Professional Documents
Culture Documents
HISTORIA DE LOS
6
HOSPITALES Y ASILOS DE
PUERTO PRINCIPE O
CAMAGUEY
(PERIODO COLONIAL)
R E N E I B AÑ E Z V A R O N A
(INDIVIDUO DE N UMERO DEL INSTIT UTO CUBANO DE GENEALO GIA Y HERALDICA)
la h a b a n a
19 5 4
P R O L O G O
Creyendo, pues, realizar una empresa patriótica y fecunda, de valor científico y cultural
acreditado por el voto unánime de cuantas personas e instituciones nos han escrito, nos
proponemos perseverar en el camino emprendido, iniciando el estudio de las instituciones
sanitarias y hospitalarias correspondientes a las viejas localidades del interior de la República.
Las instituciones locales de Cuba y su historia no por ser las más olvidadas son las
menos dignas de atención ni las menos ricas en sabias y provechosas enseñanzas. Desde el
punto de vista de la asistencia social, especialmente la historia de las viejas ciudades cubanas
está enriquecida con multitud de páginas extraordinariamente interesantes para los cubanos
de las nuevas generaciones. A ellas tendrá que acudir el sanitario y el sociólogo que aspire a un
conocimiento integral de las instituciones benéficas cubanas, con sus más remotos y diversos
antecedentes históricos.
A lo largo de las páginas que siguen se verán desfilar figuras muy ilustres y conocidas
del legendario Camagüey. Don Gaspar Alonso Betancourt, Patriarca benefactor del Hospital
de San Juan
—5—
de Dios; el bondadoso Hermano Olallo, de edificante consagración al servicio de los enfermos;
Doña Eusebia Ciriaca de Varona, digna representante de la mujer cubana perteneciente a la
clase patricia del siglo XVIII; el famoso Padre Valencia, incansable fundador de grandes y
diversas obras sociales; el Capitán Don Lorenzo de Miranda, iniciador de la Casa de
Beneficencia, y otras muchas figuras que repiten los apellidos más distinguidos en las viejas
tradiciones camagüeyanas.
Con este trabajo el señor Ibáñez Varona enriquece su ejecutoria como escritor público.
Especialmente se presenta aquí como un paciente y acucioso investigador, buscando en las
colecciones de los antiguos periódicos locales de Puerto Príncipe, en las viejas y dispersas actas
capitulares y en las obras más exclusivas y casi inasequibles de la bibliografía camagüeyana,
los fehacientes materiales empleados para componer las reseñas que ahora ofrecemos al público
lector con el presente número 6 de las importantes series de Cuadernos de Historia Sanitaria.
—6—
Dos Palabras
Este estudio investigativo lo he segregado del Volumen IV de
mi obra inédita —y no concluida— ‘Historia de Santa María de
Puerto Príncipe o Camagüey”. Le he antepuesto unos
“Orígenes” a los efectos de poder ilustrar y documentar mejor a
los lectores. También lo he dividido en dos períodos: colonial y
contemporáneo. En este Cuaderno se contiene el primer período.
Si las fuerzas mentales y físicas no me flaquean o debilitan,
ofreceré más adelante los siguientes estudios: Hospitales de
Sangre en las Revolucioqgs de Yara y de Baire, y un Diccionario
Biográfico de Médicos, Cirujanos Latinos, y Romancistas
Principeños durante los Siglos XVIII y XIX.
Todas estas tareas serán lentas, muy lentas, pero sobre todo,
serán veraces y precisas, para que puedan servir de utilidad a las
generaciones futuras.
EL AUTOR
ORIGENES
(1) Estaba situada en el lugar actualmente denominado Pueblo viejo, entre la ensenada
de Mayanabo y la bahía de San Fernando de Nuevitas.
—9—
parada cuanto a la posibilidad de los que en ella viven, aunque
en número no eran más de diez y nueve o veinte vecinos”.
Como se ve, no era presumible que la villa pudiera tener un
hospital con tan poquísimos vecinos o habitantes.
— 10—
hospital, de los múltiples que hemos visto, o de que tenemos
noticias ciertas correspondientes al Siglo XVI.
(4) En esta acción perdió la vida el valeroso Alcalde ordinario y Capitán don Francisco
Varona y Saravia.
(5) En algunos escritos de la época aparece como de apellido Almendariz.
