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MINERIA PERUANA Y SUS RECURSOS Owal A.

Velásquez Viza

HISTORIA DE LA MINERIA PERUANA

La historia de la minería peruana a través del tiempo ha sido dividida, para su mejor
estudio en dos grandes períodos: Prehistoria e Historia. La Prehistoria Comprende a
su vez dos grandes épocas: Pre-lnca e Inca.

1.1. ÉPOCA PRE-INCA:


Desde los inicios de esta antiquísima y dilatada época, el aborigen peruano
incorporó los recursos minerales a su lucha por la supervivencia y dominación
de un medio hostil, y a lo largo de esa enconada lucha por la forja de una
cultura, no sólo utilizó los minerales en su alimentación, sino también en la
elaboración de toscos y rudimentarios utensilios. Prueba de ello son los
instrumentos líticos hallados en 1969 por el arqueólogo norteamericano
Richard Mac Neish, en Poccaicasa, Ayacucho, a los que se atribuye una
antigüedad comprendida entre los 20,000 a los 22,000 años antes de Cristo.

De esos instrumentos de piedra, el aborigen ingresó, después de muchos


milenios a la etapa alfarera de la prehistoria peruana, como lo ha señalado la
arqueóloga peruana Rosa Fung Pineda, con su descubrimiento del Templo de
Hadas, ubicado cerca de la ciudad de Casma, y con una antigüedad de 1,600
años antes de Cristo.

Si bien consiguió aquellos hitos culturales, caracterizados por la utilización de


los minerales, el antiguo peruano no se quedó ahí, sino que avanzó a la etapa
de las grandes culturas, etapa en la cual alcanzaron su mayor expresión la
alfarería, los instrumentos líticos y apareció rica y orgánicamente la minería
metálica y la metalurgia. Prueba de ello son las culturas Chavín de Huántar,
provincia de Huari, departamento de Ancash, con una antigüedad de 900 a 500
años a.C., ampliamente estudiadas por el arqueólogo peruano Julio C. Tello en
1919.

Huantar (Ancash) 1200 - 200 a.C.: Esta primera civilización peruana se asentó
en su poder, basado en un orden teocrático; tuvo su centro en el templo Chavín
de Huantar, en cuyas paredes y galerías abundaron las esculturas de feroces
dioses con rasgos felinos.

Otra cultura antigua fue la Vicús, a unos 900 kilómetros al Norte de Lima, sobre
la carretera Panamericana cerca de Piura y con una antigüedad entre el milenio
anterior a Cristo y 300 años de nuestra era.
La cultura Paracas (200 a.C. - 600 d.C.)
Surgió en la costa Sur del Perú. Alcanzó un gran desarrollo en el arte textil, por
sus mantos, cerámica, técnicas de momificación y trepanaciones craneanas,
que demuestran su avanzada tecnología médica.

Paracas, descubierta por Tello en 1925, y clasificada en períodos que varían


entre 700 y 500 años A.C.

La cultura Nasca (300 a.C. - 900 d.C.)


Venció al desierto costeño con acueductos subterráneos y dejó en ese terreno

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grandes figuras geométricas y de animales que, al parecer, constituyeron un


calendario agrícola que hasta ahora asombra a los investigadores.

Nazca ubicada en el tiempo hacia el año 100 de nuestra era, como la fecha
inicial; y Mochica, llamada Proto Chimú por Max Uhle. Todas estas culturas
conocieron el oro, la plata, el cobre, el platino, y muchas veces mezclaron los
minerales rudimentariamente.

La cultura Tiahuanaco (200 d.C.)


Se ubicó en la sierra peruana, en la región del Collao (que abarca territorios de
Chile y Bolivia) y legó a los peruanos las terrazas de cultivo, los andenes, y el
manejo de diversos pisos ecológicos en la agricultura.

Y es así como el hombre peruano inició la era de los grandes imperios pre-
incas, en los cuales los metales y la metalurgia alcanzaron un alto grado de
desarrollo.

Expresión de tan grande avance fue la cultura Tiahuanaco, que se centró en el


Alto Perú, al Sur Este del lago Titicaca y a 4,000 m.s.n.m.; en sus diferentes
períodos abarcó más de un milenio, casi desde el principio de nuestra era
hasta el siglo XIV, a las vísperas del nacimiento del incario. Esta cultura se
caracterizó por su arquitectura lítica de grandes proporciones, como la famosa
Portada del Sol y el conjunto de grandes monumentos de Kalasasaya. También
conocieron la cerámica y la metalurgia, campo este último en el que trabajaron
con acierto el cobre y el estaño, logrando el bronce, como también el oro y la
plata.

La cultura Wari (600 d.C.)


Introdujo el patrón urbano en el territorio de Ayacucho y expandió su influencia
en los Andes.

La cultura Wari, que tuvo su principal asiento en Ayacucho, se entroncó con


Tiahuanaco y con Nazca. Surgió en el siglo octavo de la era presente, y
después de tres siglos decayó. Conoció la alfarería ceremonial con temas
míticos y piezas gigantes, y supo usar turquesas, lapislázuli.

La refinada cultura Chimú (700 d.C.) Trabajó el oro y otros metales y construyó
con barro la ciudad de Chan Chán, ubicada en Trujillo.

El reino Chimú, con una duración relativamente breve, del año 1,200 de
nuestra era hasta el 1,460, forjó una cultura excepcional, que se expresó
especialmente en su arte para trabajar los metales. Este reino pre-inca no sólo
conoció la alfarería, sino que logró las más avanzadas técnicas para trabajar el
oro, al que trataron por fundición, soldadura, martillo, remache, repujado y
laminado. Prueba de tan avanzado arte son las numerosas piezas de oro
halladas en Batán Grande, Lambayeque; y los utensilios domésticos y rituales
como los tumi, porras estrelladas y puntas de lanza.

La cultura Moche (200 a.C.-600 d.C.). En la costa Norte se desarrolló y aglutinó


a las autoridades militares de los valles costeros, como el conocido señor de

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Sipán. Los huacos retrato de la cultura Moche y su iconografía sorprenden por


su elaboración y el manejo del diseño.

A esta gran variedad de recursos del antiguo minero peruano, hay que agregar
las hornillas de piedra y cerámica, crisoles para fundición y yunques de cobre
bronce y piedra o engastados en madera.

Ante tantas evidencias del uso de los minerales por los antiguos peruanos, los
etnólogos y antropólogos se han preguntado: En qué fechas de la cronología y
con que culturas apareció el uso de tal o cual metal?. Al respecto, Paúl Rivet,
etnólogo y antropólogo francés que precisa y compendia científicamente las
más variadas respuestas a dicha interrogante, ha sostenido que el cobre
apareció en la alta meseta peruano-boliviana con la civilización Tiahuanaco, es
decir hacia el cuarto de siglo de nuestra Era, y en la región de la costa del
Perú, con la civilización Chimú.

Respecto a la metalurgia de la plata, señala que desde el Tiahuanaco, el


conocimiento de la plata había existido en las altas mesetas peruano-
bolivianas, y que los Incas asimilaron esa técnica, del mismo modo que
adquirieron la del bronce de los aymaras.

En sus conclusiones, Rivet estableció que la utilización del oro fue anterior a la
del cobre, puesto que el oro aparece desde el principio de la cultura Nazca en
la costa peruana, y desde el principio del período Chavín en la Cordillera
Septentrional peruana.

1.1.1. LA METALURGIA PREINCA E INCA

Se observan tres tipos de puntas de barreno utilizados en las actividades


mineras usualmente de cobre o aleación cobre-arsénico, lo que le daba mayor
resistencia a la herramienta. El mineral obtenido era recogido y trasladado en
cestos de caña y bolsas de algodón.

Se observa dos puntas de barreno y dos hachas moledoras. El mineral una vez
recogido era trasladado donde se procedía a un proceso de selección y molido.
El molido era efectuado con hachas de gran tamaño y peso usualmente de
piedra.

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REFINADO:
el mineral es fundido y producto de ello se recuperaban los prills o metal sin refinar,
que eran vueltos a moler y pasaban aun proceso de refinación en el cual el metal era
vuelto a fundir. Este en estado líquido era vertido en lingoteras. En la foto se observa
un crisol miniatura de boca ancha , un prill sin refinar, una lingotera de cobre y dos
lingotes de oro macizo.

Todas las herramientas y los lingotes de oro son pre hispánicos.

Orfebre - Martillado: se observa el proceso de la elaboración de una lámina


de oro, en la base un yunque de mesa o tass sobre el cual se coloca el lingote
de oro, el martillo es de piedra. El proceso termina cuando la lámina llega al
espesor esperado por el orfebre. Todas las herramientas y la lámina de oro son
pre hispánicas.

Orfebre-Recortado: se observa el proceso de recortado de una lámina de oro.


Se realizaba sobre una superficie dura (tass) con un cincel de corte usualmente
de un metal de mayor dureza (cobre). El proceso termina cuando la lámina
adquiere la forma que el orfebre espera. Todas las herramientas y la lámina de
oro son pre hispánicas.

Orfebre-Repujado: se trata de una de las técnicas de decoración más


utilizadas en la época pre-hispánica. Sobre una lámina martillada los diseños
eran dibujados y repujados por el reverso sobre una superficie blanda. Por el
lado anverso eran delineados dándoles la forma final sobre una superficie un
poco más dura. En la foto se observa un punzón de cobre y al pie una serie de
embutidores y repujadores de piedra. Todas las herramientas y la lámina de
oro son pre hispánicas.

Cultura Chavín — Cupisnique:


Orejera elaborada en una sola lámina de oro martillada y recortada. Se observa el ojo
excéntrico característico grabado en el vástago.

Cultura Tiahuanaco:
Pectoral elaborado de una sola lámina de oro. Representa a un personaje
antropomorfo sosteniendo un báculo, la cabeza está embutida y el cuerpo martillado y
recortado. Presenta decoración repujada.

Cultura Inca. Tupu:


prendedor elaborado en un hilo vaciado, martillado y recortado en un extremo.

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Cultura Inca:
ldolillo elaborado con láminas de oro embutidas y unidas con soldadura. Representa a
un personaje de élite (orejón) con las manos recogidas hacia el pecho.

Estilo Frías:
Paleta de calero elaborado en dos cuerpos, con el vástago de oro vaciado y en la
parte superior un ensamble en láminas embutidas recortadas unidas con soldadura. El
diseño representa a un mono en actitud oferente que lleva en la espalda a un ave con
las alas plegadas y mirando hacia atrás. Los ojos del mono tienen incrustaciones de
crisocola.

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Cultura Lambayeque:

Botella de doble pico asa puente elaborada en láminas de oro embutidas y


ensambladas con soldadura. Presenta decoración calada, embutida y repujada.

Cultura Moche:

Nariguera elaborada en una sola lámina de oro embutida y recortada. Presenta


engaste de crisocola y turquesa con lentejuelas colgantes circulares.

Cultura Chimú:

Disco de orejera elaborado en una lámina embutida de oro con decoración


calada. El diseño presenta una escena de pesca ritual.

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Cultura Vicús:
Nariguera bimetálica elaborada con láminas de oro y plata unidas con
soldadura. La decoración es embutida y calada. Representa el rostro de un
felino mostrando los colmillos.

1.2. ÉPOCA INCA


Es un hecho incuestionable la importancia que revistió la actividad minera en la
época incaica, y más aún, el apreciable nivel técnico alcanzado en el campo de
la metalurgia, con métodos propios que en algunos casos fueron adoptados por
los hispanos, por más prácticos y eficientes que los conocidos por esto.

La época incaica se inició entre los siglos XII y XIII de nuestra era, y su
expansión y consolidación llegaban a su punto más alto precisamente en los
tiempos en que se producía el descubrimiento de América.

A su llegada al Perú, el hecho que más impacto a los españoles fue la


abundancia y uso de metales preciosos. Encontraron una industria minera muy
activa y diversificada, que aparte del oro y la plata trabajaba también el cobre en
gran escala, conocía el mercurio y elaboraba variadas aleaciones entre las
cuales la principal fue el bronce, y otras de producción irregular y hasta
ocasional, como el plomo y el zinc, y aún el platino.

También los incas alcanzaron gran destreza en el trabajo de la piedra,


realizando, sin otros recursos que el ingenio y herramientas elementales
movilizaciones ciclópeas de bloques que pesaban hasta cien toneladas

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logrando uniones y acabados tan notables como la famosa piedras de los doce
ángulos en Cusco que demuestran no sólo precisión, sino también
procedimientos acerca de los cuales no se ha logrado hasta ahora una
explicación concluyente.

Conocieron el petróleo natural, aunque ignoraron sus usos, los venenos


arsenicales y los sulfuros. En textilería emplearon sales minerales como
mordientes. Igualmente extrajeron y aplicaron múltiples colorantes, tales como
el cinabrio en varios tonos de rojo, el verde de la atacamita, el gris de la blenda
de zinc con ganga de hierro, el anaranjado de cinabrio y ganga ferruginosa, el
gris azulado, cerúleo de la azurita con malaquita, el rojo oscuro algo azulado de
un óxido férrico, el gris verdoso de la obsidiana, el anaranjado del rejalgar, y el
amarillo del oropimente, emplearon también el aluminio, óxidos de hierro y de
antimonio, turquesa pulverizada y ocre rojo.

