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ENSAYO

La vigencia del modelo neoliberal en México frente a la


liberación de América Latina: algunas ideas para
destacar el papel del Estado en la rectoría de la
economía y el bienestar de la población

The validity of the neoliberal model in Mexico against the


liberation of Latin America: some ideas to highlight the role of
the state in stewardship of the economy and welfare of the
population

Rubén Ibarra Escobedo[1]

Unidad Académica de Ciencias Sociales

-¿Qué te parece Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud- y otros donaires


que a mi gusto no lo eran.
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades

Resumen

El presente trabajo pretende enumerar algunos de los resultados observados en la


realidad mexicana a partir de la puesta en práctica de las políticas neoliberales,
haciendo énfasis en el retorno del gobierno priista a partir del año 2012. En una
segunda parte se pretende refutar la idea de que los Estados de bienestar atentan
contra la acumulación capitalista y afectan el crecimiento y la competitividad
económica. Dada la realidad que se vive en algunos de los países de América
Latina, en donde los gobiernos han puesto en práctica políticas distantes del
neoliberalismo, es conveniente realizar una comparación, en términos de los
resultados que afectan a la población, con lo que sucede en México, país en que
únicamente a partir de la ceguera de los líderes políticos se mantiene el mismo
modelo económico que tan graves consecuencias está causando a la mayoría de la
población. Teniendo en cuenta que ningún acuerdo puede estar por encima de las
necesidades de la gente, la conclusión no puede ser otra que constatar que en
México los gobernantes que han dirigido y dirigen al país durante largo tiempo,
cuya preocupación es contraria a la nación, a su población, su interés radica en
preservar los intereses de las grandes corporaciones y seguir los preceptos del
gobierno norteamericano y sus distintos organismos, en contraste con lo que está
sucediendo en países de América Latina, donde se han construido los cimientos
sobre los que puede edificarse un país verdaderamente independiente.

Palabras clave: modelo neoliberal, papel del Estado, bienestar de la población.

Abstract

This paper aims to list some of the results observed from the implementation of
neoliberal policies in the Mexican reality, emphasizing the return of the PRI
government since 2012. In the second part is intended to refute the idea that
welfare states undermine capitalist accumulation and affect economic growth and
competitiveness. Given the reality that exists in some countries of Latin America,
where governments have distant neoliberal policies, it should make a comparison in
terms of the results that affect the population, with what happens in Mexico, a
country that only from the blindness of political leaders the same economic model
that is causing such serious consequences for the majority of the population
remains.
Given that no agreement can be above the needs of the people the conclusion can’t
be other than to note that in Mexico the rulers who have led and lead the country
for a long time, whose concern is contrary to the nation, to its population, its
interest lies in preserving the interests of large corporations and follow the precepts
of the American government and its various agencies, in contrast to what is
happening in Latin America, where they have built the foundation on which it can
build an truly independent country.

Keywords: neoliberal model, role of government, welfare.

INTRODUCCIÓN

Sin contratiempos, la puesta en práctica del ideario neoliberal avanza en México.


Los gobiernos tecnócratas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) han hecho
del país el mejor escenario para la puesta en práctica de la versión más salvaje,
hasta el momento, del capitalismo. Esto viene sucediendo desde 1982 y, pese a
que este partido se ausentó de la presidencia de la República durante dos sexenios
al iniciar el presente siglo, su ausencia no significó necesariamente alejamiento del
poder. Ni su regreso significa nuevos actores o nuevos rostros, son viejos
conocidos, acomodaticios y mimetizados durante doce años (Rodríguez, 2015). Los
dos gobiernos panistas, al arrancar el siglo, mantuvieron las mismas políticas de los
priistas. La vigencia de las políticas neoliberales inauguradas por el PRI-gobierno se
explican por dos razones fundamentales: el Partido Acción Nacional no tiene un
ideario diferente, el autodenominado "gobierno del cambio" también se definió
como el gobierno de "empresarios para los empresarios"; es decir, no hubo tal
"transición" (concepto que los panistas confundían con "transmisión") en términos
de política económica. En segundo lugar, la permanencia de esas políticas se da, de
manera natural, porque la autonomía del Banco Central (Banco de México) y la
Secretaría de Hacienda funcionan con "autodeterminación", lo cual garantiza de
hecho las medidas de ajuste y control monetario, incluso en el caso que el gobierno
dictara políticas en sentido inverso. Lo que tampoco se hace. El gobierno se ha
privado a sí mismo de los medios que permitieron en el pasado influir en el curso
de la economía.[2] Esta decisión, sustraer la autoridad monetaria a la autoridad
política, significa, como dice Jacques Sapir (2004:240) "(...) un acto de tiranía, y el
Banco Central independiente es un ejemplo de Tyrannus absque titulo". Dicho de
otro modo, otorgar independencia a la Banca Central es una decisión ilegítima.

Hace tiempo que las decisiones se toman fuera de los parlamentos, y durante la
época neoliberal ese proceso se viene acentuado (Canfora, 2003). Si los llamados
representantes del pueblo no pueden intervenir en la marcha de la economía,
menos pueden intervenir los ciudadanos, la promesa de democracia deviene en
vacua ilusión; la población tampoco considera que los gobiernos los representen,
éstos no sólo no tienen poder alguno para cambiar la situación, por el contrario, se
convierten en gobiernos vicarios de los intereses de las grandes empresas (De
Rivero, 2003). La globalización y el neoliberalismo hacen imposible la democracia,
más aún, la organización social resultante es profundamente antidemocrática. La
población decide únicamente sobre cuestiones que carecen de relevancia para su
calidad de vida, mientras se ve sometida no solamente al autoritarismo de un
Estado nacional sino, principalmente, a los intereses de las corporaciones que éste
defiende.

Mientras esto pasaba en México, en algunos países de América Latina accedían a


los gobiernos líderes con un ideario contrario al neoliberalismo. Hugo Chávez
asumía la presidencia de Venezuela en febrero de 1999, Néstor Kirchner, en
Argentina, en mayo de 2003; también en este año Lula da Silva llegaba a la
presidencia de Brasil, Tabaré Vázquez, en 2005, en Uruguay, como Evo Morales, en
Bolivia, a partir de 2006 y, al año siguiente, Rafael Correa en Ecuador. Manuel
Zelaya se mantuvo en el gobierno de Honduras entre 2006 y 2009, luego vino la
asonada militar que lo desalojó del gobierno. Su delito: intentar hacer cambios
estructurales en favor del desarrollo y el recorte de las ganancias a las compañías
petroleras; éstas, junto con Bush, se le vinieron encima. "Las quité y me eché
encima a Bush, a Europa, y entonces me agarraron a balazos y me sacaron de la
presidencia. Esa es la verdad práctica", dijo en entrevista el ex presidente (La
Jornada, 11 de marzo de 2011). Para algunos países de la América Latina, la
primera década del siglo presenta, con optimismo, la asunción de distintos
gobiernos progresistas mientras, coincidentemente, en México y Estados Unidos,
ocupan la presidencia personajes de extrema derecha: Vicente Fox Quezada y
Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional y George Bush, del Partido
Republicano.

En el documento, se pretende enumerar algunos de los resultados observados en la


realidad mexicana a partir de la puesta en práctica de las políticas neoliberales,
haciendo énfasis en el retorno del gobierno priista a partir del año 2012.

En una segunda parte se pretende refutar la idea de que los Estados de bienestar
atentan contra la acumulación capitalista y afectan el crecimiento y la
competitividad económica.

Dada la realidad que se vive en algunos de los países de América Latina, en donde
los gobiernos han puesto en práctica políticas distantes del neoliberalismo, es
conveniente hacer un comparativo, en términos de los resultados que afectan a la
población, con lo que sucede en México, país en que únicamente a partir de la
ceguera de los líderes políticos se mantiene el mismo modelo económico que tan
graves consecuencias está causando a la mayoría de la población.

