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NORMAS DE REFERENCIA: Contratos incluidos en la LAU: arts. 1, 2.1 y 3.1 LAU.- Contratos
excluidos de la LAU: arts. 1 y 5 LAU.
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de arrendamiento para uso distinto del de vivienda: art. 3 LAU.- Régimen jurídico del arrendamiento y
papel de la autonomía de la voluntad: arts. 4 y 6 LAU.
NORMAS DE REFERENCIA: Duración inicial: arts. 9.1 y 2 LAU.- Prórroga obligatoria para el
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arrendador y voluntaria para el arrendatario: art. 9.1 y 3 LAU.- Duración del arrendamiento de
vivienda ajena no inmatriculada: art. 9.4 LAU.- Prórroga voluntaria para las dos partes: art. 10 LAU.
Duración inicial. En el arrendamiento de vivienda, las partes son libres para fijar la
duración del contrato (art. 9.1 LAU). El plazo comenzará a contarse desde la fecha del
contrato o desde la puesta del inmueble a disposición del arrendatario, si esta fuere
posterior. Si en el contrato no se ha fijado un plazo de duración, o este es indeterminado
o indefinido, se entienden celebrados por un año (art. 9.2 LAU).
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Prórroga voluntaria para las dos partes. Si transcurre el plazo de duración pactada o
las prórrogas obligatorias del artículo 9.1 LAU (lo que significa que el contrato ha
durado un mínimo de tres años), y ninguna de las partes comunica a la otra su voluntad
de no renovarlo al menos con treinta días de antelación a la fecha de finalización, el
contrato se entenderá prorrogado por un año más (art. 10 LAU). Se trata de una
prórroga anual, que es voluntaria para los dos partes, pues cualquiera de ellas (también
el arrendador) puede oponerse a ella. Esta prórroga puede imponerse al tercer
adquirente oneroso y de buena fe de la vivienda si el arrendamiento está inscrito en el
Registro de la Propiedad (art. 10.2 LAU). Eso significa que si el arrendamiento se ha
prorrogado un año ex artículo 10 LAU y después se vende la vivienda, el comprador no
puede extinguir el arriendo (debe soportar la prórroga); pero si la venta se produce antes
de que termine la duración pactado o las prórrogas obligatorias del artículo 9 LAU, el
tercer adquirente (que pasa a ser arrendador) podrá oponerse a la prórroga voluntaria.
Una vez terminada la prórroga voluntaria del artículo 10 LAU, puede operar la tácita
reconducción (art. 1566 CC), naciendo así un nuevo contrato.
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no contesta en el plazo de quince días o manifiesta su voluntad de no continuar el
arriendo, el contrato se extingue, estando el cónyuge obligado a abonar la renta desde
que se le hizo el requerimiento. Antes de recibir el requerimiento el cónyuge no es
deudor de la renta, por lo que el arrendador no puede reclamársela; pero sí tiene contra
él una pretensión de cobro fundada en la regla que veda el enriquecimiento sin causa.
Estos derechos se conceden al cónyuge del arrendatario y a la pareja de hecho que
convive con él en una análoga relación de afectividad (art. 12.4 LAU).
NORMAS DE REFERENCIA: Derecho de subrogación tras la muerte del arrendatario: art. 16.1, 3 y 4
LAU.- Titulares del derecho de subrogación mortis causa: art. 16.1 y 2 LAU.
