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Curso de Especialista en CTS+I

Módulo 2

Tema 12. Tecnología, innovación y sociedad

- Presentación y objetivos
- Contenidos
- Textos de ampliación
- Bibliografía y enlaces
- Actividades
Presentación y objetivos
Nos proponemos en el presente Tema, avanzar hacia la comprensión de la
interrelación entre la tecnología, la innovación y la sociedad. Tres aspectos
íntimamente conectados, cuya manera de entenderlos puede depender del
enfoque que se asuma.

Tradicionalmente esta relación ha sido vista desde la influencia de la tecnología


sobre la sociedad, la mayoría de las veces con un marcado optimismo. Sobre
tal aspecto nos ocuparemos inicialmente, de los fundamentos del
“determinismo tecnológico”.

Abordaremos luego una visión diferente, basada en la idea de la sociedad


como el factor causal del desarrollo tecnológico. En este caso, mostraremos el
llamado “determinismo histórico-social”, como reacción a la idea del
determinismo tecnológico.

Ambos tipos de determinismos no agotan la relación entre tecnología-


innovación y sociedad, básicamente son presupuestos filosóficos y algunas
veces históricos sobre el desarrollo de la tecnología. En este sentido,
abordaremos una comprensión sistémica de la tecnología para abonar nuevas
elementos de análisis sobre dicha relación.

Sin embargo, dada la complejidad de las interacciones entre tecnología y


sociedad, algunas experiencias históricas nos pueden servir como referentes
para indicar el tipo de fenómenos que tiene lugar cuando la tecnología se
difunde en las sociedades. Se trata de ilustraciones concretas, de hitos
técnicos que han ejercido singular influencia en el desarrollo social. Con ello se
espera contribuir a interpretar las formas en que la tecnología evoluciona en la
sociedad actual y como sus cambios inciden en la economía, en la
organización, en las instituciones y a la vez como éstas moldean el desarrollo
tecnológico.

Pero no es suficiente contentarse con entender los efectos de los cambios


técnicos menores, se requiere de una teoría que permita entender las
innovaciones radicales sobre el sistema económico y social, en otras palabras,
el cambio técnico. De este modo, en la última sección presentaremos el
concepto de “paradigma tecno-económico” como elemento clave para
encontrar un sentido más unificado a la sorprendente diversidad y multiplicidad
de las innovaciones tecnológicas. Consideramos que la comprensión del
cambio técnico desde una perspectiva global y unificada, como es el concepto
de paradigma tecno-económico, es de suma ayuda para arrojar luces sobre las
relaciones entre la tecnología, la innovación tecnológica y la sociedad.

Los objetivos del tema son los siguientes:

• Reconocer la relación entre tecnología, innovación y sociedad, bajo la


idea del determinismo tecnológico y el llamado determinismo social.
• Introducir algunas concepciones sobre la comprensión de la relación
entre tecnología, innovación y sociedad, a partir del enfoque sistémico
de la tecnología.
• Reflexionar sobre esta relación, siguiendo unos ejemplos históricos
específicos; así como desde una teoría del cambio tecnológico que
involucra innovaciones radicales.

Autores

Carlos Osorio Marulanda. Biólogo de la Universidad del Valle, Colombia.


Diplomado en Estudios a Profundidad en Historia y Filosofía de las Ciencias y
de las Técnicas, Universidad de París I, Francia. Actualmente candidato a
doctor en Filosofía, línea de investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad,
Universidad de Oviedo, España. Profesor de la Escuela de Ingeniería Industrial
y Estadística, de la Universidad del Valle. Director del Grupo de Investigación
en Gestión Tecnológica, de esta Universidad. Tutor del Curso virtual sobre el
enfoque Ciencia, Tecnología, Sociedad (CTS) en la enseñanza de las ciencias
de la OEI y la Universidad de Oviedo.

Luis Javier Jaramillo S. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia.


MSc en difusión de innovaciones tecnológicas, en Michigan State University,
con especial dedicación a los enfoques y métodos del Profesor Everett Rogers.
Cuenta con experiencia en la formulación y ejecución de políticas tecnológicas
y programas de desarrollo tecnológico en Colciencias, Colombia y en el Grupo
Andino. Mediante una pasantía en el Japón, en el Ministerio de Industria y
Comercio, estudió la difusión de la tecnología en las Pymes japonesas. Ha
trabajado en capacitación en administración de ciencia, tecnología e innovación
y en particular con la OEI, desde 1998, con una serie de cursos regionales y
nacionales en el tema. Realizó cursos y trabajo de campo sobre gestión de la
innovación en Simon Fraser University del Canadá. Es actualmente consultor
asociado y miembro de la Fundación Tecnos, en Colombia, así como consultor
asociado de Mullin Consulting Ltd., del Canadá, entidad en la que ha
contribuido a la realización de estudios de diagnóstico sobre sistemas
nacionales de innovación en varios países latinoamericanos.
Contenido
El determinismo tecnológico
Una frase de Langdon Winner (2001), podría resumir la idea actual sobre el
papel de la tecnología y su despliegue de innovaciones a lo largo y ancho de la
sociedad: “Se nos dice que <eso> aparece ante nosotros como una fuerza
irresistible, un dinamismo alterador del mundo que transformará nuestros
trabajos, revolucionará nuestras familias y educará a nuestros hijos. También
cambiará la agricultura y la medicina de métodos tradicionales y modificará los
genes de organismos vivos, quizá incluso el organismo humano. Enfrentados
con <eso>, no hay ninguna alternativa, no queda sino aceptar lo inevitable y
celebrar su venida. De ahora en adelante <eso> decidirá nuestro futuro. El
<eso> en estas frases es, por supuesto, la tecnología”.

Esta idea de carácter inevitable de la tecnología no es nueva y se le conoce


como determinismo tecnológico. Se entiende por determinismo tecnológico,
la creencia de que las fuerzas técnicas determinan los cambios sociales y
culturales (Hughes, 1994) (1). Se trata de una concepción basada en la idea de
eficacia de la tecnología, considerada como agente causal, como una fuerza
motriz de la historia, la cual es presentada bajo relatos de un antes y después,
como si se tratara de un agente de
cambio casi autónomo (Marx L., 1994).
(1)

La herencia intelectual del determinismo tecnológico puede atribuirse al


entusiasmo y a la fe de los líderes de la ilustración del siglo XVIII, (Smith, 1994;
Williams, 1994). Y aunque el determinismo tecnológico surgió inicialmente en
Europa, encontró un terreno más fértil en EEUU, bajo la noción de “progreso”.
La tecnología y la ciencia no solo se convirtieron en la gran panacea para los
problemas de la vida diaria, sino que también pasaron a ser los valores
fundamentales de la vida americana, ellos llevaban al progreso social.

La idea del determinismo tecnológico involucra temas como la tecnología


autónoma y con ello una cierta manera de ver el cambio tecnológico. La idea
de tecnología autónoma es la creencia en que, de algún modo, la
tecnología no está controlada por el hombre y sigue por su propia cuenta,
la tecnología escapa de algún modo al control humano. La utilización del
concepto de tecnología autónoma, procede de la idea de “technique” autónoma
de Jacques Ellul (1954): “la técnica se ha vuelto autónoma; ha formado un
mundo omnívoro que obedece a sus propias leyes y ha renunciado a toda
tradición".

Señala Winner que la definición de autonomía es moral o política, se refiere a


la capacidad de gobernarse por sí mismo. La pérdida del dominio se manifiesta
en una disminución de nuestra habilidad para conocer, juzgar o controlar
nuestros medios técnicos.
La noción de tecnología autónoma nos lleva a creer que a la tecnología hay
que permitirle las condiciones de su libre y propio desarrollo, cuyos beneficios
transformarán la sociedad. Aunque no se formula frecuentemente de manera
explícita, "la tecnología es más productiva cuando ni se prevé ni se controla el
alcance último de sus resultados". Esta creencia se basa en la ausencia de
control social sobre la tecnología. Desde esta perspectiva, el determinismo
descansaría en dos hipótesis: i) que la base técnica de una sociedad es la
condición fundamental que afecta a todos los modelos de existencia social; ii)
que los cambios tecnológicos son la fuente más importante de cambios
sociales(2).
(2)

Tres posiciones inadecuadas en la


relación...

Pero la idea del determinismo tecnológico no solamente ha sido vista desde


una crítica pesimista del fenómeno técnico, como en el caso de Ellul, o bajo la
crítica de una filosofía política, como propone Winner. También el determinismo
tecnológico ha sido planteado y defendido desde una teoría de la innovación.
En un primer momento, desde la teoría del impacto de la innovación en la
escuela sociológica de Chicago. “Ogburn sostuvo que las innovaciones
originaban los cambios en las costumbres y en las instituciones. Ejemplificó
este fenómeno describiendo ciento cincuenta modificaciones en el
comportamiento individual que produjo la aparición de la radio. Señaló además,
que el proceso de adaptación de las normas sociales a las innovaciones se
desarrolla en lapsos muy variables de tiempo, a través de un cultural lag” (Katz,
1998).

Otros enfoques del campo de la innovación han tenido igualmente un carácter


fuertemente determinista, como el llamado “technology push”, en donde la
innovación, como resultado de un “empuje basado en la tecnología” en el cual
la ciencia básica conduce eventualmente a desarrollos tecnológicos que
resultan en un flujo de nuevos productos y nuevos procesos en el mercado, es
lo que puede llevar al cambio tecnológico y por consiguiente al cambio en la
sociedad
.
El determinismo en la producción
El determinismo en las organizaciones de
manufactura

El determinismo social
Claudio Katz (1998) ha señalado, que si bien Marx ha sido a menudo
considerado como determinista tecnológico, a partir del esquema de la
interpretación de la historia basada en modos de producción que
periódicamente chocan con las relaciones de producción; dicha afirmación
confunde las relaciones sociales condicionantes de la actividad humana con las
producciones materiales, entre ellas, las máquinas. Se trata más bien de un
determinismo histórico que destaca cómo las leyes del capital y las
determinaciones sociales de clase, condicionan el proceso innovador. En lugar
de sistemas autorregulados, como sucede en el determinismo
tecnológico, el determinismo histórico-social caracteriza el modo de
producción y con ello explica la naturaleza del cambio tecnológico
contemporáneo.

