Sugestiones para la Estrategia Ajedrecística - S. Tartakower - Prof.
José Luis Matamoros
Una base eficaz para tratar
las aperturas
DE LA REPLICA EN GENERAL Y DE LA JUGADA e5
DE LAS NEGRAS EN PARTICULAR
Debiera interesarnos menos el aprendizaje
mnemotécnico de las variantes, y tratar, en cam-
bio, de familiarizamos con el espíritu predomi-
nante o directivo de cada apertura.
Así, por ejemplo, el propósito orientador del
Gambito de la Dama (1. d4, d5; 2. c4 es organi-
zar la presión sobre la línea alfil dama, lo que se
logra a menudo mediante la jugada de bloqueo
c5, y en forma más evidente todavía con la aper-
tura de dicha línea mediante cxd5; mientras, por
otra, parte, toda clase de estratagemas, como el
ataque Pillsbury ¤e5 o la maniobra revolucio-
naria de Alekhine ¤c3 - ¤e4 - ¤g3 tienen
al fin y al cabo un carácter meramente circuns-
tancial o sorpresivo. En la variante española de
trueque (1.e4 e5 2.¤f3 ¤c6 3.¥b5 a6 4.¥xc6
dxc6 5.d4!) es en la superioridad de peones del
ala del rey en lo que deben reposar las mayo-
res esperanzas de las blancas, como lo demostró
brillantemente el Dr. Lasker, en algunas partidas
profundamente razonadas (así, por ejemplo, en
la primera de su «match» contra el Dr. Tarrasch).
Más todavía que para las blancas es de enor-
me importancia para las negras no perder el hilo
estratégico del juego, si desean cumplir la pesa-
da tarea de sortear con éxito la sacudida o des-
equilibrio resultante de la presión inicial de las
primeras.
-1-
En la mayoría de los casos, esto sólo se con-
sigue gradual y paulatinamente, salvo cuando
se opta por «quemar los puentes tras de sí» y
se recurre a algún violento contragambito. Por
ejemplo: el Gambito Falkbeer (1.e4 e5 2.f4 d5),
el From (1.f4 e5), el Contragambito Albin (1.d4
d5 2.c4 e5) o el de Budapest (1.d4 ¤f6 2.c4 e5).
No obstante, ello, casi todos estos contraata-
ques, por ser fáciles de refrenar, son desechados
por los maestros responsables, y substituidos
por la estrategia de una orgánica jugada libera-
dora.
En este sentido, en las partidas abiertas (1.
e4, e5), por ejemplo, se considera que han sido
salvadas las dificultades de las negras emergen-
tes de la apertura, cuando ganando terreno han
conseguido efectuar la jugada d5 (las negras).
En cambio, en las aperturas semiabiertas y en las
cerradas, son las jugadas c5 o e5, las que propor-
cionan a las negras aquel resultado.
Deseamos tratar aquí, con especial minucio-
sidad, la réplica e5 de las negras, haciendo no-
tar, sobre todo, que mientras para las blancas la
jugada e4 implica tendencias agresivas (abrir la
línea del rey, etc.) las negras, con la misma juga-
da, persiguen fines mucho más modestos (p. ej.:
desembotellamiento del alfil dama, provocar la
jugada simplificadora dxe5, trabar el juego me-
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diante d5, etc.) considerando como resultado
satisfactorio el eventual equilibrio de las «chan-
ces».
Después de estas consideraciones prelimina-
res, iniciemos la ilustración practica de nuestro
tema.
Está muy de moda, desde el torneo de Lon-
dres del año 1922, la llamada Defensa Eslava del
Gambito de la Dama:
1.d4 d5
2.c4 c6
Luego sigue generalmente:
3.¤f3 ¤f6
4.e3 e6
El desarrollo prematuro de 4...¥f5; no ha te-
nido aceptación.
5.¤bd2 ...
