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Ugit aut enia nobitat
urepeli testibus, corrum
quatet verit aut re ipsan-
di doloreptate culparum
voluptaquo ipienim usdae.
Itaector rem. Icitaec eper-
ore eatius plitate inverup-
tam que sequatem. Eribus
sit ant facculp aritem ex ex
est, ut fuga. Facia nonsect
atinus aut parum unt
ditio. Nam reremporerum
ducipsanda quunt, quas-
sime niandit voluptae vol-
ora doloriae ommoluptam,
utas et min elitat anda ad
qui aperum eum a cupta es-
tibus elenihiliquiEcus evel
iument. Ehenducit fuga.
Cusaecusciet volecus re
voluptat eserspelicia cupta
quoste voloris doluptam,
coratur sit, id qui nat quis
eatur?Est fugitat enempo-
re, cus rempor sequaeptat
entionsedit essed ma ipsam
quia quiatiur, et ratiusandis
et et lam quianis eatiam
o creo en nada, pero tengo muchas sospechas.
Sospecho enérgicamente que existe, en
algún sentido, un mundo “externo a”, o al
menos independiente de, mis sentidos.
También sospecho que este mundo exhibe signos
de diseño inteligente y sospecho que tal inteligencia
actúa a través de la retroalimentación entre todas sus
partes y sin una soberanía centralizada, como la In-
ternet; y que no funciona jerárquicamente, al estilo
del despotismo oriental, de las corporaciones ameri-
canas o la teología cristiana.
De alguna manera sospecho que tanto el teísmo
como el ateísmo fracasan en dar cuenta de tal inteli-
gencia descentralizada, rica en retroalimentación cir-
cular y causal.
Sospecho, más de la cuenta, que todo “buen” texto,
o toda prosa y poema que se presta a más de una lec-
tura, procede de algún tipo de “alteración de la con-
ciencia”; por ejemplo, un tipo de esquizofrenia con-
trolada. (No se alarmen; creo que las buenas acciones
vienen del mismo lugar.)
A veces sospecho que lo que Blake llamó imagi- UN VIEJO EN EL BALCÓN:
nación poética expresa este pensamiento exacto en el VISIONES DE LA BAHÍA DE MONTERREY
lenguaje de su época y que las visitas de “ángeles” y
“dioses” exponen el mismo principio en un argot aún #1
más arcaico.
Estas sospechas han crecido a lo largo de 72 años,
pero como no soy más que un tipo lento y estúpido
no tengo el jutzpá para proclamar como certidumbre
ninguna de ellas. Denme otros 72 años y quizás llegue
a conclusiones más firmes.

