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De estas cifras el lector deduciré en seguida que el pueblo chino es especialmente dado a la poe- sia. Lo es, en efecto, como todos los pueblos més cerca de la naturaleza que de la ciudad, y al mis- mo tiempo lo suficientemente evolucionados para ser duefios de su expresién, y como un pueblo, ademés, en el que el arte poético es consustancial con el oficio de letrado, y el oficio de letrado el mas alto a que pueda aspirarse y el medio indis- pensable para llegar a los primeros puestos del Estado. |Sentide reverencial de las letras que aca- - 1 a Tees A la que llamamos época clasica corresponde el Che King o Libro de Odas, uno de los cinco «libros candnicos», recopilados por Confucio en el siglo v antes de Jesucristo. Fl Che King reco- coge los antiguos himnos y las arcaicas cancio-~ nes, con toda la fresca ingenuidad de su edad in- fantil, y.aparte sus valores poéticos més o menos Dero, sin duda, dentro de esta variedad de im- pulsos poéticos, hay algunos a los que el poeta chino es particularmente sensible. Entre ellos, en primer término, las incitaciones de la naturaleza, del paisaje. Mas que ningén otro, el poeta chino es el arpa edlica que vibra—canta o gime—a la caricia o a la herida del paisaje; de la luz, del co- lor, de la brisa y de Ja Muvia, de 1a luna y del sol: de todos los misteriosos efluvios, sutiles o violen- tos, de la tierra y del cielo. En la poesia china —dice Goethe—«la naturaleza exterior acompa- fia siempre al hombre. Se oye constantemente el chapuzar de los pececillos dorados del estanque, los péjaros cantan siempre en la enramada, el dia es siempre alegre y soleado, la noche siempre clara; se habla mucho de la luna...» (1). Esto, con fioia. Véase, por ejempio, el poema de Li Mo que acaba asi: Los hechos y los hombres viajan hacia el morit como pasen las aguas del Rio Azul a perderee en el mer... 4A quién, leyendo esto, no le vendra inmedia- tamente a la memoria la inmortal elegia de Jorge Maarique, con sus tres versos casi idénticos? ‘Nuestras vidas son Joo rfos que van e dar en el mar, que eo el moritw. pia 4nfora de oro. Mas tarde dijole al Empera- dor: «Tengo en mi casa quizés al més grande poeta que jamés existiera. Hasta ahora no me atrevi a hablar de él a Vuestra Majestad, porque padece de un defecto: bebe, y a veces, con exceso. Dero sus poemas son tan bellos, en verdad, que el Empetador juzgara por si miszao.» Y al decir ae 1 1 tee DL Tan atta Como Woodsworth, Li Po buscaba Ja soledad de las montafias. Era amante de la naturaleza. Para él, el pico de Lu Shan, o el hondo valle de otofio, eran como una casa confortable donde se sentia libre para beber y cantar, dormir y meditar. 7 cumin freee aera éA DONDE VA EL PERFUME DE LAS FLORES? Las flores se marchitan y caen arrastradas por el viento de otofio; Mas el perfume de las flores, idénde va? Li Tchang Yin. Dinastia T’ang, Siglo virt, EXTASIS Contemplo las azules cimas, y la Tuna se mira en las aguas del lago. Oigo el murmullo de las fuentes, y al viento herir las hojas. al borde del arroyo. Mi alma se ha transportado més allé de las cosas visibles, Caminante y cautiva al mismo tiempo, En éxtasis glorioso. Tao Han, Siglo vit. LOA DEL AISLAMIENTO Sélo aislando del mundo nuestro cuerpo Hegazemos a aislar nuestro espiritu. Voy solo. Me embriago contemplando el cielo azul, la clarisima luna, las estrellas innéimeras. Mis ofdos se han cerrado. Ya paza mi no existe la distancia ni el tiempo. Olvidé que Hevaba en mi manga unas onzas de oro, y las dejé caer en el camino. Al verme indiferente al metal amarillo, las cortesanas acudieron a desplegar en torno mio la tentacién de sus encantos; Mas mi espiritu habia franqueado las nevadas cimas y las nubes frias, e inmerso estaba ya en las altas regiones. Viéndome inmévil, los insectos se cebaron crueles en mi desgarraron mi carne; [piel, Mas mi espiritu estaba ya tan lejos, que mi cuerpo se habia vuelto insensible tanto al dolor como al placer. \Oh, si logrado hubiera la verfecciény la pureza del filésofo! EN EL JARDIN DEL SUR Rebusear el estilo, coger y ensartar frases. iAh viejo escrutador de orugas! Detrés de la-cortina, como un arco de jade, brilla la luna matinal. No ves, un afio y otro, sobre los altamares, A la literatura Iorando por su suerte en el