Idea de Capablanca sobre adecuado empleo
de este caballo, la que resulta aquí especialmente
eficaz, después que las negras, con su segundo
movimiento, han consolidado preventivamente
el punto d5, lo que hace que la tendencia prin-
cipal de la jugada corriente ¤c3, que es ejercer
presión sobre el punto d5 de las negras, quede
anulada. La jugada ¤bd2, permite, en cambio,
no perder de vista el punto crítico de las blan-
cas c4, mientras que con la jugada habitual ¤c3,
puede llegarse a la variante Merano: 5.¤c3
¤bd7 6.¥d3 dxc4 7.¥xc4 b5 8.¥d3 a6, etcéte-
ra, la que cada vez está ganando mayor número
de adeptos.
5... ¤bd7
De resultados aún muy dudosos es 5...c5;
como jugo Vidmar contra Alekhine en Semme-
ring, en el año 1926.
6.¥d3 ¥d6
De mayor iniciativa y atrevimiento que
6...¥e7.
7.O-O ...
Más metódico que, desde ya, e4.
7. ... O-O
-2-
8.e4 ...
Comienzan las escaramuzas.
8. ... e5
Con esta jugada desordenante, las negras
intentan contrarrestar la doble amenaza de e5.
Es llamativa la presión central de peones basada
en la simetría. Menos conveniente es, desde lue-
go, el abandono de terreno central mediante 8...
dxe4 9.¤xe4 ¤xe4 10.¥xe4, etcétera.
En una partida Vidmar-Gilg, del torneo de
Semmering, de 1926, se continuó así:
9.cxd5 ...
En otra partida del mismo torneo Reti -
Vidmar jugaron: 9.exd5 exd4! 10.dxc6 bxc6
11.¤e4 (si 11.¤xd4, se respondería ¤c5, ame-
nazando ¥xh2+), 11...¥e7 12.¦e1(si 12.¤xd4,
entonces 12. ... ¤e5 13.¥c2 £b6; con buenas
posibilidades), 12...c5; y el peón libre protegido
de las negras fue luego condici6n de victoria.
9... cxd5?
Aquí se equivocan las negras. Correcto sería:
9...exd4!; para seguir, por ejemplo, con 10.¤c4,
¥c5; o 10.¤xd4 ¤c5; o 10.dxc6 bxc6 11.¤xd4
¤c5; y así sucesivamente. Vemos como la con-
secuencia en la conducción de la partida es la
condición esencial del éxito. Ahora se sigue
como sobre rieles.
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10.exd5 exd4 la jugada decisiva 15.¥h6!!, por ejemplo: 15. ...
¡Demasiado tarde! gxh6 16.£g4+ £g6 17.¤xh6+ ¢g7 18.¥xg6
11.¤e4! ... fxg6 19.£g5! ¤7f6 20.h3, etcétera.
Las blancas se adelantan a demoler. 15.£h5! ...
Mediante la amenaza ¤e7+, proporciona la
ganancia de un peón.
15. ... h6
16.¤xh6+ gxh6
17.£xd5 ¤e5
18.¥c2 £g7
O 18...¦d8 19.£e4.
19.¥xh6! £xh6
20.£xe5 ¥e6
21.¦ae1 ...
Las negras abandonan.
Como se ve, las negras, en su novena jugada,
no se han colocado a la altura de las complica-
ciones creadas con buen criterio por ellas mis-
11. ... £b6 mas.
Después de 11...¤xe4 12.¥xe4, y se per- Una consecuencia completamente distinta
dería el peón dama. En una partida anterior ofrece la siguiente hermosa partida, en la cual se
del mismo torneo, entre Tartakower y Rosselli limó la punta de una de las más peligrosas ma-
del Turco, se jugó: 11...¤e5 12.¥g5 ¥g4; a lo niobras de ataque de las blancas en el Gambito
cual 13.¥xf6! gxf6; o 13...¥xf3 14.gxf3! gxf6 de la Dama.
