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Módulo 2
- Presentación y objetivos
- Contenidos
- Textos de ampliación
- Bibliografía y enlaces
- Actividades
Presentación y objetivos
Nos proponemos en el presente Tema, avanzar hacia la comprensión de la
interrelación entre la tecnología, la innovación y la sociedad. Tres aspectos
íntimamente conectados, cuya manera de entenderlos puede depender del
enfoque que se asuma.
Autores
El determinismo social
Claudio Katz (1998) ha señalado, que si bien Marx ha sido a menudo
considerado como determinista tecnológico, a partir del esquema de la
interpretación de la historia basada en modos de producción que
periódicamente chocan con las relaciones de producción; dicha afirmación
confunde las relaciones sociales condicionantes de la actividad humana con las
producciones materiales, entre ellas, las máquinas. Se trata más bien de un
determinismo histórico que destaca cómo las leyes del capital y las
determinaciones sociales de clase, condicionan el proceso innovador. En lugar
de sistemas autorregulados, como sucede en el determinismo
tecnológico, el determinismo histórico-social caracteriza el modo de
producción y con ello explica la naturaleza del cambio tecnológico
contemporáneo.
Marx y la Tecnología
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Para Gille (1.978), que prefiere hablar de técnicas antes que de tecnologías, el
sistema técnico concierne a la organización estrictamente técnica que da
cuenta de la historia de su desarrollo. El sistema es "...el conjunto de todas las
coherencias que a distintos niveles se dan entre todas las estructuras de todos
los conjuntos y de todas las líneas..." (Gille, 1.978). La estructura comprende
una combinación unitaria de elementos técnicos, que puede ser simple o
compleja; y la línea o fila comprende a las series de conjuntos técnicos
destinados a proporcionar un producto deseado, cuya fabricación se realiza a
menudo en etapas sucesivas. La coherencia entre estas estructuras y líneas es
lo que permite hablar de sistema. Así por ejemplo, la siderurgia utiliza la
máquina a vapor, ésta requiere de un metal con gran capacidad de resistencia
para soportar las altas presiones y el sobrecalentamiento.
De donde Hughes concluye que los constructivistas sociales tienen una clave
para comprender la conducta de los sistemas jóvenes al considerar que los
grupos sociales o de interés definen los artefactos y les dan significado.
Mientras que los deterministas parecen tener razón en el caso de los sistemas
tecnológicos maduros. Sin embargo, el concepto de impulso tecnológico
constituye un modo de interpretación aún más flexible y acorde con la historia
de los grandes sistemas. Esto permite considerar que la configuración es más
fácil antes de que el sistema haya adquirido componentes políticos,
económicos y de valores. También se deduce que un sistema que tenga un
gran impulso tecnológico puede cambiar la dirección de trayectoria si diversos
componentes son sometidos a las
fuerzas de cambio(7).
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Los egipcios (año 5000 A.C) practicaban la irrigación a gran escala. Usaban
compuertas y estanques para almacenar el agua y sus nutrientes y
aprovechaban así las crecidas anuales del Nilo. En Mesopotamia se desarrolló
la primera economía agrícola que conocemos, basada en la acumulación de
excedentes gracias a la tecnología de irrigación. También en el Valle de
Lambayeque, en el norte del Perú, fue notable la aplicación de tecnologías de
irrigación que elevaron la productividad del cultivo del maíz y crearon las
condiciones para una sociedad relativamente compleja.
Esta situación evolucionó hasta el punto, como lo señala Alvin Toffler (1980),
que en el siglo XIX, a medida que más y más trabajo se encaminó hacia las
fábricas, la historia del alfiler fue repetida una y otra vez en mayor escala, y los
costos humanos de la especialización se escalaron en consecuencia(10). Los
críticos del industrialismo denunciaron que el trabajo altamente especializado y
repetitivo deshumanizaba al trabajador.
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Las revoluciones tecnológicas y el paradigma técnico–económico en
Carlota Pérez y C. Freeman
Estas nociones han sido recogidas, por Freeman y Pérez (1988). La idea
básica es que ciertos tipos de cambio tecnológico extienden sus efectos sobre
el conjunto de la economía. Estos cambios (“revoluciones tecnológicas”)
no sólo hacen aparecer nuevos productos, servicios, sistemas e
industrias, sino que afectan directa o indirectamente a todas las ramas de
la economía. Freeman y Pérez emplean, para referirse a estas
transformaciones, el concepto de paradigma tecno-económico, dado que no
sólo influyen en las trayectorias tecnológicas de determinados productos y
procesos, sino que modifican las estructuras de costos y las condiciones de
producción y distribución de todo el sistema.
Los ritmos de crecimiento y los niveles de ganancias que ostentan los nuevos
productos y las empresas que dinamizan el salto tecnológico resultan
impresionantes. Este crecimiento explosivo de los nuevos productos se amplía
a sus insumos y a una nueva red de infraestructura que generalmente
acompaña su despliegue en nuevos polos, regiones y sectores distintos de los
tradicionales. Todo ello apareja un proceso de cambio en la estructura de la
economía y del empleo de cada país y en el mundo. Se mueven hacia las
posiciones de punta aquellos que dominan las nuevas tecnologías.
