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FUNDAMENTOS PSICOLÓGICOS DEL PROCESO EDUCATIVO PARA LA

PRIMERA INFANCIA CUBANA

AUTORA: Dr. C. Ana Cristina Rodríguez Rivero. Universidad de Ciencias


Pedagógicas Enrique J. Varona. Profesor Auxiliar.

RESUMEN.
El artículo se refiere a los fundamentos psicológicos de la pedagogía
preescolar cubana como resultado de un proyecto de investigación que abordó
la fundamentación de la unidad e interacción de la educación y desarrollo en el
proceso de formación de la personalidad, teniendo en cuenta las
particularidades de los niños de cero a seis años.

PALABRAS CLAVES: Educación preescolar, fundamentos psicológicos,


primera infancia cubana.

INTRODUCCIÓN
La Educación Preescolar cubana constituye un proceso formativo de carácter
organizado y sistemático que se produce en los seis primeros años de vida,
con el objetivo de sentar las bases del desarrollo integral de la personalidad,
potenciando al máximo las múltiples posibilidades de desarrollo que se dan en
esta etapa de la vida del niño.

La educación y desarrollo de los niños cuenta en Cuba, con suficientes


estudios y resultados científicos, avalados por una práctica educativa original y
única de más de cuatro décadas y sus logros han sido divulgados en diferentes
foros internacionales, sin embargo, esta obra aún se encuentra dispersa en
múltiples materiales y documentos, algunos ni siquiera publicados.

Dada la necesidad de sistematizar los elementos esenciales que permiten la


conformación estructural de los contenidos de la pedagogía preescolar cubana,
en el año 2010, se inició un proyecto de investigación intencionado hacia este
propósito; entre sus tareas estuvo la fundamentación de la unidad e interacción

1
de la educación y desarrollo en el proceso de formación de la personalidad,
teniendo en cuenta las particularidades de los niños de cero a seis años.1

Como resultado se sistematizaron contenidos relativos a los fundamentos


psicológicos de la pedagogía preescolar cubana, cuya exposición constituye el
objetivo de este artículo.

Inicialmente se consultó la tesis doctoral de I. Ríos (2007) en la cual se define


un concepto básico, el de Niño de la primera infancia2, resultado que aporta de
la sistematización acerca de los fundamentos científicos para la Educación
Preescolar cubana que sirvió de referencia al estudio realizado.

Concerniente a esta posición, se generan los fundamentos psicológicos que


constituyen ideas esenciales, lineamientos básicos, asumidos por su sentido
orientador de la práctica educativa y en consecuencia para la pedagogía
preescolar, especialmente la didáctica, en función de organizar y dirigir el
proceso educativo de los niños de la primera infancia cubana en
correspondencia con las particularidades psicológicas distintivas de este
periodo.

DESARROLLO
En el periodo revolucionario, durante el quinquenio 1976 a 1980, el Instituto de
la Infancia profundizó en el estudio de las concepciones teóricas acerca del
desarrollo y la educación de los niños en los primeros cinco años de vida y
desarrolló diversas investigaciones psicológicas y pedagógicas.

1
Informe de resultados del proyecto de Pedagogía Preescolar. Universidad de Ciencias Pedagógicas
Enrique J. Varona. Facultad Educación Infantil. Departamento de Educación Preescolar. 2012. En soporte
digital.
2
“Los niños y las niñas de la primera infancia son seres biológicos en intenso crecimiento;
seres sociales y culturales por su origen que devienen individuales a partir de la apropiación
activa de las experiencias aportadas por su medio específico; seres afectivos y dependientes,
con capacidad para transitar al autovalidismo; con extraordinario potencial de desarrollo; y
portadores de derechos para el alcance de una vida plena”. I. Ríos, 2007: p. 102

2
El perfeccionamiento continuo del Sistema Nacional de Educación cubano fue
perfilando la necesaria correspondencia entre el fin de la educación y la
concepción del tipo de educación y de sus planes y programas. La Educación
Preescolar fortaleció así sus fundamentos, a partir de una orientación marxista
y martiana, principalmente basada en la teoría del enfoque histórico-cultural de
L. Vigotsky.

