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FILOSOFÍA

PROGRAMA DE FORMACIÓN GENERAL: FILOSOFÍA


GUÍA TEÓRICA PARA LA SESIÓN 02
ACTITUD FILOSÓFICA

Antes de explicar de manera clara y detallada acerca del tema que nos interesa en esta
sesión: la Actitud Filosófica, pensamos brindar un breve preámbulo referente a algunos
aspectos básicos, los mismos que ayudarán a analizar y comprender nuestro tema en
cuestión.

1. LA ACTITUD HUMANA

El hombre reacciona ante las cosas de modo diverso. Las quiere y las cuida; las odia y las
destruye; las usa o las consume; o, simplemente, las contempla o goza con ellas; es decir,
asume distintas actitudes cuando se dirige a ellas. La actitud humana apunta en muchas
direcciones, desde la pragmática hasta la filosófica, las más alejadas la una de la otra.

Cada una de estas actitudes da cuenta de una manera de ser, de situarse frente al mundo y
obedecen a modos distintos de pensar, a lógicas diferentes. Por un lado están los que no
buscan explicación a los hechos, ven la realidad como algo determinado, establecido desde
siempre y para siempre (toda la vida fue así). Otros en cambio, asumen una actitud crítica,
curiosa, abierta, innovadora, creativa y buscan permanentemente el "por qué", una
explicación a lo establecido, que no los conforma, intentando modificar la realidad para
mejorar la situación.

1.1. La actitud humana frente a la realidad


A continuación, presentamos solo algunas de las actitudes diversas (pragmática, estética,
religiosa, moral, científica, filosófica, etc) que el hombre adopta frente a la realidad.

1.1.1. Actitud cotidiana


En la vida cotidiana, mediante la socialización internalizamos un conjunto de
actitudes y conocimientos que nos ayudan a vivir en sociedad, por lo que los
asimilamos acríticamente. Encontramos básicamente dos actitudes: la actitud
espontánea y la actitud mítica frente al conocimiento.

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1.1.2. Actitud espontánea


El conocimiento es una de las actividades fundamentales del hombre. Gracias al
conocimiento, el hombre orienta su existencia en el mundo y aprende a dominar la
realidad. Primariamente, el conocimiento es un instrumento de defensa y acción, el
más eficaz medio de que dispone el hombre para subsistir y operar en el mundo.
"Saber es poder", decía Francisco Bacon, dándonos a entender que conociendo
aumentamos nuestras fuerzas, podemos dominar la naturaleza y enriquecemos
nuestro ser. Conocer los efectos del fuego, por ejemplo, es aprender a precavernos
de los daños que él puede causar y también aprender a usarlo en nuestro
provecho. Igual cosa ocurre con todos los conocimientos, simples o complicados,
que podamos llegar a poseer. Esto que hemos dicho se aplica a todos los hombres
sin distinción. Todos, de una manera o de otra, conocemos. Todos, espontánea,
naturalmente, adquirimos sin cesar conocimientos y nos servimos de ellos en el
curso de nuestra vida diaria. Podemos decir por eso que hay una actitud natural,
cotidiana o espontánea de conocer propia de todos los hombres. Los conocimientos
que adquirimos en esta actitud están estrechamente vinculados con nuestros
impulsos más elementales, con nuestros sentimientos y nuestros intereses, y por lo
general se refieren a los problemas inmediatos que la existencia nos plantea. Estos
conocimientos son ganados por nosotros un poco al azar, y así también, sin orden
ni sistema, los conservamos y los empleamos. Como los hemos adquirido
espontáneamente, no se nos ocurre revisarlos y seleccionarlos cuidadosamente.
Forman casi parte de nuestra naturaleza y creemos firmemente lo que nos
enseñan. Por lo demás no disponemos de un método seguro para probarlos, de un
criterio bien establecido para distinguir lo que es verdadero y lo que es falso en ello.
Al conjunto de estos conocimientos adquiridos y usados en actitud espontánea,
cotidiana o natural se le llama saber vulgar.

1.1.3. Actitud mítica


Justamente por no ser sistemática, la actitud espontánea puede dar lugar a la
actitud mítica. Aunque la antropología no ha llegado a una conclusión
unánimemente aceptada en cuanto al significado y valor de los mitos, las siguientes
consideraciones parecen bastante obvias: todas las culturas tienen mitos, lo que
muestra qué estos y la actitud vital fundamental que los genera deben descansar en

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cuestiones de absoluta necesidad para el hombre; y las necesidades básicas del


hombre se refieren a dos géneros de problemas.

2. LA ACTITUD CIENTÍFICA: Es la que asumen los hombres que hacen ciencia. Es


selectiva porque el hombre de ciencia estudia determinadas áreas de la realidad. Es
metódica en tanto se basa en el empleo riguroso de las etapas del método científico. Es
sistemática pues sus conocimientos guardan una relación de coherencia entre ellos. Es
explicativa dado que cualquier conclusión está adecuadamente probada o verificada.

