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Recopilación bibliográfica
Carrera: ABOGACÍA
Asignatura: Introducción al Análisis Económico
-2017-
Introducción al Análisis Económico
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Entendían que la política más recomendable para un soberano era tratar de estimular el
atesoramiento de metales preciosos en grandes cantidades. Argumentaban que la acumulación de
riquezas aseguraba la fortaleza económica del reino.
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trabajo y beneficio del capital tienen sus “tasas naturales”). El trabajo mide el valor de
cambio de los bienes y ese valor es, por tanto, objetivo.
7. Consideraba que la economía llegaría a un “estado estacionario”, en la medida que
el incremento de las inversiones de capital llevaría al descenso progresivo de la tasa
(%) de ganancias, pero le parecía muy remota esa situación y no le preocupó mucho.
Hacía más hincapié en las posibilidades de expansión de la economía, que consideraba
prácticamente ilimitadas.
David Ricardo (1772-1823)
Hacia principios del siglo XIX, Inglaterra ya contaba con grandes ciudades fabriles, con
una industria desarrollada que abastecía de artículos a todo el mundo y con una
población numerosa que, en una gran proporción, estaba ocupada en la industria. En
este contexto vivió el segundo gran exponente de la Escuela Clásica, hombre de
negocios, financiero y parlamentario inglés, David Ricardo.
Su libro, “Principios de economía política y tributación”, (1817), destaca como una de
las grandes obras de la Economía en razón de su método abstracto de análisis,
especialmente en el abordaje o enfoque dado a los siguientes cuatro aspectos o
temas: la teoría del valor trabajo; la teoría de la renta diferencial en la agricultura (que
constituirá un antecedente para el estudio de los rendimientos decrecientes en la
economía); el modelo de la distribución del producto social en salario, renta y
ganancias conforme avanza la acumulación de capital y, por último; la teoría de las
ventajas comparativas como fundamento explicativo del comercio internacional y de
sus ventajas para las economías nacionales.
A diferencia de Smith se preocupó menos por las causas de la riqueza de las naciones y
centró su atención en la distribución del ingreso. Ricardo sostenía que el problema
principal de la economía política consiste en determinar las leyes que regulan esta
distribución. Siguiendo esta orientación elaboró su teoría de la renta diferencial. Así,
el problema que encontraba Ricardo era que, en las primeras etapas de la revolución
industrial, cada nueva superficie que se utilizaba para cultivar, era menos productiva
que la anterior porque no estaba normalmente dispuesta para dicha actividad,
requiriendo entonces un precio más alto del producto para hacer viable la ganancia de
estas tierras. Con el creciente aumento de la población surgió la necesidad de cultivar
más tierras que no estaban preparadas para el cultivo por ser de calidad inferior o por
estar mal situadas Cada alza de precio debida a la necesidad de usar tierra de calidad
inferior generaba una ganancia extra a las tierras más ricas: la renta del suelo. Del total
de lo obtenido de la venta de los granos, quedaba más en manos del terrateniente y
menos en poder de quien trabajaba la tierra. De esta manera, Ricardo demuestra la
existencia de conflictos entre las distintas clases sociales y desmiente así la idea de
armonía que Smith había establecido al decir que si crecía la riqueza de una nación se
beneficiarían todas las clases.
En cuanto a la teoría de las ventajas comparativas, la idea central es que los “países
exportarán los bienes que su trabajo produce de forma relativamente más eficiente e
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los medios necesarios para vivir, para disfrutar de la vida y para educar y ejercer todas
las facultades físicas y espirituales…” (Marx, 1891:8).
2-5- La Economía Neoclásica
La corriente neoclásica surgió a finales del siglo XIX, principalmente en Austria, Suiza e
Inglaterra, en ambientes académicos y desde entonces, hasta la crisis de los años 30
del siglo XX (1929), se convirtió en la interpretación oficial de la Economía. Tras dicha
crisis, sus planteamientos perdieron influencia, tanto en las universidades como en la
actuación de los gobiernos. A finales del siglo XX (tras la crisis de los años setenta), sus
planteamiento volvieron a ser retomados, siendo actualmente este modelo el que, casi
en exclusiva, se estudia en los medios académicos.
Marco histórico: En las últimas décadas del siglo XIX la economía capitalista basada en
la industria se había consolidado considerablemente. El sistema industrial mostraba
toda su capacidad de producir riqueza. Se formaban grandes empresas industriales,
cuya producción no solo alcanzaba para abastecer la demanda local, sino que sobraba
para ser vendida en otros países. Así, los países europeos más industrializados pasaron
de la expansión industrial de la producción de consumo a la de producción de bienes
de capital y la acumulación de excedentes financieros que permitieron exportar las
inversiones hasta los territorios de ultramar a donde llegaban sus políticas de
expansión colonizadora, ocupando territorios en diversos puntos de África, Asia y
Oceanía, de los cuales extraían los recursos necesarios para aumentar su producción.