Actualmente se cuenta con un subsistema de Educación Preescolar


perfeccionado, que responde a una concepción pedagógica única acerca de la
educación de los niños, su formación y desarrollo; con una cobertura de
atención a la infancia en la cual el mayor por ciento se atiende por el programa
Educa a tu Hijo que se ejecuta en las comunidades, priorizando la preparación
a la familia. Además incluye el grado preescolar (niños entre cinco a seis años)
y los círculos infantiles, organizados por años de vida (segundo a sexto).

Según el enfoque asumido, el desarrollo psicológico infantil es esencialmente


histórico-cultural, único e irrepetible para cada niño y producto de las vivencias
personales originadas en un contexto social y cultural concreto, mediado por
otros agentes socializadores que ejercen una influencia educativa decisiva.

Consecuentemente se precisan algunas posiciones de partida que sustentan el


proceso educativo a partir de la integración de sus fundamentos psicológicos. I.
Ríos los sintetiza al señalar que ellos son3:

 La educación como conductora y guía del desarrollo.


 Las particularidades de la edad como requisito indispensable para
organizar el proceso educativo.
 El desarrollo del niño mediatizado por la cultura plasmada en objetos
concretos y en el otro, portador de cultura, organizador y guía (familia y
otros agentes).
 El desarrollo como resultado de la interacción socio-afectiva.

3
I. Ríos. Propuesta de fundamentos científicos para la Educación Preescolar Cubana.
Resumen de Tesis doctoral. Página 20.

3
La psicología evolutiva señala que en los primeros años de vida surgen
características esenciales que distinguen al ser humano del resto del mundo
animal, la marcha erecta, el uso de instrumentos, el lenguaje hablado, el
pensamiento y la conciencia, entre otras formaciones psicológicas, las cuales
se van desarrollando paulatinamente durante este periodo de la vida, en el cual
se sientan las bases para el posterior desarrollo, con grandes reservas y
posibilidades para la formación de las más diversas capacidades y cualidades
personales. Pero, es también un periodo de vulnerabilidad a las influencias
ambientales y sociales.

Por tanto, la educación y la enseñanza no pueden suceder de forma


espontánea y arbitraria, se hace necesaria una cuidadosa selección de los
objetivos, los métodos, los contenidos, y de las metodologías que se
correspondan con las características de los niños; solo así se podrán alcanzar
los fines educativos y de desarrollo trazados para esta etapa de la vida. Es
necesario entonces, una didáctica para dirigir la educación del niño de la
primera infancia.

Considerar que la educación constituye la guía del desarrollo significa


establecer que cualquier propiedad o condición psíquica surge como
consecuencia de su apropiada estimulación, y en la medida en que se propicia,
se da un salto cualitativo en el desarrollo. Así, el proceso educativo conduce al
desarrollo, en una espiral ascendente de niveles inferiores a superiores. Esto
implica decididamente un buen conocimiento de las particularidades del niño de
la primera infancia, para garantizar que la estimulación sea oportuna y precisa,
en el momento en que se debe hacer.

En consecuencia los objetivos del proceso educativo en estas edades deben


estar encaminados a la estimulación temprana, oportuna y adecuada de los
pequeños, considerando la situación social del desarrollo en que se
encuentran.

La situación social del desarrollo es el punto de partida para los cambios


dinámicos que se producen durante la evolución infantil en cada período.

4
Determina la forma y la dinámica que posibilitan al niño el logro de nuevas
formaciones psicológicas de la personalidad, de que lo social se transforme en
individual y de transitar a nuevas etapas de su vida.

La interpretación de esta categoría es enunciada por J. López y A. M. Siverio


cuando expresan que “implica tanto el período histórico general, como la etapa
histórico-concreta particular en la que los niños viven, que comprende a su vez,
el desarrollo cultural que en ese periodo se ha alcanzado; el entorno macro y
micro social en el que el niño más concretamente vive y se desarrolla; es decir,
el entorno y condiciones de vida socio-económicas y culturales de su medio
social y familiar concreto; pero aún más, la situación social del desarrollo no se
refiere solamente a lo externo; sino que incluye al propio niño, a su
subjetividad, a sus condiciones internas, todo lo que el niño es en cada
momento determinado, lo que ya ha alcanzado en su desarrollo integral como
personalidad en formación y sus potencialidades, que expresan lo que aún no
ha logrado plenamente, pero que se encuentra en fase de desarrollo” 4

La consideración de la zona de desarrollo potencial - aquello que el niño puede


hacer por sí mismo relacionado con lo que puede hacer mediante la actividad
conjunta con el adulto u otro coetáneo más capaz - es un planteamiento básico
en la educación inicial y preescolar. Al darse una estrecha relación entre la
educación y el desarrollo, la enseñanza y el aprendizaje, el nivel de desarrollo
condiciona en cierta medida las posibilidades del aprendizaje, pero éste a su
vez modifica el desarrollo mediante su acción, guiándolo a un nivel superior.
La enseñanza ha de partir del nivel de desarrollo actual para hacerlo progresar,
a través de la zona de desarrollo potencial, lo que a su vez amplía esta zona y
permite nuevas oportunidades al desarrollo.