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Derecho de subrogación tras la muerte del arrendatario. En caso de muerte del
arrendatario de vivienda antes de finalizar el plazo de duración, el contrato se extingue,
salvo que existan personas con derecho a subrogarse en lugar del arrendatario (art. 16
LAU). Si existen estas personas, el arrendamiento se extinguirá a los tres meses de la
muerte del arrendatario, si el arrendador no recibe una notificación que informe del
hecho de la muerte y de la persona que se subroga, junto a ciertos documentos
(certificado de defunción y principio de prueba de que cumple los requisitos para
subrogarse). A pesar de la redacción del precepto, y de la interpretación literal que del
mismo hace la STS de 30 de mayo de 2012, basta que esa persona notifique su decisión
de subrogarse o que el arrendador conozca por otra vía su voluntad de subrogarse. Si el
contrato se extingue a los tres meses porque nadie quiere subrogarse, todas las personas
que tengan derecho a subrogarse quedan obligadas solidariamente al pago de la renta de
esos tres meses, salvo que renuncien a su derecho a subrogarse y lo notifiquen al
arrendador durante el primer mes tras la muerte del arrendatario (art. 16.3 LAU). En
todo caso, en los contratos en los que se acuerde un plazo inicial de duración superior a
tres años, se puede pactar que no habrá derecho de subrogación si la muerte del
arrendatario tiene lugar transcurridos los tres primeros años, o que el contrato se
extinguirá en todo caso a los tres años cuando la muerte se haya producido antes (art.
16.4 LAU).
Titulares del derecho de subrogación mortis causa. Tras la muerte del arrendatario,
tienen derecho a subrogarse en su posición las siguientes personas: su cónyuge o su
pareja de hecho que al tiempo del fallecimiento conviva con él; sus descendientes que al
tiempo de la muerte estén sujetos a patria potestad o tutela, o hayan convivido
habitualmente con él durante los dos años precedentes (p. ej., hijos mayores de edad);
sus descendientes; sus ascendientes; sus hermanos; y sus parientes hasta el tercer grado
colateral (tíos y sobrinos) con una minusvalía igual o superior al 65 por 100 que han
conviviendo con él durante los dos años anteriores a su muerte (art. 16.1 LAU). Salvo el
cónyuge, pareja de hecho o descendientes sometidos a patria potestad o tutela, los
demás deben haber convivido con el arrendatario durante los dos años anteriores a su
muerte. Si existen varias personas con derecho a subrogarse, podrá subrogarse el que
acuerden todos los beneficiarios que pierden el rango prevalente como consecuencia del
acuerdo, o a falta de acuerdo, el que resulte del orden de preferencia que consta en el
artículo 16.1 LAU (que se ha expuesto), con la salvedad de los padres septuagenarios,
que serán preferidos a los descendientes (art. 16.2 LAU). Si hay varios descendientes o
ascendientes, tendrá preferencia el más próximo en grado (pe., el hijo antes que el
nieto); y si hay varios hermanos, el de doble vínculo al medio hermano. Si aun así
concurren varios beneficiarios (p. ej., varios hijos), es preferente el que tenga una
minusvalía igual o superior al 65 por 100, en su defecto el que tenga mayores cargas
familiares, y en su defecto el descendiente de menor edad, el ascendiente de mayor edad
o el hermano más joven. Cualquier titular del derecho de subrogación que quiera
subrogarse tendrá que notificárselo al arrendador en el plazo de tres meses desde la
muerte del arrendatario. Si únicamente uno quiere subrogarse, se producirá la
subrogación. Si hay varios, solo se subrogará el que tenga un rango prevalente.
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1. Extinción del derecho del arrendador sobre la cosa estando vigente el
arrendamiento.
NORMAS DE REFERENCIA: Extinción del derecho del arrendador propietario cuando su propiedad
es claudicante: art. 13.1 LAU.- Extinción del derecho del arrendador titular de un derecho de goce
sobre la vivienda: art. 13.2 LAU.
NORMAS DE REFERENCIA: Régimen de la enajenación de la vivienda arrendada: arts. 7.2, 9.4, 10.2
y 14 LAU.