El sistema económico mundial estaba organizado de acuerdo con las necesidades de
los países más poderosos, sobre la base de la llamada “división internacional del
trabajo”: cada país producía (y exportaba) aquello que podía hacer de la manera más
eficiente, en tanto que importaba otro tipo de bienes.
Paralelamente, se estaban incrementando las luchas de los trabajadores. Así, con el
crecimiento de la economía industrial se había constituido una importante clase
obrera, que tendía a agruparse en sindicatos y partidos para expresar sus demandas
frente a una economía que no tenía en cuenta sus derechos y necesidades. En este
marco, se daba una creciente influencia política entre los trabajadores de los
planteamientos marxistas. Planteamientos que también alcanzan un peso importante
entre sectores de intelectuales con los que debatían los neoclásicos.
Con la muerte de Ricardo en 1823 dejaron de producirse aportes importantes al
pensamiento económico y el de los clásicos empezó a sufrir un desgaste por su
incapacidad para dar respuesta a los cambios ocurridos en las siguientes tres décadas
en las que el cambio técnico aumentó la productividad, se expandió la producción y el
consumo, la producción trascendió a bienes de capital, se generaron excedentes
financieros, se concentró la propiedad productiva y financiera, las luchas obreras
reclamaron mejores salarios y condiciones de trabajo. Así, el ambiente europeo
liderado por Inglaterra era propicio entonces para que se iniciara una discusión de los
fundamentos de la ciencia económica dentro de dos líneas de desarrollo, por un lado
aquella cuyo propósito fuera justificar y dar luces al sistema imperante y en expansión,
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y por otro la que desnudara sus dificultades y vislumbrara una alternativa. Como era
de esperarse, ambas partieron del estado en que Ricardo dejó la ciencia económica;
Marx tomó la vía de la crítica, mostró la crueldad de la forma como se había llegado al
estado de la economía, describió su funcionamiento así como sus puntos críticos y
anunció que tal sistema era incapaz de sobrevivir. Fue un ataque de gran profundidad
que no podía ser eludido y debía ser enfrentado con argumentos sólidos y
sistemáticos. La respuesta de la línea de defensa fue extensa y de largo aliento. Los
nuevos autores como Jevons (1835-1882), Walras (1834-1910) y Menger (1840-1921)
expusieron la utilidad (el grado de satisfacción) como la fuente del valor, hicieron
énfasis en la libertad individual y defendieron el derecho no sólo de exportar sus
productos y obtener renta de sus capitales sino también de usufructuar los bienes
ajenos existentes más allá de sus fronteras. Luego, Alfred Marshall (1842-1924)
integro los conceptos de esta nueva corriente con la de los pensadores clásicos. Si se
tiene en cuenta que la economía clásica había recibido un duro golpe con la
publicación de los textos de Marx: Contribución a la crítica de la economía política
(1859) y El Capital (1867), en los que había descrito las principales características del
capitalismo, mostrado sus fallas y anunciado su derrumbe, la tarea de los nuevos
autores no sólo era innovar sino además demostrar que era posible alcanzar el
beneficio general profundizando el liberalismo económico. Sus promotores formaron
una corriente a la que se le reconoció haber logrado una revolución en la ciencia
económica, la revolución marginalista, la que fue recibida como un gran alivio.
Principales temas: La utilización del término neoclásico pretende mostrar una
continuidad entre los primeros grandes pensadores económicos (Smith, Ricardo, etc.) y
los nuevos autores que, si bien utilizaban otros instrumentos analíticos, pretendían
retomar los principales conceptos de sus antecesores. Sin embargo, esta continuidad
se parece más a una ruptura. Así, los clásicos orientaron sus preocupaciones hacia las
preguntas básicas de la economía, esto es, entender el mundo de la producción y de la
distribución de la riqueza. De esta manera, podrían implementar las mejoras políticas
para fomentar el bienestar de la gente. La corriente neoclásica, por su parte, orientó
sus preocupaciones en una dirección muy diferente. El centro de atención pasó de la
producción al intercambio, y de los grandes grupos sociales como los capitalistas, los
terratenientes, los trabajadores, a los individuos. Es decir, sus pensadores se
preocupaban por entender los comportamientos microeconómicos (individuo,
empresa) dejando de lado las preocupaciones macroeconómicas. Se procuraba fundar
una ciencia económica desvinculada de apreciaciones subjetivas, políticas. Una ciencia
económica pura, que utilizara, como herramientas, métodos matemáticos. En vez de
una disciplina influida por los conflictos sociales, de intereses históricos, se pretendía
establecer un método neutral. Se impone así, la ciencia llamada Economía,
amputándosele la palabra política. Así, los marginalistas reinventan la ciencia
económica alejándola de cualquier referencia al conflicto social. La idea imperante es
la armonía social, la no existencia de intereses opuestos entre capitalistas y
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algunos aspectos de ese modelo, en la medida que les parecía que no reflejaba la
realidad económica, que impedía pensar en políticas económicas adaptadas a las
nuevas situaciones y que condenaba a los gobiernos a una “ortodoxia” económica que
les impedía actuar en situaciones económicas críticas.
