutivo.
Por decreto de 24 de abril de 1897, la Asamblea Nacional Legislativa prorrogó sus sesiones por el tiempo que
fuera necesario. Cuatro días más tarde, y unos pocos antes de ser disuelta por el presidente, por decreto
número 360 de 28 de abril, nombraba primer y segundo designados a la presidencia, respectivamente, al
licenciado Manuel Estrada Cabrera y al general Manuel Soto.
El 31 de mayo de 1897 fue disuelta la Asamblea Legislativa; la publicación La Ilustración
Guatemalteca describe este hecho así: «Fundándose en las circunstancia que siguen, el Ejecutivo asumió los
Poderes de la República. Se pretendió romper por la Asamblea los lazos de la buena armonía entre los
Poderes de la Nación, y se llegó hasta el punto de dictar leyes anticonstitucionales y por lo mismo
inconvenientes y aún contradictorias. La minoría fue reduciéndose, cada vez más, hasta el número de nueve
diputados que no podían ni reunirse en junta el 31 de mayo último, quedando así disuelta, de hecho, la
augusta Representación Nacional.». Luego de disolver a la Asamblea, convocó a una nueva Asamblea
Constituyente en agosto de 1897, la cual prorrogó su mandato por otros cuatro años de acuerdo al decreto
emitido en agosto de 1897. Entre los diputados constituyentes que votaron a favor de la prórroga estuvieron el
licenciado Antonio Batres Jáuregui -quien fue varias veces Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala y
embajador de Guatemala ante los Estados Unidos- y el señor Carlos Herrera y Luna -quien en 1920 sería
designado Presidente de Guatemala.
La prórroga forzada del gobierno de Reina creó descontento entre la población guatemalteca, que se dio
cuenta de que las intenciones del gobernante ya no eran únicamente el progreso del país. Se dieron protestas
y el 7 de septiembre insurrectos tomaron los cuarteles y las oficinas públicas de San Marcos y marcharon
rumbo a Quetzaltenango con un ejército improvisado formado por trabajadores, comerciantes y profesionales.
Los líderes del movimiento, Juan Aparicio, hijo (acaudalado filántropo), y Sinforoso Aguilar (alcalde primero de
Quetzaltenango), fueron traicionados por un supuesto amigo y entregados a los militares leales a Reina
Barrios. El Presidente ordenó fusilarlos el 13 de septiembre sin previo juicio.
La sociedad quetzalteca suplicó al presidente que los condenados no fueran fusilados, a lo que Reina Barrios
finalmente accedió y pidió a su Ministro de Gobernación Estrada Cabrera que telegrafiara el mensaje. El
Ministro -que también era quetzalteco y tenía una querella personal con Aparicio-, retrasó el envío del
telegrama, el cual llegó a su destino después de la muerte de Aparicio. Aparentemente, Estrada Cabrera tenía
un problema personal con Aparicio por no haber logrado apoderarse de la Empresa Eléctrica de
Quetzaltenango, y aprovechó la circunstancia para eliminarlo. Al darse cuenta, Reina Barrios envía a Estrada
Cabrera a Costa Rica a una comisión diplomática; al regresar de ese país, Estrada Cabrera fue removido
como Secretario de Gobernación.
Aparicio y Aguilar, y cerca de dos centenares de los caídos en la batalla de Quetzaltenango, fueron
sepultados en una fosa común en el cementerio de Quetzaltenango conocida desde entonces como el
«Panteón de los Mártires».

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