El mismo autor señala que los indios conocieron, además, gran número de
especies mineralógicas como el yeso, arcilla Iimonítica, tierra silicosa, Iimonita
terrosa, toba, caliza, ocre ferruginoso rojizo, almagre, calcita, chalcopirita,
sulfuro de plomo, sulfato de cobre, silicato de cobre, pirita de hierro, limonita
geódica (peróxido de hierro hidratado), galena antimonial y carbonato de sodio
natural.

En el conocimiento y desarrollo de la actividad minera, el minero de la época


inca supo explotar buen número de minas. En el área de la provincia
franciscana de San Antonio de Charcas que comenzaba en el Cusco y acababa
en Tanja, se produjeron las mayores riquezas de oro y plata, estaño, cobre y
demás metales. Pudiéndose enumerar los yacimientos de Potosí, Chichas,
Lipes, Charcas (con más de veinte asientos), Oruro, Carangas, Berenguela,
Sicasica, Pocajes, Tiahuanaco, Larecaja, San Antonio de Esquilache, Cailloma,
Lampa, Pomasi, Santa Lucía, Condoroma, Vilcabamba y Carabaya, con
mención especial de este último valle donde hay en más de ocho cerros de la
cordillera todos los minerales de oro que corren tierra adentro.

Valcárcel dice que en el informe presentado por Rodríguez de Figueroa en 1583


se señala que las minas de Larecaja se llaman Llachane y que fueron dadas por
el Inca a los indios de la provincia de Omasuyo, y que después encontraron
otras en Cutari, en Tora, en Tipoyane o Ayche, todas las cuales eran de oro.
Las de Hiana hacia Pallallunga fueron dadas a los yungas de Larecaja; las de
Carabaya estaban en los cerros de Apuruna y Vilcabamba en el río Grande de

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Callana y en Hipara; y que todas eran de Inca, las que posteriormente fueron
llamadas San Juan del Oro y de San Cristóbal, y señaladas a los indios de
Huancané y Vilque para extraer el metal. El oro estaba en pepitas y las minas
de mayor volumen correspondían a los yacimientos de Carabaya; y que la gente
que beneficiaba las minas de esa región pertenecía a los pueblos de
Sananguía, Mocomoco, Uxatica, lchuma, Ambaña, Cumbaya, Hilacaya. Asi
mismo las minas de oro y plata de Porco y Tarapacá.

La forma como se llevó a cabo la explotación de dichas minas fue descrita por
Pedro Sancho de la Hoz, secretario de Francisco Pizarro en los siguientes
términos: “Están las minas en la caja de un río, a la mitad de la altura, hechas a
modo de cuevas, a cuya boca entran a escarbar la tierra y la escarban con
cuernos de ciervo y la sacan fuera con ciertos cueros cosidos en forma de
sacos o de odres de pieles de ovejas.
El modo con que las lavan del mismo río una seriola de agua, y en la orilla
tienen puestas ciertas losas muy lisas sobre las cuales echan la tierra, y
echada sacan por una canaleta el agua de la seriola que viene a caer encima y
el agua se lleva poco a poco la tierra, y se queda el oro en las mismas lozas y
de esta manera lo recogen.
Las minas entran mucho dentro de la tierra, diez brazas unas y otras veinte, y
la mina mayor que se llama Guarnacabo, entra cuarenta brazas. No tiene luz
ninguna ni más anchura que para que pueda entrar una persona agachada y
hasta que esta no salga, no puede entrar ninguna otra”.
El autor además destaca que este tipo de mina no es común y que contrasta
con el de otras zonas del continente y aún de la misma región, que son simples
pozos profundos, como la altura de un hombre y que se abandonan para abrir
otros cuando exceden de esa hondura.

Otra valiosa conclusión, digna de ser comentada, es que las minas de la región
del Titicaca eran trabajadas solamente cuatro meses al año, desde el
amanecer hasta el atardecer. Aunque los incas extraían una gran variedad de
metales, el cobre era el de uso más extenso, mientras que el oro era de
propiedad del Estado, quien disponía de inspectores para el control de la
producción, así como para evitar que nadie robase.

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1.2.1. Metalurgia Inca:


En este aspecto de la minería incaica, se ha comprobado, según las
investigaciones de Rivet y de Henri Arsandaux, que en el Perú, Bolivia y
Ecuador (el área del Tahuantinsuyo) hubo una era del cobre precedente a la
del bronce, y que el paso de la era de piedra a la del cobre se realizó fuera de
toda influencia exterior. Pero el centro del descubrimiento del bronce fue
precisamente la alta meseta peruano-boliviana. Los incas fueron, sin ninguna
duda, los principales propagadores del bronce en todas las provincias y
regiones que estaban dentro de su imperio. Conclusión científica que expresa
el autoctonismo del desarrollo minero y metalúrgico.

En el estudio de la metalurgia de la plata y de las aleaciones cupro-


argentíferas, se ha comprobado que los antiguos peruanos, época inca
conocían la técnica del plateado. Hay aleaciones que contienen por lo menos
un 60% de plata; aleaciones que contienen de 40% a 60% de plata; y
aleaciones con menos de 40% de plata. Conocieron también el enchapado y la
técnica del dorado.

Respecto a las aleaciones auro-argentíferas se estima que la plata fue añadida


intencionalmente. En el museo del hombre de París, existen objetos peruanos
resultantes de una aleación intencional de oro, plata y cobre.

Por medio del testimonio de las aleaciones auro-cupro-argentíferas se constató


que en el litoral, y excepcionalmente en las mesetas altas, hubo una mezcla
intencional tanto de los tres metales, como solamente de oro y plata, siendo
lógico suponer que fueron los orfebres de la costa peruana los que
descubrieron la aleación del oro nativo y la plata en bruto y las aleaciones auro-
cuproargentíferas.
Si bien Garcilazo hizo algunas referencias sobre la utilización del plomo, y su
mezcla con el metal de la plata, las apreciaciones científicas sobre la
metalurgia del plomo en el incario son cautelosas, estimándose que, en todo
caso, debe buscarse su huella en las zonas andinas del Perú más que en la
costa.

Sin embargo, en la costa peruana se han encontrado objetos de ese metal


(cucharas y figuras de animales) y en el Cusco dos figuras, una humana y otra
animal, en plata cuprífera recubierta de plomo, y que actualmente se
encuentran en el citado Museo del hombre en París. En este mismo existe un
fragmento de sandalia funeraria proveniente del Bajo Perú, que es de latón:

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sería uno de los pocos indicios de aleación de cobre con zinc o sea de la
metalurgia del zinc.

También los indios supieron fundir y colar los metales y aleaciones que
empleaban, con excepción del platino y el hierro. Hay indicios que la soldadura
autógena (unión de dos objetos de la misma composición metálica) fue
aplicada ya por los antiguos peruanos. Como prueba existe una figurina del
Cusco, representando una llama hecha de láminas de oro. Está compuesta de
quince partes: el cuerpo, el cuello, la cabeza, orejas, patas, genitales y cola
está unidos por soldadura.

Los autores ya anotados señalan finalmente que en la costa peruana los


metales conocidos fueron el oro, la plata, el cobre, estaño, plomo; las
aleaciones de cobre y estaño; plata y cobre; oro y cobre; plata y oro; plata, oro
y cobre; y las técnicas aplicadas: martillaje, endurecimiento por martillaje en
frío, coladura ordinaria y con cera perdida, puesta en calor; enchapado en oro
sobre plata y sobre cobre, enchapado de plata sobre cobre o sobre aleación de
cobre y plata, soldadura autógena y soldadura ordinaria, trefilado, proceso de
repujado, revestimiento metálico, recortado.

1.3. EPOCA COLONIAL

La minería Colonial tuvo más de extracción que de industria. Se trabajó sin


método, con desperdicio de recursos y energías. Los primeros años de la
conquista fueron de distribución de las riquezas del imperio incaico. Sólo
cuando los templos, palacios y tumbas comenzaron a mostrar signos de
agotamiento, se pensó en las minas.

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Durante esos años, los indígenas, como una forma de resistencia pasiva,
eliminaron huellas e indicios que hubieran permitido localizar las vetas metálicas
explotadas por ellos, algunas de las cuales no llegaron a ser descubiertas jamás
por los peninsulares.

1.3.1. Los años iniciales:

Conocida es la intensa agitación que siguió a los primeros años de la conquista.


Las guerras entre conquistadores y el poder real español abarcaron más de
veinte años, ya se cuentan desde la prisión de Atahualpa en diciembre de 1532,
o su muerte en agosto del año siguiente: o desde la fundación de Lima por
Pizarro el 18 de enero de 1535; hasta que con el marqués de Cañete comenzó
un poco de tranquilidad en el Virreinato.

Según la relación que diera a conocer José Balta - Ingeniero minero y estadista
peruano -, la cronología minera del Perú colonial tendría su punto de partida en
1537, con la explotación de los yacimientos de oro y plata de Lucanas y
Parinacochas, siguiéndole los descubrimientos de minas de plata en Jauja y
Huancayo el año de 1539; las de oro en Jaén y Carabaya los años de 1544 y
1545 respectivamente. Así mismo Cieza de León menciona, en 1533, minas en
Chacas, Sandia, Carabaya y Cajamarca.

El suceso más importante data de 1540 cuando Gonzalo Pizarro y Diego


Centeno consiguieron que los indígenas de su encomienda les proporcionasen
la ubicación del asiento argentífero de Colque Porco, que según los nativos
conocían, y del cual, según Cieza de León, se había extraído buena parte de la
plata que recubría algunos de los muros del Templo del Sol, el Coricancha en el
Cuzco. Las minas de Porco, cuyas menas eran principalmente pirargirita o plata
roja, rosicler, que los antiguos peruanos denominaron cochizo, quedaron en
manos de los hermanos Pizarro, Francisco, Gonzalo y Hernando; y de ellas se
abasteció para sus recursos Gonzalo, cuando la ambición le impulsó a las
aventuras belicistas que culminaron con su muerte.

Por su riqueza, las minas de Porco en el Alto Perú, se convirtieron en el


característico botín del vencedor; siendo por último incorporado a la Corona por

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el pacificador La Gasca.

El descubrimiento de Potosí (21/4/1545), por el indígena Huallpa, tuvo una


influencia decisiva en el desarrollo de esa región. Casi de inmediato se
constituyó una población que se conformó en 175 españoles que acudieron
desde Chuquisaca, llevando alrededor de 3,000 indios de sus encomiendas. A
4,146 m.s.n.m. fue fundado el pueblo en 1546 por Juan de Villarroel, Diego
Centeno y Pedro Cotamito, dándosele el título de Villa Imperial de Potosí por
disposición del emperador Carlos V. Poco después, en 1571 tenía alrededor de
cuatrocientas casas de españoles y entre treinta y cincuenta mil indios. Llegó a
tener 160,000 habitantes, de los cuales 15,000 eran mineros estables.

Cuando el padre Acosta visitó Potosí en los tiempos del Virrey Toledo, el año de
1547, los trabajos de excavación habían alcanzado cerca de 400 metros de
profundidad; las vetas variaban de ancho entre 1.65 m y 21 cm, y la ley de
mineral se calculaba de 6 a 10 marcos - el marco equivale a 230 gramos - por
quintal, o sea de 30 a 50 kilos por tonelada métrica, estimándose pobres los
minerales de 2 a 6 kilos por tonelada métrica.

Según Carlos Prieto, autor de “La minería en el Nuevo Mundo’, considera que
las minas de Potosí rindieron, del año 1545 a 1803 1,095.500.000 de pesos.

La explotación de las minas de Potosí adquirió importancia a partir de la


adopción de la nueva técnica de amalgamación con azogue, hecho que se
vinculó al descubrimiento de las minas de Huancavelica, en 1566, uno de los
acontecimientos que señalaron la gran expansión de la minería colonial.

1.3.2. Expansión de la mineria colonial.

La riqueza argentifera del Altiplano,primero Porco, pero sobre todo Potosí, quitó
significación a otras explotaciones mineras que se emprenden en los primeros
años de la colonia (Lucanas, Parinacochas, Jauja, Huancayo, Jaén, Cajamarca,
Chacas, Sandia, Carabaya).

Pero el acontecimiento que más conmocionó al Virreinato fue el descubrimiento


de las minas de azogue de Huancavelica, en 1566, trascendencia que no sólo
residió en la riqueza de los yacimientos sino también por la repercusión que
tuvo en el impulso de la explotación de la plata.

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Huancavelica:

Las minas de este nombre eran conocidas en tiempo de los incas, y de ellas
obtuvieron el cinabrio o bermellón que, con el nombre de Ilimpi, era utilizado
como colorante facial, con fines de adorno, festivos, bélicos o religiosos;
existiendo la presunción de que se le empleara aún antes del Tahuantinsuyo.

