You are on page 1of 34

Diario de Pensamiento

1.- Aliado

Soy ese fruto que comí, y soy el agua y los minerales que alimentaron aquel fruto. Soy
también aquel que será mineral que alimentara a otros frutos, que alimentaran otros hombres.
Soy la que seré, la que fui y la que nunca dejaré de ser. Soy esa energía que está cambiando sin
cesar. La existencia es un sinfín, se nace, se muere y se vuelve a nacer, así como se construye y se
destruye para volver a construir.

La creación fue un acto violento, caótico. ¿Por qué vamos a pedirle a la humanidad que no
sea violenta y caótica? Los seres humanos son extrañas criaturas muy particulares. En el afán de
buscar la felicidad se provocan a si mismos y a los que los rodean una gran infelicidad.

Ellos creen que el mayor problema es la violencia y el odio, pero el problema más grave que
tienen es la indiferencia. Todos buscan ese algo que otros tienen y que les promete la felicidad a
cualquier precio. Vidas vacías de vida, llenas de un vacío profundo imposible de llenar.

Morir cayendo desde lo alto de la propia decadencia. O morir en el fondo de la más


profunda opresión. Morir víctima de otra víctima, ser el victimario de un victimario. Morir
matando es morir dos veces. Morir comiendo nada hasta ser nada.

La humanidad ha sobrevivido hasta hoy a pesar de sí misma.

- Si dejas dos semillas y vuelves al tiempo, ¿qué encuentras? Una planta creciendo vigorosa.

- Y si dejas dos animales, macho y hembra, y vuelves al tiempo, ¿qué encuentras?


Cachorros de esa especie, vida.

- Si dejas dos seres humanos juntos y vuelves al mes, ¿qué vas a encontrar? A uno o quizás
a ninguno. Esa es la naturaleza humana. Son malos, despiadados, suicidas.

¿Qué es un aliado?

Un aliado es ese que viene a salvarnos incluso de nosotros mismos, es ese que nos refleja y
nos devuelve una imagen del otro lado del espejo aunque no nos guste. Un aliado es ese que nos
da aliento. Un aliado es ese que viene a sacarnos del pozo. Un aliado es quien nos salva del
naufragio. Un aliado es alguien que no es nosotros pero quiere lo mismo que nosotros.

Un aliado es quien nos ayuda a renacer. Es un ángel, un compañero, un socio, un protector,


un amigo, un redentor o un amor. Todo eso y mucho más es un aliado.

2.- Fácil

¡Fácil!, pensé cuando me pidieron ir a la Tierra a cumplir una misión.


El cuerpo humano es denso, pesado, muchas veces duele, está muy presente... tal vez, por
eso muchos humanos creen que son su cuerpo.

¿Por qué me molesta tanto estar en un cuerpo humano? ¿Es porque está pegado al suelo?
¿Es por sus exuberancias? ¿Qué es lo que tiene el cuerpo humano que me desagrada tanto? Tal vez
es la importancia que le dan los humanos lo que me molesta. Cuando, en realidad, el cuerpo es lo
que impide ver la verdadera esencia de quiénes son. Aunque, tal vez, lo que en realidad me
desagrada tanto del cuerpo humano, es que está gobernado por sus pasiones.

Todos fuimos elegidos por nuestras capacidades, y es innegable, las tenemos. Casi sin
dificultad, todos llevamos a cabo nuestra primera misión. Sabemos cómo provocar cambios en
otros seres, cómo tocarles el corazón. Somos, además, pragmáticos, no damos rodeos:
identificamos el problema y avanzamos. Sabemos exactamente cuáles son nuestras destrezas, pero
cometimos un error fatal: no tuvimos en cuenta la naturaleza humana.

Si alguien tiene sed, ¿cuál es la solución al problema? ¡Fácil! Darle agua. ¿Cómo se explica
entonces que alguien derrame adrede el agua que calmaría su sed? ¿Cómo entender que alguien
cierre con sus propias manos la celda que lo aprisiona? ¿Cómo poder descifrar unas criaturas que
gozan con el dolor? Ninguna empresa es fácil si no se entiende la naturaleza humana.

No todos triunfan cuando triunfan. Ni todos fracasan cuando fracasan. No se puede llevar
adelante una misión coherente si no se toma en cuenta sentimientos tan humanos como la
envidia, los celos... Los humanos no siempre admiran el talento, a veces, lo destruyen.

No, no es fácil. Entender una especie que se cura del dolor creando más dolor, ¡claro que no
es fácil! No es fácil, nada fácil comprender que alguien se genere el aislamiento que lo hace infeliz.
Difícil evitar la muerte cuando la vida no vale nada. Es muy difícil lograr un sentimiento de gratitud
en seres que creen estar solos en el mundo.

Para los humanos lo fácil no es la libertad. Para ellos la insatisfacción no es el problema. Lo


verdaderamente difícil de sobrellevar es la satisfacción.

Es difícil de entender pero no siempre el dolor los vuelve piadosos. A menudo los humanos
lastiman precisamente porque antes fueron lastimados. Es difícil comprender un mundo en el que
matar es más fácil que vivir. No es fácil entender a pobres seres que hacen lo imposible por ser
amados y luego sienten aprensión de aquellos que los aman. No es sencillo comprender un ser
que te rechaza por darle exactamente lo que desea.

Ahora entiendo por qué no me sentía a gusto con este cuerpo humano, por qué ninguno de
nosotros está cómodo acá y todos queremos irnos rápido. No es fácil estar en un mundo donde ser
feliz cuesta mucha infelicidad.

Fuimos por el camino más fácil y fracasamos. Habrá que buscar nuevos caminos. Nuestras
misiones no resultaron tan fáciles como creíamos. De ahora en más, deberemos ser más creativos.
Creímos poder resolver fácilmente la misión para irnos pronto. Todo indica que tenemos mucho
que aprender todavía.

3.- El Arca de Noah

¿Cómo sanar a quien no quiere ser curado? ¿Cómo ayudar a quien teme ser ayudado?
¿Cómo ayudar a alguien que cree que recibir ayuda es signo de debilidad?

A veces, para que algo cambie, hay que accionar. A veces, para construir, primero hay que
destruir. A veces, para que nazca un mundo nuevo, hay que terminar con el anterior.

Hasta el castillo más sólido en algún momento se desmorona. Y es ahí, cuando el suelo se
resquebraje, cuando el orgulloso príncipe clamará por ayuda. No es el hartazgo lo que lleva a
cambiar, es el hartazgo del hartazgo. No es antes, ni después, sino en el momento justo, ahí
cuando el agua está llegando al cuello. Recién cuando se pase el efecto de la anestesia y se sienta
el dolor enmascarado, recién ahí el enojo será angustia y la angustia será un pedido de ayuda.

No es antes, no es después, será en el momento justo, cuando escapar de la trampa mortal


de la soledad sea más seguro que quedarse en ella. Ni antes, ni después, sino en el preciso
instante en el que el mundo se te viene encima es cuando te animas a pedir ayuda. No se puede
tirar un salvavidas a quien no sabe que se está ahogando. Ni antes, ni después, en el preciso
instante en el que lo necesitas.

¿Cuánto es demasiada soledad para querer salir del aislamiento? ¿Cuándo es demasiado
maltrato como para querer terminal con él? ¿Cuánto es demasiado abuso como para ponerle un
límite? Entonces, finalmente, cuando los humanos tienen una necesidad profunda, extienden la
mano y piden ayuda. Y llega el día en que hasta el más orgulloso pide ayuda.

Cuando el diluvio no cesa y el agua lo tapa todo, recién ahí los humanos clavan por un lugar
en el arca.

¿Qué es ayudar? Ayudar no es darle al otro lo que uno cree que necesita, sino descubrir qué
es lo que el otro realmente necesita. Ayudar es ser esa arca que salva al otro del naufragio. Ayudar
es ser ese lugar donde poder preservar lo mejor de la especie. Ayudar es dar eso que el otro
necesita, aunque el otro no sepa que lo necesita.

4.- Puentes

El 70 % de la superficie del Planeta Tierra está cubierta por agua.

Los humanos llaman continente a las grandes extensiones de tierra, y llaman islas a las
pequeñas extensiones separadas del continente. Como si los continentes no fueran islas, grandes,
pero islas al fin.

Ellos mismos, los humanos, son islas rodeadas por un mar de gente. Están en una isla y son
una isla.
Los humanos solo se sienten unidos a alguien cuando están en el vientre materno, una vez
que salen a la vida se sienten solos, aislados. Creen vivir en sociedad, pero son apenas un rejunte
de individualidades, son islas que hablan distintos idiomas, siendo islas solo pueden relacionarse
construyendo puentes.

Dicen que los humanos solo pueden amar a un semejante más a que a sí mismos cuando se
trata de un hijo, pero ni siquiera eso es tan así, algunos no son capaces de ese amor.

Lo mejor que tienen los puentes cuando están bien construidos, es que tienen dos
direcciones, ida y vuelta. En la isla no hay nadie a quien querer, tampoco nadie a quien extrañar.
Sin puentes nadie puede llegar a la isla ni tampoco irse, nada malo puede pasar ni tampoco nada
bueno.

Nadie que los necesite ni a quien necesitar, nadie que los acaricie, tampoco nadie que los
bañe, en la isla están a salvo y solos.

Las islas en las que viven los humanos son muy pequeñas, solo hay espacio para una
persona, será por eso que le dan tanta importancia al sexo, porque al menos por un momento
fugaz, se sienten unidos a otro semejante.

Prefieren la soledad antes que los desengaños, prefieren las penas de soledad, antes que las
penas de amor, prefieren la soledad antes que la traición. Construir puentes es algo complejo,
trabajoso, la soledad es más fácil.

En un mundo en donde un hermano mata a su hermano, la soledad es el mejor refugio.

El síndrome del isleño es una especie claustrofobia que experimentan algunas personas
estando en una isla. La claustrofobia es eso, un ahogo ante el encierro, ante el propio encierro. La
des-conexión emocional es el cierre de todos los puentes. Nadie entra, nadie lastima.

Un puente nos permite salir de nuestra isla, tomar distancia y mirarla desde afuera.

Un puente, una balsa, un helicóptero o un beso, cualquier recurso vale para salir de la isla.

El plan de consistió en aislarlo y ponerlo en igualdad de condiciones con la esperanza de que


empezara a establecer lazos entre sí y yo dejé que las cosas fluyeran.

La conexión con lo más profundo del ser: con su esencia, con sus deseos. Intenté ser esa luz
que brilla en su interior. Intente hacer un puente hacia él.

Pero el amor es un puente mágico, porque se construye solo, más allá de la voluntad.

Antes de construir un puente, se deberá cavar muy profundo hasta el corazón de la piedra.
Desde que llegué fui un aliado revolucionario, fui una isla dentro de él. Ahora entendí que para
poder ayudarlo verdaderamente tengo que hacer un puente con él. Un puente entre él y yo no sé
cómo resultará. Pero de lo que estoy seguro es de que el ya no estará tan solo.
5.- El fin del mundo

¿Cómo es mi mundo? O mejor dicho, ¿qué es mi mundo? ¿Mi mundo es el lugar donde
crecí? ¿Es eso que sigue conmigo aunque lo haya dejado atrás?

¿Mi mundo es todo lo que hay entre las cuatro paredes de mi casa, o es lo que está del otro
lado de la ventana?

Tu mundo es todo lo que te resulta familiar, conocido, donde te sientes en casa. ¿Por qué,
entonces, lo que más nos atrae a veces es lo desconocido, lo distinto, otros mundos, otros
lenguajes? ¿Será porque lo más interesante viene de otro mundo, de un mundo que no es el
nuestro?¿Por qué cuando hablan de amor hablan de conquista amorosa? ¿Seducir a alguien es
conquistar su mundo? ¿Enamorarse significa que se te venga el mundo abajo? ¿Se puede
conquistar un mundo sin destruirlo? Conquistar desgasta y devasta.

Mejor que conquistar tal vez sea conocer, aprender otros idiomas, descubrir otros mundos.
Seducir a alguien no debería significar conquistar, sino ser turista en su mundo. Si seducir es
conquistar, eso significa el fin del mundo, porque tras la conquista siempre queda todo destruido.
Tal vez el amor sea eso, dos personas de distintos mundos que hablan el mismo idioma. Hay algo
claro, cuando dos mundos chocan, ninguno sale ileso, los dos salen modificados de ese encuentro.
El amor es el fin de los mundos, de las diferencias, de las fronteras.

