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¿Cuál fue el alcance de la tensión producida por Paul Groussac con su historia crítica en el desarrollo de la

historia erudita argentina a finales del siglo XIX y principios del XX?

Introducción.

Nosotros hemos visto que la publicación de la obra de Bartolomé Mitre “Historia de Belgrano” en
1857/8 fue el punto de partida de lo que se denominó la historia erudita en la Argentina, historia erudita que
se caracterizó fundamentalmente por la preocupación de elaborar un relato histórico sustentado en
documentos, con una recopilación exhaustiva, una historia que ponía énfasis también en las figuras
centrales de la historia, tratando de buscar cuáles eran los fundamentos del nuevo estado nacional o de la
Nación Argentina, captando la idea de que la Argentina era una entidad preexistente al momento de la
Revolución de Mayo de 1810. En ese sentido afirma Alejandro Eujanian, historiador argentino de la
Universidad Nacional de Rosario, miembro actual del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr.
Emilio Ravignani, el debate Mitre-López fue tomado como el origen en el desarrollo de la incipiente
historiografía argentina y se estableció la idea de que en la polémica se había producido el enfrentamiento
entre una historia erudita y una historia filosófica, esta última en el sentido de construir una historia
nacional en torno a la historia de una familia, ajena a los requisitos de una disciplina científica, debate que
antes la ausencia de canales académicos destinados a legitimar tanto las obras como a los hombres que la
ejecutaron convirtió la crítica historiográfica en el medio para resolver problemas vinculados a la materia y
legitimidad de aquellos en el interés por dilucidar hechos del pasado, la que se vehiculizó a través de la
prensa periódica primero y luego en las revistas culturales.

Sin embargo, partir del año 1871/74 con la llegada al país de Paul Groussac, el debate Mitre-López
comenzó a ser cuestionado, y el debate empezó a tener otro sentido, produciéndose el afianzamiento de la
erudición, lo que se va a denominar la constitución de la crítica histórica, pues el planteo de Paul Groussac
era un original desarrollo del aparato crítico para establecer la veracidad de los hechos, avanzando de esta
manera hacia una nueva etapa de la erudición muy distinta a la que se había planteado en Mitre-López y
otros intelectuales, llamados por los autores Fernando Devoto exdirector del Programa de investigaciones
sobre Historiografía Argentina en el instituto de investigaciones histórica E. Ravignani de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires desde 1988 y Profesor Titular Regular de Teoría e
Historia de la Historiografía en el Departamento de Historia de la misma facultad desde 1996 y Nora
Pagano, actual directora del citado Programa, el Antiguo Régimen Historiográfico, por oposición a lo que
Paul Groussac con la crítica histórica y también con la presencia simultánea de otro conjunto o grupo de
intelectuales llamados la corriente de la ensayística positivista van a constituir el Modernismo
Historiográfico, lo cual va a producir una tensión, tensión que ya no será vehiculizada a través de la prensa
periódica, sino en revistas especializadas producidas por una series de instituciones, porque el
afianzamiento de la erudición está íntimamente unido con la construcción de instituciones como el Archivo
General de la Nación, la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional. Se sustituye entonces el aparato erudito
por el aparato heurístico que Paul Groussac va a disponer, a partir de la enseñanza de la escuela francesa,
de la cual era portador por haber estudiado el momento del desarrollo de la historiografía francesa en la
segunda mitad del siglo XIX. Por lo tanto conoció al filósofo, escritor e historiador francés Hippolyte Taine
(1828-1893) y su metodología positivista, pero Groussac va a tomar de los positivistas algunos elementos
que necesitaba para explicar su crítica histórica.