Dentro de los elementos del medio, los componentes objetivos más


importantes de la situación social del desarrollo, son entonces las personas que
rodean al niño. En la primera infancia las relaciones personales con el “otro”,
los padres, los vecinos, la educadora del círculo infantil, la ejecutora del

4
J. López y A. M. Siverio. El proceso educativo para el desarrollo integral de la Primera
Infancia. Página 28.

5
Programa Educa a tu Hijo y los propios coetáneos, adquieren un valor
inestimable como par social de intercambio y colaboración, pero sobre todo, la
familia juega un rol insustituible en la educación y el desarrollo de los niños en
estas edades. Esta concepción confirma la importancia y la necesidad de
atender en el plano pedagógico, la comunicación con los niños y con la familia,
pero también la preparación de esta para asumir su función educativa.

El proceso dirigido a formar integralmente en el niño las bases de lo que será


su futura personalidad, tanto en el marco de una institución, en el contexto
comunitario, como en el propio medio familiar, posee especificidades que no
permiten homologarlo con otros procesos educativos.

Por eso la Didáctica preescolar tiene ante sí el reto de continuar las


transformaciones en la organización de un proceso educativo que rompa con la
ancestral idea de que es el educador, como agente institucional, el principal
transmisor de la cultura sistematizada y organizada, quedando relegada la
familia a un papel de cooperación en este proceso (I. Ríos; J. López; O.
Franco); el desafío fundamental está en perfeccionar las formas de
organización, los métodos y los procedimientos para convertir a las familias en
protagonista del desarrollo de sus hijos, acompañada o no por la labor de un
personal especializado en la educación infantil.

Los adultos son los encargados de la organización de la vida de los niños y de


la creación de condiciones que favorezcan la formación y desarrollo de hábitos,
habilidades, capacidades, la asimilación de conocimientos, de formas de
comportamiento social; la formación de sentimientos, actitudes y de cualidades
indispensables para el logro del desarrollo integral.

Es indiscutible su papel protagónico, de modo que la Didáctica preescolar debe


contar con igual grado de cientificidad para la educación y desarrollo del niño
en la familia como en la institución preescolar. De ahí que se precisa y se
defiende la idea, avalada por una práctica educativa consecuente, de la
preparación de las madres, los padres, los abuelos y otros familiares de los
niños, asistan o no a la institución infantil, aunque los métodos y

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procedimientos que se utilicen en cada una, obviamente se contextualicen a
sus características particulares.

La categoría SSD en su manifestación particular e individual en los niños, se


considera entonces como fundamento psicológico de la atención a las
diferencias individuales en el proceso educativo. Constituye un principio
orientador del proceder didáctico de los educadores, familias y adultos en
general, declarado en el currículo de la educación preescolar cubana. Señala la
necesidad de dar una atención distinta a las diferencias entre los niños, a sus
particularidades individuales. Se trata entonces de buscar estrategias que
favorezcan el aprendizaje y el desarrollo de todos los niños, como parte de los
derechos de la infancia, de acuerdo a sus necesidades educativas y a sus
potencialidades en el desarrollo.

Todos los niños son semejantes en relación a las características que


manifiestan en su comportamiento de acuerdo a la edad, pero a la vez, todos
son diferentes en correspondencia con sus características individuales, las
cuales son producto, entre otros factores, de la procedencia familiar y social.
Por lo que existe mucha variabilidad inter-individual en el desarrollo infantil,
múltiples diferencias individuales.

Los niños pueden manifestar, en determinados momentos del desarrollo,


algunos comportamientos que requieren de la comprensión de los adultos para
poder reaccionar ante ellos; manteniendo los que favorecen el cambio positivo
individual y el grupal e incidir para anular o neutralizar aquellos que entorpecen
el desarrollo infantil.