Todos podemos cambiar nuestro mundo, reinventarlo, transformarlo, recrearlo. Todo el


mundo se pregunta cuál es su mundo. Tu mundo es ese que te va a perseguir hasta el fin del
mundo.

Cuando amar es conquistar se corre el peligro de entrar en mundos que no son propios,
desconocidos, y terminar presos de ellos. Dos mundos se fusionan cuando se encuentra un
lenguaje universal. Tu mundo ya no es más tu mundo y sólo tu mundo cuando alguien entra en él.

Lo bueno del fin del mundo es que empieza otro nuevo. Aunque estés tironeado entre dos
mundos ahora ya lo sabes, ya lo conociste, hay otro mundo ahí afuera esperándote. Aunque
vuelvas corriendo al refugio de lo conocido, a ese mundo donde eres el rey, siempre estará ahí
afuera ese otro mundo, el desconocido donde eres uno más, esperándote. Porque ser uno más a
veces significa uno más feliz, más alegre, más vivo.

Mejor que conquistar es mostrarle al otro que un mundo distinto es posible.

6.- Otro en tu lugar

Misteriosos humanos. Tienden a convertirse en todo aquello que odian de sus padres. Como
dos gotas de agua, loca como tu madre, todas metáforas para describir la tendencia humana de
identificarse con sus progenitores., generalmente, con lo peor de aquellos.

De manera inconsciente repiten patrones, aunque no lo vean, aunque no lo quieran. A veces


llegan a ser tan idénticos a sus padres que es como si vivieran la vida de los otros, como si fueran
réplicas viviendo una vida ajena por temor a no llegar tan lejos como papá, o por temor a no llegar
a ningún lado como papá, o quizás por temor a no contentar a mamá, o incluso para sacarse de
encima a mamá.

Identificados con sus padres, terminan viviendo la vida de otro, los deseos de los otros.
¿Cómo pueden encontrar una identidad propia si ellos creen ser eso que vieron toda su vida?
¿Cómo pueden romper ese espejo que los hace idénticos, en lugar de únicos? ¿Cómo ayudar a
Manuel para que pueda vivir su vida y no que su vida sea vivida por otros en su lugar? Ese es mi
desafío.

¿Cómo pueden los humanos ser dueños de su propia vida? Porque es inexorable, si no te
adueñas de tu vida, si no eres tú, único, idéntico a nadie, vendrá otro a invadirte y habrá otro en tu
lugar.

7.- Vas a Gritar

Ellos son crueles, con los demás y sobre todo con ellos mismos. Necesitaban volver a
conectarse con el dolor, con esa herida abierta que esquivan y que no quieren mirar.

Había que empujarlos hasta el límite de la humillación, hasta ese lugar donde el dolor mudo
al fin se transforma en un grito. Había llevarlos hasta ese lugar donde no pudieran escaparse de sí
mismos. Había que traerlos de regreso de la crueldad hacia el dolor. Había que forzarlos a sentir
empatía. Había que manipular al manipulador, usar al que usa, hacerlos probar su propia
medicina. Había que exasperarlos para que al fin empezaran a gritar. Había que hacer un cambio
de estrategia, y eso fue lo que hice, para eso estoy aquí.

Había que hacerlos gritar, enojarse, hartarse de su propio hartazgo, transformar el dolor en
un grito de liberación. Tienen que gritar bien fuerte, tan fuerte como para acallar esa voz interna
que los tortura, que los injuria, esa voz interior que los odia.

Había que empujarlos hasta su propio límite hasta que pudieran dar ese grito que pone fin al
abuso. Tienen que poder gritar: “¡hasta aquí llegaste!”.

Había que quebrarlos, que romperlos, sacudirlos para que pudiera liberarse de esa realidad.
Había que llenarlos de esa angustia que es aliada, esa angustia que se transforma en pedido de
ayuda, en grito de socorro.

Había que hacerlos gritar para poder traerlos de regreso de la insensibilidad.

Un grito es una variación en el tono, en un acento en la intención, es un cambio en el ritmo


y en la estrategia.

Era importante hacer audible la desesperación y el dolor, y que el desamparo se volviera


grito. Era importante ayudarlos a hacerse visibles gritando: “¡AQUÍ ESTOY YO! Y hasta ahí llegas
tú”.
Había que tocarles el alma, y a veces el alma grita y en ese grito se sana.

A veces el mutismo se cura con un grito. Y a veces un susurro tiene la potencia de mil gritos
que necesitan ser gritados.

8.- No eres tú, soy yo

Ya sé quién eres tú, soy yo. Los humanos se sienten entidades separadas de los demás, no
saben que son parte de un todo, no saben que lo que ven en el otro es su propio reflejo.

Lo que veo en ti no eres tú, soy yo. Lo que te hago a ti me lo hago a mí, la herida que te
causo me la causo a mí.

Cuando siento odio por ti no eres tú al que odio, es a mí. Odio esa parte de mí que se refleja
en ti.

Cuando te amo, amo a ese que soy con tu amor. Cuando te cuido también me cuido a mí
mismo.

Chocan más, los que más se parecen. No es a ti a quien rechazo y agredo, sino a mí mismo,
como si quisiera romper ese espejo en el que al verte horrible, veo espejado lo que odio de mí.

No eres tú el que no tiene cura, soy yo el que no puede curarte.

Lo que me duele de este planeta es su crueldad, la crueldad hacia los demás, que es en
definitiva, crueldad consigo mismos. Odian, desprecian y rechazan porque se odian. Lastiman
porque no pueden sanar sus propias heridas. Aquel que odia mucho, se odia mucho. Y el que ama
mucho, se ama mucho.

La contra-cara de la crueldad es la solidaridad, la empatía, amor por el otro, que es la mejor


forma del amor a sí mismo. Algo empieza a cambiar cuando se comprende que no es solamente al
otro al que se ama o se odia sino, además, a uno mismo. No soy yo el que puede ayudarte, eres tú.
Tratar mejor a los demás es síntoma de tratarse mejor a uno mismo. Preocuparte por mí es
preocuparte por ti. No todo está perdido.

Sanar tu herida es también dejar de lastimar.

9.- A foja cero

Después de andar toda tu vida en la mala, uno le esquiva a la buena. No porque no la quiera,
sino por miedo a acostumbrarte y que después te falte. Cuando te criaste en una casa sin techo, no
te entusiasmas mucho con los días de sol porque sabes que tarde o temprano va a venir la
tormenta. Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía. Por eso los tipos como yo
desconfiamos de lo bueno que nos da la vida.

Acostumbrarte al no es fácil, lo duro es cuando te entusiasmas con un sí, porque ahí el no


duele más. Más te acostumbras a las caricias, más te duelen los golpes. Cuanto más alto saltes,
más va a doler la caída. Cuanto más abres tu corazón, más fácil es romperlo. Eso lo sabemos muy
bien los que nacimos en el barro: cuanto más fuerza haces para levantar la cabeza, más se te
hunden las manos. Uno no se engaña con sueño de felicidad, porque el desengaño duele más que
mil palizas.

Los tipos como yo no nos entusiasmamos con el futuro porque sabemos que siempre va a
venir el pasado a buscarnos. Así somos los desgraciados, no nos entusiasmamos mucho con la
felicidad porque por más avances que hagamos siempre va a pasar algo que nos va a llevar a foja
cero.

Pero a pesar de que el peso que llevan sobre sus hombros los hunda en el fango algo ya
cambió, un atisbo de esa otra vida posible. Aunque todavía el malo conocido sea mejor que el
bueno por conocer, ya tienen una noción de lo bueno y de lo malo.

Ahora hay un dolor que ya no es resentimiento de lo que nunca se tuvo, sino nostalgia de lo
que se perdió. Y lo que se perdió, se puede recuperar.

Aunque un mandato todavía muy fuerte haya borrado de un plumazo sus pasos trémulos y
hayan vuelto a foja cero, hubo pasos. Aunque ahora estén igual o peor que como empezaron, hubo
avances y eso es esperanza.

10.- Cara de feliz cumpleaños

Un cumpleaños es feliz porque ese día eres el centro de las miradas. Ese día es TU día, y eres
especial. Al menos una vez al año uno es el protagonista y eso debería hacernos felices. Uno
debería sentirse especial, querido, rodeado de gente que se alegra de que existas.

Al día siguiente uno vuelve a ser uno más del montón, pero ese día eres especial, ese día los
reflectores están puestos en ti y uno debería ser feliz por eso. Nada te hace más feliz que sentirte
amado, ¿no? Vivir con resentimiento; vivir sin amor, en soledad; vivir con miedo, aterrado.

Complejo el tema de la felicidad humana. Los humanos hacen, deshacen, sufren, se


esfuerzan y se desviven por alcanzar aquello que se supone los hará felices.

El deseo para los humanos es como el hambre: se desea lo que falta, si no falta, no se desea.
Y a ellos les gusta mucho desear. Están atrapados en una lógica laberíntica: anhelan lo que no
tienen y desprecian lo que tienen, para volverlo a desear. De este lado del espejo se ve más claro,
no siempre los hace felices obtener lo que quieren, ni siempre los hace infelices no obtenerlo. Si la
felicidad está hecha de todo aquello que se puede alcanzar, ¿sólo es posible la infelicidad?

Tal vez el problema de la felicidad es que la ubican en el futuro, o en el pasado, pero nunca
en el presente. La felicidad no es ni ese futuro anhelado ni esa foto amarillenta del pasado feliz, la
felicidad está hecha de presente.

11.- Demasiado Amor


Hay que entender la lógica de la adicción. El adicto cree que su abstinencia termina cuando
consume la sustancia a la que es adicto, pero en verdad, en el momento en que termina de
consumir ese cigarrillo, se empieza a generar la abstinencia, que irá creciendo hasta volverse
insoportable. Esa es la lógica de la adicción: el bálsamo que calmará tu abstinencia, es lo que en
realidad te está generando más abstinencia.

No sólo hay adictos al tabaco o al alcohol, hay adictos al trabajo, adictos a la comida, o al
hambre, adictos a la soledad, o a la angustia. Hay adictos a otra persona, y hay adictos a su propio
ego. Hay adicciones muy extrañas, como por ejemplo la adicción a la adrenalina que experimentan
algunos delincuentes.

Hay muchas formas de adicción, y todos somos adictos a algo. Lo importante es no dejarse
confundir, y entender cuál es la verdadera adicción detrás de la adicción. Yo por ejemplo no soy
adicto al sexo o a las mujeres: soy adicto a la venganza. Al principio es como un susurro, después
es como una picazón en las manos, y al final, es como un grito. El monstruo se vuelve a despertar,
y está hambriento.

Las adicciones son difíciles de cortar porque no las vemos como un problema, sino como
una solución. Al tabaco, al alcohol, a la comida, a una mala relación, a la adrenalina o al maltrato...
sea la adicción que fuere, todas nos garantizan algo: por un rato, vamos a dejar de sentir ese dolor
profundo que llevamos siempre como una cruz.

Uno cree que la adicción tiene una fuerza más poderosa que la voluntad. En realidad el
adicto sí tiene fuerza de voluntad. Tiene la férrea voluntad de no sentir ese dolor profundo en su
alma. No es a la violencia a lo que es adicto un violento, sino a esa adrenalina que por un rato
enmascara su dolor. ¿Por qué una persona lastima una y otra vez a otra? Porque puede. Porque el
golpeado lo permite.

En los años 60 casi nadie sabía que fumar hace mal. En la actualidad nadie lo ignora. ¿Qué
poderosa razón lleva a alguien a hacer algo a sabiendas de que le hace mal? El adicto al juego sabe
que siempre gana el casino, sí sabe que va a perder. ¿Alguien cree que un jugador juega para
ganar? El adicto sabe muy bien lo que pierde, pero también él, y sólo él, sabe lo que gana: una
emoción tan fuerte que lo deja aturdido, anestesiado.

Todos los adictos tenemos algo en común: todos tenemos demasiado dolor.