DESARROLLO

1-En México, más de lo mismo

Con el regreso del PRI a la presidencia de la República se tornaba indispensable,


como en cada sexenio después de 1982, la reorientación del modelo económico y
la necesidad de retomar el papel activo del Estado en la política económica y,
aunque en menor medida, en la política social característica desde los años treinta
y hasta inicios de los ochenta del siglo previo. Es decir, frente a la nueva realidad,
con un estancamiento de la economía durante más de tres décadas y, en
contraparte, con un crecimiento continuo de la pobreza y la marginación, se
antojaba la conducción de un Estado que no debía seguir existiendo como un mero
"espectador del acontecer económico" como calificó Jesús Silva Herzog la situación
de los años ochenta.[3]

El papel activo que venía desempeñando el Estado durante medio siglo se perdió en
los años ochenta, defección acentuada en los noventa del siglo pasado. Para
México, lo que ha sucedido en ese largo período se manifiesta, entre otros aspectos
en:
· La parálisis productiva (por ejemplo, el crecimiento de la economía en el
primer sexenio neoliberal, 1982-1988, fue de 0%).
· La venta a remate de las principales empresas públicas: entre 1982 y
1993 se desincorporaron 977 de las 1,155 empresas paraestatales.
Empresas que pasaron a particulares coludidos con el poder, lo que ha
significado un gran atraco contra los bienes públicos de la nación. "Cuando
el Estado privatiza ferrocarriles, una línea aérea o la sanidad; cuando intenta
privatizar el servicio de agua potable o la universidad, está expropiando a la
comunidad –a cada uno de sus miembros pro quota- de sus bienes
comunes, de su propiedad común" (Mattei, 2013:09). No hay responsables
de este robo, nadie está en la cárcel como consecuencia de esta rapiña a los
bienes de los mexicanos. Tenía razón Catón: los ladrones de bienes privados
viven en la cárcel y con cadenas, los ladrones de lo público viven en medio
del oro y de la púrpura.[4]
· El fin del apoyo al campo (desmantelamiento de lo que habían sido los
principales instrumentos de política agrícola: precios de garantía, inversión
pública, subsidios, crédito, extensionismo, organización económica de los
productores y sanidad).
· La desindustrialización y consecuente desempleo (los empleos formales
creados durante el primer sexenio neoliberal, el de Miguel de la Madrid
Hurtado, ascendieron a 433 000 plazas, frente a casi 6 millones en el
sexenio previo, de José López Portillo).
· El pago de la deuda externa [según datos del FMI, entre 1980 y 1997,
México pago casi 150 000 millones de dólares por concepto de intereses de
la deuda externa. En este último año, 1997, pagó, 10,800 millones de
dólares. Este monto alcanzaba 287 veces el dinero destinado al conjunto de
programas sociales (37 000 000 de dólares); más de 3 000 veces lo que se
gastó en combate a la pobreza (3 000 600)]. Si estas cantidades son
incomprensibles, desde el punto de vista moral, cómo entender que entre
2000 y 2015 se han destinado más de 516 000 millones de dólares para
cubrir amortizaciones e intereses de la deuda externa del sector público y,
sin embargo, a pesar de que en el lapso se ha pagado siete veces el saldo
de la deuda del año 2000, el endeudamiento es más del doble en este 2015
(González, 2015).[5]
· Disminución del gasto social: si en 1980 el gasto social representaba
20% del gasto del gobierno, en 2008, se ubicaba en 12%.

En este largo periodo de más de tres décadas (1982-2014), la economía creció a un


ritmo promedio apenas de 2,2% del PIB, mientras la población aumentó 2,1%. Con
una tasa promedio de crecimiento de la productividad de 0,6% entre 1990 y 2014.
En los cincuenta años previos, caracterizados por la rectoría económica del Estado y
sus "malas políticas" el crecimiento promedio del PIB superó los seis puntos
porcentuales. Adicionalmente, en esta nueva etapa, se especializó a la economía
nacional acorde al mercado estadounidense, a éste se destina el 80% de las
exportaciones. Esta situación explica la atadura y destino de México respecto de lo
que suceda a la economía de Estados Unidos. Pero, además, esta lógica comercial
se sustenta en la premisa de exportar materias primas, maquila y productos de
bajo valor agregado nacional e importar bienes y servicios de alto valor agregado.
Una lógica que terminó, si se acepta lo que dice Cristine Lagarde, la directora
gerente del Fondo Monetario Internacional. El consejo de Lagarde, en su prédica
habitual, es el impulso de un programa de reformas para crecermás en América
Latina, porque, según dice, "se acabaron los tiempos de las vacas gordas para las
materias primas". En México esa época de bonanza, si la hubo, pasó desapercibida,
según constata el propio Banco Mundial.

Los costos sociales generados por esta ausencia del Estado en la rectoría de la
economía han sido muy grandes.
· Existe un creciente desempleo que alcanza más del 7% de la
población activa. Mientras que 29 millones de personas, 60,1% de la población,
laboran en actividades informales (La Jornada, 12 de diciembre de 2012).
· La participación de los salarios en el producto interno bruto, según
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ubica a México en
el penúltimo lugar de 15 países de América Latina. México está por encima
solamente de Perú, pero es superado incluso por Guatemala y Honduras.[6] No
puede ser de otro modo cuando los salarios, medidos en función de su poder
adquisitivo, se ubican actualmente en apenas un 25% de lo que compraban a
mediados de los años setenta. Es decir, el salario es inferior en 75% respecto del
salario de hace cuatro décadas.[7]
· Incremento de la pobreza: según el Banco Mundial, 61.4 millones de
mexicanos son pobres, de los cuales 23.1 millones son extremadamente pobres.
Versiones más serías, como es el caso de Julio Boltvinik, mencionan que la pobreza
alcanza los 70 millones. México se ha convertido en uno de los países con mayor
porcentaje de pobreza en el continente. El mismo organismo, en su
reporte Prosperidad compartida y erradicación de la pobreza en América Latina y el
Caribe (La Jornada 23 de abril de 2015), mientras la mayoría de los países de
Sudamérica lograron mejorar sus ingresos entre 2004 y 2012, eso no ocurrió en
México que se ubica en el lugar 16 de 17 países. El propio Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) acepta que, entre 2012 y
2014, el número de pobres se incrementó en 2 millones más

Sin embargo, lo más grave que ha producido el neoliberalismo y las políticas que le
acompañan, por lo menos en los políticos que gobiernan el país, consiste en la
destrucción de la capacidad de pensar y con ello de una mentalidad creadora. Es
decir, cuanto más compleja y versátil es la realidad, cuando el pensamiento y el
modo de representarla y entenderla debieran evolucionar en el mismo sentido, lo
que elige e intenta imponer la ortodoxia neoliberal es un pensamiento limitado.
Esto, desde luego, a tono con la fábula del "fin de la historia" y la irrisoria creencia
de que "no hay alternativa".

También, en la era neoliberal, se ha perdido toda posibilidad de dar a la democracia


una oportunidad. A pesar de que México gaste más en elecciones que en combate a
la pobreza,[8] distintas evidencias hacen de los gobiernos de Carlos Salinas, de
Felipe Calderón y de Enrique Peña presidencias logradas a través del fraude. Los
mecanismos han sido distintos pero los resultados los mismos.

2-Falacias contra el Estado de bienestar


En el mundo globalizado, ahí donde campea la hegemonía del pensamiento
neoliberal, se afirma que los problemas que enfrentan las economías tienen su
origen, precisamente, en algún tipo de intervención estatal; intervención que
genera distorsiones en la asignación de recursos y obstaculiza el crecimiento
productivo de la economía. En tal sentido, para los neoliberales el Estado no es la
solución, el Estado es el problema.

