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Reseña

Elementos conceptuales del dibujo artístico

Absalón Avellaneda Bautista

Editorial: Colección sin condición, Universidad Nacional de Colombia

Año 2006, Bogotá D.C., Colombia. 103 páginas

Pensar el dibujo artístico

Hacia el año 2006, se publica desde la facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia

un ensayo por parte del profesor Absalón Avellaneda Bautista, titulado “Elementos conceptuales

del dibujo artístico”. En él, este docente aborda el dibujo a partir de su experiencia profesional y

otra importante perspectiva: su formación en filosofía. El texto propone poner a consideración

elementos conceptuales y del lenguaje para comprender el dibujo artístico, su importancia y aporte

a las bellas artes; todo suscitado a partir del constante debate con las perspectivas de otros docentes

de la misma facultad.

La construcción del ensayo parte de conceptos básicos del dibujo como elemento de comunicación.

Luego de abordar el tema desde la perspectiva filosófica, en el proceso de comunicación de estas

ideas el autor usa un lenguaje propio de la filosofía donde se presentan diversos símiles y metáforas

que suponen un tipo de poesía en el texto. El uso de este lenguaje antepone una barrera para

transmitir estas ideas tan interesantes y de gran aporte a la concepción del dibujo artístico. Al

respecto, Jorge Luis Borges afirma en una entrevista para Joaquín Serrano, que “se debe escribir

en el lenguaje de la conversación, en el lenguaje de la intimidad”. Borges sugiere que ser un escritor

barroco o decorador no supone más que una barrera en la comunicación, y que en el proceso de ser
escritor se comprende – afirma Borges desde su experiencia- que el lenguaje amable con el lector

es mucho mejor para compartir las ideas (Borges, 1976). Claro está que el debate del uso del

lenguaje filosófico ha abierto las distintas perspectivas desde todas las disciplinas y que

enriquecer este debate no es el objetivo central de este texto.

Durante el ensayo, el profesor Avellaneda aborda el dibujo artístico desde su propia experiencia,

como un paso por la elaboración de uno de sus dibujos. Es entonces como durante el primer capítulo

del texto problematiza las percepciones comunes y toma una postura marcada en donde asevera

que el dibujo artístico es despreciado en la actualidad diciendo como cierre del primer apartado:

“Así se justifica plenamente el desprecio contemporáneo por el dibujo y junto con él, por todo lo

que escapa a las definiciones del lenguaje y a las manipulaciones del aparato comunicativo”

(Avellaneda, 2006)

Habiendo establecido su posición y en el ánimo de hacer comprender que el dibujo es más que un

conjunto de trazos inertes sobre una superficie, comienza a explicar lo que no es el dibujo, usando

teorías del lenguaje y citando a Wittgenstein como autoridad en la materia. Especifica entonces

que el dibujo artístico no significa, puesto que no es un sistema de signos conocidos y organizados

sino que falla en este aspecto pues su origen es únicamente la actividad compositiva del dibujante.

Cierra el segundo apartado explicando casi a manera de poesía, que el dibujo es “la infinita variedad

de puntos y luminiscencias del espacio primordial” (Avellaneda, 2006). En los apartados

siguientes, el escritor continúa explicando que muchas de los prejuicios que se toman respecto al

dibujo son equivocados y que gracias a ellos se ha demeritado la importancia de este componente

de las artes. Para ello se vale de obras de diversos autores en diferentes contextos –incluyendo

obras propias- para apoyar sus posturas respecto a los prejuicios existentes.
En el siguiente aparte, el autor se dispone a dibujar, y al establecerse en su sitio de trabajo, evalúa

el lienzo, el papel; el sustrato que va a recibir el trazo. Se vuelve de nuevo a tratar de entender el

espacio como parte fundamental del dibujo y destaca teorías como la construcción de la serie

Fibonacci que dan lugar a la proporción áurea, precisando que no se trata simplemente de un patrón

matemático o geométrico sino que es un comportamiento de la naturaleza y que al ser el dibujo un

elemento con conciencia propia, hace parte de la naturaleza y debe obedecer entonces a este

comportamiento. Como Avellaneda, otros artistas han usado y destacado el uso de la proporción

áurea en sus obras; Picasso es uno de ellos en su estilo cubista y es además nombrado varias veces

como referente en el libro. Joaquín Torres García, pintor uruguayo fue también un artista que

compartió la ideología del dibujo, o en su caso la pintura como una conciencia propia, expresando

en sus obras, símbolos simples que desde su concepción de Universalismo Constructivo sirvieran

de medio para la comprensión de lo que se quería comunicar con el arte en cualquier parte del

mundo (García, 1984). De esta premisa se define la concepción de Universalismo. Para Torres

García, y sus aprendices, el uso del compás era casi que sagrado y la proporción áurea tomó

protagonismo del mismo modo que para Avellaneda, solo que en el taller Torres García todos la

conocieron como “la medida de oro”.