Yo sé que ahí donde hay demasiado dolor, hay también demasiado amor.

Demasiado amor puede ahogar, puede anular. Amar demasiado, o ser demasiado amado,
puede ser tan peligroso como no amar, o no ser amado. Pero siempre ahí, donde hay dolor, hay
amor. Demasiado amor. Y por eso duele.

Cuando un humano sufre, no hay que preguntarle "¿Qué te duele?" sino "¿Quién te duele?"
porque detrás de un gran dolor... siempre hay un gran amor.
12.- Si Hubiera

No es la incógnita del futuro lo que nos atormenta, sino la de qué hubiera pasado si todo
hubiera sido distinto.

¿Cómo sería mi vida si yo hubiera nacido en otro lugar, otro país, si yo hubiera sido
huérfano, si yo no tuviera un padre ausente, sino muerto? ¿Sería feliz si hubiera tenido una madre
feliz? Cuando tomamos una decisión es inevitable pensar que hubiera pasado si hubiéramos
decidido otra cosa. Vivimos divididos entre lo que elegimos y lo que hubiéramos podido elegir.
Estamos llenos de nostalgia de lo que hubiéramos podido ser.

Siempre pensamos que es mucho más feliz el que hubiéramos sido si no fuéramos el que
somos. Somos una entre las tantas posibilidades de lo que hubiéramos podido ser. Si queremos ser
lo que hubiéramos podido ser, entonces hay que hacer correcciones. Sin duda yo hubiera sido otra
más feliz si no hubiera tenido esta madre. Y eso es lo que tengo que corregir.

Ya me cansé de llorar por no ser la que hubiera podido ser. Hoy, quiero ser. Si mi vida
hubiera sido esta, si esta hubiera sido mi casa, si esta hubiera sido mi ropa, si esta hubiera sido yo,
si ellos me amaran a mí, ¿me sentiría tan solo como ahora? ¿Odiaría como odio si hubiera sido
amado?

Todos tenemos un personaje asignado en este gran teatro que es el mundo. Y vivimos
pensado cómo sería si nos hubiera tocado otro personaje. Aunque nos pongamos su vestuario o
repitamos sus diálogos, no podemos ser ese personaje que hubiéramos querido ser. No somos ni la
sombra de lo que hubiéramos querido ser, ni la esperanza del que podríamos ser, estamos
condenados a ser el que somos.

Cuando no te sientes feliz con quien eres y te lamentas por el que hubieras podido ser, tienes
sólo dos alternativas: o matas al que hubieras podido ser, o matas al que eres.

El futuro es imperfecto porque es impreciso, improbable, nadie puede afirmar lo que será
porque no sabes siquiera si será.

Dios me ayudo a comprender la lógica temporal en la que están atrapados los humanos. El
condicional compuesto supone una condición, ¿qué hubiera pasado si...? Pero ese SI hipotético
tampoco existe, no existe ni lo que debiera ni lo que podría SER, sólo existe lo que es.

El SER se define por el hacer. El que es, hace. El que no hace, hubiera podido ser. El la acción
lo que te saca de la inercia de la angustia. Si hubieras querido ser cantante, ¡abre tu boca y canta!
Algo roto angustia, arreglarlo da alegría. El hombre de acción no llora por lo que no fue, hace.

Aprendí la diferencia entre melancolía y nostalgia. Nostalgia es de lo que fue, melancolía es


de lo que no fue.

Lo que no fue no se puede cambiar, lo que será no se puede conocer, lo que es, el presente,
es todo lo que tenemos. El pasado es inalterable, el futuro es intocable, de modo que estamos
condenados al presente. Pero la buena noticia es que el presente se puede transformar, sólo el
presente. Nos guste o no, somos sólo presente, presente que sólo puede transformarse con amor.

13.- Referente

Todos están pendientes de lo que yo hago: si como, si no como, si duermo, si me analizo, si


estoy solo, si soy frívolo, si esto..., si lo otro... Pero sólo yo se lo que es estar en mis zapatos.

Podrán decirme egocéntrico, narcisista, egoísta pero yo tengo que estar enfocado, muy
enfocado.

Todos ven algo distinto en mí: que soy envidiable, único, irrepetible. Dicen que soy obsesivo,
prolijo, que soy metódico, detallista. Hay muchas miradas sobre mí: qué hago, qué digo, qué me
pongo. Me miran todo el tiempo y por eso estoy más exigido. Y yo lo acepto porque se lo que soy.
Sé que soy un referente.

Todas las personas necesitan un referente para saber dónde están parados en la vida. Para
saber qué hacer, qué decir, cómo manejarse se necesitan modelos, ejemplos a seguir, por eso
somos tan importantes los referentes.

Cuando eres chico tus padres son tu ejemplo a seguir. Cuando creces tus padres son el error
a no cometer, y ahí, se vuelven fundamentales los referentes.

Todo el mundo tiene referentes. La infelicidad no tiene medida hasta que te topas con
alguien feliz. Ahí sí, con ese referente podes saber cuan infeliz eres. No sólo la comida engorda, la
mirada de los demás también. Quisieran verte más gordo para sentirse más flacos. Quisieran verte
menos feliz para sentirse menos infelices.

Cuando te preguntan cómo estas, la respuesta no es bien o mal, sino: ¿comparado con qué?.
Nadie es alto, gordo o rico, se es más o menos alto, gordo o rico que alguien. Para eso sirve un
referente, para saber que tú eres menos, menos que alguien.

Un referente nos alivia, porque nos hace sentir que no estamos solos en el mundo. Los
referentes son coordenadas que te ubican en el espacio, te dicen quién eres y dónde estás. Los
referentes son conductas a imitar. Ese es el problema de los referentes, se vuelven un ideal muy
difícil de alcanzar. Un espejo en el que siempre te ves feo. Uno se llenas de ideas de lo que debería
sentir. Un referente te llena de... debería. Un referente te llena de prejuicios, de una única forma de
ver la vida. Un referente es ese fantasma perfecto, imposible de alcanzar.

Los humanos creen que cargan con el peso de la mirada de los demás. ¡Es falso! La mirada
más cruel es la mirada de ellos mismo, esa mirada que todos los días le dicen lo poco que valen.
Respecto del ideal todos somos imperfectos, comparados con nada, todos somos perfectos. Los
humanos crecen comparándose con otros, pero lo singular de la vida no tiene parangón. Es eso
especial y único que nos hacen especiales y únicos. El ideal es esa mirada tan severa, que les dice
que valen tan poco que no deberían existir.
14.- Un final anunciado

La herida que más duele no es la última, es la primera, la que nunca deja de doler. No es que
uno sea desconfiado, uno no cree que los demás te quieran engrampar, uno lo sabe. Por eso un día
uno se pone loquito y se amotina, porque se cansa de que te peguen siempre en la misma herida.
El que se quemó con leche, ve una vaca y llora. En realidad lloras porque esa herida no te deja de
doler, es una herida que te golpeó el alma y el dolor del alma dura más que el dolor del cuerpo,
dura para siempre.

Si siempre te pegan en el mismo lugar, uno aprende a defenderse de la misma manera,


atacar es tu mejor defensa. El mismo perro rabioso, te vuelve a morder en el mismo lugar. ¿Qué
esperabas? No es que uno tenga calle y la tenga clara y sepa siempre lo que va a pasar, es que la
historia se repite siempre: los mismos golpes, las mismas heridas.

El trauma es una herida muy profunda, un dolor que a veces ni recuerdan, pero que los
marcó para toda la vida. Y por alguna misteriosa razón, durante toda su vida, los humanos vuelven
a revivir ese trauma una y otra vez. Algunos dicen que es mala suerte, otros creen que es su
destino. Pero todos, sin saber cómo ni porqué, terminan repitiendo la misma escena traumática.

¿Por qué la vida, o ellos mismos, se ponen una y otra vez ante la misma situación? Tal vez la
vida los pone a vivir una y otra vez lo mismo llevándolos hacia un final anunciado, precisamente,
para que puedan cambiarlo. Cada nuevo golpe, cada herida, tal vez sea una chance de por fin
poder cambiar. Tal vez lo que viven como un castigo, sea una bendición. Ellos piensan que la vida
les impone un destino cruel, pero tal vez la vida les de una y otra vez generosamente la posibilidad
de cambiar.

Otra vez la vida repite aquel trauma y te empuja hacia un final anunciado, ¿qué vas a hacer?
Haciéndote vivir todo el tiempo la misma escena, la vida te da cada día una posibilidad de cambiar,
y esa es la verdadera libertad: la capacidad de elegir cambiar tu destino o avanzar sin resistirte
hacia un final anunciado.

15.- La Supervisión

Cuando los humanos esperan algo con mucha ansiedad, dicen "no veo la hora".
Cuando quieren dar una opinión, dicen "así lo veo yo", o "este es mi punto de vista".
Cuando quieren hablar del futuro se preguntan "¿cómo te ves en algunos años?".
Cuando quieren consultar con alguien su aspecto, preguntan "¿cómo me veo?".
"Estoy tan borracho que no veo", dicen cuando beben.

La vida humana es una mirada, un recorte. Los humanos conocen de la vida sólo lo que ven.
Para aquello que no pueden ver necesitan otra mirada, una supervisión.

Si un humano quiere verse el rostro, tiene que mirarse en un espejo. Pero si quiere mirarse
la espalda, tiene que hacer un juego de espejos.
Creemos conocer a alguien por lo que vemos. Pero conocer al otro, en realidad, es poder
ver con sus ojos, ver la vida como la ve el otro. Confiamos sólo en lo que vemos, pero lo que
vemos es a penas una ínfima parte de la realidad. La vida, el misterio... es todo eso que escapa a la
mirada.

Por algo cierran los ojos cuando besan o cuando hacen el amor, es porque así ven más, ven
mejor.

Se supone que la mirada de un supervisor ve más, porque ve, en simultáneo, lo que alguien
mira y al que mira.

Mirar al otro no es sólo verlo, sino también ver su mirada, su verdad. Mirar es también
dejarse mirar. Sólo cuando podemos ver, pensar y sentir como el otro, podemos decir que
conocemos al otro. Y será inevitable, conociendo al otro, nos conoceremos a nosotros mismos.

Los humanos atraviesan su existencia con la pregunta constante "¿quién soy?", "¿cómo
soy?".

Y para responder a esa pregunta, interpelan a los demás: "¿qué ves?", "¿cómo me ves?".

Y habrá tantas respuestas como miradas, incluso la propia mirada, una mirada que suele ser
implacable.

Quizá seamos un poco como nos ven, un poco como nos vemos y un poco como nadie nos
ve.

Los cristianos dicen que sólo Dios nos ve tal cual somos. Esa mirada, esa supervisión, que ve
al que somos, al que fuimos, al que seremos y al que podríamos ser, una mirada frente a la cual
nunca más podremos decir que las cosas son así como las vemos, porque vemos casi nada.

Estamos muy interesados en aquello que vemos, pero lo más importante es todo aquello
que no podemos ver.

16.- Ahora o Nunca

Lo más difícil de ser humano es entrar en la temporalidad. Los seres de luz vivimos en el
ahora, no nos duele el pasado y no nos angustia el futuro. Pero los humanos no saben vivir en el
ahora. El miedo humano es temor de que algo duela en el futuro como dolió en el pasado.

No hay pasado ni futuro, sólo hay ahora, y el ahora es perfecto.

Nadie tiene futuro, ni pasado, lo único que tenemos es presente.

Porque todos tuvieron un pasado traumático, se proyectan hacia un futuro desastroso, hay
traerlos al ahora, el único lugar real en que el cambio es posible.
Los humanos están llenos de frases sobre el tiempo: 'más vale tarde que nunca', 'antes de
que sea demasiado tarde'...

El tiempo es vital para ellos, porque creen que su existencia es limitada. Tanto los obsesiona
el tiempo, que llevan relojes para no olvidarlo, como si el pasado o el futuro no fuera una ilusión.

Lo único real es el ahora, todo lo demás no existe, es nunca. No importa cuán difícil haya
sido tu pasado, ni cuan incierto sea tu futuro. No importa porque no existen, sólo existe el ahora. Y
aquí y ahora puede ser el cambio que quieres.

'Nunca es demasiado tarde' les gusta decir a los humanos. Claro que no es tarde, es ahora.

