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Los psicogenealogistas, desarrollan una teoría que tiene en cuenta los lazos
contextuales y transgeneracionales, sin olvidarse de la singularidad del individuo.
Así como la medicina china como la africana contemplan la enfermedad dentro de
un contexto familiar y genealógico. La relación con los antepasados define en gran
parte los lazos, los derechos, los deberes y las identidades que estructuran al ser
humano en su cultura y su biografía. Un acontecimiento del pasado, ya sea bueno
o malo, puede tener consecuencias varias generaciones más tarde.
Repetir las acciones, las fechas o las edades que han conformado la novela familiar
de nuestra línea sucesoria es una manera de mantenernos fieles a nuestros padres,
abuelos y demás antepasados, una manera de seguir la tradición familiar y de vivir
conforme a ella. Mantenemos, literalmente una poderosa e inconsciente fidelidad a
nuestra historia familiar y nos da muchísimo miedo inventar algo nuevo en la vida.
Aun no existe una investigación seria que nos explique esta memoria
transgeneracional. Es como una comunicación de inconsciente a inconsciente,
quizás por el inconsciente familiar y de grupo, quizás por las ondas morfogenéticas
de las que habla Rupert Sheldrake.
Pero es BERT HELLINGER quien descubre, hace unos treinta años, quizás el
método más eficaz para trabajar estas identificaciones inconscientes con los
antepasados: las constelaciones familiares.
Desde los 5 años quería ser sacerdote y a los 10 años ingresa en un seminario.
Pertenece a una familia católica, intelectual y opuesta al orden establecido por
Hitler. Desde muy joven vibra con el respeto a la libertad humana, viviendo a contra
corriente para seguir su propio criterio. Forma parte de una organización católica no
afín al nacionalsocialismo por lo que fue declarado “Sospechoso de Ser Enemigo
del Pueblo” en 1942.
A los 17 años, todos los de su quinta son llamados al frente, le mandan a Francia
dónde sufre la vida de soldado. En 1945, es hecho prisionero por los americanos, y
padece los rigores, (el hambre, las celdas de castigo) de un campo de presos
alemanes, supuestos nazis, en Bélgica. Consigue escapar del campo. Descubre
que su hermano ha muerto en el frente. La guerra ha terminado y se hace sacerdote.
Estudia entonces Filosofía, Teología y Pedagogía en la Universidad de Würzburg.
Unos años más tarde es enviado como misionero a Sudáfrica dónde va a dirigir un
gran internado de jóvenes zulúes. Sigue estudiando. Descubre la cultura zulú, de la
que recoge la importancia vital del respeto a los mayores. Observa también el
proceso de adaptación de estos jóvenes, por su necesidad de integrarse a la cultura
occidental, viviendo la relatividad de los valores y rituales establecidos por cada
cultura.
Con 45 años vuelve a Alemania. Trae consigo una profunda actitud fenomenológica,
una honda impresión del contraste entre la fuerte cohesión familiar africana y la
situación europea, y el deseo de seguir resolviendo problemas humanos. Se orienta
hacia la psiquiatría. Se traslada a Viena; allí estudia psicoanálisis y se casa con
Herta, su primera esposa, psicoterapeuta como él.
Junto con su primera mujer elabora la hipótesis de los órdenes del amor, que se
irán precisando a lo largo de los años.
Es tan desestabilizador que estuvo varios años observando una y otra vez la
presencia de la buena conciencia detrás de los conflictos y agresiones, tanto entre
individuos como entre grupos y países, antes de sacar a la luz sus conclusiones.
Descubrió que la buena conciencia es un órgano fisiológico que sirve de cemento
social, evitando las singularidades, separaciones y tomas de autonomía. Uno tiene
mala conciencia cada vez que actúa de forma independiente de alguien o de un
grupo, por lo contrario siente buena conciencia siempre que refuerza su pertenencia
a un vínculo, bien sea de amistad, amor o solidaridad.
A partir de 2004, distingue entre movimiento del alma y movimiento del espíritu.
Los movimientos del alma son los movimientos inherentes al campo que producen
todo el sufrimiento que conocemos, consecuencia de las transgresiones de los
órdenes del amor. Este movimiento del alma es la dinámica de la compensación
arcaica.
Hellinger aporta entonces una nueva comprensión: la del amor del espíritu, que lo
piensa y lo mueve todo con el mismo amor. Conectar con este amor es asentir a
todo como es y es entrar en la fuerza sanadora del movimiento del espíritu.
Sus observaciones fenomenológicas, por ejemplo sobre la relación terapéutica y la
contratransferencia, aportan mucha luz y eficacia a la psicoterapia, a la vez que
desestabilizan y levantan polémica. También se le reprocha su capacidad de
evolución…
Y reconocer las cosas como son y asentir a todo como es permite sintonizar con
ese pensar y su fuerza sanadora.