Durante este apartado, el profesor da ciertas nociones de lo que es la línea y la figura, explicando

que la primera es el protagonista del dibujo pero que es complementaria al espacio, que el uno no

vive sin el otro. En el capítulo La Línea, el autor si describe este elemento como el punto de partida

y componente principal del dibujo artístico. Más que expresarse como un trazo, la línea adquiere

un carácter sumamente fuerte al afirmar que es una fuerza generadora y afirmadora de la existencia

(Avellaneda, 2006). Los contornos toman partido en este capítulo al ser familias, agrupaciones o

construcciones de líneas y son líneas en sí mismas que adquieren para el autor la esencia y atributos
del ser. Avellaneda atina en expresar que la línea es un ser pues aparte de ser individual es

polivalente, no tiene principio ni fin, no contiene partes y es pensamiento puro. Tratar de

comprender, analizar o siquiera vislumbrar vagamente esta postura es sumamente difícil no solo

por lo contundente de las afirmaciones sino también porque se convierte en una ruptura de los

paradigmas y una propuesta en donde elementos tan simples e inherentes a la vida humana como

el dibujo o la misma línea adquieren un sentido de ser y se convierten en conciencias de sí mismos.

Entonces si el dibujante es un ser y la línea es a la vez un ser, ¿son seres diferentes y alguno tiene

jerarquía sobre el otro?

Preguntas tan profundas como esta surgen en cualquier punto de la lectura del libro, y en el último

capítulo, “La figura”, como tema que condensa todo lo propuesto, estas preguntas empiezan a ser

respondidas, o aún más interesante: se vuelven más complejas. El autor se asume a sí mismo como

un instrumento que permite que el dibujo se materialice, explica también que la acción de dibujar

supone una intensidad existencial muy fuerte y que cada componente hace parte de un todo más

grande, de universos contenidos en otros más grandes, que el ser del dibujo y el ser del dibujante

convergen en algún punto en el enorme todo que es el universo, pero a la vez cada uno y los

elementos que los componen son universos propios de sí mismos.

Asimilar estas ideas e incluso llegar a compartirlas es un reto cognitivo y esotérico puesto que se

debe disponer de una capacidad grande del pensamiento para poder asimilar esta carga. Este ensayo

es una visión compleja e interesante de igual manera, de un componente esencial en la vida de los

artistas. Para mí como diseñador, supone una herramienta de la comunicación no verbal en donde

se desempeña como organizador y transmisor eficiente de las ideas. De alguna manera, esto

contrasta con la postura del docente Avellaneda pues en este caso si son representaciones de objetos

reales o virtuales y no procuran nada más que comunicar las ideas de manera rápida y e infalible,
siendo fiel a la concepción del dibujo por parte de Dan Roam que afirma en su libro que dibujar es

pensar visualmente y que el dibujo es una herramienta de comunicación inherente al ser humano

desde la prehistoria (Roam, 2016).

En conclusión, otorgar al dibujo una importancia tan significativa – al punto de afirmar que es un

ser- es un aporte tanto al ejercicio del pensamiento puro como al entendimiento de la acción de

dibujar en sí misma y lo que esto supone y conduce a unas nuevas formas de ejercer y concebir el

dibujo entendiéndolo como un elemento simple que contiene un trasfondo totalmente complejo.

De mi parte no resta más que invitar a la lectura de este ensayo resaltando que será un reto para los

lectores que no tengan familiaridad o gusto por la filosofía, pero ¿qué es la vida entonces si nunca

nos retamos a nosotros mismos?

Bibliografía
Avellaneda, A. (2006). Elementos conceptuales del dibujo artístico. Bogotá D.C.: Colección sin
condición.
Borges, J. L. (1976). Celebrando a Borges. (J. S. Serrano, Entrevistador)
García, J. T. (1984). Universalismo Constructivo. Madrid: Alianza Editorial.
Roam, D. (2016). Draw to Win: A Crash Course on How to Lead, Sell, and Innovate With Your Visual
Mind. US: Penguin Putnam Inc.

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