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del artículo 9 LAU, en su caso, que el adquirente no podrá evitar; si ya se inició la
prórroga anual voluntaria del artículo 10, el nuevo propietario tendrá que soportarla,
pero si no se inició todavía podrá evitarla, oponiéndose a ella en los términos
legalmente previstos. (ii) Si la vivienda no está inmatriculada en el Registro (y por
tanto, tampoco está inscrito el arrendamiento), si se enajena la vivienda se aplicará el
artículo 1571 CC (art. 14.2 LAU), de modo que el nuevo propietario tiene derecho a
poner fin al contrato, aunque si así lo hace el arrendatario podrá continuar en el arriendo
otros tres meses. En caso de extinción del arriendo, el arrendatario podrá reclamar al
arrendador los daños causados por la terminación anticipada del arriendo. (iii) Si la
vivienda, no inmatriculada, es enajenada por el arrendador no propietario de la misma,
el comprador tendrá derecho a que se termine el arriendo conforme al artículo 1571 CC
(art. 9.4 LAU). (iv) La LAU no regula expresamente la hipótesis más habitual: la
vivienda está inmatriculada y arrendada sin que el arriendo esté inscrito, y después se
enajena. Lo correcto es entender que el adquirente puede poner fin al arrendamiento, en
los mismos términos que prevé el artículo 14.2 LAU. Conforme a lo expuesto, si el
arrendatario quiere “garantizarse” que el arrendamiento dure el plazo establecido más,
en su caso, las prórrogas obligatorias, tendrá que inscribir el arrendamiento en el
Registro de la Propiedad, soportando el coste económico que ello conlleva.
VI. La renta.
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Actualización de la renta. Las partes son libres para fijar en el contrato la actualización
de la renta y el modo en que ha de hacerse. Pero si no hay pacto expreso sobre ello, la
renta no se podrá actualizar (art. 18.1 LAU), ni siquiera acudiendo a la variación
porcentual anual del IPC. Si hay pacto sobre la actualización, el único límite legal es
que la renta solo podrá ser revisada en la fecha en que se cumpla cada año de vigencia
del contrato. Por tanto, no cabe pactar una actualización cuatrimestral o semestral. Pero
sí que se actualice cada año, desde el primer año de vigencia del contrato, aunque la
duración pactada del arriendo sea superior o haya prórrogas obligatorias. Por otra parte,
si hay pacto expreso de actualización, sin más, o ese pacto remite a algún mecanismo de
revisión que no detalle el índice o metodología de referencia, la actualización se
producirá anualmente por referencia a la variación anual del Índice de Garantía de
Competitividad. En cualquier caso, la actualización de la renta no es automática: sólo
opera a partir del mes siguiente a aquel en que la parte interesada (normalmente el
arrendador) lo comunique a la otra parte por escrito, expresando el porcentaje aplicado y
acompañando, si lo pide el arrendatario, la certificación oportuna del Instituto Nacional
de Estadística. Esta notificación podrá contenerse en el propio recibo de la mensualidad
del pago precedente.
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participación (art. 19.2 LAU). Por otra parte, la elevación de la renta podrá exigirse al
mes siguiente al de la notificación por escrito del arrendador al arrendatario de la
cuantía de la elevación y de los cálculos que conducen a esa cifra, aportando los
documentos de los que resulte el coste de las obras realizadas (art. 19.3 LAU).
Obras de mejora. Una mejora es una obra que, excediendo de la mera conservación de
la vivienda, aumenta el valor del inmueble o la utilidad que el arrendatario puede
obtener del mismo. Pueden ser obras en la misma vivienda o en los elementos comunes
del edificio en el que se halla. Como regla, el arrendador no está facultado para hacer
mejoras en la vivienda arrendada cuando su realización repercuta negativamente en el
uso de la vivienda. Sin embargo, si las obras de mejora no pueden razonablemente
diferirse hasta la finalización del contrato (p. ej., porque se imponen por la ley), el
arrendador podrá realizarlas y el arrendatario está obligado a soportarlas (art. 22.1
LAU). El arrendador que se proponga realizar obras de mejora deberá notificar por
escrito al arrendatario, al menos con tres meses de antelación, su naturaleza, comienzo,
duración y coste previsible. Durante un mes a partir de dicha notificación, el
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arrendatario puede desistir del contrato, siempre que las obras afecten de modo
relevante a la vivienda; no es necesario que la haga inhabitable, pero tampoco basta con
que genere molestias o dificultades de uso. Si el arrendatario desiste, el arrendamiento
se extinguirá a los dos meses desde el desistimiento, durante los cuales no podrán
comenzar las obras (art. 22.2 LAU). El arrendatario que no desiste y soporta las obras
tiene derecho a una reducción de la renta en proporción a la parte de la vivienda de la
que se vea privado por causa de aquellas, así como a la indemnización de los gastos que
las obras le obliguen a realizar (art. 22.3 LAU). La norma no concede una
indemnización al arrendatario que desiste del contrato, lo cual carece de sentido. Por
otra parte, si las obras de mejora han sido acordadas por una autoridad competente y
hacen inhabitable la vivienda, el arrendatario, en lugar de desistir del contrato, podrá
suspenderlo (art. 26 LAU). Por último, el arrendador tiene derecho a elevar la renta por
obras de mejora, si ya han transcurrido tres años de duración del contrato, en los
términos previstos en el art. 19 LAU.