En la bibliografía se expone además la existencia de algunas conductas típicas


para la edad, que no pueden considerarse patológicas, por muy resaltantes o
dramáticas que puedan mostrarse en un momento dado. Así por ejemplo, entre
los tres y cuatro años el niño se vuelve obstinado y negativista, quiere ser
independiente, hacer las cosas por sí solo y el adulto se le opone
considerándolo un ser dependiente al que es necesario continuar satisfaciendo
todas sus necesidades; esta conducta de los niños es propia de una etapa del

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desarrollo relacionada con la llamada “crisis de los tres años”. Si estas
manifestaciones de los niños son bien manejadas por los adultos que los
educan, si ellos satisfacen las nuevas necesidades, fundamentalmente de
independencia, estos comportamientos serán pasajeros y se convertirán en
fuerzas motrices del desarrollo infantil.

En cada periodo del desarrollo se debe lograr las formaciones psicológicas


esenciales que le conciernen con métodos educativos en correspondencia con
las características psicológicas propias de la etapa de que se trate. Esto es
particularmente importante en la primera infancia.

Muestra de ello es que el logro de formas de comportamiento social posible en


estas edades, tales como el respeto, la ayuda, la colaboración, entre otros,
constituye base para la formación paulatina y posterior del sentido del deber,
de cualidades personales como la honestidad, la responsabilidad y de actitudes
positivas ante la vida.

En el proceso educativo infantil el énfasis ha de estar dirigido, no hacia la


simple asimilación de conocimientos, hábitos y habilidades, sino hacia la
formación de los instrumentos del conocimiento, de las funciones y
propiedades psíquicas que posibiliten la asimilación de estos. Es decir, el niño
debe aprender a aprender, más que a acumular datos e informaciones.

El desarrollo no es posible sin actividad, donde se posibilita el surgimiento de


las cualidades y propiedades psíquicas; es en la actividad donde el psiquismo
se forma, en que surge como consecuencia de la misma, para una vez surgido,
dirigir y perfeccionar esa misma actividad. Esta concepción dialéctica implica
que para la asimilación de cualquier conocimiento, para la formación de
cualquier hábito o habilidad, el niño ha de actuar, hacer de manera activa y
dinámica, por supuesto que de acuerdo a sus posibilidades de desarrollo.

Desde este punto de vista los métodos y formas de organización del proceso
educativo de la educación inicial y preescolar han de ser estructurado de modo
tal que permita actividades racionalmente concebidas, que posibiliten la acción

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directa del niño para el logro de en un aprendizaje activo y significativo
generador de desarrollo.

Así, la apropiación de los modos de conducta se realiza en la actividad del niño


en relación con los objetos y fenómenos del mundo circundante, pero esta
actividad no puede formarse en el niño por sí misma, sino que se conforma en
las relaciones prácticas y verbales con las personas que lo rodean, en la
actividad conjunta que realiza con ellos. Los objetos en sí mismos no
transmiten la experiencia social que está implícita en ellos, se requiere que el
adulto ponga al niño en contacto con los mismos y lo enseñe a actuar, para que
la función social del objeto sea asimilada. Solo mediante esta enseñanza del
adulto es que se organiza la actividad del niño y se da el proceso de
apropiación social.

En un inicio estas acciones tienen un carácter externo, pero en su realización


devienen paulatinamente internas mediante un proceso de interiorización, por
eso es tan importante en el proceso educativo la repetición y la ejercitación de
acciones en variadas condiciones y con distintos niveles de complejidad.

Así, en la infancia temprana se utilizan métodos que propician la ejecución de


acciones de demostración, observación y ejercicios imitativos relacionados con
las acciones con objetos, se requiere la presencia de juguetes que representen
lo más exacto posible la realidad y que propicien el desplazamiento. Los
medios de enseñanza deben favorecer el desarrollo de la imitación y de
acciones conjuntas. En la conducción del proceso educativo son
imprescindibles los procedimientos relacionados con la orientación visual y la
utilización de los objetos en las actividades.

En la infancia preescolar, se han de utilizar procedimientos activos que


posibiliten que los niños actúen y se interrelacionen con otras personas, que
establezcan una comunicación práctica y verbal, que propicien el desarrollo del
validismo, la autovaloración y autoafirmación, predominando los
procedimientos de orientación verbal. Es importante la utilización de materiales
didácticos y juguetes, que representen los objetos reales, pero se ha de

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propiciar la utilización de objetos sustitutos e imaginarios dada las posibilidades
psicológicas en este sentido.