Habla, sin nombrarlo, del movimiento del espíritu desde el año 2002: el campo está
movido por campos de fuerzas dirigidas por el gran Alma, el constelador no debe
hacer nada, ni querer nada, sino permitir que actúen estas fuerzas. Una y otra vez
repite la necesidad de dejar hacer y del peligro que representa para el constelador
actuar demasiado. Habla de las Nuevas Constelaciones o Constelaciones del
Espíritu más o menos desde el 2007, constelaciones en las que la fuerza sanadora
viene del Movimiento del Espíritu y no del constelador.
Unos meses más tarde, el mensaje se vuelve contundente: a finales de 2010, tras
varias enfermedades graves que le impiden constelar durante varios meses,
comprende ya con claridad lo que se le pide: dejar de USURPAR el papel del
movimiento del espíritu durante el desarrollo de las constelaciones.
Sus 16 años en Sudáfrica como misionero entre los Zulú también dejaron huellas
profundas en su trabajo. Allí dirigió un gran internado donde enseñaba también y al
mismo tiempo era el cura de una parroquia. Dice con satisfacción que el 13% de
todos los negros sudafricanos, que asistian a la universidad en Sudáfrica en ese
tiempo, habían sido estudiantes de esta escuela misionera. Aprendió la lengua Zulú
lo suficiente como para dar clases y dirigir la escuela. También cuenta divertidas
anécdotas acerca de la cortesía y dignidad de los Zulú como p.e. cuando dijo algo
grosero sin saber lo que decía. Con el tiempo empezó a sentirse como en casa con
ellos, hasta donde es posible para un europeo. El proceso de dejar una cultura para
vivir en otra, formó sus conocimientos en la relatividad de muchos valores culturales.
Bert Hellinger experimentó por primera vez una nueva dimensión de cómo cuidar
de las almas. Cuenta como uno de los instructores le preguntó en el grupo, "¿Qué
es más importante para ti, tus ideales o la gente? ¿Cuál sacrificarías?" Hellinger
pasó la noche sin dormir, debido a la profundidad de la pregunta. Hoy dice, "Le estoy
muy agradecido por haberme hecho esa pregunta. De alguna forma esta pregunta
cambió mi vida. Pues esa orientación fundamental hacia los hombres ha dirigido
todo mi trabajo desde entonces. Una excelente pregunta digna de todo."
El Psicoanalisis fue entonces otra influencia importante. Asi como lo hacía con todo,
se metió de lleno en su estudio psicoanalítico, leyendo la obra completa de Freud y
mucha literatura relevante. Pero cuando su instructor le dio una copia de Janov's
Primal Scream se dio cuenta de que un libro no era suficiente y que quería saber
más de esto, no le bastó sólo leerlo sino que también quería llegar más lejos . Visitó
a Janov en los Estados Unidos, y luego terminó un entrenamiento completo. La
comunidad psicoanalítica en Viena estuvo menos entusiasmada con respecto a esta
manera de incluir una terapia con enfoque corporal que él había aprendido, y de
nuevo se preguntó : ¿Qué es más importante, lealtad a un grupo o el amor a la
verdad o a la pregunta? El amor a preguntar con libertad ganó, y una separación
del Psicoanálisis se hizo inevitable, no obstante se calificó más tarde para entrar en
un instituto diferente. Su habilidad en la psicoterapia con enfoque corporal le recordó
de una u otra manera que debía permanecer como un elemento esencial en su largo
trabajo que después de su asociación con Janov empezó a dar frutos.
Así muchas escuelas terapéuticas tuvieron una gran influencia en su trabajo. Entre
ellas se puede contar la orientación fenomenológica de la Dinámica de Grupo de los
Anglicanos, la necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse con las
fuerzas de la naturaleza que aprendió de los Anglicanos y de los Zulú en Sudáfrica;
el Psicoanálisis que aprendió en Viena, y el trabajo del cuerpo que aprendió en
América.
Se capacitó en Terapia Familiar con Ruth McClendon y Leslie Kadis. Ahí fué donde
por primera vez conoció las constelaciones familiares. "Yo estaba muy
impresionado por su trabajo, pero no podía entenderlo. Sin embargo, decidí que yo
quería trabajar sistémicamente. Después empecé a pensar en el trabajo que había
estado haciendo y me dije, también es bueno. No voy a renunciar a eso antes de
que realmente haya entendido la Terapia Sistémica Familiar. Asi que seguí
haciendo lo que había hecho. Un año después pensé de nuevo en eso, y me
sorprendí de descubrir que estaba trabajando ya de una manera sistémica."
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