El proyecto neoliberal resurge con la crisis del capitalismo de la década de 1960.


Sus fundamentos son, entre otros, el anticomunismo de la Guerra Fría y el repudio
de las políticas públicas keynesianas, que otorgan un papel decisivo al Estado en el
desarrollo económico. Si para Keynes el desarrollo dependía de políticas sociales
dirigidas a asegurar el pleno empleo y la redistribución de la riqueza por medio del
control estatal de precios, de la inflación y de los salarios, para los neoliberales fue
la oposición y la crítica a dichos principios lo que hizo revivir su doctrina.

Hay, por lo menos, dos argumentos elaborados por los teóricos del neoliberalismo
en contra del Estado de bienestar que carecen de fundamento: a) una supuesta
afectación al proceso de acumulación y una pretendida sustitución del capitalismo
por una sociedad diferente, b) la pretendida incompetencia de la economía por la
existencia del Estado de bienestar.

En el primer caso, sobre la afectación al proceso de acumulación:


· La aparición del Estado de bienestar no se propuso nunca sustituir el
régimen capitalista por una organización social más avanzada, al contrario, su
presencia asegura la continuidad del sistema.
· En realidad, fue la intervención del Estado el mecanismo para el
relanzamiento de unas economías derrotadas; el Estado fue el medio para
preservar y consolidar el capitalismo frente al riesgo de su hundimiento (Gill,
2002),
· Todavía más, como señala Noam Chomsky (2006), la existencia del
Estado de bienestar ha sido el medio adecuado para socavar tanto las incipientes
estructuras democráticas y populares, impedir el bienestar empujado por la presión
colectiva, como para generar la idea de la "imposibilidad de un bienestar social al
margen del Estado" (Cabo, 2004: 242), al tiempo que permite "apoyar la
dependencia de la fuerza de trabajo respecto al capital" (Meiksins, 2003: 32).

Bajo estas circunstancias, lo que sí ha logrado la acalorada crítica por parte de la


ideología neoliberal es mantener las políticas sociales en límites convenientes a los
intereses del sistema capitalista.

En relación a la incompetencia internacional. La creencia más extendida entre la


ortodoxia neoliberal establece que los países con Estados de bienestar más
pequeños son más competitivos, porque destinan menos recursos a usos
improductivos (Ha-Joon Chang, 2012), crítico de la ideología del libre comercio,
pero ferviente simpatizante del capitalismo al que considera "el mejor sistema
económico inventado por la humanidad", demuestra que los datos no abonan este
punto de vista.
· Hasta los años ochenta, Estados Unidos creció mucho más despacio
que Europa, pese a tener un Estado de bienestar mucho menor. En 1980, por
ejemplo, el gasto social público solo representaba el 13,3% del PIB de Estados
Unidos, frente al 19,9% del de los quince países de la Unión Europea. El porcentaje
llegaba a situarse en el 28,6 en Suecia, el 24,1 en los Países Bajos y el 23% en
Alemania (occidental). A pesar de ello, entre 1950 y 1987 Estados Unidos creció
más despacio que cualquier país europeo. Durante este período, la renta per cápita
aumentó el 3,8% en Alemania, el 2,7% en Suecia, el 2,5% en los Países Bajos y el
1,9% en Estado Unidos.

Obviamente, el tamaño del Estado de bienestar es uno de los factores que


condicionan los resultados económicos de un país pero, conforme a los datos
elaborados por Ha-Joon (2012), es posible demostrar que no es incompatible la
existencia del Estado de bienestar con el crecimiento económico.

Incluso después de 1990, etapa en la que Estados Unidos mejoró en crecimiento


relativo, algunos países con mucho Estado de bienestar crecieron a niveles más
altos.

Lo interesante –dice Ha-Joon (2012)- es que las economías que crecieron a mayor
velocidad dentro del núcleo de la OCDE durante el período posterior a 1990 fueron:
· Finlandia (un 2,6%) y Noruega (2,5%), ambas con un gran Estado
del bienestar en el período. En 2003, el porcentaje del gasto social público en
relación con el PIB fue del 22,5% en Finlandia y del 25,1% en Noruega, frente al
20,7% de media de la OCDE y el 16,2% de Estados Unidos. Suecia, que tiene
literalmente el mayor Estado del bienestar del mundo (31,3%, es decir, el doble
que Estados Unidos), presentó una tasa de crecimiento del 1,8% igual a la de
Estados Unidos.
· Si nos centramos en la década de 2000 (2000-2008), las tasas de
crecimiento de Suecia (2,4%) y Finlandia (2,8%) fueron muy superiores a la de
Estados Unidos (1,8%).

¿Qué pasó en el mundo, particularmente en los países subdesarrollados, en la


etapa previa y durante la primera década de las "nuevas" y "buenas" políticas
neoliberales? La tabla 1 muestra las cifras de crecimiento económico (la media
anual del crecimiento del PIB para los países de renta baja y media durante las
épocas del Estado desarrollista, la época de "malas políticas" de acuerdo con la
ortodoxia neoliberal y las tasas ya en el período de "buenas políticas".

Los datos son claros: se ha producido una drástica reducción del crecimiento del
PIB en los países con Estado desarrollista de 5,5 a 2,6%, menos de la mitad. En
términos per cápita, el crecimiento del PIB con respecto al aumento de la población,
la caída ha sido todavía más grave. Si la pregunta es por qué China presenta estos
resultados, la respuesta es simple: por la fuerte presencia del sector público sin que
se descuide la propagación de un dinámico sector de propietarios privados. Estos
fenómenos no cuadran con el pensamiento económico neoliberal, no deberían
ocurrir si los economistas que apoyan el libre mercado y la reducción del Estado y
sus "malas políticas" tuvieran razón particularmente sobre los efectos de lo que
consideran perniciosas políticas de bienestar. Pero suceden, precisamente porque
esos economistas y políticos, que no ven ni escuchan, no tienen razón. Su actitud
se queda al nivel de una "cerrazón mental dogmática" que ha sido equiparada,
equivocadamente con el autismo. Equivocadamente porque "los pobres niños
afectados de autismo son víctimas de una enfermedad que los supera. En cambio
en nuestros economistas bien pensantes esa cerrazón al mundo real es voluntaria
y, por lo tanto, reprobable" (Sapir, 2004: 120). El daño auto infligido o la
afectación a los demás por aquellos que padecen esta condición ni es intencional y
nunca provocará la catástrofe, consecuencia del fundamentalismo económico, que
se vive en el mundo. Nunca esos economistas podrán dar el mundo de generosas
destrezas, de amor y felicidad que inspira el niño autista. En cambio, las políticas
de ajuste (así llamadas por los neoliberales) provocan la muerte de millones de
personas al arrancar de los programas sociales los recursos que dan a los bancos y
a las grandes corporaciones. Alguna vez, Hitler manifestó con gran satisfacción: ¡Es
una suerte para los dirigentes que los pueblos no piensen! Pero, qué podrá hacerse
ahora, cuando son los dirigentes los que no piensan y, no obstante, con sus
acciones, producen las aberraciones.

3-El contexto de América Latina frente a la irracionalidad de las políticas


en México

México es una "estrella para América Latina", "tal vez llegue a sorprendernos". Así
lo expresa el economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe,
Augusto de la Torre, lo dice con la seriedad característica de quien puede predecir
el futuro. No obstante, pontifica, hay que esperar, no hay que ser impacientes.
Alguien le ha respondido con alguna antelación: hasta que lleguemos al 2050 se
verán lo frutos de las reformas, ha dicho José Ángel Gurría, ese mexicano
preocupado por la suerte de sus compatriotas que no quiere matar la esperanza y
que dirige actualmente la OCDE.