Marco histórico: Luego de terminada la Primera Guerra Mundial se debilitó el papel
hegemónico que había desempeñado Gran Bretaña en los siglos anteriores, al mismo
tiempo que otros países como los Estados Unidos y Japón incrementaban su
participación en la producción mundial de productos manufacturados. Así, la economía
norteamericana comenzó a disfrutar de un liderazgo absoluto, ocupando un lugar
destacado en las finanzas mundiales. Sin embargo, hacia fines de los años 20,
comenzaron a advertirse en los Estados Unidos los primeros síntomas de
estancamiento económico: se frenaron la producción agrícola y la construcción. A
pesar de esto, las industrias seguían produciendo bienes a un ritmo superior a las
posibilidades de consumo de la mayoría de la población. Mientras tanto, en la bolsa de
Wall Street, en Nueva York, que recibía inversiones de todo el mundo, una ola
especulativa provocó que la cotización de las acciones subiera de manera pronunciada,
dejando de guardar relación con la economía real. Cuando se difundió la noticia de los
problemas por los que atravesaba la economía, los inversores trataron de recuperar
los capitales invertidos en la bolsa vendiendo sus acciones. La corrida financiera
provocó el derrumbe de la bolsa de valores de Nueva York. La crisis arrastró a todos los
sectores económicos. Como consecuencia de esta situación, millones de asalariados
perdieron sus empleos, sus ahorros. Debido al peso de la economía norteamericana, la
crisis se extendió al resto de los países de occidente. Se puso en duda, por primera vez
desde la Revolución Industrial, la capacidad del sistema capitalista para su desarrollo
espontáneo y equilibrado.
John Maynard Keynes (1883 - 1946)
Keynes fue el economista que dio nombre a esta corriente, su principal imagen pública
es la de una persona cuyos planteamientos gozaron de gran influencia en vida y, más
aun, después de su muerte. Fue profesor universitario, funcionario de alto nivel del
Reino Unido, especulador con divisas, asesor de empresas, presidente de una
compañía de seguros, accionista de un periódico, Lord, Barón, etc. y apoyó
políticamente al partido liberal británico.
Su educación económica fue neoclásica y durante años impartió clases de economía
desde ese punto de vista y defendió este modelo. Pero le tocó vivir en su país el
llamado “socialismo de guerra” durante la primera guerra mundial (que consistió en la
intervención del Estado en muchos aspectos de la economía, para ponerla al servicio
de la estrategia de guerra) y también la crisis de 1929 que dio por tierra con los
planteamientos de los neoclásicos y que motivaron sus cambios de planteamientos y
sus enmiendas al modelo neoclásico. Los planteamientos políticos que presidieron sus
teorías partían de la necesidad de reformar el funcionamiento de la economía
capitalista, para salvarla de las crisis y de la amenaza revolucionaria. Sus ideas las
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La política fiscal abarca el manejo del gasto público y los impuestos. Así, con el
aumento del gasto público dirigido a la obra pública, el Estado reemplaza al
componente inversión de la demanda sustituyendo la inversión privada. Los
trabajadores contratados disponen de un ingreso que potenciará el otro componente
de la demanda, es decir, el consumo. Además, puede disponer del gasto social también
en función de favorecer el consumo. Por otra parte, el Estado puede favorecer la
redistribución del ingreso a través de una política impositiva progresiva.
La política monetaria: el Estado puede intentar otros mecanismos para recuperar el
consumo y la inversión productiva. El más importante es la tasa de interés, ya que si la
autoridad monetaria logra reducirla habrá crédito más barato para consumir y se
activarán planes de inversión no rentables con tasas altas. Según Keynes, los
empresarios saben calcular cuánto es el rendimiento de una inversión adicional en su
negocio (la eficacia marginal del capital, EMK) y en la medida en que ese rendimiento
sea superior a la tasa de interés (TI) estarán dispuestos a correr el riesgo de una
inversión productiva. Cuánto más alta debe ser la EMK sobre la TI para correr ese
riesgo depende de las señales de la economía y del clima de negocios.