Marx y la Tecnología

Este determinismo histórico-social no desconoce el papel del inventor, como


sucede con frecuencia con el determinismo tecnológico, sino que sitúa el “genio
de inventor” con las circunstancias objetivas que rodean esta acción.

Como vemos, se trata de modos de producción condicionantes de la actividad


tecnológica, antes que un desarrollo tecnológico determinando la sociedad; los
componentes histórico-sociales son el agente causal de la tecnología y no la
tecnología el agente causal de la sociedad.

Otras concepciones sobre la relación tecnología-innovación y sociedad

Son diversos los enfoques que involucran una relación tecnología-innovación-


sociedad distintos al determinismo tecnológico y al determinismo social. Tales
enfoques hacen parte de los estudios sociales en ciencia y tecnología, tratados
en el tema 1.11, por ejemplo, el llamado enfoque social-constructivista de la
tecnología, el cual enfatiza en el papel de los actores sociales relevantes (no
las relaciones de clase como sucedería en el determinismo histórico-social) de
un determinado proceso de desarrollo tecnológico(3). En tal sentido, sólo nos
concentraremos en el enfoque sistémico, por dos razones. La primera, como se
señala en el Tema 1.7. los sistemas técnicos y en particular los de tipo
intersocial, son los que producen importantes cambios sociales, afectan a
varias sociedades a la vez, aunque sea en períodos diferentes de tiempo y a
ritmos diferentes. De otro lado, los sistemas técnicos permiten una mayor
comprensión del fenómeno de la tecnología, la innovación y el cambio
técnico(4). Veamos entonces algunas formas de entender el sistema, según
Gille (1978), Séris (1994), Hughes (1983, 1987), Quintanilla (1998) y con ello la
relación entre tecnología-innovación y sociedad(5).
(3)

(4)

(5)

El sistema técnico como coherencia de conjuntos y líneas técnicas

Para Gille (1.978), que prefiere hablar de técnicas antes que de tecnologías, el
sistema técnico concierne a la organización estrictamente técnica que da
cuenta de la historia de su desarrollo. El sistema es "...el conjunto de todas las
coherencias que a distintos niveles se dan entre todas las estructuras de todos
los conjuntos y de todas las líneas..." (Gille, 1.978). La estructura comprende
una combinación unitaria de elementos técnicos, que puede ser simple o
compleja; y la línea o fila comprende a las series de conjuntos técnicos
destinados a proporcionar un producto deseado, cuya fabricación se realiza a
menudo en etapas sucesivas. La coherencia entre estas estructuras y líneas es
lo que permite hablar de sistema. Así por ejemplo, la siderurgia utiliza la
máquina a vapor, ésta requiere de un metal con gran capacidad de resistencia
para soportar las altas presiones y el sobrecalentamiento.

Gille señala que aunque algunos autores consideran al sistema técnico


dentro del sistema económico, él se inclina más bien por una
interrelación con el sistema económico, en donde habría fuerzas
autónomas en ambos sistemas. El sistema técnico tendría límites, los cuales
vienen dados por tres factores: el suministro de materias primas, la crisis de la
rama tecnológica y límites de tipo económico. Como vemos, el sistema técnico
en este autor compete a los aspectos estrictamente técnicos, incluida la
innovación y la transformación de los materiales. Los aspectos sociales o
económicos, así como los organizativos, estarían por fuera en un proceso
sinérgico.

El sistema técnico como una propiedad del fenómeno técnico

El sistema técnico también ha sido definido como una propiedad de lo que


Séris (1.994), denomina el fenómeno técnico, definición que, no sobra señalar,
también ha sido usada por Ellul (1954). El fenómeno técnico no descansa en
una fenomenología del aparato, comprende el conjunto de características
históricamente determinadas, por las cuales captamos la técnica de una
determinada época. Para nuestro tiempo, el fenómeno técnico implica tres
aspectos: sistematicidad, normatividad e irreversibilidad.

La sistematicidad de la técnica comporta un conjunto de etapas, en tanto


interpone mediaciones instrumentales (útiles, maquinas, instituciones) o
metódicas (maniobras, procedimientos, programas); pone todas esas
mediaciones en relación de la mutua implicación y dependencia en un vasto
sistema de intercambios y de comunicación. La normatividad se refiere a la
capacidad de la técnica de ser normativa antes de ser normalizada y
normalizadora, la norma es menos y más que un modelo; menos que un
modelo en la medida en que no dictamina más que sobre puntos precisos
(dimensiones, calibres, proporciones, grado de aproximación, tolerancia,
márgenes), sin concretar el resultado final de la totalidad de un proyecto en un
único ejemplar; las normas son orientadoras de un futuro de mejoramientos, en
búsqueda de la máxima eficacia; mientras que la normalización está ordenada
al bien de la sociedad en su conjunto, o al conjunto de su sistema axiológico,
por esto se dice que la norma sería más que un modelo. La irreversibilidad se
refiere al devenir y a las transformaciones del sistema y de las normas; por el
sistema es imposible reactualizar un elemento de un sistema anterior si es
incoherente en el sistema presente y si se dejan íntegras las normas (Séris,
1.994).

Bajo este entramado de fenómeno técnico, el sistema técnico se presenta a


primera vista como una concatenación lineal, si se toma con relación al
producto-objeto técnico. Sin embargo, la cadena técnica no es la
concatenación de operaciones indiferentes, aparece mucho más como un
camino en una red preexistente de medios disponibles: el sistema técnico es un
tejido de relaciones. El sistema técnico no significa autonomía absoluta y
fatalidad de un devenir incontrolable y puesto en cuestión, como en el
determinismo tecnológico. La sistematicidad es coherencia, es decir, es menos
ligazón y unión, que relación. Es coherencia de materiales y de sus condiciones
de elaboración, de sus efectos y de sus usos. Y aunque el sistema técnico es
inmaterial, dicha inmaterialidad no le impide existir objetivamente y hacer existir
objetos, conductos, usos, etc., que comandan en última instancia la producción.
El carácter de sistema permite poner en correlación a los individuos y los
grupos (como productores, consumidores, participantes del intercambio),
los agentes (individuales o colectivos) y las materias, los medios
disponibles y los fines propuestos.

Como vemos en esta definición de sistema técnico, la relación con la sociedad


se da como una conexión entre agentes, materiales, medios y fines; cuyo
devenir no sería de autonomía tecnológica y por tanto determinista, puesto que
los sistemas están envueltos en la vigilancia de la razón teórica y en el control
de la razón práctica (Séris, 1994).

El sistema tecnológico complejo


Podemos señalar los enfoques de Hughes (1.983, 1.987), Quintanilla (1.988;
1998), Wynne (1.983), González et al (1.996), dentro de esta preocupación por
precisar una perspectiva sistémica de la tecnología, la cual involucra una
relación tecnología-innovación-sociedad. Veamos muy brevemente los dos
primeros, ya que también han sido
abordados en otros temas del Curso(6).
(6)

Hughes (1.987), considera que los sistemas tecnológicos contienen complejos


y desordenados componentes de solución de problemas, interactuando con
todos los demás componentes. Tal como se ha señalado en el Tema 1.11, los
componentes de los sistemas tecnológicos son artefactos físicos, las
organizaciones, componentes usualmente descritos como científicos, artefactos
legislativos y los recursos naturales. Las personas, inventores, científicos
industriales, ingenieros, gerentes, financieros y trabajadores, son componentes
del sistema, pero no deben ser considerados como artefactos del mismo. Ellos
tienen grados de libertad, no poseídos por los artefactos.

Las personas en los sistemas tecnológicos, además de su papel en la


invención y en el diseño y desarrollo de los sistemas, cumplen otro, cual es la
de retroalimentar la ejecución de las metas del sistema y corregir así los
errores. El grado de libertad ejercida por la gente en un sistema, en contraste
con la ejecución rutinaria, depende de la madurez y el tamaño, o autonomía, de
un sistema tecnológico.

Un sistema adquiere Momentum tecnológico, es decir, la propensión de


las tecnologías por desarrollar trayectorias previamente definidas, en un
determinado momento de su desarrollo. Cuando el sistema es joven, el
entorno configura el sistema. A medida que el sistema va siendo mayor y
más complejo, va cobrando impulso o momentum; el sistema es cada vez
menos configurado por su entorno y se convierte en el elemento que más
lo configura; en otras palabras, el sistema configura la sociedad y es
configurado por ella. La interacción de los sistemas tecnológicos y la sociedad
no es simétrica a lo largo del tiempo, los sistemas tecnológicos en evolución
dependen del tiempo.

De donde Hughes concluye que los constructivistas sociales tienen una clave
para comprender la conducta de los sistemas jóvenes al considerar que los
grupos sociales o de interés definen los artefactos y les dan significado.
Mientras que los deterministas parecen tener razón en el caso de los sistemas
tecnológicos maduros. Sin embargo, el concepto de impulso tecnológico
constituye un modo de interpretación aún más flexible y acorde con la historia
de los grandes sistemas. Esto permite considerar que la configuración es más
fácil antes de que el sistema haya adquirido componentes políticos,
económicos y de valores. También se deduce que un sistema que tenga un
gran impulso tecnológico puede cambiar la dirección de trayectoria si diversos
componentes son sometidos a las
fuerzas de cambio(7).
(7)

Para terminar con este apartado, veamos la propuesta de Quintanilla (1998).