Pero el problema que quiero abordar en el presente ensayo es ver cuál fue el alcance de la tensión, del
choque, o conflicto que produjo la incorporación de la crítica histórica de Paul Groussac y hasta qué punto
ésta tensión influyó en la trayectoria de la historia erudita argentina, cuál fue la importancia de Groussac
en la lucha entre el Antiguo Régimen Historiográfico y el Modernismo Historiográfico, y que según la
mirada de los autores que lo abordaron afirma Eujanin, su figura fue maximizada o minimizada, siempre
atendiendo a sus intereses, con lo que faltaba un estudio respecto al papel que le cupo a Groussac en el
proceso de constitución de la historiografía como una disciplina profesional en el país. Estudio, que al
igual que Eujanian, nos llevará a destacar la importancia de Groussac en el desarrollo de nuestra historia
erudita, tratando de demostrar con argumentos fiables nuestra postura, argumentos que se hicieron visibles
en las polémicas que mantuvo con Norberto Piñero, Mitre y otros. Y para ello, para dar respuesta a estos
interrogantes, recurriré a los textos sugeridos por la cátedra, los cuales están citados al final de éste trabajo,
en la sección de Bilbiografía Consultada.

Desarrollo

¿Quién fue Paul Groussac?

Paul Groussac fue un escritor y erudito francoargentino, que nació en Toulouse en 1848 y murió en
Buenos Aires en 1929. En su libro titulado “Mendoza y Garay”, en el prólogo que Carlos Ibarguren, un
académico, historiador y político salteño nacido en 1877 y fallecido en Bueno Aires en 1956 le dedicara a
Groussac, lo incluyó entre los más eminentes escritores entre los clásicos argentinos. “Saber en todos sus
matices la idiosincrasia de un escritor es elemento esencial para la justa apreciación crítica de sus
producciones1”. También afirma que Groussac conoció las obras de los grandes maestros y pensadores del
siglo XIX, sobre todo de Renán y de Taine, y de los que pronto se separó de ellos, y él mismo reconoció
que su obra, más que ver con su París, tenía más que ver con estas tierras, su ambiente, su forma silvestre y
peculiar y asimiló nuestra vida, nuestro lenguaje, nuestras costumbres, por lo que sintió y conoció a la

1
Groussac, Paul, Mendoza y Garay, tomo I Don Pedro de Mendoza, Prólogo de Carlos Ibarguren, Academia
Argentina de Letras, Buenos Aires, MCMXLIX, p. XII.
Argentina mucho mejor de lo que conocemos nosotros. También agrega dicho autor, que recién llegado a
la Argentina, Paul Groussac vivió pobre, pero dichoso con su juventud inquieta y aventurera, y que en una
de sus obras, como el de “Viaje intelectual”, nos cuenta que en la espesura de un monte de Santiago del
Estero, después de churrasquear bajo un mistol, sintió la impregnación del primer medio ambiente, esa
percepción que tiene de una geografía que está dotándole de sentido a la vida histórica de una sociedad, e
hizo que él penetrara profundamente también en el intento de comprender esta relación del medio natural
con el desarrollo de la sociedad.

En 1871, Groussac llegó a Tucumán, en funciones docentes que le fueron encomendadas por el ministro
de Instrucción Pública Nicolás Avellaneda y entonces él tuvo la posibilidad de entrar en el territorio
argentino tomando dimensión en la que se encontraba la Argentina, y le dolió profundamente ver la
magnificencia del espacio geográfico y si había algo que había caracterizado la historiografía de Taine era
la mirada que éste le había dado a la influencia del medio ambiente sobre el desarrollo molecular de la
sociedad. Debemos recordar que no hablamos de la influencia de Taine sobre Groussac, pero conocieron,
supieron cómo se trabajaba, pero cada uno en un medio social distinto y tuvieron un desarrollo teórico
intelectual distinto. Y no necesariamente aparecieron todos los elementos que componen el marco teórico
metodológico de un autor sobre otro, sino que Grousaac tomó lo que se necesitaba para explicarlos y sobre
todo de Taine, el cual estuvo situado en una metodología positivista. Un positivismo que lo podemos ver a
la manera de Comte como de las etapas del desarrollo del conocimiento humano, donde había una etapa
religiosa, una etapa metafísica y una científica, que frente al conocimiento religioso y el conocimiento
metafísico y los dos considerados como conocimiento negativo, hacia la segunda mitad del siglo XIX se
empezó a construir una ciencia humana positiva, en el sentido de la construcción de un canon metodológico
científico, el cual apuntaba desde la generalidad, construir a partir de la formulación de leyes, y esas leyes
eran producto de la observación recuperando lo que era la tradición empírica y el criterio llamado monismo
metodológico, es decir que todas las disciplinas científicas se construían a partir de la formulación de leyes
que permitían explicar los fenómenos.

