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Sobre Necesidades Humanas

Antonio Elizalde – Chile.

Las recientes informaciones relacionadas con el cambio climático global.


El informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) ha señalado
que la era industrial ha disparado la temperatura del planeta. Existe un serio y grave
problema ecológico: el cambio climático.
Los principales responsables de las políticas económicas y financieras a nivel global han
reconocido el problema distributivo. Hay casi mil millones de personas en el mundo que
pasan hambre, padecen enfermedades y mueren prematuramente a causa de la
malnutrición.
Un simple cálculo hecho por Jorge Reichmann nos permite, haciendo uso del concepto de
huella ecológica, ver la inviabilidad del camino que estamos siguiendo

La construcción cultural de la codicia: ¿La creación de necesidades o de deseos?


André Gorz (1989) transcribe la declaración de Stanley Resor, uno de los estrategas del
mundo publicitario de algunas décadas atrás, quien afirma que: “…cuando aumentan los
ingresos, la creación de nuevas necesidades es lo más importante“, continua señalando
que “Esta necesidad tiene que ser creada en su ánimo y es preciso hacerles ver las
ventajas que les procurará el segundo automóvil. Yo considero la publicidad como la
fuerza de educación y de motivación capaz de provocar los cambios de la demanda que
son precisos. Mostrando a mucha gente un nivel de vida más elevado, aumentamos el
consumo al nivel que nuestra producción y nuestros recursos justifican”
Por lo tanto, en la actualidad es el consumidor el que está al servicio de la producción, el
consumidor es quien tiene que adaptarse a los requerimientos de las producciones. Ya
que ello es indispensable para que la sociedad pueda perpetuarse, y así reproducir las
desigualdades jerárquicas y mantener sus mecanismo de dominación.

Entonces: ¿De qué hablamos cuando hablamos de necesidades?


Tendríamos que preguntarnos ¿Qué es lo que nos interesa? ¿Qué cosas consideramos
valiosas? ¿Qué es lo que realmente importa? Preguntas complejas y que se vienen
reflexionando desde hace mucho tiempo, se ha escrito mucho, si bien se han llegado a
establecer acuerdos, subsisten muchos desacuerdos.
Los especialistas en ciencias sociales han ido perfilando un concepto de “necesidad”
en un sentido que da la impresión que existe, en la materia, objetividad y necesidad. Pero
no es realista reducir al ser humano a necesidades cuantificables, visibles y mensurables.
Se actúa como si los bienes de consumo viniesen a satisfacer las necesidades. Por ello,
se habla de necesidades humanas básicas.
Por ello, importa indagar en las nociones de necesidad más recurrentes. Una de ellas,
situado en las últimas décadas, es lo que Ivan Illich señala como legado del discurso
desarrollarista (décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial). Las necesidades que
el desarrollo provocó justificaron la expoliación y el envenenamiento de la tierra, hasta un
nivel más profundo, transformando la naturaleza humana. Las “necesidades básicas”
pueden ser el legado más insidioso que deja el desarrollo. El hombre común se convirtió
en hombre necesitado
El homo sapiens que vivió desde comienzos de la edad de Piedra, hasta el día en que
Picasso estremeció al mundo con el horror de Guernica constituye un primer grupo. El
segundo grupo, y la mayor parte de la humanidad, nacieron después de Guernica, en
1936, estas personas son adictas a la energía eléctrica, a ropas de telas sintéticas,
comida chatarra y a los viajes. Viven más tiempo y la mayor parte de estos, actualmente
vivos, aceptan sin cuestionamiento su condición humana como dependientes de bienes y
servicios, dependencia que ellos llaman necesidad (homo miserabilis)

Para el colectivo IOE, la necesidad socia no es un hecho empírico que se imponga por sí
mismo, existe necesidad sólo con respecto a lo que se define como deseable (necesario),
y el juicio no es individual suele estar condicionado por intereses y estrategias de grupo o
clase social. El concepto de necesidad social encierra elementos problemáticos que se
agudizan si el modelo social se caracteriza por el conflicto y la desigualdad social.

Para Rodríguez Cabrero, la formulación de la necesidad humana es sometida por el libre


mercado, potenciadora del mundo delos deseos o identificada con los servicios públicos
del estado de bienestar. Las necesidades sociales son producidas históricamente,
jerarquizadas socialmente, no reducible a deseos o simples expectativas que se inscriben
en complejos espacios interrelacionados: espacio del deseo multiplicad por el marketing
empresarial, espacio normativo de los servicios públicos de bienestar, espacio
conversacional de la producción de necesidades de las familias y pequeños grupos.