Quintanilla tiene en cuenta el trabajo de Hughes, así como su propio trabajo
anterior (Quintanilla, 1.988), en donde el sistema técnico se definía como un
sistema de acciones intencionalmente orientado a la transformación de objetos
concretos para conseguir de forma eficiente un resultado que se considera
valioso(8). Insiste en que cualquier realización técnica concreta,
independientemente de su magnitud y complejidad, presenta esa doble
dimensión, física y social, de artefactos y organizaciones, que obviamente es
más visible en los grandes sistemas tecnológicos. Sobre la base de esta
consideración, un sistema técnico sería un dispositivo complejo,
compuesto de entidades físicas y de agentes humanos cuya función es
transformar algún tipo de cosas para obtener resultados característicos
del sistema.
(8)

Quintanilla (1998) propone caracterizar el sistema técnico a partir de


componentes, estructuras y objetivos. Los componentes del sistema pueden
ser materiales (materia prima, energía, artefactos, etc.) y pueden ser agentes,
entendidos como individuos humanos caracterizados por unas habilidades,
unos conocimientos y portadores de una cultura. La estructura del sistema
estaría definida por las relaciones o interacciones, las cuales pueden ser de
gestión o de transformación de materiales que se producen en los
componentes del sistema. Esta definición de sistema técnico sería la base para
la construcción de una teoría de la estructura y dinámica de la tecnología, en
donde el factor fundamental del desarrollo tecnológico sería la innovación
social y cultural.

Casos históricos de las interacciones entre tecnología, innovación y


sociedad

Una serie de actividades económicas y técnicas inventadas por el hombre


preside la transformación del mundo natural, desde los primitivos ancestros.
Nos referimos a las actividades económicas y técnicas dominantes en cada
etapa del desarrollo de la sociedad: la cacería y la recolección, la rotación y el
cultivo, la agricultura y la minería, la manufactura y el procesamiento, la síntesis
y el reciclaje en la sociedad actual.

La sofisticación ha sido creciente en este proceso. De cierta manera podemos


considerar a dichas actividades económicas como innovaciones técnicas y
sociales revolucionarias, que llevan a que en cada una de estas experiencias la
sociedad se organice de nuevas maneras. Tecnología y organización social
son caras de la misma moneda, interactúan y generan efectos recíprocos
en virtud de las relaciones sociales.

La innovación tecnológica (para efectos prácticos tecnología), ejerce efectos e


impactos multifacéticos en la sociedad y es influida por ella de manera
recíproca, tal como hemos visto en el enfoque sistémico de la tecnología
propuesto por Hughes. Una manera de comprender este proceso, ya no solo
desde un punto de vista conceptual, consiste en mostrar algunos cambios
técnicos y sociales en donde es posible encontrar la interacción tecnología–
sociedad a lo largo de varias experiencias históricas significativas: la de
nuestros ancestros dedicados a la caza y recolección, con la innovación que
representó la tecnología de irrigación en el desarrollo de una agricultura
sostenible; la primera revolución industrial; y la más reciente revolución
cerebro–intensiva que vivimos hoy. Trataremos de destacar muy brevemente
algunos rasgos de estas etapas, sobre la base de la interacción señalada.
De la caza y la recolección a la agricultura

En las sociedades de cazadores y recolectores, la mayor preocupación fue la


explotación de recursos disponibles a conveniencia y de manera natural,
careciéndose de ideas sobre como estabilizar el acceso a dichos recursos y
menos sobre la necesidad de reutilizarlos. Las presiones ambientales obligaron
a las sociedades humanas a innovar y adoptar prácticas agrícolas que
proporcionaron estabilidad a la producción de alimentos.

El mejor ejemplo de innovaciones agrícolas que trajo una producción estable


de alimentos puede agruparse bajo la denominada tecnología de irrigación, la
cual señaló la génesis de las sociedades organizadas basadas en la
acumulación de excedentes agrícolas sostenibles y sentó las bases de una
civilización con sus ingredientes esenciales: especialización, división del
trabajo, patrones de intercambio comercial, principios de gobierno y
reconocimiento del individuo.

Los egipcios (año 5000 A.C) practicaban la irrigación a gran escala. Usaban
compuertas y estanques para almacenar el agua y sus nutrientes y
aprovechaban así las crecidas anuales del Nilo. En Mesopotamia se desarrolló
la primera economía agrícola que conocemos, basada en la acumulación de
excedentes gracias a la tecnología de irrigación. También en el Valle de
Lambayeque, en el norte del Perú, fue notable la aplicación de tecnologías de
irrigación que elevaron la productividad del cultivo del maíz y crearon las
condiciones para una sociedad relativamente compleja.

Esta interacción entre técnicas de irrigación y sociedad, no sólo favoreció


el desarrollo y la organización social, también señaló el límite de su
capacidad de transformación. Encontramos ejemplos de ello en la aplicación
de la tecnología de irrigación en los deltas de Mesopotamia, que provocó con
frecuencia la escasez periódica de alimentos debido a los aumentos de
salinidad; la civilización del Valle indostánico sufrió debido al sobrepastoreo
que llevó a la formación de desiertos; con la expansión de la rotación de
cultivos a través de las montañas del África y del Asia, los bosques, los pastos
y los animales se degradaron hasta el punto de su extinción.

La revolución industrial: innovaciones radicales con efectos en la


organización social

Para entender este proceso, es preciso considerar una serie de innovaciones


técnicas que incidieron en la minería inglesa. Una de ellas fue el invento y la
introducción de bombas para extraer el agua que se filtraba en las minas de
estaño y que era una verdadera calamidad. Esta situación dio lugar a la
búsqueda de bombas potentes capaces de lograr este cometido y estimuló la
invención de la máquina de vapor de Newcomen en 1717, por cierto pesada y
costosa. James Watt, al reparar una Newcomen, desarrolló una máquina más
simple y eficaz, al cabo de diez años de experimentación y ajustes.

La máquina de Watt se encuentra en el corazón mismo de la revolución


industrial, en la que, como señala Ferdinand Braudel (1997), tiene lugar la
“revolución del algodón” (1780 – 1930). Dicha revolución, instalada cerca o en
grandes puertos coloniales como Liverpool y Glasgow, obtuvo las inyecciones
de capitales acumulados en el comercio internacional que se realizaba a través
de estos puertos. Allí se produjo una simbiosis entre la innovación tecnológica y
el capital de su época. Baste señalar, como lo hace Braudel, que el consumo
de algodón para las fabricas pasó de 2 millones de libras de algodón en 1760 a
366 millones de libras en 1850. Simultáneamente tuvo lugar una “revolución
metalúrgica” que a su vez desató nuevas energías creadoras a través de la
construcción de máquinas, luego de ferrocarriles y de buques de casco
metálico movidos a vapor, lo que dio a Inglaterra una enorme preeminencia.
Entre tanto, el mundo colonial, ajeno a la revolución industrial, se convertía en
un proveedor de materias primas.

Una pregunta que puede ayudarnos a entender mejor la conexión innovación


tecnológica–sociedad con respecto a la revolución industrial, es la que se
plantea David Landes (1998): ¿Y por qué Europa occidental? Otros países y
épocas no hicieron algo semejante a Inglaterra, a pesar de la existencia de la
mecanización y el uso de energía inanimada como en los telares y la fundición
chinas, los molinos de viento y de agua en la edad media o la fabricación
italiana de seda. La respuesta es compleja y no entraremos a detallarla acá,
pero en beneficio de nuestro Tema diremos que determinados factores sociales
y culturales intervienen a lo largo de este proceso de innovación tecnológica.

Uno de ellos, como señala el mismo Landes, consistió en el amarre existente


entre la revolución industrial y la ciencia y la tecnología; factores claves del
desempeño económico de Europa. A la acumulación de conocimiento y de
know–how en Europa occidental, habría que sumarle una actitud dispuesta a
jugar un papel audaz en la apertura de nuevas brechas para alcanzar y
sobrepasar los umbrales establecidos(9). Como vemos, se trata de una
interacción en doble vía, de la tecnología como sistema tecnológico
principalmente alrededor de la máquina de vapor, y de la organización
social a partir de una nueva clase emergente con nuevos valores de
conquista de la naturaleza, junto con el acumulado de conocimientos
científicos y técnicos.
(9)

Las innovaciones transformaron la industria inglesa y originaron un nuevo


modo de producción, la fábrica, entendida como una unidad de producción
unificada, con trabajadores sujetos de supervisión, que usa una fuente central y
típicamente inanimada de energía.

Más que detallar la gama de innovaciones que se desarrolló en este dinámico


período, conviene más bien destacar lo que equivaldría a los vectores técnicos
del proceso de innovación, subyacente en la revolución industrial según Landes
(98):

• La sustitución del esfuerzo y la destreza humana por las máquinas –


rápidas, regulares, precisas, infatigables-.
• La sustitución de fuentes animadas de energía por fuentes inanimadas,
en particular la invención de motores para convertir calor en trabajo,
abriendo así una casi ilimitada provisión de energía;
• El uso de materias primas nuevas y mucho más abundantes, como los
minerales.

Según Landes (1998): “Ahora, por primera vez en la historia, la economía y


el conocimiento fueron creciendo de manera suficientemente rápida como
para generar un flujo continuo de mejoras”.

