Professional Documents
Culture Documents
ESTUDIANTES:
APOLO HELEN
BERREZUETA CARLA
CHÁVEZ DAYANA
PAMBI JENNIFER
SÁNCHEZ ADRIANA
ASIGNATURA:
FARMACOLOGÍA MÉDICA
DOCENTE:
DR. AGUIRRE ROBERTO
FECHA:
20 DE ABRIL 2018
CURSO:
QUINTO SEMESTRE
PARALELO:
“A”
REACCIONES ADVERSAS A LOS MEDICAMENTOS
La toxicología médica se ocupa del estudio de las reacciones adversas y las enfermedades
ocasionadas por los medicamentos
Todos los fármacos poseen el efecto potencial de causar efectos nocivos. Algunos pueden ser
detectados en los estudios preclínicos, pero otros, graves e infrecuentes, sólo pueden llegar a
descubrirse cuando el fármaco es utilizado en una población suficientemente grande o cuando se
administra de manera crónica.
Efecto secundario: Efecto que se produce por la acción primaria del fármaco.
Ejemplo, el uso de antibióticos de amplio espectro destruye la flora intestinal normal y se puede
producir una infección oportunista.
Efecto colateral: Efecto que se produce debido a que forma parte de la acción farmacológica
del medicamento y suele manifestarse en otro órgano o sistema.
Ejemplo: sería la sequedad de boca que se produce con los antidepresivos tricíclicos.
Reacción alérgica: El fármaco o sus metabolitos adquieren carácter antigénico y provocan así
una reacción de naturaleza inmunológica.
Reacción idiosincrásica: Reacción determinada por factores genéticos que se caracteriza por
una respuesta anormal de ciertos individuos frente a un fármaco.
Reacción adversa: Efecto grave o perjudicial que se produce en dosis consideradas habituales
con fines terapéuticos, profilácticos o para el diagnóstico de una enfermedad, y que responde a
la reducción de la dosis o a la retirada del fármaco o con lleva la no administración en un futuro.
4. DESENLACE
Resultados: Después de sucedida la reacción, marque con una cruz en el casillero
correspondiente.
Posteriormente se sugirió que a esta clasificación debían añadirse dos tipos más:
Causas farmacéuticas
Cantidad de medicamento
La cantidad de fármaco activo en un medicamento está definido por sus condiciones de registro
y es controlada por las Normas de Buenas Prácticas de Fabricación. Cuando estos
requerimientos no se cumplen, una cantidad excesiva puede producir efectos adversos, y una
cantidad insuficiente puede dar lugar a fracasos terapéuticos.
Velocidad de liberación
La velocidad de liberación de una preparación farmacéutica puede variar en función del tamaño
de la partícula, de la cantidad y naturaleza del excipiente utilizado y del material que lo
constituye. Por ejemplo, la liberación rápida de fármacos altamente irritantes en el aparato
digestivo puede ocasionar una lesión local. Éste sería el caso de pacientes con alteración de la
motilidad esofágica a los que se les administra alendronato y, como resultado, se produce una
ulceración esofágica. La velocidad de liberación también puede tener consecuencias sobre el
efecto sistémico del fármaco. Los medicamentos de liberación retardada pueden contener mayor
cantidad de principio activo para lograr una mayor duración del efecto. Si la integridad de ese
mecanismo de liberación retardada se rompe, el contenido se liberará más rápidamente y se
producirán dosis mayores en tiempos cortos, con el consiguiente peligro de aparición de efectos
adversos.
Causas farmacocinéticas
Absorción
La absorción puede llevarse a cabo a lo largo de todo el tubo digestivo. Normalmente se realiza
por difusión pasiva, sobre todo en el yeyuno y el íleon. Las alteraciones, tanto en la cantidad
como en la velocidad de absorción, pueden tener implicaciones muy importantes. Por ejemplo,
la comida incrementa la absorción de hidroclorotiacida, nitrofurantoina, fenitoína, etc.,
posibilitando la aparición de una reacción de tipo A. Los cambios en la motilidad del intestino
delgado pueden tener consecuencias importantes en la cantidad de fármaco absorbido; así, una
reducción de la motilidad puede incrementar la absorción de digoxina al permanecer ésta en los
sitios de máxima absorción y posibilitar la aparición de efectos adversos.