17.- Entre la vida y la muerte

Para los humanos la vida es una fiesta hasta que toman conciencia de la muerte. Cuando
entienden que la existencia es un pequeño oasis entre la nada y la nada.

Descreídos en la eternidad de sus almas viven aterrados por la posibilidad del final, que los
acecha. Ese terror a la muerte, esa angustia existencial hace que gasten enormes cantidades de
energía en negarlo.

Convencidos de que son ese cuerpo que nace y muere, los humanos aprenden a vivir entre
dicótomas: noche y día, luz y oscuridad, cielo e infierno, vida y muerte. La dicótoma no es parte de
la naturaleza humana, sino que es la naturaleza humana, tienen en sí lo más sublime y lo más
abyecto. No son malos o buenos, los humanos son ángeles y demonios.

La complejidad de los humanos radica en que todos tienen en si la capacidad de dar vida y la
matar, la de amar hasta la muerte o vivir para odiar. Son el resultado de la lucha entre la pulsión
de vida y la pulsión de muerte. No es su culpa, esta en su naturaleza. Los atrae tanto como el cielo
mas elevado como el mas profundo de los abismos. Cada día en lo mas profundo de sus almas se
da una batalla entre la vida y la muerte. Cada día sus pobres corazones se ven tironeados por
fuerzas antagónicas.

Amar el costado luminoso de los humanos es fácil, amar su oscuridad es revolución. El


destino es simplemente el resultado de esa guerra que se dan sus almas, entre la luz y la
oscuridad, entre la vida y la muerte.

Hoy aprendí a tener compasión por los humanos. Ellos, sus cuerpos, son apenas el campo de
batalla de una guerra eterna. La experiencia humana es en si misma épica, una sucesión de
batallas en las que lo mejor de ellos mismos lucha contra su parte mas densa. En la guerra entre la
vida y la muerte, soldado que huye no sirve para otra guerra. Amar cuando menos se lo merece es
amar la oscuridad que proyecta la luz. La vida es luz y la muerte oscuridad. La vida es amor y la
muerte necedad.

En esa guerra eterna y diaria, la luz, la vida, cuenta con un aliado poderoso, uno que la
muerte desconoce, el amor. No es que el amor venza a la muerte sino que la trasciende. Cuando
se ama se es inmortal. La vida es un devenir entre luces y sombras. Y los humanos son equilibristas
asustados que caminan por la cornisa entre la vida y la muerte.

18.- El mañana

Para los humanos un padre es quien les da la vida, y también, quien les enseña a vivirla. No
siempre un padre cumple ambas funciones. Hay padres que sólo dan la vida, y hay otros que sólo
enseñan a vivirla.

Por ausencia o por presencia, son los padres los que marcan un camino, los que dejan una
huella imborrable. El padre es un espejo en el que el hijo se mira: el niño anhela ser idéntico al
padre y copia cada gesto. Se entra en la adultez rompiendo ese espejo. Recién cuando se rompe el
espejo, pueden verse tal cual son: el padre y el hijo.

El vínculo padre-hijo es el que deja la marca más indeleble en los humanos. Para un hijo, los
padres le dan todo: la vida, sustento, educación y hermanos. De todas las especies animales, el
cachorro humanos es el que más tarda en crecer y valerse por sí mismo. Durante todo ese tiempo,
ahí, están los padres, preparando al niño para el mañana. Y en ese largo proceso de crianza, los
padres, por presencia o ausencia, por acto u omisión, dejan marcas en los hijos.

Algunos padres se obstinan en creer que los hijos son suyos, que les pertenecen. Se resiste a
la idea de que los hijos son de la vida, que sólo los cuidan hasta que estén listos para el mañana.
Dando amor, contención y límites los padres construyen mañana. Buena o mala, unida o divida, los
padres también dan a sus hijos una familia: el mejor hogar de la infancia. Algunos padres preparan
a sus hijos para el mañana, otros son celosos de ese mañana porque creen que se los arrebatará.

El mañana invertirá los roles y el hijo ayudará a caminar al padre. Mañana, el hijo tratará al
padre como el padre trató al hijo ayer. Ir hacia atrás para poder entender hacia qué mañana están
avanzando. El mañana está determinado por el pasado, pero se juega hoy.

19.- Guerreros

Todos tienen un enemigo poderoso, astuto, sigiloso. Es como ellos, es una parte de ellos, y
sin embargo, no tiene nada que ver con ellos.

Hasta el ser humano más miserable y cruel es un guerrero que lucha contra esa parte de sí
que lo doblega. No es un lucha sencilla: el enemigo está en el interior del propio guerrero y conoce
sus debilidades y sus miedos. Sabe por donde atacar.

El guerrero vive en estado de alerta porque sabe que en cada error, en cada fisura de su
alma puede colarse el adversario. Toda guerra es interna. Aún cuando se enfrenta a otro, el
guerrero lucha contra ese aspecto de sí mismo que ve en el otro.

Los guerreros no luchan para obtener un botín, luchan por ser dignos de ese botín. La lucha
es por sobrevivir, por prevalecer, por ganarse un lugar en el mundo. El guerrero lucha aún cuando
parece reposar, y la lucha no muere con el guerrero, la lucha permanece.
Los humanos son guerreros muy extraños que, a veces, ganando una batalla contra otro,
pierden la guerra contra sí mismos. La conquista es paso a paso, es día a día. Algunos días gana el
guerrero, otros ganan sus demonios... pero la lucha persiste. A veces el enemigo se repliega, pero
el guerrero no se confía porque sabe que va a volver. Por el enemigo tiene la fortaleza misma del
guerrero. El guerrero se compromete con su lucha, porque sabe que hay reliquias que proteger. El
guerrero sabe que debe temer más al enemigo que no se ve.

20.- Fantasmas

Un fantasma es un ser que nadie ve. Ser invisible es su ventaja, y por eso es temible. Lo que
inquieta de un fantasma es su intención. Nadie creen en fantasmas, pero que los hay... los hay.
Temen a los fantasmas porque acechan, porque son sombras en las sombras. Los espectros, creen
los humanos, están ahí para atacarlos. Seres oscuros que vienen a absorberles su energía vital.

Fantasmas, espectros, espíritus, apariciones... distintas formas de nombrar a lo


innombrable. Pero también, un fantasma, es esa sombra que los nubla, esa angustia que los cubre
como un manto invisible. Ese es el trauma que llevan grabado a fuego: esa herida invisible que
sólo el que la sufre puede ver.

En eso le doy la razón al psiquiatra: la realidad, el mundo exterior, no es más que el cristal
con el que los humanos ven la vida. Si ellos ven la vida a través de un cristal tortuoso y oscuro,
verán una realidad tortuosa y oscura. La realidad es una pantalla blanca sobre la que los humanos
proyectan su mirada de la realidad. Si proyectan fantasmas vivirán con miedo.

Tal vez la clave para cambiar sus vidas sea cambiar el cristal con el que la miran. La maldad,
la crueldad, la ferocidad, la oscuridad... son fantasmas que los humanos pueden ver porque creen
en ellos, porque creen que la vida es eso. Pero sus vidas cambiarán, sustancialmente, el día en que
puedan cambiar ese cristal con el que la ven.

Con el cristal indicado la vida también se lleva de fantasmas, pero fantasmas buenos, de
esos que te salvan las papas. Esos fantasmas aliados que están ahí cuidándote las espaldas dan
miedo, sí, dan miedo, pero vinieron a salvarte.

Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.


Dame tu fe, y te mostraré un mundo de maravillas. Dame tu esperanza, y te daré el mundo que
siempre soñaste. No se trata de creer o no en fantasmas, sino de poder verlos. Estamos acá para
ayudarte.

21.- Quien es el enemigo

Hay algo curioso sobre el miedo: su mayor intensidad no se da antes ni durante un ataque,
sino después. El miedo barre con tu seguridad y tus certezas. Ya no sabes quién es quién. Pero
incluso cuando la paranoia barrió con todas las seguridades y sólo hay dudas, hay un único refugio
seguro: el amor.
Cuando el enemigo no tiene rostro, puede esconderse en todas partes. Cuando no se sabe
en quién confiar, se sabe de quién desconfiar: de todos. Conocer a las personas por sus acciones
es más o menos fácil. Conocerlas por sus intenciones es casi imposible. Las intenciones se
esconden detrás de las palabras, los gestos y las acciones. Por eso es complejo reconocer a un
enemigo, porque la intención es difícil de ver.

Lo que hace poderoso y peligroso a un enemigo es todo lo que no sabemos de él. Alguien
que secretamente tiene la intención de ayudarnos es un aliado. El que tiene la intención de
destruirnos, es nuestro enemigo. La paranoia es una forma de no equivocarse. Desconfiar de todos
es la mejor manera de no ser engañado por ninguno. El precio es el aislamiento. Nada más
aterrador que un enemigo íntimo.

Para reconocer a un enemigo, primero hay que acabar con sus aliados: la negación y el
silencio. El que desconfía no duda, tiene certezas. Dudar es una manera de confiar. Desconfiar es
útil, nos preserva de enemigos ocultos. Confiar es un poco más divertido. Desconfiar de los que
amas es más trágico que confiar en un enemigo solapado. El paranoico desconfía de todos. El
ingenioso confía en todos. El sabio confía en su intuición. A veces elegimos adversarios
precisamente para tapar a los verdaderos enemigos, y así, peleamos guerras que no son nuestras.

¿Quién es el enemigo? Es el que te condena al silencio y a la soledad.

22.- Invisible

Abrir los ojos es despertar al mundo de lo invisible.

Para los humanos, lo más doloroso es lo que no se ve, como por ejemplo: un secreto.

Lo invisible es temible para ellos, peligroso, porque se escapa su necesidad de control. Sin
embargo, casi todo lo importante en la vida es invisible, por ejemplo: el deseo. Los humanos creen
sin problemas en el WiFi, un cable invisible que los conecta a Internet. Pero si alguien les hablara
de seres invisibles que los conectan a la vida se reirían, descreídos.

Un ser iluminado les dijo hace varios años que lo esencial era invisible a los ojos, y aunque
es uno de los libros más vendidos de la historia, no terminan de escuchar sus palabras.

Todo lo importante es invisible: la angustia, la tristeza, y la mayoría de enfermedades que


aquejan sus almas, así como la alegría, los sentimientos e incluso la felicidad. Tanto el amor como
el odio, son invisibles e infinitamente más poderosos que cualquier cosa que los ojos puedan ver.
La mentira y la verdad también son invisibles.

Algunos humanos se esconden tras sus propios temperamentos para volverse invisibles. La
confianza es fe en lo invisible. De los cinco sentidos, en el que más confían los humanos es en la
vista. Sin embargo, es la visa el sentido que les impide ver lo invisible. Uno de los mayores anhelos
de los humanos no es ni la gloria, ni la riqueza, sino ser notados. En un mundo donde nadie mira,
que alguien te mire y reconozca te vuelve visible. Para ellos, ser invisible, es no ser. La acción no
puede ocultarse, lo invisible es la intención. El silencio también es invisible.

Para ver lo invisible, a veces, es preciso cerrar los ojos. La única forma de volver visible lo
invisible es a través de los vínculos. A través de una pareja, de un amigo, o a través de un padre o
de un hijo, es que podemos ver el rostro del amor. Como así también el odio se vuelve visible a
través de los vínculos. Nadie odia a nadie que no ame. Lo invisible es aquello en lo que se debe
creer para poder ver.

23.- El tablero de ajedrez

Cada persona es el tablero de ajedrez sobre el que se despliegan ambas fuerzas: el bien y el
mal. Cada día sus almas son tironeadas por esas fuerzas, cada día es una batalla. Sus almas son ese
territorio que ambas fuerzas se disputan.

El ajedrez simboliza una guerra y se gana aniquilando al enemigo. Defensa, ataque, todo se
da en ustedes. Deben saber que lo que está en juego no son las piezas del ajedrez, sino el tablero,
sus almas... Ese es el territorio en el que se da la guerra.

Todo se trata de quién domina el tablero de tu alma. Cuando avanzan las blancas, la luz,
todo se ilumina. Cuando las blancas mueven bien sus piezas, todo se transforma, y cada
movimiento es fluido y lleva a la gloria. Cuando las blancas hacen jaque no hay nada que hacer, lo
iluminan todo. En el ajedrez se trata de proteger al rey, pero hay veces, en que el propio rey debe
salir a dar sus batallas, y allá va.