(6) Iniciativa del Capitán don Francisco Carreño, como único medio de acabar con los
abusos y desmanes que se hacían de las mercedes en los Cabildos. Pero sus
ordenanzas y reglamentación datan del malandrín y Licenciado don Pedro de Torres.
(7) Producido por un insecto afaníptero americano, algo parecido a la pulga, pero mucho
más pequeño.
— 11 —
ganza a los muertos que habían tenidos en la contienda, y
también porque sus apetencias no habían sido satisfechas a
plenitud ( 8 ) . Luego se fueron hacia el embarcadero de la
Guanaja en donde tenían anclada su flota. Se repartieron el
botín obtenido y se echaron a la mar... En esta lucha desigual
en armas (9) quedaron muchos principeños mal heridos, que
fallecieron sin asistencia médica, debido a la carencia de
curanderos y barberos en la villa y a la falta de un hospital. No
tenemos antecedentes de ninguna clase que el Cabildo
Capitular acordase hacer un hospital en esa época, a pesar de
todas las calamidades y vicisitudes por las que habían pasado,
y que aún se aprestaban a pasar...
(8) Se les había dado una gruesa suma de dinero, cueros y reses saladas.
(9) Los^piratas usaban arcabuces, espadas y puñales, mientras que los princi
peños: cuchillos, machetines, hachas, y sus autoridades: espadas.
— 12—
H O S P I T A L E S
S A N JUAN DE DIOS
(1) Base esencial por la cual se regia el sistema hospitalario español, que era: . mitad clínica y
mitad asilo.
— 15 —
segunda para militares y la tercera para esclavos y libres. Cada
sala tenía capacidad para doce camas nada más. Hacíase
necesario ampliarlo en lo relacionado a clínica, o alojamiento de
enfermos, para evitar así el hacinamiento.
(2) Hijo de don Diego Alonso Bethencourt y Fernández y de doña María Cis- ñeros y Alvarez
de Castro.
— 16 —
trumento o informativo que había realizado nueve años
antes más o menos el Doctor don Francisco Betancourt.
(5) El día del Santo Patrón, por ejemplo, hacían grandes fiestas que duraban todo el día, las
cuales servían de entretenimiento y de alegría para los enfermos y asilados allí recluidos.
— 17—
Su hija doña Luisa Rufina Betancourt e Hidalgo fundó un
Mayorazgo ante el Escribano público don Juan Manuel Barranco,
sin que ésta en ningún documento le atribuyese a su padre don
Gaspar Alonso Betancourt y Cisneros la fundación y conclusión
del hospital de San Juan de Dios. Item más: otra hija, doña María
de las Mercedes que falleciera en Puerto Príncipe, el día 1 de
enero del año 1777 nunca atribuyó a su progenitor la fundación
de dicho hospicio. No hemos aún podido localizar el testamento
del Capitán don Gaspar Betancourt y Cisneros, que en Puerto
Príncipe otorgó el día 29 de septiembre del año 1764, ya que
posiblemente en dicho instrumento se encuentran narrados,
especificados y aclarados los orígenes del primer hospital
principeño, que actualmente desconocemos.
— 18—
Fray OlaIlo Vaidés
(COPIA DEL NO TABLE ARTISTA FELIX DIAZ DE VERA)
gen bastardo (6) y expósito ( 7 ) , perteneciente a la Orden de los
Hermanos Juaninos, que venía trasladado al Convento-Hospital
de San Juan de Dios, del de igual nombre y misión en La Habana.
Había en esos días una epidemia de Cólera, que había puesto en
una justificada alarma a toda la población.
(6) Hijo de padres anónimos. No tenía familia. Solo era hijo de Dios, hermano de los afligidos
y padre de los pobres.
(7) Su partida de bautismo reza: "Yo, Pbro. Félix del Val Hernández, Capellán de la Casa de
Beneficencia y Maternidad de La Habana, Certifico: Que en el Libro doce de bautismos,
folio cuarenta, y número doscientos noventa y seis, se halla la partida siguiente: Miércoles
quince de marzo
de mil ochocientos veinte, expusieron en esta Real Casa Cuna de! Patriarca San José un
niño al parecer blanco, con un papeLque decía: Nació el doce de febrero último, no está
bautizado y en el" acto. Y o Don Antonio Ramos, Pbro Capellan Administrador por S. M.
de dicha Real Casa, lo bauticé y puse los Santos Oleos, ejerciendo las sacras ceremonias y
preces y le puse por nombre Olayo José. Fué su padrino el Ber. Don Alejandró Pérez del
Castillo a quien adverti el parentesco espiritual que contraía y lo firmo (Fdo.) Antonio
Eusebio.