Los economistas clásicos como Adam Smith entendieron la nueva lógica


industrial y sobre ella la riqueza de las naciones a partir de la división y
especialización del trabajo. El ejemplo de Smith sobre el alfiler es emblemático
en este aspecto. Smith argumentaba que un trabajador no especializado en la
producción de alfileres, trabajando de forma aislada, difícilmente podría fabricar
más de 20 alfileres al día. Sin embargo, en la práctica, los obreros que
producían alfileres eran especialistas no ya en la producción de alfileres, sino
en algunas de las diferentes operaciones. Una persona preparaba el hilo
metálico, otra lo enderezaba, una tercera lo cortaba, una cuarta lo afilaba... El
resultado era que diez personas podían fabricar más de 48.000 alfileres al día,
de forma que cada obrero producía 4.800 alfileres. La división del trabajo
permite la especialización de los trabajadores y la introducción de maquinaria
especializada (Mochón, 1988).

Esta situación evolucionó hasta el punto, como lo señala Alvin Toffler (1980),
que en el siglo XIX, a medida que más y más trabajo se encaminó hacia las
fábricas, la historia del alfiler fue repetida una y otra vez en mayor escala, y los
costos humanos de la especialización se escalaron en consecuencia(10). Los
críticos del industrialismo denunciaron que el trabajo altamente especializado y
repetitivo deshumanizaba al trabajador.
(10)

Efectos indeseables de las innovaciones en


la sociedad

El advenimiento de las sociedades de información y del conocimiento

Una forma de profundización inusitada del impacto de la Ciencia y la


Tecnología en la sociedad y en la economía se viene dando en nuestros días.
Es necesario comprender su ingrediente fundamental: adopción de
innovaciones tecnológicas radicales que cambian la fisonomía del aparato
productivo, las cuales están relacionadas particularmente con la
microelectrónica y las telecomunicaciones.
La convergencia de tres áreas tecnológicas anteriormente diferenciadas, como
son la informática, las telecomunicaciones y la transferencia y procesamiento
de datos e imágenes, ha llevado a profundos cambios en la producción de
bienes y servicios en las sociedades contemporáneas (Chaparro, 1998)

A fines de los años setenta no estaba resuelto el matrimonio entre las


computadoras y las telecomunicaciones. Veinte años más tarde, está más que
consumado. La nueva base técnica ha provocado la convergencia de sectores
industriales, anteriormente considerados independientes, tales como
informática, telecomunicaciones, bienes de consumo durables y bienes de
capital. Como consecuencia surge un nuevo macro-sector llamado de
tecnologías de información y comunicación (TIC), regido por patrones
competitivos propios.

Con ello se viene conformando un núcleo de tecnologías avanzadas que


pueden constituir la esencia del gran cambio hacia una economía mucho más
cerebro–intensiva: tecnologías de información, biotecnología, nuevos
materiales y más recientemente la
nanotecnología(11).
(11)

Si bien este tema de las nuevas tecnologías y su interacción en la sociedad ha


sido abordado en el Tema 1.7, no queremos dejar de insistir en dos grandes
procesos históricos interrelacionados que señalan una aproximación entre
innovación y sociedad. Según Castells y Hall (1994)(12):

• Las nuevas tecnologías están en la base de una economía global, que


representa la estructuración de todos los procesos económicos a nivel
planetario, la cual funciona en tiempo real para el capital y para la
gestión.
• La aparición de una nueva forma de producción y gestión económica, la
“economía informacional”, caracterizada por que la productividad y la
competitividad se basan de forma creciente en la generación de nuevos
conocimientos y en el acceso a la información adecuada; y también por
nuevas formas organizativas, como las organizaciones horizontales que
sustituyen a las burocracias verticales, la especialización flexible
reemplaza a la producción estandarizada y masificada para poder
atender a una demanda mundial cambiante y a unos valores culturales
versátiles(13).
(12)

(13)
Las revoluciones tecnológicas y el paradigma técnico–económico en
Carlota Pérez y C. Freeman

Para finalizar, veamos la contribución de Freeman y Pérez (1988), a partir del


concepto de paradigma tecno-económico, en donde se establece una
manera de entender la relación tecnología-innovación-economía-
sociedad.

El marco de referencia del concepto de paradigma técnico–económico


podemos encontrarlo en la teoría de las ondas largas del desarrollo económico,
postulada por primera vez por Kondatrieff y luego retomada por Schumpeter.
Para Schumpeter, la explicación básica del fenómeno de ondas largas consiste
en que las diferentes épocas económicas estarían asociadas con racimos
(clusters) de tecnologías. Una fase de ascenso se caracteriza por la aparición
de un nuevo conjunto de tecnologías e industrias, el cual estimula la inversión y
la expansión de la actividad económica. A su vez, el agotamiento de cada fase
se vincula con la desaceleración del cambio tecnológico y la disminución de las
oportunidades de inversión. La teoría intenta explicar los ciclos de cincuenta a
sesenta años que ha experimentado la economía mundial, con veinte o treinta
años de prosperidad seguidos de otros veinte o treinta años de crecimiento
muy desigual, de recesiones e incluso depresiones económicas. La explicación
sería, según Schumpeter, el surgimiento de revoluciones tecnológicas
sucesivas y las dificultades de su asimilación. “Cada revolución tecnológica es
un “huracán de destrucción creadora que transforma, destruye y renueva el
aparato productivo mundial”. Se destaca en este escenario la importancia
fundamental de la innovación (agente de la destrucción creadora), como un
proceso de mutación que incesantemente renueva la vida económica desde
adentro.

Estas nociones han sido recogidas, por Freeman y Pérez (1988). La idea
básica es que ciertos tipos de cambio tecnológico extienden sus efectos sobre
el conjunto de la economía. Estos cambios (“revoluciones tecnológicas”)
no sólo hacen aparecer nuevos productos, servicios, sistemas e
industrias, sino que afectan directa o indirectamente a todas las ramas de
la economía. Freeman y Pérez emplean, para referirse a estas
transformaciones, el concepto de paradigma tecno-económico, dado que no
sólo influyen en las trayectorias tecnológicas de determinados productos y
procesos, sino que modifican las estructuras de costos y las condiciones de
producción y distribución de todo el sistema.

Diríamos que el tipo de cambio técnico más profundo y penetrante en la


sociedad es el que se produce bajo un paradigma técnico–económico. Habrá
cambios técnicos incrementales, radicales, sistemas técnicos, cada uno con un
ámbito de influencia progresivamente importante, pero ninguno tan
revolucionario como el que se da con el paradigma técnico–económico. Se
trata de procesos de cambio que renuevan totalmente el aparato productivo.
Una taxonomía de la innovación y de los...

Un paradigma tecno-económico es concebido como un tipo ideal de


organización productiva, que define el contorno de combinaciones más
eficientes y de menor costo durante un período dado y sirve, en
consecuencia, como norma implícita, orientadora de las decisiones de
inversión y de innovación tecnológica, tanto incremental como radical
(Pérez, 1986). Con un nuevo paradigma nace una manera óptima tecnológica y
organizativa de hacer las cosas. En esta perspectiva, a lo largo del capitalismo,
se asiste a una sucesión de paradigmas tecno-económicos, asociados con
esquemas institucionales característicos.

Freeman y Pérez (1988), caracterizan la evolución de la sociedad capitalista a


partir de la detección de cinco ondas de largo plazo. Presentan en cada caso,
un “insumo clave”, un grupo de ramas inductoras del crecimiento de la
economía, ciertos requerimientos de infraestructura, arquetipos de organización
empresarial, patrones de competencia y cooperación, y formas de superar las
limitaciones de los paradigmas previos por una determinada configuración
jerárquica del sistema económico internacional. La figura 1A, transcrita de
Pérez (http://www.carlotaperez.org/Articulos/1-desafiossocialesypoliticos.htm),
muestra gráficamente la sucesión de
dichas ondas largas(14).
(14)

Los ritmos de crecimiento y los niveles de ganancias que ostentan los nuevos
productos y las empresas que dinamizan el salto tecnológico resultan
impresionantes. Este crecimiento explosivo de los nuevos productos se amplía
a sus insumos y a una nueva red de infraestructura que generalmente
acompaña su despliegue en nuevos polos, regiones y sectores distintos de los
tradicionales. Todo ello apareja un proceso de cambio en la estructura de la
economía y del empleo de cada país y en el mundo. Se mueven hacia las
posiciones de punta aquellos que dominan las nuevas tecnologías.

Una condición para que el nuevo paradigma técnico–económico se


difunda es que se produzcan cambios sociales e institucionales propicios
al cambio técnico. Si tal acople técnico y social es alcanzado, se generan
patrones de crecimiento estables a largo plazo. Sin embargo, dado que en
general, existe una inercia en la dimensión socio-institucional de la sociedad,
es posible que en las etapas tempranas del nuevo paradigma tecno-económico
existan desajustes, hecho que contribuye a explicar la severidad que adquieren
los procesos de ajuste estructural en la transición entre dos paradigmas
(Freeman y Pérez,
1988).
De un paradigma a otro.
Ampliación de conceptos

• Tres posiciones inadecuadas en la relación entre cambio


tecnológico y social
• El determinismo en la producción
• El determinismo en las organizaciones de manufactura
• Marx y la Tecnología
• Efectos indeseables de las innovaciones en la sociedad
• Las nuevas tecnologías de información
• Una taxonomía de la innovación y de los tipos de cambio
técnico
• De un paradigma a otro

Tres posiciones inadecuadas en la relación entre cambio


tecnológico y social

La investigación encaminada a discernir los efectos particulares del cambio


tecnológico en la industria, en el gobierno o la educación, según Emanuel
Mesthene (1970), no es nueva, pues economistas, científicos sociales y otros
investigadores profesionales se han involucrado en ello, al menos desde Marx
hace casi dos siglos. Por contraste, parece que no es tan frecuente evaluar las
implicaciones del cambio técnico para la sociedad contemporánea en su
conjunto. Así las cosas, los esfuerzos para entender la interacción entre cambio
tecnológico y cambio social, tienen que vérselas con perspectivas unilaterales o
sesgadas acerca de la naturaleza de la tecnología en la sociedad. Mesthene da
cuenta de tres posiciones que eran frecuentes a fines de los años sesenta y
que a nuestro juicio se registran todavía con frecuencia:

Primera posición: el optimismo tecnológico. La tecnología es una bendición


para el hombre y la sociedad. Es vista como el motor de todo el progreso,
contiene soluciones para la mayoría de nuestros problemas sociales, ayuda a
liberar al hombre de todas las garras de una sociedad compleja y altamente
organizada, constituye la fuente de una prosperidad permanente; en resumen,
es la promisoria utopía de nuestro tiempo. Los orígenes de esta posición se
pueden rastrear en Bacon, los filósofos sociales del siglo XIX como Saint
Simon y Comte, y en la tradición de los norteamericanos quienes tienen la
convicción pragmática de que es posible hacerlo todo. Es una actitud propia de
ingenieros y de científicos, de muchos líderes militares y de la industria
aeroespacial.