Ahora en el sentido historiográfico, ese positivismo historiográfico tuvo como punto de partida que la
construcción de la historia fuera una construcción que tenía la posibilidad de observar los hechos
particulares en los documentos, estableciéndose una cadena causística (causas y consecuencias) que podían
explicar el curso del acontecimiento histórico, por lo tanto el punto central de los documentos para poder
acceder al conocimiento era primordial, y sin documentos no habría historia. Ahora esos documentos,
organizados en una cadena de hechos de causas y consecuencias hilvanan la posibilidad que le dan una
interpretación general sin perder de vista la idea de progreso. Y en este sentido, ya más de una vez
Groussac afirmaba ser un artista más que un erudito, pues “el fatigoso examen de archivos, documentos y
libros para determinar con exactitud un hecho, comprobar un dato o fijar una fecha, cuya búsqueda
duraba a veces largo tiempo, era efectuada por él como un imperativo de su recta conciencia, como una
obligación científica para descubrir la realidad y demostrarla2”.

Es decir, que nosotros nos encontramos a finales del siglo XIX en la Argentina, en la conformación de
un campo intelectual donde ya no había una completa hegemonía de la tendencia historiográfica erudita,
pero que a partir de 1870/80 ésta va a tener que confrontarse con otras dos tendencias que se venían
desarrollando, la crítica historiográfica por un lado y la ensayística positivista por el otro, y entonces el
panorama historiográfico que tenemos en ésta época y comienzo del siglo XX ya muestra cierta
permeabilidad y otro tipo de debate. En el caso de la crítica historiográfica de Paul Groussac el debate va a
estar vinculado al método histórico y la Historia entendida como una conclusión de conocimiento
científico arte y literatura. Por su parte, en la ensayística positivista el debate va a estar vinculado al aporte
que van a dar las ciencias sociales que van creciendo en función de tratar de dotarles a las ciencias sociales
un estatus epistemológico científico vinculado al desarrollo de las ciencias naturales.

La historia crítica y tensiones en el desarrollo de la historia erudita argentina.

Paul Groussac, afirmaba Carlos Ibarguren, dudaba de todo lo que no se había verificado personalmente,
no hacía citas en las palabras del maestro, meditaba largas horas sobre un tema, y se constituía, en el juez y
no el abogado complaciente de la propia tesis, en fin no tenía por seguro sino lo que uno mismo había
descubierto o vuelto a descubrir. Y agrega que Groussac se dedicaba a expurgar infatigablemente los
textos, exploraba sin tregua los estantes hasta conseguir la verdad, y gastaba mucha erudición y perspicacia
para establecer la filiación de una cita anónima o la etimología de un vocablo extraño. Su imaginación era,
evocadora y crítica, y su fantasía, más que a las ficciones ponía énfasis en el recuerdo, a lo que aconteció,
y así la creación literaria de este escritor surgió y se apoyó en hechos vividos o reconstruidos y no en
episodios o personajes imaginados . La novela y los cuentos de Groussac tuvieron un fondo
autobiográfico, porque el ingenio del autor se basó más en la observación que en las ficciones y en la
inventiva. Por eso cabe definir a Groussac como un eminente crítico y admirable evocador y pintor literario
de las cosas, de las personas que estudió, alistándose en la generación argentina conocida como la del 80,
junto a Carlos Pellegrini, Roque Sáenz Peña, José Manuel Estrada, Pedro Goyena, Aristóbulo del Valle,
Lucio Vicente López, José Ramos Mejía entre otros. Se unió a ellos, y actuó con ellos y frente a algunos
de ellos mantuvo diferencias ideológicas pero quedando como amigos y les sobrevivió a todos.

