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Con renovada fe en el futuro, los Miembros de Número del
IDA se complacen en ent"'9ar la pre_nte publicación, como homendle a
su Patria, en el Sesquicentenario de vida republicana.
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• Ren.in Cisne ros del HIerro MIguel A, Hermosa Cabezas ~
• Carlos Benavides Vega Bolivar Cabascango Rubio ~
• Raúl Maya Andrade Alfredo N. Monlalvo Males •
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EDITOR:
Inltítuto Otavaleño de AntlOpolo¡ía -1980
Cuilla 1478
Otavalo·Ecuador
CONSEJO EDITORIAL:
DIAGRAMACIOH y DlSSflo:
Edwjn Rivadeneira
Julio O. F1018' R.
IMPRESION:
Editorial "GaIlocapil4n"
Oravalo • Ecuador
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Fra.l SalO.Oll
LOS SEÑORES ETNICOS DE QIDTO
Serie. Etnoltistoria
CONTENIDO
Pág.
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Las fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Normas técnicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Capítulo 1
Capítulo 11
Las Ull,jtakuna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
17
Los valles húmedos interandinos. . . . . . . . . . . . .. .. .. .. 95
Capítulo III
Capítulo IV
La Articulación Interzonal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Capítulo V
18
Capítulo VI
Capítulo VII
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 321
19
Indice de Tablas
Indice de Diagramas
21
22
Capítulo IV
La Articulación Interzonal
157
pequeño resumen y una sugerencia sobre la integración del "tian
guez" con otras conocidas instituciones locales.
161
negros e negras que entraren en el (tianguez) o hizieren malos tra
tamyentos a los yndios del tvanques" (20 LCQ. t.2:69). La inter
vención española distorsionó la oferta, en casos como los mencio
nados en una real provisión de 1567, donde es evidente una sos
pecha de parte de la corona, que los encomenderos habían obsta
culizado la traída de productos al mercado, para expropiar con
más facilidad la provisión en la forma de tributo (AG l/S Aud.
Quito 211 ).
162
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Figure 13.
163
Pero aún en fechas más tempranas, los españoles ya pre
cionaron en los viejos "tiangueces" para satisfacer sus demandas,
y en much ísimos casos hasta organizaban otros "tianqueces" nue
vos. Fernando de Santillán, presidente de la recién fundada Au
diencia de Quito, ordenó la inauguración de "tianqueces" en casi
todos los sitios donde habitaban los colonizadores, y como resul
tado, cuando a él se tomó residencia en 1568, los testigos afirma
ron que los "tiangueces" pod ían ser hallados dondequiera, pero
que no se sab ía cuales exist ían "por mandato de los d ichos presi
dentes e oidor" y cuales fueron "antigua cosa entre los yndios"
(CVG la ser. vol. 27:58,67,69,76,85,95,104,170,185,198,
278, 332-33, 340, 350). Por esta razón es incorrecto aceptar la
existencia de lugares de intercambio autónomos y centralizados,
excepto donde (como en el caso de Quito), la documentación del
estrato más primitivo asegura su autenticidad.
164
laes". Ya que la e no hubiera sido necesaria sin que la segunda a
lleve la entonación fuerte, se ha interpretado la forma plural co
mo mindaláes y el singular como mindalá. En todos los contextos
menos la transcripción paleográfica, se ha suplido el acento de
acuerdo a este criterio). En el español de Tulcán, escribe Zenón
Ponce (1955:44), "m indala significa poquito, miserable". Manuel
Moreno, un cuencano, da el sentido quichua de "mujer que reco
rre los campos comprando y vendiendo comestibles" (1956 t.1:
293). Otro lexicógrafo de la misma región, Alfonso Cordero Pala
cios, (1957: 193), define mindalá como:
Nombre que se da a las mujeres indias o del bajo vulgo,
que venden al por menor, en un sitio señalado y diaria
mente, o ambulando de pueblo en pueblo, comestibles,
especias, legumbres, etc.
165
sierra parecen haber pertenecido (aunque la evidencia es franca
mente inadecuada, ver Loukotka 1968:246,250). También tiene
razón en buscar primero entre qu ienes moraban dentro de zonas
de contacto con los antiguos serranos. Otra etimología especulati
va se lee en el compendio de Jijón, basada en una síntesis de va
rios trabajos sobre el "Cayapa-Nigua", idioma emparentado con
el "Colorado", y que se habla hoy en la provincia de Esmeraldas.
Jijón (1941 t.2:382) da
169
Los Yumbos: intercambio a nivel de unidades domésticas.