Segunda posición: el pesimismo tecnológico. Es lo contrario. La tecnología


está destinada a robarle el trabajo a la gente, a quitarle su privacidad, su
participación en un gobierno democrático, y, al final, su dignidad como seres
humanos. Es vista como autónoma e incontrolable, como generadora de
valores materialistas y destructora de la religión y portadora de un una
sociedad tecnocrática y de un estado burocrático en el cual el individuo
desaparece progresivamente, y tan amenazante, en última instancia, que
envenena la naturaleza y es capaz incluso de hacer volar el mundo. Esta
posición es afín a actitudes de “regreso a la naturaleza”, asociadas con
Rousseau y Thoreau. Se deriva de la critica socialista de la apropiación de la
tecnología como capital. Atrae a la juventud. Esta visión se sostiene en el libro
de Jacques Ellul, La Sociedad Tecnológica.

Tercera posición: la indiferencia. La tecnología como tal no vale la pena de


una atención especial, porque la tecnología no es nueva, ya ha sido reconocida
como un factor de cambio social al menos desde la revolución industrial. Es
improbable que los efectos de la tecnología sean tan traumáticos como la
introducción de la fábrica en el siglo XVIII en Inglaterra, no ha habido cambios
significativos en la introducción y adopción de la nueva tecnología. Más aún,
los mayores niveles educativos hacen que la gente sea mucho más adaptable
a la tecnología y a las reformas requeridas, la tecnología es menos
perturbadora que antes, pues su alcance está más en equilibrio con el
desarrollo social y psicológico del hombre. Esta posición tiende a ser sostenida
por algunos historiadores, para quienes la continuidad es un supuesto
metodológico indispensable y también por muchos economistas para quienes
la tecnología es un dato externo a sus razonamientos.
El determinismo en la producción

Para algunos autores, el determinismo se entiende cuando se analiza la


tecnología de la producción. Heilbroner (1.967) considera que el determinismo
se produce a partir de unas secuencias fijas que siguen la tecnología, las
cuales serían consecuencias lógicas de la conquista técnica de la naturaleza:
por ejemplo, al molino de vapor era imposible llegar sin haber pasado por el
molino manual. Para ello se requiere que el descubrimiento tenga lugar a lo
largo de una frontera perfectamente definida del saber, que no hayan saltos
tecnológicos y sea predecible el descubrimiento a partir del conocimiento
científico. Tales condiciones son posibles porque existen algunas limitaciones
que siempre influyen en la capacidad tecnológica de la época, en la limitación
de su acervo de conocimientos, así como en la competencia material y el nivel
de pericia técnica del momento.

Sin embargo, advierte Heilbroner, el determinismo tecnológico es sensible al


rumbo social, es en parte el resultado de la política social. Si bien la tecnología
puede seguir una senda secuencial determinada, sus áreas de aplicación
reflejan las influencias sociales. Por ejemplo, la maquinaria ahorradora de
trabajo no será fácilmente aceptada en una sociedad en que la mano de obra
sea barata. Con esto se quiere decir que la tecnología influye en la sociedad,
pero su modo de actuación es afectado por la sociedad. De ahí que sea
necesario reconsiderar el desarrollo tecnológico en función del modo de
producción. Por ejemplo, hasta que no surgió el mercado organizado en torno a
la propiedad privada, no se estimuló la capacidad inventiva que desarrollaría la
tecnología industrial, además del impulso recibido por el desarrollo de la
ciencia. "El determinismo tecnológico es, pues, especialmente un problema de
una determinada época histórica -concretamente la del alto capitalismo y bajo
socialismo- en la que se han desatado las fuerzas del cambio técnico, pero en
la que aún son rudimentarias las agencias para controlar u orientar la
tecnología.

Para Heilbroner, el determinismo puede explicar porqué el cambio tecnológico


es el motor de la historia, o las máquinas el motor de la historia, si se tiene en
cuenta el principio de maximización de la economía, la cual impone un cierto
orden en la conducta. Las máquinas serían un mecanismo mediador por el que
la actividad económica y la adquisición de fortuna harían posible la sociedad
capitalista. Pero advierte el autor, que algunos elementos blandos intervendrían
en esta forma de entender el determinismo tecnológico, éstos son: elementos
volitivos, actitudes sociales, aversión al riesgo, novedades y modas culturales,
entre otros posibles; por lo que habría que darle cabida a un cierto grado de
incertidumbre y conservar el determinismo desde una cierta heurística, como
recurso más amplio de explicación.

El determinismo en las organizaciones de


manufactura
El determinismo tecnológico ha sido la base del diseño de las organizaciones
de manufactura, particularmente en las tecnologías de procesos. En una
tecnología de proceso continuo de una planta petroquímica, por ejemplo, el
proceso para refinación del crudo en productos sigue una formulación química
específica que dicta la secuencia de operaciones que tendría lugar en la
organización. La translación de esa secuencia de pasos dentro de una
disposición de equipamento técnico -pipas, válvulas, bombas- sigue una
determinada solución que es asumida como la vía óptima de llevar a cabo los
procesos de producción (Gerwin y Kolodny, 1.992).

De un mapa de soluciones técnicamente determinadas, sale el diseño esencial


del sistema de producción. La organización del trabajo, el diseño de puestos,
los arreglos organizacionales y otros sistemas de soporte (por Ej. el sistema
social total), dependen de la solución técnica que hace posible el sistema total
de producción. En el determinismo tecnológico el sistema social se adapta al
sistema técnico y las personas no son más que extensiones del sistema, su
función es completar el diseño técnico (Gerwin y Kolodny, 1.992).

La organización ha sido muy estudiada por análisis comparativo de la


estructura (Ej. comparando aspectos como complejidad, coordinación, control,
formalización, centralización, configuración, etc., en un tiempo específico),
desde esta perspectiva, la estructura es usualmente vista como el resultado de
un imperativo particular, en donde tecnología y medio ambiente incierto serían
las variables determinantes más frecuentemente citadas (el tamaño sería una
tercera variable, pero con menos poder de explicación que la tecnología o la
incertidumbre) (Gerwin y Kolodny, 1.992; Thompson, 1.967; Woodward, 1.965).
Si la tecnología es la base de la estructura organizacional, el papel de la
gerencia, por ejemplo, desde este punto de vista, es pasivo, la estructura debe
seguir los arreglos que la tecnología decide. La escogencia de una estructura
organizacional apropiada debería seguir un claro establecimiento acerca de las
características de la tecnología particular o tecnologías a implementar.

La estructura puede constreñir severamente la tecnología, en el caso de una


organización tradicional jerárquica ya que puede dificultar la incorporación de
una nueva tecnología. Un alto nivel de integración vertical visto especialmente
en las empresas norteamericanas, puede conllevar a que bajen su innovación y
reduzcan su flexibilidad.

De igual manera puede suceder con el medio ambiente. Una organización con
una tradición de autonomía interna en sus divisiones, puede encontrar especial
dificultad conseguir que ellas cooperen y así ofrecer una respuesta integrada
siempre que se piense en ser más precisos con lo requerido por el medio
ambiente.

Marx y la Tecnología
Nada mejor que alguien tan reconocido en el análisis del cambio técnico como
Nathan Rosenberg (1976), para que nos aporte su visión sobre Marx: “...Marx
dedicó mucho tiempo y esfuerzos a explicar las características distintivas de las
tecnologías y a intentar desvelar y examinar la lógica interna de las tecnologías
individuales concretas. Insistió en que las tecnologías constituyen un
interesante tema de estudio, no solo para los tecnólogos, sino también para los
estudiosos de la sociedad y la patología social, y fue muy explícito a la hora de
introducir variables tecnológicas en sus argumentaciones”. Rosenberg
considera a Marx como “altamente perceptivo” sobre el punto inicial de
relaciones mucho más complejas, que se generan en el desarrollo del
capitalismo moderno.

Nos interesa señalar dos puntos básicos en Marx sobre el desarrollo del
capitalismo, según Rosenberg (1976).

El perfeccionamiento de la tecnología: Marx atribuye al sistema manufacturero,


que fue el modo dominante de producción en el capitalismo temprano, el
desarrollo de un alto grado de especialización del trabajador. Mientras que los
artesanos medievales realizaban un conjunto de operaciones para la
producción de un solo artículo, el sistema manufacturero fragmentó el proceso
productivo en una serie de etapas discretas y asignó a cada etapa un proceso
de trabajo diferente. Así las cosas, el resultado es que a cada etapa de este
proceso se le podían aplicar principios de mecánica, de química y de las
ciencias naturales para su perfeccionamiento. Al llegar a este punto, la ciencia
y la tecnología, por primera vez, eran capaces de un progreso indefinido.