Ellos vienen de todas partes, nadie sabe dónde están porque son muchos, son todos y están
en cualquier lugar. Se alimentan de nuestro miedo, de nuestro dolor. Están llegando, cada vez son
más. Están oscureciendo el mundo, asfixiando su luz.

Sus caballos avanzan, sus torres disparan, sus peones son leales y ciegos. Sólo destruyen
dejando a su paso dolor y despojos. Atacarán las piezas vitales al corazón mismo del ejército de la
luz.

Pero siempre hay un faro, una luz en el medio de la oscuridad. La luz está lista para
desplegar sus fichas sobre el tablero. La luz es brillante y cálida. Veo que la luz se hace amor y el
amor se hace carne. El dolor no sólo mortifica, también despierta. La luz se hace acción. La guerra
comenzó y sólo habrá un vencedor.

24.- Aislados

Nunca me importo nadie, nunca había llorado por otro ni había sentido pena o compasión.
Nunca había amado a nadie, yo era el único protagonista de mi vida, los demás eran extras. Ni
saludaba a nadie, ni recordaba sus nombres, no atendía el teléfono ni contestaba mails. Vivía en
una isla, mi isla, y era el rey. Hasta que ella llegó y empezó a construir puentes. Ella es el final de mi
sufrimiento. Ella es la vida que cuida la vida. Ella fue mi amor y mi aliada. Ella creó los lazos que me
sacaron de mi aislamiento. Ellos nos dieron amor sin pedir nada a cambio, y amándonos así nos
enseñaron a amar.

Ellos nos enseñaron que amistad significa amar. Ellos fueron el espejo que refleja nuestra
mejor cara, la verdadera. Ellos nos perdonaron una y otra vez. Y cada vez que fallemos, nos dieron
una chance mas. Ellos nos dieron el único lugar en la balsa, el último plato de comida, el único
abrigo del frio. Ellos nos dieron de todo y no pidieron nada. Ellos dieron su vida para que nosotros
le demos sentido a la nuestra. Ellos vinieron a un mundo oscuro, solo para iluminarnos. Vinieron
solo para sacarnos del abismo. Llego el momento de ser aliados de nuestros aliados. Ahora nos
toca liberarlos a ellos, porque sin ellos somos nosotros los que estamos aislados.

Una relación es verdadera cuando nos modifica. Cuando tenés un aliado sabes que ya no
hay forma de quedar aislado. Dos aliados son mucho más que la suma de sus partes. El amigo que
más queremos es ese que conoce nuestras miserias y nos quiere a pesar de ellas. Un aliado no
habita en nuestros recuerdos, ni siquiera en nuestro corazón, habita en nuestra alma, es nuestra
alma. Hay un privilegio mayor que el de ser amado, el de amar, eso me dio ella. Eso le debo. Yo era
un hombre que no podía amar, ahora no puedo vivir sin su amor.

Ellos cruzaron el universo y se hundieron en el abismo, cruzaron el infierno solo para


salvarnos incluso de nosotros mismo. Ellos lloraron nuestros dolores y sanaron nuestras heridas.
Despertaron nuestras almas desde el interior de nuestras almas. Y vinieron a contarnos que el
universo entero cabe en un abrazo.

Un aliado siempre trae un mensaje. Ya teníamos el mensaje, ahora debíamos interpretarlo.


Ya sabíamos lo más importante para avanzar, hacía dónde ir. Ya no hay vuelta atrás, ya sabemos
dónde están y hacía allá vamos. A rescatarlos. Podrán tenerlos encerrados, separarnos, asustados
y confundidos. Pero no estas aislado si hay alguien que piensa en ti.

Porque un aliado es lo opuesto a estar aislado. Un aliado es el que se va al fin del mundo y
más allá a rescatarlo.

25.- Superpoderes

Cuando era chico yo creía que era un inútil, con el tiempo me fui convenciendo. Hoy no
tengo dudas: no sirvo para nada.

Poder o no poder, de eso se trata todo. Y yo siempre sentí que no podía, nada. Hasta que
viene alguien que confía en vos más que vos mismo y te dice: vos podés, vos tenés superpoderes.
Y, al menos, te hace dudar.

Saber y poder no son sinónimos, pero podrían serlo, porque si lo sabés hacer, lo podés
hacer. Pero para poder, no alcanza con saber, también hay que deber.
Si algo bueno tiene la necesidad, es que nos puede volver muy poderosos. Hay una palabra
que barre con todo los "no puedo": disciplina. La disciplina es el arte de dominar cualquier arte. La
disciplina, la constancia, el esfuerzo, es fe en que lo imposible se puede volver posible.

Es verdad, hay gente que nace con un don innato o con recursos naturales para algunas
cosas. Pero toda habilidad requiere esfuerzo, dedicación y mucha práctica.

En general, uno puede lograr casi todo, cuando de eso depende tu vida. Porque cuando tu
vida está en juego, no te preguntás si podés o no... sencillamente, hacés lo que tenés que hacer.
Poder, depende en gran medida de querer poder, de tener el deseo de poder lograrlo.

Dicen que hay gente que ha levantado un auto con sus manos para salvar a un ser querido.
O personas que atravesaron un río helado nadando. Algunos se curan de enfermedades
incurables. Otros sobrevivieron a campos de concentración, sostenidos por el recuerdo de sus
afectos.

La historia está llena de prodigios, de milagros. En todos esos prodigios, lo que los vuelve
superpoderosos, siempre es el amor. Es el amor el que te impulsa a correr, a abrir puertas, a
correr juntos.

Ahora nadie está preguntándose si puede o no, simplemente, estamos haciéndolo. No


importa si se trata de salvar tu vida, lograr ese pequeño sueño o conseguir una cita con la chica
que te gusta, cuando algo te importa mucho, el deseo te vuelve superpoderoso. El deseo te
impulsa. El deseo te saca de la inercia, te despierta, te empodera.

Imposible, muchas veces, es eso que todavía no intentaste.

Lo que hace superpoderoso a Superman no es que pueda volar, o que tenga superfuerza,
sino lo poderosos que son sus enemigos.

La medida de una habilidad es la de las dificultades a las que se enfrenta. Lo mejor de


descubrir tu poder es que dejás de quejarte. ¿Para qué querrías tener superpoderes si tuvieras
dificultades que enfrentar, no? Si lo hiciste una vez, lo podés hacer dos. Una vez que descubriste
de qué sos capaz, el cielo es el límite. Cuando aprendés a confiar en vos mismo, en tus
capacidades, cuando descubrís que si querés podés, desaparecen tu dudas, tus temores. Ya no te
detenés a pensar si podrás o no, simplemente lo hacés.

Los superhéroes no se andan preguntando si podrán volar, o hacerse invisibles, o levantar


un camión, sólo lo hacen. Tampoco esperan a no tener miedo para hacerlo, lo hacen, incluso con
miedo. Y una vez que descubrís cuál es tu poder y cómo funciona, de lo único que te tenés que
cuidar, es de tu debilidad. Todo superhéroe tiene su kryptonita, eso que lo hace vulnerable.
Conocer tu debilidad es más útil que conocer tus superpoderes, te recuerda que incluso el más
poderoso tiene algo contra lo que no puede.

26.- El hijo del presidente


De papá… todo es de papá. No importa quién seas, importa hijo de quién sos.

El hijo de papá hace y dice lo que quiere, porque de última, viene papá y paga los platos
rotos. La vida es una ruleta y hay pocos números ganadores, seguro vas a perder, salvo que seas un
príncipe o el hijo del presidente.

Si existiera la cigüeña, yo me haría un guiso de cigüeña porque ella es la culpable de todo,


depende de dónde te deje tu vida va a ser buena o un infierno. Pero si no eres hijo de rey, hay otra
manera de ser principe… casarte con una princesa.

En la vida nada es real, todo es vestuario: depende el vestido que te pongas la fiesta a la que
podés entrar. Todo depende de qué pieza te tocó ser de la ajedrez, si te tocó ser reina o si te tocó
ser peón, tu vida va a ser muy distinta.

Los sueños y los deseos son engaños para que por un rato te sientas una princesa y te olvides
de que sos Cenicienta, pero tarde o temprano se hacen las doce y el vestido se hace harapos. Todos
somos el dibujo de algún pintor, alguien decide qué lugar vamos a ocupar en la pintura. En la vida
hay dos clases de personas: actores y espectadores. A unos les pasa todo lo bueno, los otros
miramos. La libertad es una ilusión, nadie hace lo que quiere ni siquiera lo que puede, todos
hacemos lo que otros quieren.

Estoy harto de que las miradas se las lleven otros, de que el amor sea para otros, de que la
felicidad sea de otros. El mundo es de los otros. Pero no, eso que está ahí y parece al alcance de
nuestras manos, jamás lo vamos a tener. Los privilegiados, los elegidos nunca pierden.

¿Estás cansado de ser una espectador? ¡Andá y sé protagonista! ¿Querés algo? ¡Peleá por
eso! No sos la casa en la que naciste, sos la casa que vos construyas. Vos no sos los padres que te
tocaron, sos los aliados que vos elegiste.

Rompé ese espejo que te devuelve siempre la misma imagen de vos. Elegí ser otra. Poder
elegir eso es mucho más que un privilegio. Vos no sos tu destino, sos el camino que vos mismo te
abrís. Hasta el hijo del presidente sufre, teme y necesita lo mismo que vos. No hay privilegiados,
hay privilegios. Y al privilegio del amor todos tenemos acceso.

27.- La Sequia

Y sí, somos todos unos giles, valoramos las cosas cuando las perdemos, ¿o no es de giles
valorar el agua cuando hay sequía? Valorar el agua cuando vivís en un desierto es fácil, vivís
pensando en eso que te falta, deseándolo, te acostumbras a desear. La falta de agua en el desierto
produce espejismos, te hace ver cosas cuando no las hay. La sequía es un baño de realidad, viene y
te dice: ¡Ey chabón, no des nada por sentado!

Ser un seco puede significar que te falte guita o que te falte simpatía, en la sequía siempre
algo falta. Eso que derrochabas, ahora te falta. Eso sin que no podes vivir, ahora te falta, eso es la
sequía. Pero cuando naces en el desierto como yo, le das valor a cada gota de agua, porque sabés
que hay pocas, porque sabés que son como la felicidad: se evapora. Los que estamos
acostumbrados a la sequía, no nos ponemos a festejar con un chaparrón.

Lo peor de que te falte algo que tenías fácil, no es que te falte, sino que te das cuenta de que
no sabés como conseguirlo. En cambio, los que siempre las tenemos difícil, tenemos el lomo más
curtido, estamos de igual de secos, pero al menos, no nos decepcionamos tanto, porque no
esperamos tanto.

El agua es como la libertad, o como la seguridad, basta que te falte un instante para
valorarla. Que te falte el agua es como que te falte el amor, no sólo lo extrañás, sino que te das
cuenta, de que no podés vivir sin él.

Nací y crecí en la sequía, sé muy bien cuando duele cuando te falta. Por eso mismo se cortan
las cosas a tiempo, para que algo no duela cuando falte. Para que el día que te corten el chorro no
te pongas a llorar como un nene, lo mejor, es no soñar, no ilusionarse, no confiar. Para que no te
joda cuando llegue la sequía, lo mejor es vivir en la sequía, para que no te duela la falta de amor, lo
mejor es no enamorarse. Sí ya se, es de gil, pero duele menos.

28.- Inconscientes

Le tenemos miedo a lo inesperado, a los cambios, a eso que de pronto te cambia la vida.
Pero, en realidad, la peor tragedia de nuestra vida es eso que se repite sin cesar. Cuando alguien
se expone a un peligro una y otra vez, decimos que es un inconsciente, ¿pero inconsciente de qué?

Nos gusta volver a escuchar la música que amamos, o comer la misma misma comida
preferida. Repetimos lo que nos gusta, pero por alguna razón también repetimos lo que nos hace
mal. Estamos dormidos viviendo de memoria, haciendo lo mismo día tras día, como un disco
rallado... hasta que algo, o alguien, nos cambia la perspectiva. Muchos creen que no ser
conscientes es una forma de viajar liviano. Sin darnos cuenta vamos creando las condiciones para
que vuelva a ocurrir eso que nos hace tan mal. Pero, ¿por qué lo hacemos?