(8) Cumpliendo una orden del Capitán General de la1 isla, dirigida a todos los Ttes. de
Gobernadores o Gobernadores: "en donde existieran brotes insurrectos”.
—20—
ria y usurpadora del Brigadier Ampudia, siniestro militar español
de triste recordación siempre en el alma cama- güeyana.
—21 —
A fines del mes de marzo del año 1888 se inició una epidemia
de viruelas por toda la población, que produjo casi un centenar
de muertes. Tanto este hospital de San Juan de Dios como el
hospital de Nuestra Sra. del Car- men resultaron pequeños para
recluir a los enfermos y a las enfermas variolosas, motivando que
se hiciese un lazareto provisional en el fuerte “General Serrano”,
en la sabana de los Marañones, en la barriada de la Caridad.
Estuvo este lazareto a cargo de una Comisión nombrada por la
Junta de Sanidad Local.
(10) Estaba casada con el Excmo. Señor Francisco Herrera y Montalvo, Sexto
Conde de Gibacoa.
— 22 —
de enfermo, en la celda que ocupaba en el hospital de San Juan
de Dios ( 1 1 ) .
(11) Fué sepultado el día 10 de marzo de 1889, con grandes exéquias. Las casas estaban
enlutadas a lo largo del trayecto por donde pasaba el cortejo fúnebre. La concurrencia
muy numerosa llevaba la cabeza doblada sobre el pecho, en señal de pena y de dolor.
(12) El edificio se ha modernizado. Está instalado el ‘‘Hospital Infantil San Juan de Dios”, que
posee anexo el Dispensario Julieta Arango y Montejo.
—23—
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
(1) Hija del Capitán don Esteban Varona y Pinto y de doña María Ana de la Torre y Agüero.
(2) Actualmente está ubicado dentro de la población.
— 25 —
los gastos ocasionados fueron pagados por la Excma. Señora
Doña Eusebia Ciriaca Varona y de la Torre, de su peculio
particular ( 3 ) . La obra se realizó rápidamente, pues en el año
1730 ya estaba abierto el hospital para uso público.
(3) Sus riquezas eran tan cuantiosas, que muy bien podía rivalizar en grandeza con las
familias más ricas de la isla, que radicaban en La Habana.
(4) Era una denominación vulgar o genérica que había en la villa. No le
hemos encontrado su denominación actual. Sólo sabemos que era infecciosa.
(5) .Allí mismo contrajo la1 enfermedad, a resultas de las enfermas que atendía.
(6) Había un correo de jinetes a caballo, que llevaba la correspondiencia que salía de Puerto
Príncipe a San Fernando de Nuevitas, y desde ese lugar en goleta a La Habana.
— 26—
tosas al edificio. A los pocos meses ya estaba rehabilitado (7) y
reanudando sus labores. Durante la venida de las lluvias en los
meses de mayo y junio, se les presentaban muchas dificultades a
los familiares de las enfermas para llegar al hospital ( 8 ) , ya que
tenían que pasar unos lagunatos que se formaban con las aguas
estancadas ( 9 ) . En el año 1768 se rellenaron los lagunatos, y
desde ese entonces, se hizo fácil y posible para el caminante o
transeúnte, el poder llegar cómodamente hasta el mismo.
Era doña Eusebia una mujer más bien alta que mediana.
Tenía los ojos negros. Los labios finos, la nariz aquilina, la
frente, despejada y luminosa; la cabellera semiondulada, de color
castaño, pero ya descolorida por las canas. La tez trigueña. En
general, poseía una radiante belleza.
— 27—
y en virtudes humanitarias. Eusebia Ciriaca Varona y de la Torre
es la más alta figura representativa de la mujer humanitaria en
la Sociedad principeña del Siglo XVIII.
—28-
lugar hace 219 años había empezado doña Eusebia Ci-
riaca Varona un Convento para los Reverendos Padres
Carmelitas ( 1 3 ) .
(13) Estos no aceptaron, y posteriormente se les ofreció a los Padres jesuítas, quienes también
lo declinaron.
