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Manejando los flujos de la vida

Lea: Levítico 15

Cuando se haya limpiado de su flujo el que tiene flujo, contará siete días desde su purificación. Entonces lavará
sus vestidos y lavará su cuerpo en aguas corrientes, y quedará limpio. Al octavo día, tomará dos tórtolas o dos
palominos, vendrá delante de Jehová a la puerta del Tabernáculo de reunión y los dará al sacerdote. (Levítico
15:13-14) Las enfermedades, aflicciones y flujos inevitables mencionados en este capítulo son de una seriedad
mucho menor que la naturaleza de la lepra con la que hemos estado tratando en capítulos anteriores. Te
acuerdas que cuando el leproso era purificado tenía que pasar por una ceremonia mucho más rigorosa que
incluía varias ofrendas. Pero aquí la ofrenda más simple es prescrita ―dos tórtolas o dos palominos jóvenes:
uno como ofrenda de pecado y una para una ofrenda quemada― la ofrenda más barata y más fácilmente
disponible de todas las ofrendas. Sin embargo, Dios nunca deja de lado el requerimiento del derramamiento de
la sangre de un sustituto inocente en lugar de uno que ha sido contaminado por cualquier razón. Por medio de
esto enfatiza el gran hecho de que la naturaleza humana ha de ser manejada por la sangre. Es un problema
profundo y complicado. No puede ser resuelto meramente por una reorganización de los síntomas
superficiales. Dios nos está constantemente enfatizando esto en estas ofrendas.

Así que Dios ha proveído una manera, un remedio. Primero, una persona que ha sido contaminada ha de
lavarse. El lavado siempre es una imagen de la acción de la Palabra de Dios. El pensamiento que ha
contaminado a la persona, su declaración, su tono de voz, la actitud de su corazón, esa persona debe de tomar
la Palabra y ver lo que la Palabra dice sobre ello. El lavarse con la Palabra es el comienzo de la purificación.

Y después “quedará impuro hasta la noche”. La impureza es lo que llamamos “estar fuera de comunión”.
Significa el revertir de alguna forma por el momento del descanso y la dependencia en el Espíritu de Dios a una
manifestación temporal de la carne, la vieja vida, la vieja naturaleza. Hay un descanso en la comunión con el
Espíritu de Dios para que el flujo de la vida de Cristo en el creyente sea arrestado temporalmente. Aunque
Cristo no le abandona por un solo momento, sin embargo no hay, por el momento, ningún disfrute de Su vida.
Eso es el estar impuro, y ha de continuar hasta la noche.

El tercer elemento en la purificación es la ofrenda de sangre. A través de todo este libro encuentras que los
agentes de purificación de Dios son siempre el agua y la sangre. La sangre, por supuesto, siempre habla de la
muerte de Jesús de nuestra parte, que libera a Dios a amarnos sin ninguna restricción en absoluto. Pero el
agua, de nuevo, representa la Palabra. Purifica nuestra conciencia. Puedes decir: “Sí, Dios me ha perdonado”.
Pero lo que hace mucha gente es no perdonarse a sí misma. No permiten que su conciencia sea purificada.
Pero cuando leemos en la Palabra de Dios que Él ha limpiado nuestro pecado y ha perdonado toda injusticia, si
creemos esa Palabra, entonces nuestra conciencia está despejada y somos purificados por la Palabra. Por lo
cual ya no hay ninguna razón por la que deba de sentirme culpable sobre esto. Dios me ha purificado. Ya no
estoy sucio ni contaminado. “Estoy limpio”. Ese es el efecto del agua.

Padre, necesito la purificación de Tu Palabra, la purificación de Tu sangre. Gracias que están


disponibles para mí. Oro que sea sincero sobre estos asuntos y que no dejare que continúen
desatendidos. Ayúdame a mantener listas cortas contigo y deje que tu Espíritu Santo purifique
toda la contaminación de mi vida.

Aplicación a la vida

¿Cuáles son las tres fases indicadas en la purificación por la contaminación del pecado? ¿Cuáles son los dos
requisitos para exponer y tratar estos asuntos?

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