Augusto de la Torre ha olvidado decir que el país también es líder en desigualdad,


que el crecimiento económico no logra detonar en un país que ha asumido el "libre
comercio" como dogma de desarrollo, que tiene 44 tratados comerciales, pero que
no alcanza, en ningún sexenio neoliberal, las tasas de crecimiento económico de la
era del Estado interventor. El funcionario no quiere percatarse de que se está
refiriendo a una estrella muerta de la que se percibe todavía la luz, aunque esté
apagada desde hace mucho tiempo y para siempre (Rist, 2002: 10). Por lo demás,
el destino de las naciones no está en las estrellas sino en las manos de quien quiera
hacer algo por ellas: "el hombre es dueño de su suerte, el destino no está en las
estrellas sino en nosotros mismos" hace decir William Shakespeare a través de Julio
César a Bruto, ¡pura coincidencia! El funcionario del Banco Mundial tampoco
advierte que los tratados de libre comercio sirven solamente al interés de los países
desarrollados, que mediante ellos lo que se busca es conseguir clientes y nada
tienen que ver con lograr el desarrollo de los países atrasados.[9]
Entonces: ¿Qué puede enseñar México, un país con más de tres décadas de
neoliberalismo, a la América Latina? ¿Qué puede enseñar el énfasis puesto en la
reformas estructurales (reformas neoliberales)?, con las que se ha pretendido un
"ábrete sésamo", reformas que están entregando la riqueza de los mexicanos a
unos cuantos rapaces.[10] Es cierto, hacer el ridículo no mata, pero, por qué
abusar.

Las llamadas reformas estructurales (laboral, educativa, en telecomunicaciones, de


transparencia, financiera, hacendaria, política y energética), al gusto de la empresa
privada, están modificando el conjunto de relaciones políticas, económicas y
sociales del país (Monreal, 2014).

La reforma laboral fue aprobada bajo el supuesto de conseguir un crecimiento de la


productividad y competitividad del país, crear 400 mil empleos adicionales por año
y un aumento de los ingresos de los trabajadores e incentivo al empleo formal; en
la práctica lo que ha generado es trabajadores mal pagados, sin prestaciones y sin
garantías de ley en sus relaciones laborales. La reforma educativa, que modificó los
artículos 3º, y 73 constitucionales, en los hechos se convirtió en una reforma
laboral para mantener el control político del sindicato más poderoso del país y
facilitar el despido de los profesores sin responsabilidad para el gobierno. La
reforma energética, que modificó el artículo 27 constitucional eliminó la facultad
exclusiva que tenía la nación para generar y abastecer de energía eléctrica;
también alteró el espíritu del artículo 28 arrebatando al Estado la exclusividad en
áreas estratégicas de petroquímica básica, refinación, transporte y ductos (Monreal,
2014).[11]

Al tiempo que México se ha convertido en un país recolonizado, Estados Unidos de


Norteamérica mira a la América Latina con la habitual codicia sabiendo que la
escasez de recursos, producto de su agotamiento y del efecto del cambio climático,
modificaran la geopolítica para el siglo XXI. Como señala Mark Aguirre (2014: 18),
América Latina es:

(...) el mayor productor y exportador de alimentos del mundo. Hay siete países
latinoamericanos: Perú, Chile, Brasil, México, Argentina, Bolivia y Venezuela entre
los primeros países mineros mundiales. América Latina es el principal productor
mundial de oro, plata, cobre y zinc. Tiene reservas probadas de minerales
estratégicos como el antimonio, bismuto, litio, niobio, torio, oro, zinc y uranio,
entre otros. Venezuela es la primera reserva mundial de petróleo, tercera de
bauxita, cuarta de oro, sexta en gas y décima en hierro en el mundo. América
Latina es la mayor reserva mundial de energía.

A diferencia de México, un país postrado y en el que aumenta la pobreza, la


América Latina se encamina decisivamente a su independencia como ha dicho
Noam Chomsky. Implementado políticas contrarias a la ortodoxia neoliberal, estos
países están logrando que la economía y la gente progresen.
Los países de América Latina parten de una consideración elemental: el papel del
Estado como actor económico y el uso de los recursos obtenidos, caso de la venta
de las materias primas, en beneficio de la mayoría de la población. La derrota del
ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas), sueño de George Bush para
convertir el sur del continente en un mercado subordinado al poder de las
multinacionales estadounidenses es una manifestación de esas independencia. El
nacimiento de un organismo, UNASUR en 2004, para resolver pacíficamente los
conflictos entre los países sudamericanos, muestra el rechazo a la injerencia de
Estados Unidos: en 2007, Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Chile, Colombia,
Ecuador, Guyana, Paraguay, Surinam y Uruguay firmaron su adhesión (Aguirre,
2014).

En 2004, nació la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA),
organismo al que se asociaron como miembros formales, en 2012 nueve países:
Venezuela, Cuba, Bolivia y Ecuador, entre otros. La base de esta Alianza radica "…
en compartir la enorme riqueza petrolera venezolana con los más necesitados. Un
proyecto solidario para impulsar el desarrollo de la región" (Aguirre, 2014: 107).

En 2010, se constituyó en Caracas la comunidad de Estados de América Latina que


incluye a todos los países de la región (Cuba incluido) pero no a Estados Unidos y
Canadá. Al respeto, Noam Chomsky ha escrito: "Es muy posible que este nuevo
organismo reemplace a la Organización de los Estados Americanos, que está regida
por Estados Unidos" (citado en Aguirre, 2014: 115).

El caso de Argentina es clave para entender la otra vía hacia el desarrollo y


bienestar de la población. Argentina inició en 1991 un programa económico bajo los
preceptos rigurosos establecidos por el neoliberalismo, la receta contenía los
elementos conocidos: venta de empresas públicas y apertura del país a la inversión
e importaciones extranjeras. Desde su puesta en práctica el programa argentino
fue aclamado por los organismos internacionales, era: la envidia de otros gobiernos
latinoamericanos.

La euforia pronto se convirtió en tragedia para los argentinos: el desempleo y la


desigualdad comenzaron a incrementarse en cuanto entraron en vigor las políticas
neoliberales, llegó la depresión en 1997. Entre protestas y masivos saqueos, una
huelga general, un estado militarizado, veintisiete muertos en las calles, la huida
del presidente Fernando de la Rúa y del ministro de economía y principal arquitecto
del plan, Domingo Carvallo, el modelo se desinfló totalmente (Pollin, 2005). Era el
antecedente de lo que sucedería en Seattle pocos años después, dice Tariq Ali
(2008).

Entre el año 1976 y el 2002, el PIB por habitante había caído 12 puntos, la deuda
pública como porcentaje del PIB pasó de 28,7 a 166, el porcentaje de la
participación de la industria en el PIB cayó de 33 a 15, la proporción de población
pobre pasó de 4.7 a 54,3, los desocupados (porcentaje de la población
económicamente activa) se incrementó de 4,5 a 17,8.
Desde 2003, lo característico de Argentina, su gobierno, economía y población
radica, entre otros muchos aspectos, en lo siguiente:
· En Argentina no es el FMI quien dice lo que hay que hacer en la
economía, tampoco el Consenso de Washington y su teoría del "derrame", la
"confianza" de los inversores no es una pauta decisiva. En 2005, Argentina (como
Brasil) pagaron la deuda que tenían con el FMI.
· El gobierno nacionalizó más de la mitad de las acciones de Repsol,
casi tres de cada cuatro argentinos apoyaron esta acción del gobierno[12].
· Apenas el 16 de abril de este 2015, con 53 votos de 55, el senado
acaba de sancionar la devolución de los ferrocarriles a la administración.[13]
· Mientras en otros países el Banco Central se ocupa solamente del
combate a la inflación, en Argentina, el Banco Central tiene como objetivos la
reindustrialización, el empleo y la distribución del ingreso.
· En diciembre de 2008 se estatizó el sistema jubilatorio y se volvió al
sistema solidario de reparto. El sistema de previsión social en 2013 cubría al 94%
de la población.