(14) Era natural de Valencia, España.
(15) Eran casi siempre decomisados a los contrabandistas o traficantes negreros, por violar el
impuesto de la Ley de Asiento, y a veces, se embargaban por deudas públicas.
(16) Véase: Casa Cuna y Casa de Recogidas de Mujeres.
—29—
El hospital llegó a tener imposiciones fijas a su favor de
unos 106, 501 pesos fuertes ( 1 7 ) , que rendían 5,325 pesos
anuales, y otros arbitrios. No sabemos cuál era su capital
definitivo a fines del Siglo XIX. En el año 1900 fue extinguido
dentro de la comunidad principeña o camagüeyana.
—30 —
SAN LAZARO
—31 —
prosos de raza blanca que habían en Hato-Viejo, y tinándose el
que se abandonaba para uso de los leprosos de raza africana,
bien fuesen esclavos o libres. En esos dos lugares permanecieron
los enfermos hasta que el Cabildo consideró nuevamente su
situación, y estimó que el lugar más asequible para el propósito
que lo animaba humanitariamente, era hacer una leprosería en la
propia sabana del Tínima, al Oeste de la población. Pero el
Cabildo influenciado seguramente por sacerdotes v oer-
sonalidades revocó la idea, estimando que lo que más urgía era
hacer una ermita en donde los enfermos pudiesen asistir a los
Santos Oficios Religiosos.
— 32—
amenazasen a las autoridades con irse del reclusorio e
mvadir la población. El Cabildo considerando esta angustiosa
situación en que se hallaban los leprosos en su demanda de
socorro, discutió y acordó salir en cuerpo a pedir limosnas por
las calles de la población. La colecta que se obtuvo fué cuantiosa,
sirviendo para aliviar y conjurar la crisis económica del lazareto
y de proveerse de uncí pequeña reserva monetaria para su
sostenimiento por varios años.
— 33—
Pero un sacerdote de sus energías creadoras no podía
quedar entregado a un solo empeño, sino que siempre tiene que
acometer otro más alto, más cimero. Héme aquí en su gran obra:
reconstrucción total y creación de nuevas celdas en el lazareto de
San Lázaro.
— 34—
Rvdo. Padre José de la Cruz Espi
(OLEO DEL N OTABLE PINTOR I NGLES MR SANTIAGO SAWKINS. HECHO EN PUERTO PRINCIPE,
EN EL AÑO 1842)
fué notificada en seguida al padre Valencia, hubo que paralizar
las obras hasta el año 1 8 1 6 en que llegó el consentimiento o
autorización de S.M. Fernando VII. Desde ese entonces se
continuaron las obras sin interrupción hasta su terminación
definitiva en el año 1 8 1 9 , bajo la nueva denominación de
Hospital de San Lázaro.
(5) Se le notificó el nombramiento de capellán el día 6 de mayo del año 1816, y fué una
verdadera sorpresa, pues él no había aspirado a dicho cargo.
(6) Tenía frutas en las cuatro estaciones del año. Las consumían los enfermos como postres.
Cuando la cosecha era muy fecunda, el padre Espí tejía unos cesticos de yarey, y los
llenaba de frutas para obsequiárselos a las familias que económicamente y humanamente
socorrían al hopital.
(7) Con ellas hacía pócimas, cocimientos y unguentos para uso de los leprosos.
— 36—
la y de tierras africanas, el comerciante don Esteban Ri- verol. Al
anochecer el padre Espí invitaba —fijáos bien que no obligaba—
a los enfermos al Santo Rosario, y a veces, ya entrada la
madrugada se le veía recorriendo las celdas de los enfermos
durmientes y musitando su habitual jaculatoria: DA MIHI
ANIMAS: COETERA TIBI TOLLE. (“Dame almas: lo demás déjalo
para ti”)
(8) En el año 1840 estaba en poder del Licenciado Agustín Betancourt, que al morir legó al
padre don Ceferino Alvarez. Actualmente se exhibe en el Asilo Padre Valencia.
(9) En el año 1846 estaba en poder del influyente sacerdote don Ceferino Al- varez, que al
morir legó al presbítero don Luis de Quesada.
