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Paz

La paloma con el ramo de olivo es un símbolo de paz.

Alegoría de la Paz de Valeriano Salvatierra (Prado, Madrid).

Para otros usos de este término, véase Paz (desambiguación).

Paz (del latín pax), definida en sentido positivo, es un estado a nivel social o personal, en el cual se
encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad. También se refiere a la
tranquilidad mental de una persona o sociedad; definida en sentido negativo, es la ausencia de
inquietud, violencia o guerra.

En el plano colectivo, «paz» es lo contrario de la guerra estado interior (identificable con los
conceptos griegos de ataraxia y sofrosine) exento de sentimientos negativos (ira, odio). Ese estado
interior positivo es deseado tanto para uno mismo como para los demás, hasta el punto de
convertirse en un propósito o meta de vida. También está en el origen etimológico de los saludos:
shalom en hebreo y salam en árabe significan «paz» o «la paz esté contigo o con vosotros», y
también se emplean como despedida, significando entonces ve en paz o id en paz; en cambio,
salve, el saludo latino, es un deseo de salud, concepto también muy relacionado. El saludo de paz
o beso de la paz es una parte de la misa en que los asistentes «se dan la paz».

En el Derecho internacional, el estado de paz es aquel en el que los conflictos internacionales se


resuelven de forma no violenta; y particularmente se denomina «paz» al convenio o tratado
(tratado de paz) que pone fin a la guerra. Existe una rama del estudio de las Relaciones
Internacionales denominada «irenología» o «estudios de la paz y los conflictos».

Puede hablarse de una paz social como consenso: el entendimiento tácito para el mantenimiento
de unas buenas relaciones, mutuamente beneficiosas, entre los individuos; y a distintos niveles, el
consenso entre distintos grupos, clases o estamentos sociales dentro de una sociedad.

La antropología tradicional (ya desfasada) consideraba que únicamente el estado civilizado de la


evolución cultural consideraba a la paz de una forma positiva, y que los estados de salvajismo y
barbarie suponían una preferencia cultural por la guerra, considerando una forma honrosa de vida
saquear a otros pueblos, y exaltando las virtudes guerreras; en casos extremos, ritualizando la
antropofagia. De esa manera se describían las costumbres de algunos pueblos llamados primitivos
(justificándose así su colonización), así como se mantenía la memoria historiográfica de algunos
pueblos históricos (como los vikingos o los hunos), y de algunas épocas históricas consideradas
«oscuras», como la Alta Edad Media. De forma opuesta, se diseñó el mito del «buen salvaje», que
en ausencia de desarrollo cultural, mostraría una total ausencia de violencia.

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