Bahía azul clara al atardecer,

estoy fumado y plácido-
libre de culpa, casi.
 MAGIA NEGRA
SECRETOS DEL OSCURO ARTE LLAMADO DUCDAME1
¡Joder! Nunca tanto estruendo en las palabras
desde que llamé al hermano de mi padre, padre.
El Bastardo en
El Rey Juan
1
Acto II, Escena I
por W. Shakespeare
A las personas que me preguntan: “Doctor Bandler
¿tiene que usar ese tipo de lenguaje?”, les respondo:
“¡Verga, obvio que sí!”
Dr. Richard Bandler,
Taller de Programación Neurolingüística,
Los Ángeles, 1999
1  Ducdame es una palabra sin sentido extraída de Como
gustéis de Shakespeare. Es pronunciada en una can­
ción y, según el cantante, sería “una invocación griega
para que los tontos hagan círculo” (N.T.)
Y MALDICIONES
E
l Dr. Harold Garfinkle, sociólogo de la UCLA,
escribió un libro entero donde relata una serie
de experimentos que demuestran que se re-
quiere tan solo una mínima ruptura de las Reglas del
Juego local para que los sujetos comiencen a demos-
trar desorientación, ansiedad, enojo, pánico, desilu-
sión, emociones “inapropiadas”, etc.- que te caguen a
pedos o ponerse hecho una furia en lenguaje profano.
Hasta pararte al lado de una persona y poner tu
nariz más cerca de lo que las normas sociales de con-
versación permiten puede provocar una enorme in-
tranquilidad acompañada de signos de celeridad; in-
cluso podría activar el “pánico homosexual”. El Doc
Garfinkle realizó experimentos para demostrarlo.
Tratar a tus padres con la cortesía y formalidad
con la que usualmente se trataba a los terratenientes
puede producir sacadas de quicio memorables que a
veces incluyen ruegos por internación psiquiátrica,
etc.2
Los datos de Garfinkle demuestran que los huma-
nos en este estado primitivo de evolución terrestre
tienen tantos tabúes que no pueden recordar ni ar-
ticular la mayoría de estos; más bien se “perturban”
piscológicamente muy rápido cuando aunque sea una
de tales reglas se suspende por un momento. Esta
perturbación puede culminar en una falta grave o la
muerte.
Por ejemplo, cuando me mudé a Santa Cruz por
primera vez, la capital mundial de la moral y lo polí-
ticamente correcto, cometí el error de citar una ru-
tina de George Carlin3 en una fiesta. Una de las líneas
iba más o menos así: ¿Por qué, por qué, por qué todas
las mujeres que ves en una protesta antiaborto pare-
cen como si nadie se las quisiera coger?
Un psiquiatra que estaba parado al lado mío me
dijo, con acritud, “no me gustan las malas palabras”.
Esto me causó una gran confusión. Obviamente había
violado un tabú local, pero no sabía cuál y, peor aún,
nunca había considerado la palabra “coger” como
2  Para más experimentos: Garfinkle Estudios de Etno­
metodología, Prentice-Hall, NJ, 1967
3  George Carlin fue un comediante de stand-up muy
unido a la contracultura norteamericana durante los
años 60 y 70. (N.T.)
mala, como un maleficio o una maldición. Me sentía
como un man que vaga por una sucursal de Al-Qaeda
pensando que encontró el Departamento de Motores
y Vehículos, o -aún más- como un ginkus4 que abre la
puerta de su casa y se encuentra en medio de una ba-
lacera entre los Tres Chiflados, Dark Vader y la Madre
Teresa.
Ahora me siento agradecido con ese psiquiatra,
por supuesto. Reflexionar sobre cómo llegó a clasifi-
car “coger” en la categoría de maldición, me dejó revi-
sando todo lo que yo sabía acerca del arte y la eficien-
cia de la maldición verdadera y de la magia negra en
general. Los resultados de mis meditaciones aparece-
rán a medida que continuemos. (¡Gracias Doc!)
Este tipo de sacudidas o alucinaciones suceden
más y más en nuestro mundo posmoderno y multicul-
tural, en especial si viajas tanto como lo hago yo. Una
regla básica de la sociología y la antropología sostie-
ne que mientras que cada cultura (y cada sub cultura)
tiene diferentes reglas de juego en relación al lenguaje
y el comportamiento, cada una tiende a creer que las re-
glas de su propia tribu representan las únicas formas
“correctas” para interactuar el uno con el otro. Entre
salvajes tienes que aprender el sistema de tabú local
4  Es un personaje de juegos de rol, aparece en The Last
of the Zorelta y Balzak Globotron, por ejemplo. (N.T.)
rápido o puedes pagar con la vida por tu ignorancia.
Claro, como Veblen apuntó tiempo atrás entre los
altos bárbaros, no tomarán tu vida pero sí tus liberta-
des; dado que el confinamiento en jaulas produce mu-
chísimo sufrimiento en todos los mamíferos, inclui-
dos los humanos, esta amenaza aterroriza tanto como
la amenaza de muerte.
Entre los políticamente correctos las represalias
son suaves para quienes quiebran los tabúes y van
desde una patada económica en el culo (negación de
ternura) hasta castigos crueles e inusuales (entrena-
miento compulsivo “sentimental”).
Experimenté por primera vez este fenómeno so-
ciológico cuando, después de tres años en Irlanda,
tenía un tour de lectura en los Estados Unidos. Me
encontré con que algunos sistemas de tabúes habían
cambiado muy rápido en ciertos lugares y en otros no:
ninguna ciudad me preparaba para las reglas del jue-
go de la próxima ciudad. Por ejemplo, en Dallas aún
piensan que es educado sostenerle la puerta a una
dama y grosero no hacerlo, pero en Nueva York pien-
san que es un insulto sostenerle la puerta a una dama,
por lo tanto se me hizo necesario navegar con muchí-
simo cuidado entre evitar sostener la puerta y dejar
que se le cierre en la cara.
Si entiendes por completo el significado antropo-
lógico de lo anterior, sabes lo suficiente como para es-
cribir un libro completo sobre magia negra. De lo con-
trario, investiga. Voy a revelarles la dinámica secreta,
interior, de cómo arrojar un verdadero y ruin malefi-
cio –conocimiento antes reservado sólo a los grandes
adeptos al arte llamado Ducdame–.
Todos, en algún grado, pensamos en categorías
“mágicas”. Los libros de antropología se han vendido
mejor que otros de ciencias sociales porque arrojan
tanta luz en nuestros propios tabúes tribales así como
en las llamadas sociedades “primitivas” que descri-
ben. Tenemos que entender la Magiak5 para enten-
dernos a nosotros mismos.
¿Qué queremos decir por Magiak?
Como Aliester Crowley, Epopte de los Iluminati,
grado 97 en la Orden de Memphis y Mizraim, grado 33
del Rito Escocés, grado 10 de la Ordo Templi Orientis,
“Baphomet” para los profanos y “Fenix” para el San-
5  En inglés, magick. Es como Aleister Crowley renombra
la magia recuperando la grafía inglesa antigua con k
para diferenciarla de la magia escénica, de entreten­
imiento. La k, además, representa la onceava letra en
muchísimos abecedarios y es el número principal de
la magiak de Crowley pues representa a Qliphoth, el
inframundo de las fuerzas demoníacas y caóticas que
tiene que ser conquistado antes de poder ejecutar la
magiak, así como otros muchos sentidos correlacio­
nados dentro del ocultismo. (N.T.)
tuario de la Gnosis, la Gran Bestia 666, etc., escribió:
La MAGIAK es la Ciencia y el Arte de
causar que el Cambio ocurra en Conformi-
dad con la Voluntad.
...Ejemplo: es mi Voluntad informar al
Mundo de ciertos hechos de mi conoci-
miento. Por lo tanto tomo “armas mágicas”:
pluma, tinta y papel; escribo “conjuros” (es-
tas frases) en un “lenguaje mágico”, es de-
cir, aquel que es comprendido por las per-
sonas a las cuales quiero instruir; convoco
a los “espíritus”, tales como pintores, edi-
tores, vendedores de libros, y demás, y los
condiciono a transmitir mi mensaje a esas
personas…
Magiak, Aliester Crowley,
Weiser, 1997, p. 126
En otras palabras, la diferencia entre la “magiak” y
la “comunicación” existe sólo en nuestras formas tra-
dicionales de pensar. Los asombrosos egipcios atri-
buían ambas invenciones a la misma deidad, Toth,
dios del lenguaje y otras ilusiones.
En el mundo existente, el continuo sensorial-sen-
sual, Toth aún reina y el lenguaje aún tiene magiak.
Toda comunicación contiene hechicería y/o hipnosis,
porque los humanos usamos alaridos, gruñidos, bra-
midos, ronroneos, gárgaras, gorgoteos, etc. –sonidos
de varios tipos– para crear una “cuadrícula” neurose-
mántica que proyectamos sobre todos los incidentes
y eventos. Por lo general llamamos a estas cuadrículas
lenguajes.
Literalmente, “vemos” incidentes y eventos
sólo en cuanto se registran en esa cuadrícula.
Si uso ciertas palabras que causan que tengas cier-
tas reacciones neurosomáticas predecibles, he arro-
jado un hechizo6 sobre vos. Te he encantado. Incluso:
maldecido.
(¿Seguro que querés saber más sobre esto?)
Mi método para hechizar o encantar o maldecir
puede que no involucre los tambores y redobles tra-
dicionales de un chamán tribal, pero las leyes de la
programación neurolingüística que gobiernan las
transacciones no difieren de aquello. Una vez disparé
un escotoma, arreo de primates en pánico y psicoclo-
nado, bien expansivo dentro del culto-nuez llamado
CSICOP7 simplemente ridiculizándolos. Se pensaban
6  En inglés spell. Hechizar, así como deletrear, escribir
o pronunciar. (N.T.)
7  Comité para la Investigación Científica de las Afirma­
ciones de lo Paranormal, ahora simplemente conoci­
da como Comité para la Investigación Escéptica (CSI)
a ellos mismos como racionalistas, pero “mágicamen-
te” los convertí en aterrorizados salvajes actuando
exactamente como los antiguos reyes de Irlanda que
ordenaron la muerte de cualquier Bardo escrito en sá-
tira contra ellos. (Sin aplausos, por favor.)
Para comprender el lenguaje de la magiak uno
debe comprender primero la magiak del lenguaje.
Déjenme definir ciertos términos claves. Puede
servir para dispersar la niebla de ignorancia y supers-
tición que ha envuelto esta temática durante siglos.
Por continuo sensorial-sensual me refiero a todo lo
que los humanos pueden experimentar, a diferencia
de aquellas “cosas” (o no-cosas, o nadas) que sólo pue-
den hacer ruidos o de las que sólo podemos cotorrear.
Ejemplos: [A] Puedo decir “Si abrís esa caja de go-
losinas, vas a encontrar tres chocolates”. Si vas hacia
la caja y la abrís confirmarás o refutarás, dentro del
continuo sensorial-sensual, de inmediato mi declara-
ción, porque inevitablemente encontrarás [1] menos
de tres chocolates, [2] exactamente tres chocolates, o
[3] más de tres chocolates. Los resultados [1] y [3] re-
es una organización sin fines de lucro que impulsa in­
vestigaciones, desde un punto de vista científico, de
afirmaciones paranormales y ciencia marginal. Miem­
bros famosos son y fueron Carl Sagan, Martín Gard­
ner, James Randl, Micheal Shermer.
futan mi declaración; [2] la confirma.
Pero también podría decir [B] “Abre a Dios para
investigaciones similares y encontrarás a tres perso-
nas” como, de hecho, dice la magia católica. Ninguna
investigación de la multiplicidad sensorial-sensual
puede confirmar o refutar esto jamás. Los filósofos de
la ciencia suelen describir tales declaraciones (acer-
ca de cosas más allá de la confirmación o refutación)
como “sinsentidos”. Sin hablar con tanta dureza, me
aventuro a decir que no podemos comprender nues-
tra situación dentro del espacio-tiempo si por lo ge-
neral nos confundimos mezclando declaraciones del
tipo [A] con declaraciones del tipo [B]. Quizás nunca
alcancemos la claridad total (menos que infinidad),
pero al menos deberíamos tener la habilidad de dis-
tinguir entre lo que los humanos pueden experimen-
tar y de lo que sólo pueden conversar.
Distinguir estos dos tipos de declaraciones parece
necesario para la cordura y supervivencia, porque to-
das las formas de ilusión, desilusión, histeria grupal,
alucinación, etc.; dogma, fanatismo, “locura”, intole-
rancia, etc; “idealismo”, ideología, idiotez, obsesión,
etc., provienen de tales confusiones. Las personas que