En los estudios sobre el desarrollo de la psiquis humana se ha planteado de


forma general por la mayoría de los especialistas la indisoluble relación de lo
afectivo y lo cognitivo en el desarrollo de la personalidad. Vigotsky entre sus
aportes más importantes destaca la categoría vivencia, como elemento en toda
la formación psíquica y fundamentalmente en el desarrollo socioafectivo.

Es lo afectivo, fuente esencial para la proyección del niño hacia el conocimiento


del mundo, de las acciones con los objetos y de las relaciones con sus
coetáneos y adultos. Mientras más pequeños son los niños mayor efecto tiene
sobre ellos la satisfacción de las necesidades afectivas. Sentir esta afectividad
expresada en las sonrisas, en los gestos, en el nivel de aceptación, constituye
fuente de implicación personal, de comprometimiento, de motivación para un
hacer mejor.

Se ha reconocido que durante la primera infancia las alteraciones en la


comunicación afectiva repercuten desfavorablemente en la formación temprana
de la personalidad. Cuando en las relaciones con los familiares se ponen de
manifiesto actitudes de rechazo, descuido, negligencia, pobreza del medio,
tanto en cuanto a estimulación como a posibilidades de actividades, el
desarrollo físico y psíquico del niño se ve afectado.

Los niños tienen necesidades fundamentales relacionadas con la afectividad, la


seguridad, la aceptación de su individualidad y la estimulación sistemática,
cuya satisfacción posibilita un desarrollo armónico y feliz. Por otra parte, la
comunicación afectiva que exista entre un pequeño y el familiar adulto va a ser
determinante para que el menor lo imite y se identifique con él.

Aquellos que son víctimas de maltrato, que crecen carentes de afecto, en un


clima de hostilidad y violencia familiar y que manifiestan necesidades de cariño
y protección no satisfechas, derivan en gran proporción hacia conductas que

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manifiestan defectos de la socialización y que pueden desembocar, en
circunstancias extremas, en situaciones de desajuste o inadaptación social.

La satisfacción emocional del niño en todo lo que hace, piensa y en sus


relaciones con los otros es un logro esencial de la edad preescolar que influye
en el resto de las adquisiciones psicológicas. No se pueden desarrollar
cualidades morales como la honestidad o motivos positivos de conducta hacia
los demás, si no existe una implicación emocional del niño ante estas
manifestaciones y se le muestran y exigen comportamientos relacionados con
esta formación.

Así, por ejemplo la solidaridad o la ayuda mutua requiere en la infancia


preescolar, una formación fundamentalmente emocional. El pequeño no tiene
necesariamente que alcanzar un nivel ni cognitivo ni conceptual de estos
valores, no puede ni es necesario que explique qué son, ni la importancia que
tienen, ni sus formas de manifestación. Aquí el método verbal, desde el punto
de vista educativo, no es ni suficiente ni el esencial, sino que el niño debe
vivenciar modos de conducta en los adultos y en sí mismo y experimentar la
satisfacción que proporciona determinado modo de actuación.

Lo expresado confirma la necesidad de que exista correspondencia entre las


necesidades de los niños en cada período evolutivo y los métodos educativos
que se empleen por los adultos y reafirma la convicción de que la pedagogía
preescolar y su didáctica, para ser pertinente, debe tener en cuenta en la
organización y dirección del proceso educativo de los niños la actividad
fundamental o rectora del desarrollo y la forma de comunicación que
prevalece, en cada uno de los períodos evolutivos.

CONCLUSIONES
no conciben la educación si no se conocen las leyes del desarrollo infantil, las
particularidades de la etapa evolutiva, las condiciones y vías del aprendizaje, y
la formación de las distintas facultades y propiedades psíquicas, que son
Desde este punto de vista, los métodos y formas de organización del proceso
educativo de la educación preescolar han de ser estructurados de modo tal que

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permitan el más amplio desarrollo de las diferentes actividades y procesos, que
racionalmente concebidos posibiliten la acción directa del niño para la
apropiación activa y significativa de experiencias que conduzcan al desarrollo,
considerando las características de la edad y sus particularidades individuales.

BIBLIOGRAFIA
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