Cuando sos chico no sos consciente de los peligros a los que te exponés. Esa es la diferencia
entre chicos y adultos: la inconsciencia sobre el peligro. Cuando sos grande sos el único
responsable de caer una y otra vez en la misma trampa. Lo inconsciente no es lo que no podemos
ver, sino lo que no queremos ver. Hay algo que tenemos en común todos los seres humanos:
todos tenemos algo que no queremos ver. La inconsciencia es un bálsamo. Ser consciente, estar
despierto, es una tarea compleja. Estar despierto es agotador, es por eso que todo el tiempo nos
refugiamos en la cálida y cómoda inconsciencia. A veces estamos tan dormidos que si viniera
alguien a decirnos: ¡ey, estás cometiendo otra vez el mismo error!, pensaríamos que está loco. El
secreto de la inconsciencia es no ver lo evidente. Y ahí estoy, otra vez, dando una pelea que no es
la mía.

¿Qué pasaría si despertaras? ¿Qué pasaría? Esa fuerza poderosa que nos lleva a repetir una
y otra vez lo que nos lastima, no es caprichosa, algo quiere, ¿pero qué? Nuestro inconsciente es
como una caverna oscura: iluminada de tanto en tanto por un destello, y está hecho de nuestro
miedos, de todo lo que no queremos enfrentar.

Despertar es abrir los ojos al abismo que suele ser la vida. Es por eso que todos preferimos
guardar esa verdad en la más hermética inconsciencia. Pero a pesar del gran esfuerzo que
hacemos por no despertar, a veces, la vida, no nos deja escapatoria.

A veces, la vida nos encierra en un callejón sin salida y no nos deja otra opción más que abrir
los ojos. Ya está, la vida te despertó de un cachetazo. Eso ocurre, a veces, ocurre. La pregunta es,
¿y ahora, qué vas a hacer? Sabemos como lidiar con la frivolidad de la mentira pero casi nadie está
dispuesto a afrontar la crudeza de la verdad. Es por eso que casi siempre la primera reacción es
correr, huir, alejarse de la verdad.

Tal vez tenemos miedo de despertar, porque ese despertar podría ser violento. Quizás el
miedo sea liberar a ese ser oprimido y pisoteado durante tanto tiempo. Quizá, al que queremos
mantener dormido es a ese otro que sufre en silencio a cualquier precio. Y de pronto te encontrás
otra vez en la misma escena, haciendo lo mismo de siempre, sufriendo lo mismo de siempre, y te
preguntás, ¿cómo llegué acá? ¿Cómo? Tratando de no despertar.

La vida te va a acercar oportunidades para despertar, como para seguir inconsciente. Ya es


tu responsabilidad tomar o la otra. Despertar no es placentero, ni divertido, ni alegre, solamente
es real. Ser consciente no es algo sencillo y nadie te asegura que podrás manejarlo. Despertar es
crudo, es duro y caótico. El verdadero despertar es como el despertar tras una pesadilla, con un
grito, agitados y con la firme decisión de salir de ese mundo tortuoso. No es fácil, es duro,
angustiante y aterrador, y está lleno de falsas soluciones, y ante esa decisión estás solo.

Una sola cosa es segura tras el despertar: no hay vuelta atrás.

29.- Lo que siento

Para expresar lo que pensamos, hay palabras. Para comunicar lo que queremos, hay
palabras. Hay palabras para todo menos para expresar lo que sentimos. A veces no querés sentir
lo que sentís y la única manera de tapar un sentimiento, es con otro más fuerte. Te aturdís, te
llenas de ruido para no escuchar eso que sentís y que no podes pronunciar.

Sólo uno conoce la capacidad de lo que siente y que sería capaz de enmascararlo. Nada
habla más de lo que sentís que lo que no podes decir. La compulsión, ese impulso autodestructivo,
siempre esta ahí, agazapado, rondando como un cuervo. Olfatean el olor de una herida abierta y
sobrevuelan sobre vos, listos para atacar.

Huelen tu miedo, tu ignorancia. La recaída es una falsa medicina para una falsa enfermedad,
es un intento de tapar a toda costa ese dolor que nunca se fue. ¿De que sirven todos los esfuerzos
por dejar atrás el dolor si tus piernas son de piedra y no podes avanzar y el dolor siempre te
alcanza? La causa de las recaídas, es la intolerancia al dolor.
La misma herida de siempre vuelve a abrirse y uno corre a la solución conocida. Resentir es
sentir demasiado. Recaer no significa ser débil sino que el dolor recrudeció. Porque eso lo define,
lo que sentimos y lo que hacemos con eso que sentimos.

Las adicciones son falsos remedios que calman por un tiempo el dolor, dolor que no cesará
hasta que hagas algo con él. Porque ese es el que sos, debajo de todo lo que hacés para tapar tu
dolor, y en medio de la confusión, eso que sentís, ese sos. El miedo, los temores excesivos son la
anticipación de todos los dolores que podrías llegar a sentir. Temer es presentir, es sentir antes de
tiempo.

Somos lo que sentimos: si sentimos odio y resentimiento, somos odio y resentimiento. Es


muy difícil poner en palabras el dolor profundo pero, paradójicamente ese dolor puede ser
aliviado con palabras. Todo trauma es hijo de otro trauma y a veces hay que ir a curar los dolores
muy atrás en el tiempo. Para llegar a ellos hay que atravesar la anestesia emocional, las heridas
profundas... eso que es indecible es lo único que el tiempo, que todo lo cura, no puede curar.

Esos dolores atábicos, heredados y legados permanecen en el tiempo y se vuelven cada vez
más intensos. Los dolores traumáticos no conocen de analgésicos, solo se puede aliviar cuando
empezás a entender que es eso que sentís. Son sentires muy humanos que atraviesan por la mitad
a víctimas y victimarios. Nos alivia pensar que hay un lugar en nuestra alma en la que podemos
guardar los dolores que nos acompañan, un lugar donde eso que sentimos ya no dolerá tanto.
Pero no existe ese lugar donde guardar los dolores ni placebo que los calme, solo hay boca, brazos,
manos y ojos para expresar todo lo que siento.

El dolor es un corazón en carne viva que sólo se podrá curar cuando pueda ser dicho.

30.- Madre, Padre, Tutor o Encargado

Al principio, cuando nacés, sos el hijo de alguien. Tu nombre es importante porque te dice
quién sos, pero tu apellido también, porque te dice de dónde venís. Tu nombre, tu apellido, de
quién sos hijo, quién es tu hermano, o padre de quién sos es importante, porque te dicen quién
sos, y el día que te vayas van a poder decir quién fuiste.

Cuando no tenés apellido, te vas volviendo invisible y mudo, no podés decir quién sos y
nadie te nombra. Cuando un hijo busca ser reconocido por el padre, todo el mundo piensa que va
atrás de la guita, y puede ser, porque uno necesita sentir que vale algo. El bautismo es como que
te den el carnet de un club, te dan la bienvenida. Sin eso, uno se siente que está de prestado en
todos lados, te sentís un colado en tu propia vida. Es como un país: sin historia, no hay país.

Tener nombre pero no apellido, es como una esquina de una sola calle: si no sabés las dos
calles, vas a andar perdido. Un apellido es una dirección exacta, te dicen: "¡bienvenido!, éste sos
vos y ésta es tu historia". Sigo siendo una esquina de una sola calle. Cuando sos el hijo de tal, o el
nieto, o el sobrino, o el ahijado de tal, nunca más vas a estar solo en el mundo, y eso es una fiesta.
Podés cambiar todo en tu vida: tu aspecto, tu color de pelo, incluso tu nombre y hasta tu
apellido, pero hay cosas que nunca cambian, eso es la identidad. Es como un actor que se cree el
personaje. Te dicen: sos un pobre pibe que vale menos que la basura, o sos re millonario, y vos te
lo creés. ¿Eso es la identidad?

La identidad es la suma de quién te tocó ser y en qué te convertiste, una mezcla de lo que
querés mostrar y lo que realmente sos, eso es la identidad. La identidad es eso que nos duele a
todos los que no tenemos apellido. Tu identidad es todo lo que sos, pero también todo lo que no
sos. Es la familia que tenés, y también la que no tenés, la que te falta. Eso también sos. La
identidad no se trata de tener, se trata de saber, sea lo que sea, saberlo.

Que te mientan sobre tu origen, es como no tener ni nombre ni apellido, no sos nadie, no
existís. La identidad también es que alguien quiera que existas, que estés en su vida. La identidad,
es, que al final puedan poner tu nombre en la tumba y decir quién fuiste. La mentira o el silencio
sobre tu identidad te llevan a la pregunta más difícil de responder: ¿quién soy? O la pregunta más
triste: ¿quién me quiere? La verdad te lleva a la libertad. Lo más importante de la identidad, es
que los demás pueden reconocerte, pueden saber quién sos, quién no sos.

31.- El Renacimiento

Y de repente, así como a veces un sueño nos ayuda a despertar, la muerte nos ayuda a
renacer.

Todo es muy real hasta que despertamos, ahí nos damos cuenta de que estábamos
soñando. De la misma manera que comprendemos al despertar que estábamos soñando,
comprendemos que estábamos muertos cuando renacemos. Eso hace el amor, el amor real, nos
sacude de la muerte en vida. El problema de la muerte es un problema de los vivos, porque con
esa muerte, algo de ellos también tiene que morir.

Renacer es como la verdad, junto a ella, la mentira es una farsa ridícula. Renacer no es más
que una nueva chance, la posibilidad de una nueva vida en la vida. Renacer es un despertar de los
sentidos a otra dimensión, no se percibe nada nuevo, sino lo que siempre estuvo ahí y no se veía.

En arte, se llamó Renacimiento al rescate de la cultura clásica griega. Lo nuevo fue la


mirada, y eso fue un despertar. El despertar no es A la vida, es EN la vida. Hay una diferencia entre
revivir y renacer. Alguien que murió, puede revivir. Alguien que se sintió morir con ese que murió,
puede renacer. No sorprende que en seres tan paradójicos, muchas veces, cuando más despiertos
están, es cuando sueñan. No es necesario morir para renacer, sino perderle el miedo a la muerte.
Se nace llorando y se renace llorando.

El despertar arrasa con el amor platónico, es otra forma de renacer. Despertar no es


cómodo ni placentero, es sólo real. Entonces, cuando alguien despertó, ya no hay más muerte, ni
miedo, ni desesperación, no hay más dualidades, ni engaños, ni espejismos, sólo hay amor y vida,
es decir, inmortalidad.
32.- Un mundo ajeno

Los humanos viven esforzándose para que nada cambie: corren, sufren y hasta van a la
guerra para que la vida que tienen sea siempre igual. Pero el cambio es la esencia de la vida.
Desde el preciso momento en el que son concebidos, los seres humanos son puro cambio. Y sin
embargo, es lo que más los angustia: los cambios, lo que no permanece inalterable. El planeta en
el que viven gira sobre su eje permanentemente. Y con este movimiento, todo cambia: el clima, la
noche, el día, las mareas... la vida. Pero los humanos lo sufren, porque cada cambio los hace sentir
que están en un mundo desconocido y por lo tanto, ajeno.

Pero, ¿cuál es la razón por la que los humanos se rehúsan a los cambios? Los cambios sacan
a los hombres del mundo que dominan y los llevan a otro inexplorado. El verdadero temor no es al
cambio, sino a lo desconocido.

La nostalgia es el duelo por un mundo que ya no existe, lloran por ese mundo que no
pudieron apresar y que ya cambió. Hay algo que angustia más que los cambios y lo desconocido: lo
repetido, lo mismo de siempre, eso que nunca cambia.

Nunca creas que sabes todo, porque el cambio es la naturaleza humana. Sólo hay dos
posibilidades ante el cambio: negarlo o cambiar con él, lo que no puede hacerse es detenerlo. ¿O
no vinimos a eso? A cambiarlos, a cambiar y el cambio tiene vida propia, se abre camino. El
cambio, cambia en sí mismo.