De igual manera puede suceder con el medio ambiente. Una organización con
una tradición de autonomía interna en sus divisiones, puede encontrar especial
dificultad conseguir que ellas cooperen y así ofrecer una respuesta integrada
siempre que se piense en ser más precisos con lo requerido por el medio
ambiente.
Marx y la Tecnología
Nada mejor que alguien tan reconocido en el análisis del cambio técnico como
Nathan Rosenberg (1976), para que nos aporte su visión sobre Marx: “...Marx
dedicó mucho tiempo y esfuerzos a explicar las características distintivas de las
tecnologías y a intentar desvelar y examinar la lógica interna de las tecnologías
individuales concretas. Insistió en que las tecnologías constituyen un
interesante tema de estudio, no solo para los tecnólogos, sino también para los
estudiosos de la sociedad y la patología social, y fue muy explícito a la hora de
introducir variables tecnológicas en sus argumentaciones”. Rosenberg
considera a Marx como “altamente perceptivo” sobre el punto inicial de
relaciones mucho más complejas, que se generan en el desarrollo del
capitalismo moderno.
Nos interesa señalar dos puntos básicos en Marx sobre el desarrollo del
capitalismo, según Rosenberg (1976).
El mayor interés de los científicos europeos en las artes útiles fue de la mano
con su experimentación. Las rupturas científicas del siglo XVII se debieron en
parte a que estaban listas para aplicar, técnicas que ellos habían tomado
prestadas de las artes y las artesanías. El vocero más influyente de este ideal
utilitario fue Francis Bacon, recordado también por el aforismo en donde
conocimiento es poder, poder sobre la naturaleza (Stokes, 1997).
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Toffler propone ciertos principios interrelacionados que programaron la
conducta de millones de personas a partir de la revolución industrial, o lo que él
llamó la “Segunda Ola”:
Estandarización: hay una sola manera, la mejor, de hacer un trabajo (con base
en Taylor).
Para Toffler (1980), el industrialismo fue mucho más que humo de chimeneas y
líneas de ensamblaje. Fue un sistema social rico y de muchas facetas que
tocaron todos los aspectos de la vida humana y que atacaron todo rasgo del
pasado encarnado en la Primera Ola. Produjo la factoría, el tractor en la granja,
la máquina de escribir en la oficina, el refrigerador en la cocina. Produjo el
periódico diario y la sala de cine, el metro y el DC-3. Nos dio cubismo y música
dodecafónica. Nos dio las protestas de gente sentada en la calle, las vitaminas
y la prolongación de la vida. Y todavía más importante, vinculó todas estas
cosas, las ensambló como una máquina, para formar el sistema social más
cohesivo, poderoso y expansivo jamás visto por el mundo: la segunda ola de la
civilización.
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A comienzos de los 80, Toffler señaló que estábamos frente a una “tercera
ola”, otra «revolución industrial». La nueva revolución, caracterizada por el
nacimiento de industrias de alta tecnología, nuevos procesos de producción
basados en la microelectrónica que «rejuvenecen» la fabricación de
automóviles, textiles e inclusive acero, y la fusión de la computación y las
telecomunicaciones, creando nuevas infraestructuras comparables a la
evolución del sistema de superautopistas o a la de las líneas de navegación a
vapor.
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Un ejemplo pionero de este nuevo concepto de práctica productiva y de
eficiencia empresarial lo constituye Benetton en Italia. Sus 2.500 puntos de
venta tienen sus cajas registradoras conectadas con producción y les
transmiten los gustos personales del cliente en tipo, talla y color de las prendas
y lo subcontratan con varios centenares de empresas pequeñas. Se conjugan
la centralización y la descentralización, lo gigante y lo pequeño. Se lleva a cabo
una reducción de niveles intermedios de control en virtud de la capacidad de
información electrónica existente y se aprecia una organización mucho más
plana, reduciéndose la distancia entre los niveles de decisión y acción.
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Detrás de cada gran auge se encuentra una revolución tecnológica. Los
cinco períodos caracterizados por Freeman y Pérez (1988), son a grandes
rasgos los siguientes:
González García, M.I., J.A. López Cerezo y J.L. Luján (1.996), Ciencia,
Tecnología y Sociedad: Una Introducción al Estudio Social de la Ciencia y la
Tecnología, Madrid: Tecnos.
Landes, D. (1998), The Wealth and Povety of Nations. Why Some are so Rich
and Some are so Poor, New York: W.W. Norton & Company.
Wynne, B. (1.983), "Redefining the Issues of Risk and Public Acceptance", en:
Futures, Febrero: 13, 32.
Ampliación
Se recomienda la lectura de algunos textos que contienen desarrollos y
planteamientos con relación a los temas sobre el determinismo tecnológico, los
sistemas tecnológicos e historia de la tecnología:
Enlaces
Inglés
OCDE: http://www.oecd.org
Presenta gran información sobre aspectos económicos de la innovación.
Castellano