—37—
da la noche” ( 1 0 ) . Pero con la muerte del padre Espí se
transformó el ritmo económico del hospital, convirtiéndose en
una incertidumbre permanente. A los pocos años de la aparición
del Aura Blanca ( 1 1 ) , el día 23 de junio del año 1860, se fueron
reduciendo los lazarinos, hasta que recluidos muy pocos, se
fueron desinfectando las celdas vacías y suplidas por dementes.
En el año 1868 el director del hospital don Juan Miguel Xiqués y
González hízoles algunas reformas. Al destinarse el Hosp. Militar
para uso civil ( 1 2 ) fueron trasladados unos al mismo y otros
devueltos a su familiares. Al finalizar el Siglo XIX estaba
extinguido este hospital, para convertirse en Asilo Nuestra
Señora del Carmen para ancianos y ancianas, que en el año 1902
tomó por denominación: Asilo Padre Valencia.
(l0) Había la prohibición de que ninguna persona podía andar sola1 o acompañada después de
las once de la noche, so pena de ser multado en seis pesos y si reincidía se le condenaba a
Cárcel. Sólo podían andar a deshora las autoridades exclusivamente.
( 1 1 ) La cual fué rifada en Puerto Príncipe, sacándosela en suerte el Rvdo. Padre mercedario
don José Manuel Don, que la donó después al Hospital de San Lázaro. Pero por causas
que ignoramos pasó al poder del comerciante don José Gómez, que se le vendió al
estudioso naturalista don Francisco Ximeno, que la cedió en el año 1884 al Instituto de
Segunda Enseñanza de Matanzas, para uso y estudio en el Museo de Historia Natural, en
cuyo lugar aún se conserva convenientemente disecada.
( 1 2 ) Durante el gobierno de ocupación norteamericano se le llamó Hospital Civil, al comenzar
la República, Hospital General, Actualmente se llama: Hospital Manuel Ramón Silva y
Zayas.
—38 —
M I L I T A R
—39 —
cionar con el personal necesario de momento y b¿i¡o la
denominación de Hospital Militar.
(2) Estaba encargado de las subastas con que se proveía dicho hospicio.
— 40—
Este hospital funcionó normalmente. Sin embargo, no
hospitalizaba enfermos de Cólera ( 3 ) , sino de otras
enfermedades infecciosas o contagiosas como el Paludismo,
Sarampión, Escarlatina, Difteria, etc.
(3) En el año 1868 se instaló en la pequeña nave de la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje
un hospital militar para enfermos del Cólera. Formando con su torre un ángulo en que
fué guarnecido un piquete de tropa, que estaba al frente de un Cabo de guardia, el cual
no permitía la conducción de ningún cadáver al Cementerio circunvecino, sin antes ver,
reconocer y registrar el sarcófago, según instrucciones que había recibido de sus su-
periores.
■—41 —
A S I L O S Y CA S A S D E
A S I S T E N CI A S O CI A L
LA BENEFICENCIA DE MIRANDA
(1) Unigénito de don Tomás Faustino de Miranda y Varona y de doña Angela Aguilera y Ortega.
(2) Hija de don Pablo Antonio Betancourt e Hidalgo y de doña Josefa Agüero y Bringas.
—45—
él adeudaba por el usufructo de dichos bienes hasta el año 1796, en
que por los interesados se aprobaron los inventarios y cuentas por él
presentadas. De modo que hacía un total de veintiún mil ciento tres
pesos y dos reales los reconocidos para la fundación de la Casa de
Beneficencia.
—46—
Asilo San Juan de Dios.-Camagúey
principeña don Diego Alonso Betancourt y Agüero, para que en
conocimiento de causa hiciera la conmutación solicitada, si a su juicio
era bien venida. Parece que don Diego Betancourt estaba de acuerdo,
o que a lo menos acataba la voluntad mayoritaria de las personas que
intervinieron en el asunto, toda vez que se hizo la conmutación el día
10 de julio de 1 8 1 8 ( 3 ) , quedando por ende definitivamente
extinguida el día 10 de enero del año 1 8 1 9 la primer Casa de
Beneficencia de Puerto Príncipe.
(3) En algunos documentos se señala el día 18 de enero del afio 1819, que es un error que se ha
venido repitiendo por otros autores.
(4) Parece que se habían sacado las niñas asiladas antes de tomarse el acuerdo oficial. Ignorarnos
sus motivos.