Ustedes están convencidos de que la gente en el fondo no cambia, de que eso que son en
esencia siempre seguirá igual. Bueno, les tengo noticias. No sólo se puede cambiar sino que van a
cambiar, están cambiando en este momento, lo quieran o no. Y cada instante es una oportunidad
para que ese cambio que va a ocurrir sí o sí, sea positivo para vos. Y si el cambio es positivo para
vos, lo será para tu mundo también, porque tu mundo está cambiando segundo a segundo con
vos.

Si algo vive, está cambiando y nadie sale igual de un encuentro. Así como nosotros vinimos a
modificarlos y terminamos siendo modificados. Porque si no salís modificado, es porque no viviste.
Ni las piedras permaneces inalterables en este mundo. El cambio no es bueno ni malo, pero puede
hacernos buenos o malo, eso es lo único que sí está en sus manos. Y aún cuando parezca que
siempre es el mismo invierno, siempre habrá un rayito de sol que te diga que el cambio está
ocurriendo, siempre está ocurriendo. Estás cambiando vos, nosotros, el mundo. Y cuando vuelvas
a abrir los ojos, vas a estar en un mundo ajeno, ¡no intentes apresarlo! Cuando te vayas, tu mundo
habrá cambiado, ojalá que para mejor.

33.- La Decisión

¿Somos nosotros los que llegamos a la verdad, o es ella quien llega a nosotros? De cualquier
manera, lo que se interpone entre nosotros y la verdad, es una decisión.
La mayoría de las veces, la verdad, eso que tanto queremos saber, está ahí, al alcance de la
mano. Si está ahí, si es tan accesible, ¿por qué seguimos deambulando en la ignorancia? ¿Es falta
de interés, o es cobardía? ¿Qué razón nos hace preferir el silencio o la mentira, en lugar de la
verdad? Se puede vivir toda una vida caminando por el filo de la verdad, o se puede ir directo a
ella, sólo es una decisión. Llegar a ella, o dejar que ella llegue a nosotros. La verdad es una
decisión, una decisión que nos cuesta mucho tomar.

¿Por qué razón no descorremos ese velo que nos impide ver la verdad? ¿De qué nos protege
esa ceguera? ¿Qué clase de peligro es la verdad que para proteger a alguien debemos mentir? La
verdad nos rodea con contundencia, nos atiborra de señales elocuentes. No se trata de poder
verla, sino de quererlo. La verdad está ahí, siempre ahí, al alcance de tu mano. Entre vos y ella, no
se interpone más que una decisión.

¿Qué es ese temor a decir o a escuchar la verdad? ¿Qué tememos perder? La verdad te saca
de un mundo y te lleva a otro. Tal vez la resistencia a la verdad se deba a que luego de ella, ya no
se puede volver atrás. La verdad te vacía de excusas y no te deja otra alternativa más que hacerte
cargo.

La verdad es una elección, y como en todo elección, se pierde y se gana. La mentira es


aferrarse a lo que no se quiere perder. La verdad desaloja la mentira que se instaló en tu vida y
convive con vos como si fuera un miembro de tu familia. La verdad es una medicina amarga,
cuesta tragarla, pero te cura. La verdad es incomoda, fría y árida. La verdad te quita, sobre todo,
ilusión, pero te transforma en alguien más verdadero. La verdad no se parece a ninguna
especulación, no promete finales felices ni noticias complacientes, sólo te asegura verdad, el suelo
más firme para construir lo que es.

La adultez es dejar atrás los caprichos infantiles y aceptar la vida como es, es hacerse cargos
y el camino a la adultez, es la verdad. La mentira o el silencio, te hunden en las arenas movedizas
de la especulación. La verdad, en cambio, te deja un sólo camino por delante: la acción. La verdad
es lo opuesto a la ignorancia, es el combustible para avanzar. La verdad es una luz contundente,
ante la que los fantasmas de las cavilaciones retroceden. Una vida verdadera, es tener opciones,
es poder elegir y hacerlo.

Mentir, es mentirse. Decir la verdad, es ser la verdad, es vivir de verdad... y es una elección,
una decisión que asusta porque es elegir perder: perder la ilusión, perder todo aquello que
quisiéramos que nuestra vida fuera, perder ambiciones, comodidades y distracciones, perder
esperanzas y sueños, es perder todo ese consuelo que nos inventamos por temor a que doliera la
verdad. La verdad es soltar, soltar amarras y nadar en un mar de libertad.

34.- La ceguera de cupido

En la hora mas cruel, en el invierno mas desesperanzador, siempre hay un refugio. Cuando
la vida se vuelve una amenaza constante, una noche oscura, siempre hay un faro. Cuando todo se
vuelve un sin sentido, siempre hay al menos una razón para seguir. Cuando se secaron todas las
tierras y ya no hay lujos, no hay viajes, ni autos importados, cuando ya ni siquiera hay exotismo
para edulcorar la vida que nos sabe insípida, aún ahí hay algo que tiene valor.

Esa guerra que parecía lejana, llegó. No es que estamos cerca, estamos en ella, en el
corazón de la guerra. La guerra de los Dioses, una guerra en la que lo que está en juego es más que
tierras, dinero o poder: son sus almas las que están en juego.

Cuando todo huele a despedida y pareciera que queda sólo un atardecer, hay un único lugar
en el que quisiéramos estar. De eso nos hablan las parejas que son halladas muertas, fundidas en
un abrazo bajo los escombros de un derrumbe: lo único que dejamos y nos llevamos de este
mundo, es amor.

¿Pero qué es eso que llamamos amor y que cada vez que queremos aprender, se nos
escurre como arena entre los dedos? ¿Qué clase de lenguaje es el amor en el que, aún hablando el
mismo idioma, cuesta tanto entenderse? Poderoso dios es el amor: con un simple disparo de su
flecha, hace del niño un hombre y de su capricho, una ilusión.

El amor no es un item más en tu lista de cosas para ser feliz, sino cómo cuidás aquello que te
hace feliz. En el camino del amor, el primer paso es el amor por uno mismo. Sólo aquellos que se
aman a sí mismos están invitados a la fiesta del amor. Y llenos de amor por nosotros mismos,
enamorados, vamos en busca de otro a quien amar más que a nosotros mismos.

El amor se trata de dar, dar todo, dar de sí, sobre todo, dar las gracias. Es por la mirada de
enamorado que puede advertirse el amor, el que ama mira a su amado como queriendo llenarse
del otro, y con esa sensación, de que nadie más que él ve lo que ve, el amor es belleza que
emociona.

Dicen que el amor es ciego, por eso para amar, como para besar, hay que cerrar los ojos.
Dicen que el universo cabe en un abrazo, y es verdad. El amor es un abrazo, es el encuentro de dos
mundos. El amor es ese primer beso que nadie te enseña a dar.

Pasamos mucho tiempo preguntándonos si lo que sentimos es amor, es simple: si lo que


querés es cambiar al otro, no lo es, si lo que querés es cambiar por el otro, es amor. Sabrás que es
amor cuando cada beso sea un reencuentro, porque el amor en definitiva es eso: es el
reencuentro entre el cielo y la tierra. El amor no es ciego, los ciegos somos nosotros, él, el amor,
ve, con claridad ve. Y el amor ve aquello que nosotros no, y se vuelve certeza. Está hecho del
suave dolor de la renuncia, de perseverancia y determinación, de coraje y valor. Está hecho de
pasión y fuego, también de dolor e imposibilidad. Está hecho de opuestos y de complicidad, de
sorpresa y reivindicación, y sobre todo, el amor está hecho de inocencia.

No, no es ciego el amor. El amor ama, precisamente a quien necesitamos amar, a ese que va
a transformar nuestras vidas. El amor no es ciego pero nos enceguece, porque una vez que lo
conocimos, ese amor es lo único que puede hacernos sentir vivos: nos da coraje pero también nos
da desesperación la idea de perderlo.
Amar incluye la crueldad de tener que dejar ir. Amar, a veces, es una ilusión condenada a la
desilusión, ahí vas a conocer al enamorado, porque el amor ciego, ese que duele, se convierte en
el aire que respiramos.

Buscá detrás de toda gran destrucción y vas a encontrar un hombre, un hombre enfermo de
amor.

35.- Solo Un Sueño

En este planeta confuso nombran a la actividad celebrar durante el descanso con la misma
palabra que utilizan para los deseos: sueños. Sueño y deseo son lo mismo, el anhelo de algo que
no se tiene.

La única diferencia entre sueño y deseo es que para soñar hay que dormirse y para alcanzar
los deseos hay que despertar. Sueño y deseos también tienen en común cierto grado de
inconciencia. Tanto el que sueña que vuela como el que desea cosas casi imposibles de alcanzar
debe forzar la realidad y correr los límites. Nadie sueña con lo posible, lo fácil. Un deseo implica
riesgo, dificultad. Soñar no es para cobardes.

Algo soñado, es algo muy deseado y muy difícil de obtener. Y así, los humanos van de
insatisfacción a insatisfacción. A veces la vida soñada comienza cuando se deja de soñar, cuando
se abre una ventana y se sale a la vida: a despertar.

Los sueños no tienen nada que ver la duda, el que desea no duda. La duda, es solo culpa que
es el reverso del deseo. A lo largo de la historia humana, las religiones, instituciones, los dogmas
han atacado directamente los sueños diciéndole a las personas que desear esta mal. Atacan los
sueños porque saben que el desea es indomable.

El deseo libera una fuerza irrefrenable. La potencia de los sueños es que tiene una fuerza
capaz de modificar la realidad. Los humanos son el campo de batalla entre sus deseos y realidad.
Una fuerza interior potente desea el mundo exterior hostil se opone.

Desear, desear con fuerza, con ilusión no es garantía de alcanzar los sueños. La frustración es una
posibilidad. Desear es abrazar la posibilidad de la frustración, aceptar que nadie gana siempre ni
nada pierde siempre. El sueño dorado y la pesadilla más oscura también tiene su final.

Cuando el sueño de desvanece, la realidad se impone con su certeza más cruel. La vida,
observada sin el cristal de sueños, es oscura y fría. Todo se vuelve un páramo árida, la desilusión
de un sueño frustrado es desabrida. Pero por más adverso y duro que se muestre el mundo
exterior nada puede con la fuerza más fuerte: el deseos. Porque el deseo tiene la capacidad de
renacer de las cenizas mismas de la frustración. Se puede renunciar al sueño pero es imposible
dejar de soñar. El deseo nunca muere. El deseo no muere, no cambia, no claudica. El deseo solo
crece, lo aumenta su tensión.
Creen que sueña como si fuera una acción voluntaria, nadie elige soñar ni qué soñar. El
sueño se impone. Cuando sueñan no dudan que eso que sueñan es real. Pero tampoco ponen en
duda la realidad cuando están despiertos. Si en sueños creen que la realidad más disparatada es
real porque no piensan que la realidad más real es un disparate.

Porque aceptan algo como real si en definitiva todo es sueño, todo es ilusión. Incluso la
realidad que se ve tan ferria y solida es solo una ilusión. Y el sueño más onírico es realidad, sueño y
realidad están fundidos. Y la vida es solo eso, solo un sueño y el que si quisieras podes levantar tus
brazos y volar.

36.- Jaque Mate

Planeas, pensas y organizas tu juego. Avanzas, intentas por un lado por el otro. Pero
también el enemigo planea, organiza y avanza. Es una lucha afiebrada donde cada banda mueve
sus piezas con un único objetivo. Para destruir al enemigo alcanza con capturar a su reina y hacerle
jaque al rey.

Las piezas del ajedrez se usan, se guardan y se vuelven a usar. En la vida, cada pieza que se
pierde se pierde para siempre. No es la fuerza del ejército la que te hace ganar si la astucia con la
que se mueve las piezas para acorralar al enemigo. La mejor jugada de ajedrez es esa que no le
deja escapatoria a su adversario. La peor jugada de ajedrez es esa en la que descuidas a la reina.

Todo puede cambiar de repente, sacrificas una pieza moves otra. El alfil se desplaza en
diagonal, capturas a la reina y jaque.

En el ajedrez todo depende de la anticipación. Pensar todas las jugadas y posibilidades antes
de mover las fichas.