Distribución
Una vez que el fármaco alcanza la circulación sistémica, se distribuye por los distintos órganos
y tejidos. La velocidad y la cantidad de fármaco que llega a los tejidos dependerán del flujo
sanguíneo y de la facilidad que posee el fármaco para difundir a través de las membranas
(mayor cuanto más liposoluble sea). Existen fármacos que dependen en gran medida del flujo
sanguíneo hepático como, por ejemplo, la lidocaína. Así, en caso de insuficiencia cardíaca o de
hemorragia importante, la reducción del flujo sanguíneo hepático produce una disminución de
su aclaración, con el consiguiente aumento de concentraciones plasmáticas, incluso aunque se
hayan administrado dosis bajas. En este apartado también debe destacarse la unión del fármaco
a las proteínas plasmáticas. Cualquier alteración que produzca una disminución de las proteínas,
como sería el caso de un síndrome nefrótico, una enfermedad hepática, etc., da lugar a un
aumento de la fracción libre del medicamento, que es la que posee la actividad biológica, con la
posibilidad de desarrollar efectos indeseables. Éste sería el caso del diazóxido administrado por
vía intravenosa de manera rápida, que puede producir un gran descenso de la presión arterial
debido a una disminución de su unión a las proteínas plasmáticas. Una administración lenta
consigue que el fármaco libre se distribuya a otros órganos, incrementando su eliminación. Otro
mecanismo importante en la producción de reacciones adversas es la unión del fármaco a los
tejidos. Por ejemplo, las tetraciclinas forman complejos con los depósitos de calcio de los
huesos en formación. Su semivida de eliminación en el hueso es de varios meses, mientras que
en el plasma es de unas pocas horas. En los adultos esto no reviste importancia, pero en el hueso
en crecimiento, como en el caso de los recién nacidos, supone una disminución del crecimiento
del hueso de un 40%, así como alteraciones del color y deformación de los dientes.
Eliminación
Las alteraciones en la velocidad de eliminación del fármaco son probablemente la causa más
importante de las reacciones de tipo A. Una disminución de la eliminación incrementa las
concentraciones en el plasma y los tejidos, aumentando la probabilidad de desarrollar efectos
tóxicos. El deterioro de la filtración glomerular produce inevitablemente la disminución de la
eliminación de fármacos que utilizan esta vía, como sería el caso de la digoxina, el litio, los
aminoglucósidos, etc. En todos estos casos, una filtración glomerular de alrededor de 50 ntl/min
(normal 125 mllmin) obliga a realizar ajustes de dosis para evitar la aparición de efectos
adversos. Otro punto crítico del sistema renal es la re-absorción tubular. El litio es un fármaco
que sufre una reabsorción tubular activa, utilizando el mismo transportador que el sodio.
Cualquier incremento en la reabsorción tubular de sodio aumentará la absorción de litio y
provocará toxicidad. La excreción renal es ineficaz para la eliminación de los fármacos
liposolubles debido a su amplia reabsorción tubular. Existen, por lo tanto, otras vías utiliza-das
por el organismo para convertir los compuestos liposolubles en hidrosolubles, posibilitando así
su eliminación renal. Este paso se produce fundamental-mente en el hígado y se denomina
metabolismo. Puede dividirse en dos tipos de reacciones: de fase I (oxidación, reducción o
hidrólisis), en la que se añade un grupo reactivo a la molécula, y de fase II (glucuronización,
sulfatación, mediación y acetilación), en la que se produce una conjugación en el lugar del
grupo reactivo producido en la fase I. Las variaciones interindividuales en la velocidad con que
los fármacos son metabolizados originan alteraciones en la eliminación. Así, una disminución
en la velocidad del metabolismo incrementa la acumulación del fármaco y aumenta la
posibilidad de aparición de una reacción adversa de tipo A. Algunas de estas variaciones están
sujetas a factores genéticos o a influencias medioambientales (malnutrición proteica calórica,
tabaquismo importante, etc.). De esta manera, las izoenzimas CYP2C19 y CYP2D6 poseen un
polimorfismo genético y los homocigotos para el alelo o los alelos recesivos son capaces de
alcanzar dosis plasmáticas más altas con las dosis habituales, por lo que poseen mayor riesgo de
padecer reacciones de tipo A. Otro ejemplo significativo lo constituye la actividad de la
seudocolinesterasa plasmática, enzima encargada de hidrolizar el relajante muscular
suxametonio. En ciertos individuos homocigotos y otros con genes aberrantes puede producirse
una prolongación del efecto bloqueante neuromuscular, pero también se han observado
alteraciones de esta enzima en pacientes con enfermedades hepáticas o renales. La acetilación
también está sujeta a variaciones genéticas, ya que existen individuos autosómicos dominantes
con acetilación rápida. Los acetiladores lentos eliminarán lentamente los fármacos que se
.metabolizan por esta vía, lo que puede facilitar la producción de reacciones adversas, por
ejemplo, la hidralacina, el lupus eritematoso sistémico; la isoniacida, la neuropatía periférica, y
la dapsona, efectos adversos hematológicos.