Obras del arrendatario. Los artículos 23 y 24 LAU regulan las obras que el
arrendatario puede o no puede realizar. El arrendatario puede, con el consentimiento del
arrendador, realizar obras que modifiquen la configuración de la vivienda, considerando
como tales las que afectan a elementos arquitectónicos como suelo, techo o tabiques. Si
las realiza sin su consentimiento el arrendador podrá resolver el contrato o exigir, al
finalizar el contrato, que el arrendatario reponga la vivienda a su estado anterior;
también podrá esperar a que termine el contrato y recuperar la vivienda tal y como se
encuentra, sin que el arrendatario puede reclamar indemnización alguna por las obras
realizadas. En ningún caso podrá el arrendatario hacer obras que provoquen una
disminución de la estabilidad o seguridad de la vivienda. Si viola esta prohibición, el
arrendador podrá resolver el contrato y/o exigir de inmediato al arrendatario la
reposición de las cosas al estado anterior. Por el contrario, el arrendatario podrá realizar
por sí solo las obras que no modifiquen la configuración de la vivienda (si la modifican
precisa el consentimiento previo del arrendador). También podrá, previa notificación
escrita al arrendador, ejecutar las obras para adaptar la vivienda a las necesidades del
arrendatario, su cónyuge, su pareja de hecho o cualquier otro familiar que viva con ellos
de forma permanente que tenga una discapacidad o una edad superior a setenta años
(art. 24 LAU). Estas obras no pueden afectar a elementos o servicios comunes del
edificio ni provocar una disminución en su estabilidad o seguridad. Además, el
arrendatario está obligado, al término del contrato, a reponer la vivienda al estado
anterior, si así lo exige el arrendador.
NORMAS DE REFERENCIA: La cesión del contrato: art. 8.1 LAU.- El subarriendo: art. 8.2 LAU.-
Derecho de adquisición preferente: art. 25 LAU.- Resolución ordinaria y resolución de pleno derecho
por incumplimiento de obligaciones: art. 27.1, 2 y 3 LAU.- Resolución extrajudicial y cancelación de la
inscripción registral del arrendamiento: art. 27.4 LAU.
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concluyentes). Este consentimiento puede prestarse en el propio contrato de
arrendamiento o después, antes de que se produzca la cesión.
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subarriendo o la cesión no consentidos; d) la causación dolosa de daños en la finca o la
realización de obras no consentidas por el arrendador; e) la realización en la vivienda de
actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas; f) no destinar la vivienda
arrendada al destino de vivienda permanente acordado. También el arrendatario podrá
resolver el contrato de pleno derecho en dos supuestos (art. 27.3 LAU): no realización
en la vivienda de las obras necesarias de conservación y perturbación de hecho o de
derecho en el uso de la vivienda por el arrendatario. Que cabe la resolución de pleno
derecho significa que no es posible la concesión de un plazo de gracia, y que no importa
la magnitud del incumplimiento.
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clientela que tiene derecho a exigir el arrendatario si, al finalizar el plazo de duración
del contrato, el arrendatario ha venido ejerciendo durante los últimos cinco años una
actividad comercial de venta al público y el arrendador no acepta renovar el contrato por
al menos otros cinco años y por una renta de mercado (art. 34 LAU).
NORMAS DE REFERENCIA: Forma del contrato: arts. 7.2 y 37 LAU, 1278, 1279 y 1280.2º CC.- La
fianza: art. 36 LAU.
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