Fue durante el gobierno del Virrey Marqués de Cañete, que se favoreció la


búsqueda de mercurio como lo acredita una Real Cédula expedida el 4 de
setiembre de 1555, donde se recomienda al mencionado virrey estudiar unas
notas del secretario Vásques de Molina y del consejero Vaca de Castro, acerca
de la manera de valerse del mercurio para tratar los minerales de plata.

El virrey favoreció por todos los medios la búsqueda de vetas de mercurio, y


hacia 1558, Gil Ramírez Dávalos y Enrique Garcés hicieron algunos hallazgos
menores, consiguiéndose inclusive una especie de exclusiva de explotación,
que fue derogada.

A base de las referencias indirectas sobre el cinabrio usado por los indios,
Garcés y algunos socios suyos efectuaron trabajos de exploración y cateo en
las zonas de Huancavelica, pero el descubrimiento de las ricas minas de
azogue fue hecho por un indio llamado Navicopa.

El lugar donde estuvieron esas minas de azogue era una meseta deshabitada a
3,800 metros de altura, situada cerca de la ciudad de Huamanga.

Se dice que en la primera exploración realizada por Cabrera, este encontró una
yeta que representaba 80 varas de longitud por 40 de ancho, en la cual podían
trabajar simultáneamente más de trescientos hombres. Posteriores trabajos
mostraron una gran yeta que se denominó la “Descubridora”, después Santa
Bárbara, con una anchura de más de 30 metros, que corria de Norte a Sur, y se
extendía a flor de tierra por unas siete leguas.

Los descubrimientos de nuevas minas se sucedieron, y Cabrera hizo esfuerzos


por controlar la mayor parte de la inmensa riqueza que la casualidad le había
proporcionado.

La noticia del descubrimiento de Huancavelica causó honda impresión en el


virreinato, despertando codicia y ambición. Fue en el gobierno del virrey Conde
de Nieva, que se dictó una provisión, el 5 de febrero de 1564, pregonada en
Huancavelica el 26 del mismo mes, recordando que la explotación de la mina de

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azogue era regalía de la Corona, y como sin autorización gubernativa ningún


particular podía trabajarlas, declaró legalmente nulos los denuncios registrados
sobre pertenencias en Huancavelica, y ordenó al corregidor de Huamanga que
prohibiera el acceso a las minas a quienes carecían de licencia expresa del
virrey.

El rendimiento de las minas de Huancavelica durante la dominación española se


calcula en 1,115,000 quintales, con un valor aproximado de 82 millones de
pesos, unos 17 millones de libras esterlinas, “sin considerar las extracciones
clandestinas”.

La producción de las minas de Huancavelica no sólo cubrió con holgura las


necesidades internas, sobre todo para el tratamiento de la plata, sino que, aún
más, se hicieron considerables envíos de azogue a México.

Tiempo después, se suspendieron los envíos, a causa, primero, de las


necesidades de azogue en el Perú; segundo, por haberse intensificado en
España la producción de Almadén; y tercero para evitar de pudiera desarrollarse
un intercambio intercolonial, que la metrópoli no deseaba. Décadas más tarde,
en 1670, se reinició la exportación hasta 1699.

A través de estos hechos se releva la importancia que tuvo el mineral de


Huancavelica en la economía de la época colonial.

Huantajaya:

Los españoles reconocieron la provincia de Tarapacá en 1538, quedándose


algunos en Anca y Pica, al retorno de Almagro luego de su expedición a Chile.
En 1566 unos mineros portugueses descubrieron en el cerro Huantajaya una
rica mina de plata, situada a 16 kilómetros de Iquique, en las cercanías del
Océano Pacífico y a poca altura sobre el nivel del mar.

La importancia que desde el primer momento se asignó al yacimiento de


Huantajaya, inspiró al corregidor de Arequipa, Juan Ramírez Zegarra,
proponer, el 5 de enero de 1571, que se emprendiera una exploración minera
en todo el valle de Tarapacá.

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MINERIA PERUANA Y SUS RECURSOS Owal A. Velásquez Viza

La mina de Chiflón fue trabajada desde la cumbre a tajo abierto, quedando


temporalmente abandonada cuando se agotó la yeta de superficie. Casi un
siglo más tarde, en 1680, el indio Domingo Quilma descubrió nuevas vetas, que
puso en conocimiento de Francisco de Loayza.

En un artículo publicado en el Mercurio Peruano, Pedro de Ureta y Peralta da


cuenta que en 1792 había 18 minas en actividad en la zona de Huantajaya.

Las vetas de estas minas se presentaban rodeadas de capas de sal gema; en


ella se descubrió más tarde la huantajayita, un cloruro doble de sodio y plata,
de composición 20 Na Cl, Ag CI, que se presenta en incrustaciones o en
cristales cúbicos.

Cerro de Pasco:

Desde antes de la llegada de los españoles, la zona de Cerro de Pasco era


objeto de trabajos mineros para la extracción de la plata. Es en el año de 1630
en el gobierno del virrey Luis Gerónimo Cabrera, que se descubrió el mineral
de Yauricocha o Pasco. Se atribuye el hallazgo al indio Huari Capcha, pastor
de ovejas de una hacienda del lugar.

La explotación se realizó desde el comienzo con marcado buen éxito,


atrayendo a muchos mineros, entre ellos Martín Retuerto, quien abrió en
Lauricocha, dentro de la hacienda Paria, el primer socavón que resultó muy
rico, y que muchos años después, en 1745, fue vendido a José Maíz, quien
perforó otro socavón.

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La gran cantidad de plata extraída de Cerro de Pasco en la época Colonial


provino casi exclusivamente de la explotación de los pacos superficiales que se
beneficiaban por el método de amalgamación. Los socavones hechos fueron
de poca profundidad, solo en el año de 1780 se comenzó el de San Judas, con
una penetración de 1,400 varas bajo tierra, unos mil doscientos metros. Su
ejecución duró alrededor de unos veinte años, terminándose en 1800, aunque
uno de sus ramales, el Yanacancha, se prosiguió hasta 1807. Además, en
1806, se emprendió la construcción del socavón de Quiulacocha.

Se creyó inicialmente que se trataba de tres minas diferentes, pero las


excavaciones y avances posteriores demostraron que era un solo manto, con
varios pliegues, con afloramientos visibles en una extensión de más de tres
kilómetros. El yacimiento se extiende por una serie de montañas, en la mesa
de Bombón, a más de 4000 metros de altitud, rodeando la laguna de
Colquijirca, de pórfido cuarcífero, cuyo nombre significa en Quechua Cerro de
plata’.

El gran problema de las minas de Cerro de Pasco fueron las inundaciones que
dificultaban e impedían los trabajos. La solución llegó a través de la revolución
industrial, y la primera máquina a vapor usada en América fue instalada en la
mina Santa Rosa de Cerro de Pasco, en 1816.

Fue durante las luchas por la independencia que las tropas realistas
destruyeron las bombas a vapor porque las minas de Cerro de Pasco eran la
principal fuente de ingresos económicos para los independientes.

Laycacota:

Fue José Salcedo, quien en 1657, según unos por revelaciones de un indio,
según otros por consejo de una india, atacó el crestón del vecino Cerro de
Laycacota, descubriendo una valiosa veta; lo mismo hizo en la laguna cercana
que mandó barrena, “encontrando una rica mina de plata blanca”, que pudo ser
extraída a poco costo, abriéndose dos bocas principales, la de ‘Las Animas” y
la de “Laycacota la baja”. Se asegura que de esta última, en una sola noche,
José Salcedo sacó 93 bolsas de mineral, por valor de más de cien mil pesos.
En la misma mina obtuvo un bloque de plata maciza y sin mezcla, que pudo ser
marcada como si fuera una barra una vez fundida para separar el quinto del
rey. La riqueza del cerro se extendió a los cerros de Cancharani, Azoguine y
otros.

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Los Salcedo envanecidos y soberbios por el éxito económico alcanzado con la


mina de Laycacota, se enfrentaron a las autoridades coloniales, siendo el virrey
Conde de Lemos, quien apresó a José Salcedo y lo llevó a la horca.

El virrey Conde de Lemos hizo arrasar y asolar la población de San Luis de


Alba (Laycacota), que contaba con más de tres casas y dispuso el traslado de
la capital de la provincia de Paucarcolla a la población de San Juan Bautista de
Puno.

La dramática peripecia de Laycacota y los Salcedo tuvo efectos catastróficos


desde el punto de vista minero, pues el rico yacimiento fue inundado. Las
labores quedaron definitivamente interrumpidas y se anegaron.

Hualgayoc:

No obstante estar entre los más ricos yacimientos de plata explotados durante
la colonia, los datos de las minas de Hualgayoc son escasos, lo que tal vez
obedece alo tardío de su descubrimiento español, el año de 1771.

El nombre de Hualgayoc significa “tiene collar”, y se debe a la saliente en forma


de anillo que circunda la cima más alta de la región. Hay evidencias de que sus
minas fueron trabajadas en tiempo de los incas, particularmente las ubicadas
en los cerros de Chupicayacu, así como también algunas riquísimas minas
superficiales que presentaban adherencias de plata nativa a las raíces de las
gramíneas, característica que fue observada y comprobada por Humboldt.

Los minerales de Hualgayoc contenían oro, plata, cobre y plomo. Humboldt


indica que también hay huellas de habérseles beneficiado a la orilla derecha
del río Mucurpampa, entre el cerro de San José y el lugar que los indígenas
denominan Choropampa, donde se han encontrado grandes masas de oro
diseminadas en ramas y fibras, contorneadas en algunas vetas de rosicler y de
plata sulfúrea.

Humboldt indica que la plata sacada de esas minas en los primeros 30 años,
desde 1771 a 1802 “excede probablemente en mucho” de 30 millones de
pesos; y Raimondi menciona la misma cantidad como rendimiento de los
últimos 30 años del siglo XVIII.

Minería de Oro:

La producción aurífera durante la colonia tuvo menos importancia que la de la

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plata. Según da cuenta Cieza de León en su relato sobre las guerras civiles del
Perú, al principios se explotaron y en gran escala desde 1542, los yacimientos
de Carabaya, así como los de Oruro, Asillo y Azángaro.

Además de los de Carabaya, también fueron famosos los de Sandia; unos y


otros habían sido intensamente trabajados durante el Tahuantinsuyo; y su
explotación hispánica se incrementó después de la derrota de Gonzalo Pizarro
por La Gasca, probablemente hacia 1549, a la llegada de numerosos
españoles prófugos que fundaron la población de San Juan del Oro.

En 1550 se descubrió en la provincia de Condesuyos un rico yacimiento


aurífero en Chaucalla, determinando la formación y surgimiento del pueblo de
ese nombre. Parece que al margen del control real existían mitas en los
lavaderos de Carabaya y Zaruma.

Acontecimiento destacado fue el descubrimiento de una mina de oro cerca de


Cotahuasi, Arequipa, el año de 1612, llamada Montesclaros.

En la relación que Fray Buenaventura Salinas ofrece sobre las minas


descubiertas hasta 1630, se mencionan entre las de Oro: Carabaya, Chilpacas,
Collay, Chimbo, Zaruma, Chocorbos, Cuenca, Sarguansongo, Mandinga,
Popayán, Quixos, Valladolid, Cuayllay, Labia, Canas y Canchis, San Juan del
Oro y Vilcabamba.

Descubrimientos posteriores son los de Alpacay en 1680, Chorunga en 1750;


Chalhuani en 1775. En los departamentos del Sur se trabajaban además los
yacimientos de la Convención, Paucartambo y Cotabambas, atestiguando una
extensa población los desmontes dejados en las minas de Cochasayguas
(Cotabambas). En el Norte, los lavaderos de Pallasca y las minas de Pataz.
Según la memoria del Virrey Gil, en su época, de 1790 a 1795, había en
actividad 69 minas de oro, con 122 molinos, sin contar los lavaderos.

Otras minas de plata:

Se ha dicho ya que la minería de plata en la Colonia adquiere su real


importancia a partir de la adopción del llamado sistema “de patio”, modalidad a
escala económica dei de amalgamación, implantado en México por Bartolomé
de Medina, y que en el Perú se incorporó en 1751, en el gobierno del Virrey
Francisco de Toledo, por Pedro Fernández de Velazco.

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La amalgamación se generalizó en todo el Virreynato, determinando,


paralelamente, el auge de la minería del azogue, que se hizo esencial dado el
rápido incremento que causó la extracción de la plata.

Entre muchas minas que fueron descubiertas y trabajadas, requieren mención


especial las de Castrovirreyna y San Antonio de Esquilache. Hay que agregar
el cerro de Colqueporco (cerro de plata en quechua) en la provincia de
Huaylas.

El origen de la villa de Castrovirreyna fue el descubrimiento de las minas de


Urococha y Choclococha en la comarca de Huancavelica, cuya producción
alcanzó tal importancia, que ya en 1592 hubo que nombrarse corregidor de
distrito, y se establecieron las Cajas Reales del asiento.