Causas farmacodinárnicas
Aunque una amplia mayoría de las reacciones de tipo A poseen una causa farmacocirtética,
existe la posibilidad de un incremento de la sensibilidad del órgano diana o de los tejidos, lo que
supone la afectación de los mecanismos farmacodinámicos. Por otra parte, la sensibilidad del
órgano está influida por los receptores, por mecanismos homeostáticos y por enfermedades.
Receptores
Existen dos mecanismos por los que los órganos diana de diferentes individuos pueden
responder de forma distinta cuando el fármaco actúa sobre receptores específicos. El primero es
que los receptores va-rían entre individuos en sus diferentes afinidades y el segundo es que
pueden tener diferente número de receptores en sus tejidos. La primera hipótesis no se sustenta
en grandes evidencias, pero se sabe que existe una resistencia hereditaria a la warfarina en
varias familias, cuyos individuos necesitan altas dosis para alcanzar una anticoagulación
correcta. También se sabe que con la edad se reduce la sensibilidad de los receptores B
cardíacos tanto a los agonistas (isoprenalina) como a los antagonistas (propanolol) debido a una
disminución de su afinidad.
Mecanismos homeostáticos
La magnitud del efecto de un fármaco puede estar sujeta a factores fisiológicos. Por ejemplo, la
atropina intravenosa produce un incremento variable de la frecuencia cardíaca, pero algunos
individuos llegan a desarrollar taquicardias por encima de 160 latidos por minuto en dosis que
no son efectivas en otros. La magnitud del efecto observado depende del balance entre el tono
cardíaco simpático y parasimpático, el cual obedece a factores genéticos.
Como se ha señalado, las reacciones de tipo B pueden considerarse aberrantes, ya que son
inexplicables desde el punto de vista farmacológico del medicamento. Su aparición puede
deberse a diversas causas.
Causas farmacéuticas
Mecanismo inmunológico
El metabolismo de ciertos fármacos puede dar lugar a moléculas reactivas responsables de una
proporción significativa de reacciones de tipo B. La unión de esos metabolitos reactivos, o de un
fármaco determinado, puede producir reacciones tóxicas directas o mediadas a través de
mecanismos inmunológicos (alérgicos). En el primer caso, el metabolito o fármaco puede unirse
a ciertas proteínas y dar lugar a una alteración del funciona-miento normal de la célula, llegando
incluso a la necrosis celular. Rawlins y Thomas denominaron a este mecanismo de tipo
farmacocinética, ya que en ocasiones es un producto formado a partir de la metabolización del
compuesto el que desencadena la reacción inmunológica. En el segundo caso, para clasificar
una reacción como alérgica teóricamente debe cumplir varios requisitos que indican una
relación causal. Clásicamente se diferencian cuatro tipos de reacciones alérgicas.
1. La reacción alérgica inicial, por lo general, está retrasada tras la primera exposición
5. La reacción adversa alérgica debería ser parecida a una reacción alérgica por cualquier otra
causa (eosinofilia, urticaria, etc.)
El fármaco produce la formación de anticuerpos de tipo IgE, que se unen a los mastocitos o
leucocitos. Tras su administración, el alérgeno, es decir, el fármaco o el metabolito, reacciona
con esos anticuerpos sin dañar la célula, pero provoca la liberación de sustancias
farmacológicamente activas, como histamina, leucotrienos, prostaglandinas o factor activador
de las plaquetas, que producen urticaria, shock anafiláctico, asma, etc. El desarrollo de este tipo
de reacción suele producirse entre unos minutos y 1-2 horas tras la exposición.
