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TRABAJO REFERATIVO
Título:
CARACTERIZACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA COMO MIEMBRO DE
LA SOCIEDAD CIVIL EN CUBA.
Autor:
Antonio Serrano Muñoz A-23 #24
Carrera:
Ingeniería en Automática
INTRODUCCIÓN
No se puede pasar por alto el hecho de que, desde su surgimiento la Iglesia ha jugado
un papel político en la sociedad en la que se ve envuelta. Este trabajo tiene como
objetivo caracterizar a la Iglesia Católica como miembro de la sociedad civil en Cuba.
Para su estudio se tomó el período que media desde el triunfo de la Revolución
Cubana hasta la actualidad; el cual a su vez, se ha dividido en varias etapas con el
propósito de facilitar el análisis y la comprensión de las características inherentes a la
Iglesia Católica vista más como institución social que en su naturaleza de institución
divina.
Aclaración previa:
Las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno cubano, iniciadas en marzo de 1935,
han sido ininterrumpidas, incluso en los momentos de mayor tensión entre la Iglesia
cubana y el Estado revolucionario. La Santa Sede no cedió a presiones del gobierno de
Estados Unidos, cuando intentó aislar al gobierno de Fidel Castro del resto del mundo,
ni cuando sectores opuestos a la Revolución pretendieron utilizar el espacio religioso
para actividades conspirativas [3].
Etapa: 1959-1960
Por Ley del 6 de junio de 1961 se declaró pública la función de la enseñanza y gratuita
su prestación, y se dispuso la nacionalización de todos los centros docentes. A partir de
esto se acrecentó la emigración de miembros de órdenes religiosas, en especial de
aquellas dedicadas a la docencia. La Ley 963, del 4 de agosto de 1961, dispuso la
desmonetización de todos los billetes de banco circulante y su canje en cantidades
racionales. Esta medida fue una importante afectación a la capacidad financiera de la
contrarrevolución, pero lo fue también para los recursos económicos de la Iglesia.
Obispados, órdenes religiosas y asociaciones católicas guardaban grandes sumas de
dinero que, por desconfianza al sistema bancario nacional no se depositaban en agencias
bancarias [7].
Una de las medidas más radicales que afectó a la Iglesia fue la expulsión, en 1961, de
131 sacerdotes en el vapor español "Covadonga". Por otras vías, otros sacerdotes fueron
presionados para abandonar el país y otra gran cantidad de sacerdotes y religiosas
abandonó voluntariamente el mismo, al ser expropiadas las escuelas y otros centros
asistenciales. Varios seminaristas que realizaban sus estudios fuera de Cuba no
obtuvieron permiso para regresar. En pocas semanas, el número de sacerdotes,
religiosos y religiosas, se vio reducido drásticamente. Quedaron apenas unos 200
sacerdotes; las comunidades religiosas femeninas pasaron de 158 a 43, las masculinas
de 87 a 17. Con el establecimiento de la sociedad socialista el trato con las religiones en
Cuba siguió los métodos del bloque socialista de Europa oriental. Aunque nunca llegó a
alcanzar los niveles de gran control sobre la Iglesia católica, pues, por ejemplo, el
nombramiento de obispos en Cuba no necesitaba de la aprobación del Gobierno, los
obispos ordenaban sin impedimentos a los sacerdotes y nunca se constituyó una Iglesia
Nacional. Las acciones aplicadas hicieron disminuir sensiblemente la vida de la Iglesia.
El ateísmo se convirtió en una "religión", según reconoció años más tarde el Presidente
Fidel Castro, algo que evidentemente, ha quedado en el pasado [8].
Etapa: 1963-1967
La Iglesia católica inicia el año 1963 muy disminuida en todos sus niveles: el
Episcopado se conserva con sus seis obispos ordinarios. El clero diocesano se ha
reducido a la cuarta parte del número de su miembros con que contaba en 1958, más de
la mitad abandonó el país por iniciativa propia. El regreso a Cuba de algunos
seminaristas que fueron enviados a concluir sus estudios en el extranjero, no compensó
la deserción de sus hermanos. La órdenes religiosas femeninas quedaron reducidas a 14,
con muy pocos miembros en Cuba; en la mayoría de ellas solo quedaron en el país
algunas ancianas que permanecieron ocupando sus grandes conventos para evitar que
fueran nacionalizados o “diocesanizados”. Solo quedaron funcionando los dos
seminarios diocesanos más grande del país: el de “El Buen Pastor”, en La Habana, y el
de “San Basilio”, en Santiago de Cuba, que se pusieron a disposición de todas las
diócesis. Los cultos se redujeron extraordinariamente. Templos urbanos en que
anteriormente se celebraban seis u ocho misas dominicales, las limitaron a dos o tres,
para que sus sacerdotes pudieran atender a otras comunidades cercanas; en parroquias
rurales solo se celebraba misa cada siete o catorce días [10].