¿Cómo puede el Estado manejar la tasa de interés en la economía?
A través de la política monetaria. Como en el corto plazo la demanda de dinero por
parte de la gente y las empresas está relativamente dada, el principal instrumento del
Estado para influir en la tasa de interés es el manejo de la oferta monetaria:
emitiendo, incluso mediante el déficit fiscal, el Estado podría lograr que la tasa de
interés interna baje, estimulando así el consumo y la inversión privados.
2-7- La Economía Estructuralista
En los años cuarenta del siglo XX, en América Latina nació un pensamiento que
cuestionaba la teoría neoclásica en su interpretación del comercio y desarrollo
económico. Esta nueva corriente del pensamiento recibió el nombre de
estructuralismo latinoamericano o escuela estructuralista del desarrollo. Para Lustig
(1988), se suele atribuir las raíces del estructuralismo a dos fuentes principales que
derivaron en dos tradiciones diversas: una tradición radical asociada con el marxismo y
otra vertiente reformista vinculada con el keynesianismo y el institucionalismo. Ambas
coinciden en que el capitalismo no es un sistema armónico sino inherentemente
conflictivo y que su desarrollo se produce a través de grandes saltos, generándose
importantes desequilibrios.
Esta escuela estructuralista fue encabezada por el economista argentino Raúl Prebisch,
desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Posteriormente,
se incorporan figuras como Celso Furtado, Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel, etc. Las
propuestas de estos intelectuales cepalistas, se convirtieron en el modelo de
desarrollo a seguir por los gobiernos de la región sobre la base de los programas de
desarrollo industrial y medidas económicas más allá de las fuerzas del mercado.
El fundamento de la propuesta cepalista fue desarrollado por Raúl Prebisch en 1949,
en su artículo seminal “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus
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productividad del trabajo es elevada, como por ejemplo el sector primario exportador,
con otras en las cuales la productividad es reducida. Esta heterogeneidad estructural
era consecuencia del hecho de que las ventajas del progreso técnico y la mayor
productividad se concentraban sólo en el sector agro-minero exportador, sin
difundirse al resto del sistema económico. Como se señaló en el Estudio Económico de
América Latina de 1949: “el progreso técnico sólo prende en exiguos sectores de su
ingente población, pues generalmente no penetra sino allí donde se hace necesario
para producir alimentos y materias primas a bajo costo, con destino a [los] grandes
centros industriales” (CEPAL).
En consecuencia, para el estructuralismo cepalista, el centro y la periferia se
constituyen históricamente según la forma como el progreso técnico se propaga en la
economía mundial. Como señaló Celso Furtado, la estructura centro–periferia suponía
una división internacional del trabajo que “había surgido primordialmente para servir a
los intereses de los países que se habían puesto a la vanguardia en el proceso de
industrialización”. Este patrón de desarrollo de la periferia se denominó “modelo
exportador primario” o “desarrollo hacia afuera”, y se entendía que la superación del
subdesarrollo latinoamericano implicaba el reemplazo de este modelo por uno de
“crecimiento hacia adentro”, cuyo núcleo debía ser la promoción de un proceso de
industrialización con sustitución de importaciones.
Sin embargo, en los análisis estructuralistas, el problema del desarrollo
latinoamericano no obedecía solamente a variables vinculadas al sistema económico
mundial. El pensamiento estructuralista considera que las características estructurales
de una sociedad determinan su funcionamiento. Entre éstas se pueden señalar la
distribución del ingreso y la riqueza, los regímenes de tenencia de la tierra, el tipo y
grado de especialización del comercio exterior, la densidad de las cadenas productivas,
el grado de concentración de los mercados, el control de los medios de producción por
distintos tipos de actores (el sector privado, el Estado o el capital transnacional), el
funcionamiento de los mecanismos financieros, la penetración de la innovación
tecnológica, así como factores sociopolíticos asociados con el grado de organización de
la clase trabajadora y de otras clases o sectores influyentes, la distribución geográfica y
sectorial de la población, y el nivel de la calificación de ésta. La extensión de este
trabajo no permite un mayor análisis de este conjunto de variables, pero se considera
necesario su mención para rechazar el supuesto “externalismo” o tendencia de
responsabilizar a factores externos del retraso económico latinoamericano por parte
del análisis estructuralista. Este último otorga una gran relevancia a estos factores
externos, pero también relaciona a éstos con estructuras políticas y económicas
vinculadas a los Estado-nación, que coadyuvan en el subdesarrollo de América Latina.
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Bibliografía:
Barber W. (2005). Historia del pensamiento económico. Editorial Alianza
Unidad I -29-
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