El fármaco o el metabolito se une a una proteína de una célula o tejido, de forma que el
organismo no la reconoce como propia y la trata como un antígeno. Esto origina la formación de
anticuerpos que se combinan con él, activan el sistema de complemento y provocan daño
celular; por ejemplo, la metildopa o la penicilina pueden ocasionar anemia hemolítica.
Los linfocitos T pueden ser activados por un fármaco que actúa corno hapteno y se une a una
macromolécula tisular para formar un antígeno. Como resultado se producen la liberación de
citocinas y la acumulación de otras células, como monocitos. En este grupo se encuadrarían las
dermatitis por contacto. Mención aparte merece otro mecanismo al que puede denominarse de
reacciones seudoalérgicas. Se asemejan a las reacciones alérgicas, pero no poseen una base
inmunológica. Fundamentalmente tienen una base genética y se deben a la liberación de
sustancias endógenas biológicamente activas (histamina, leucotrienos, etc.) por el fármaco. Los
mecanismos pueden incluir la activación del sistema de complemento, que origina la formación
de polipéptidos que afectan a los mastocitos como en una reacción inmunológica real. Algunos
fármacos pueden causar ambos tipos de reacciones, alérgicas y seudoalérgicas. Por ejemplo,
algunos individuos tratados con ácido acetilsalicílico, así como con otros AINE, pueden sufrir
reacciones de tipo anafilactoide, y presentar un cuadro clínico muy similar al de las reacciones
alérgicas anafilácticas, que puede ser desde una leve rinitis hasta broncoconstricción o edema
angioneurotico. El riesgo de sufrir esta reacción es mayor si existen antecedentes de asma y
pólipos nasales o urticaria crónica. La reacción parece estar relacionada con el desvió del
metabolismo del ácido araquidónico hacia la formación de leucotrienos y otros productos de la
vía de la lipooxigenasa.
Causas farmacodinámicas
Algunos factores, como la edad, el peso corporal, el sexo, la vía y el tiempo de administración
influyen en la respuesta final del paciente a una dosis determinada del fármaco. En general, las
modificaciones en uno o mas de dichos factores producen cambios cuantitativos mas que
cualitativos. Por otra parte, la existencia de una enfermedad física o mental puede dar lugar a
diferencias tanto cuantitativas como cualitativas. Por ejemplo, un antidepresivo tricíclico
mejorará la depresión en un paciente que sufre esto enfermedad, mientras que ese mismo
fármaco no ejerce un efecto comparable en un individuo sano. Estas diferencias cualitativas
pueden considerarse desde dos puntos de vista: genético e inmunológico
Causas genéticos
El termino idiosincrásico ha sido ampliamente usado para designar respuestas poco comunes y
que se creían debidas a algo cualitativamente anormal. Hasta hace poco tiempo este término. Se
empleaba a menudo pasa reacciones adversas que no podían clasificarse bajo otro epígrafe. Hoy
en día se van descubriendo nuevos mecanismos en los que es posible encuadrar estas reacciones
idiosincrásicas, siendo uno de los mas importantes las diferencias genéticas entre individuos.
Causas inmunológicas
Algunas clasificaciones mas recientes incluyen otros subtipos de reacciones que presentan
características comunes de determinadas reacciones adversas, fundamentalmente de su
distribución temporal.
Tienen en común el hecho de que aparecen como consecuencia de una interacción crónica,
intensa y mantenida de un fármaco con los órganos diana. En algunos casos se tratan de
fenómenos de rebote, como ocurre en los cuadros de abstinencia al suspender ciertos fármacos o
en la al suprimir la clonidina, un antihipertensivo.
Existe una serie de fármacos que cumplen con este patrón por ejemplo, laxantes, analgésicos
menores, antidepresivos, vitaminas o antiácidos. Es posible que inicialmente estuviese indicada
su prescripción, pero mas tarde la facilidad para su obtención puede dar lugar a un consumo
desproporcionado. Algunos fármacos pueden llevar a desarrollar una adaptación biológica que
se manifiesta como un síndrome de abstinencia o de retirada si se suspende el consumo. Recibe
el nombre de dependencia física, pero no es una condición fundamental para el desarrollo de
farmacodependencia.