Soy un jugador de ajedrez veo la guerra y sus muertes. Hay veces que no puedo hablar
porque no existen las palabras para expresar lo que veo. Nunca te confíes de tu jaque nunca des
por vencido a tu enemigo. De repente tu contrincante mueve una ficha, todo esta terminado:
jaque mate.

Es una jugada que no pudiste prever, un error que desata el destino. Jaque mate es el final,
ya no hay nada que hacer. Todo el ejercito fue dominado, doblegado. El rey cayo, solo queda
rendirse. Ya es demasiado tarde para todo, hasta la revancha. Jaque mate es el final del juego, de
las esperanzas, de los sueños. Es despertar en medio de un incendio, es el final del mundo tal cual
lo conociste. Jaque mate es el apocalipsis. Es el fin de tu mundo. Ya no hay donde correr, estas
acorralado por tu destino.

37.- Después De La Muerte

Los humanos entienden la existencia como una secuencia de comienzos y finales: una
relación, una comida, un viaje, una comida, una persona. Todo para ellos comienza y termina. Hay
muerte todos los días, finales. Ellos encuentran belleza en eso.
Por ejemplo les gusta ver el atardecer, el ocaso del día porque saben que mañana habrá un
nueva día. Viven en la dulce y melancólica certeza de que a cada ocaso lo sigue un nuevo
amanecer. Que a todo final lo sucede un nuevo comienzo. Excepto con la muerte. La muerta barre
con sus certezas, es un final sin garantías de recomenzar. Es un dolor sin el consuelo de la
continuidad. Es un viaje hacia un destino desconocido.

No pueden encontrar belleza en ese ocaso, ni en esa incertidumbre. Darían todo porque
alguien les diera una certeza de que después de la muerte hay un después. Aman decir la palabra
siempre les da la ilusión de que existe el infinito. Todos se preguntan que habrá después de la
muerte y no todos pero algunos se preguntan que había antes de la vida. Antes de la vida, después
de la muerte, son misterios que desvelan a los humanos. La respuesta es misterio, eso es lo que
hay. Antes, durante y después de la vida. La pregunta vital no es qué es la muerte sino qué es la
vida que nos lleva a defenderla y protegerla con todas las fuerzas. Que es esa misteriosa fuerza
que nos mueve, que nos convierte en vida que cuida la vida.

¿Qué es ese misterio de la vida? que nos hace celebrarla con más vida. Preocupado por el
misterio de la muerte muchos se pierden el misterio de la vida. Muchos se pierden el misterio de
la vida y un día de repente un grupo de células que se reproduce se convierte en un corazón que
empieza a latir y lo hará día tras día: eso es misterio, eso es vida, eso es bendición.

Qué importa después, la vida es ahora, es presente está ocurriendo. Es ese enigma que nos
mueve, es descubrir cada día la experiencia de estar vivos.

La vida, son esos ojos a través de los cuales se ve todo como la primera vez. La muerte es
parte de la vida, es decir, parte del misterio porque la vida está atravesada por la incógnita antes,
durante y después de la vida todo es un misterio al que solo podemos abrazarnos y celebrar.

38.- El País De Los Feacios

Lo que realmente mueve al mundo no es el dinero ni el poder, sino la ilusión. Es la


esperanza, en todos sus grados desde una simple ilusión, hasta la más compleja utopía lo que
mueve a la humanidad. Esa quimera de que tu vida puede cambiar, de que ese cuento de hadas
que soñaste pueda hacerse realidad... eso nos hace avanzar.

Escribí un libro y pone en su tapa un slogan que sugiera que contiene el secreto sobre cómo
alcanzar tus sueños, y ese libro será un best seller. De eso está hecha, esencialmente, la existencia
humana: de sueño, de quimera, de ilusión.

Si queres ser un líder amado por tu gente, no les des realidades, dales sueños, dales ilusión,
dales la dulce mentira de los cuentos. La verdadera naturaleza humana es adicta a la mentira.
Quieren la mentira, la abrazan... La realidad es sólo un molesto despertador que los arranca del
sueño.
Lo interesante del sueño en el que les gusta vivir, es que siempre puede renovarse... porque
siempre es posible soñar con un mundo mejor. Más inmejorable es un realidad, menos se puede
vender una quimera. Para vender sueños de riqueza, es precisa la pobreza.

Sé ese tibio rayo de sol en medio de la oscuridad más cerrada, y te amarán. Sé ese vaso de
agua en medio de la sequía. Esa ilusión en medio de la desesperanza, y te seguirán. Utopía,
ensueño, espejismo, quimera o ilusión, eso quieren siempre. Aún cuando te digan que quieren
realidad, que quieren verdad, sólo quieren que nada les perturbe el sueño.

Pensalo... pensalo bien. Cuando vas a comprar algo, ¿de verdad querés que el vendedor te
diga la realidad sobre lo que te venden? ¿O querés que te diga exactamente lo que soñaste?

Quieren vivir en esa ilusión de final feliz, de fin de cuento dorado, y serán devotos de quien
les cuente ese cuento que quieren escuchar. Tips, consejos, fórmulas de la felicidad, eso es todo lo
que quieren. Una realidad que sólo se ve con los ojos cerrados, eso quieren, y eso merecen tener.

Las religiones, un ansiolítico, una mentira, o una fábula, todo les sirve para sostener la
ilusión. Finales felices, palabras edulcoradas, jóvenes alegres que cantan y bailan... ese es el
secreto del éxito de Hollywood, y también el del poder. El mundo de manjares, y del clima
perfecto, y de sonrisas blancas, y de aromas agradables... un mundo de publicidad, a eso aspiran.

No hay ilusión como la del amor; tiene la potencia de mil narcóticos. El ensueño es el mundo
de lo imposible, ese mundo que no existe pero en el que todos quisieran vivir. Esa quimera que
deslumbra y ciega para siempre.

La felicidad como un lugar al que se pueda llegar, un país que se busca toda la vida, y donde
una vez que se llega, se es feliz para siempre.

39.- Masa Crítica

Cualquier viaje comienza con un paso, y cualquier revolución comienza con un cambio.
Nunca subestimes lo pequeño, las grandes epopeyas que cambiaron al mundo comenzaron como
pequeños sueños de pequeños hombres.

Nadie puede solo pero ahí donde son millones en un tiempo fueron cientos y antes fueron
unos pocos, unos pocos y sus sueños.

Las grandes revoluciones y también los grandes genocidios comenzaron con una pequeña
ensoñación, visionario es quien puede imaginar un bosque cuando el árbol es apenas un brote.
Revolucionario es aquel que da el primer paso hacia el futuro. Valiente es el que acude sin
pensarlo al llamado de la epopeya. Y con visionarios, revolucionarios y valientes es como se
cambia el mundo. Un incendio comienza con una chisma y una proeza comienza con un mínimo y
pequeño acto de amor.

Dice la mitología griega que los dioses del olimpo destruyeron varias veces a los humanos
que habían crearon porque estos eran imperfectos. Cada nueva generación de hombres era
superior a la anterior pero aun así imperfecta. También en la Biblia existe el relato de la
destrucción del mundo para su reconstrucción. Hubo ciudades destruidas por el diluvio universal,
la destrucción de toda la creación que se había corrompido para volver a empezar, para aspirar a
un mundo mejor, a un hombre perfecto.

La historia está hecho de ciclos en los que la vida se pudre a si misma, este mundo, esta
humanidad llego a la peor corrupción, nada vale, nada importa.

El verdadero cambio es sutil, empieza lento, silencioso. Pero lentamente se va volviendo


sólido, el que es cambiado pasa a ser el cambio. Cambiar no es solo importante para uno mismo
sino que tu cambio contribuirá al cambio de otros. Al principio cambiar es frustrante, incómodo y
difícil, como manejar un viejo habito que te enferma. Pero una vez que el cambio ocurrió ya no se
vuelve atrás porque lo que cambia es la mirada. Y una vez que pudiste ver ya no se vuelve atrás y
ya sos parte del cambio. Sos cambio que ayuda a cambiar, sos conciencia que despierta
conciencia. El cambio es contagioso es inspirador. Llega directo a tu corazón, toca tus
pensamientos, cambia tu alma. El cambio es esa respuesta que estuviste buscando siempre. Son
esos ojos enamorados por lo que siempre quisiste ser cambiado. Y ese cambio, que ayuda a
cambiar, esos ojos, que abren otros ojos, se empieza a multiplicarse. El cambio se propaga como
un virus saludable. Uno cuantos locos al principio, poco a poco, van haciendo multitud. Mas y mas
almas, se van plegando a la nueva conciencia creciendo en número hasta formar una masa crítica.
El salto se produjo, la semilla del cambio produjo sus frutos. El brote se hizo fruto, el quijote
solitario hoy es multitud.

40.- El Combate De Los dioses

En su grave rincón los jugadores rigen las lentas piezas, el tablero los demora hasta el alba
en su severo ámbito en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores las formas:
torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peores agresores. Cuando
los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el
rito. En el oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra, como el otro, este
juego es infinito. Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo
negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada. No saben que la mano señalada del
jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero de otro tablero de negras noches yd e blancos días. Dios mueve
al jugador y éste la pieza. ¿Qué dios, detrás de Dios? la trama empieza de polvo y tiempo, de
sueño y agonía.

Lo particular del Combate de los Dioses, es que siendo inmortales ninguno puede morir,
entonces ¿Cuándo termina ese combate?

El Combate de los Dioses, la guerra entre el bien y el mal, se viene dando desde el principio
de los tiempos. No hay una batalla final en el Combate de los Dioses, la luz siempre se vera
amenazada por la oscuridad, y la oscuridad siempre será iluminada por la luz.
No existe para siempre, ni nada permanente, la lucha del alma se da cada día a cada hora en
cada decisión. En palabras de Borges, este juego es infinito, y nuestra alma es ese ámbito en que
se odian dos colores.

Ningún niño malo ni bueno, se nace tablero de ajedrez que será disputado por ambas
fuerzas. Lo único que podemos elegir, es de quién ser Aliados. Podemos elegir ser Aliados de esas
fuerzas oscuras, que sólo pretenden nuestra destrucción o podemos pararnos del lado luminoso
de la vida.

Hasta el alma más corrompida tiene redención, y aún el alma más pura puede ser
corrompida, se ganan batallas pero nunca la guerra, la lucha empieza de nuevo cada día.

Cuidarte y cuidar a los que amás, cuesta tanto trabajo como destruirte a vos mismo y a los
demás, es sólo una decisión. Hay que saber perdonar a tus demonios, porque ellos también tienen
sus propios combates. Es sólo una decisión lo que hace la diferencia, entre estar en Jaque en la
vida o avanzar libre por sus casilleros. Hay que perdonarse por los errores, porque habrá nuevos
aciertos. Tener piedad del pasado, porque siempre hay futuro. Hay que saber soltar, porque todo
vuelve a vos. Hay que tener los ojos bien abiertos, porque siempre hay algo nuevo para aprender.
Hay que dar y darse nuevas oportunidades, porque siempre hay lugar para la redención.

Hay que saber elegir a los Aliados.. Los mejores, son esos a los que podes dejar ir, porque
tras su paso dejaron en vos lo mejor de si, su luz, esa que nos extingue, esa que te iluminó una vez
y para siempre.

Seres de Luz o Morks, Luz u Oscuridad, Crueldad o ternura, Verdad o mentira, Vida o
muerte.

Nuestra alma estará siempre expuesta a la dualidad, al Combate de los Dioses que no puede
morir.

No pueden morir ni el bien, ni el mal. No pueden morir ni el amor, ni el odio. Ni el coraje, ni


el temor ni la gratitud, ni el resentimiento. Ni el amor por uno mismo, ni la autodestrucción. Ni la
esperanza, ni el desencanto ni el desamparo, ni la solidaridad.

Blancas y negras siempre estarán ahí, disputándose nuestra alma Aliados y enemigos en un
juego infinito Ángeles y demonios hermanos y adversarios.

La vida y la muerte enlazadas en una danza sin fin, dos mundos enfrentados eternamente.
No hay forma de liberarse del Combate de los Dioses, se da cada día en tu alma, en tu alma
inmortal.

En este combate ineludible, lo único que podemos hacer es saber elegir Aliados.

You might also like