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Concepto de Prehistoria

Tradicionalmente se llama Prehistoria al largo período que antecedió a la aparición de la historia


escrita. Según este contexto, la Prehistoria comprende casi toda la historia de la humanidad puesto
que hace 4 millones de años aparecieron en el África los primeros seres semejantes a los
humanos
Prehistoria es, de esta manera, el período de la Historia de los hombres durante el cual no existió
la escritura. Se refiere a tiempos muy remotos, desde la aparición y evolución del hombre, sus
primeras manifestaciones culturales, etc., y se extiende hasta el surgimiento de la historia escrita
alrededor del año 4000 a. C. como ya dijimos.

Ese extenso periodo prehistórico ha sido dividido, por razones de estudio y de mejor comprensión,
en dos edades, siendo la primera de ellas la Edad de la Piedra y la segunda la Edad de los
Metales.

Edad de la Piedra
Desde la aparición del hombre hasta el año 2.500 a.C .
En este periodo de la Prehistoria, el hombre hacía de piedra gran parte de sus útiles de trabajo,
caza y lucha (que luego fabricó de bronce y, finalmente, de hierro, llamándose entonces
herramientas).

El uso de la piedra no excluía el de la madera, asta, hueso, marfil, etc., ni siquiera el de algunos
metales fáciles de labrar, como el cobre, el oro, la plata y el plomo. Aunque, eso sí, se usaba más
la piedra que los demás materiales.
La Edad de la Piedra se divide en otros subperíodos: Paleolítico (etapa antigua de la piedra)
y Neolítico (etapa nueva de la piedra).
Con la última glaciación se inició el paso del Paleolítico al Neolítico, llamado Mesolítico, periodo en
el que comenzó un proceso de degradación desértica. La economía de las colectividades humanas
no cambió súbitamente (la base alimenticia siguió centrada en la caza y la pesca), pero la escasez
de alimentos mantuvo muy reducidos los grupos humanos.
.
La revolución Neolítica consistió en la introducción del cultivo de plantas y de la cría de ganado,
consiguiéndose la producción de alimentos, junto con importantes progresos técnicos.
La nueva economía estaba representada por agricultores que, a la vez, criaban ovejas, cabras,
bovinos, cerdos y vivían agrupados en poblados. Se servían de útiles pulimentados. Realizaban
alfarería, hilados y tejidos. Todo ello, dio lugar a que la población experimentara un considerable
aumento. Se iniciaron activos intercambios, que pusieron en relación las diversas culturas
existentes. Empezaron a percibirse adelantos en el transporte, tanto en el fluvial (barcas de piel
animal), como en el terrestre (carros de ruedas macizas tirados por renos, bovinos y, más tarde,
caballos).

La revolución agrícola y su influencia en las primeras


civilizaciones

Agricultura incipiente,
Se suele llamar a este periodo como el de la Revolución Neolítica o Revolución Agrícola, pues en
él aparecen las primeras manifestaciones de actividad agrícola.
Esta transformación económica se desarrolló por la influencia del cambio climático que obligó a las
poblaciones de bandas de pastores a dejar las montañas y bajar a las tierras de los valles en
busca de las cada vez más escasas presas de caza; de hecho, deben abandonar las habitaciones
que habían erigido en las orillas de los cursos de agua.
La necesidad de encontrar una actividad de subsistencia llevó a los hombres del Neolítico a la
recolección y almacenamiento de cereales, que pronto iban a ser sembrados y cosechados.
Paralelamente, el hombre logró domesticar a algunos animales pequeños como el perro.

La primera vivienda, mejor se diría el primer refugio, debió ser un árbol bajo el cual se cobijara el
hombre, o bien entre sus ramas, ante el temor de que su sueño fuera turbado por alguna fiera.
Más tarde, pernoctó al abrigo de las peñas o en cuevas más o menos profundas. La primera arma
fue acaso una rama desgajada de un árbol. Luego, al necesitar el hombre de su prójimo, de su
semejante, de quien, quiérase o no, era su “otro yo”, trató de comunicarse, de hablar, más que por
signos, por onomatopeyas.
El uso de herramientas estimuló el desarrollo del cerebro, y el desarrollo de éste reforzó a su vez
todo lo demás; le permitió al hombre una mayor coordinación de sus movimientos al caminar
erguido; también le hizo darse cuenta del valor de las armas y herramientas, comenzando a
guardarlas una vez usadas, por si le servían para futuras ocasiones; luego comenzó incluso a
fabricarlas e inició a sus hijos en la fabricación y su uso. Así empezó la cultura ya que a pesar de
que los creadores fueron muy primitivos, eran ya hombres. Comienza por tallar la piedra y hacer
fuego.
La conquista del fuego es una de las más notables victorias humanas sobre la Naturaleza
circundante. Fue adorado como un dios y forma parte integrante de todas las mitologías.
En la época de las tribus nómadas, cuando la humanidad se hallaba en estado de perpetua
inestabilidad familiar y social, el fuego era un centro de reunión y concentración humana: un
verdadero tesoro conservado con el mayor de los cuidados.
Cada familia se reunía en tomo a una hoguera durante las largas noches invernales. Como los
medios para proporcionarse fuego eran limitadísimos, se hacía necesario e imprescindible
mantener siempre encendidas, tanto de día como de noche, algunas brasas de leña y renovarlas
constantemente. El fuego se comunicaba así con cierta solemnidad de unos a otros hogares.
Cuando la familia, la horda, se ponían en marcha, cada uno de los clanes llevaba “SU fuego”,
aquellas brasas preciosas, a menudo rodeadas y protegidas por centinelas, ya que podían ser
robadas o apagarse de un momento a otro. Y cuando a una tribu se le apagaba la lumbre, la
miseria, las enfermedades acababan con ella muy en breve.

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