2
Groussac, Paul, Mendoza y Garay, tomo I Don Pedro de Mendoza, Prólogo de Carlos Ibarguren, Academia
Argentina de Letras, Buenos Aires, MCMXLIX, p. XXV.
La llamada metodología histórica según Groussac se proponía formular principios y reglas aplicables a
estas dos operaciones correlativas: 1º la recolección, ordenamiento y análisis de los documentos,
considerados como material de la historia; 2º el empleo racional de los mismos en la construcción histórica,
realizada con prescindencia más o menos completa de toda preocupación literaria. Y si bien no se dudó en
la necesidad de asentar la historia en documentos o testimonios auténticos, tampoco se discutió que el
empleo de los mismos fuera práctica reciente, pero que todavía distaba mucho de funcionar bien, por el
desorden reinante en muchos grandes depósitos tanto europeos como hispanoamericanos y la falta de
inventarios o catálogos. También Groussac daba cuenta de la gran tarea que había por realizar en
bibliotecas y archivos, pero que ello dependía de los gobiernos o corporaciones pues a ello les correspondía
la edificación sólida de las historias nacionales. Y llamó a toda esta tarea la heurística, la cual ya desde
mediados del siglo pasado estaba en vías de ejecución en varios países, y que si bien era posible y
conveniente que la preparación erudita, o sea el allegamiento de la masa documental se efectuara por
manos extrañas y trabajadores subalternos, en cambio su crítica y empleo correspondían únicamente al
historiador, como parte de su tarea. Y afirmaba que cualquier historia, aunque fuera la monografía de una
aldea desarrollada en muchos volúmenes, resultaría incompleta, si no se tenía en cuenta un concepto más
racional de nuestro esfuerzo, para realizar una aproximación muy relativa a la verdad absoluta, pero
quedando sujeta al influjo personal del historiador, no sólo en la ejecución constructiva, sino también en la
selección crítica del material y que los metodólogos pretendían eliminar o reducir a su mínima expresión,
en beneficio del acopio documental.

Para Alejandro Eujanian, Rómulo Carbia, profesor de historia y director de la biblioteca de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires desde 1915 y profesor de la cátedra de historia de la Univesidad
Nacional de La Plata, en su libro Historia de la historiografía argentina de 1925, al hablar de lo que había
sido el proceso de nacimiento y posterior consolidación de una nueva escuela histórica de la que la que él
había sido parte y como culminación de un proceso ascendente señalaba a Paul Groussac como uno de sus
antecedentes más notorios, buscando de alguna manera una genealogía que legitimara la nueva escuela en
cuestión. Por su parte, Tulio Halperin Donghi, historiador argentino, licenciado en derecho, en filosofía y
en letras, nacido en La Plata en 1926 y fallecido en el 2014, va a poner en duda esa versión tan optimista
de Groussac, afirmando la existencia de una larga crisis historiográfica argentina entre 1880 y 1910 y que
en ese tiempo Groussac habría sido sólo un mero espectador.

Coincido con la mirada de Eujanian, sobre las apreciaciones que se hicieron en su momento de
Groussac, en el sentido que “entre estas dos interpretaciones, por un reconocimiento puramente
instrumental en un caso y por considerarlo marginal en el otro, quedaba ausente un estudio respecto al rol
que le cupo a Groussac en el proceso de constitución de la historiografía como una disciplina profesional
en el país3”. Y ya en éste momento sostiene aquel autor podemos entrever que se arma, en torno a Paul
Groussac, un lugar de tensión en el interior de la cultura argentina y sobre todo, entre quienes practicaban
la disciplina histórica durante el período. La importancia de la obra de Groussac como historiador, y su
actividad como director de la revista La Biblioteca, reside en poder visualizarla como un momento
relevante en el proceso de profesionalización de la actividad intelectual en general e historiográfica en
particular, en relación a lo que vendrá.