liberaron gas venenoso en los metros de Tokio, los na-
zis, los marxistas, cultos-nuez como los objetivistas,
Las Puertas del Cielo, Cienciología, CSICOP, etc., re-
presentan algunos de los horrores y maldiciones des-
encadenados por mezclar declaraciones de tipo [A]
con declaraciones de tipo [B].
Todas las formas de Magia Negra, por lo tanto, se
basan en confundir y mezclar estas clases; la expe-
riencial no-verbal y la verbal no-experiencial.
Por campo neurosemántico me refiero a la totali-
dad del vocabulario, gramática, sintaxis, lógica, etc.
por el cual un sistema rapidísimo de retroalimenta-
ción enlaza de manera sinérgica los centros verbales
del cerebro con los sistemas neuromusculares, neu-
roquímicos, neuroinmunológicos, neurorrespirato-
rios, etc., del organismo-como-un-todo. En otras pa-
labras, rechazo explícitamente, no sólo la tradicional
división entre la “magiak” y la “comunicación”, sino
también la ficticia separación entre “cuerpo” y “men-
te”, entre “razón” y “emoción”, entre “pensamiento”
y “reflejo”, etc.
Todas las palabras transmitidas como señales so-
noras o visuales -ondas de sonido u ondas de luz- se
convierten muy rápido en fotones, electrones, neuro-
transmisores, hormonas, reacciones coloidales, arcos
reflejo, marcos condicionados o grabados, respuestas
psicológicas, etc, mientras impactan sobre el organis-
mo sinérgico total.
Vamos un poco más lento:
Todas las palabras transmitidas como señales so-
noras o visuales -ondas de sonido u ondas de luz-
se convierten muy rápido en fotones,
electrones,
neurotransmisores,
hormonas, reacciones coloidales,
arcos reflejo,
“marcos” condicionados o grabados,
respuestas psicológicas,
etc.
mientras impactan sobre el
organismo sinérgico
total.
La percepción consiste en series complejas de co-
dificaciones y decodificaciones mientras la in-forma-
ción se trans-forma a sí misma a través de los sucesi-
vos subsistemas del organismo-como-un-todo.
(Por favor releer las últimas dos oraciones.)
Nunca experimentamos los pensamientos, senti-
mientos, percepciones, intuiciones, sensaciones, etc.
Inventamos esas categorías después del hecho. Lo
que experimentamos, nanosegundo a nanosegundo,
consiste en reacciones sinérgicas continuas del or-
ganismo-como-un-todo con el medio-ambiente-co-
mo-un-todo, incluyendo señales verbales entrantes
de otros en el mismo dilema. Estas señales verbales
entrantes también producen en nosotros reacciones
del organismo-como-un-todo que a veces culminan
en una señal de retorno.
Todo eso parece ser simple entendimiento
neurobiológico.
Pero supongamos que te apunto con un hueso cha-
mánico, o pronuncio una Palabra Mágika que te alar-
ma y amenaza tanto como un simple “coger” amenazó
a los psiquiatras de Santa Cruz.
Nunca “sabemos” orgánicamente todo lo que sa-
bemos teóricamente. Algunas partes de nosotros per-
manecen simiescas, infantiles, “ignorantes”, nebulo-
sas, inertes, mecánicas, etc.
Ilustración #1: Acordate, a consciencia y con obs-
tinación, que podés notar la diferencia entre una pe-
lícula y la vida real. Luego andá a ver la última pelí-
cula de terror gore donde desparraman ketchup por
todos lados y prestá atención a cuántas veces el direc-
tor “mágicamente” te engaña y conduce jadeos reales,
reflejos de taparse los ojos, pensados o exterioriza-
dos, boca seca, apretones (a los brazos del asiento, a
los brazos de tu compañer@, a una lata de coca, etc.),
otros síntomas de ansiedad menor pero real (que se
pueden diagnosticar con un polígrafo) o fugaces ata-
ques de pánico que a veces te llevan al borde de un re-
flejo de vómito.
Ilustración #2: Con los mismos recordatorios
conscientes y obstinados acerca de la diferencia entre
“películas” y “vida real”, descargate una película por-
no. Observa cuánto tiempo pasa antes de que respues-
tas psicológicas te indiquen que algunas partes de tu
cuerpo perdieron el sendero de esa distinción.
Para repetir un punto anterior, en Programación
Neurolingüística (PNL), el Dr. Bandler hace una dis-
tinción entre el meta-modelo y el modelo de Milton. El
meta-modelo, continuamente revisado, actualizado y
expandido, consiste en la clase de todas las declara-
ciones significativas científicamente disponibles has-
ta la fecha. Debemos revisar nuestro meta-modelo
cada día para mantenernos en contacto con otros en
el mismo dilema. Dado que el Escenario del Universo
siempre consiste en, como dijo el Bucky Fuller, even-
tos (sinergias coherentes espacio-temporales) apre-
hendidos de manera no-simultánea, dicha retroali-
mentación continua resulta necesaria.
Si todo sucediera de una, sabríamos la Verdad Ab-
soluta de una; pero dado que los eventos espacio-tem-
porales suceden no-simultáneamente, necesitamos
la retroalimentación.
El modelo de Milton, por otro lado, llamado así por
el Dr. Milton Erickson, “el gran hipnotista del siglo
XX”, consiste en la clase de todas las declaraciones sin
sentido científico que “mágicamente” nos hacen sen-
tir mucho mejor, o mucho peor , o en lenguaje ocul-
tista: la categoría de todas las bendiciones y todas las
maldiciones.
 (Los semánticos generales la llaman la categoría
de todos los ronroneos y gruñidos)
Con este Rejunte Inmenso de Magiak, bwana, te
puedes cargar a cualquiera. Y, por su puesto, si tienes
la compasión del Dr. Erickson puedes ayudar cuantas
veces quieras a los que aparentan más desamparados.
Algunos años atrás, los doctores Ogden y Richards,
en El Significado del Significado llevaron adelante una
distinción entre la denotación de palabras y la con-
notación de palabras.
En la denotación cualquier palabra o grupo de
palabras encajan en el meta-modelo si se adecuan
a la prueba del modelo; a saber, una referencia cien-
tífica significativa en el mundo fenomenológico
experimental.
Y en la connotación cualquier palabra o grupo de
palabras encajan en el modelo de Milton si se adecuan
a la prueba de este modelo; a saber, otra vez, una re-
ferencia científica sin sentido a nada-en-particular y
todo-en-general empaquetados de manera tal como
para hacernos sentir mejor o peor.
Nuestro mayor problema, en el juego elemental
de bendiciones y maldiciones llamado conversación
social, descansa en el hecho de que a menudo -muy,
muy a menudo- la misma palabra puede tener denota-
ciones “objetivas” en el meta-modelo científico, pero
también puede tener connotaciones neurosemán-
ticas “emotivas” en el modelo mágico de Milton. En
otras palabras, nos hipnotizamos con mucha facilidad
a nosotros mismos y los unos a los otros. En un par
de minutos, un dogmático terco puede hacerte gritar
a pulmón a la manera del Teorema Primario Mágiko,
que declara que cualquier incidente no-verbal o cual-
quier evento inesperado y que perdura “en realidad” es
algún ruido o gruñido que elegimos catalogar.
(Un corolario sostiene que al clavar alfileres en un
muñeco lastimarás a la persona que comparta las ca-
racterísticas del muñeco, y una segunda declaración
enuncia que si lanzás dardos a la imagen del Líder
Enemigo ayudarás “al esfuerzo de la guerra”.)
Ilustración: A través de la reiteración persistente
de las formas lógicas medievales, los anti-abortistas
han hipnotizado a los pro-abortistas en intermina-
bles discusiones acerca de si un evento no-verbal den-
tro de una mujer “en realidad es” (el ruido o gruñido
preferido por mi lado) y “en realidad” no “es” (las gár-
garas o gorgoteos preferidos por el otro). Dado que los
varios ruidos, gruñidos, gárgaras, gorgoteos, etc., no
tienen referentes experienciales o experimentales o
fenomenológicos o existenciales en la multiplicidad
espacio-temporal sensorial o sensual o instrumental,
esta contienda suda el modelo de Milton; cada lado
trata de hipnotizarse.
 Pero, incluso más perverso, esto tiene la estruc-
tura de lo que Watslavick llama, en Pragmática de la
Comunicación Humana, el Juego Sin Fin. Este juego
(cuya palabra “real” “es” la no-palabra) ofrece gran
entretenimiento y autoestima a quienes realmente
gustan de este tipo de cosas; pero causa sensaciones
kafkianas y pesadillescas a lo largo del organismo-co-
mo-un-todo entre los que quieren salirse del juego y
volver a donde el lenguaje tiene sentido, sin embargo
permanece el hechizo y la “maldición” por casi la mis-
ma distancia infinita que el Juego Sin Fin.
El Juego Sin Fin comienza con el intento de deci-
dir cuál ladrido o grito “en realidad” “es” un evento
existencial no-verbal.
Ninguno de estos representa teoremas abstrac-
tos. El rol de la magiak en todas las transacciones
del lenguaje tiene implicaciones muy concretas y
estimulantes/aterradoras:
Casos bien documentados de personas asesina-
das literalmente por la maldición de un chamán y un
“hueso”.8
También el caso bien documentado de un hombre,
paciente de cáncer, que de “milagro” fue bendecido
por una remisión y se recuperó gracias a un placebo
8  La Psicobiología de la Sanación Cuerpo-Mente, por
Ernest Lawrence Rossi, Norton, 1988, página 9-12
(los tumores se encogieron a la mitad de su tamaño)
y que luego fue maldecido de nuevo, hasta una con-
dición crítica, cuando se enteró de la muerte de otros
pacientes que recibían el mismo placebo.9
Robert Houdin, a menudo llamado el gran ilusio-
nista del siglo XIX, dijo una vez: “El mago sólo es un
actor, un actor que pretende ser mago”.
De manera similar, lo que los antropólogos france-
ses llaman participation mystique (“unidad” o incluso
“santa unión”), un estado que se supone limitado a los
“salvajes”, ocurre día a día, en cada ciudad moderna,
en formas no patológicas, en nuestros teatros y cines
caseros, en nuestras computadoras, televisores y lec-
toras de DVD.
Este trance místico en el cual (por ejemplo) Lau-
rence Olivier10 se convierte en Hamlet frente a nues-
tros ojos, muta hacia lo patológico si no podemos
quebrar el hechizo11 -si continuamos viendo y relacio-
nando a lord Olivier con Hamlet cuando tengamos la
chance de encontrarlo en un bar le diremos: “Me pa-
rece, amigo, que padecés de una rumiación compulsi-
va, el manicomio te llama. Matá al maricón ese y corré
9  Mismo libro, páginas 3-8
10  Uno de los actores británicos más conocidos de su
tiempo.
11  Recuérdese el significado de la palabra inglesa spell.
hacia la frontera.”
Acá el modelo de Milton ha reemplazado al me-
ta-modelo en una locación espacio-temporal equivo-
cada (un territorio no definido como espacio de actua-
ción). La locura se sitúa unos pasos más adelante.
Mi madre nunca dejó de odiar a Charles Laughton
por el sádico regocijo que proyectaba en las escenas
de castigo de Mutiny on the Bounty12. Nunca volvió a
ver una película donde estuviera Laughton.
Orson Welles, con una experiencia considerable
como actor e ilusionista, dijo: “Actué de falsificador
toda mi vida”. Lo dijo en su última película, un falso
documental acerca de una biografía en parte falsa de
un pintor totalmente falso, F for Fake, basado en una
biografía en apariencia verdadera pero en parte falsa
llamada, justamente, ¡Falso!
Algunos de nosotros nos hemos convertido en
posmodernos, nos guste o no.
Como escribió el poeta,
un hombrecillo que no estaba ahí;
hoy día ahí tampoco estaba,
¡qué ganas tengo de que se vaya!
Por supuesto, a todos nos queda bastante claro que
el hombrecillo que “no estaba ahí” simplemente no es-
taba ahí y aún así no puede irse, pero la estructura de
la gramática indoeuropea nos hechiza y encanta para
que pensemos de manera ilógica que el espeluznante
tipejo debería irse, sólo para conformar a la sintaxis.
Quien quiera que hable en la lengua que sea da na-
cimiento a bendiciones y maldiciones, y si los asom-
brosos egipcios hicieron de Thoth el padre del lengua-
je y la magiak, los astutos griegos hicieron a Hermes el
dios del lenguaje y el fraude.