3. LA ACTITUD PRAGMÁTICA: Es la actitud práctica, la más común y de todos los días.


Considera las cosas como objetos de uso y de consumo; las cosas las distingue por su
utilidad. Todas son para algo, para la alimentación, vestido, vivienda, etc. Es la actitud
visible en la señora que va al mercado por ejemplo o el trabajador en la fábrica; pero,
también en el filósofo o el científico, cuando se viste y cuando se alimenta.

4. LA ACTITUD FILOSÓFICA: Es la actitud de la pregunta por el ser de las cosas. Es una


actitud un tanto extraña, que surge de repente entre las otras actitudes. Se presenta en
circunstancias especiales en cualquier persona. Es tan natural como las otras actitudes
humanas. No requiere un entrenamiento o aprendizaje académico. No es un privilegio del
filósofo. La actitud filosófica, como disposición natural, está lista a aparecer en todo
hombre; en el filósofo esta actitud es cultivada y elevada a su máxima potencia; se
convierte en una práctica enriquecida por el entrenamiento y el aprendizaje. Pero en la
raíz de todo trabajo filosófico está esa natural disposición de todo ser humano por
preguntarse sobre el sentido de las cosas.

Le puede ocurrir, por ejemplo, a un presidiario en uno de los tantos días o noches en la
cárcel, preguntarse por el sentido que tiene su vida en prisión, qué vale su vida entre
barrotes. Y aún más si cumple sentencia injusta. Su mente puede haberse quedado
vacía, de cosas, de personas, de sucesos, y lo único que le queda es el martilleo
constante de su soledad y entonces puede haberse preguntado ¿Qué soy? ¿Dónde
estoy? ¿Qué me espera?

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Esta actitud ni es pragmática, porque con ella no quiere conseguir nada, ni es estética,
porque con ella no goza, ni es religiosa ni es moral, porque hasta Dios se ha borrado de
su mente. Es una manifestación de la actitud filosófica. Y para presentarse esta actitud no
ha sido necesaria la preparación académica o el aprendizaje metódico. Tampoco ha
tenido que esperar saber ciencia o ser filósofo para preguntarse por el sentido de su vida.
Le ha bastado, como hombre, haber puesto en ejercicio su disposición natural a
preguntarse por lo que son las cosas, por saber cuál es su sentido o su destino. Tampoco
su respuesta necesita estar premunida de todas las garantías del saber filosófico.

La actitud filosófica en este sentido es una disposición natural corno lo es la actitud


pragmática. Espontáneamente, aparece en situaciones vitales de los seres humanos.

5. LA ACTITUD DOGMÁTICA: Es aquella por la cual el hombre acepta conocimientos como


verdades o falsedades indiscutibles, sin discusiones o críticas.

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ACTITUD FILOSÓFICA

La actitud filosófica es la disposición humana superior de aceptación o valoración del


conocimiento. Parte de la propensión natural del hombre por conocer la realidad, con una
particularidad analítica, crítica, problematizadora, buscando el fundamento de los objetos, los
hechos y las circunstancias que le rodean, y asumiendo una posición totalizadora.

El surgimiento de la actitud filosófica o las causas del filosofar, históricamente, tiene múltiples
interpretaciones, entre ellas:

 “La pasión por la admiración es propio del filósofo” (Platón, Obra “Teeteto”)
 “El asombro empujó a los primeros pensadores a las especulaciones filosóficas”
(Aristóteles, Obra “La Metafísica).
 “La duda metódica es la condición de todo verdadero filosofar y la vía de la “certeza” (
Renato Descartes, Obra “Discurso del Método”)
 “Las situaciones límite hace que se tome el más profundo pensar” ( Karl Jaspers, Obra
“Introducción a la Filosofía”).

Sabemos que no todos somos científicos pero todos somos hombres. Todos nos preparamos
para lo mismo, para ser hombres de una polis, para vivir como animales racionales. Ahora
bien, si la ciencia permite a los que se dedican a ella conocer de manera racional la parcela
que han elegido como objeto de estudio, la filosofía permite, no a unos cuantos hombres
"explicar y/ o transformar" la realidad estudiada, sino que prepara a todo hombre --a todos los
hombres-- para que se realice como el verdadero hombre que deberá ser a lo largo de su
vida.

Características de la actitud filosófica

La actitud filosófica presenta las siguientes características:

 Es Totalizadora.- El filósofo estudia la integridad de la realidad y sus planteamientos


son generales.

 Es Analítica e Interpretativa.- El filósofo identifica un problema y analiza su contenido,


estudiando sus elementos.

 Es Crítica.- El filósofo utiliza el juicio. No admite alguna afirmación sin haber reconocido
o evaluado su valor o legitimidad.

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 Es Innovadora e Inventiva.- El filósofo busca nuevas ideas y busca lo diferente.

