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Inicio Stepa

Déjenme contarles esta larga y tediosa historia que acaba precoz. Déjenme decirles que en esta
casa algo se creó. Pero créanme que los personajes maravillantes, despampanantes,
resplandecientes en halo nocturno que verán a continuación, harán que se erice hasta el último
vello de su cuerpo y a la luna querrán aullar. Esta historia que les voy a contar es la de ustedes…
y la mía, y la mía y la de elles. Porque aquí estamos con la luna, la lua, la lune, kraa. Ella que todo
lo ve y todo lo sabe, ella que nos permite hacer, decir y sentir lo que queremos. Hoy en su casa,
en la casa de kraa, eso va a suceder. Seremos las lunas rojas azules y blancas, las distantes y las
cercanas. Las que nacen en el mar y mueren en la montaña. Pero no moriremos. Aquí resistimos,
desde antes que el sol se empiece a poner, hasta allá cercanas a la primera estrella volveremos
a aparecer. Somos las lunas que nunca se van, las que se escarchan en el frío polar e iluminan
las mesetas. Esas que aparecen en las pupilas que observan las constelaciones ascender. Y allí
arriba y aquí abajo en un aullido de entrega y ebullición se nos saldrá del pecho el tremendo
resplandor. Como a Stepa y Krepita, quienes nos dan la bienvenida a la maison. Bienvenues a
house of kraa.

Denise

¿Quién se ha preguntado alguna vez por qué los planetas y las estrellas están suspendidas allá
arriba o allá abajo? ¿Qué es este orden cósmico que se nos ha dado? Si seremos marionetas de
algún gigante alado o simplemente atravesamos el espacio rodando y rodando. Si estuviesen los
planetas y las estrellas apiladas perdería todo su hermoso oleaje el mar. O si estuviesen
formados como cadetes los planetas y satélites, esperando alguna orden general que les
comande para qué lado girar, ya no quedaría lugar para pensar la libertad. Es mejor entonces
no pensar en razones o explicaciones y sentir el fluir de los cuerpos celestiales, sabernos –como
Denise- suspendidas y libres flotando en el aire.

Lilith

Terminará la incertidumbre cuando corras el telón. No basta espiar por la rendija de la ventana
o a través de la cortina. Déjense llevar por la curiosidad porque lo que está allá afuera es de
verdad y la indiferencia no sacia la ansiedad. Ya sabemos que es mejor romper barreras,
bandejas, banderas para conocer el brillo y resplandor. Crucemos los mares si es necesario
porque en el edén ya todo está creado. Cuarto creciente o menguante la plenitud esconde, pero
no olviden que aunque en codificado esté, la imaginación a cualquier lado puede llevarnos. Es
el lado oculto de la luna lo que nos incita a imaginar qué hay más allá del velo y allí entonces,
cuando la curiosidad nos invade ya no es suficiente la luna y queremos ir hasta Venus. Con Lilith
Vesta.

Afroditas.

En las noches sin luna los cuerpos se agitan en su búsqueda. Golpean la tierra por si algún ser en
su interior la ha visto caer. Sacuden sus brazos por si las yemas de los dedos llegan a rozar algún
cráter. En estas noches sin luna las cuerpas se liberan, tratando que los movimientos
espasmódicos hagan el tiempo pasar para volver a ver la luna brillar. Es el cosmos en sus cuerpos,
es un incesante devaneo, es que aún no se han dado cuenta, no se han dado cuenta que a la
luna la llevan dentro.

Guajiras.
Ya nadie puede recordar qué empezó esta cacería, ni por qué comenzó. Sólo sabemos que la
luna es perseguida por el sol. A veces me parece que está por atraparla. Veo que conviven en un
horizonte propio y aquí yo otras veces soy testigo ocular de lo que parece ser un ataque
inminente. De todas formas suelo pensar que es un juego de la luna que provocadora se
presenta transparente, tentando. Sabiendo que el sol pronto se ira y que el cielo será suyo para
lucirse como sólo ella sabe. Es entonces cuando se muestra toda, sale y juega con las olas y con
el mar. Cuando cesa el sol agobiante también salen las estrellas que sobre una alfombra negra
parecen jugar, algunas imperceptibles pero perfectas. Allí entonces cuando él ya no está, la luna
y las estrellas bailan, juegan y nos invitan a gozar. Como las guajiras.

Toto

La luna nunca es la misma y tampoco lo somos nosotras. Depende el tiempo y el espacio, no es


esta misma luna la que vimos hace un año ni ya no somos nosotros ningunos extraños. Puede
ser entonces un plato gigante, para quien la mira con un poco de hambre. Tal vez es el romance
para algunes amantes. Un satélite natural para quien nada lo inspira. O una luz guía si en la
noche caminas. C’est la lune á la france. O a lua em Brasil. The moon for the yankees y en Japón
Ni jondo ski. Cambiamos en tiempo y espacio, no es la misma la luna desde que empezó esta
noche, ni lo seremos nosotres después de esta performance.

Moondana

Romperá de nuevo el día pero no es posible olvidar por qué estamos acá. Hoy vinimos por Kraa,
a festejar con y por la luna. Y sobretodo a esta luna. Dejemos a Urano con Titania o a Saturno
con sus 62 satélites. Quién necesita 67 lunas si con una podemos amar, llorar, reír, cantar y
festejar. Qué podemos decirle a la luna más que gracias por lo que nos da. Mirarla resplandecer,
saber que siempre va a volver, que no importa qué tan lejos estemos, en un instante es posible
conectarse con quien la mira así sea en la vida o en el recuerdo. Sí, luna hay una sola, como cada
une de nosotres,

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