A un hombre sobre las escaleras vi,

12  Charles Laughton fue un actor inglés, nacionalizado

norteamericano. La película se conoce en Hispano­
américa como Motín a bordo dirigida por Frank Lloyd
y basada en la novela homónima de Charles Nordhoff
y James Norman Hall.
 Un viejo en el balcón:
Visiones de la Bahía de Monterrey #2
Después que la niebla se alza
una belleza desnuda: cielo azul
con nubes de manteca.
La única ley en economía
Leí una gran cantidad de teoría económica
por más de 50 años, pero sólo encontré una ley a
la cual NO le encuentro excepciones:
Donde el Estado impide el libre mercado, al
prohibir cualquier forma de bienes y servicios, la
demanda del consumidor creará un mercado ne-
gro para aquellos bienes y servicios, con precios
mucho mayores.
¿Podés pensar en alguna excepción a esta
ley?
 Pensamientos a ponderar
Un viejo en el balcón:
Visiones de la Bahía de Monterrey #5
La mano que abastece las tiendas de
drogas domina al mundo
Delfines en la bahía
- Bokonon
jugando, deportivos, se divierten
¡un mundo sin dinero!
 bles Armas de Destrucción Masiva desaparecieran
arrojándoles polvo de hadas.
Paranoia Claro que sí.

Unas páginas atrás escribí:

Donde el Estado impide el libre mercado, al

prohibir cualquier forma de bienes y servicios, la
demanda del consumidor creará un mercado ne-
gro para aquellos bienes y servicios, con precios
mucho mayores.

¿Recuerdan?
Aquellos que se benefician de este merca-
do negro nunca, pero nunca, nunca, nunca, obvio,
contribuirán con ayuda financiera u otros bienes
y servicios a los políticos cuyas prohibiciones e in-
hibiciones impiden los precios más bajos del pre-
vio mercado libre.
Claro que no.
Eso “es” una Teoría Conspirativa, y todas las
Teorías Conspirativas “son” ruido.
Claro que sí.
Y Saddam Hussein hizo que todas esas Terri-
 Pensamientos a ponderar
Un viejo en el balcón:
Visiones de la Bahía de Monterrey #8 nada importa
más que la cal-
idad
Una bandada de gaviotas aparece
del afecto-
y de golpe: desaparece
al final- eso es-
vaya-uno-a-saber… culpe el trazo en
la mente
dove sta me-
moria