Para ver de qué manera funcionó la crítica historiográfica y las tensiones que la misma produjo, nos
referiremos a los artículos que escribió Groussac entre 1896 y 1898, en donde polemizó con el diplomático
argentino en Chile Norberto Piñero acerca de la inclusión del controvertido Plan de operaciones entre los
escritos de Mariano Moreno, documento que dejaba en descubierto la matriz de la Revolución de Mayo,
que revelaba que lo único que interesaba era cambiar la situación de fuerza, de control. Y ya los problemas
relativos a la legitimidad, autoridad y autonomía intelectual refieren, en cada caso particular y en su
conjunto, a un campo intelectual en formación y a una incipiente profesionalización historiográfica.
Cuestión respecto a los cuales Groussac y su revista buscaron cumplir un papel protagónico apelando a la
crítica como arma y argumento.

En su primer artículo de la revista, Groussac limita el campo del debate al problema de la legitimidad
del historiador en un contexto caracterizado por la falta de canales académicos que la garanticen. Para ello
Groussac destaca su procedencia francesa, frente a una inferioridad de lengua y cultura, que lo coloca
cultural, moral y políticamente como defensor de los intereses argentinos, y tras rechazar la imposibilidad
material de que Moreno redactase la obra y las pruebas ideográficas que demostraban que no correspondía
al mismo, Groussac se convierte en defensor de la nación y su memoria histórica, frente al libro de un autor
que demuestra un desconocimiento de la organización del país. A continuación, Groussac coloca a la
historia, la filosofía y la literatura en el rango de especialidades y que no debían ser invadidas por
aficionados sino por profesionales en la materia, lo cual se hace evidente en el segundo artículo que
Groussac dirigió a la obra de Piñero afirmando que él mismo era abogado.

Pero el rechazo de Groussac a la pretensión de asimilar la historia a las ciencias naturales no era
contradictorio con su apelación a la aplicación del método científico que éstas han establecido para el
abordaje de materias disímiles. La distinción radicaba en su aceptación del organicismo en tanto metáfora
que sirve como herramienta didáctica para comprender el funcionamiento de la sociedad, pero
cuestionando la posibilidad de establecer analogías entre el medio social y el medio natural. Por otra parte,
al fijar por medio de la crítica las reglas del método en el trabajo del historiador, delimitando las fronteras

3
Cattaruzza, A y Eujaninan, A, Políticas de la Historia. Argentina 1860.1960. Bs.As. Alianza Editorial, 2003 pp. 43-44.
de incumbencia entre las diversas disciplinas sociales, distinguía una práctica específica –un oficio- cuyo
abordaje era prerrogativa de especialistas, afirmando de este modo el carácter profesional de la labor. Sin
embargo, ¿en un país que no tenía las instituciones académicas para la formación y promoción de
historiadores, y en el que los canales institucionales de profesionalización se encontraban aun ausentes,
quién o cuál era el agente legitimador? Al responder a esta pregunta, el problema de la legitimidad se
instalaba en la discusión en torno al principio de autoridad.

Luego de retomar rápidamente los argumentos ya desarrollados en su primer artículo y en respuesta a la


misma que hizo Piñero, Groussac se detuvo en el régimen de citas que utilizó Piñero. Sus notas son todas
de segunda o tercera mano, hecho que demostraría un exceso de domesticidad mental. Especialmente, la
recurrente apelación de Piñero a Mitre como garante de la autenticidad de los manuscritos atribuidos a
Moreno provoca la irrupción de Mitre en el centro de la polémica. Y entonces, el método científico
entendido como crítica de fuentes estaría ausente en la obra de Mitre y la historiografía argentina de fines
del siglo pasado, pero también en aquellos historiadores europeos a los que en muchos casos apela como
modelos. En el caso de Mitre, que había instaurado al documento como polo de diferenciación principal en
su debate con López en la célebre polémica historiográfica que inició los años ochenta, destaca la ausencia
en el uso que hace de ellos de toda crítica externa o psicológica. Situación que se volvió a repetir años más
tarde con la publicación de Groussac en su revista de su Santiago de Liniers, y en la cual deslizó críticas
contra algunas de las afirmaciones de Mitre, quien se investía de una autoridad infalible e irrefutable por la
crítica histórica.