Agnes Heller señala que necesidad es una categoría social, y tienen necesidades en tanto
zoon politikon, los deseos son personales idiosincráticos, incluso inconscientes. Al
contrario de las necesidades, los deseos no pueden ser completamente verbalizados, a
veces ni siquiera aproximadamente.

En el discurso psicoanalítico, la necesidad es entendida como expresión de la pulsión


generada por el deseo, siendo el deseo el elemento fundante de la condición humana, la
necesidad sería la expresión coyuntural y especifica del deseo humano.

Wiggins presenta un tercer sentido asignado que viene de la filosofía política en la cual se
señala que existen ciertas exigencias que derivan del ejercicio de la (condición) libertad
humana y que estas exigencia se constituyen como necesidad humanas que la sociedad
debe procurar satisfacer o posibilitar que el individuo pueda satisfacer. Lo que necesito no
depende del pensamiento o del funcionamiento de mi cerebro, sino de cómo es el mundo.

Un cuarto significado, viene de la ciencia económica. Necesidad humana es la sensación


de carencia de algo unida al deseo de satisfacerla, sin embargo, las necesidades
humanas son ilimitadas, de allí que el problema básico que se presenta en todas las
sociedades sea la escasez. Las necesidades son concebidas como sensaciones
desagradables de falta o carencia de algo que debe ser satisfecho de inmediato, por ello
la actividad humana se impulsa por este motivo a crear con el fin de satisfacer sus
problemas. La necesidad es la sensación de falta que debe ser satisfecha de inmediato,
mientras que el deseo es una parte de la necesidad; el proceso en el cual se busca cómo
solucionar la carencia de algo.
Si clasificamos la necesidades de acuerdo a su importancia económica, tenemos: a)
Necesidades Primarias o biológicas (vitales), no pueden dejar de satisfacerse porque son
vitales (abrigarse, alimentarse, otros); b) Necesidades Secundarias o sociales, aparece
con el mejoramiento del estándar de vida, no son necesarias pero no dejan de ser
importantes (divertirse, estudiar, otros); c) Necesidades Superfluas o suntuarias (joyas y
cosméticos).
Las necesidades humanas experimentan varias fases o etapas: a) La sensación o
percepción de que algo nos falta; b) surge el deseo y la búsqueda del a solución a la
carencia; c) se realiza un esfuerzo (trabajo) para satisfacer la necesidad percibida; d)
finalmente, se realiza la satisfacción que es la solución de la necesidad.
Las características de las necesidades son: a) ilimitadas o infinitas en número, surgen a
cada instante; b) limitadas en su capacidad, por el principio de saturación; c)
concurrentes, necesidades simultáneas; d) complementarias, la satisfacción de una
implica la necesidad de otra; e) sustituibles, varias alternativas para satisfacer la misma
necesidad; f) su satisfacción tiene a ser estable o recurrente; g) varían en intensidad.

Las visiones sistémicas de las necesidades.


Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn (CEPAUR), propusieron distinguir entre necesidades y
satisfactores. Señalan su oposición a las características clásicas de las necesidades,
considerando que son errores conceptuales, que consiste en no explicitar, la diferencia
fundamental entre necesidades y los satisfactores. Distinguen entre satisfactores y
bienes, señalan que un satisfactor es un modo por el cual se expresa una necesidad, los
bienes son el medio por el cual el sujeto potencia los satisfactores para vivir sus
necesidades.
Doyal y Gough, según Rodríguez Cabero sostienen que las necesidades humanas son
históricas (construidas socialmente), pero también universales. Tal universalidad no
implica la generalización etnocentrista de las necesidades sino un debate que defina el
conjunto de necesidades a nivel de todo el mundo. Detrás de la propuesta late un
profundo sentido de redistribución de los recursos a nivel mundial y una explotación no
irracional de la naturaleza y de los recursos, lleva implícito un enfoque ecológico para el
diseño de los sistemas económicos. La supervivencia física y la autonomía personal son
las necesidades básicas de todo individuo en cualquier cultura y que tienen que ser
satisfechas para participar en el logro de otros objetivos individuales y sociales. Estas
necesidades sociales básicas son derechos morales que se transforman en derechos
sociales y civiles a través de políticas sociales, cuyas formas concretas varían de cultura a
cultura, así como los modos de satisfacción. Estas necesidades básicas con
materializadas a través de necesidades intermedias y de la propuesta de indicadores de
satisfacción.