Existen sustancias, como los nitritos o los corticoides, que pueden producir diversos síndromes
si se retira el fármaco. Así, se ha descrito un síndrome de retirada de los corticoides que consiste
en fiebre, mialgia, artralgia y malestar, muy difícil de distinguir de distinguir de una
reactivación de una artritis reumatoide.
Un grupo farmacológico que se prescribe con gran frecuencia y que posee un alto potencial para
producir tanto tolerancia como dependencia física es el de las benzodiacepinas. Al parecer, son
necesarias altas dosis de estos fármacos para producirlas; sin embargo, el 71 % de las personas
que las toman refieren cierta incapacidad para dejarlas debido al síndrome de abstinencia que
ello produce, aunque su intensidad también parece estar relacionada con el tiempo de
tratamiento.
Estas reacciones adversas tienen en común el hecho de aparecer de forma retardada tras su
actuación. Entre ellas se incluyen los fenómenos como: la carcinogénesis y la teratogénesis.
Carcinogénesis
El fármaco puede actuar directamente sobre el embrión o el feto y afectar la síntesis proteica o
de ADN (talidomida, citotóxicos, antitiroideos, etc.) o de manera indirecta sobre la placenta
(vitamina A), el útero (vasoconstrictores que reducen el flujo sanguíneo que llega al feto
causándole anoxia) o la síntesis de hormonas maternas. El período más crítico para el embrión
lo constituyen las primeras 3-10 semanas, cuando la madre puede desconocer todavía su
embarazo y cuando se está produciendo la organogénesis. Por eso, siempre que una mujer
presente la posibilidad de concebir, el médico debe tenerlo en cuenta al prescribir un fármaco.
Las alteraciones en la última fase del embarazo no suelen producir lesiones anatómicas visibles,
pero sí puede resultar afectado el funcionamiento de diversos órganos y sistemas. Por ejemplo,
la administración de litio puede causar la aparición de bocio en el feto, las tetraciclinas pueden
producir alteraciones en el desarrollo de los dientes y los huesos, la aspirina puede afectar la
función cardiovascular manteniendo el conducto arterioso.
Es difícil asignar un potencial teratógeno a un fármaco, ya que a veces éste se administra para
controlar los síntomas de una enfermedad que por sí misma puede causar teratogenia. Éste sería
el caso de los vómitos matutinos que ocurren en las embarazadas en el período en el que el feto
es más vulnerable. En principio, habría que restringir el número de fármacos para este síntoma,
pero también hay que tener en cuenta que los vómitos incoercibles pueden acompañarse de
cambios bioquímicos capaces de dañar por sí mismos al feto. Por lo tanto, dado que el único
camino para confirmar si un fármaco causa daño al feto sería realizar pruebas en seres humanos,
es necesario que los médicos sospechen que cualquier fármaco puede causar teratogenia cuando
ésta ha ocurrido y lo notifiquen al Centro de Farmacovigilancia correspondiente.
Teratogénesis
A finales de los años cincuenta se aprobó para uso en seres humanos un nuevo fármaco con
efectos sedantes e inductores del sueño y antiemético, la talidomida. Su consumo se extendió
por Canadá, Japón, Australia y Europa, y fue administrado a mujeres embarazadas. Los efectos
sobre el embrión no se habían valorado, y comenzaron a nacer cientos de niños con anomalías
graves en los miembros superiores e inferiores, el corazón, los genitales y el sistema digestivo.
Se estima que unos 10.000 niños nacieron con graves malformaciones, lo que marcó un hito de
la farmacología. Tanto las compañías farmacéuticas como las administraciones sanitarias
asumieron la necesidad de desarrollar sistemas de control que permitiesen garantizar la
seguridad de los medicamentos. Así, se introdujo el estudio de la actividad teratógena de todo
nuevo fármaco en distintas especies animales durante la fase preclínica. Sin embargo, la
extrapolación de los resultados obtenidos en los animales a los seres humanos es difícil, ya que
tanto las dosis como las vías metabólicas, la sensibilidad de las células y órganos son muy
diferentes. Así pues, un análisis epidemiológico poscomercialización es el único que puede
detectar el potencial teratógeno de un producto.
Se han considerado diversos factores que pueden estar relacionados con una mayor frecuencia
de aparición de efectos adversos.