171
te de los Yumbos, de Tomavela. Estos lugares eran centros de
extraordinaria importancia en la red de intercambio precolom
bina. Almagro al buscar salida de las montañas occidentales al
altiplano en su heroica y frustrada expedición de 1534, encon
tró "un lugar a donde se hacía mucha sal para contratación",
que puede haber sido Tomavela (Herrera [1601-1616J 1950:t.11:
19). Tomavela era el asiento de una compleja colonia bajo el
gobierno inca (Cantos 0581J 1965:258-259). en 1569 era un
centro para comerciantes desde: Cansacoto, Sicchos, Angamar
ca y probablemente el litoral occidental; los alcances de esta red
parecen haber estado en la costa del Pacítico, ya que el pescado
secoestaba entre los productos involucrados. La sal de la cordille
ra era tan altamente estimada que era posible trocarla por oro y
otras riquezas aún entre poblaciones que ten ían amplio acceso a
la sal de mar (Carranza D569J 1965:88), Tales hechos sugieren
que las comunidades yumbo no estaban limitadas en sus inter
cambios con la gente serrana, sino que mantenían su propia red
de distribución a otros parajes. De esta manera los lazos extrapo
líticos de la población serrana con los yumbos, que solamente al
canzaban medianas distancias, pod ían haber formado vínculos
con una organización másextensa cuyo alcance total podría riva
lizar con el aparato mindalá.
173
una evidencia sólida de contactos directos (Porras y Piana 1975:
160, 241-242; Porras 1975:89-98), La distribución de los restos
Cosanga-Píllaro da un salto en la ladera oeste de la cordillera occi
dental, en Sicchos y Angamarca (Porras 1975:89-98).
174
ca del oriente parece haber sido transportada por especialistas
Quijos (Oberem 1971 t.I : 171). Es posible que algunos de los
esclavos y animales que fueron mandados a la sierra vía Chapi lle
garon a Quito (Oberem [1967J 1974: 355). Desde 1577 en ade
lante hay numerosos registros de embarque de "ropa de Oui
xos" al altiplano, aparentemente mercaderías de fina calidad, pe
ro no se sabe si esto tiene un antecedente prehispánico (Oberem
1971 t.1: 141-142; ANH/Q 1a notaría t.1 :146b-147v; t.2: f.
86r, t.3:f. 503v-507r, f. 649r-652v; t. 4: f. 91 r; ANH/Q 5a nota
ría t.1 :f. 115Ov-1152v, 1006r-1007r; ANH/Q 6a notaría t.1 :f.
146v- 147v).
176
riamente la ideología de los pendes en el área de Quito. Evidente
mente el influjo del shamanismo amazónico no llegó a arraigar
se en la práctica poi ítica.
178
bablemente a uno de los valles cálidos de la cuenca del río Pas
taza, hacia el moderno Baños, donde formaciones marcadamen
te multiétnicas pod ían ser vistas aún a finales del siglo 16 (An6
nimo 0605J 1868).
Forasteros
(X)
Número
Puembo Otavalo 4
Pinta 6
D.Juan Pinta 4
Lumyano ( Sicho ) 2
Tomavela 4
Latacunga 3
Lumyano Sicho 3
Panzaleo 1
Mulahalo 1
181
mindaláes de los Chillas eran los únicos residentes en la parte sur
de Quito. Por el otro lado, las llajtak.una, donde la mayoría de los
productos traídos de las zonas exóticas eran eventualmente con
sumidos, no presentan muestra de haber abarcado lugares donde
el intercambio directo pod ía ser conducido en una manera públi
ca e impersonal. Más bien, la evidencia tocante al gobierno inter
no de las llajtakuna sugiere el predominio de prestaciones recí
procas y ceremonializadas dentro de cada determinada capa so
cial, y de una distribución igualmente ritual izada entre estratos
sociales. (Para detalles de las instituciones comunales, ver el capí
tulo siguiente.)
183
CAPITULO V
185
bierno de dos sub-regiones ecológicamente distintas, pero tales
comparaciones no pueden sustituir la amplia muestra general que
con mayores investigaciones eventualmente se hará posible. En
particular, se debe recordar que hasta la fecha casi nada se sabe
de los asuntos internos de los Yumbos ni de los Niguas.