La propuesta de Desarrollo a Escala Humana.


Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn, con la publicación “Desarrollo a Escala Humana”
propone que las necesidades son un sistema conformado por tres sus sistemas que se
afectan mutuamente, son: a) El Subsistema de las necesidades; b) el subsistema de los
satisfactores; c) El subsistema de los bienes. El primer subsistema de las necesidades
se experimenta en un plano personal, no es individualista, sino que está en nuestra
naturaleza humana. Las necesidades no son posibles de modificar porque ellos son parte
de la vida, somos nuestras necesidades.
El segundo subsistema de los satisfactores, son formas históricas y culturales mediantes
las cuales damos cuenta de nuestras necesidades humanas fundamentales, que en cada
cultura, sociedad, circunstancia histórica se buscan y diseñan las mejores formas de
actualizar las necesidades de sus integrantes. Los satisfactores son inmateriales y algo
construido culturalmente, un nexo entre la exterioridad y la interioridad, entre bienes y
necesidades fundamentales.
El tercer subsistema es el de los bienes, son fundamentalmente pura exterioridad, objetos
o cosas que potencian a los satisfactores para poder dar cuenta de la necesidad. Los
bienes tienen una existencia física, son exterioridad. Su condición entrópica siempre
grava al sistema mayor que es el sistema de la vida, una cuestión bastante significativa.
Esta teoría plantea que las necesidades son pocas, finitas y por lo tanto, clasificables, sus
autores proponen una taxonomía de 9 necesidades humanas fundamentales:
subsistencia, protección, afecto, entendimiento, creación, participación, ocio,
identidad y libertad. En esta perspectiva sistémica, cada una de estas necesidades
fundamentales constituye a su vez un subsistema específico dentro del sistema de
necesidades, el cual forma parte del sistema de las necesidades humanas. Las 9
necesidades tienen un rango ontológico similar, no hay ninguna con menor categoría.
La necesidad de subsistencia se ha considerado siempre como una necesidad
fundamental, pero en la propuesta esto no es así. Al ser necesidades humanas
fundamentales iguales para todos e iguales en importancia, cambia el concepto de
pobreza y de riqueza, porque la pobreza está asociada a la subsistencia. Pero en la
propuesta la carencia de cualquiera de ellas conduce al desmoronamiento del sistema de
necesidades y de la vida, la gente muere no solamente de hambre, sino de falta de afecto
y por ausencia de identidad. Por ello propone hablar de pobrezas y de riquezas.
Esta jerarquía de necesidades propia de otras culturas, ha impuesto concepciones que
desvalorizan nuestros propios recursos, nuestras riquezas, al imponernos sus escalas de
valores, de deseos y consumos. Por ejemplo hay enorme abundancia contenida entre los
pueblos andinos y amazónicos con la naturaleza para dar cuenta de sus necesidades de
entendimiento y subsistencia.

Algunas claves indispensables para reinterpretar el mundo de las necesidades.