-48—
diez mil pesos restantes, debía, reconocía y se comprometía a abonar
en anualidades de dos mil pesos, las cuales satisfizo hasta cubrir su
totalidad ( 5 ) . Aunque hemos visto que el legado hecho por libérrima
y soberana voluntad de don Lorenzo de Miranda y Aguilera ha sido
desnaturalizado o violado en su fundamento, nos inclinamos a
presumir, que algunas razones legales hubieron para hacerlo.
(5) Con el dinero que ya tenían, la ayuda de la vecindad, el esfuerzo tesonero del Padre José de la
Cruz Espí y la obligación contraída por don Francisco. Borja de Betancourt, estaban
construyendo el convento, el cual ya estaba concluido el día 13 de febrero del año 1829.
-—4 9 —
LA CASA CUNA Y LA CASA DE RECOGIDAS DE MUJERES
(1) Los esclavos criollos enseñaban a los hijos de sus amos las primeras letras y los
guarismos aritméticos.
(2) Hijo de Alonso Manuel Betancourt y Agüero y de doña Brinda Gutiérrez y Agüero.
—51 —
Identificado, pues, éste por una gran amistad personal con el
padre Espí, planeó y llevó al ánimo del religioso el construir dos
salones: uno destinado a Casa Cuna (3) y otro destinado a Casa de
Recogidas de Mujeres. Pero quería hacerlos aledaños al hospital de
mujeres Nuestra Señora del Carmen, ya que así podía servirse del
médico (4) más fácilmente, que haciéndolas en otro sitio de la
población.
(3) Ya existía una en La Habana en el año 1687, que había fundado e inaugurado el Ilsmo. y Excmo.
Monseñor Diego Evelino Veliz, más conocido por el sobrenombre de Obispo de Compostela.
(4) En ese entonces habían unos quince entre la población y su jurisdicción. Escaseaban los médicos,
por lo tanto y no era fácil el conseguirlo como residente o fijo en una institución de esta clase,
sino que era un médico de visita, nada más.
— 52 —
Estas piedras las utilizó don Graciano Betancourt a fines del año 1
827, para hacerles los cimientos o bases a las dos edificaciones: la Casa
Cuna y la Casa de Recogidas de mujeres, al fondo del precitado
hospital ( 5 ) . Al concluir ambas obras don Graciano Betancourt soli-
citó varias gracias del Soberano Fernando VII, el cual éste por Real
Cédula del día 16 de abril del año 1830 “aprueba y acoge bajo su
protección a ambas instituciones benéficas”. Las cuales por razones no
reveladas aún o que desconocemos no empezaron a prestar servicios a
la comunidad principeña o camagüeyana, a pesar de estar concluidas y
de contar para sus sostenimientos con una casa de dos plantas con
entresuelos, que fué apreciada y valorizada por un perito en la
cantidad de veinticinco mil pesos fuertes. Estaba enclavada en la plaza
de San Francisco de Paula.
Don Graciano Betancourt al ver que sus dos obras cimeras estaban
cerradas, sin dotación interior alguna y sin posibilidades de que
pudiesen abrir sus puertas inmediatamente, se fué sintiendo
deprimido, al ver que habían resultado negativas sus dos instituciones
benéficas, y que sus esfuerzos materiales, espirituales y económicos, se
habían consumido entre las gruesas paredes de ambas edificaciones, y
sin tener cooperadores de ninguna especie (6) y si “censores
mediocres”, quizo variar sus propósitos —como lo hizo— a los efectos
de donárselas al hospital de Nuestra Señora del Carmen, para que
fueran utilizadas para albergue nocturnos, uno para hombres pobres y
el otro para mujeres pobres. No sabemos si ciertamente lo llevó a
efecto, sólo sabemos y nos consta que testó ante el escribano público
don José María Serrano, el día 14 de septiembre del año 1827 v que
años después volvió a testar y en su última voluntad legó a unas
pardas (7) “el quinto de sus bienes que debía
— 53 —
de enterársele en el valor de la referida casa que no es otra que la de la
plazoleta de San Francisco de Paula, que años antes había destinado
para que con sus ingresos fuesen sostenidas la Casa Cuna y la Casa de
Recogidas de Mujeres.
—54—
LA BENEFICENCIA DEL ARZOBISPO CLARET
— 55 —
San Ramón ( 3 ) , con el fin premeditado de levantar una Casa de
Beneficencia. A los efectos de recluir en !a misma a los niños
huérfanos; a los niños abandonados o desamparados, en donde serían
vestidos, alimentados v educados solícitamente por una congregación
religiosa.
