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Introducción: para qué usar cubiertas –una pregunta no tan obvia como
parece.
La idea central de este breve texto es muy sencilla: conservamos el patrimonio
no solamente para detener o paliar su deterioro sino, fundamentalmente, para
permitir su comprensión y disfrute. En ese sentido, usamos cubiertas para
proteger (típicamente a edificios y contextos expuestos), pero lo hacemos con
una razón de fondo: para que sus auténticos propietarios, los ciudadanos,
comprendan y disfruten su significado. Expresada de esta manera, la idea
parece no solo incontrovertible, sino francamente obvia. Sin embargo, para que
esa razón de fondo se cumpla, no basta con ofrecer la protección de una
cubierta: es indispensable divulgar los valores patrimoniales que protegemos,
para promover su uso y apropiación social. Sin ello, nuestros esfuerzos se ven
disminuidos porque se limitan a cumplir sólo de manera parcial aunque, por
supuesto, crucial, el objetivo que motivó a poner la cubierta.
1
Jiménez hace un resumen de las formulaciones más conocidas, que no hay espacio para discutir
aquí: Schiffer propone 6; Ballart 3; Lipe 4, y ella encuentra que los documentos de UNESCO
permiten distinguir 17 –ver referencias en Jiménez (2005:28–35).
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El concepto lo usaba en mis cursos de Teoría Arqueológica en la Licenciatura de Arqueología
de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en 1984 y 1985. Una de las primeras
presentaciones formales de la propuesta fuera de la ENAH tuvo lugar como ponencia en un
evento de 1987 (Gándara 1987).
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siglo XIX. Quizá no eran bellas o espectaculares, pero eran los antecedentes de
los nacientes estados-nación europeos, que los reivindicaron entonces al mismo
tiempo como parte de su historia y como parte de su identidad. Es decir, se
reconocían ahora dos dimensiones adicionales de valor: el histórico (en el
sentido de la historia particular de un pueblo) y el simbólico (en este caso, el
identitario), que sería manipulado políticamente para crear consenso y orgullo
nacional.
Este balance entre valores patrimoniales tiene que ver también con la
autenticidad: es importante que el visitante sepa, si se utilizaron materiales y
técnicas prehispánicas en la construcción de la cubierta, que lo que está viendo
es una reconstrucción. Estará más o menos basada en evidencias disponibles,
pero típicamente es una reconstrucción.
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Su primera solución en 1936 fue, aparentemente, un techo de lámina de cartón o galvanizada,
(Hernández Rivero and Maldonado del Moral 2008:2).
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Esta última reflexión nos lleva a otro de los puntos centrales de este
trabajo: que no es suficiente incidir en uno de los componentes de la
conservación (en este caso, la conservación material y el restauro) si no se
interviene en otros componentes (en este caso, el de la divulgación). Es decir, es
importante pensar el asunto de las cubiertas en un marco más amplio, más
holístico. Proponemos que el modelo de conservación integral del patrimonio
puede jugar precisamente este papel. Veamos en qué consiste.
La investigación
Es el punto de partida. Y me refiero no solamente a la investigación
arqueológica: es decir, requerimos no solamente estudiar el pasado, sino el
contexto presente del patrimonio y su trayectoria histórica –cómo es que ese
sitio o ese monumento llegó hasta nosotros. Ello implica la participación de
etnohistoriadores e historiadores, para cubrir las etapas posteriores a la invasión
española. Y luego, de la investigación en economía, antropología social y
sociología, para entender el contexto en el que el sitio se encuentra; incluso en
la investigación en planeación urbana o ambiental y en otras disciplinas que
tienen que ver con la supervivencia a largo plazo del sitio: se requiere identificar
a los agentes que pueden intervenir a favor o en contra de su conservación, así
como a los factores sociales de afectación. Y también requerimos investigar
cómo conservarlo, administrarlo y hacerlo socialmente útil; y cómo protegerlo
legalmente. Es decir, ampliar el panorama: la investigación arqueológica,
aunque central, no es suficiente. Una cosa es cierta: ya no se puede pensar que
la investigación se reduce a la acción del arqueólogo.
La conservación material
Llamo a este componente “conservación material” para distinguirlo del modelo
en su conjunto, que habla de la “conservación integral”. Esto a veces molesta a
algunos colegas restauradores, pero la intención es precisamente destacar que,
aunque crucial, este componente es solamente una parte de lo que se requiere.