Lo ha dicho el senador argentino Juan Manuel Abal Medina, lo que hoy se hace en
Argentina es "parte de un proceso político que comenzó en 2003… es porque
tenemos Estado". Argentina es ejemplo que "muestra que cuando la política
conduce a la economía es posible afirmar la soberanía nacional y la inclusión social,
con la prevalencia del sector productivo por sobre el financiero" (Calcagno y
Calcagno, 2015: 299).

CONCLUSIONES: UN PANORAMA GLOBAL

Edmund Burke, uno de los mejores representantes del pensamiento liberal-


conservador inglés, tenía razón al afirmar que: "La magnanimidad en política no
pocas veces es la mayor sabiduría y un gran imperio va mal con espíritus
mediocres". En la época actual, caracterizada por un acentuado individualismo, la
magnanimidad que tendría que ser la virtud mejor representada por el líder político,
el gobernante de un país, está ausente. Esto quiere decir que pocos gobernantes en
el mundo, como es el caso de México, merecen calificarse con tal distinción;
seguramente muchos se juzgan de tal modo pero, como decía Aristóteles en
su Ética a Nicomaco, los que así se consideran son grandes necios.

Vistos los funestos resultados en la población de las políticas implementadas en


México luego de más de tres décadas, tendría que haberse revisado el modelo
económico y los distintos tratados comerciales, especialmente el Tratado de Libre
Comercio con América del Norte pero, se tendría que aceptar que ningún acuerdo
puede estar por encima de las necesidades de la gente. Ello exigiría, desde luego,
la presencia de espíritus magnánimos como era la esperanza expresa de Edmund
Burke, "pero políticamente, la nuestra es una época de pigmeos" (Judt, 2010: 159).
En México no cabrían los gobernantes que han dirigido y dirigen al país durante
este largo tiempo, cuya preocupación es contraria a la nación, a su población, su
interés radica en preservar los intereses de las grandes corporaciones y seguir los
preceptos del gobierno norteamericano y sus distintos organismos. Estos gobiernos
serviles, gobiernos tecnócratas como se les conoce comúnmente en el país, han
permitido y promovido esta situación de subordinación. Bien dice Horacio Flores de
la Peña, quien conoció muy bien las entrañas del poder, cuando escribe que con la
tecnocracia llegó al poder la "primera generación de norteamericanos nacidos en
México", tecnócratas que se han convertido en fieles defensores de los intereses
norteamericanos, sus corporaciones y organismos neoliberales. En el pasado,
vilipendiados, han quedado aquellos dirigentes y gobernantes que se atrevían a
desafiar al imperio. Un ejemplo, el de aquel embajador mexicano en 1961, durante
el gobierno de Adolfo López Mateos, que ante la fijación psicópata del gobierno de
John F. Kennedy para considerar que Cuba era un peligro para la seguridad de
Estados Unidos y la región declaró: "Si declaramos públicamente que Cuba es una
amenaza a nuestra seguridad, cuarenta millones de mexicanos se morirán de risa".
[14]

En México, como en muchos otros Estados, los gobernantes hacen reverencia al


poder norteamericano y a sus empresas. Como escribió el que fue un extraordinario
pensador latinoamericano, Eduardo Galeano: "Han vendido su alma al diablo a un
precio que hubiera avergonzado a Fausto" (Galeano, 1971).[15]

Hoy eso no pasa, como ha pretendido demostrarse en todos los países de América
Latina, donde se han construido los cimientos sobre los que puede edificarse un
país. Donde se pone en práctica, con éxito, la idea de que "sólo tienen éxito los
países capaces de poner en ejecución una concepción propia y endógena del
desarrollo y, sobre esta base, integrarse en el sistema mundial" (Mojica y López,
2015: 158). Aquí, su gente bien puede repetir lo que dijera Hugo Chávez en uno de
sus últimos discursos: "Hoy tenemos patria. Hoy tenemos pueblo". Tiene razón
Mark Aguirre cuando escribe que Chávez ha dejado "a los pobres convertidos en
sujeto político, con objetivos claros socialistas, habiendo construido un espacio
político dentro y fuera de Venezuela en donde es posible hacer política
independiente" (Aguirre, 2014: 102).

Contrario a lo que sucede en esta parte de América Latina, el mundo ha


abandonado las instituciones del New Deal y la teoría económica keynesiana que,
no obstante sus limitaciones, dio algunos buenos resultados. La "guerra contra la
pobreza", del mundo posbélico ha sido sustituida hoy por la llamada "guerra al
terrorismo". La propuesta de luchar contra la pobreza ha sido enterrada y
suplantada por doctrinas arcaicas e inverosímiles que avalan las decisiones no de
gobiernos electos sino de corporaciones que nadie ha elegido (Canfora, 2003), y
que sustentan como dogma el "libre comercio", la "desregulación", la "libre
movilidad de capitales", la "reducción de impuestos a los que más tienen", para
concentrar la riqueza en la cima y, con ello, el engaño teórico del laissez-faire. Una
propuesta que fracasa constantemente, pero que se mantiene bajo la trampa
del tricke down, el "derrame" o "goteo". Se trata como lo dijo John Kenneth
Galbraith, con la más absoluta claridad en el Harvard Club de Toronto, en 1994: "Si
permitimos que los caballos se coman toda la avena, no dejarán de cagar alguna
semilla para los gorriones".

Por otra parte, si bien es cierto que el neoliberalismo es la versión extrema del
capitalismo en la época actual, sobre todo cuando se le compara con el período del
Estado de bienestar, también es indispensable recordar que el sistema vino al
mundo "chorreando sangre". Lo que sucede, como asienta Harald Welzer (2010), es
que la humanidad ha entrado en una era de amnesia democrática que evita hacer
alusión a:

La despiadada brutalidad con la que los países de industrialización temprana


buscaron por entonces saciar su hambre de materias primas, tierras y poder, una
brutalidad que dejó su marca en los continentes, ya no puede leerse a partir de las
condiciones actuales de los países occidentales. El recuerdo de la explotación, la
esclavitud y el exterminio cayó víctima de una amnesia democrática, como si los
estados occidentales hubiesen sido siempre como lo son ahora, a pesar de que
tanto su riqueza como la superioridad de su poder se construyeron sobre la base de
una historia sangrienta (Welzer, 2010:09).

Son los países ricos, surgidos de estas prácticas, los que ahora exigen al mundo
que se respeten los derechos humanos, la "libertad", el "libre comercio"; los
mismos que realizan intervenciones en nombre de la "democracia". Olvidando que
se forjaron y siguen apoyándose en una "historia de exclusión, limpieza étnica y
genocidio", procesos, que al decir de Michael Mann (2009) forman parte de las
tareas del proceso modernizador capitalista. Bien lo advierte Carl Amery al afirmar
que la existencia del Tercer Reich no ha sido un momento excepcional de la historia
ni un tumor crecido en el corazón de la civilización occidental, algo irrepetible. Por
el contrario, según escribe este autor:

(...) Drácula sigue escondido en algún rincón del sótano más profundo, bajo una
gruesa capa de escombros, pero sin la estaca en el corazón que garantizaría su
muerte y que impedirá definitivamente su regreso…sería una ingenuidad
imperdonable presuponer que las próximas décadas y generaciones no pudieran
revivir dicho programa, purgado de su craso diletantismo y revestido de un brillo y
vocabulario científicos (Amery, 2002: 12,15).