¿Cuáles son las claves de reinterpretación de lo que son nuestras necesidades?
La primera cuestión clave, está en no confundir el crecimiento de las cosas con el
desarrollo de las personas. El desarrollo se expresa en el bienestar y este en la calidad de
vida, y esto a las necesidades. La experiencia parece decirnos que nuestras necesidades
son ilimitadas, pero esta concepción viene asociada al crecimiento de las cosas, que debe
ser ilimitado. Esto responde a nuestra manera de ver el mundo, que hace que
“necesitemos” indefinidamente, produciendo “disonancia cognitiva” permanente, razón
necesaria para una nueva conceptualización de las necesidades para romper este
esquema desarrollista, que excluye a los que no pueden seguir el ritmo económico.
La segunda clave, una nueva teoría de las necesidades que rompa la identificación de la
necesidad con el satisfactor debido a la cultura dominante. Es el satisfactor, no la
necesidad, lo que es históricamente cambiante. Nuestras necesidades son finitas y
limitadas como nuestra corporalidad.
La tercera clave, consiste en distinguir entre Necesidades, Satisfactores y Bienes. Las
necesidades está determinado por nuestra propia biología, son atributos esenciales que
cambian solo al ritmo de la evolución de la especie, por tanto, su carácter es universal. Si
negásemos esto, sería un discurso discriminatorio. Los satisfactores son formas
mediante las cuales se hace presenta la necesidad, y cambian al ritmo de la evolución
cultural, por lo cual son cambiantes. Son formas de ser, tener, hacer y estar de carácter
individual y colectivo, que conducen a la actualización de las necesidades. Los bienes
son elementos históricos concretos que configuran el satisfactor en cada coyuntura
histórica y que pueden extender el alcance del satisfactor mucho más allá de sí mismo.
Una cuarta clave, tiene relación con las necesidades que revelan el ser de las personas,
y se tiene una doble condición: como carencia y como potencialidad, las necesidades
patentizan la tensión constante entre estas. Entender las necesidades sólo como
“carencias” es limitativo, hay que verlas como “posibilidad” de desarrollo de virtualidades,
de potenciales, pues de la necesidad puede surgir la actividad y de ellas el protagonismo
y la participación.
Una quinta clave, es cambiar el modo de operar, desde los bienes a los satisfactores. Si
nuestras necesidades son algo “acontecido” no cambian. Por otra parte, los bienes es
algo dado. Entonces el ámbito de nuestro quehacer son los satisfactores, es desde allí
donde se pueden afrontar creativamente los bienes y las necesidades: lo dado.
Podemos cambiarnos a nosotros mismos en parte, pero ello tiene límites acotados por
nuestra biología. Podemos cambiar el universo material en cual desarrollamos nuestro
existir, pero también hay umbrales inflexibles que no es posible traspasar. Lo que si está
abierto a la creación humana es el ámbito de nuestras relaciones, de nuestras formas de
interactuar (estar en el mundo) y de nuestro actual (hacer en el mundo). Por tanto, los
satisfactores definen la modalidad dominante que una cultura o sociedad imprime a las
necesidades. Y pueden incluir, formas de organización, estructuras políticas, prácticas
sociales, condiciones subjetivas, valores y normas, espacios, contextos, comportamientos
y actitudes; todas en una tensión permanente entre consolidación y cambio.
Debido a que los satisfactores son culturales, eso permite asociarlos a nuestro ser y
viceversa. Esto se orienta en la línea del desarrollo y no del crecimiento, mientras que los
bienes solo transmiten el tener y son únicamente parte de la dimensión del crecimiento.
La sexta clave será ver el tipo de satisfactores que utilizaremos, los que pueden destruir
el sistema de necesidades o que las desvirtúen, o sea inhibidores o seudo-satisfactores.
O por el contrario, satisfactores que sean sinérgicos, es decir que la realización de las
necesidades no sea la meta, sino el motor del desarrollo mismo, promoviendo el transito
del objeto de prestación al sujeto participante y protagónico.

El carácter autodestructivo de la sociedad actual


La permanente innovación y creación es necesaria pero no puede ser al costo de una
profunda destrucción ambiental, cultural y moral como actualmente acontece. Nuestra
cultura en su desarrollo materialista acelera los procesos para introducir nuevos
productos, a consumir compulsivamente inmediatamente al deseo surgido, y genera
permanente obsolescencia y desechabilidad.
El mensaje publicitario se orienta a generar deseos en forma casi compulsiva, que genera
una sensación de vacío al no ser satisfecho. Hay una tendencia cultural a “animalizarnos”
en relación a nuestros deseos. Por el contrario, nuestra condición humana (la cultura
sobrepuesta a la condición animal), requiere para su constitución de la postergación del
deseo. En el caso de un niño recién nacido el proceso de humanizar a ese animal
humano es socializarlo, en educarlo, de modo que aprenda a distinguir su deseo de su
satisfacción, la cual no puede ser inmediata, para ello debe diseñar estrategias
adaptativas para dar a conocer su deseo. Esta estrategia demanda un primer y previo
aprendizaje “no es posible obtener nada inmediatamente, todo requiere de un tiempo”.
André Gorz afirma que es el consumidor el que está al servicio de la producción, el que
debe adaptarse a los requerimientos de la producción. Ello es indispensable para que la
sociedad pueda perpetuarse, reproduciendo sus desigualdades jerárquicas y sus
mecanismos de dominación.
André Gorz en otro trabajo, demuestra con el caso del automóvil, los bienes mantienen su
carácter mientras son escasos y accesibles a las minorías, pero al momento que se
masifican dejan de ser bienes y se transforman en males.
La sociedad capitalista posee en su naturaleza un carácter excluyente, solo se puede
ofrecer beneficios que se sustentan en el juego: si alguien gana es porque otro pierde.
Muchos bienes durables e incluso bienes de capital, son transformados de bienes en
males, ya que se vuelven chatarra o basura (valor social negativo) constituyéndose en
una carga para el ambiente. Del mismo modo, ha transformado los valores de sociedades
tradicionales, destruyendo los valores de la cooperación y la convivialidad, de la
solidaridad y de la fraternidad, fomentando el individualismo extremo y un consumismo
patológico que amenaza el futuro.
La mutación cultural de una “sociedad frugal” a una “sociedad consumidora”, aprendiendo
a malgastar, usar y botar cosas. Hemos transitado hacia una forma de adquisición de
bienes a través del financiamiento de compromisos futuros, vía endeudamiento a plazos
cada vez mayores. Con el consumo del presente, que mejora nuestra calidad de vida,
reducimos los grados de libertad futura, nuestro bienestar futuro.
En el pasado existió la esclavitud como la servidumbre, una herencia negativa, un
compromiso de fuerza de trabajo adeudada, que se transmitía inter-generacionalmente,
de modo similar, el endeudamiento fácil es una versión postmoderna de las servidumbres
del pasado. Con esta lógica, los seres humanos de estas sociedades que no pueden
constituirse en sujetos de crédito se vuelven “obsoletos” o desechables, por tener bajos
niveles de ingreso (pobres), personas con esperanzas de vida limitada (ancianos y otros),
con capacidad de pagos decrecientes (enfermos y minusválidos) y así otros grupos
sociales, una exclusión necesaria para mantener los niveles de competitividad.