Hacia la profesionalización e institucionalización de la historia argentina.

Según Pablo Buchbinder, Doctor y Licenciado en Historia, Facultad de Filosofía y Letras en la


Universidad de Buenos Aires, y profesor asociado regular de Historia social moderna y contemporánea de
la Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires e investigador
independiente de CONICET, la mayoría de los historiadores argentinos de la segunda mitad del siglo XIX,
pusieron énfasis en la necesidad de diseñar sus obras sobre la base de documentos originales como lo
vimos con Mitre. Los historiadores eran, por lo general, bibliófilos y coleccionistas, dueños de grandes
bibliotecas personales y de vastas colecciones de documentos. Al respecto, la proximidad con la época en
torno a la cual los historiadores del siglo XIX sudamericano construyeron su obra historiográfica permitió
la cristalización de redes de intercambio de documentos como de libros. Empero estos círculos privados de
intercambio, préstamo y difusión de libros y papeles entre un circuito reducido de escritores fueron siempre
más sólidos, por lo menos hasta principios del siglo XX, que los intentos de consolidar instituciones
orgánicas en el marco de las cuales pudiera desarrollarse la investigación histórica y se difundieran normas
comunes de trabajo.
Paul Groussac se hace cargo de la dirección de la biblioteca nacional en 1882/84 cuando vuelve de
Tucumán y emprende una labor formidable prácticamente hasta su muerte en 1929 y esto es muy
importante porque el proceso de afianzamiento de la erudición está íntimamente vinculado con la
construcción de instituciones, entre ellas el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional y el
Museo Nacional. Éstas instituciones se constituyen en el depósito fundamental de la documentación que los
historiadores necesitaban para trabajar y reconstruir el proceso histórico. La biblioteca va a publicar la
Revista de la Biblioteca, de la que también Groussac es director, y que no sólo se ocuparía de
investigaciones históricas, sino también literarias y de otros campos, cuestión que le va a permitir a la
revista generar redes de contactos con los intelectuales más importantes del país y del extranjero, con lo
cual el prestigio de la Revista de la Biblioteca, lo impulsa a Groussac a un ascenso dentro del campo
intelectual de la Argentina, constituido a partir de la erudición y con lo cual va a ser considerado uno de los
más brillantes intelectuales argentinos. En éste sentido afirma Pablo Buchbinder “de acuerdo con Rómulo
Carbia, sería Paul Groussac quien habría introducido los métodos de crítica documental en la Argentina.
El papel desempeñado por Groussac en el esfuerzo por definir un espacio propio y específico para los
historiadores y en el proceso de surgimiento de una escuela de profesionales de la historia fue fundamental
no sólo por su actuación como director de la Biblioteca Nacional, sino también como director de la
Biblioteca, revista que publicaba la institución4”. Revista que según Devoto-Pagano operó como medio de
legitimación y acumulación de prestigio, y por donde pasaron intelectuales consagrados o en vías de serlo,
tanto locales como del exterior.

Conclusión.

Recapitulando, la erudición, cuyos orígenes situamos en el debate Mitre-López en los años ochenta del
siglo XIX, que se caracterizó en el primero por la preocupación de elaborar un relato histórico sustentado
en documentos, con una recopilación exhaustiva, y en el segundo por construir una historia de la Patria en
base a una historia de la familia, debate que antes la ausencia de canales académicos destinados a
legitimar tanto las obras como a los hombres que la ejecutaron convirtió la crítica historiográfica en el
medio privilegiado para solucionar problemas vinculados a la materia y legitimidad de aquellos que
compartieron el interés por dilucidar hechos del pasado, la que se vehiculizó a través de la prensa periódica
primero y luego en las revistas culturales, buscó, con la llegada de Paul Groussac un cuerpo metodológico
basado en la crítica argumental, entendido como crítica de fuentes. Crítica argumental que produjo una
tensión en la lucha entre el Antiguo Régimen Historiográfico y el Modernismo Historiográfico, éste último
conformado por la crítica historiográfica de Paul Groussac por un lado y la corriente de la ensayística

4
Buchbinder, Pablo, Vínculos privados, instituciones públicas y reglas profesionales en los orígenes de la
historiografía argentina, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”,p.76.
positivista por el otro, en la trayectoria de nuestra historia erudita a finales del siglo XIX y principios del
XX, y que marcó el comienzo de la segunda etapa conocida como el afianzamiento de la erudición o
constitución de la crítica historiográfica.