Así, entonces, el enemigo de los pueblos sigue siendo el hecho de que prevalece un
injusto sistema. Podrán existir múltiples de sus manifestaciones que muestran el
desprecio por las personas y su bienestar, al final el origen de todos los males está
en el capitalismo. Parodiando lo que decía Bertolt Brecht respecto del fascismo;
habrá que preguntarse ¿De qué sirve estar contra el neoliberalismo –que se
condena- si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?[16]

El neoliberalismo en México
En el caso de México, el neoliberalismo inicia con la ruptura del modelo prevaleciente por más de
tres décadas: el modelo de crecimiento económico, sustitución de importaciones, desarrollo hacia
adentro y economía mixta.

Desde la década de los cuarenta, la estrategia de desarrollo en México, se sustentó en la


protección del mercado interno, a través de barreras arancelarias y no arancelarias que mantuvieron
al aparato productivo virtualmente aislado de la competencia internacional. El Estado, desempeñó
un importante papel, al asumir un alto grado de intervencionismo y regulación de la actividad
económica.

Prud´homme (1995), menciona que desde los setenta se puso en evidencia la fragilidad del
modelo de sustitución de importaciones como proceso central del crecimiento económico, y con ello
desaparecieron las bases de estabilidad; manifestadas en aspectos como: 1) el déficit público pasó
a cumplir el papel de motor del crecimiento, y éste a su vez, condujo a un fuerte deterioro de la
balanza de pagos; 2) al mismo tiempo, que el déficit externo como proporción del PIB aumentaba,
sus fuentes tradicionales de financiamiento (la agricultura y los servicios) tendían a agotarse, lo cual
obligó a recurrir en forma creciente al adeudamiento externo; 3) el crecimiento se vio interrumpido,
por políticas contraccionistas, la inflación y la incertidumbre que estas propiciaban, abrieron la puerta
a la especulación y la fuga de divisas; 4) el esfuerzo del estado por recuperar el crecimiento
conducían a agravar los desequilibrios macroeconómicos, en su intento por mantener el modelo en
funcionamiento realizó la exportación masiva de petróleo, más cuando se detuvieron, la situación se
volvió insostenible y el país entro de lleno en un período de crisis y ajuste estructural.

Al inicio de los 80 el fenómeno que se venía perfilando desde la década anterior cumple su
cometido, es decir; el modelo de desarrollo que anteriormente había asegurado el crecimiento
económico y la estabilidad política en el México posrevolucionario estaba en crisis (Nava, 2000).

Es en el período presidencial de Miguel de la Madrid (1982-1988), cuando tiene su aplicación la


estrategia neoliberal; inicia con la venta y privatización de las primeras empresas paraestatales 1;
desmantelamiento, que abarca el régimen de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y el de Ernesto
Zedillo (1994-2000).

Durante el primer año del régimen de Miguel de la Madrid, el gobierno federal tenía participación
en 45 ramas de la economía, para el último año, su participación abarcaba solo 23 ramas. En 1982,
tenía el gobierno federal 1155 empresas, en 1988 poseía solamente 412. La desincorporación de
estas empresas obedeció a que “no eran estratégicas ni prioritarias para el desarrollo nacional”,
argumento presentado en un documento informativo por el gobierno federal (SHCP, 1988).

En el período salinista el proyecto neoliberal se fue profundizando y se plantearon con mayor


claridad los principales postulados de la política económica gubernamental, en ésta etapa; se
realizan algunas reformas constitucionales que impactan enormemente en la naturaleza del Estado,
tal es el caso de los Artículos 28, 73 y 123 referidos a la reprivatización de la Banca, la reforma
electoral, de la ley de culto; y del Artículo 27 que abre la posibilidad para que los ejidatarios pudieran
vender sus parcelas a capitalistas nacionales y extranjeros (tendiente a eliminar los
ejidos) 2 (Vidales, 1996).

En efecto, con las modificaciones realizadas al Artículo 27, se buscó crear las condiciones para
definir un nuevo perfil de la propiedad agrícola, abriéndose la posibilidad de participación del capital
privado nacional y extranjero en las tierras ejidales y comunales, además de ser objeto; de compra,
venta, arrendamiento y de contratos de asociación; se buscaba también incrementar la productividad
y capitalizar las actividades agrícolas con el apoyo del sector privado. Es decir; la modificación al
Artículo 27, forma parte de la reestructuración de la economía mexicana en general en un nuevo
modelo de inserción en el mercado mundial. En esta lógica la agricultura requería de una
modernización de infraestructura productiva y de comercialización para aumentar la productividad y
competitividad internacional. Para ello, se necesitan cuantiosas inversiones en el agro, que ahora
tienen que ser realizadas por el capital privado (Prud´homme, 1995).
De acuerdo con Nava (2000), en el contexto de la reestructuración económica, las políticas
neoliberales en el medio rural se traducen en:

 Reformas al Art. 27 Constitucional para cancelar el reparto agrario, acelerar la entrada al


libre mercado de la tierra ejidal y comunal, liberalizar la mano de obra y fomenta la
producción agropecuaria y forestal a gran escala, vía inversión del gran capital industrial
nacional y extranjero.
 Desmantelamiento y privatización de las instituciones de servicio y crédito del sector
agropecuario, así como de la infraestructura productiva.

 Retiro de subsidios y precios de garantía de todos los productos agropecuarios.

 Orientación de la producción agrícola al mercado internacional (exportación).

 Implementación de programas asistenciales para los campesinos pobres que al ser


considerados sectores infuncionales, quedan excluidos del esquema de desarrollo.

El neoliberalismo, continúa con la suscripción del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá, en enero de 1994; representando con ello,
su entrada a la economía global al conformar la mayor área comercial de Norteamérica, anunciado
como el instrumento conducente al crecimiento económico y social que el país necesitaba.

En la cuestión agropecuaria, el TLCAN, generó expectativas para alentar la expansión del


sector agroexportador, no obstante las asimetrías económicas y sociales con la economía
norteamericana y la economía canadiense. La incorporación de México al Tratado ha venido a ser
un eje estratégico para forzar a la modernización del sector agropecuario, los productores que
reunieron las condiciones inmediatas para elevar la productividad, reducir costos y vender a precios
competitivos han sido los beneficiarios de este cambio estructural, alrededor del 5% del total; los
productores que no han sido capaces de hacerlo, 95%, están condenados al desplazamiento del
mercado; su producción a ser sustituida por importaciones de alimentos y materias primas
provenientes de sus socios comerciales (Salinas, 2004).

Posteriormente en los años 1994-2000 del período presidencial de Ernesto Zedillo, el


neoliberalismo continuó su marcha. En el plano constitucional, modifica el artículo 28, con el objetivo
de permitir la participación del capital privado en las áreas de comunicación, vía satelital y los
ferrocarriles, crea las Afores transformando con ello la seguridad social de los trabajadores y se
compromete con el capital financiero internacional para privatizar la petroquímica y la industria
eléctrica3 .

La política neoliberal de Vicente Fox Quezada (2000-2006), se encaminó bajo el mismo


esquema que sus antecesores al ponerse al servicio del capital trasnacional y buscando cancelar los
derechos de la nación y de los mexicanos. Dentro de las acciones realizadas en este período se
puede hacer mención entre otras: la continuidad en intentos por privatizar la industria energética, a
la privatización de la educación superior, reduciendo y suprimiendo en gran medida el presupuesto
otorgado a las universidades públicas; a la privatización paulatina de los servicios de salud, y a la
tendencia creciente de la desaparición de la seguridad social de los trabajadores. Estos rubros han
sido retomados por el presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), quién al inicio de su
período, da paso a la reforma de la Ley del Instituto de Seguridad Social y Servicios Sociales de los
Trabajadores del Estado (ISSSTE), afectando seriamente a los trabajadores agremiados de este
Instituto, además de continuar su pugna por llevar a cabo la reforma de la industria energética.