El descubrimiento de la mina de San Antonio de Esquilache en Puno, se sitúa


en 1619. El cerro de San Antonio dista 12 leguas de la ciudad de Puno. El
hallazgo fue hecho por Durán, compañero de los famosos Salcedo. El asiento
comprendió las minas de Farallón, Crestón, Concepción, Los Pobres, El
Azufrado, Belén, San Miguel, San Antonio, Tingo María, Atacocha, Victorias,
Nuevo Potosí, San Sebastián, Colcochagua, Recuay, Cajamarca, Huánuco,
Berenguela, Coracollo, Conchucos, Caylloma y las minas de Ventaya en la
provincia de Carabaya, descubiertas entre 1710 y 1713.

Y en los umbrales de la emancipación, 1818, estaban en operación las


siguientes minas: Pomasi, Paratía, Lagunillas, Angostura, Quillogillo, Chupica,
Amatía, Chuallani, San Antonio de Esquilache, Carachanca, Chuique, Pompea
y Cancharani.

Se ha estimado que en los primeros años del Virreinato la producción peruana


de plata tuvo un promedio anual entre 150 y 200 toneladas métricas,
incluyendo amalgamación, fundición y evasiones.

Minerales varios:

Conocido es que los conquistadores españoles solo pusieron interés en los


metales preciosos, oro y plata, que se hizo extensivo al azogue por la
importancia que este mineral tenía para el más provechoso beneficio de la

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plata.

Es natural que, con la Colonia, en todo lo que no fuera oro y plata, la minería
languideciera. Lo poco que se extrajo de otros metales fue ocasionalmente, por
encontrárseles como componentes de aquellos.

Es a raíz de las incursiones de los barcos piratas que las autoridades


coloniales se acordaron de la utilización del cobre y del estaño para la fundición
de cañones de bronce, indispensables para la defensa del litoral.

Lo poco que se extrajo de cobre procedió de Cerro de Pasco y de algunas


otras explotaciones de mineral de plata; pero las principales explotaciones
fueron de las minas del Alto Perú, como las de Oruro, Lagunillas, La Paz y
Corocoro, o en las regiones de Copiapó y la Serena en Chile, así como las que
se descubrieron en Salta, Argentina.

El estaño se trabajó principalmente en La Paz, Oruro y Potosí. También se


trabajaron las minas de Carabuco y posiblemente las de Colquiri.

El plomo se extraía de casi todas las minas de plata. Las minas de zinc apenas
se explotaron. En cuanto al hierro, su explotación fue nula; sólo al final de la
dominación española se descubrieron las minas de Santiago del Estero y Salta,
ambas en Argentina.

Mención especial debe hacerse de las breas coloniales, que si bien extraídas y
aprovechadas en mínimas proporciones, constituyeron el antecedente de la
industria petrolera desarrollada en la República ya en el presente siglo XX. La
historia de esta explotación se centra exclusivamente en las minas de Amotape
en Trujillo.
La explotación de las salinas fue otro sector importante, siendo las más
significativas las de Yocolla, Potosí, Chilca, Tumbes, Puerto Viejo, valle de Hua
ura, en la provincia de Condesuyos.

Es hacia fines del virreinato que en Minerva Peruana se hace noticia, el año de
1809, el descubrimiento del nitrato de soda, cuya explotación sólo habría de
comenzar en 1830, en los primeros años de la República. Es el punto de
partida de la historia del salitre.

La metalurgia colonial:

Las primeras fundiciones realizadas por los españoles datan de la llegada de

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Francisco Pizarro, que ‘mandó fundir cierto oro que estos caciques (de Hachire,
Almotaje o Amotape, Tangarará) y el de Tumbes habían dado de presente”.
Esta inaugural fundición, para reducir el oro a tejos, se habría realizado en
Tangarará o en el puerto de San Miguel de Piura.

Antes que se introdujera, en 1571, el procedimiento de amalgamación con el


azogue, el beneficio de los minerales de oro y plata se hacia únicamente por
fundición. Se usaban hornos de diverso tipo, según que el combustible utilizado
fuese carbón o leña. Eran muy parecidos a las guairas incaicas.

Los métodos hispanos no siempre fueron eficaces, y asi, en Potosí durante 25


años, hasta la amalgamación se siguieron usando las pequeñas y primitivas
guairas de los indios. Como inventor del proceso metalúrgico de amalgamación
se reconoce a Bartolomé de Medina español llegado a México hacia 1553. El
método se utilizó durante tres siglos sin sustanciales modificaciones, solamente
con algunas mejoras, entre las cuales es destacable el beneficio de caso y
conocimiento inventado en 1590 por Alvaro Alonso Barba.

El procedimiento de amalgamación era sólo aplicable a los minerales oxidados


o “pacos” y a los minerales auríferos. En los primeros se lograba una extracción
de 50% a 70% máximo, con una pérdida mínima de una libra de azogue por
marco de plata. También se extendió el método a algunas especies sulfuradas.
A los sulfuros complejos no amalgamables de ninguna forma, se les designó
con el nombre general de minerales rebeldes y su aparición marco muchas
veces el abandono de las exploraciones, aún en el caso de minerales de alta
ley.

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En cuanto al azogue, al principio los minerales de Huancavelica se destilaban


calcinándolos en simples vasijas de barro; después se usaron las llamadas
javecas y otros tipos, hasta que en 1633, Lope de Saavedra Barba, un médico
avecindado en esa ciudad, inventó los hornos que se llamaron busconlles,
usados sin modificación hasta los últimos tiempos.

1.4. LA ÉPOCA REPUBLICANA.

La época republicana se inicia con la guerra de la independencia, en la cual la


actividad minera decae drásticamente, pues las instalaciones mineras eran
destruidas por causa de los saqueos, produciéndose también una escasez de
mano de obra debido a que la mayoría de los obreros eran reclutados para
defender el país, siendo así, el primer medio siglo de la vida independiente la
continuación de la decadencia de los últimos años de la colonia.

Algunas autoridades de nueva república ya independiente carecían de


experiencia y capacidad de organización para realizar un impulso para volver a
la actividad extractiva, se realizaron algún esfuerzo y se dictaron varias
disposiciones orientadas a realzar la minería, la producción siguió baja por
varios anos.

Algunos antecedentes notables fueron:


En 1809 “La Minerva Peruana hace un anuncio muy importante del
descubrimiento de nitrato de sodio”.
1830 empieza su explotación, en el mismo año, la introducción al país por
primera vez máquinas de vapor para desaguar las minas de Cerro de Pasco,
por Pedro Abadia.
1840 empieza la explotación del guano de Isla.
1860 se realizan numerosos esfuerzos para explotar el cobre de ca y Nazca.
1870 se inicia la construcción de ferrocarriles.
1876 se funda la Escuela de Ingenieros.

Esta etapa se caracterizó por la explotación del guano y el salitre; en 1884 se

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inicia la reconstrucción de un país abatido por una derrota.

En el período de 1884 hasta el término del siglo se dieron importantes hechos


que vale la pena mencionar.

El 8 de febrero de 1890 se da la Ley por la cual se exonera por 25 años la


industria minera a todo gravamen e impuesto excepción de la contribución de
minas instauradas por la ley del 12 de enero de 1877, en el año de 1890 se
descubre los boratos de Arequipa.
En 1896 se crea el ministerio de fomento y en 1897 se funda la Sociedad de
Ingenieros del Perú.

El interés del sector empresarial se desplazó hacia la minería de cobre; mineral


que había cobrado importancia luego del alza de su cotización a mediados de la
década de 1890-1899 y de la reducción considerable del costo de transporte; en
1892 el ferrocarril central llega a Casapalca y el año siguiente a la Oroya.

Posteriormente, para hacer rentable la explotación de minerales de menor ley


en esta zona, hubo necesidad de instalar fundiciones, que permitieran disminuir
aún más el costo del transporte que, en estos casos, resultaba elevado.

De esta forma a comienzos del siglo, se encontraban operando once


fundiciones en Cerro de Pasco y cuatro en zonas aledañas, las cuales llevaron
un mayor dinamismo económico a la zona.

Hacia mediados de la década 1890-1899, la minería en el Perú era desarrollada


por un número elevado de pequeños empresarios nacionales e inmigrantes, que
extraían fundamentalmente metales preciosos. Fueron ellos los que primero
impulsaron la producción cuprífera en Cerro de Pasco, pues hasta 1897 sólo
existían dos empresas extranjeras; sin embargo, a partir de entonces, comenzó
en esta región un proceso de desnacionalización y concentración de la
propiedad de la minería, proceso que se acentuó después de 1900, cuando
gran parte de las explotaciones existentes fueron adquiridas por inversionistas
extranjeros.

1.5. LA MINERÍA EN EL SIGLO XX Y EN LA ACTUALIDAD

Ingresamos luego al siglo XX en el cual se producen hechos de gran

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trascendencia, como por ejemplo la promulgación del nuevo código de minería.

En el año de 1903 se organiza por primera vez la estadística minera, en el año


de 1904 llega el ferrocarril a Cerro de Pasco, el auge de la plata es reemplazado
por el del cobre hasta que perdure la crisis económica mundial 1929-1932, en
éstas tres primeras décadas el auge del cobre se reforzaron la instalación en el
año de 1922 de la fundición de Oroya la constitución en el año de 1926.

El año de 1904 se inicia la explotación de bismuto en las minas de San Gregorio


que perduraría hasta 1914, ese mismo año se constituyó la azufrera Sechura.
Para explotar el azufre de la costa del desierto de Sechura en 1905 se exporta
1778 Kg. de mineral de níquel de Ayacucho, el año de 1907 se inicia la
explotación de antimonio y en 1907 la de vanadio. En 1910 se comenzaron a
trabajar los yacimientos de tungsteno de Ancash y la libertad y en 1915 se inicia
con la explotación del molibdeno.

En el año de 1915 al cumplirse los 25 años de rigor de la ley del 29 de


noviembre de 1890 que exonero todo impuesto a minería, se establecen los
derechos de exportación como una forma de impuesto a las utilidades al oro, la
plata y el cobre.

En el año de 1922 se crea la dirección de minas y petróleo y el año de 1926 al


darse la ley 7574 se exonera al plomo y al zinc de todo impuesto.

Pasada la crisis de los años 29 al 32 resurge la minería aurífera al amparo de la


ley 7601 del año 1930 y tomó impulso la minería de plomo y zinc.

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La creación del Banco Minero del Perú el año de 1942 de fundación del Instituto
Geológico en el año de 1944, la división de la Dirección de Minas y Petróleo en
dos direcciones en 1949, la creación de las Jefaturas Regionales de Minería y el
Registro de Concesiones y Derechos Mineros en marzo de 1950 y promulgación
del Código de Minería el 12 de mayo de 1950 son hechos relativamente
recientes.
En los últimos 50 años, el Perú registra la producción de 20 metales: oro, plata,
cobre, plomo, zinc, fierro, tungsteno, vanadio, manganeso, molibdeno, níquel,
arsénico, antimonio, bismuto, mercurio, cadmio, estaño, indio, telurio y talio; y
de 24 no metálicos: petróleo, carbón, azufre, cal, cemento, sal, yeso, agua,
mineral, arcilla, baritina, borax, cuarzo, caolín, ocres, sillar, graba, sílice, mica,
asbesto, salitre, sulfato de magnesio, talco y tierra de infusorios.

En 1900, el gobierno de presidente López de Romaña promulgó el Código de


Minería. Este código unificaba la dispersa legislación vigente, a la vez que
recogía algunas instituciones creadas por la legislación mexicana para superar
conceptos provenientes de la época colonial. El nuevo código establecia por
ejemplo que la propiedad minera se consideraba un bien inmueble, concedido a
perpetuidad, por lo cual podía ser objeto de libre disposición y ser hipotecado.

A raíz de dicha norma, y gracias al dictado de leyes que daban incentivos


tributarios a la actividad minera, se produjo un flujo significativo de inversión
extranjera destaca la creación, en 1901, de la empresa Cerro de Pasco Mining
Corporation, Northern Perú Mining and Smelting Company y la Vandium
Corporatlon.

En 1902 se funda el Cuerpo de Ingenieros de Minas y ese mismo año, se


organiza la Cerro de Pasco Mining Co. Predecesora de la Cerro de Pasco
Copper Corporation.
La producción de cobre empezó a crecer desde comienzos del siglo, sobre todo
por el aumento de la producción de Morococha y la apertura di tramo ferroviario
la Oroya - Cerro de Pasco, lo cuál favoreció el transporte y por ende, la
explotación de minerales. Asimismo, en 1906, se puso en funcionamiento la
fundición de Tinyahuarco, que empezó a producir cobre blister.

En general, entre 1900 y 1917, la minería metálica tuvo un crecimiento


importante debido principalmente a la inversión extranjera que introdujo capital
en gran escala y nuevas tecnologías. Así, la minería volvió a ser una de las
principales fuentes de ingreso de divisas, aunque sin igualar todavía la
importancia de productos agrícolas como el algodón y el azúcar.

