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Nota previa: este comentario es un modelo de ayuda. En ningún caso, al realizar vuestros propios comentarios, deben copiarse las palabras textuales de esta
muestra. Cada uno redactamos de una manera diferente, y es desde esa creatividad, desde donde uno debe realizar su comentario.
La estructura de este texto es “in medias res”. Se nos presenta al Cid encontrando su casa totalmente desmantelada y
sin explicación previa del porqué de este hecho.
Encontramos varios niveles de comunicación. El primero es el del autor (anónimo) con los lectores como receptores.
El segundo nivel, debido al carácter oral del texto, es el del juglar con su público. Después situamos al Cid como
emisor dirigiéndose a Dios como destinatario. Aunque no hay respuesta de Dios, sabemos de la confianza del Buen
Campeador en que sus plegarias serán escuchadas. Y por último, el héroe como emisor dirigiéndose a Albar Fáñez
como destinatario.
El narrador es un narrador en 3ª persona (vio, suspiró) omnisciente (tenía muy grandes cuidados), conocedor del
estado psicológico del personaje.
Los personajes que tenemos son el Cid, que es protagonista y personaje tipo (héroe medieval); un personaje principal
que es Dios, por la transcendencia que tiene para el Campeador; los antagonistas que son los “enemigos malos” (¡Esto
me han vuelto mis enemigos malos!) y Albar Fáñez como personaje secundario.
El espacio de la narración es, por un lado, la casa desalojada (espacio interior) donde el Cid desahoga, en su
intimidad, su sentimiento de profunda tristeza por lo que se ha encontrado. Por otro lado, vemos la salida de Vivar y
la entrada en Burgos (espacio exterior), donde nuestro héroe asume que ha perdido su honra cuando ve a su izquierda
la corneja, símbolo en esta época de mala suerte (¡Albricias, Albar Fáñez, que echados somos de tierra!). El tiempo
histórico es la Edad Media y el del relato son unos minutos: el tiempo que el Campeador toma en ver su casa, darse
cuenta de la traición de sus amigos y salir de Burgos.
Hay una descripción de carácter topográfico de la casa vacía del Cid (puertas abiertas, postigos sin candados) y una
descripción del carácter del héroe cuando se dice cómo habla a Dios (bien y tan mesurado). Además, se describe el
estado de preocupación que le embargaba, como ya mencionamos anteriormente (tenía muy grandes cuidados).
Descubrimos texto dialogado en las dos breves intervenciones del mío Cid. Son, podríamos decir, monologales,
porque no leemos las respuestas; pero sobreentendemos que tanto cuando se dirige a Dios, como cuando habla a
Albar Fáñez existe comunicación completa por la relación que tiene con ellos. Las tres fases del diálogo (tensión de
conexión, informativa y silencio) están incluidas ya en esas únicas apelaciones.
La función del lenguaje predominante es la función poética, por tratarse de un texto literario, encontrando también la
representativa en la exposición de los hechos narrados: estado de la casa y posterior marcha de Burgos del
protagonista y su vasallo. En las palabras del Cid hallamos función apelativa puesto que nuestro personaje aclama a
Dios (¡Gracias a ti, Señor, Padre, que estás en alto!) y requiere a Albar Fáñez para que ambos se vayan. También hay
función expresiva por la comunicación de sus sentimientos (¡Esto me han vuelto mis enemigos malos!).
Con respecto a las características lingüísticas y literarias específicas y teniendo en cuenta las tipologías textuales
predominantes podemos analizar el fragmento del Cantar del Mío Cid en varios niveles.
En el nivel fónico nos encontramos con oraciones enunciativas propias de de los textos narrativos y exclamativas
(intervenciones del Cid).
Destaca en el nivel morfosintáctico el sustantivo "ojos" actualizado con el determinante posesivo "sus". De este modo
el narrador recalca el sentimiento de pena y tristeza del Cid cuando ve que han entrado en su casa y le han quitado
todos sus bienes personales. Los adjetivos especificativos "puertas abiertas", "alcándaras vacías" y los complementos
del nombre en "postigos sin candados" vienen a redundar en el mismo sentimiento, a la vez que describen el estado
desolador de sus aposentos (texto descriptivo). El epíteto en “enemigos malos” ayuda a entender que aquellas
personas le han hecho mucho daño. Hay un uso reiterado del epíteto épico "mío Cid" que explica el cariño que sentía
el juglar y el pueblo por esta figura histórica y literaria.
Los verbos empleados son fundamentalmente de movimiento (tornaba, vio, entrando) y lengua (habló), en pretérito
perfecto e imperfecto, y en tercera persona (tenía), verbos de la narración, el diálogo y la descripción.
Hay circunstanciales de lugar (a la salida de Vivar) recalcando la situación mala que se encontraron de camino a
Burgos (entrando en Burgos tuvieron la siniestra). Estos son utilizados en los textos narrativos y descriptivos.
Cuando el Cid se dirige a Dios utiliza una fórmula de respeto llamándolo “Señor” y afirma su sentimiento de
pertenencia y su gran fe “Padre”.
El narrador hace uso de la enumeración cuando detalla todo lo que el Campeador se encuentra vacío (puertas abiertas
y postigos sin candados, / alcándaras vacías…). A su vez existe un leve paralelismo en estos versos, disponiendo un
nombre y un complemento del nombre en la enumeración. Todo ello no viene sino a resaltar una realidad: una casa de
un héroe vacía sin explicación aparente.
El lenguaje connotativo, propio de los textos literarios, es evidente en el nivel léxico-semántico, sobre todo en la
apelación que el Cid realiza a Dios (v. 8). Es impensable que un hombre, tan dañado, pueda agradecer a Dios una
situación tan negativa, si no es desde una gran fe. Esta oración solo se entiende en ese contexto. Y también es un
recurso literario, la paradoja. Se presenta un campo semántico de las pertenencias de una casa en la enumeración de
todo lo que está desmantelado (alcándaras vacías…).
En el nivel textual subrayamos un pronombre demostrativo “esto” (v. 9), que es un deíctico anafórico, el cual viene a
constatar las causas de tal desalojo, los “enemigos malos”.