Otro de los logros del desarrollo tecnológico ligado a la industrialización es la


posibilidad de superar las falencias y las imprecisiones de los humanos,
haciendo que las máquinas mismas lleguen a hacer máquinas, capacidad que
fue considerada luego como la quintaesencia del desarrollo industrial.

Sobre la emergencia y desaparición de clases: La innovación tecnológica, per


se, no determina los cambios sociales. Se da una “mediación” social entre la
innovación y la sociedad de varias maneras. Por ejemplo, el sistema
manufacturero y la industria moderna no emergieron espontáneamente sino en
virtud de procesos sociales y económicos más amplios. La revolución industrial
respondió a un universo que expandía las oportunidades de ganancia. La
industria moderna ha generado el mercado mundial, para lo cual el
descubrimiento de América allanó el camino. Este mercado ha dado un
inmenso desarrollo al comercio, a la navegación y a la comunicación por tierra.
Este desarrollo, a su vez, reaccionó a la extensión de la industria y a medida
que la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles se extendían, al
mismo ritmo crecía la burguesía, incrementaba su capital y relegaba a las
clases legadas por la Edad Media.

Efectos indeseables de las innovaciones en la


sociedad
La transformación generada por la revolución industrial y el modo capitalista de
apropiación de la riqueza, han impactado en todos los aspectos. No sólo han
generado un aumento en la productividad, también han propiciado más de una
consecuencia indeseable, tanto en el sector agrícola, como en el industrial y de
servicios. Veamos algunos ejemplos.
La transformación del sector agrícola: La tendencia a la maximización de la
productividad del sector agrícola por medio de la aplicación de la triple
tecnología “semilla–fertilizante–riego”, acoplada con la mecanización selectiva,
cuyo ejemplo paradigmático ha sido la llamada Revolución Verde; ha generado
un cambio tecnológico en la agricultura tropical y subtropical, transformando los
métodos tradicionales de la producción agrícola de los países en desarrollo.

Además de la intensificación de la productividad, se ha notado un problema


tecnológico muy serio, el reemplazo de comunidades biológicas complejas que
interactúan y se refuerzan recíprocamente, por el monocultivo; sustituyendo así
un ecosistema estable por sistemas supersimplificados y altamente vulnerables
a las plagas, malezas, enfermedades.

Los peligros de la erosión genética permanente son manifiestos en la


tecnología del monocultivo. También la erosión genética reduce la fertilidad de
los suelos y sedimenta los depósitos de agua y los sistemas de irrigación. Los
fertilizantes y los pesticidas aceleran la contaminación de las aguas y
amenazan la población piscícola y la humana, pese a que muchos de estos
problemas han sido abordados con nuevas tecnologías: prácticas modernas de
control de agua, construcción de terrazas, métodos de labranza, manejo
integrado de plagas, etc. A ello se suma la revolución biotecnológica en
camino, con nuevos e inquietantes problemas y desafíos.

La transformación del sector industrial y de servicios: Las consecuencias del


desarrollo industrial a través de la aplicación de la tecnología, han sido
evidentes en términos de la satisfacción de algunas necesidades básicas de la
sociedad, pero al tiempo han creado nuevas y difíciles situaciones relacionadas
con la alimentación, el vestido, la vivienda, la salud, etc.

La conciencia sobre los límites a la explotación natural es relativamente


reciente y viene llevando a la especie humana a depender de la síntesis y del
reciclaje en esta fase de su evolución. Podría decirse que las sociedades
humanas estarán en el futuro más dedicadas a aquellas actividades
económicas que incorporan mayor contenido tecnológico. Todo ello como una
contraparte de la destrucción y degradación de los recursos naturales. Estos
son algunos desafíos:

Aire: Mantenimiento de aire bajo temperatura, humedad y pureza controladas


en espacios cerrados (hogar, oficina, automóvil, etc.). La aplicación de la
tecnología contamina el aire de manera alarmante (industria, transporte, etc.)
con amenaza a los ciclos naturales.

Agua: Satisfacción de necesidades de agua en áreas urbanas densamente


pobladas. Grandes cantidades de agua consumidas en hogares e industrias
son vertidas a los ríos, haciéndolas inadecuadas para la vida acuática o como
fuente de agua para consumo humano. Los sistemas de desagües son
sobrecargados. Hay pérdida de agua por inadecuadas técnicas de riego.

Salud: Las drogas terapéuticas, la instrumentación quirúrgica y el “know – how”


médico avanzado, han ayudado a la humanidad a combatir la malaria, las
viruelas, la fiebre amarilla, el cólera, etc. y han aumentado las expectativas de
vida. La tecnología médica también alivia los problemas de los discapacitados
(sordos, ciegos, amputados, etc.). Indirectamente, la tecnología ha causado
muchas enfermedades ocupacionales, además de efectos colaterales
inducidos por terapias, nuevas adicciones, entre otras.

Comunicaciones: Las modernas redes de telecomunicación y satelitales han


mejorado la interacción entre las gentes en situaciones de emergencia, mejor
cooperación y aprendizaje; como también generan nuevas formas de control
social. La televisión entretiene pero induce pasividad e incide en el consumo
comercial.

Energía: Muchas formas de energía se han desarrollado a partir de diferentes


fuentes –desde leña, carbón, petróleo y gas, hasta nuclear, geotérmica,
mareas, vientos y solar-. Sin embargo, el acelerado consumo de energía
mediante varias tecnologías está llevando al agotamiento de los recursos no
renovables de energía en el futuro previsible. En los países avanzados, la
gente teme posibles desastres originados en accidentes de las plantas
nucleares.

Las nuevas tecnologías de información


Según Pablo Bastos, el desarrollo de los microprocesadores en la década del
setenta simboliza un efectivo cambio en el paradigma técnico–económico que
rige la industria moderna. El patrón de crecimiento anterior basado en la
tecnología electromecánica fue radicalmente alterado por la “revolución en
miniatura” provocada por la difusión de los nuevos dispositivos
microelectrónicos. A diferencia de la base técnica anterior, la microelectrónica
no hace uso intensivo de energía y materia prima, pero sí de información y
conocimiento técnico. Este proceso ha producido importantes impactos
sociales y económicos cuya dimensión aún no es suficientemente conocida. Se
destacan, sin embargo, varios desarrollos relativamente recientes:

• El sector electrónico es el mayor sector del mundo actual.


• La microelectrónica está en el centro de los sistemas tecnológicos que
han originado la transformación de los sectores manufactureros
tradicionales.
• El diseño asistido por computadora (CAD) y la manufactura asistida por
computadora (CAM), han multiplicado incesantemente las posibilidades
de nuevos equipos y productos. Se ha acortado dramáticamente el ciclo
de vida de los productos. La fábrica basada en la Manufactura Integrada
por Computadora (CIM), permite la integración de varias funciones:
producción de piezas, programación de máquinas, listado de partes,
licitaciones y ofertas, de modo flexible.
• El sistema de telecomunicaciones ha dado lugar a un nuevo y pujante
sector de servicios, por ejemplo: los bancos atienden mercados
financieros durante las 24 horas. Los países industrializados se
desplazan hacia economías basadas en servicios.
• La Biotecnología es el avance más importante de las ciencias biológicas
en este siglo. La Biotecnología hace posible el estudio y manipulación de
los organismos vivos en el ámbito celular y molecular, a partir de tres
grupos de tecnologías básicas: la fermentación, incluyendo
bioconversión e inmovilización de enzimas; el clonaje de células
somáticas y reproductivas, incluyendo el cultivo de microorganismos,
tejidos y órganos vegetales y animales; la modificación genética a nivel
celular y molecular, incluyendo la identificación y el mapeo.
• Las aplicaciones de la Biotecnología son promisorias en alto grado para
contribuir a la conservación del medio ambiente, a la agricultura, a la
agroindustria y a la industria farmacéutica. Ello no excluye mantener el
principio de precaución frente a estas perspectivas.
• La generación de nuevos materiales. Por ejemplo, respecto del cobre, el
zinc o el estaño, la investigación y la búsqueda de una mayor
productividad y eficiencia han reducido notoriamente su intensidad de
uso. Pero hay que señalar que se trata de nuevos materiales para las
nuevas tecnologías.
• Al hablar de nuevos materiales nos referimos a polímeros, cerámicas,
aleaciones especiales, nuevos metales como el zirconio, el hafnio, el
berilio, el vanadio y el molibdeno. La implantación de nuevos materiales
sintéticos permite combinaciones cada vez más funcionales a los
diseños deseados en la industria: alta resistencia, menor peso,
resistencia a la corrosión, capacidad aislante y térmica, facilidad de
proceso. Los nuevos materiales generarán nuevas industrias, por
ejemplo, plásticas, En la fabricación de máquinas y herramientas
especiales surgen nuevos equipos para las nuevas técnicas de proceso.
Los nuevos materiales tendrán una profunda influencia en las
modificaciones de los patrones de producción, los procesos industriales
y los productos (Jaramillo, 1999).