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MINERIA PERUANA Y SUS RECURSOS Owal A. Velásquez Viza

Durante la Primera Guerra Mundial, el aumento de la demanda elevó el precio


de los metales. Este aumento de la demanda tuvo una influencia positiva en la
producción, pese a los peligros, escasez de medios de transportes y el mayor
costo de seguros, Al finalizar la guerra cayeron las cotizaciones y Estados
Unidos restringió la importancia de cobre de bajo contenido metálico, lo cual
afectó a muchos productores nacionales. Debido a ello, Cerro de Pasco empezó
la construcción de la fundición de la Oroya para reducir costos y tratar metales
de menor ley. En este período, luego de una breve y ligera contracción, la
minería peruana -especialmente la de cobre, volvió a crecer, para luego verse
afectada por un retroceso severo debido a la caída de las compras externas y el
bajo nivel de precios como consecuencia de la Gran Depresión, la cual causó
profundos trastornos en casi todos los países exportadores de la región.

A mediados de la década de 1930-1939, la cotización de los metales empezó a


recuperarse, a excepción del cobre, la cual se mantuvo deprimida hasta fines de
la segunda guerra mundial.

Esta evolución afecto particularmente a las compañías extranjeras, que


explotaban principalmente cobre aunque también eran las mayores productoras
de oro. Resurgió así la minería con empresas de capitales nacionales,
empresas que fueron favorecidas por una nueva legislación que les dio prioridad
en los denuncios. Estas empresas se dedicaron, en su mayoría, a la explotación
aurífera. Estas condiciones provocaron que la producción de oro tuviera un
notable crecimiento durante los años 1930-1939.La producción de este metal
alcanzo un nivel máximo de 8.9 toneladas de oro fino en 1940 y a partir de
entonces empezó a decaer hasta 1948 (cuando la producción alcanzó sólo 3.5
toneladas) para mantenerse estable después de 1950.

La caída en la producción de oro se compensó con el desarrollo intensivo de la


explotación de plomo y zinc, incentivada por el alza de precios a partir de los
primeros años de la década 1940-1949.Al recuperarse aún más las cotización,
la Cerro de Pasco construyo su concentradora en Casapalca para tratar los
minerales de plomo, plata y zinc y dio inicio a las operaciones de un horno de
plomo en la Oroya. Entre las nuevas compañías nacionales que aparecen en
estos años destacan las minas Cercapuquio, la compañía minera Atacocha y el
sindicato minero Río Pallanga.

Pese a este resultado favorable observado en el plomo y el zinc; en términos


generales, la producción minera del país declino durante la segunda guerra
mundial. Esto se debió a la caida en la demanda externa de metales a partir de
1941, luego que se frenara la carrera armamentista que había venido
impulsando en los años previos. Adicionalmente, la actividad exportadora hizo
frente a serios problemas de transporte derivados del conflicto bélico, los que
causaron desabastecimiento de insumos, maquinarias, equipo y repuestos.

En estos años se destaca el impulso que recibe la minería con la creación de


instituciones gremiales y de fomento, como el Instituto de Ingenieros de Minas
del Perú (1 943),el Instituto Geológico del Perú (1 944)y el Banco Minero del
Perú (1940).En 1942,se creo la Corporación Peruana del Santa, que impulso la
industria del acero a través del desarrollo de la minería de hierro en Marcona y
la puesta en marcha de una central hidroeléctrica y una planta siderúrgica en
Chimbote. El Banco Minero por su parte, empezó a cumplir un rol muy
importante en el desarrollo de la pequeña y mediana minería, gracias a los
diferentes servicios que prestaba, como el establecimiento de oficinas en
diferentes zonas para comprar minerales y la operación de plantas
concentradoras para el procesamiento de minerales provenientes de otras

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MINERIA PERUANA Y SUS RECURSOS Owal A. Velásquez Viza

minas; además de conceder prestamos promocionales.

Se puede concluir, entonces, que la mayor importancia adquirida por las


empresas Nacionales medianas y pequeñas no fue producto de un
desplazamiento del capital extranjero de los yacimientos que poseía y que
siguió explotando, sino del mayor apoyo estatal a la minería nacional y de la
relativa menor tasa de inversión de las empresas extranjeras.

A partir de 1948, con el régimen del General Odría, se da un nuevo impulso a la


actividad minera al otorgársele un adecuado trato cambiario y al Iiberalizarse,
además, la importación de bienes de capital e insumos más importante aún, en
1950, se promulgó el nuevo Código de Minería que racionalizó los impuestos y
asignó mayor importancia al impuesto a la renta que al aplicado a las
exportaciones. Permitió, al mismo tiempo, mejores márgenes por depreciación y
agotamiento.

Gracias a estos dispositivos, aumentó fuertemente la inversión de las empresas


medianas y pequeñas y se produjo el ingreso de nuevas compañías extranjeras
de gran tamaño como la Southern Perú Copper Corporatión y la Marcona
Mining Company (1952). Estas emprendieron nuevos proyectos de desarrollo en
el Sur del país: de cobre en Toquepaia, la primera y de hierro, en Marcona, la
segunda

La Cerro de Pasco Mining Corporation, por su parte empezó a extraer


intensivamente zinc y plomo en Casapalca y Cerro de Pasco, con lo cual se
incrementó la participación del capital foráneo en la explotación de estos
metales. Los precios de ambos metales y del cobre subieron de manera
importante, debido a la política norteamericana de acumulación de stocks y a la
Guerra de Corea.

En este período se inicia también la articulación de la industria nacional con la


minería, al iniciarse la fabricación local de algunos insumos y bienes de capital
requeridos por ésta (como por ejemplo, concentradores para flotación). La Cerro
de Pasco también contribuyó a aumentar los encadenamientos con el resto de
la economía, al crear empresas abastecedoras de artículos para la minería.

Entre 1960 y 1969 se produce una pérdida de dinamismo en la pequeña y


mediana minería ante la caída de los precios del plomo y zinc. El estado, por su
parte, mantuvo una presencia cada vez más importante a través del Banco
Minero; aunque todavía toda la explotación minera estaba en manos privadas.

La inversión extranjera, que fue particularmente elevada durante el período


1950-1959, experimentó una reducción en la década siguiente, pues sus
relaciones con el gobierno, se deterioraron fundamentalmente, por que se la
grabó con mayores impuestos, sin embargo, la producción no se vio afectada,
pues entraron en operación los proyectos desarrollados en el decenio anterior.
Este fue el caso de Toquepala, que recién entró en la fase de explotación en
1960. La única mina grande cuyo desarrollo se inició en este período fue la de
Cobriza, propiedad de la Cerro de Pasco Mining Corporation.

A partir de la llegada al poder del gobierno militar (1968) la actividad minera en


el Perú sufrió profundos cambios, especialmente, en la estructura de propiedad,
por el rol empresarial que se le asignó al estado.

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MINERIA PERUANA Y SUS RECURSOS Owal A. Velásquez Viza

En 1968 se creó el Ministerio de Energía y Minas para hacerse cargo de la


política sectorial. En 1970, mediante el Decreto Ley 18225, se establece el
monopolio del Estado en la comercialización y refinación (sobre derechos
adquiridos) de productos mineros; se creó la Empresa Estatal Minero-Perú para
llevar a cabo la explotación directa de yacimientos, se suprimió la reserva por
agotamiento que establecía el artículo 54 del Código de Minería del año 1950 y
también se estableció el pago del impuesto a la renta en una escala progresiva
determinada en base al ratio de renta bruta (diferencia entre el precio de venta y
los costos, sin considerar los intereses, depreciación y amortización del activo
fijo) sobre la inversión (inversión en activo fijo del año).
En 1971, mediante el Decreto Ley 18880, se promulgó una nueva “Ley general
de Minería”. Esta establecía que los yacimientos minerales son propiedad del
estado, quien puede entregarlos en concesión a particulares para su trabajo.
Por otra parte, se dividió la actividad minera en dos campos: la privada y la
estatal. Además, se creó la comunidad minera y las acciones laborales con el fin
de otorgar participación a los trabajadores en el patrimonio de las empresas.

En 1973 se produjo la expropiación y la estatización de dos de las más grandes


compañías de capital extranjero que operaban en el país: la Cerro de Paseo
Mining Corporation y la Marcona Mining Company, las cuales sirvieron de base
para la creación de las empresas estatales Centromin-Perú y Hierro Perú. De
esta manera, la presencia del estado creció en forma sustantiva en la gran
minería, y éste llegó a controlar la mayor parte de la producción de los
principales minerales metálicos.

Asimismo, se efectuaron fuertes inversiones públicas en diversos yacimientos


(Cerro Verde, continuación de Cobriza y otros) y en refinerías (las de cobre en
¡lo y de zinc en Cajamarquilla). El capital extranjero desarrolló otro gran
proyecto de cobre, bajo contrato con el Estado: el de la Southern Perú Copper
Corporation en la mina Cuajone a partir de 1969, que entró en producción en
1976.

En los primeros años de la década del 1970-1979, la producción de ¡os


principales metales presentó un comportamiento diferenciado. Mientras que la
producción de cobre y hierro cayeron entre 1970 y 1976; la de plata, plomo y
zinc creció en forma significativa. En estos tres casos, dicho desarrollo se vio
alentado por la mejora en la cotización de estos metales.

La producción de oro también se recuperó en estos años, al ser incentivada la

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MINERIA PERUANA Y SUS RECURSOS Owal A. Velásquez Viza

producción del tipo aluvial por el Banco Minero a través de la ley de Promoción
Aurifera, y experimentarse un sostenido aumento en la cotización de este metal.
La participación de las exportaciones de productos mineros en el total de las
exportaciones del país entre 1970 y 1977 bordeó el 50% con ello se confirmó su
importancia en la generación de divisas, la cual ya había quedado en manifiesto
durante los años anteriores.

La realidad actual del sector minero

Desde mediados de la década de los ochenta y hasta 1992, la minería atravesó


por una fase de depresión, manifestada en tasas de crecimiento negativas y en
la disminución de las inversiones en el sector. Este panorama se modificó en los
años posteriores, cuando el sector entró en una etapa de franca recuperación
como resultado de las reformas económicas que se pusieron en ejecución, y el
importante incremento de los precios internacionales de los principales
productos mineros. Entre otros aspectos, las reformas antes mencionadas
comprenden: la dación de una ley de minería que la pone en ventaja en relación
con los otros sectores, la desregulación y liberalización cambiaría, la
privatización de las empresas públicas mineras en su etapa final, etc.

Durante los últimos tres años el sector ha venido registrando una expansión
productiva: 8% en 1993, 3,6% en 1994 y 2.3% en 1995. Además de las razones
que explican el incremento productivo de cada metal en particular, la realización
de contratos de compromiso de inversión con estabilidad jurídica tributario, con
Southern Perú Copper Corporation, Consorcio Aurífero Retamas, Consorcio
Horizonte, Sociedad Minera Cerro Verde, Minsur S.A., Magma Tintaya y Minera
Yanacocha, han sido factores que han incentivado a las empresas mineras a
elevar su producción y productividad.

Este entorno favorable se ha traducido en una elevación de las exportaciones


de la minería metálica, las cuales aumentaron en 29.8% en 1994, y en 32.6%
durante el último año. Adicionalmente, los US$ 2608.7 millones que entraron al
país por concepto de exportaciones mineras en 1995 constituyen un récord
histórico; y el volumen exportado parece ser también el más elevado de los
últimos veinticinco años. Ello ha permitido un incremento de la participación de
este rubro dentro del total de exportaciones. Así, en 1995 ¡a importancia relativa
del sector fue de 46.8% (ia mayor en los últimos diez años). Este crecimiento de
las exportaciones mineras se debe en parte a la elevación del precio de la
mayoría de metales y, de otro lado, al aumento en la producción de oro, hierro y
otros metales.

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SITUACIÓN ACTUAL DE LA MINERÍA

Por ser el Perú un país rico en recursos minerales, desde la época pre-hispánica hasta
nuestros días, tanto la explotación como el procesamiento de nuestros recursos
mineros han constituido actividades económicas de suma importancia, que han
logrado forjar un sector empresarial nacional, recursos humanos, industrias y servicios
conexos, altamente calificados y especializados, los mismos que otorgan a nuestro
país la competitividad necesaria para desarrollarse sosteniblemente en este campo.

La estabilidad y libertad económica y comercial, la promoción de la inversión, y la


privatización del 90% de las operaciones y proyectos mineros del Estado, han
permitido a la industria minera recobrar su capacidad para soportar las crisis de
precios que, desde 1998, viene afrontando exitosamente.

Al presente, la mayoría de empresas nacionales y extranjeras, o bien han concluido la


construcción de sus proyectos, o se encuentran en proceso de ampliación y de
consolidación de nuevas instalaciones. A ello se suma la actividad de los consorcios
mineros internacionales que se encuentran reconociendo el potencial y las
oportunidades de inversión minera que existen en el Perú.

La industria minera, en sus actividades de exploración, explotación y beneficio de


minerales, demanda la participación de múltiples recursos y servicios humanos,
financieros, industriales y técnicos (encadenamientos hacia atrás); a la vez que
propicia el desarrollo, por la transformación de sus productos, de nuevas industrias
(encadenamientos hacia delante) que contribuyen a dinamizar la economía del pais.
De esta manera, la minería contribuye indirectamente a elevar el nivel de empleo y de
vida de nuestra población.