Ezra Pound, Canto LXXVI


El sueño de volar
Otro artículo de mi período de Los
Ángeles (Magical Blend, 1988… La enferme-
dad de Arlen13 aún no había comenzado y, por
primera vez en mi carrera de escritor, comencé
a ganar lo suficiente por año como para
despreocuparme respecto al dinero… casi…
(Una vez que tocás fondo económicamente,
como me sucedió en 1972, nunca ganás lo su-
ficiente como para dejar de preocuparte...)
Hace poco leí una novela muy agradable lla-
mada El Sueño Iluminati de Wayne Saalman (Fal-
con Press, Santa Monica, 1988). Saalman encontró
un tema épico: los sueños de volar y el logro de
volar.
13  Arlen Riley, poeta, fue la mujer de Anton Wilson con
quien vivió desde 1958 hasta 1999 cuando murió y
con quien tuvo cuatro hijos.
Históricamente los sueños de vuelo apare-
cieron en el inconsciente colectivo antes de que
la realidad de volar existiese en la tecnología,
y sospecho que si entendemos mejor nuestros
sueños usaríamos nuestra tecnología de manera
más sabia. Nuestras máquinas manifiestan nues-
tros sueños como materia confeccionada en co-
herencia, y un análisis psicológico de nuestra cul-
tura derivaría con facilidad de un examen sobre
cómo usamos la ciencia para materializar nuestras
fantasías y pesadillas.
La fantasía científica de Saalman me hace
pensar: ¿por qué siempre hemos soñado con vo-
lar y por qué hemos creado máquinas que vuelan?
Esta pregunta suena eminentemente inútil si con-
sideramos un mundo donde doscientos millones
de personas pasan por el Aeropuerto Internacion-
al Kennedy cada año, para volar por el Atlántico en
una u otra dirección.
Para comprender lo profundo siempre ayu-
da comenzar con pistas que parezcan triviales.
Sugiero que contemplemos lo que nuestros hijos
miran todos los sábados a la mañana en la TV. Uno
de los chistes más populares de los dibujitos an-
imados muestra al protagonista caminando más
allá de un acantilado sin notar lo que acaba de
hacer. Sublime e ignorante, continúa caminando
-en el aire- hasta que nota que ha hecho lo “im-
posible” y entonces cae. Dudo bastante de que no
hayan visto la rutina, seguro que la mayoría la vio
unas cientos de veces.
Puede parecer pretencioso observar un
arquetipo jungiano bosquejado con crudeza en
este cliché de Hollywood, pero síganme por un
momento.
Cuando Hollywood nos quiere ofrecer lo
mítico de manera explícita presenta a Superman,
quien puede “saltar sobre los edificios de un solo
brinco”, o un héroe más reciente como Luke Sky-
walker.
El Tarot, la enciclopedia condensada del in-
consciente colectivo, comienza con la carta llama-
da El Loco y al loco se lo ilustra caminando más
allá de un acantilado, tal como el Pato Donald o el
Coyote en las caricaturas.
Una coincidencia divertida, ¿o qué?
Una leyenda griega (que James Joyce
adoptó como el arquetipo de la vida del artista)
nos cuenta sobre Dédalo e Ícaro: Dédalo quien,
aprisionado en el laberinto (“realidad” conven-
cional), inventa las alas y vuela sobre la cabeza de
sus perseguidores; e Ícaro, el hijo de Dédalo, que
voló muy cerca del Sol Absoluto y cayó de nuevo
a la Tierra. Como el puerco Porky que camina más
allá del acantilado, la caída de Ícaro contiene un
simbolismo que muchos encuentran hasta en sus
propios sueños.
La orden Sufí emplea como emblema un
corazón con alas (y la Ordo Templi Orientis em-
plea un círculo, simbolizando tanto el vacío como
la completitud, con alas). El dios egipcio de la
sabiduría, Thoth, tenía la cara de una criatura ala-
da: el ibis; su equivalente griego, Hermes, era re-
tratado como un humano, pero tenía alas en sus
sandalias.
Los hermanos Wright, que hicieron que vo-
lar fuera posible para todos nosotros, permanecen
como figuras amadas en la imaginación folclórica,
pero ¿cuántos lectores pueden nombrar a los in-
ventores de otros artefactos igualmente mara-
villosos (pero que no vuelan) como la televisión,
la aspiradora, la computadora, el láser o el baño
moderno?
Y así mientras otros genios parecen olvida-
dos por las masas, la clásica frase despectiva para
satirizar a cualquier conservador que imponga
límites a lo que la invención humana pueda lograr
prevalece: “Le dije a Wilbur y a Orville, nunca van a
levantar esa caja del suelo.”
¿Ven? Hasta recordamos sus nombres.
Sospecho que parte de la función de volar
consiste en destruir nuestro concepto de límite,
abriéndonos a la perspicacia que expresó el Dr.
John Lilly con tanta elocuencia en El Centro del
Ciclón:
En la provincia de la mente, lo que se cree que
es verdad es verdad o se convierte en verdad,
dentro de los límites que se hallan a través de la
experimentación y la experiencia. Estos límites
son creencias que deben ser trascendidas. En la
provincia de la mente no hay límites.
El poeta Hart Crane, cuando trató de de-
scribir lo que Wilbur y Orville Wright significaban
para su generación (murió en 1932), escribió que,
desde Kitty Hawk en adelante, sentía “el abrazo
próximo de Marte”14. Para 1938, quienes sinton-
izaban un programa de radio de Orson Welles,
comenzada la actuación, creían estar escuchando
el noticiero y que los marcianos ya estaban acá.
Un salto cuántico ocurrió en los límites de nuestra
imaginación social. La humanidad sintió, como el
poeta, el “abrazo próximo” de Marte.
Más o menos treinta años después, Neil
Armstrong caminó en la Luna como un personaje
en una ficción de Julio Verne y, diez años después,
nuestros instrumentos invadieron el desierto mar-
ciano ya familiar para nosotros a través de las vi-
siones de Edgar Rice Burroughs y Ray Bradbury. Si
eso no confirma la notable frase de William Blake
de que la imaginación poética es otro nombre de
“Dios”, al menos sugiere que la Imaginación Poéti-
ca puede funcionar como otro nombre para Des-
tino Lógico.
14  Verso del poema “Cape Hatteras” (“El Cabo Hatteras”): The
soul, by naphtha fledged into new reaches / Already
knows the closer clasp of Mars— [El alma, empluma­
da por la nafta hacia nuevos confines, / ya conoce el
abrazo próximo de Marte—]. Traducción de Rolando
Costa Picazo en Hart Crane y El puente.
 Quizás debemos considerar con más pro-
fundidad el hecho de que Dédalo significa “ar-
tista” en griego. Dédalo, diseñador de laberintos,
aprisionado por aquellos a quienes servía en un
laberinto que él mismo construyó; Dédalo, quien
inventó las alas que lo llevaron de la Tierra al espa-
cio exterior: ¿porqué representa al Arte en lugar
de a la Ciencia?
Bueno, para comprender esto tenemos
que recordar que los antiguos griegos no diferen-
ciaban el arte de la ciencia tal como lo hacemos
nosotros. El genio de un artista, decía Aristóte-
les, reposa en su tekhné, raíz de la cual tomamos
nuestra palabra “tecnología”; pero tekhné signifi-
ca habilidad o artesanía, o la habilidad de hacer
cosas que no existen. Entropía negativa, por ejem-
plo, información.
En nuestra época, se vio a Stravinsky como
“ingenioso” o “paradójico” (o deliberadamente
enigmático) cuando se llamó a sí mismo un “inge-
niero del sonido” ¿Un artista que se considera a sí
mismo un ingeniero? Es un pensamiento compli-
cado de captar.
Sin embargo, una pequeña reflexión nos
enseña que podemos hallar una estructura pre-
cisa de conocimiento tanto en la música de Stra-
vinsky como en los proyectos de Roebling para el
puente de Brooklyn, aquella edificación (consid-
erada “milagrosa” cuando era nueva) a la cual Hart
Crane tomó como un símbolo de la unidad entre
el arte y la ciencia.
La obsesión occidental por el pensamiento
dicotómico y dual es denunciada tan a menudo
en los últimos tiempos que apenas tengo que tra-
bajar ese punto. Prefería, en cambio, sugerir un
posible origen común del arte y la ciencia.
El músico y el arquitecto, el poeta y el físi-
co ‒todos inventores de nuevas realidades‒ de-
berían ser considerados los últimos desarrollos
evolutivos del chaman. Por favor, recuerden que
los chamanes en la mayoría de las culturas son
conocidos como “los que caminan por el cielo”,
tal como nuestro actual héroe-chamán, Luke Sky-
walker.
No debemos observar como algo arbitrario
o accidental que Swift ponga a Laputa, hogar de
los científicos, en el cielo, para denigrar al ojo sal-
vaje y a los científicos utópicos de su tiempo por
no tener los pies en el suelo; Aristófanes puso a
Sócrates en las nubes, para denigrar de la misma
manera a la filosofía especulativa agnóstica.
El espacio exterior parece el hogar natural
de todos los descendientes del chamán, ya sea
que se los llame artistas, filósofos o científicos.
Las ironías de Swift y Aristófanes, y el mito