15.¥e2, con ganancia de peón; 14.¥e2, etc., des- Blancas: P. P. Michell
truye la simetría de position y proporciona ga- Negras: A. R. B. Thomas
nancia de peón a las blancas. Muchos maestros Torneo Nacional Británico,
creyeron encontrar en la jugada del texto una Edimburgo, 1926.
real consolidación para las negras, opinión que
fue destruida por el doctor Vidmar, con las si- 1.d4 d5
guientes jugadas: 2.c4 e6
12.¤xd6 £xd6 3.¤c3 ¤f6
13.¤xd4 ... 4.¥g5 ¥e7
Amenazando ahora con 14.¤b5 o 14.¤f5. 5.e3 ¤bd7
13. ... ¤xd5 6.¤f3 O-O
14.¤f5 £f6 7.¦c1 c6
Jugada desde todo punto de vista equivoca- Con esto se llega a la variante normal de la
da, pues resta al propio caballo rey la importan- Defensa Ortodoxa del Gambito de la Dama y
te casilla de retirada f6. Evidentemente, la situa- consideramos 8.a3 la jugada más acertada para
ción de las negras es ya crítica, pues, entre otras, las blancas.
a la jugada 14...£b6; seguiría fulminantemente 8.¥d3 dxc4

-3-
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Combinada con el siguiente movimiento
de caballo, esta jugada constituye una conocida
idea de Capablanca tendiente a la simplificación.
9.¥xc4 ¤d5
10.¥xe7 ...
Más aguda es la jugada de Janowski 10.h4.
10... £xe7
11.¤e4 ...
Jugada prescripta por Alekhine, mientras al
Dr. Lasker debemos el siguiente movimiento de
las negras.
11. ... e5
¡Ahora o nunca! No resulta convincente el
intento de simplificación con 11...£b4+; así
como tampoco la lucha de caballería 11...¤5f6
12.¤g3, etc.
12.dxe5 ¤xe5
13.¥xd5 ...
Más sencillamente, en una partida Müller
- Colle, en Bartfeld, 1926, se jugó lo siguien-
te: 13.¤xe5 £xe5 14.¥xd5 cxd5 15.¤c3, con
lo que las blancas pueden organizar el asedio
al peón dama aislado de las negras. Se conti-
nuo con 15. ... ¥e6 y ¦fd8; logrando las negras
una position completamente defendible, lo que
en una tan difícil apertura debe constituir para
ellas una verdadera satisfacción moral.
-4-
13... cxd5
14.¤c3 ¥g4!
Magníficamente jugado. El alfil dama se
toma activo, y es instructivo observar cómo se
ha transformado repentinamente el encadena-
miento o trabazón del juego.
15.¤xd5 ...
Esta jugada tiene fácil réplica, pero tam-
bién tienen mejor juego las negras después de
15.£xd5 ¥xf3 16.gxf3 ¦fd8; etcétera.
15... £d6
16.O-O ¦fd8
17.¤f4 £h6!
18.£e2 ¥xf3
19.gxf3 g5!
El golpe de gracia. Si se jugase en segui-
da 19...¦d2; podría continuarse todavía con
20.£b5 ¤xf3+ 21.¢g2, etcétera.
20.¤g2 ¦d2!!
Y las blancas abandonaron.
Es también muy ilustrativo considerar cómo
reaccionan los grandes estrategos del ajedrez
Bogoljubow y Lasker contra la insidiosa aper-
tura Zukertort-Reti (1.¤f3 d5; 2.c4, o también
1...¤f6 2.c4).
No considerando bastante seguro el escabro-
so sistema de defensa 1.¤f3 ¤f6 2.c4 d6 3.g3
e5; etc., tratan sobre todo de conquistar el estra-
tégico punto d5 de las blancas, para reducir la
eficacia del «fianchetto» del alfil rey de las blan-
cas (¥g2).