POLÍTICA DE DESARROLLO MINERO:

“Alcanzar el nivel óptimo de exploración y explotación de los recursos mineros en


armonía con los criterios de desarrollosostenible, a la vez que definiendo y
conservando políticas que promuevan la inversión en un marco de desarrollo amigable
con la comunidad nacional, a fin de mantener un equilibrio económico social”.

La meta es alcanzar una inversión de US$ 1 000 millones anuales entre el 2001 y el
2009.

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El Estado otorga a la inversión privada en la industria minera:


• Un marco legal adecuado y estable, que define una posición internacional
competitiva,
• Ausencia de competencia con el sector privado, puesto que a la fecha sólo quedan
en manos de Estado algunos proyectos mineros por privatizar.
• Promoción de la inversión, mediante la:
- Modernización y eficacia de los procedimientos administrativos del subsector,
- Actualización constante del Catastro Minero Nacional,
- Difusión de estudios geológicos y de naturaleza metalogénica actualizados.
- Fiscalización de las actividades mineras por empresas especializadas.

PROYECCIÓN DE LAS INVERSIONES

Se estima que entre los años 2001 y 2009 se producirá una inversión cercana a los
US$ 9 069 millones en el sub-sector minero peruano. Con ello será posible
incrementar en un 70% el valor actual de las exportaciones mineras, y aumentar las
compras locales de US$ 1 000 millones, a un mínimo de US$ 2 000 millones.

Se estará propiciando asimismo el desarrollo o ampliación de las industrias de


suministros mineros, con la consecuente multiplicación del empleo.

Cerca de US$ 1 367 millones de las inversiones que se ejecuten durante el período
2000 -2009 corresponderán a ampliaciones que ya están aprobadas por las empresas
y que actualmente se encuentran en ejecución. Entre ellas, las más importantes son
las de la planta concentradora de Toquepala y las de lixiviación e intercambio iónico,
también de Toquepala; las de precipitación y fundición de Carachugo en Yanacocha; y
en segundo orden, las de lzcaycruz y Atacocha.

Se invertirán US$ 2 565 millones en proyectos en actual construcción: Antamina, la


planta de óxidos de Tintaya, La Quinua de Yanacocha, yAntapite de Buenaventura. En
los proyectos con estudio de factibilidad se esperan inversiones por US$ 3 268
millones. Cabe mencionar al respecto: Antapacay, La Granja, Quellaveco y la planta
de intercambio jónico de Cuajone.

Las inversiones que se generen en los próximos 5 años en proyectos que actualmente
se encuentran en etapa de exploración avanzada, o en aquellos que se inicien hasta el
año 2002, no serán menores a US$ 1 293 millones. Destacan en este rubro: Tambo
Grande, San Gregorio, Minas Conga, Corocohuayco, Magistral y Tantahuatay. Cabe
recordar que existen derechos mineros en cerca de 13 millones de hectáreas, la mayor
parte de las cuales está siendo explorada.

Se estima que los proyectos por privatizar originarán inversiones cercanas a los US$ 2
140 millones. Entre éstos se cuentan: las unidades mineras restantes de Minero Perú
los proyectos de cobre de Michiquillay, Toromocho, Las Bambas; y los fosfatos de
Bayóvar.

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1.6. HISTORIA DE LA MINERÍA EN PUNO

1.6.1. ÉPOCAS PREINCA E INCA

Mucho antes de la llegada de los españoles a la América, florecieron en ella


algunas de las más altas culturas habidas en el mundo: Tiahuanaco, (Chavín,
Nazca y los Incas).

En la parte peruana de la América se desarrollaron dos grandes áreas


metalúrgicas: una en el Altiplano de Collao, con técnicas originales que luego
se extendieron hacia el Norte; y la otra con Chavín como núcleo donde llegó a
alcanzar un nivel tecnológico y artístico realmente impresionante.

En la región del Altiplano surgieron culturas avanzadas como las de Pucará y


Tiahuanaco. Estos antiguos collas aprendieron a trabajar algunos metales
como el oro, la plata, el cobre y el estaño, utilizando este último en la
preparación de bronces.

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MINERIA PERUANA Y SUS RECURSOS Owal A. Velásquez Viza

El plomo y el mercurio también fueron conocidos aunque poco utilizados, así


como otros minerales, cuya terminología quechua aun esta vigente en nuestras
serranías, además de muchos otros vocablos que han sido olvidados por más
de cuatro siglos de desuso.

En aquellas épocas la explotación minera era solo superficial debido


principalmente a las limitaciones originadas por la falta de ventilación y
alumbrado para una explotación mas profunda.

“En cambio en el campo metalúrgico, se emplearon ingeniosos procesos de


fundición lográndose purificar metales hasta superar el 99% de contenido fino.
Usando técnicas igualmente desarrolladas se obtuvieron bronces de bajo
contenido de estaño y se purifico el cinabrio”.

El Imperio Inca asimilo todos estos conocimientos expandiéndolos a lo largo de


todo su territorio.

Carabaya tubo renombre por la calidad y cantidad de oro, ya en polvo, ya en


pepitas, que ofrecía a los orfebres incaicos, fama que se acrecentó a la llegada
de los españoles quienes, peso a las ingentes cantidades de oro que negaron a
saber de sus doradas arenas y de sus minas, no lograron agotarias, como no lo
han logrado aún los mineros republicanos de nuestros días.
El prestigio del oro de Carabaya o Callahuaya como decían los Incas, fue tan
grande que, al respecto. Garcilazo de la Vega, en sus Comentarios Reales de
los Incas al referirse al oro y la plata del Perú, nos dice “El oro se coge en todo
el Perú; en unas provincias es en más abundancia que en otras, pero
generalmente lo hay en todo el reino. Hállese en la superficie de la tierra yen
los arroyos y en ríos, donde lo llevan las avenidas de las lluvias: de allí lo sacan
lavando la tierra o la arena, como lavan aquí los plateros la escobilla de sus
tiendas, que son las barreduras de ella. Llaman los españoles lo que así sacan
oro en polvo, por que sale como limalla: algunos granos salen gruesos, de dos,
tres pesos y más; yo vi granos de a más de veinte pesos, llamándoles pepitas,
algunas son llamas como pepitas de melón o calabaza otras redondas otras
largas como huevos. Todo el oro del Perú es de diez y ocho a veinte quilates
de ley, poco menos. Solo el que se saca en las minas de Callavaya o
Cailahuaya es fin ísimo de veinticuatro quilates, y aún pretende pasar de ello,
según me lo han dicho algunos plateros en España”.

El año 1,556, se halló en un resquicio de una mina, de las Callayuaya, una


piedra de las que se creían con el metal del tamaño de la cabeza de un

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hombre; el color era propiamente color de bofe, y aun la hechura lo parecía,


porque toda ella estaba agujereada de unos agujeros chicos y grandes que la
pasaban de un cabo a otro. Por todos ellos asomaba puntas de oro, como si le
hubieran echado oro derretido por encima: unas puntas salían fuera de la
piedra, otras emparejaban con ella, otras quedaban más adentro.

Al parecer, los metalúrgicas altiplánicos, primero trabajaban el oro al estado


nativo, laminándolo al martillo, calándolo y repujándolo.

Más tarde, en Pucará combinaron el oro con el cobre, herencia que recogen los
Tiahuanaco que la expanden a Huaylas, Paracas, Nazca y Chavín donde
alcanzan su apogeo.

También lograron obtener bronces para la elaboración de armas y


herramientas de trabajo, así como objetos de adorno, siendo de ponderar el
perfeccionamiento que alcanzaron en el estirado y laminación de metales, así
como en la obtención de diversas aleaciones.

El cinabrio era utilizado como cosmético por las mujeres, para embalsamar
cadáveres.
La plata era obtenida de yacimientos con plata nativa y por tanto fáciles de
trabajar. El fundido y separación de la plata se hacia por medio de las
“Huayrana” que eran pequeños bracero. “En estos ponían carbón y el metal
encima y puestos por los cerros o laderas donde el viento tenía mas fuerzas,
sacaban de la plata, la cual apuraban y afinaban después con sus fuelles
pequeños o cañones con que soplan” Estos cañones o cafrutos hasta hoy se
denominan “Phukhunas”en quechua, y son utilizados para avivar el fuego en
sus cocinas.

Esta plata así obtenida se utilizaba en la confección de adornos personales y


de ornamentos de sus templos, así como objetos ceremoniales y religiosos.

Dejaron a alcanzar una alta tecnología en el laminado. Soldado vaciado y


pulido de la plata como se puede observar en los múltiples objetos hallados a
pesar de haberse perdido, probablemente, algunos de los mejores ejemplares
al haber sido fundidos por los colonizadores que solo se interesaron por su
valor monetario.

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En el Imperio Incaico y probablemente antes, se alcanzó un alto grado de


especialización no sólo individual sino, también, colectiva. Había pueblo de
tejedores de gran especialización como los de Capachica a orillas del Lago
Titicaca, que confeccionaban las ricas y finas vestimenta para la nobleza
incaica había especialistas alfareros como los de Huacullani y Pucará, de
cuyas manos salieron la gran mayoría de pueblos de cazadores como los
“chokkelas”, de pescadores como los “Uros”, había expertos en mantenimiento
y construcción de puentes y caminos: y por supuesto expertos en metalurgia y
en explotación de placeres auríferos y minas de plata.

Fueron estos grupos humanos, estos entendidos en la explotación de minas,


los primeros en ser sometidos y utilizados por los conquistadores y por lo
mismo, en ser exterminados por los arduos trabajos a que eran sometidos por
sus dominadores, a su vez por su ambición al oro y la plata.

Otros de la mina que se explotó desde la época incaica es posiblemente la


parte de Ananea (Rinconada) la parte de la ladera de Carabaya que
proporcionaron oro en la época Pre-lncaica.

1.6.2. ÉPOCA COLONIAL

Contando con una mano de obra barata (encomiendas, mitas, mingas,


repartimientos, obrajes), de la que se disponía ad Iibitum, lo que menos
importaba en la Colonia era el despilfarro de energías humanas: de ahí que
todo el montaje del trabajo minero se hiciera simplemente a base de ese
esfuerzo muscular que se empleaba a costo ínfimo.

Las innovaciones -muy contadas- que se introdujeron en los métodos de


laboreo, no se inspiraron en ningún caso en sentimientos de humanidad, sino
en el empeño obsesivo de aumentar la producción, con prescindencia de toda
otra consideración. El grado de sordidez a que llegó el espíritu utilitario de los
dueños y conductores de las minas se evidencian en el diferente trato que
daban a indios y negros, que el Padre Miguel de Avia, en su obra
“Servidumbres personales de/indio” traza en esta frase lacerante: donde
trabajan lun tos, el peso del trabajo cae sobre los miserables indios y los
dueños gustan de el/o porque quieren que se mueran antes diez indios que un
negro que les costó su dinero”. La historia de la minería en Puno se caracteriza
por sucesos bélicos (Laykakota).

Las Minas de Laykakota :

(Carmen y José Salcedo)

José Salcedo, por el año de 1665 llegó por la región del Kollao, hasta
Laykakota, y se alojó en la choza de la descendiente de Kusikoyllor y Ollontay
su hija imasumaj, quien se había establecido en las faldas de Laykakota y
había tenido dos hijas Carmen y Teresa y un mancebo llamado Tomás.

Carmen se enamoró perdidamente del apuesto español José Salcedo, quien


explotaba las minas de azogue, pero como estas iban rindiendo cada vez
menos decidió partir, por lo que Carmen como hermana mayor conocía el
secreto dado por su madre sobre la existencia de la mina de Laykakota. Y con

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el objeto de que no partiese el hispano, le reveló el secreto.

Semanas más tarde se desaguó la laguna artificial, quedando al descubierto


las más ricas minas de plata de América, la misma que comenzó a ser
explotada. Los trabajos siguieron en dos bocas: la una denominada “Las
Animas” y la otra “Laykakota la baja”. De la segunda de ellas en una sola noche
José Salcedo sacó 93 de esas bolsas piramidales de cuero llamadas botas,
avaluando su contenido en 100,000 pesos. De la misma mina salió un volumen
de plata maciza y sin mezcla tan grande que, pagando el quinto del rey, se le
puso parca como si fuera barra.

A los lados del cerro de Laykakota están los de cancharani y San José,
también ricas, sobre todo el primero. Otro cerro al Norte, el de “Azogue”,
explotado desde el tiempo del Virrey AIva, era considerado superior al asiento
de Huancavelica. Sin embargo, todo palidecía ante la leyenda de Laykakota.

Es posible que los Salcedo fuesen los hombres más ricos de todo América. La
fortuna quedaba en familia porque Gaspar se había casado con su sobrina,
doña Agustina. Apenas había convento de religiosos, o religiosas que no
hubieran participado en el reparto que hacían de limosnas, que llegó a sumar
más de un millón de pesos, según dijo un memorialista de la época, Fray

Domingo Alvarez. En un memorial de doña Agustina léase que su marido había


metido de monjas a 70 mujeres, dándoles dote y rentas; la dote individual era
4,000 pesos. Casi no había persona en el Perú que no debiese a los Salcedo
algún favor o subsidio, inclusive los oidores de la Audiencia de Lima, El mismo
Alvarez creía que entre Gaspar y José habían sacado más de 24000 000 de
pesos; otros cálculos estiman que llegaron a dar 3,000 pesos de quintos al rey
4 por día, o sea más de un millón al año. “Ellos solos llenaban de plata el
reino”.