Una taxonomía de la innovación y de los tipos de


cambio técnico
Una taxonomía de la innovación y de los tipos de cambio técnico, desarrollada
en la Science Policiy Research Unit (SPRU), de la Universidad de Sussex,
puede ser útil para entender mejor donde está ubicado el concepto de
paradigma técnico–económico (Freeman y Pérez, 1988)

Innovaciones incrementales: Ocurren más o menos continuamente en las


actividades industriales y de servicios, aunque varía su generación según la
rama, el país, las combinaciones de las presiones de la demanda, factores
socio–culturales, oportunidades y trayectorias tecnológicas. Pueden ocurrir no
tanto como el resultado de la I&D, sino con base en mejoras sugeridas por
ingenieros y técnicos o como un resultado de propuestas de los usuarios
(“aprender haciendo” o “aprender usando”). Son muy importantes para el
crecimiento sostenido de la producción y de la productividad, pero no tienen
efectos dramáticos.
Innovaciones radicales: Son eventos discontinuos y usualmente el resultado de
actividades deliberadas de Investigación y Desarrollo. Son importantes para el
crecimiento de nuevos mercados y para el surgimiento de nuevas inversiones
asociadas con diversos auges económicos. A menudo comprenden una
combinación de producto, proceso e innovación organizacional. Tienen efectos
dramáticos en períodos de varios decenios: el nylon o “la píldora”. En términos
de impacto económico agregado, su aporte es relativamente pequeño y
localizado, a menos que todo un cluster de innovaciones radicales junte nuevas
industrias y servicios, tales como la industria de los materiales sintéticos o la de
semiconductores.

Cambios en el sistema tecnológico: Esos son cambios de gran alcance en


tecnología, afectan varias ramas de la economía como también dan lugar a
nuevos sectores. Están basados en una combinación de innovaciones
radicales e incrementales, junto con innovaciones organizacionales y de
gestión que afectan muchas firmas. Se trata de constelaciones de innovaciones
interrelacionadas. Un ejemplo obvio es el cluster o agregado de innovaciones
en los materiales sintéticos, las innovaciones petroquímicas, las innovaciones
en maquinaria en inyección y extrusión de plásticos e innumerables
innovaciones introducidas en los 1920’s, 1939’s, 1940’s y 1950’s.

Cambios en el Paradigma tecno-económico (o revoluciones tecnológicas):


Algunos cambios en los sistemas tecnológicos son de tan vasto alcance en sus
efectos, que llegan a tener una gran influencia en la conducta de toda la
economía. Un cambio de esta naturaleza conlleva muchos clusters o
agregados de innovaciones radicales e incrementales y puede también
incorporar un cierto número de sistemas tecnológicos. Una característica vital
de este cuarto tipo de cambio técnico es que conlleva efectos penetrantes a
través de toda la economía, por ejemplo, no solo lleva a la emergencia de un
nuevo conjunto de productos, servicios, sistemas e industrias por derecho
propio, sino que afecta también directa o indirectamente casi cualquier otra
rama de la economía. Es un metaparadigma.

Usamos la expresión “paradigma tecno-económico” para distinguirlo del


“paradigma tecnológico, pues los cambios involucrados van más allá de las
meras condiciones de producción o las tecnologías de producto. Esta cuarta
categoría corresponde al concepto de Nelson y Winter de trayectorias
generales de tecnología, las cuales una vez establecidas, como la influencia
dominante de los ingenieros, diseñadores y gerentes, llegan a ser un “régimen
de tecnología” por varias décadas. Pérez y Freeman ven en los ciclos largos y
los ráfagas de destrucción de Schumpeter, una sucesión de “paradigmas
tecno–económicos” asociados con un marco institucional característico, que
solo emerge tras un penoso proceso de cambio estructural.
De un paradigma a otro
El “régimen tecnológico” que predominó en el paradigma del auge de la
postguerra, se basó en petróleo barato y materiales intensivos en energía, en
especial productos petroquímicos y sintéticos, y fue liderado por empresas
gigantescas de petróleo, química, automóviles y otros productos masivos
durables. Su tipo “ideal” de organización productiva en la planta fue la línea de
ensamblaje de flujo continuo, generadora de cantidades masivas de productos
idénticos. El modelo de empresa fue la “corporación” con su gran estructura
administrativa jerárquica, incluyendo el Departamento propio de I&D, operando
en mercados monopolísticos, apoyada en la publicidad y en el mercadeo. El
“crédito de consumo” en el sistema financiero ayudó a impulsar este sistema.
Grandes obras de infraestructura se construyeron en paralelo y dinamizaron la
economía gracias a la inversión pública en los años treinta. Los gobiernos
jugaron un papel en el estímulo de la demanda agregada.

Hoy en día, con microelectrónica barata ampliamente disponible, con precios


declinantes, y con nuevos desarrollos en computadores y telecomunicaciones,
ya no es válido seguir la senda (ahora costosa) anterior: intensiva en energía y
materiales e inflexible de la producción masiva. El crecimiento tiende a ser
liderado crecientemente por una ubicua infraestructura de telecomunicaciones
que bajará en forma extrema los costos de acceso, tanto a los productores
como a los usuarios de información.

Las habilidades requeridas con el nuevo paradigma técnico–económico tienden


a mayores habilidades básicas y a multipropósito para el manejo de
información. La diversidad y la flexibilidad en todos los niveles sustituyen la
homogeneidad.

Los equipos de producción cambian radicalmente hacia máquinas de control


numérico, robótica e instrumentos de control y sistemas de diseño CAD. Las
funciones administrativas están ligadas a la transmisión de datos.

El profundo problema estructural de este cambio de paradigma es ahora


evidente en todas partes. Hay escasez persistente de personal de alto nivel en
las nuevas habilidades, aun en los países avanzados, y excedente de personal
capacitado en las viejas industrias de chimenea intensivas en energía, tales
como acero, petróleo o petroquímica.

En consecuencia, hay una búsqueda creciente de nuevas soluciones políticas y


sociales en campos tales como flexibilización de horarios de trabajo, reducción
de la jornada laboral, políticas regionales de estímulo a la tecnología de
información, nuevos sistemas financieros, posible y mayor descentralización
administrativa y del gobierno, acceso a todos los bancos de datos y redes en
todos los niveles, y nuevos sistemas de telecomunicaciones. Pero esto es poco
si se compara con la revolución keynesiana y su profunda transformación
después de las instituciones sociales durante y después de la segunda guerra.
Hoy se requerirían innovaciones sociales de una escala similar. En especial, en
el ámbito del desarrollo económico mundial (Freeman y Pérez, 1988).
Aclaración de Conceptos
(1)
Algunos autores hablan de determinismo duro y blando. El determinismo
suave o blando, más que concebir la tecnología como agente causal en sí
misma, reconoce su importancia pero la ubica respondiendo de forma
discriminada a las presiones sociales, económicas, políticas y culturales.
Mientras que la visión dura concibe el desarrollo tecnológico como una fuerza
autónoma, absolutamente independiente de las restricciones sociales.
(2)
Winner (1977) propone una idea de cambio tecnológico que no se
corresponde con la del del determinismo tecnológico, ni con la del voluntarismo
regulado. En el cambio tecnológico se genera una variedad de corrientes
innovadoras que se desplazan en numerosas direcciones hacia destinos muy
inciertos, sin que una participación pública pueda definir la incertidumbre para
disminuir o eliminar las consecuencias "involuntarias o indeseadas al cambio
tecnológico". Dicha incertidumbre e imposibilidad de control de los resultados
de la acción, se presenta como un problema esencial a toda planificación
tecnológica. Sin embargo, las consecuencias involuntarias no son
antivoluntarias. Con ello se quiere decir que raramente existe en el plan original
un intento de evitarlas. De donde concluye que el determinismo es aplicable al
modelo de cambio tecnológico en el cual no pretendemos saber los resultados
de su acción, lo cual es ya bastante cuestionable. Mientras que si reconocemos
el cambio tecnológico como un cambio político, en tanto que afecta a todos los
componentes de la sociedad, puede entenderse como un asunto <público> en
un sentido moderno.
(3)
Desde el ámbito de los estudios en la sociología de la tecnología, el
conocimiento tecnológico es tratado de una manera simétrica, imparcial y los
hechos son vistos a lo largo de sus transformaciones. Los artefactos
tecnológicos son tratados como constructos sociales. La construcción social de
la tecnología permite explicar la participación de las personas en los procesos
de innovación, desde el juego de las interacciones y no desde el determinismo
de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas como en el
determinismo social Considera que el proceso de innovación de un artefacto es
multidireccional, en contraste con un modelo unidireccional, a partir de la
alternación de variación y selección del artefacto. Y es allí donde interviene el
papel de los grupos sociales relevantes, que comparten el bloque de
significados respecto de los problemas y expectativas relacionados con los
diversos artefactos que compiten en el proceso de selección. Las situaciones
socioculturales y políticas de los grupos relevantes involucran normas y
valores, las cuales a su vez influencian el significado dado al artefacto (Bijker y
Pinch, 1987). De las distintas interacciones de los grupos sociales respecto de
los artefactos, se ve crecer y disminuir el grado de estabilización de éstos
últimos. Estabilización que no solo se relaciona con la conciencia de los
miembros del grupo social respecto del artefacto; también se trata de
estabilización económica del artefacto en un determinado mercado, sobre la
base de diversos diseños y no del “mejor” diseño, para llegar a una clausura
del proceso. La clausura de la tecnología envuelve la estabilización del
artefacto seleccionado y la desaparición o redefinición de los problemas del
mismo frente a otros.
Este enfoque ha sido criticado por Katz (1998). Considera que este
configuracionismo de los actores sociales, permite interpretar la innovación por
fuera del determinismo, pero deja la “construcción social del artefacto” como un
acontecimiento indeterminado y dependiente del comportamiento de los
actores (los cuales sustituyen las clases sociales), cuya acción no está
claramente acotada y contextualizada. “De esta forma se ignora que las leyes
del capitalismo operan como la principal determinación social de innovación”.
(4)
Algunos enfoques historicistas de la tecnología, adoptan una estructura lineal
del desarrollo tecnológico y con ello una tendencia a ordenar o desarrollar un
patrón racional de explicación de las innovaciones, como si éstas hubiesen sido
conscientemente dirigidas hacia el desarrollo final de un artefacto (Bijker y
Pinch, 1987).
(5)
Podríamos agregar a esta lista el concepto de práctica tecnológica (Pacey,
1983) entendido como un sistema tecnológico, tal como el mismo Pacey lo
señala en relación con la Teoría General de Sistemas de Bertalanffy (1.968).
No vamos a profundizar en este aspecto ya que ha sido tratado en otros temas
del Curso.
(6)
Otra manera de entender el sistema tecnológico es considerarlo como socio-
sistema (Wynne, 1.983; Schienstock, 1.994), en donde se enfatiza en los
aspectos sociales sobre los técnicos, al punto que caracterizan a las
tecnologías como formas de organización social. Cobra mucha importancia el
papel de los aspectos valorativos y de carácter social de los posibles usuarios,
a la hora de definir políticas científico-tecnológicas y de intervención ambiental
Tal situación tiene profundas implicaciones hacia los sistemas tecnológicos, por
cuanto los abre a procesos de participación pública. Esta perspectiva ha sido
retomada en su dimensión ambiental por López y González (2002).
(7)
Hughes (1994) nos dice que los sistemas tecnológicos son burocracias
reforzadas por infraestructuras físicas o técnicas. Lo social y lo técnico se
interrelacionan en los sistemas tecnológicos. Mediante el estudio de la
EBASCO (Electric Bond and Share Company), sociedad de cartera americana
de los años 20 especializada en el sector eléctrico, un sistema tecnológico
maduro que involucraba compañías eléctricas, servicios de finanzas, gestión,
inventores, ingenieros, así como instituciones de formación e investigación y
consultoría, entre otros; y que contaba a su vez con un núcleo técnico (físico y
lógico); Hughes muestra cómo en algunas ocasiones el núcleo técnico de
EBASCO fue la causa del desarrollo de la sociedad y en otras fue el efecto. El
sistema configuró la sociedad y fue configurado por ella. A esto le denominó
impulso tecnológico.
(8)
Los aspectos concreto y valioso de la definición de Quintanilla, han sido
discutidos por Echeverría (1998). En el primer caso, se trata de tener en cuenta
no solo a objetos sino a las acciones, que en el entorno telemático moderno
involucra relaciones en muchos ámbitos; en el segundo aspecto, lo valioso no
se debe reducir a las características técnicas, la valoración debe tener en
cuenta el espacio social en donde opera.
(9)
La ciencia moderna europea en sus primeros tiempos tuvo un ideal de
control de la naturaleza: “...las empresas de un Brunelleschi, un Leonardo da
Vinci, un Miguel Ángel, un Vasco de Gama, un Cristóbal Colón (fueron)...
animadas por el mismo instinto que más tarde formó un Galileo, a saber, que el
conocimiento encuentra su propósito en la acción y la acción su razón en el
conocimiento” (Gillespie, 1990).

