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Seminario Santa María de Guadalupe

Comunidad de Teología

P. Lic. Julio Cesar Díaz Chavarría


Cartas Católicas
Reporte de lectura
Luis Iván Moreno Gómez

Llama mi atención el tema de la fe y las obras que maneja el apóstol Santiago en su


epístola. Como maneja el tema de las obras como expresión de la fe, pero no cualquier fe
sino una fe viva. El apóstol realiza una contraposición de una fe viva y de una fe muerte,
argumentando que la fe viva es activa pronta a realizar la voluntad de Dios, en
contraposición de la fe muerta, que es inmóvil y que conduce a la muerte, física y del
pecado. El ejemplo que toma de Abraham y Rajab, ilustran muy bien la expresión de la fe
en las obras, estos dos personajes dan muestra de su fe actuando y realizando la voluntad de
Dios. La fe profesada en Dios, es una fe viva en cuanto que lleva al cristiano a actuar. Por
último, la idea que presenta el apóstol, sobre la fe viva y muerte, y lo que presenta la
reflexión del texto leído, y se cuestiona sobre la idea de que si hay una fe muerta es que
hubo una fe viva, la segunda cuestión, si hay una fe muerta, desde el texto de Santiago no
simpre puede estar muerta, expresan un sentido de esperanza para el cristiano que
interioriza acerca de su fe, y la cual a través de la epístola del apóstol, es una invitación a
avivar la fe recibida en Cristo.
Seminario Santa María de Guadalupe
Comunidad de Teología

P. Lic. Julio Cesar Díaz Chavarría


Cartas Católicas
Reporte de lectura
Luis Iván Moreno Gómez

Ricos y Pobres: relaciones clientelares en la carta de Santiago

Es de mucho provecho conocer el contexto en el que posiblemente se desarrollo la proclamación del


apóstol Santiago, ya que ayuda a clarificar y a entender mejor sus palabras, de manera especial en
el tema que nos presenta acerca de la relación ricos y pobre, vergüenza y honor, y las consecuencias
de realizar distinciones en las comunidades cristianas, que en el primer siglo del caminar de la
Iglesia por el contexto social en el que surgía probablemente fue víctima de este mal que acarrea
injusticia, que el apóstol ve como signo de una fe muerta y que por eso exhorta a las comunidades a
examinar las relaciones que sostienen entre ellos y a no caer en distinciones, que provocan
separaciones, discriminación, injusticia, y un testimonio vacio, basado en la elocuencia y las
apariencias.

El escrito realizado por Néstor O. Miguez nos ayuda a tener una visión sobre el entorno social en el
que se desarrollaron las primeras comunidades cristianas, sobre todo las del primer siglo. Nos
muestra el funcionamiento de un sistema económico y social romano, y un sistema valorativo a
partir de este, en las cuales estaban inmersas las comunidades cristianas. Esta contextualización nos
ofrecerá un mejor acercamiento a las palabras del apóstol y hacer una mejor experiencia de ella la
cual nos lleve a un compromiso de fe.

En el plano axiológico este esquema estaba atado al sistema de valores que se organiza en torno de
la tensión honor/vergüenza. La forma de recibir honor o vergüenza esta regido por la estructura
económica, el status social y familiar de cada persona. Para la mentalidad dominante del tiempo, no
es lo mismo ser un rico honorable que un pobre honrado (en la mentalidad del tiempo no se
concebía esta posibilidad de un pobre honrado).

El sistema romano de Patronazgo

Este sistema tiene dos características, la primera que, expresa la relación entre patrón y cliente, y la
segunda, que tiene que ver con la manera en cómo se obtiene el honor y la vergüenza.

El sistema de control social del imperio se afirmaba sobre la red relacional organizada a partir del
patronazgo. Este podría ser personal o institucional; los que quedaban bajo la protección de un
patronazgo, estaban protegidos jurídicamente y económicamente.

El sistema de patronazgo es un intercambio basado en la desigualdad de las partes. El polo más


poderoso de esta relación el patrón/benefactor, recibe del otro polo, sus clientes, distintos tipos de
bienes tanto materiales como simbólicos. En muchos casos, en las relaciones personales, esto
incluye obligaciones económicas: darle participación en los beneficios de sus negocios, parte de sus
cosechas servirle gratuitamente en su oficio, según la condición del cliente. Por otro lado el
prestigio social del patrón, y su carrera política se aseguraba a través de una clientela numerosa que
publicaba los beneficios de su patrón y que mostraba ruidosamente su apoyo a la hora de distribuir
los cargos públicos.

Uno de los beneficios que traía un patrón era de la protección política y jurídica. Se esperaba que el
patrón ofreciera ciertas dadivas, mostrando así su riqueza y generosidad. Asociaciones buscaban
este tipo de patronazgo, que correspondía solamente a altos funcionarios del imperio o de la ciudad
según fuera el caso. Las dadivas patronales aseguraban horas especiales cada vez que el patrón
visitara la ciudad.

La ciudad quedaba así estructurada bajo esta estructura jerárquica. Este tipo de estructura alcanzo
incluso a algunas comunidades judías. Algunas asociaciones religiosas reproducían internamente
este tipo de estructura. Por lo que se deduce que, una persona poderosa era una persona horada. Su
honor se basaba, justamente, en su prestigio público, en la perspectiva del pueblo una persona era
honorable cuanto más era reconocido por la gente. En oposición un persona era deshonrada si era de
un rango inferior, los clientes. Aquí era relevante la apariencia publica para que se reconociera el
honor de la persona, por eso una persona que no era reconocida era acreedora de vergüenza, lo
mismo que un patrón no fuera reconocido con honores merecido por su figura, era deshonroso y
podía actuar contra aquel que no le reconocía como tal.

Ante esta situación el apóstol exhorta a la comunidad a no realizar discriminaciones, no diferencias


entre ricos y pobres, si lo que buscaban era un benefactor para sus comunidades. Dejándose llevar
solo por las apariencias del rico, y tenerlo por más digno que los demás integrantes de la
comunidad, realzando su presencia en medio de ellos. Además el apóstol realiza un reclamo ya que
estas mismas personalidades, son las que oprimen a aquellos quienes le rinden honor, originando así
la injusticia que se daban por defecto, de este tipo de estructura. La injusticia era en signo de la falta
de fe.

El problema de la distinción, podía tomarse meramente como un problema externo, aunque algunos
pueden asumir que el problema de la discriminación era un problema que se vivía al interno de las
comunidades cristianas. Por lo que la fe de la comunidad estaba en peligro, por este tipo de
pensamiento. Además que las apariencias y el chisme que se empleaban para lograr el
reconocimiento de los demás era un problema que estaba minando las comunidades. Por eso el
apóstol invita a que aquellos quienes tienen la verdad de fe son lo que toman en serio al hermano y
a la hermana necesitados.

Creo entender que la postura del apóstol, hacia el problema de su tiempo era poder exhortar a la
comunidad a una fe más pura, una fe viva como la llama el, y era en este contexto que la comunidad
estaba viviendo en donde los llama a ser coherentes con la fe recibida, y demostrarlo con sus obras,
específicamente en esa invitación que realiza a no hacer distinciones, a no juzgar la apariencias, y a
ver a todos con igual dignidad, para que no quede en un ritualismo vacio, sino en una fe viva, real, y
evidente.

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