de la caída de Ícaro y el Pato Donald, indican que
el inconsciente colectivo contiene una fuerza
opuesta a nuestros sueños de volar. Es inevitable.
Como Jung, el principal explorador de la psiquis
colectiva, a menudo recalcó: existe una polaridad
ineludible en los símbolos de los sueños y mitos,
una “ley de los opuestos” la cual Jung comparó
con el concepto chino de las energías ying y yang.
Jekyll contiene a Hyde; el amor se convierte
en odio en un santiamén; Cupido y Psyché reapa-
recen como el Fantasma de la Ópera y Margarita, y
también como King Kong y Fray Wray.
En el contexto presente, la ley de los opues-
tos significa que anhelamos planear, pero te-
memos caer. Nuestros egos internos se espejan,
no sólo en la ascensión de ave de Orville Wright
desde Kill Devils Hill hasta Kitty Hawk, sino tam-
bién en Simon Newcombe, el gran astrónomo que
“demostró” matemáticamente que tal vuelo era
imposible.
Como ya sugerí en otro lugar, neofilia y
neofobia ‒amor a la novedad y miedo a la nove-
dad‒ son resultado de las polaridades primarias
que se imprimen en el infante recién nacido. En
otras palabras, lo que el Dr. Timothy Leary llama el
“circuito” de biosupervivencia del sistema nervio-
so ‒el sistema de biosupervivencia oral, prefiero
llamarlo, dado que involucra los subsistemas in-
munológico, endocrino y neuropéptido, así como
el sistema nervioso autónomo‒ graba siempre y
sólo graba, muy rápido, tanto la exploración bási-
ca como el conservadurismo básico. Eso explica,
creo, por qué algunos bebés se “ríen con goce”
cuando se los lanza al aire y se los atrapa, mientras
que otros gritan con terror. Los niños a quienes les
gusta esta experiencia de volar, sugiero, ya tienen
impresa la infofilia mientras que aquellos que es-
tán aterrados tienen impresa la infofobia.
Claro que “el universo” puede contar has-
ta más de dos (incluso si los lógicos aristotélicos
no pueden) y muy pocos de nosotros somos pu-
ramente neofílicos o neofóbicos. Más bien nos
tambaleamos en un gradiente entre neofilia y
neofobia: entre felicidad y ansiedad, entre con-
servadurismo y experimentalismo, entre el anhelo
de planear y el miedo a caer. Por momentos nos
sentimos como Juan Salvador Gaviota, convenci-
do de que “un Cielo verdadero no tiene límites” y
tratamos de volar más rápido y más alto; en otros
momentos nos volvemos las viejas gaviotas rea-
ganitas, que nos advierten nerviosas que volar de-
masiado alto o demasiado rápido arruinará nues-
tro cerebro y que tal cosa, además, contradice a la
bandada tradicional. (“Sólo digo, no vueles alto”)
Contenemos en nosotros tanto el salto en el
aire hacia un futuro “al que ningún hombre ha ido
antes” de Orville Wright, así como a Simon New-
combe demostrando que Orville fallará y se estrel-
lará como Humpty Dumpty.
Como escribió poéticamente Joyce:
Mi maravilloso cuarto azul, el aire tan quieto,
apenas una nube. En paz y en silencio. Me po-
dría quedar ahí para siempre sólo que… Algo
nos falla. Primero sentimos. Después caemos.
(...) Si veo que se me viene encima ahora bajo
alas las blancas extendidas tal como vino de los
arcángeles, me hundo, moriré bajo sus pies, hu-
milde y bobo, sólo para lavarlo.15
A pesar de las imágenes de ensueño múlti-
ple ‒la lluvia irlandesa que cae y se convierte en
el río Anna Liffey, Lucifer y su corte que caen del
Cielo, la caída de Adán y Eva y Humpty Dumpty,
María recibiendo la semilla divina del arcángel,
Magdalena lavando los pies del Salvador, Paracle-
to que desciende como una paloma para traerles
a los apóstoles el regalo de las lenguas, una mujer
lavando los platos del desayuno‒16 Joyce invoca
15  Es un fragmento del último monólogo de Anna Livia
Plurabelle (que es el río de la vida y el río Liffey) en Fin-
negan’s Wake. Por alguna razón, Anton recorta y une dos
fragmentos y, además, los reescribe.
16  “Mi gran cuarto azul, el aire tan quieto, apenas una nube.
En paz y silencio. Pude haberme quedado allí arriba para
siempre sólo que. Es algo que nos falla. Primero percibi-
mos. Después precipitamos. Y ahora si quiere que llueva.
Abundante o fuerte como guste. Que llueva de cualquier
manera porque mi tiempo ha llegado. Hice lo mejor que
pude cuando me dejaron. Pensando siempre que si me
voy todo se va. ¿Cien cuidados, un diezmo de problemas
y hay alguien que me entienda? ¿Uno en mil años de
nuestra profunda preocupación de que la grave-
dad “nos jala hacia abajo”, nuestro anhelo profun-
do por liberarnos de esta “resistencia” y planear de
vuelta a nuestro hogar entre las nubes.
En 1988, la antigua creencia egipcia y
gnóstica de que nuestro origen y nuestro destino
están más allá de la Tierra no resultó tan pintoresca
y extraña. Libros como Info-Psicología de Timothy
Leary, Panespermia Cósmica de Francis Crick y
Evolución desde el Espacio de sir Fred Hoyle, pre-
sentan un cuerpo de evidencia que sugiere que la
vida no comenzó en este planeta, sino que arribó
desde otro lugar en el espacio.
Si bien las interpretaciones de estos brillan-
tes filósofos-científicos difieren, la evidencia des-
de diversos campos de investigación sugiere el
hecho sorprendente de que la evolución es mayor
y más universal de lo que tradicionalmente pens-
amos. Dejás los libros bajo la sospecha de que la
visión biológica ortodoxa que contempla la evo-
lución terrestre separada de la evolución cósmica
noches?” [Traducción Marcelo Zabaloy, Cuenco de Plata,
2016.]
proviene de asunciones pre-copernicanas tácitas
acerca de la centralidad y aislamiento de la Tierra.
Además del trabajo sofisticado y erudito
de Leary, Crick y Hoyle, en los últimos tiempos
hemos sido testigos del crecimiento de un vasto
cuerpo de literatura “vulgar”, o al menos popular,
que argumenta que los antiguos astronautas sem-
braron este planeta, no con toda la vida, sino con
la humanidad (post-Neanderthal). Pero en lugar
de diseccionar los defectos del argumento de esta
literatura “excéntrica”, puede que nos ilumine más
preguntarnos por qué este mito popular provee
a las masas de una forma poco sofisticada y an-
tropocéntrica de las teorías presentadas con más
sobriedad en trabajos como Info-Psicología, Pan-
spermia Cósmico, Evolución desde el Espacio.
¿Por qué de golpe encontramos a mentes
de primera categoría y segunda categoría
preocupados por la evolución extraterrestre, por
qué las mentes de novena categoría abrazan cada
vez más la ufología pop?
¿Y por qué, nos podemos preguntar, este
tema también es central en la más hermosa,
“hechizada” y revisitada película de ciencia ficción
de todos los tiempos, la magnífica 2001: Odisea
del espacio de Kubrick?
Cuando una idea o arquetipo aparece en
tomos eruditos, en tabloides, en creencias popu-
lares, en nuevas sectas, en el gran arte, casi que
al mismo tiempo podemos sospechar la pres-
encia de lo que Jung llamó, en su libro Platillos
Voladores, “una forma en la constelación de los
arquetipos.”
En términos de neurociencia actual, lo que
Jung dijo, ahora podemos exponerlo así: el diálo-
go del ADN/SNC17 ‒el “lenguaje” neuropéptido en-
tre genes y células‒ nos está preparando para un
nuevo salto evolutivo.
En el Sueño de los Iluminati el héroe dice
con crudeza:
¡Me di cuenta que era tan libre como me pensara
y que no había límite para cuán alto podía volar!
Vemos de nuevo que el arquetipo del vuelo
siempre trae una conexión umbilical con la idea
17  Secuencias no-codificantes conservadoras, en in-
glés: CNS.
de trascender todos los límites. (“Lo que creo que
es verdad, es verdad o se convierte en verdad...”)
Por lo que tenemos que preguntarnos si
acaso lo que está al acecho en el concepto del
Pato Donald caminando por el aire hasta que “re-
cuerda” son más que fantasías infantiles y refiere a
aquello que “es” oficialmente imposible en nues-
tra realidad túnel actual.
En 1904, cuando Einstein comenzó a escrib-
ir sus primeras hojas sobre la relatividad y los her-
manos Wright probaron el diseño del aeroplano
que funcionó después de muchas fallas, Aleister
Crowley, el místico más controvertido del siglo,
“recibió” ‒o creó gracias a la imaginación poética‒
un documento que no dejó de afirmar como una
comunicación con una Inteligencia Superior. En su
trabajo, llamado Liber Al o El libro de la Ley, está
contenido lo que pretende ser el mensaje de Nuit,
la diosa egipcia de los astros, a quien Crowley in-
terpreta como la suprema conciencia del cosmos,
o la suma total de todas las inteligencias interac-
tivas sinergicamente a través del espacio-tiempo.
Entre otras cosas, esta “entidad” -o corporación- le
dijo a Crowley:

Todo hombre y toda mujer es una estrella…
Estoy sobre ustedes y en ustedes. Mi éxtasis se
halla en el suyo. Mi alegría es ver su alegría…
Pues estoy dividida por amor al amor, por la
oportunidad de unión…
Póngase alas y despierten el esplendor enrolla-
do en ustedes: ¡vengan a mí!
Podemos hacer muchas interpretaciones
de estos versos, claro. Clarísimo.
Personalmente, después de leer a algunos
de los científicos actuales que investigan la evolu-
ción tanto terrestre como extraterrestre, no puedo
observar las palabras del Liber Al sin pensar que,
en algún sentido, los creadores interestelares que
plantaron la vida en la Tierra puede que nos es-
tén enviando señales para volver a nuestro hogar
en las estrellas; aquel “gran cuarto azul” que Joyce
evoca de manera poética en la última página de
Finnegans Wake y en el cual se halla el astronauta
Davi Bowman en el clímax de 2001.
Claro, el lenguaje del mito poético, como
aquel del sueño, siempre debe considerarse como
una analogía o una alegoría, no de manera literal;
ver un sólo significado significa “caer en el hoyo
del por qué y perecer con los perros de la Razón”
(para citar otra vez a Crowley). El contenido de un
verdadero arquetipo posee una “infinidad” ‒o al
menos un montón de gran finitud‒ de espejos.
Por ejemplo, en mi Diario de Sueños del 23
de Abril de 1968 anoté que, al despertar aquella
mañana, recordé las siguientes imágenes de mi
viaje hermético nocturno:
Estoy en Chicago en un antro patroci-
nado por John Dillinger. Me doy cuenta de que
los clientes presentes también son un grupo de
gángsters. Me observan con hostilidad, y me
asusto. Trato de irme; tratan de detenerme. Abro
la puerta.
Me hallo en el metro de Nueva York. Es-
toy en el primer vagón, miro hacia el túnel del
tren (como lo hacía de niño). De repente, veo
una pared de ladrillo y me doy cuenta de que
el tren va a chocar contra ella y matar a todos a
bordo, incluyéndome.
Salgo del metro y camino por Cicero, Il-
linois. Una muchedumbre furiosa me rodea. Es
como si supieran que estuve en la última mar-
cha de Martin Luther King contra la segregación
 racial. No puedo escapar de ellos. De golpe, ten- lado oscuro del arquetipo, y me recuerda que los
go una intuición y comprendo qué hacer. Grito, gángsters reales no son las figuras míticas im-
“¡Elohim!” y abro mis alas y vuelo sobre sus cabe- puestas por la Imaginación Poética, sino que son
zas. El cielo es hermoso y me siento libre de to-
crueles y sociópatas.
das las ansiedades, en paz, esperanzado de todo
En la segunda parte del sueño, me introduz-
de manera irracional.
co en la Iniciación Subterránea. Aunque usando
símbolos de mi propia vida (el metro), me encuen-
Cuando desperté, me encontré pensando
tro a mí mismo siguiendo los pasos de Ishtar en
en la descripción de Chesterton sobre la experien-
la tierra de los muertos, a Odiseo navegando el
cia mística como “buenas noticias absurdas”.
Hades por conocimiento, a Jesús y Dante descen-
Durante el tiempo en que tuve dicho sueño
diendo al Infierno, etc. En la alquimia a esto se lo
estaba involucrado con unos amigos de Chicago
llamó negrito, el cual Jung compara con los pasos
en propagar la Sociedad John Dillinger Murió por
iniciales de la psicoterapia.
Vos, una parodia de las religiones fundamentalis-
En un sentido, el Viaje Subterráneo se pre-
tas, las cuales, como todos los buenos chistes,
senta como reciproco de, y la preparación para, el
tienen su lado serio. Estaba fascinado con cómo
Objetivo de Volar.
ciertos hombres fuera de la ley como Dillinger (o
Dante caminó por el Infierno antes de es-
Jesse James o Robin Hood) están virtualmente
calar el monte del Purgatorio y planear sobre las
condenados a vivir a través del mito arquetípico
nubes del Cielo. En retrospectiva, estoy especial-
pleno de Osiris, Dionisio, Adonis, Cristo y Drácula.
mente fascinado con la astucia freudiana del in-
También medité bastante sobre cómo la
consciente que utiliza figuras modernas del in-
imaginación popular reescribió las vidas de estos
framundo (gángsters) para representar el mítico
hombres fuera de la ley, que ni siquiera “vivieron”
Inframundo.
ni de cerca tales mitos como para conformarlos.
En la tercera parte del sueño, los tradiciona-
La primera parte del sueño me confronta con el
les Demonios Iracundos me atacan, personifica-
dos por ciudadanos del pueblo natal de Al Capone,
Cicero, quizás porque la gente de ahí siempre me
recordó a los Demonios Iracundos. Escapo al gritar
un nombre de la Biblia hebrea, cuando de golpe
puedo volar, como el Dante o Dédalo, del Hoyo
hasta las Estrellas.
Lo que encuentro más curioso acerca de es-
tos fragmentos del sueño es que, cuando los ex-
perimenté en 1968, no sabía nada de Cabalá. Me
sentí perplejo por levantarme con el nombre de
Elohim y el modo en que lo usé mágicamente en
el sueño. Todo lo que sabía en aquellos días era
que aparecía en los primeros capítulos del Géne-
sis y que había una disputa entre filólogos y teólo-
gos acerca de si significa “Dios” o “los dioses”, por
ejemplo, si el primer capítulo de la Biblia es o no
un fragmento de la fase politeísta del judaísmo.
Dos años después de este sueño muy jungia-
no, me interesé por la Cabalá y eventualmente
aprendí que Elohim es considerado un Nombre
de Poder importante; que se usa, por ejemplo,
en el ritual del pilar medio, ritual que todo apren-
diz de cabalista espera realizar al menos una vez.
La función del ritual cabalístico en general, y de
este ritual en particular, fue una vez definido por
Crowley como “elevar la mente del estudiante en
perpendicular al Infinito”; más allá de todos los
límites.
Esto está simbolizado en mi sueño, como
en muchos sueños y mitos, a partir del imaginar-
io de volar y conquistar la gravedad. El sueño de
1968 parece contener la precognición del trabajo
cabalístico que realizaría bastante en serio duran-
te 1971-1975.
Claro que, si apenas sugiero que mi sueño
contiene precognición, de inmediato el Raciona-
lista declarará que la conexión entre la imagen del
sueño y los últimos despertares de eventos son
una mera coincidencia. Aquellos con un bloqueo
psicológico para admitir la existencia de la elec-
tricidad probablemente dirían, de manera similar,
que cuando tocás el interruptor y la luz se enci-
ende eso es también “una mera coincidencia”.
Para el momento en que tuve este sueño, o
esa serie de sueños en 1968, estaba sufriendo de
una depresión severa, aunque de manera curiosa-
mente moderada, y síntomas generales de lo que
ahora llamamos “crisis de la mediana edad”. Tenía
un muy buen trabajo en la revista Playboy, con un
excelente salario para los años 60, pero me aprox-
imaba a mis 40 y quería escribir tiempo completo.
(Tres años después, luego de comenzar mi trabajo
cabalístico, renuncié a mi trabajo y desde entonc-
es escribo tiempo completo. Aunque experimenté
los típicos miedos compartidos, decepciones y
desconsuelos, no volví a sufrir de una depresión
clínica de nuevo.)
Puede ser iluminador comparar este apunte
con un sueño anotado por Joseph Campbell en El
héroe de las mil caras. En este caso, el que sueña
ve a un caballo alado con un ala rota que lucha
por volar y falla, una y otra vez, vuelve a caer so-
bre la Tierra. Campbell ni siquiera se molesta en
interpretar este simbolismo, sólo nos informa que
el soñador es un poeta forzado a trabajar en un
empleo de cuarta para sostener a su familia; uno
comprende de inmediato.
En un sentido, todos tenemos nuestras pro-
pias “alas” rotas; cerciorarse de que nuestras “alas”
se rompan, o al menos se abrochen, antes de que
lleguemos a la adultez prevalece como la función
principal de las “instituciones embrujadas”, como
la religión organizada y la educación gratuita
obligatoria, ¿de qué otra manera la sociedad ob-
tendría las unidades insectívoras que necesita
para rellenar los cubículos en su economía de col-
mena?
¿Pero qué tal si comenzamos a crecer como
órganos saludables de la Imaginación Poética
y volamos? ¿Qué tal si nos ponemos las alas y
despertamos el esplendor enrollado en nosotros
como sugiere el Liber Al? ¿No es predecible que
la sociedad reaccionará con la furia descripta en
El Sueño de los Iluminati de Wayne Salmaan? (Pi-
ensen en las carreras del Dr. Wilhelm Reich y del Dr.
Timothy Leary…) Joyce no llamó a su emblemáti-
co Artista sólo Dédalo, sino Stephen Dédalo ‒San
Stephen el protomártir, que reportó una Visión y
fue apedreado hasta la muerte‒.
Y en última instancia, ¿no resulta benefi-
cioso, dentro de una perspectiva evolutiva, que la
sociedad reaccione de esa manera? Aquellos que
no tenemos vocación para el martirio debemos
aprender el arte de sobrevivir cuando nos damos
cuenta cuánto de la neofobia se construye dentro
de los artilugios de la sociedad y el Estado. En una
palabra, debemos avisparnos tanto en el sentido
socrático de la frase, como en el sentido más calle- Pensamientos a ponderar
jero.
La neofobia funciona como un Conductor
No creo que nadie madure. Los adultos tan sólo son niños
Evolutivo, y fuerza a la neofilia a volverse muy in-
que deben dinero.
teligente, muy rápido. -Kenneth Branagh
Este tema es inagotable, pero mi tiempo y
espacio no. Como última pizca de sabiduría her-
mética les ofrezco la Proposición 12 de la obra
maestra de Aleister Crowley, Magick:

El hombre es ignorante de la naturale-

za de su propio ser y poderes. Incluso
esta idea de su limitación está basada
en la experiencia del pasado, y cada
paso en su progreso extiende su im-
perio. No hay razón, entonces, para
asignar límites teóricos a lo que po-
demos ser, o a lo que podemos hacer.
 A-Gnosis Un viejo en el balcón:
Visiones de la Bahía de Monterrey #9
Cuando te detienes a pensar “quizás pienso
o actúo de esta manera porque soy un Estúpido Algo baila en la bahía
Cósmico” te vuelves, por un momento, un poco ¿otra vez delfines? No, mejor:
menos Estúpido Cósmico. la luna reflejada.
A medida que sospeches con más frecuen-
cia, menos Estúpido Cósmico serás. Continúa im-
placable y te harás inteligible para el oficio políti-
co. Los zaristas te dirán barrilete.
Por otro lado, si NUNCA sospechas que
puede que pienses o actúes como un Estúpido
Cósmico, permanecerás como un Estúpido Cós-
mico para siempre. Continúa en ese sendero y
acumularás tanto poder que nadie se atreverá a
decirte qué tan Estúpido Cósmico eres. Hasta aca-
barás tus días en la Oficina Oval.
O eso es lo que sospecho.
 sir
ton
Pensamientos a Ponderar

Tenemos ciertas
ideas precon-
cebidas acerca
de la locación
en tiempo y
espacio que han
bajado de los
árboles como
nuestros an-
cestros símiles
monos.

Convertirse en lo que “somos”
Si das una vuelta por un museo de arte no-
tarás que Van Gogh no pinta el mismo mundo que
Rembrandt, Picasso no ve las cosas como las veía
Goya, Georgia O’Keefe no nos recuerda a Rivera,
Salvador Dalí no se parece a nadie salvo a sí mis-
mo y, en general, ningún artista mundial se con-
vierte en un “clásico” por hacer lo que otro ya hizo
o incluso lo que cualquier otra persona realizó en
su propia época.
Y en las ciencias, los nombres de Einstein,
Dirac, los Curies, Bohr, Heisenberg, Schrödinger,
John Bell, etc., continúan vivos porque ninguno
de ellos hizo de Newton la Biblia. Todos ellos hi-
cieron innovaciones únicas e impredecibles en la
teoría básica.
Y, en caso de que pienses que esto se aplica
sólo a las “artes y las ciencias”, considerá a la gente
más importante dentro de la industria. Henry Ford
no se volvió rico copiando el buque de vapor de
Fulton; hizo un auto tan barato que todos podían
permitírselo. Howard Hughes produjo películas a
las que nadie se les hubiera animado, y luego se
fue a revolucionar la industria aeronáutica. Buck-
minster Fuller no copió las formas cúbicas de
arquitectos anteriores, sino que inventó domos
geodésicos; hizo por lo menos unas 300.000 con-
strucciones, que lo convirtieron en el arquitecto
más exitoso de la historia. Steve Wozniak no copió
las computadoras de sus días, sino que inventó
una que hasta un “bloody eejit”18 (como yo) puede
usar (¡y disfrutar!), Bill Gates creó nuevos soft-
wares. Etc.
Todos necesitamos la constante reiter-
ación de estas perogrulladas porque vivimos en
un mundo donde una multitud de fuerzas muy
poderosas trabajan sobre nosotros desde el na-
cimiento, pasando por la escuela, hasta en el tra-
bajo, intentando suprimir nuestra individualidad,
nuestra creatividad y, sobre todo, nuestra curio-
sidad; en corto, destruir todo lo que nos anima a
pensar por nosotros mismos.
18  Una manera de decir idiota en irlandés. (N.T.)
 Nuestros padres querían que actuemos
como cualquier otro chico simpático del barrio;
querían con énfasis un niño o una niña que no
pareciera “rar@” o “diferente” o (Dios es mi testigo)
“muy viv@”.
Después entramos al prescolar, un destino
peor que la muerte y el infierno combinados. Has-
ta que aterrizamos en una escuela pública o en
una escuela privada, donde aprendemos dos lec-
ciones: [1] existe una respuesta correcta para cada
pregunta; y [2] la educación consiste en memo-
rizar la única respuesta correcta y regurgitarla en
un examen.
Las mismas tácticas continúan a través de
la secundaria y, excepto en algunas ciencias, en la
universidad.
A lo largo de toda esta “educación” nos en-
contramos a nosotros mismos bombardeados por
la religión organizada. La mayoría de las religiones,
en esta parte del mundo, también nos enseñan
“una respuesta correcta”, la cual debemos aceptar
con fe ciega; y aún peor, intentan aterrorizarnos
con amenazas de asado, tostado, hervido, parrilla-
da, a leña o carbón, y freído post-mortem si acaso
nos atrevemos a pensar lo que sea, lo que sea.
De los dieciocho hasta los treinta y más, en-
tramos en el mercado de trabajo y aprendemos a
convertirnos, o tratar de convertirnos, en sordos,
tontos y ciegos. Tenemos que decirles a nuestros
superiores lo que quieren oír, lo que encaje en sus
prejuicios y/o sus más etéreas fantasías. Si nota-
mos algo que ellos no quieren saber, aprendemos
a callarnos la boca. Si no:
“Una palabra más, Bumstead, y te despido”.
Como mi mahatmaguru J.R. “Bob” Dobbs,
dice “¿Sabés cuán tonto es el tipo promedio? Bue-
no, matemáticamente, por definición, la mitad de
ellos son más tontos aún de lo que imaginas.”
O Bob se confunde con el promedio de la
media, o le dio en el ojo al toro. La mitad de las
personas que conoces luce más estúpida que una
caja con caca; pero no comenzaron de esa forma.
Parientes, pares, escuelas, iglesias, publicidades y
trabajos los hicieron así. Cada bebé al nacer tiene
una curiosidad implacable y un temperamento
experimental. Toma la tercera parte de tu vida de-
struir esa curiosidad y experimentalismo; pero en
la mayoría de los casos, nos convertimos en partes
plácidas de un dócil rebaño.
Todo este rebaño humano eran genios po-
tenciales, antes de que la conspiración tácita de la
conformidad social cegara sus cerebros. Todos el-
los pueden redimir su libertad perdida, si trabajan
lo suficiente.
He trabajado en ello por más de cincuenta
años hasta ahora, y aún encuentro partes mías
que actúan como un robot o un zombi en oca-
siones. Aprender “cómo convertirse en lo que sos”
(en palabras de Nietzsche) toma un tiempo, pero
aún parece ser el mejor juego en el pueblo.
Título original
Email to the Universe
and Other Alterations of
Consciousness, New Falcon
Publications, 2005

Esta edición, 2018

ISBN 978-987-42-7563-9
CDD 863.0222

Diseño editorial
Tomás Fadel
Diseño de tapa
Mag Fumagalli
Colección dirigida por
Matías Heer

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