TABLA 4
La Visita en cifras
~]ro ~}
(1) Complejo cacical
(2) YliD8 del complejo cacical 37
(3) "Sujetos" 228 383
(4) Yana de "sujetos" 17
"Forasteros" 30
~}44 !O}
(1) Complejo cacical
(2) Yana del complejo cacical 23 177
(3) "Sujetos" 38 144
']
(1) Complejo cacical
(2) Yana del complejo cacical
(3) "Sujetos"
24
6~ 119
28}
122
2~ 523
(4) Yana de "sujetos"
(5) Mindaláes 26 115
188
LLAJTA "PARCIALIDAD" UNIDADE81 PERSONAS
(2) Yana del complejo principal
(3) "Sujetos" 35
41"
16) 169
126
"Forasteros" 46
14
Martin Tub98
....,
(1) Complejo principal
(2) Sujetos 1~ ] 14
276
12) 77
65
1156
Alonso Tub98
(1) Complejo principal
(2) Yana del complejo principal : } 43
(3) "Sujetos" 41
~
161
}m
Pedro Lala
1~ 1215
7J
~~ } 1
43) 652
Francisco Quingalumbo
(1) Complejo principal
(2) Yana del complejo principal 31)
(3) "Sujetos"
(4) Yana de "sujetos" 4!] so
223
20; 273
17
1088
Kamayuj 30 5
Domingo Icicna
(1) Complejo principal
1
(2) "Sujetos"
Kamayuj
3i] 36
1JJ
18
163
~} 76
67
128
481
35
~J 149
137
189
Francisco Condor,
mitmaj
(1) Complejo principal 1
j 7
j
~1'09
(2) Yana del complejo principal
(3) "Sujetos"
2} 29
26 3.l..
1
190
NOTAS: Los términos quichuas en bastardilla son palabras incas
incluidas en la visita; los términos entre comillas asoman
en castellano en la visita.
191
(7) En unos pocos casos, yanakuna aparecen dentro de
párrafos encabezados por personas no-yana La columna
"unidades" incluye como yana solamente a aquellos
agrupados dentro de unidades cuya cabeza es un yana,
pero la columna "personas" incluye como yana los servi
cios agrupados dentro de una unidad ordinaria. Por falta
de criterio en cuanto a la heritabilidad de la condición
yana, todos los miembros de los párrafos encabezados
por yana son contados como tales.
Tabla 5
La Población Yumbo c. 1580
193
3: 1, el más pequeño de éstos, habrá sido muy pequeño aún en los
tiempos precolombinos, y el más grande, no tan grande en com
paración con aquellos registrados en los documentos de los Andes
centrales y del sur. Sin embargo, la organización interna de estas
comunidades, no parece haber sido marcadamente menos com
pleja que la de los grupos sureños. Efectivamente, si el relativo
peso del sector cacical en la total actividad económica es de algún
valor como índice, se podría decir que las comunidades circun
quiteñas fueron poi íticamente más centralizadas.
Organización Política.
194
Ya que muy poco se conoce de la tenencia de tierra, es
difícil reconstruir la definición ecológica de la n~ta. En su forma
mínima, parece haber consistido de un centro donde un gran
campo de maíz era cultivado a nombre del señor poI ítico y
donde el mandatario tenía su casa, con la población restante afin
cada de acuerdo a un plan no-centralizado en las vecinas tierras
de maíz. Los señores aparentemente pod ían redistribu ir las tie
rras, pero los individuos podían hacer reclamos por nuevas tierras
vírgenes (Anónimo [1573J 1965: 228). Ya que los "caciques"
coloniales, algunas veces alegaban un derecho ancestral sobre tie
rras de considerable altitud, incluyendo los páramos, es probable
que las unidades poi íticas de territorio se extendieron a los pisos
superiores a los maizales. Oberem (1976b) ha demostrado que el
control cacicaf generalmente se extend ía a tierras de ecología di
ferente, que bordeaban a la llajta, pero estas tenencias "rnicrover
ticales" no constituyeron "islas" distantes ni enclaves multiétni
cos, como ocurría en los componentes del "archipiélago" propia
mente tal.
195
dencia, en su "parcialidad" y en la corte cacical; cuando no esta
ba presente en esta última, dejaba un mensajero como delegado.
No sólo la palabra "cacha", del quichua kachana, "enviar", essu
gestiva de la influencia inca; el mismo concepto de agregar man
datarios vasallos alrededor de un gran señor, es típico del gobier
no inca. A una escala mucho más grande, se practicó en la urbe
de Quito (ver cap. VI). La articulación de comunidades compues
tas aborígenes (si aceptamos la autenticidad preincásica de las
formaciones compuestas) habrá sido menos rígida.
196
co como un centro simbólico, no sólo de actividad poi ítica sino
también de un orden cósmico. Esto era demostrado ceremoniosa
mente en su construcción, reparación y diseño. La idea de la casa
como expresión de una armon ía sagrada era aún evidente en las
viviendas humildes, cuyas puertas se abrían hacia el este para faci
litar el ritual solar matutino (Atienza [1575J 1931: 152). En las
casas nobles tal expresión era más elaborada. En un nivel poI íti
co, la construcción de una casa representó en metáfora la estruc
tura de una comunidad completa: " ... para las (casas) de los ca
ciques y capitanes, traen los indios la madera ques menester, y si
es viga gruesa, van de cada capitán tantos indios sujetos al cacique
para quien es, repartiéndolos conforme a los que tiene cada capi
tán" (Anónimo [1573J 1965:226). Pero la ceremonia iba más
allá de un reconocimiento del rango poi ítico, exaltando a la casa,
y por extensión, la institución que en ella funcionaba, como un
ser orgánico mayor que la suma de las contribuciones poi íticas
a su manutención:
198
na con una serie de individuos más o menos desconectados (waj
eha).
