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Descripción y funciones
Desde la boca hasta el ano, el tubo digestivo mide unos once metros de longitud. En la boca empieza
propiamente la digestión. Los dientes trituran los alimentos y las secreciones de las glándulas
salivales los humedecen e inician su descomposición química transformándose en el bolo
alimenticio. Luego, el bolo alimenticio cruza la faringe, sigue por el esófago y llega al estómago, una
bolsa muscular de litro y medio de capacidad, en condiciones normales, cuya mucosa segrega el
potente jugo gástrico, en el estómago, el alimento es agitado hasta convertirse en el quimo.
A la salida del estómago, el tubo digestivo se prolonga con el intestino delgado, de unos seis metros
de largo, aunque muy replegado sobre sí mismo. En su primera porción o duodeno recibe
secreciones de las glándulas intestinales, la bilis y los jugos del páncreas. Todas estas secreciones
contienen una gran cantidad de enzimas que degradan los alimentos y los transforman en sustancias
solubles simples como aminoácidos. El tubo digestivo continúa por el intestino grueso, de algo más
de metro y medio de longitud. Su porción final es el recto, que termina en el ano, por donde se
evacuan al exterior los restos indigeribles de los alimentos.
En el aparato digestivo se alojan bacterias que constituyen la denominada microbiota. Hasta fechas
recientes, se asumía que los bebés nacen completamente libres de gérmenes y que la colonización
inicial del intestino del recién nacido se produce durante el parto. No obstante, varios estudios
actuales concluyen que esta colonización comienza antes del nacimiento del bebé. Las bacterias
maternas pasan de la madre al aparato digestivo del feto desde las primeras fases del embarazo, si
bien no se conocen los posibles mecanismos implicados en este fenómeno.
APARATO RESPIRATORIO
El aparato respiratorio o sistema respiratorio es el encargado de captar el oxígeno (O2) del aire e
introducirlo en la sangre y expulsar del cuerpo el dióxido de carbono (CO2) ―que es un desecho de
la sangre y subproducto del anabolismo celular―.
El intercambio de gases es el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, del ser vivo con el medio.
Dentro del sistema de los pulmones, las moléculas de oxígeno y dióxido de carbono se intercambian
pasivamente, por difusión, entre el entorno gaseoso y la sangre. Así, el sistema respiratorio facilita
la oxigenación con la remoción contaminante del dióxido de carbono y otros gases que son desechos
del metabolismo y de la circulación.
El sistema respiratorio también ayuda a mantener el balance entre ácidos y bases en el cuerpo a
través de la eficiente eliminación de dióxido de carbono de la sangre.
La sangre es un tipo de tejido conjuntivo fluido especializado, con una matriz coloidal líquida, una
constitución compleja y de un color rojo característico. Tiene una fase sólida (elementos formes),
que incluye a los leucocitos (o glóbulos blancos), los eritrocitos (o glóbulos rojos), las plaquetas y
una fase líquida, representada por el plasma sanguíneo.
La linfa es un líquido transparente que recorre los vasos linfáticos y generalmente carece de
pigmentos. Se produce tras el exceso de líquido que sale de los capilares sanguíneos al espacio
intersticial o intercelular, y es recogida por los capilares linfáticos, que drenan a vasos linfáticos más
gruesos hasta converger en conductos que se vacían en las venas subclavias.
La función principal del aparato circulatorio es la de pasar nutrientes (tales como aminoácidos,
electrolitos y linfa, gases, hormonas, células sanguíneas, entre otros), a las células del cuerpo,
recoger los desechos metabólicos que se han de eliminar después por los riñones, en la orina, y por
el aire exhalado en los pulmones, rico en dióxido de carbono (CO2).