El mayor interés de los científicos europeos en las artes útiles fue de la mano
con su experimentación. Las rupturas científicas del siglo XVII se debieron en
parte a que estaban listas para aplicar, técnicas que ellos habían tomado
prestadas de las artes y las artesanías. El vocero más influyente de este ideal
utilitario fue Francis Bacon, recordado también por el aforismo en donde
conocimiento es poder, poder sobre la naturaleza (Stokes, 1997).
(10)
Toffler propone ciertos principios interrelacionados que programaron la
conducta de millones de personas a partir de la revolución industrial, o lo que él
llamó la “Segunda Ola”:

Estandarización: hay una sola manera, la mejor, de hacer un trabajo (con base
en Taylor).

Especialización: el ejemplo de la fabricación de un alfiler (con base en Adam


Smith); el modelo de Henry Ford.

Sincronización: el dominio del reloj, el horario en el transporte, las horas pico,


dormir a ciertas horas.

Concentración en sitios: Los trabajadores en fábricas, los locos en hospitales


mentales, los niños en guarderías, un solo sindicato de todos los trabajadores,
concentración industrial bajo el estado (con base en Lenin)

Maximización: un principio “macrofílico” de los años 50: “como es de grande mi


organización”, la represa más grande, el edificio más grande.

Centralización: la iglesia y el ejército lo sabían en sociedades menos


complejas. La gestión centralizada de Ferrocarriles que sirvió de modelo a una
de las teorías más importantes de la organización, como la de Chandler,
modelo de herramienta de gestión sofisticada de segunda ola, la centralización
soviética.

Para Toffler existen conflictos y grandes tensiones muchas veces no resueltos


entre las olas, pues se van superponiendo entre ellas. La difusión de la
segunda ola a los Estados Unidos, propició un duro enfrentamiento con la
primera en este país: la guerra civil americana, aparte de otras muchas
maneras de verla, decidió si el mundo iba a ser gobernado por industriales de
la segunda ola o por agricultores de la primera.

Para Toffler (1980), el industrialismo fue mucho más que humo de chimeneas y
líneas de ensamblaje. Fue un sistema social rico y de muchas facetas que
tocaron todos los aspectos de la vida humana y que atacaron todo rasgo del
pasado encarnado en la Primera Ola. Produjo la factoría, el tractor en la granja,
la máquina de escribir en la oficina, el refrigerador en la cocina. Produjo el
periódico diario y la sala de cine, el metro y el DC-3. Nos dio cubismo y música
dodecafónica. Nos dio las protestas de gente sentada en la calle, las vitaminas
y la prolongación de la vida. Y todavía más importante, vinculó todas estas
cosas, las ensambló como una máquina, para formar el sistema social más
cohesivo, poderoso y expansivo jamás visto por el mundo: la segunda ola de la
civilización.
(12)
A comienzos de los 80, Toffler señaló que estábamos frente a una “tercera
ola”, otra «revolución industrial». La nueva revolución, caracterizada por el
nacimiento de industrias de alta tecnología, nuevos procesos de producción
basados en la microelectrónica que «rejuvenecen» la fabricación de
automóviles, textiles e inclusive acero, y la fusión de la computación y las
telecomunicaciones, creando nuevas infraestructuras comparables a la
evolución del sistema de superautopistas o a la de las líneas de navegación a
vapor.
(13)
Un ejemplo pionero de este nuevo concepto de práctica productiva y de
eficiencia empresarial lo constituye Benetton en Italia. Sus 2.500 puntos de
venta tienen sus cajas registradoras conectadas con producción y les
transmiten los gustos personales del cliente en tipo, talla y color de las prendas
y lo subcontratan con varios centenares de empresas pequeñas. Se conjugan
la centralización y la descentralización, lo gigante y lo pequeño. Se lleva a cabo
una reducción de niveles intermedios de control en virtud de la capacidad de
información electrónica existente y se aprecia una organización mucho más
plana, reduciéndose la distancia entre los niveles de decisión y acción.
(14)
Detrás de cada gran auge se encuentra una revolución tecnológica. Los
cinco períodos caracterizados por Freeman y Pérez (1988), son a grandes
rasgos los siguientes:

La Revolución Industrial: Explica la prosperidad inglesa. Se basó en un salto


tecnológico en la industria textilera del algodón y en la difusión de los principios
de mecanización y de organización fabril a otras industrias.

El “Boom Victoriano”: A mediados del siglo XIX, se basó en ampliación de


mercados gracias a redes de ferrocarriles y las escalas mucho mayores de la
máquina de vapor.

La “Belle Epoque”: Subyace a ella el poder estructural del acero, desde


entonces barato, las oportunidades de la electricidad y de la química moderna.

El “Boom Keynesiano”: de la postguerra, liderado por los Estados Unidos,


resultó en infinitos campos de aplicación de la producción en masa y petróleo
barato, empezando por los automóviles y los electrodomésticos, el armamento
y la petroquímica.

La revolución Informática: Está llamada a moldear las oportunidades que se


desplegarán en un próximo período de prosperidad.
Biobliografía y enlaces
Referencias
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Ampliación
Se recomienda la lectura de algunos textos que contienen desarrollos y
planteamientos con relación a los temas sobre el determinismo tecnológico, los
sistemas tecnológicos e historia de la tecnología:

Broncano, F. (ed.), (1995), Nuevas Meditaciones sobre la Técnica, Madrid:


Editorial Trotta.

Cardwell, D. (1994), Historia de la Tecnología, Madrid: Alianza Universidad,


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sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad, Barcelona: Gedisa.

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Cambridge: Harvard University Press.

Sanmartín, J. et al. (eds.), (1992), Estudios sobre Sociedad y Tecnología,


Barcelona: Anthropos.

Enlaces
Inglés

Loka Institute: . www.loka.org


Contiene una amplia información sobre las consecuencias sociales y
ambientales de la ciencia y la tecnología, así como sobre su democratización.

OCDE: http://www.oecd.org
Presenta gran información sobre aspectos económicos de la innovación.

Science Policy Research Unit


http://www.sussex.ac.uk/spru
Presenta información sobre aspectos económicos y políticos de la innovación y
el cambio técnico.

The Center for the Study of Technology and Society


http://www.tecsoc.org/
Contiene amplia información de diferentes tópicos relacionados con la
tecnología y la sociedad.

Technology and Culture, Bibliography and online Resources


http://www.fred.net/tzaka/techne3.html
Contiene una gran cantidad de material bibliográfico sobre numerosos campos
de los estudios sociales de la tecnología.

Castellano

Comisión Económica para América Latina y el Caribe:


http://www.cepal.cl/publicaciones/
Contiene información sobre cuestiones económicas y sociales de América
Latina, alguna relacionada con ciencia y tecnología.

Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, Madrid:


http://www.csic.es
Contiene diversa información relacionada con las implicaciones de la ciencia y
tecnología, especialmente con relación a España y la Unión Europea.

Sala de Lectura del Programa CTS+I de la OEI: http://www.campus-


oei.org/salactsi/

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