(1) Aquí como en la tabla 4, todos los miembros de una unidad enca
bezada por un yana han sido contados como yana, por falta de un
criterio soble la heritabilldad de la condición servU.
199
población en los últimos años de gobierno inca había alcanzado a
100.000 o más, la proporción de yanakuna no superó al dos o
tres por ciento (Murra [1964J 1975: 235). Los señoríos étnicos
de la región de Huánuco (por ejemplo el de los Yacha) aunque
mucho más pequeños, no se diferenciaban del gran estado lacus
tre en este aspecto, En la ausencia de buena información sobre el
reclutamiento de yanakuna, es difícil explicar la hipertrofia del
yanaconaje en el norte, pero algunas posibilidades valen la pena
investigarlas.
200
de simplificar el problema de la hipertrofia, pero también sufre
de una debilidad: si grandes poblaciones serviles fueron de una
idiosincrasia local, uno esperaría encontrar entre los mitmaj un
porcentaje de yana similar al porcentaje documentado en los An
des centrales. En realidad, el porcentaje de yana entre los mitmaj
kuna fue muy típico de la región quiteña, alrededor del 10 % .
202
más duraderos del orden poI ítico aborigen. Perduraron desde los
tiempos preincásicos a través del T awantinsuvu hasta bien
entrada la colonia. todavía en 1580 los testigos cañaris se mostra
ron bien informados sobre su antigüedad preincásica (Gaviria
[1582 ] 1965: 286).
203
(D) El trabajo de las familias anexas a las casas cacica
les.- la visita señala, no muy claramente, un tributo que consistió
en la vinculación de ciertas familias nucleares que no eran yana a
la casa cacical. Amador Amaguaña en Anan Chillo "tiene de su
mysma parcialidad diez yndios casados con sus mugeres e hijos
para el servicio de su casa e otras cosas quel dicho cacique les
manda" (F. 856v). Aparte del contingente de la propia "parciali
dad" del "cacique", los "principales" de las secciones súbditas a
él contribu ían con pequeñas delegaciones: dos familias cada uno,
en el caso de Uyumbicho (f. 869vl. Urin Chillo se sabe ten ía la
misma costumbre, pero ya se dejaba de practicar por 1559
(f. 839rl.
204
Según Lope de Atienza el derecho consuetudinario, que
exigió la aprobación de un cacique como la garantía de legitimi
dad en el matrimonio, persistió hasta bien entrada la era hispáni
ca:
Antiguamente y el día de hoy, por la mayor parte, nin
gún indio ha de tener mujer que no le sea primero dada
por la mano del Cacique, la cual tiene tan por mujer le
y ítirna. como que realmente fuesen casados, dúrales es
ta opinión hasta tanto que el Cacique o Caciques, de cu
ya mano la recibieron, se enojan con ellos, porque si no
los sirven y se hallan prestos a sus necesidades y manda
tos, sin remedio de ninguna apelación, se las quitan y
dan a otros, que con más amor y voluntad se subiectan
a servirlos ([1575?J 1931: 81).
208
jones" encontraron preexistentes estructuras de las cuales podían
aprovecharse, convirtiéndolas en las estructuras imperiales que a
los españoles les parecieron tan convenientes. Donde estas falta
ban, como en la montaña peruana, el este boliviano, partes de
Chile y casi todo el litoral ecuatoriano el Tawantinsuyu no logró
ningún milagro. Ya que los incas habían hecho un rápido progre
so en crear provincias en el altiplano, es necesario preguntar sobre
cuales bases preexistentes ellos construyeron.
210
nación de ellos con los habitantes del litoral o de la costa. Las
combinaciones yumbo-interandinas fueron las siguientes:
(Aunque las fechas de algunas de estas listas son tard ías y las en
comiendas repetidamente cambiaban de manos, lo hacían ordi
nariamente intactas; estos datos probablemente no son contami
nados por sustituciones).
212
Uvumbicho, tenía un hijo llamado simplemente Yunbo (M y SM
1159: f. 850r, 848v, 867r). Uno de los "principales" del mismo
lugar, Hernando Taz Cunga, informó tener a cuatro familias ente
ras en Cansacoto, sugiriendo una prolonoada estadía all í. (Las
expediciones caseras a los Yumbos parecen haber sido llevadas a
cabo por viajeros sin sus familias).
213