Esta etapa se caracterizó por la desaparición de muchas congregaciones, asociaciones,
cofradías laicales y noviciados religiosos debido a la falta de membrecía; las principales
órdenes religiosas masculinas empezaron a enviar a sus novicios a seminarios
diocesanos con el objetivo de reforzar el escaso trabajo apostólico que se desarrollaba
en la Isla. Se confirió por parte del clero un mayor peso al laicado, inclusive en
responsabilidades eclesiásticas. El ateísmo se manifestó de múltiples formas, la
discriminación religiosa que no permitía acceder a algunos puestos profesionales o al
estudio de determinadas carreras universitarias, unido a la presión social que se
desarrollaba sobre las familias para evitar un acercamiento de estas a las iglesias,
aceleró la salida del país de sacerdotes, laicos y numerosas familias religiosas, dejando
un vacío en el seno de la Iglesia, por lo que se recurrió a la ayuda de sacerdotes
extranjeros que, al no poder captar las características de la Iglesia y el pueblo cubano,
trajeron como consecuencia nuevas afectaciones para la misma en general.
Etapa: 1968-1978
Esta etapa está marcada por la influencia del II CELAM celebrado en Medellín, en el
año 1968 y por dos cartas pastorales del Episcopado Católico, en las que se condena el
bloqueo imperialista a nuestro país y se sugiere la integración laboral de los católicos
residentes en la Isla, respectivamente: ambas contribuyen a dar un vuelco a la situación
iniciada con las pastorales anticomunistas y contrarrevolucionarias de la primeara etapa.
Esta actitud no significó un apoyo a la Revolución pero, al menos, inició una etapa de
superación de contradicciones entre la Iglesia y el Estado [13].
Vale aclarar que, a pesar de que no se realizó una modificación de la concepción del
Estado Socialista sobre la religión, si se amplió la comprensión de la realidad social que
vivía la fe cristiana en Cuba y se produjo una apertura por parte del Partido Comunista a
las nuevas expresiones de corte religioso cristiano que se desarrollaban. Las garantías
constitucionales que quedaron plasmadas en la nueva Constitución posibilitaron a la
Iglesia y a la comunidad de católicos un mayor desenvolvimiento en las actividades
religiosas, además de una mayor seguridad para vivir la fe y el amor al prójimo.
Etapa: 1979-1985
La postura tomada por los obispos cubanos y la Iglesia Católica en general ante los
incidentes ocurridos en 1980 en la Embajada del Perú, la apertura del puerto cubano del
Mariel que provocó un éxodo de muchas personas hacia Estados Unidos y las amenazas
del gobierno norteamericano contra Cuba, se expresó mediante la publicación de una
serie de documentos y pastorales en los cuales se hacía un llamado a todas las Iglesias
para que demanden al Gobierno de los Estados Unidos el cese de agresiones, amenazas
e intervenciones contra Cuba y Latinoamérica; además se incitaban a las comunidades
cubanas, religiosas o no a permanecer en la Isla y a participar en la construcción
revolucionaria de la sociedad. Esta actitud revelaba la continuidad y desarrollo del
proceso de reencuentro entre la Iglesia cubana y el Estado Socialista, entre la Iglesia y el
pueblo.
Etapa: 1986-1992
Esta etapa inicia con la celebración por parte de la Iglesia Católica del primer
Encuentro Nacional Eclesial Cubano, (ENEC) en febrero de 1986, después de un largo
período de reflexión eclesial nacional en el cual tomaron parte todos los miembros de la
Iglesia. El ENEC, a partir de una atenta reflexión sobre el pasado, sentó las bases de la
Iglesia cubana hacia el futuro. Fue el más serio replanteo de la Iglesia para elaborar un
plan pastoral acorde con la realidad social. La Iglesia comenzaba así a desembarazarse
de viejos conceptos y prejuicios, comprometiéndose a ser orante, encarnada y
evangelizadora en medio de la sociedad. Se puso fin a una pastoral de conservación y se
dio inicio a una pastoral más activa, sobre todo en la línea de un anuncio explícito del
mensaje evangélico, y orientada a lograr un mayor espacio de participación social del
laico. Por esos años se había producido un incremento de la feligresía católica y de otras
manifestaciones religiosas [22].
El Documento Final de la ENEC trazó líneas muy precisas a seguir por la Iglesia.
Entre sus grandes líneas pastorales están:
1- La Iglesia Católica acepta que su misión puede llevarse a cabo en Cuba con su
organización socialista. La Iglesia quiere ser una Iglesia encarnada.
2- La Iglesia en Cuba está consciente de su misión y, con las modalidades propias
del medio en que se encuentra, busca el modo de ponerla por obra. La Iglesia
quiere ser evangelizadora.
3- La Iglesia, fiel a su Señor, pone su confianza en Dios (…) La calidad de su
presencia y su acción evangelizadora en nuestro país dependerán de su unión y
fidelidad a Jesucristo. Solo una Iglesia orante puede encarnarse en el contexto
histórico donde se halla y anunciar allí a Jesucristo [23].