viento de otofio? Li Ho, Dinastia T’ang, Siglo viii. ESCRITO EN UNA PUERTA AL SUR DE LA CIUDAD Hoy hace un afio, esta misma puerta Reflejaba, rosadas, las flores del ciruelo y sus mejillas, No sé dénde su rostro estaré hoy, Mas las flores sonrien atin a Ia primavera. Tsoei Hon. Dinastia T’ang. Siglo vit. ESTAMPA Sin hablarse, dos corazones se amaron en secreto. Ella borda a la luz del quinqué; camina él a Ia luz de le Al Hegar ante la celosia, él sabe que ella vela, luna, En el hondo silencio de la noche se oye el leve ruido de las tijeras que se caen al suelo... Anénimo. Dinastis Tang. Siglo vu. Amo los puros arroyuelos que serpentean entre las rocas. Y amo también mi réstica cabafia, tan sosegada en medio [de los pinos. Wang Wei. Dinastia T’ang. Siglo vu. CANTO DE LA DESOLACION éCugnto podré durar para nosotros el disfrute del oro, la posesién del jade? Cien afios cuando més: este es el término de la esperanza maxima. Vivir y morir luego; he aqui la sola seguridad del hombre. Escuchad, alld lejos, bajo los zayos de le Tuna, al mono acurrucado y solo Llozar sobre las tumbas. Y ahora Ilenad mi copa: es el momento de vaciarla de un trago. Li Tai Bo. Dinastia T'ang. Siglo vit. EL TEMPLO EN LA CUMBRE Esta noche duermo en el templo situado en la cumbre del [Monte Sagrado. Desde aqui podria coger las estzellas con la mano. No me atrevo a elevar la voz en este silencio Poraue temo turbar a los moradores del cielo. Li Tai Do. Dinastia T’ang. Siglo viti. ADIOS A UN AMIGO Se vislumbran las montafias azuladas més alld de le mu- {ralla norte; Al Este de la ciudad corze el agua limpida y cristelina. Aqui nos separamos, amigo, para siempre. Td has de navegar diez mil millas en el barco, Como una planta acudtica sin raices, iOh, las nubes viajeras y los pensamientos de los vaga- [bundos! iOh los creptsculos! iOh Ia nostalgia de los viejos amigos! ‘Nos separamos haciendo gestos con la mano, Mientras nuestros corceles se alejan paso a paso... paso a [paso... Li Tei Do, Dinastia T'ang. Siglo vim. EMBRIAGUEZ Si es la‘vida un gran suefio, épara qué atormentazse? Yo bebo todo el dia. Cuando me tambaleo, me duermo al pie de las columnas, Despierto bajo el sol; oigo cantar un pdjaro oculto entre las flores, éQué hora seré? El viento de Ia primavera difunde la cancién del ruisefior. Me siento conmovido y pronte a suspirar, mas me sirvo otra copa. Y canto yo también como los pdjaros. Cuando Ia noche Ilega a relevar al sol, se agotan mis canciones, mas he perdido ya de nuevo la sensacién de lo due me rodea. Li Tai Po. Dinastia T’ang. Siglo vit. POEMAS DE LA FUGACIDAD DEL TIEMPO I Ni el agua que transcurre torna a su manantial, Ni la flor desprendida de su tallo vuelve jams al Arbol que la dejé caer. Li Tai Po. Dinastia T’ang. Siglo vat. rT Aaui fué la morada antigua del rey de Wou; Libre crece la hierba hoy sobre sus ruinas. Més lejos, el inmenso palacio de los T’sing, antafio tan suntuoso y tan temido, Todo eso fué y no es, tode llega a su término. Los hechos y los hombres viajan hacia el moriz, Como pasan las aguas del rio Azul a perderse en el mar. Li Tai Po, Dinastia T’ang. Siglo vi. Inmutable es Ja faz de la tierra y del cielo; Mas cudn stbito el cambio de nuestro propio rostro. Li Tai Do. Dinastia T’ang, Siglo vi. il Fugitivo relampago es la vida, que apenas si da tiempo a sentir su pasar. DE TU FU A LI TAI BO Ya tres noches seguidas he sofiado contigo. Estabas a mi puerta, pas&ndote la mano por el blanco cabello, Como si une gran pena te acibarase el alma... Al cabo de diez mil, cien mil otoiios, no tendras otro premio que el indtil de la inmortalidad. Tu Fu, Dinastia T'ang. Siglo vin. PAISAJE DE OTONO Altas las nubes, vivo el viento, plaiie el mono sus gritos: En los plateados bordes del agua transpazente, Jes avecillas rozan con su vuelo la arena. Por doquier el murmullo de las hojas que caen. Allé, enfrente las ondas del gran rio, en su vaivén inacabable, Ver sélo el desclado paisaje del otofo, y sentirse extranjero alli donde uno vaya; Gastado por los afios y las enfermedades, ascender sélo a las altas cimas, Los cuidados, las penas, blanquearon hace tiempo mi ca- Me abandonan las fuerzas, tengo que detenerme, _[heza; iy ni una taza de generoso vino! Tu Fu, Dinastia T’ang. Siglo vin.

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