Pompería:

Otro de los asientos mineros que era trabajado en 1700, era el de Pompearía.
Al respecto entre los datos que hemos encontrado podemos anotar lo
siguiente:

En Agosto de 1700, el Capitán Freyre de Andrade, en nombre de doña Ana


María de Aldude, vende al Capitán José Duran, azoguero, 4 varas de mina en
la yeta de Sta. Rosa del Cerro de Pompearía, que heredó de doña Josefa de
Despur, su nombre y que lindan con las minas de Gerónimo Aguyo, Juan de
Mena y José Durán.

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En Junio de 1706, don Francisco Pérez de los Ríos y doña Elena Pérez de los
Ríos (madre he hija) venden, al Capitán Juan de Oreytia, 90 varas de mina en
la yeta de Sta. Rosa.

En Marzo de 1709. El Capitán Marcos de Valverde, azoguero y dueño de minas


“barreno” parte del Cerro de Pompearía, para desaguar y cortar parte de las
vetas denominadas de Nuestra Señora de la Soledad, San Juan Bautista, San
Felipe y Santiago de propiedad de José Durán, Salvador Durán, Luis Durán
José Severino, Juan de Mena y Juan de Oreytia, a cambio de que le señalen
intereses “por razón de derechos de socavón”.

En Junio de 1717, Fernando Sistemas y Juan de Murga Villavicencio, firman


contrato para trabajar 35 varas de mina en la yeta de Nuestra Señora de la
Soledad junto a la mina de Juan Durán. Al año siguiente, en esta misma yeta
Matero de Ortega vende 60 varas de mina colindantes con las estacas de
Mateo Gaioso, al Clérigo Toribio Valverde.

En Enero de 1724 doña Micaela de Andraca y Munive y del Maestre de Campo


con Gaspar de Salcedo vende en esta yeta, 16 varas de minas al Clérigo
Antonio de Valverde. Esta fue comprada al ey, en remate público por don
Gaspar de Salcedo por su sobrino el Marque de Villa Rica don José Salcedo y
por el minero Juan de Oreytia.

En este mismo año de 1724, que al parecer fue muy activo en transacciones
mineras, Juan Satudio Durán y Tomás Durán vende al Capitán de Infantería
Española don José González de San Román (quien acaba de ser nominado
Alcalde Provincial de la Santa Hermandad de la Ciudad de la Paz, por renuncia
que hizo a su favor el Marque de Villa Rica de Salcedo y José de Valverde, 18
varas de minas en la estaca de su Majestad en la yeta de Nuestra Señora de la
Soledad.

En Octubre de 1731, el Capitán Mateo de Ortega, forma compañía con el


Maestre de Campo José González de San Román, para trabajar una mina y
estaca entera en la yeta de la Gloriosa Santa Rosa pegada a “la descubridora”.

Así en 1736, Tomás Durán, María Durán y Luis de Esquive venden en 100
pesos a Antonio de Saravia 24 varas de mina en el ingenio y Minas de San
Juan Bautista de Uncalliri, en la yeta de Santa Rosa, y que les fueron donadas
por don José González de San Román, En Febrero de 1737, a su vez, don
Felipe Durán dona a don Miguel de San Román y Zevallos, 40 varas de mina
en la yeta de Nuestra Señora de la Soledad.

En junio de 1739, doña Marcelina Hurtado, mujer de Juan Martínez de


Arrazola, vende al ya por entonces Mestre de Campo don Miguel de San
Román y Zevallos, Alcalde Provincial de la Sta. Hermandad de la Ciudad de la
Paz y corregimientos del Distrito de su Real Caja, Azoguero y dueño de Minas
16 varas de mina en la estaca de su Majestad y yeta de la Gloriosa Santa
Rosa, que les compró de doña Micaela de Andraca y del Maestre de Campo
don Gaspar de Salcedo y que lindaban cerro abajo con las de Antonio de
Oreytia y cerro arriba con las de los herederos del Capitán don José González
de San Román.

En Febrero de 1741 Juan Antonio de Oreytia celebra compañía con Juan


Antonio Bravo de Saravia, para trabajar sus 16 varas de mina que posee en la
yeta de Nuestra, Señora de la Soledad contigua a la de Santa Rosa.

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En Agosto de 1741, doña Magdalena de Tapia y el Cap. Mateo de Ortega


venden a doña Brígida de Ayala, 20 varas de mina en la yeta de Santa Rosa.
Brígida de Ayala esposa que fue de don Pedro de Luque, era una de las más
acaudaladas personas que vivían por aquellos años en Puno y una de las que
más contribuyó con su peculio a la construcción de la hermosa, cuanto
espléndida Catedral de Puno (como consta en documentos de la época), dicen
que en gratitud a haber hallado muy ricos filones de plata en sus minas de este
cerro de Pompería.

Al año siguiente, o sea en 1742, añadió 60 varas de mina a sus pertenencias


en la yeta de Santa Rosa, al haberse comprado del azoguero Domínguez
Bravo de Saravia.

En 1835, todavía, era trabajado este mineral por un señor Elías Bravo.

Cancharani:

Su nombre parece provenir del quechua “iluminado” o “con iluminación”, quizás


en referencia a que en época de lluvias la cumbre de este cerro, con
frecuencia, se carga de nubes negras precursoras de fuertes aguaceros, las
que, sin piedad descargan sus rayos sobre sus metálicas rocas iluminando el
ambiente. Los puneños decimos entonces que “Cuando Cancharani está con
montera, llueve aún que Dios no quiera” Tal vez provenga de que cuando se
comenzó a arrancar la plata de sus argentíferas entrañas, era frecuente ver por
la noches sus cumbres iluminadas por multitud de braceritos, cuyas llamas
avivadas por
las brisas del Lago Sagrado, servían para fundir los minerales separado con
técnicas incaicas, la plata del resto de minerales inservibles. Estos eran las
famosas “guairanas” y no “guaironas” como escriben aquellos que ignoran el
habla de los Incas.

Este cerro debió haber sido explotado desde fines del siglo XVII, pues, en
Mayo de 1700 hallamos a Pedro Martín de Vargas como dueño de la mina de
Santa Cruz de Cancharani, quien forma compañía con el Capitán José Durán
para explotar esta mina.

En Diciembre de este mismo año de 1700 el Capitán Sebastían González de la


Fuente, residente en Puno da poder al Capitán Marcos García de Arriaga para
que ampare y administre sus minas de Cancharani Pompería, el Manto y
Laykakota.

En Enero de 1701 los capitanes Jacinto Gómez de Figueroa y Francisco de


Vera de una parte y de otros al Capitán Francisco Martínez de Arrazola
celebraron compañía en los intereses que tenían en el mineral de Cancharani,
en la estaca que llamaban de la Pampa.

En Octubre de 1706 Manuel Tenaquero y Martín Provincia de Peralta piden se


les otorgue la estaca que dejó Pedro Tabares Velazco en la yeta Santa Cruz de
Cancharani y otros en la yeta de la Santísima Trinidad de la estaca
descubridora.

En este cerro de Cancharani estuvo la riquísima mina de San Luis como


muchas bocas como la 24 que fue la descubridora, la famosa de los Apóstoles
y la de Tamayo.

Esta mina de los Apóstoles que hemos mencionado, dicen que fue espléndida

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en minerales de plata, tanto que ha dado lugar a una especie de leyenda que
atribuye que sus poseedores eran 12 y a quienes se les denominaba los
Apóstoles. Sin embargo, la verdad es que esta mina perteneció a doña María
Teresa Tenaquero, suegra de don Miguel Jacinto San Román quien las hizo
trabajar, allá por 1735, y, es muy probable la hizo suya posteriormente al
haberla heredado su esposa Manuela Josefa.

El Manto

El Manto era otra de las zonas mineralizadas de los alrededores de Puno, fue
explotado desde mediados del siglo XVII, hasta muy avanzado el siglo XIX,
prueba de ello es que en Abril de 1700, los capitanes don Juan Freyre de
Andrade y Juan de Oreytia convienen en trabajar las labores y estacas que
poseen en la yeta San Pedro y San Pablo de la ladera del manto. Por esta
época otro poseedor de mina y socavón en esta ladera era el Capitán Juan del
camino y Cabeza, a quien don Marcos García de Arriaga le donó 15 varas de
mina en el tajo del lnga en la yeta de San Francisco de Andrés de Rosas (y que
eses año de 1701, eran de Francisco Vera), y con ellas de Antonio de Andrade.

En Julio de 1719, don Fernando de Cárdenas, minero, vende a Juan de Oreytia

10 varas de mina en la yeta de San Pedro y San Pablo, pagados a las de la


madre de Valeriano Durán.

En Octubre de 1729, El Licenciado don Cristobal de Galdo Arellano, Comisario


del Santo Oficio de la Inquisición de esta Provincia de Paucarcolla, vende al
Capitán de Cavallos don José Jauregui, azoguero y dueño de minas, 5 varas
de mina en el Manto de Nuestra Señora del Rosario y yeta del Señor San
Miguel, en los intereses de Claudio de Mosquera.

En Noviembre de 1729, doña Juana de Rosas, mujer de José de Ulloa, vende


una estaca entera de 60 varas de mina en la yeta ya mencionada del señor
San Miguel, pagadas a los de Lorenzo de Rosas, al capitán don Claudio de
Mosquera, azoguero y dueño de minas.

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San Luis de AIva

El asiento de San Luis de AIva, es sin duda alguna, tan famosos, el asiento de
Laykakota o como de Cancharani, con el agregado de que aquí se levantó todo
un pueblo que, a la llegada del Conde de Lemos a esta rica minería fue
destruido y su población trasladada al pueblo de Puno en 1668.

Al parecer estas minas fueron ahogadas siendo su explotación posterior muy


limitada.

En Agosto de 1700, poseía en este asiento algunas minas el Capitán Tomás


Calderón.

En Octubre de 1706, don Manuel de Venegas vende, al Cap. Marcos de


Valverde, la mina y estaca entera “descubridora” de 60 varas, en la yeta del
Arcangel San Miguel en 150 pesos. Lo que no muestra que los minerales
estaban, en esta fecha, muy empobrecidos.

San Antonio de Esquilache

El asiento de San Antonio de Esquilache es uno de los primeros, sino el más


antiguo, que se explotó en esta zona de Puno, y su riqueza ha resultado ser tan
grande que aún en la actualidad se sigue extrayendo de sus entrañas plata,
plomo y zinc.

En 1619, el Virrey Conde de la Gomera mando fundar este asiento minero,


“cuya inmensa riqueza fue tal que por la gente empleada en sus labores
utilizaba el prelado de la diócesis 14,00 pesos sólo del ramo del cuarto funeral”.
Y hubo minero que alquiló la mina de la Fragua en 1400 pesos diarios.

El año de 1700, el Capitán Sebastián de Salazar dueño de mina en el asiento


de San Antonio de Esquilache y vecino de Puno, y doña Elena de Cárdenas, su
mujer, vendieron a su tal Salvador Seledón, vecino de dicho asiento, sus minas
y casas. En este misma década, don Pedro Antonio Velasco, y don José Lino
Urbicaín, firmaron un convenio para delimitar sus minas, socavones e ingenios
que poseían en el asiento de San Antonio de Esquílache.

A fines del siglo XVIII estas minas estaban un tanto abandonadas tanto que
hicieron escribir a don Cosme Bueno: “este mineral dio inmensas riquezas y

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aún pudiera dar muchas si hubiera gente y ánimos para empeñarse en sus
labores”

Otras Minas

El esplendor y riqueza de la mayoría de las minas de plata descubiertas y


trabajadas durante el siglo XVII ya había declinado al llegar el siglo XVIII, con
excepción de las minas y placeres auríferos de las zonas de Sandia, Carabaya
y Poto (hoy Ananea).

Si embargo, además de las minas que ya hemos mencionado anteriormente


habían muchas otras que aún se seguían explotando. A pesar de que existe un
gran número de socavones abandonados como testigos evidentes de un
laboreo múltiple intenso, en todas las provincias y distritos del actual
Departamento de Puno, sin embargo la información documental es escasísima,
de modo que la labor de búsqueda, recopilación, concatenación y correlación
de datos se hace sumamente difícil.

Por aquellos años, en Azángaro, las minas que aún se seguían trabajando eran
las del asiento de Poto de las que se extraía alrededor de 2400 onzas de oro al
año. Como dato interesante anotaremos que el Coronel Juan Bustamante, el
famoso “mundo Puricuj”, trotamundo defensor de los indios, por cuya causa
ofrendó la vida, en Enero de 1854, tomó en alquiler la hacienda mineral de Poto
del Distrito de Muñani, en Azángaro, dedicándose a trabajar las minas de oro
que allí existían, de donde creemos provino su riqueza que lo convirtió en un
admirable filántropo.