(3) Hoy se llama Enrique José (Varona). Está dividida en dos secciones: una Norte y otra
Oeste.
(4) Habia llegado al puerto de Santiago de Cuba como pasajero del barco
Nueva Teresa Cubana’', el día 16 de febrero del año 1850.
— 56 —
dicha obra de tan amplios alcances sociales y humanitarios se fuese a
quedar paralizada definitivamente. Había que hacer algo concreto y
fundamental. El Ayuntamiento Capitular se dirige al Excmo. e Ilsmo.
Señor Don Antonio Claret y Ciará, en un extenso escrito documental,
en el cual le sugería que le hiciese la cesión gratuita de la obra
abandonada, para continuarla con recursos propios, pero con la
cláusula expresa de que sería modifica- cado substancialmente el
proyecto anterior de la Casa de Beneficencia. El Ilsmo Señor Arzobispo
no accedió a lo solicitado. Ignoramos sus razones expuestas. Sólo
sabemos que ya había gastado cerca de veinticinco mil pesos, en su
afán de ver hecha la Casa de Beneficencia, que hubiese sido la segunda
en Puerto Príncipe.
(5) Especie de Granja, en donde los niños y las niñas estarían más holgados, por ser de mayor
extensión de terreno y aislado del tráfico de la ciudad.
— 57 —
SAN JUAN NEPOMUCENO
En el Siglo XIX era muy común entre las familias ricas y poderosas
el legar imposiciones, mandas y Insta bienes y raíces a favor de las
instituciones hospitalarias y benéficas, con el fin de ayudarlas o
socorrerlas para sus sostenimientos y hasta para posibles mejoras
públicas.
(1) Hija de don Francisco Betancourt y Agüero y de doña María del Rosario Miranda y Agüero.
(2) Nótese como se fueron agrupando alrededor del Hospital Nuestra Señora del Carmen, habiendo
sido un paraje inhóspito durante el siglo anterior.
-59—
el Escribano público don Tomás de Zayas legó sesenta mil pesos
fuertes, descompuestos en la siguiente forma: ventisiete mil pesos
fuertes que les adeudaban los hermanos don Manuel y don Francisco
Javier Montejo v Bo- rrero y treinta y tres mil pesos que le adeudaba
don Manuel Arteaga y Borrero. Para que en su tiempo ser invertidos en
hipotecas, o en otra forma de tasación o negocio, y que con sus
intereses o réditos poder obtener la más útil y sólida forma de sostener
a dicho asilo, sin quebranto alguno, y a la vez poder acumular —si las
circunstancias les favorecía— alguna reserva para cualquier mejora de
dicha institución.
(3) Había sido el sustituto del Rvdo. padre José de la Cruz Espí, (Padre Valencia), como Capellán del
Hospital de San Lázaro.
(4) Parece que doña Josefa Betancourt y Miranda consintió en que se albergasen niñas solamente.
(5) Sostenidas con los sueldos que les corresponden de sus diversos cargos, y que donó para1 dicho
menester, sin descuidar un ápice el padre Riverol sus deberes que les imponen dichos cargos.
— 60 —
riscal de Campo don Antonio López de Letona usando la persuación
primero (6) y después la fuerza, hizo sacar a las niñas (7) el día 20 de
julio del año 1869. para transformar el asilo en hospital militar ( 8 ) . En
cuyo lugar permanecieron oficiales, clases y soldados enfermos y
heridos durante la guerra hasta mediados del año 1 8 7 4 en que se lo
devolvieron al Rvdo. padre don Félix Ri- verol.
—61 —
dos orientaciones a elegir cursar labores, que comprende corte, costura,
bordado y hasta dibujo, o cursar taquigrafía, mecanografía, etc. que es
una especie de secretariado. El Asilo San Juan Nepomuceno en presente
lo regentea y orienta una Hermana Superiora Sor Lourdes Fonseca
( 1 1 ) , nativa del país, religiosa austerísima, ejemplar, de gran visión
humana y de una inteligencia nada común. Se hace admirable y
respetable Sor Lourdes Fonseca por sus bondades infinitas y casi
maternales con las niñas.