De allí, entonces, que traten no solo de con-
quistar, como se dijo, el punto d5, sino de fortifi-
carlo de la mejor manera posible, lo que se logra
mediante las jugadas c6 y e6, con la diferencia
de que mientras Bogoljubow deja el alfil dama
tranquilamente en su casilla, el Dr. Lasker, en
su tendencia a la acción, se apresura a poner en
movimiento a su alfil dama con la jugada ¥f5.
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Solo después de muchas movidas preparato-
rias y de seguridad se deciden mediante la ju-
gada e5 (de las negras) a tomar el terreno del
centro, tan deseado antes como considerado pe-
ligroso ahora.
Como práctico ejemplo de estas considera-
ciones tomemos el comienzo de las siguientes
partidas, cuyos primeros movimientos no de-
ben, después de lo expuesto, producirnos la mo-
nótona impresión de variantes de libro, sino la
de miembros vivos de un lógico raciocinio:
a) Reti-Dr. Lasker, Nueva York, 1924:
1.¤f3 d5
2.c4 c6
3.b3 ¥f5
“¡El camino hacia la libertad!” En el torneo
celebrado posteriormente en Moscú en 1925,
Bogoljubow y Capablanca ensayaron 3...¥g4.
4.g3 ¤f6
5.¥g2 ¤bd7
6.¥b2 e6
7.O-O ¥d6
8.d3 O-O
9.¤bd2 ...
Mayores posibilidades ofrecía 9.¤c3, y aho-
ra, el sabio ajedrecista germano procedió a efec-
tuar el bien preparado movimiento:
9... e5
Logrando en el curso de la partida fortificar
cada vez más esta «cabeza de puente».
b) Reti- Bogoljubow, Nueva York, 1924:
1.¤f3 d5
2.c4 e6
3.g3 ¤f6
4.¥g2 ¥d6
“Sistema de Nueva York”, que fue empleado
también en las partidas Reti-Yates y Alekhine
-Bogoljubow.
5.b3 O-O
6.O-O ¦e8
7.¥b2 ¤bd7
-5-
8.d4 ...
Tarde, pero a tiempo.
8. ... c6
9.¤bd2 ...
En esta situación, una autoridad como Ru-
binstein recomienda: 9...e5; en lugar de la juga-
da de desarrollo.
9. ... ¤e4
Vemos, así como el contragolpe e5 que esta-
mos considerando se impone tanto en la partida
normal de peón dama, como en el planteo ultra-
moderno que recela del centro del tablero.
Fuera de lo expuesto, y aun hasta con pérdi-
da transitoria de peón, la réplica e5 significa fre-
cuentemente la posibilidad de movilizar las re-
servas y organizar una vigorosa contraofensiva.
Muy ilustrativa es en este sentido la siguiente
partida jugada en el gran torneo de Moscú, de
1925:
Blancas: Ilya Rabinovich
Negras: M. Rubinstein
1.d4 d5
2.c4 e6
3.¤c3 ¤f6
4.¥g5 ¤bd7
Combinada con los dos movimientos si-
guientes, esta jugada constituye una genial con-
cepción de Pillsbury, para desordenar el flanco
de dama enemigo.
5.e3 c6
6.¤f3 £a5
7.cxd5 ...
Gracias a investigaciones de Bogoljubow se
sabe que tampoco con la variante más antigua:
7.¤d2 ¥b4 8.£c2 O-O! 9.¥e2 e5!; se puede
impedir la emancipación del juego negro. La
renombrada partida de Mahrish - Ostrau, que
jugaron Grünfeld - Bogoljubow, prosiguió así:
10.dxe5 ¤e4! 11.¤dxe4 dxe4 12.O-O ¥xc3
13.bxc3 ¤xe5 14.£xe4 f6 15.¥f4? (mejor, en
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todo caso, 15.¥h4); 15...¥f5! 16.£d4 ¦ad8; con
la sorprendente captura de la dama.
7... ¤xd5!