Edad
Los estudios llevados a cabo para la detección de reacciones adversas han puesto de
manifiesto que los individuos mayores de 60 años son mas susceptibles de presentar
este tipo de reacciones. Así, se ha visto que poseen un riesgo alto mas alto de toxicidad
por digitálicos, sangran con mayor frecuencia durante el tratamiento con heparina y son
mas sensibles a los analgésicos.
En el otro extremo se encuentra los recién nacidos también con una mayor
susceptibilidad a padecer efectos adversos debido, entre otras cosas, a un desarrollo
incompleto de su sistema metabólico. Un ejemplo es el síndrome gris neonatal
producido por un metabolismo ineficaz del clorafenicol.
Sexo
Se ha detectado un mayor numero de reacciones adversas en las mujeres que en los
varones. Algunas de estas reacciones se deben al tratamiento ginecológico que pueden
estar tomando como los anticonceptivos orales, ya que pueden inhibir el metabolismo
de ciertos fármacos, como los antidepresivos tricíclicos. Por otra parte, se sabe que la
cinética de algunos puede resultar modificada por el sexo. También existen factores
genéticos ligados al sexo como la deficiencia de glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa, que
afecta mas a los varones. Algunas reacciones son mas frecuentes en las mujeres, sin que
se conozca el motivo, como ocurre con la tos asociada a la administración de
inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina.
Enfermedades
En este punto deben considerarse fundamentalmente las enfermedades que alteran el
metabolismo de los fármacos o su eliminación. Así, las enfermedades que afectan el
hígado (hepatitis vírica, alcohólica) o el flujo sanguíneo que llega al hígado
(insuficiencia cardíaca o shock) pueden dar lugar a una disminución del aclaramiento de
fármacos que se metabolizan a través del hígado y provocar su consiguiente
acumulación en el organismo, como, por ejemplo, la rifampicina, el diacepam o el
propranolol. Habitualmente, las reacciones de metabolismo de fase I son las que se
encuentran más afectadas. Por otra parte, dado el papel fundamental que ejerce el riñón
en la eliminación de los fármacos, resulta evidente que cualquier enfermedad que afecte
su funcionamiento posee un efecto considerable en la producción de efectos adversos,
con una disminución de la excreción tanto del fármaco activo como de sus metabolitos.
Así, existen diversos fármacos que se eliminan a través del riñón con un alto potencial
de producir efectos adversos, como la digoxina, el litio o los aminoglucósidos, los
cuales pue-den acumularse si la filtración glomerular se encuentra afectada. En estos
casos se requiere una reducción de la dosis de acuerdo con el aclaramiento renal.
En este punto también deben mencionarse las enfermedades que se exacerban tras la
administración de un fármaco determinado. Este es el caso de hiperglucemias en
pacientes con diabetes mellitus a los que se administran diuréticos o corticoides; una
alteración del centro respiratorio, como ocurre en los pacientes con enfermedad
pulmonar obstructiva crónica, puede originar una depresi6n respiratoria si se
administran opioides; los pacientes con alteraciones de la conducción cardiaca pueden
sufrir un bloqueo cardiaco si se les administra antidepresivos tricíclicos o verapamilo, y
los pacientes hipertensos tratados con AINE pueden presentar un aumento de la presión
arterial.
Factores genéticos
Por último, cabe citar el ejemplo de la succinilcolina ciertos individuos tienen una
seudocolinesterasa de baja afinidad o en cantidad disminuida, lo que produce un
metabolismo más lento y la consiguiente posibilidad de aparición de un bloqueo
neuromuscular prolongado.
E1 origen del empleo inapropiado del fármaco puede localizarse en cualquier punto de
su proceso de utilización, desde una selección incorrecta del principio activo, una
dispensación incorrecta o un error del paciente a1 ingerir e1 medicamento
(sobredosificación).
De un uso clínicamente inapropiado de fármacos sólo cabe esperar problemas; así, la
enfermedad que motivó la prescripción no mejorará. y, por el contrario, es posible que
se desarrollen reacciones adversas. Se ha estimado que el 0,18 % de las ordenes de
administración de medicamentos contienen errores potencialmente graves.
Bibliografía
Fernández, P. L. (2015). Velázquez, farmacología básica y clínica. panamericana.
Lorenzo Fernández P., Moreno González A., & Leza Cerro JC. (2013)Manual de Farmacología
Básica y Clínica. Buenos Aires [Argentina]. Edit. Panamericana.