 Busca alternativas de solución a los problemas.- El filósofo plantea solución a los


problemas que se presentan en la naturaleza y la sociedad.

Importancia de la actitud filosófica

Formar la actitud filosófica significa colocar como objetos de reflexión e investigación los
supuestos con que trabajan las disciplinas y los participantes en el proceso educativo, por
ejemplo, estableciendo un puente entre el saber cotidiano y el saber de las disciplinas para
que el proceso educativo sea vital y responda al contexto en el cual se desenvuelve en un
saber-hacer. Es hacer del conocimiento y del proceso de enseñanza y aprendizaje un asunto
de investigación constante en permanente cambio y actualización, en el cual el sujeto asuma
por sí mismo los procesos que ameritan su transformación, en un mundo inmerso en
procesos de globalización que exige de él desde principios autónomos, conocerse, cuidarse y
gobernarse a sí mismo, en la constitución de una democracia que ha de tener al otro como
referente de vida, de cooperación y de construcción de sociedades justas.

En el campo de la filosofía, la actitud filosófica aparece en la antigua Grecia, con sus más
notables pensadores; y entre ellos se destaca Sócrates que ironizando la sabiduría de sus
coetáneos les responde con una célebre frase, “Yo sólo sé que nada sé”, para conducir
inductivamente su reflexión en la búsqueda del conocimiento de sí mismo. Encontrarse a sí
mismo se logra a través del continuo indagar a sus semejantes, enfrentándose a otras
opiniones para construir su propia visión del mundo: la verdad; desde luego, sin estar al
margen de la ley, respetando las tradiciones y costumbres. En Sócrates el indagar concreta
su actitud filosófica en la necesidad de educar a los jóvenes en el arte del diálogo y la
capacidad de interrogar y reflexionar en la búsqueda de la verdad. Es, en esencia, la figura
del filósofo maestro.

Siguiendo los caminos de su maestro, Platón fue otro notable de los antiguos que en el orden
del conocimiento, orienta el indagar del individuo para deducir la verdad sobre el mundo de
las ideas. Gesta ese gran instrumento metodológico: la dialéctica, con la cual recuerda la
verdad. Indagar precede a todo tipo de actividad humana, pues para Platón, si bien es cierto
el conocimiento está en el interior del hombre, éste pregunta porque no conoce y es menester
encontrar la verdad con una actitud crítica frente a la opinión (doxa).

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En este sentido, para Aristóteles la actitud filosófica como verdad es fruto del alma y de los
hábitos como virtud; esta última la divide en arte, ciencia, prudencia, intuición y sabiduría. Las
cuatro primeras son de orden práctico y la quinta es la excelencia, que se caracteriza por ser
rigurosa y por tener experiencia, porque va más allá de los meros bienes humanos, va hacia
el sentido y la verdad de todo principio, “pues así también la sabiduría produce la felicidad,
porque siendo una parte de la virtud total, hace al hombre dichoso por su hábito y por su
acto”, que se consuma en la obra que es la vida misma. La sabiduría es el fin y la ética el
medio. La actitud filosófica vendría a ser una virtud o una disposición, que es un hábito
acompañado de razón cuando se lleva a cabo. Todo esto nos permite decir que la actitud
filosófica es la mejor manera de conducirse en la vida, que da un temple al estado de ánimo,
una continencia que evita desfallecer, es fruto de una elección que es la norma recta en la
vida, que está sujeta a reflexión en aspectos concernientes al saber y al vivir en comunidad.

La actitud filosófica se encuentra en hombres que:

 Viven de acuerdo consigo mismos.


 Se afanan por hacer el bien en su vida práctica.
 Quieren vivir y conservarse a ellos mismos. Es seguir siendo lo que se es.
 Aman el saber.
 Vuelven su vida un arte, son sus propios artesanos.
 Reflejan en su vida el obrar y el pensar.

La actitud filosófica es pensarse a sí mismo; esto lo hace la filosofía: piensa el pensar. La


filosofía es objeto de sí misma, su mirada se vuelve íntima, para luego desplegarse en el
mundo. Es decir, cómo desde la subsistencia, en nuestro caso el pensamiento filosófico, se
asume la existencia filosófica, a partir de una actitud como ethos en cualquier momento de la
vida humana. La actitud filosófica es una mirada (noeîn) espiritual, que es la actividad de la
razón (noûs), órgano del cual se vale la filosofía para ver su propio pensar, sus ideas, su ser
(Platón). Tal como lo destaca Danilo cruz Vélez Filosofía sin supuestos (2001). Es un estado
de existencia que nos convida a filosofar en la elaboración de un modo o estilo de vida propio
(Foucault), en la que el sujeto juega un papel protagónico en su constitución por medio de
unas técnicas pedagógicas y éticas, entre otras.

Gil M. (2009) Fenomenología y actitud filosófica. 2da ed. Madrid. S & S

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