A fines del siglo XVII hacia el lado de la selva, los centros mineros más
importantes eran Patambuco y Chaquiminas dependientes de Sandia; San
Juan del Oro, dependiente de Quiaca; Ituata, Ollachea y Corani, dependientes
de Ayapata; y Alpacato, Limbani y Checani, dependientes de Phara.

Sucesos Importantes en las minas de Laykakota.

La importancia que reviste el asiento minero de este nombre estriba no solo en


la indudable riqueza de yacimiento -que ubicó a sus propietarios entre los más
opulentos de la época-, sino en la repercusión que tuvieron los graves
incidentes producidos en esa mina, y cuya significación social y política es
revelada por el historiador Jorge Basadre en su estudio sobre el Virrey Pedro
Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos:

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“Los dramáticos sucesos que culminan en la lucha del virrey Conde de Lemos
contra los hermanos Salcedo, tienen, desde el punto de vista social dos
características de trascendencia. En primer lugar, es la lucha de la autoridad
política encarnada por el Grande de España contra el poder económico que,
por ser fuerte, tiende a desmandarse; lucha implacable; con menosprecio de
conveniencias o ventajas, que en tiempos posteriores no parece concebible. En
este caso, es la lucha entre el armiño, símbolo de la aristocracia, contra la
plata, símbolo de la riqueza; o, mejor dicho, entre el blasón y la mina, entre la
sangre azul y la sangre roja”.

El segundo aspecto que señala Basadre es que se trata de una manifestación


de la pugna clásica entre la autoridad central y el poder localista de los señores
provincianos, que aparece con el nacimiento mismo del Perú colonial, y fue una
de las claves del largo y cruento periodo de las guerras civiles. Esa permanente
fricción tiene particular intensidad en el campo de las actividades mineras, que
son las de mayor atractivo para los españoles que vienen a hacer la América.
El enriquecimiento es casi siempre obra de la casualidad, y se forman
inmensas y rápidas fortunas, que en unos casos permiten ganar el favor y la
obsecuencia de las autoridades, y, en otros, despiertan el recelo, la envidia y el
apetito de los mismos representantes del sistema colonial. Se generan así, ora
atropellos impunes del poderoso, ora abusos de la autoridad con fines de
despojo, o por simple animadversión a causa de la violencia que les produce
ver improvisados que se vuelven millonarios de la noche a la mañana.

Todos estos ingredientes se encuentran, en diverso grado, y en sus distintos


momentos, en el caso de las minas de Laykakota, y los dramáticos
desenvolvimientos que ofrece su historia.

Durante el incanato la minería de la plata hubiese trabajado con moderada


intensidad en la zona de lo que es hoy el departamento de Puno, pero, sea
porque se trataba de vetas poco atractivas, o por la reserva generalmente
observada por los indios, en los primeros años de la Colonia no se desarrolla
mucha actividad en ese campo, debido también a que el mayor interés se fija
en las explotaciones, relativamente cercanas, de Porco y Potosí.

Identificada la región como provincia de Paucarcolla, la producción minera es,


pues, inicialmente muy limitada, y comienza a adquirir alguna significación en
1619 cuando se descubre el asiento de San Antonio de Esquilache, que recibe
este nombre en honor del Virrey de entonces, Francisco de Borja y Aragón,
Príncipe de Esquilache. Es en relación con esta minera que hace su primera
entrada en escena el mayor de los hermanos Salcedo, Gaspar, que tenía
acentuada vocación minera.

Gaspar Salcedo había realizado actividades de explotación en la provincia de


Paucarcolla, tras la huella argentífera en las Lagunitas, Santa Lucia, Cerrillo,
Bruno, Huarumpampa, y otros lugares de Puno. En San Antonio de Esquiiache
halló vetas muy ricas, que exploró en tres socavones. En los primeros años del
gobierno del Virrey Luis Enríquez de Guzmán, Conde de Alba de Liste, que
inició su mandato en febrero de 1655, y lo ejerció hasta 1661, fue fundada la
población de San Luis de AIva, confiriéndosele la categoría de capital de la
provincia de Paucarcolla.

José Salcedo, hermano de aquél, trabajaba con poco éxito las minas del cerro
de San José, y en 1657, según unos por revelaciones de un indio, según otros
por consejo de una india, atacó el crestón del vecino cerro de la Laykakota,
descubriendo una yeta valiosa, y lo mismo hizo en la laguna cercana, que
mandó barrenar, “encontrando una rica mina de plata blanca”, que pudo ser

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extraída a poco costo, abriéndose dos bocas principales, la de “Las Animas” a


la de “Laykakota la baja”. Se asegura que de esta última, en una sola noche
José Salcedo sacó 93 bolsas de mineral, por el valor de más de cien mil pesos.
En la misma mina obtuvo un bloque de plata maciza y sin mezcla, que pudo ser
marcado como si fuera barra una vez fundido para separar el quinto del rey. La
riqueza del asiento se extendía en los alrededores: los cerros de Cancharani, el
del “Azogue” y otros.

Se asegura que entre los dos hermanos Salcedo, en unos siete u ocho años,
obtuvieron de las minas de Laykakota más de 24 millones de pesos, y, estando
a otras informaciones, el quinto real llegó a exceder de un millón al año o sea
una producción de más de cinco millones anuales. Bargallo (Capitulo “Las
Minas del Perú”, de su obra “La Minería y la Metalurgia en la América Española
durante la época colonial”) hace esta apreciación: “Es probable que los Salcedo
fueran los hombres más ricos de época, en América; y su fama de generosos
con los humildes y hasta con los oidores, perduró largos años”.
La posición alcanzada ensoberbeció a los Salcedo, que llegaron a sentirse
intocables, especie de señores feudales de la región; pero, al mismo tiempo, su
rápido y extraordinario enriquecimiento los hizo objeto de envidias por parte de
competidores y vecinos, y aún de algunas autoridades, dando origen a los
choques, fricciones y conflictos que culminaron finalmente en los trágicos
acontecimientos que hicieron tan notoria a Laykakota.

Uno de los factores concurrente fue la tradicional rivalidad entre andaluces y


vascongados en el Virreinato, que tuvo expresión en los enconados
enfrentamientos que durante casi un siglo ensangrentaron Potosi y otros
puntos del Altiplano, yse conocen como la Guerra de las Vicuñas y
Vascongadas (1), Hacia 1661 hubo en recrudecimiento del conflicto, con
graves incidentes en la ciudad de la Paz, en los cuales participaron algunos
mestizos que habían sido despedidos de Laykakota, y a donde retornaron con
el refuerzo de varios de los participantes en aquellos disturbios.

La situación se mantuvo tensa en la Laykakota, hasta que el 24 de junio de


1665, con motivo de la celebración de la festividad de San Juan, se suscito una
gran pendencia, que comenzó entre indios y en la que pronto participaron los
amos, entre los que se encontraban los hermanos Gaspar y José Salcedo
andaluces, y, en el otro bando, el Capitán Martín de Garayar, vascongado, y
varios amigos suyos. Habiéndose incendiado la casa de Garayar, este,
suponiendo que se pretendía asaltar su morada, se parapetó en el interior e
hizo disparos de armas de fuego, hiriendo gravemente al fraile franciscano Fray
Simón de Miranda, y a un soldado andaluz, quienes fallecieron poco después.

Gobernaba el Perú el Virrey Diego Benavides y de la Cueva, Conde de


Santisteban, quien, ante la denuncia de que las autoridades de Laykakota se

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habían parcializado a favor de los Salcedo, envió, para poner orden, a Angel
Peredo, como Gobernador de Paucarcolla. No tardó éste en tener
discrepancias con los Salcedo y, ante los actos de desacato de que se le hacia
objeto, hubo de retirarse a San Antonio de Esquilache, donde comenzó a reunir
gente y llamó en su auxilio a los corregidores de Lampa y Chucuito.
Contando ya con alguna fuerza que el permitiera hacer valer su autoridad.
Peredo hizo publicar un bando en Laykakota haciendo un llamamiento a los
vasallos leales. Las vicuñas y partidarios de los Salcedo respondieron
convocando una concentración en Juliaca, consiguiendo el respaldo del
Corregidor del distrito Juan Salazar. Mientras tanto, Gaspar Salcedo, reclutaba
gente en el Cuzco, enviando a los amotinados armas y dinero, de modo que
pronto formaron un cuerpo de alrededor de 900 hombres.

La indecisión del virrey permitió a los Salcedo imponerse; tomaron el completo


control de Laykakota, hirieron y expulsaron a los leales, y el propio Peredo, con
cinco tiros de bala, hubo de refugiarse en el templo de San Pedro, y para salir
con vida tuvo necesidad de que un sacerdote lo acompañara hasta Anca.
Existen versiones de que Peredo había actuado, no sólo sin sagacidad, sino con
abierta hostilidad hacia los Salcedo.

Falleció el virrey el 17 de marzo de 1666, se produce un cierto vacío de poder,


durante el cual los Salcedo mantienen su preeminencia. Recién el 21 de
noviembre de 1667 hace su ingreso oficial a Lima el Virrey sucesor, Pedro
Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos informado de los hechos, llamó
a Lima a Gaspar de Salcedo y al Corregidor de Juliaca Juan de Salazar y los
puso en prisión.

Comprendiendo la gravedad que revestía el problema, el Conde de Lemos,


resolvió ir en persona al teatro de los sucesos, y dejando a su mujer como
virreina, se embarco en el Callao el 7 de junio de 1668, rumbo a lslay. Llegó a
Arequipa el 16 de julio, y prosiguiendo hacia Puno entró a Laykakota el 3 de
agosto. “Bastó su presencia para paralizar los arrestos de los valentones y
perdonavidas que infestaban el asiento y sin resistencia echo mano de José de
Salcedo y de los que figuraban como cabecillas”, dice Rubén Ugarte en su
“Historia General del Perú”.

José Salcedo fue condenado a la horca, aplicándosele primero garrote, luego se


le colgó de un palo en la plaza de la flamante localidad de San Carlos, y su
cabeza se colocó en la picota. Muchos otros fueron sometidos a la pena de
muerte. En una de sus cartas, el propio Conde de Lemos suministra esta
información: “También condené a muerte a 64 de los más culpados, y se ha
ejecutado hasta la sentencia en 28, y en un bajel que tuve prevenido en el
puerto de lslay, remitió al presidio de Valdivia 23 que no parecieron tan
culpados”. Los datos de Lemos no coinciden con otros, según los cuales,
recogidos en el Diccionario Histórico Biográfico de Manuel de Mendiburu,
“después de la prisión de muchos y de la fuga de más de dos mil individuos,
fueron ejecutados 42 en suplicios públicos, inclusive José Salcedo, sus
dependiente y principales amigos” hubo 72 llamados por edictos y pregones y
condenados a muerte en rebeldía, uno de ellos Gaspar Salcedo...” Este último
se encontraba preso en Lima, lo que probablemente le salvó la vida, y fue
después condenado a seis años de destierro, al pago de las costas procesales,
y además 12,000 pesos.

Posteriormente, los representantes de los Salcedo siguieron en Madrid un juicio


de reivindicación, denunciando la crueldad de Lemos y la parcialidad de Peredo.

Por la real disposición ejecutoriada se mandó devolver a Gaspar Salcedo todos

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los bienes embargados. Años más tarde, el Rey Felipe V, con fecha 13 de
noviembre de 1703, concedió el titulo de Marquez de Lillanica de Salcedo a un
hijo de José Salcedo, del mismo nombre de éste.

La dramática peripecia de Laykakota y los Salcedo tuvo efectos catastróficos


desde el punto de vista minero, pues el rico asiento fue inundado, según unos
por orden del Conde de Lemos, según otros por acción de Salcedo y sus
seguidores. “Las labores de las minas -dice Bargalló- quedaron definitivamente
interrumpidas y se anegaron. Más tarde hubo el propósito de abrirlas de nuevo,
pero lo impidieron las aguas”.

Las Minas de San Antonio Esquilache:

(Plata
El descubrimiento de la mina de San Antonio de Esquilache, en Puno, se sitúa
en 1619. El cerro de San Antonio dista doce leguas de la ciudad de Puno. El
hallazgo fue hecho por Durán, compañero de los famosos Salcedo, con ocasión
del viaje que emprendió a España, pues el camino hacia la costa pasa por ese
lugar, y con los conocimientos mineros que tenía pudo apreciar una formación
metálica. El asiento comprende las minas de Farallón, Crestón, Concepción, los
Padres, el Azufrado, Belén, San Miguel, San Antonio, Jesús María, Atocha y
Victoria.

Otras minas que se mencionan son las: Minas de Paratía y otros en Lampa.
Las Minas de Carabaya (Oro), AsilIo, Sandia (Plata), Azángaro (Oro)

LECTURAS ADICIONALES

1. “LA MINERIA EN EL PERU: UNA CONSTANTE” Franklin Pease, Informativo


Mensual Sociedad Nacional de Minería y Petróleo Año V N03 Abril Mayo 1996,
Perú.

2. “ACTIVIDAD MINERA PREHISPANICA EN EL ANTIGUO PERU” Ing0 Marco


Fernández — Concha Marazzi, Trabajos Técnicos Segundo Congreso Nacional de
Minería Agosto 1998, Perú.

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