Y en éste sentido mi punto de vista coincidía con la del historiador Alejandro Eujanian, respecto a que
Rómulo Carbia lo invocaba a Groussac para legitimar su nueva escuela histórica, en tanto Tulio Halperin
Donghi afirmaba que el mismo Groussac fue un mero espectador, pero que quedaba ausente un estudio
respecto al rol que le cupo a Groussac en el proceso de constitución de la historiografía como una disciplina
profesional en el país y que fue el problema que me llevó a elaborar el presente ensayo, para ver cuál fue el
alcance de la tensión que produjo Groussac en el desarrollo de nuestra historia erudita, tratando de
demostrar con argumentos fiables mi postura, como lo vimos en la polémica que mantuvo con Piñero y
Mitre, demostrando que el método científico crítico de fuentes estaría ausente en la obra de éstos
intelectuales y la historiografía argentina de fines del siglo pasado, pero también en aquellos historiadores
europeos a los que en muchos casos apelaron como modelos.

Por otra parte, Groussac, al fijar por medio de la crítica las reglas del método en el trabajo del
historiador, delimitando las fronteras de incumbencia entre las diversas disciplinas sociales, distinguió una
práctica específica –un oficio- cuyo abordaje es prerrogativa de especialistas, afirmando de este modo el
carácter profesional de la labor, y en ese sentido destacamos su enorme tarea institucional, que le deparó
como director de la Biblioteca Nacional y de la revista La Biblioteca, que constituyeron un momento muy
importante de esa experiencia, y sobre todo en lo que se relacionaba a la estabilización de las normas y
reglas que regularon dicha práctica, en la distinción de dicha práctica respecto de otras ramas del saber
sobre lo social y en la construcción de una imagen del historiador contrapuesta a la del aficionado, para
destacar finalmente el papel que les cupo a las instituciones tanto públicas como privadas, porque el
proceso de afianzamiento de la erudición estuvo íntimamente vinculado con la construcción de
instituciones, generando redes de contactos con los intelectuales más importantes del país y del exterior.

Bibliografía consultada:
 Buchbinder Pablo, (1996) Vínculos privados, instituciones públicas y
reglas profesionales en los orígenes de la historiografía argentina,
Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio
Ravignani”.
 Buchbinder, Pablo, cdu.rec.uba.ar/article/pablo-buchbinder.
 Carbia, Rómulo, www.agenciaelvigia.com.ar/rómulo_carbia.htm.
 Cataruzza Alejandro y Eujanian Alejandro, (2003) Políticas de la Historia.
Argentina 1860.1960. Bs.As. Alianza Editorial.
 Devoto Fernando, (2009), Historia de la historiografía argentina, Bueno
Aires, Sudamericana.
 Devoto, Fernando, http://introduccionalahistoriajvg.wordpress.com.
 Donghi, Tulio Halperin,
www.biografíasyvidas.com/biografía/h/halperin.htm.
 Eujanian, Alejandro, https://historia escrita.wordpress.com/tag/alejandro-
eujanian/. 4/06/2015, hrs 22:00.
 Groussac, Paul, (MCMXLIX) Mendoza y Garay, tomo I Don Pedro de
Mendoza, Prólogo de Carlos Ibarguren, Prefacio. Academia Argentina
de Letras, Buenos Aires.
 Groussac, Paul, www.biografías y vidas.com/biografía/g/groussac.htm.
5/06/2015, hrs 11:00.
 Ibarguren, Carlos, es Wikipedia.org/wiki/Carlos_Ibarguren.

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