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La protección legal
En México se hicieron avances muy importantes dentro de este componente en
la década de 1970, con la Ley de Protección de Zonas y Monumentos Históricos
de 1972. Esta ley fue ejemplo para las legislaciones en muchos países. Y, de un
tiempo para acá, se le ataca para buscar “liberalizar” el usufructo del patrimonio,
léase, abrirse al lucro mercantil por parte de la iniciativa privada. Es por ello que
grupos sociales importantes, como los propios sindicatos del Instituto Nacional
de Antropología e Historia (INAH), el organismo federal encargado de la
investigación, conservación, custodia y divulgación del patrimonio cultural en
México, ha sido mantenido una constante defensa del marco legal. La protección
legal es importante, dado que registra y protege los bienes; restringe sus usos a
aquellos compatibles con su conservación; promueve su apropiación colectiva
amplia, y no a favor de algún grupo reducido; y castiga a los infractores. Pero, de
nuevo, no importa qué tan brillante sea esta defensa, de nuevo es sólo uno de
los flancos a atender: no podemos bajar la guardia en los otros componentes.
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Por ejemplo, la carrera profesional respectiva en México se llama “administración de
empresas”, no “gestión de empresas”, como parece suceder en España. En México es
doblemente desafortunado, porque en una poco feliz decisión política, se resolvió una
demanda laboral en el INAH convirtiendo a personal manual, técnico y administrativo en
“gestores patrimoniales”, como forma de mejorar sus condiciones económicas, sin que
mediara un proceso de entrenamiento profundo en cuestiones patrimoniales. La medida
fue no solamente criticada, sino que generó una animadversión hacia el término
“gestión”.
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Ello no implica que esta falta de atención sea intencional. Tengo una
hipótesis de por qué es que eso sucede. Le llamo el “efecto visita presidencial”.
Al menos en México, cuando algún funcionario importante, del presidente para
abajo, visita algún lugar –por ejemplo, el sistema de transporte colectivo “Metro”-
todo está impecable, no hay vendedores ambulantes, el aire acondicionado
funciona y no hay multitudes que hagan el viaje una aventura. No. Todo está
controlado y funciona de maravilla.
Entonces, lo que se planteaba como uno de los elementos del genio del
lugar, el culto a la fertilidad (además de que Tamtok es el sitio más al noreste
que tiene pirámides) se convierte en un elemento del tipo que requiere el primer
5
Taller sobre elaboración de cedulario interpretativo-temático, DOS/INAH, México, 2002.
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Es una cédula que podemos calificar como mejor que la mayoría de las
que normalmente le ofrecemos al visitante, pero retoma precisamente el tipo de
datos que éste olvidará antes de salir del sitio (como fechas y nombres de
periodos); el genio del lugar se destaca pero queda opacado por la información.
He aquí mi propia propuesta, de hecho más larga que la original, pero con
el enfoque antropológico, que juega con las diferencias y similitudes culturales:
Las historias, los cuentos, nos enganchan porque producen empatía con
el/la protagonista. Ésta, a su vez, es resultado de que entendemos los valores y
las emociones que están en juego. De hecho, tanto los diseñadores de
experiencias como algunos intérpretes, como Larsen (Larsen nd), han señalado
que es vía precisamente estos valores universales que el patrimonio tiene
sentido. Y en mi propia propuesta, la del enfoque antropológico, constituyen
precisamente el segundo momento de la metodología.
Todo está listo desde hace cuando menos hace dos años, pero no se ha
puesto, por falta de fondos; actualmente se encuentra en trámite. En el ínterin,
se invirtió un millón de pesos en la nueva cubierta, que tiene por desgracia tiene
problemas que probablemente obliguen a su remoción, con nuevos costos,
cuando un elemento central para que los valores del sitio se entiendan sigue
esperando a contar con presupuesto7.
En síntesis...
Evidentemente, no se trata de elegir entre una cosa y otra (cubiertas o
divulgación): ambos indispensables para la conservación integra que, como
vimos requiere atender a los cinco componentes de la conservación. Más bien
se trata de entender que mientras que la gente no comprenda los valores
patrimoniales, no se comprometerá con la conservación. Y nuestra inversión en
cubiertas tendrá entonces menos eficacia que si es parte de un plan integral en
7
Durante el Taller Eduardo Gamboa señaló, a pregunta expresa de Patricia Castillo,
que el costo de las cédulas se ha incrementado considerablemente; pasó de menos de
100,000 pesos (cerca de 10,000 dls), a cinco veces esa cantidad, con una duración no
muy larga. Estos costos, se nos dijo, no incluyen el taller sobre interpretación que
acompaña el proceso de diseño. Será importante ver las causas del aumento en costos
y reducción en durabilidad. Hemos sugerido que podemos nutrirnos de la experiencia
del National Forest Service y posiblemente lograr costos menores concursando los
proyectos entre estudiantes de ingeniería industrial de las universidades mexicanas.
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Referencias
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Ausubel, D. P.
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remodelado. León, Guanajuato: Instituto Cultural de León.
Gándara, Manuel
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Recuento Personal De La Breve Historia De La Interpretación Del Patrimonio
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Ham, Sam
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Larsen, David
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20
Mosco, Alejandra
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Socialización | IPHES
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