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Claro que, como en tantas materias, los estudios nunca son concluyentes. Existe
un método científico, por supuesto, pero la lejanía temporal y la ausencia de
documentos que determina la esencia misma de la prehistoria, sólo deriva en
conjeturas, posibilidades, supuestos con mayor o menor probabilidad.
La comunicación
En el año 1977, en la universidad estatal de Nueva York, la investigadora Dean
Falk arribó a algunas conclusiones importantes. En primer lugar, observó que si
bien el cerebro femenino es en promedio 10% más pequeño que el masculino,
en proporción a su tamaño corporal el tamaño es mayor.
Falk, por su parte, propone algo intermedio. Ella prefiere hablar de la aparición
de una forma de comunicación oral "materna" como base del lenguaje, una
conclusión derivada de la observación conductual de los primates, simios y
humanos. En estas tres categorías, según la investigadora, la unidad social
primera es la de la madre y sus hijos. Pero a diferencia de los primates, los
bebes humanos no tienen la capacidad de agarrarse de su madre por sus cuatro
extremidades.
El ingenio y la trampa
mujeresHace unos 10000 años, algún período de escasez cambió para siempre
el rumbo de la humanidad. Sin animales que matar, es razonable pensar que el
ser humano haya buscado otra forma de sustento, domesticando plantas y
animales. Una bióloga y antropóloga de la Universidad de Nuevo México,
Marsha Ogilvie, resolvió algunas cuestiones fundamentales sobre el rol
femenino en la creación de la agricultura. En primer lugar, hay que hacer una
apreciación técnica. De acuerdo a los estudios, el fémur de los hombres y las
mujeres, desarrollan una cresta o protuberancia ausente en las personas
sedentarias.
Epílogo
Pero previo a ese sinsabor, cabe rescatar la figura de esas mujeres anónimas
que dejaron su huella en la prehistoria de la humanidad, quizás inventando el
lenguaje, con mayor seguridad la agricultura, siempre a la par de su compañero
en la obtención de alimento e inventando con sus tejidos, una de las
herramientas mas útiles de la historia: la cuerda.
Porque tal como afirman los autores de esta investigación, “ahora podemos
vislumbrar, volviendo la mirada a hace miles e incluso millones de años, que las
hembras y las mujeres distaron mucho de ser invisibles. Lo que ocurre es que,
sencillamente, nosotros estábamos ciegos”.
La sociedad prehistórica era más igualitaria que la sociedad moderna. Al menos,
por lo que respecta al reparto de tareas entre los hombres y las mujeres. Puede
parecer sorprendente, pero no lo es. Las sociedades que giran en torno a la
naturaleza y viven en contacto directo con ella actúan de manera más
igualitaria. Y no hace falta remontarse en el tiempo para comprobarlo. Las
comunidades amazónicas que subsisten aún, inmersas en la naturaleza,
atestiguan estas pautas de comportamiento, como señala la directora del
Museo de Prehistoria de Valencia, Helena Bonet.
en esos años no existia el concepto de discriminación, solo se hacia lo que cada sexo podria
entregar, estaban bien divididos los roles de genero.