Este ha sido, sin dudas el evento más importante de la Iglesia Católica cubana a lo
largo de su historia en el ámbito social y divino, no solo por la participación de obispos,
sacerdotes y laicos de las diferentes diócesis y una representación del Vaticano, sino
porque la Iglesia se abrió a la realidad histórica que vivía el país, realizó una reflexión
sobre su comportamiento en todas sus etapas, desde la conquista y colonización hasta el
año 1986, reconociendo los aspectos negativos y positivos que había jugado en la
historia del pueblo cubano, valorando su misión en las condiciones cubanas. Este
momento de toma de conciencia generó un nuevo y participativo modo de comprender y
elaborar la misión de la Iglesia y su acción pastoral, además le permitió encontrar un
espacio más seguro y amplio para desarrollar la misma.
Etapa: 1993-1997
En septiembre de 1993, los Obispos cubanos hicieron pública una carta pastoral
titulada "El Amor todo lo espera". Rememorando los valores tradicionales de Cuba,
tanto religiosos como culturales, los obispos se referían al deterioro de la situación
económica, social y política en el país, y propusieron, como única vía capaz de
solucionar los problemas, el diálogo nacional. Un diálogo que buscara soluciones y no
culpables, donde nadie quedara excluido. El mensaje de los Obispos tuvo una acogida
muy favorable entre la población en general, tanto católicos como no católicos,
creyentes y ateos. Sin embargo, la prensa oficial publicó fuertes críticas al documento
episcopal, dando muestra de una lectura equivocada del mensaje de los Obispos, pues
sólo se interpretó en clave política [25].
A diez años del primero se celebra el segundo ENEC, llamado ECO, con una
asistencia de 145 personas de todas las diócesis del país, entre sacerdotes, obispos,
laicos, religiosas y diáconos. En esta reunión se escogen tres prioridades para el trabajo
pastoral de la Iglesia en Cuba: formación integral, comunidades vivas y dinámicas y
promoción dinámica [26].
Etapa: 1998-Actualidad
Del 21 al 25 de enero de 1998 el papa Juan Pablo II visita a Cuba; realiza diversas
actividades, además de cuatro misas en plazas públicas de las ciudades principales,
incluyendo la Plaza de la Revolución. Recibió una amplia cobertura periodística
nacional e internacional. Se coincide en calificarla de acontecimiento histórico. Tuvo un
balance positivo para la Iglesia y para el Estado cubano. En ceremonia pública en
Santiago de Cuba, anuncia la creación de la diócesis de Guantánamo-Baracoa, en el
extremo oriental de la Isla, separada de la arquidiócesis de Santiago de Cuba. Se
celebran por primera vez en muchos años procesiones públicas durante la Semana Santa
y en el Día de la Caridad, incluyendo el templo de La Habana dedicado a esta imagen,
donde fueron suspendidas más de tres décadas antes. El 6 de marzo de 1999 Juan Pablo
II eleva la diócesis de Camagüey al rango de arquidiócesis. Quedan así constituidas 11
diócesis, tres de ellas con rango de arquidiócesis, con lo que la estructura eclesial básica
se acerca a la división político administrativa creada por la Constitución de 1976. La
Iglesia se fortalece desde arriba, al tiempo que estimula el movimiento laical
impulsándolo a una participación activa dentro de la sociedad [27].
Existe en esta etapa una mayor libertad para expresar la religiosidad popular. La
apertura de la Iglesia Católica cubana ante la sociedad actual es amplia en todos los
órdenes, como lo demostró el reciente recorrido de 16 meses de la imagen de la Virgen
de la Caridad del Cobre por todas las comunidades católicas cubanas, incluyendo
hospitales y universidades y la visita del S.S. el Papa Benedicto XVI con motivo de la
celebración de los 400 años de aparición de la misma en la bahía de Nipe, en Holguín.
La Iglesia Católica cubana actualmente se compone de once diócesis, tres de ellas con
rango de arquidiócesis:
[2, 4-7, 9-17, 19-21] RAÚL GÓMEZ TRETO: La Iglesia Católica durante la construcción del
socialismo en Cuba, Ed. CEHILA, Cuba 1994.
[3, 28] ¿Cuál será el papel de la Iglesia Católica en el futuro de Cuba? - Cuba a la
Mano, Disponible en la web:
http://cubaalamano.net/sitio/client
[8, 22, 25] La Iglesia Católica en Cuba. Editado por la oficina de prensa Verdad y
Esperanza, Comisión Central preparatoria para la visita del Papa.
Disponible en la web:
http://www.corazones.org/lugares/latino_a/cuba/
[18] La voz de la Iglesia en Cuba. 100 Documentos Episcopales, Ed. Obra Nacional de
la Buena Prensa, A.C, México 1995.
[23] JAIME L. ORTEGA ALAMINO: Te basta mi gracia, Ed. Palabras, S.A, Madrid
2002.
GIULIO GIRARDI: El ahora de Cuba. Tras el derrumbe del comunismo y tras la visita
del Papa, Ed. Nueva Utopía, La Habana.
JAIME L. ORTEGA ALAMINO: Te basta mi gracia, Ed. Palabras, S.A, Madrid 2002.
FIDEL CASTRO, FREI BETTO: Fidel y la religión, Ed. Ocean Sur, 2007.