(11) Como única émula de aquella excelsa, virtuosa, piadosa y humanitaria Señorita María Montejo y
Tan, fundadora del ejemplarísimo Asilo: El Ampafro de la Niñez.
— 62 —
B I B L I O G R A F I A
(3) Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias. Madrid 1891.
(4) Historia de la Isla de Cuba por Jacobo de la Pezuela y Lobo. Tomo I. Madrid. Carlos Bailly-Bailliere.
1868.
(5) La Gazeta de Puerto Principe. (Periódico). Algunos números correspondientes a los años 1822, 23,
25, 30, 36, 38 y 39.
(7) El Instructor de Puerto Príncipe. (Periódico). Algunos números correspondientes al año 1822.
£8) Historia de Puerto Príncipe por Tomás Pío Betancourt. Los Tres Primeros Historiadores: Arrate,
Urrutia y Valdés. Tomo III. (Apéndice). Habana 1839.
(9) Historia redactada por el doctor José de la Cruz y los Licenciados Manuel Castellanos y Manuel de
Jesús Arango. (Corrigiendo errores de la Historia de Prto. Príncipe de don Tomás Fío Betancourt).
Prto. Principe 1866.
(10) Diccionario Histórico, Geográfico, Estadístico y Económico de ia Isla de Cuba por don Juan Jacobo
de la Pezuela. Madrid 1866.
(11) Naturaleza y Civilización de la Grandiosa Isla de Cuba por don Miguel Rodríguez Ferrer. Tomo I
(Naturaleza). Madrid 1876. Tomo II (Civilización). Madrid 1888.
(12) Cosas de Antaño por Alvaro de la Iglesia. (Segunda Edición). Habana 1918.
—63 —
(13) Colección de Datos Históricos, Geográficos y Estadísticos de Puerto Principe y su jurisdicción por
don Juan Torres Lasquetti. Habana 1888.
(14) El Fanal. (Periódico). Algunos números correspondientes a los años 1860, 63, 67 y 68. Además un
grupo de treinta y cinco recortes, sin día, mes y año en que fueron insertados en dicha publicación.
(15) Certificación de Bautismo de Fray Olallo Valdés, expedida por la Casa de Beneficencia y
Maternidad de La Habana.
(16) Carta del Doctor Enrique José Varona dirigida al Señor René Ibáñez Varona. Habana, 6 de julio de
1932.
(17) Diccionario Biográfico Cubano, por Francisco Calcagno. New York. 1878
(19) Cuaderno de Notas y Apuntes del Venerable Padre José de la Cruz Espi. (Diario inédito). Puerto
Príncipe 1816.
(20) Ensayo de Bibliografía Cubana de los Siglos XVII y XVIII por Carlos Manuel Trelles y Govín.
Matanzas 1907.
(21) Materiales Relativos a la Historia de la Isla de Cuba, recogidos y redactados por una Comisión
Especial. Habana 1830.
(22) Apuntes Biográficos del V.P. Fray José de la Cruz Espí por don Francisco Pichardo Tapia. New
York 1863.
(23) El Santo Arzobispo de Cuba, Beato Antonio María Claret y Ciará por el misionero don José
Antonio Ramos. La Habana. 1949.
(24) Guía de Forasteros de Puerto Príncipe y Calendario Manuel para el Año 1828. Puerto Príncipe.
1828.
(25) Indice General de Fundos y Haciendas de la Isla de Cuba. Editado por los publicitarios don
Antonio C. Taybo y Cía. Habana 1915.
(26) Carta del Doctor don Mariano Aramburo y Machado dirigida al Señor René Ibáñez Varona.
Habana, 18 de febrero de 1938.
(27) Escenas Cotidianas por don Gaspar Betancourt Cisneros. Clásicos Cuba nos, Vol. I. La Habana
1950.
(28) Espistolario de El Lugareño (Gaspar Betancourt Cisneros). Epistolarios Cubanos, Vol. I La Habana
1951.
( 2 9 ) Carta de la Rvda. Hermana de la Caridad Sor Lourdes Fonseca dirigida al Señor René Ibáñez
Varona. Camagüey, 14 de septiembre de 1952.
— 64—
I N D I C E
Pág.
Prólogo ......................................................................................................... 5
Orígenes ............................................................................................ 9
HOS P I T A L E S
CUADERNOS PUBLICADOS
PROXIMOS CUADERNOS
PROXIMAS PUBLICACIONES