Esto, y naturalmente no 7...exd5; constituye
el lógico complemento de la precedente acción
liberadora de la dama.
8.£b3 ¥b4
9.¦c1 ...
En este momento parecería que él tuviese el
control de las piezas adversarias, pero el negro
tiene en reserva un nuevo regimiento de ame-
tralladoras (véase el diagrama que sigue).
9. ... e5!!
Conquistando importantes líneas y puntos
estratégicos. Esta jugada fue sometida a funda-
mentales análisis por los maestros yugoslavos
Vucovic, Dr. Asztalos y Dr. Vidmar, e introduci-
da en la práctica de los torneos por medio de la
partida que comentamos.
10.a3 ...
Si 10.dxe5, las negras aumentarían la pre-
sión en forma casi decisiva con 10. ... ¤c5 se-
guido de ¤a4.
Favorable para las negras sería también:
10.¥c4 ¤7b6; etcétera, así como también
10.¥d3 h6! 11.¥h4 exd4 12.exd4 ¤f4; etcétera.
Finalmente, resulta también dudosa la acep-
-6-
tación del sacrificio de peón mediante: 10.¤xe5
¤xe5 11.dxe5, en razón de la tosca posibilidad
de las negras de jugar 11. ... ¥e6. En la partida
Janowski - Tarrasch, de Semmering, en el año
1926, se continuó con 12.a3 ¥xc3+ 13.bxc3
O-O! 14.£b2. Todavía lo mejor, después de lo
cual, en vez de 14. ... f6; pudo jugarse sencilla-
mente 14...¤b6; que representaría muy inco-
modas amenazas para las blancas.
10... ¥xc3+
11.bxc3 exd4
Si 11...h6; para desalojar previamente al alfil
g5 de la diagonal c1 - h6, se produciría la desa-
gradable jugada intermedia 12.e4!
12.exd4 ...
Si 12.¤xd4, vendría, si no otra, 12. ... ¤xc3;
continuando con ganancia de peón. Se produce
ahora la apertura de líneas en beneficio de las
negras.
12... O-O
13.¥d3 ...
No mucho mejor hubiese sido 13.¥e2 ¦e8
14.¦c2 ¤f8!; con lo cual quedaría dificultado el
enroque de las blancas, a causa de ¤xc3.
13... ¦e8+
14.¢d1 ...
Quizá 14.¢f1, hubiese brindado mejores
posibilidades de defensa.
14... ¤f8
Jugada defensiva y ofensiva al mismo tiem-
po.
15.¥d2 £c7
Retrocede abiertamente ante la amenaza
16.c4.
16.¤e5 ¥e6
17.c4 ¤b6
18.¦e1 c5!
Aprovecha el instante preciso para quebrar
la falange de peones blancos.
19.d5 ¥xd5!
Un sacrificio aparente.
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20.cxd5 ¦xe5 rioridad de peones.
21.¦xe5 £xe5
22.¦xc5 ¦d8
El ataque frontal decisivo. En resumen, que aun para el segundo juga-
23.¥a5 ¤fd7 dor, existen siempre recursos. Su única misión
es sacarlos a la luz.
Un plan de lucha de solidísima base descu-
brió el gran Lasker, jugando la Defensa India
contra Pokorny, en Mährish-Ostrau.

Después de las conocidas jugadas:

1.d4 ¤f6
2.c4 e6
3.¤f3 ¥b4+
Variante Bogoljubow.
4.¥d2 ¥xd2+
5.¤bxd2 ...