Esbozo de una propuesta


Es posible identificar tres tipos diferentes de sociedad. La primera es la sociedad
occidental, que implantó su modelo en todo el mundo dando origen a la sociedad
consumista, se sobrevalora el subsistema de bienes, desmedro de otros subsistemas, de
necesidades y de los satisfactores. La riqueza es entendida como posesión de bienes, la
pobreza es la falta o privación de bienes. Este tipo de sociedad es insustentable en el
tiempo, ya que genera niveles tales de entropía ambiental y social, que parece inviable
política y psicosocialmente, y conlleva a la destrucción de la biodiversidad, conflictos
bélicos, entre otros tantos efectos no deseados.
Por otro lado, si un 40 a 50% incluido China e India, han optado por el modelo
industrializador occidental, el impacto por la contaminación y la depreciación ambiental,
entre otros efectos, son preguntas inevitables, sobre todo si benefician a un contingente
demográfico cinco veces más pequeño.
El segundo tipo es la sociedad ascética, sociedades donde de alguna manera hay un
sobredimensionamiento del subsistema de necesidades produciendo un sub-
dimensionamiento de los bienes. y los satisfactores. Por ejemplo en las concepciones
orientales, donde una buena vida es una suerte de negación al deseo, una negación a la
necesidad. La riqueza así entendida es la ausencia de necesidad en cuanto una menor
cantidad de deseos, y la pobreza es el exceso e incluso la abundancia de deseos.
Quedamos entre estas dos sociedades, completamente opuestas, con la necesidad de
una nueva propuesta de organización social y cultural, posibilitada por las
transformaciones globales que se experimentan, y por la conciencia alcanzada por la
humanidad, y es la que puede recibir el nombre de sociedad sustentable, humanista o
ecológica.
Es una sociedad donde lo que debe enfatizarse es la oferta de satisfactores, tanto de
calidad como de cantidad. Trata de enriquecer las formas como darnos cuenta de las
necesidades humanas. Los satisfactores son las formas culturales que creamos, los
elementos inmateriales de una cultura. La concepción de riqueza de este tipo de
sociedad es la mejor y de mayor dotación de satisfactores. La pobreza sería la existencia
de satisfactores de menor calidad y en menor cantidad. Ejemplo, una familia que come
juntos en una mesa y otra familia cuyos integrantes comen cada uno en su cuarto, los
satisfactores usado en la primera además del alimento material, tienen un alimento
psíquico y espiritual, al conversar y compartir la mesa, aquello que también es necesario
para los seres humanos.
Resumiendo, las necesidades humanas son algo impreso en nuestra naturaleza, algo que
fue dado. A su vez los bienes son algo, que al igual que los satisfactores, producimos
culturalmente, pero tienen un límite puesto por su materialidad. Lo que no tiene límites
son los satisfactores, las formas mediante los cuales nos damos cuenta de nuestras
necesidades, maneras de ser, tener, hacer y estar en el mundo y son inmateriales, pero
construidos en la relación con otros seres humanos.

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