Mas solido es 5.£xd2, seguido de ¤c3, pues-
¡Avancen las reservas! Sin eficacia hubiese to que la jugada del texto proporciona una lucha
sido 23...£d4 24.¥xb6 axb6 25.¦b5, así como llena de fantasía.
también 23...¦xd5 24.¦xd5!, etc., y más que du- 5... O-O
doso 23...¤e6!? 24.dxe6! £xc5 25.exf7+ ¢h8 En combinación con las siguientes jugadas
26.¥b4. de peones constituye un método de desarrollo
24.¦c2 ... mucho más compacto que 5...d5; en procura de
O también 24.¥xb6 ¤xc5! 25.¥xc5 £xd5!; un gambito de la dama en el cual la debilidad en
etc., ganando finalmente la calidad las negras. las casillas negras de las negras se haría sentir
24... £a1+ notablemente.
25.¢d2 ... 6.e4 d6
O bien 25.¦c1 £d4; con varias amenazas. 7.£c2 ¤c6
25... ¦e8! 8.¦d1 £e7!
26.¥e2 ¤c5! 9.¥e2 ...
El golpe de gracia. Y el ex campeón mundial, en procura de la
27.¦xc5 ... contrainiciativa juega:
O 27.£b4 ¤e4+. Interesante seria también 9. ... e5
27.£b2 ¤c4+!! 28.¥xc4 £e1#. 1) Que constituye el lógico complemento de
27... £d4+ su sexto movimiento, construyendo una fortísi-
28.£d3 £xc5 ma cadena de peones (c7, d6, e5).
0-1 2) Que no solamente abre la diagonal “c” y
Y las blancas abandonan, puesto que además después de 10.d5 ¤d8 11.h3 ¤h5!; etcétera, la
de la pérdida de calidad deben quedar con infe- línea “f ”, sino que transforma una partida cerra-

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da en una lucha en campo abierto. Su victoria fue brillante, y sirvió de experien-
3) Que enriquece el repertorio de la Apertu- cia, puesto que en una partida posterior jugada
ra Neoindia con una preciosa novedad. en 1925 en Debreczen, entre P. Johner y Matti-
La partida continuó: son, en lugar de la un tanto incolora jugada de
12.¤g1 ¤f4 las blancas 7.£c2, se jugó 7.¥d3 £e7 8.e5, im-
13.¥f3 f5 pidiendo la estratagema de Lasker (e5), si bien
14.¤e2 fxe4 a costa del peligro de permitir aumentar la de-
15.¤xe4 ¤g6 bilidad de su punto avanzado e5 con 8. ... ¤fd7
16.¥g4 ¤f7 9.£c2 h6 10.£c3 ¦d8 11.O-O-O.
17.¥xc8 ¦axc8 Quizá por este motivo es considerado como
18.O-O ¤g5 demasiado atrevido el sexto movimiento de las
19.¤xg5 £xg5 blancas (e4), y por eso muchos expertos aconse-
20.¦d3 £e7 jan el planteo más tranquilo mediante 6.e3.
21.¦g3 ¦f7 Vemos, así como en iguales planteamientos
22.¦g4 c6 de partida pueden relacionarse orgánicamente
23.£e4 cxd5 diferentes ideas, y como heterogéneas aperturas
24.cxd5 ¦c5 presentan signos comunes de parentesco, de lo
25.b4 ¦c7 que podemos deducir que es bastante antoja-
26.¦c1 ¦xc1+ diza la clasificación corriente de las partidas en
27.¤xc1 £c7 «abiertas» o «cerradas».
28.¤e2 £c8 Deseamos que nuestra modesta obra contri-
29.¢h2 ¦xf2 buya a facilitar a nuestros estimados lectores la
30.£e3 £f8 investigación y clasificación de las diversas aper-
31.¢g3 ¦f1 turas.
32.£xa7 ¤e7
33.£xb7 ¦e1
34.£b5 ¤f5+
35.¢h2 ¤e3
36.¤g3 ¤xg4+
37.hxg4 £d8
38.¢h3 ¦e3
39.a4 g6
40.a5 £g5
41.£e8+ ¢g7
42.£d7+ ¢h6
43.£xd6 £f4
44.g5+ ¢xg5
45.£e7+ ¢h6
46.£h4+ £xh4+
47.¢xh4 ¦b3
0-1

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