El legado económico y social del neoliberalismo al concluir el foxismo e inicio del período
presidencial de Felipe Calderón, se resume en: a) estancamiento económico (con un crecimiento de
apenas el 2.4 por ciento); b) la falta de empleos formales; c) el grave deterioro de los salarios reales;
d) la concentración de la riqueza y la exclusión social; e) un mayor flujo temporal y permanente de
trabajadores hacia los Estados Unidos en búsqueda de mejores expectativas de vida; f) una
creciente dependencia de las familias de las remesas de los trabajadores migratorios para atenuar
sus bajos niveles de vida; (Chávez, 2006).

Finalmente y afianzando el anterior planteamiento, la política neoliberal en México aplicada


desde 1982, no ha logrado los objetivos de desarrollo planteados, pues existe una crisis recurrente
en la economía nacional, el crecimiento sostenido no ha podido lograrse, y existe el padecimiento de
inflaciones constantes, desempleo, inseguridad, pobreza, etcétera; demostrando con ello, su
incapacidad para generar el bienestar que tanto se pregonaba.

1 La liquidación o venta de las primeras empresas paraestatales incluyeron a Vehículos Automotores Mexicanos y Renault de
México, así como empresas fundidoras, productoras de hierro y acero, de aviación, de bienes de capital, ingenios azucareros,
textiles, teléfonos, fábricas de material y equipo ferroviario, etcétera (Vidales, 1996).
2 Una de las conquistas históricas logradas por los campesinos en la Revolución de 1910, reconocida y elevada a rango
constitucional se elimina con las reformas que sufre este Artículo Constitucional.

3 Aunque en estos rubros se manifestó el rechazo de diversos sectores de la sociedad, entre investigadores, académicos,
partidos políticos, organizaciones sociales, entre otros, obligando con ello al gobierno a dar marcha atrás.

Neoliberalismo Economico en Mexico


NEO LIBERALISMO ECONÓMICO EN MEXICO
ANTECENDETES E HISTORIA
EI neoliberalismo económico es una corriente que se basa en el liberalismo
que surgió en la segunda mitad del siglo XIX, su principal representante es
Adam Smith, quien en su obra: “Investigación sobre la naturaleza y causa de
la riqueza de las naciones”, mejor conocida como “La riqueza de las
naciones”, publicada en 1776, nos presenta los tres principios fundamentales
del liberalismo económico:

a) Libertad personal.
b) Propiedad privada.
c) Iniciativa y propiedad privada de empresas.

Adam Smith decía que cada capitalista al buscar su propio beneficio buscaba
el de los demás por lo que no se requería de la intervención del Estado en la
economía. Pensaba que la economía estaba regida por una “mano invisible”,
es decir, tenía un orden natural, por lo cual el Estado lo que debía hacer era
no intervenir en asuntos económicos. Así mismo afirmaba que las actividades
del Estado debían reducirse al mínimo y su política propiciar el “laisser faire,
laisser passer” (el dejar hacer, el dejar pasar).

De esta forma los deberes del Estado, según el propio Smith, deberían ser:

A. Proteger a cada miembro de la sociedad de la injusticia y opresión de otro


miembro de la sociedad, es decir una auténtica administración de justicia.
B. Sostener a las instituciones públicas.
C. Realizar obras de infraestructura que por no ser de lucro no interesan a la
iniciativa privada.
Esto significa que el liberalismo económico, también conocido como “laisser
faire”, tiene algunas restricciones económicas por parte del Estado, e
inclusive hay intereses superiores a los del individuo coma la defensa del país
de cualquier agresión externa, la salud publica y la moral publica.

Debido a la crisis capitalista de l929 y sus efectos a nivel mundial en 1936,


John Maynard Keynes critica las ideas de Adam Smith; en su libro “Teoría
general sobre la ocupación, el interés y el dinero” recomienda la intervención
del Estado en la economía, con la finalidad de propiciar y fomentar la
inversión y en consecuencia la producción, el empleo y la demanda con el
objeto de retardar la llegada de la crisis económica. A sus ideas se
le conocen como “keynesianismo” y estuvieron en boga desde 1936 hasta la
década de los 60.

El keynesianismo fue refutado por varios autores (como Milton Friedman)


quienes, basados en el neoliberalismo, se oponían a la intervención del Estado
en la economía porque tenia, y continua teniendo, muchos efectos negativos
para la sociedad, en especial la política económica keynesiana.

A esta nueva corriente de pensamiento económico, que se opone a la


intervención del Estado en la economía, se le conoce como “neoliberalismo
económico”. Su principal planteamiento afirma que el libre mercado es el
único mecanismo que asegura la mejor asignación de recursos en la economía
y, en consecuencia, promueve el crecimiento económico; por lo tanto, se
debe fomentar el libre mercado sin restricciones estatales.

APLICACIONES POLÍTICAS
En el caso mexicano se habla de neoliberalismo a partir del sexenio de Miguel
de Ia Madrid (1982-1988); que continua en el de Carlos Salinas de Gortari
(1988-1994) y en lo que fue el de Ernesto Zedillo (1994-2000) al igual que en
el periodo de Vicente Fox (2000-2006) y en lo que va del Calderinismo (2006-
2009).

Con base en estos planteamientos se puede hablar del neoliberalismo


mexicano que es la corriente que predomina en los círculos gubernamentales
y que se ha aplicado en forma puntual y rigurosa en el país. Es decir, el
modelo económico neoliberal se manifiesta en la política económica
neoliberal a la mexicana.

Por otra parte, nuestro país en la década de los 80, deseaba insertarse en la
economía mundial, por lo cual necesitaba abrir la economía al mercado
mundial; la estrategia que se siguió fue la incorporación de México al GATT
(Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y después al TLC
(Tratado de Libre Comercio) con Estados Unidos y Canadá.

Otro elemento estructural de la economía mexicana de las tres últimas


décadas, además de la globalización, es la exagerada dependencia externa,
en particular de Estados Unidos. Una de las graves manifestaciones de esta
dependencia es la elevada deuda externa, debido a ello nuestro país ha
tenido que recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial
(BM), instituciones con las que el gobierno mexicano ha firmado cartas de
intención en las que se compromete a seguir una política económica de corte
neoliberal y dar concesiones al capital externo.

De esta forma, de acuerdo con las investigaciones realizadas, el


neoliberalismo económico que se aplica en México tiene varias características
entre las que destacan:

A. En buena medida es impuesto por el exterior y en especial por el FMI.


B. Es un neoliberalismo autoritario porque lo aplica el Estado, sin consultar a los
principales grupos económicos del país.
C. Es centralizado porque el gobierno no toma en cuenta las necesidades y
características económicas de las diversas regiones y estados del país.
D. Favorece en primera instancia a los grandes capitales externos y en segundo
lugar a los grandes inversionistas nacionales, especialmente del área
financiera.
E. Es un neoliberalismo incompleto porque no deja en libertad todas las fuerzas
del mercado, el Estado ejerce controles y limitaciones en los aspectos que
considera conveniente. Por ejemplo los salarios están sujetos a controles y
por lo general no rebasan cierto porcentaje, en tanto que el gobierno
aumenta en forma desproporcionada los precios de los bienes y servicios
estatales.
F. El gobierno se convierte en juez y parte y decide qué bienes y servicios están
sujetos a control y cuáles se liberan. El ejemplo son los salarios mínimos que
no están fijados al libre juego de la oferta y la demanda.
G. Se basa en una apertura comercial indiscriminada, dejando sin ninguna
protección a muchas actividades productivas y comerciales internas. Ejemplo:
la industria juguetera.
H. Depende en exceso del capital externo y en especial de la inversión
extranjera, a la que tiene que darle muchas facilidades. Revísese el caso del
sistema financiero.
I. Favorece una privatización y reprivatización de prácticamente todas las
actividades económicas que realiza el Estado, sin tornar en cuenta las
características de las empresas a privatizar, ni de los grupos adquirientes. Se
ha favorecido a grupos ligados a la esfera política.
J. Ha polarizado a la sociedad mexicana porque el ingreso se ha concentrado en
muy pocas manos en tanto que la mayoría no cuenta con ingresos suficientes
para satisfacer sus necesidades. El número de mexicanos en la extrema
pobreza se ha incrementado en los últimos años, de acuerdo con cifras del
INEGI.
K. Se basa en la corriente neo monetarista la cual afirma que al resolver los
problemas monetarios del país se ayuda a resolver todos los problemas
económicos.
L. Es injusto porque favorece a los grupos e individuos económicamente más
poderosos en perjuicio de los millones de personas que se encuentran
desprotegidos y que no tienen capacidad adquisitiva suficiente para intervenir
ni en el mercado ni en decisiones económicas importantes. Más de 45 millones
de mexicanos están fuera del mercado porque no tienen capacidad de
compra.
M. M.A través del neoliberalismo el Estado pretende impulsar la modernización
del país sin tomar en cuenta las consecuencias negativas.
N. El neoliberalismo económico aplicado en México se basa en un modelo teórico
concebido por la burocracia estatal que choca contra la realidad en que
vivimos más de 96 millones de mexicanos y no la realidad de unos cuantos que
tienen el poder económico. Es una visión parcializada de la realidad.

Esta política económica neoliberal lleva más de 25 años de aplicarse en el país


y con base en las criticas que ha hecho el presidente Calderón al
intervencionismo estatal, lo más seguro es que se sigan aplicando por lo
menos durante lo que resta del sexenio.

REPERCUSIONES SOCIOECONOMICAS
Para revisar los resultados se analizan algunos indicadores macroeconómicos
del periodo neoliberal y se plantean algunas características que se
observaron:

En primer lugar, la producción nacional, medida por el Producto Interno Bruto


(PIB), sólo aumento 1.9% en promedio anual de 1983 a 2004, en tanto que la
población creció en 3.2% promedio anual, lo cual significa que el producto
per. capita disminuyo en el mismo periodo El crecimiento económico fue muy
bajo y no hubo desarrollo.

La producción agropecuaria incluida a agricultura, la ganadería, la silvicultura


y la pesca solo se incremento en 1.5% en promedio anual, en el mismo periodo
de 1983 a 2004, por lo que no alcanza para satisfacer las necesidades de la
creciente población y se tienen que importar miles de toneladas de productos
agropecuarios, en especial alimentos. Se habla en la actualidad de una gran
crisis agrícola.

El abandono del campo por parte de la estrategia neoliberal se refleja en un


bajísimo crecimiento de la agricultura, solo 0.8% en promedio anual en el
mismo periodo.

El sector industrial, que tradicionalmente había sido el más dinámico de la


economía nacional con tasas de crecimiento superiores al 7%, solo crece 3.4%
en promedio anual en el periodo neoliberal.

Algunos autores hablan incluso de un proceso de desindustrialización porque


muchas empresas en especial las micro, pequeñas y medianas han quebrado
debido a la fuerte competencia que no han podido enfrentar.

Destrucción de la planta productiva y exagerada explotación de muchos


recursos naturales, ya que la producción y explotación de recursos se basa en
las necesidades del exterior, sin importar las consecuencias para el país como
puede ser la destrucción y contaminación del medio ambiente. Ejemplo:
ventas masivas de petróleo al extranjero a precios bajos.

Orientación de la economía nacional hacia el sector externo, con lo que se


descuidan las necesidades del mercado interno. Se fomentan actividades que
tengan potencial exportador y se apoya a las empresas exportadoras quo no
pasan de ser más de 200 grandes empresas, aunque esto no sucede con miles
de empresas que producen para el mercado interno. Tal pare ce que la
política económica neoliberal solo funciona para estas empresas.

Se depende mucho del capital extranjero, en especial de la inversión


extranjera directa que paso de 11,470 millones de dólares en 1983 a 978,271
en 2004, con lo cual tuvo un crecimiento de 982.4 %, o sea creció 9.82 veces.
Existe cada vez mayor necesidad de capital externo debido a que mucha
inversión extranjera es especulativa y va a dar a la bolsa de valores.

La deuda externa total del país paso de 84,800 millones de dólares a fines de
1982, a más de 165,700 m.d.d. en diciembre de 1997, con lo cual tuvo un
crecimiento del 95.45 por ciento en ese periodo.

En el periodo de fines de 1982 a 1997, el país pago 208,765 m.d.d. por


concepto del servicio de la deuda; es decir, prácticamente ya se pago la
deuda externa, aunque continuamos debiendo más de 165,700 millones de
dólares.

Existe una mayor dependencia económica con respecto a Estados Unidos, por
lo que la economía mexicana se esta desnacionalizando al entregar una parte
importante del patrimonio nacional al capital extranjero, representado por
grandes compañías transnacionales que tienen diversas formas de
penetración, incluyendo inversión extranjera en bancos.

La economía nacional se ha privatizado y reprivatizado, pasando recursos y


patrimonio del Estado a la iniciativa privada como es el caso de Teléfonos de
México y los bancos; lo que a su vez ha provocado una mayor concentración
económica y una creciente monopolización en manos tanto nacionales como
extranjeras.

Aumento del desempleo y subempleo, lo que ha provocado el incremento de


la economía informal, en especial del comercio ambulante. Más del 50% de la
población económicamente activa se encuentra en la economía informal.

Polarización del ingreso, lo que ha ocasionado el aumento de la pobreza y la


marginación debido a que unos pocos han acaparado mucha riqueza y
recursos, en tanto que muchos pobres cuentan con muy pocos recursos.

Las crisis económicas son recurrentes y más frecuentes, causando mayores


daños, como la de diciembre de 1994 que provoco graves problemas en 1995 y
de la que todavía no se recupera del todo el país y las tendencias apuntaban
que habría una nueva recesión a fines de 2008.

Se han establecido topes salariales que reducen la capacidad adquisitiva de


miles de asalariados, lo que ha disminuido el mercado interno y además ha
provocado disminución de la producción y las ventas y, en consecuencia, baja
de ganancias para productores y comerciantes. Se descuida el mercado
interno y se apoyan las actividades relacionadas con el exterior.
El sector publico ha buscado reducir sus gastos y aumentar sus ingresos sin
importar los costos sociales, lo que ha provocado que baje el déficit publico a
costa del aumento de impuestos y precios de los bienes y servicios públicos y
de la baja del gasto social en educación, salud, vivienda, ecología e
infraestructura. Situación que ha empeorado por los recortes al presupuesto
publico en 1998 hasta pasando el 2006.

Debido a la creciente injusticia social, mucha gente se ha manifestado en


contra de las políticas neoliberales, lo que se ha traducido en marchas,
mítines, paros, protestas, huelgas de hambre y otro tipo de manifestaciones.

El gobierno ha dado muchas facilidades al capital financiero no productivo


tanto nacional como extranjero que ha incrementado sus ganancias pero que
realiza inversiones de corto plazo en forma especulativa y que no benefician
al país.

La política económica neoliberal ha sumido en el atraso a muchas actividades,


regiones, grupos y personas y solo ha beneficiado a unos cuantos, sobre todo a
los que están insertados en actividades de exportación para el mercado
externo. Véase el gran atraso de Oaxaca y Chiapas.

A pesar de todo lo que so ha dicho, somos Un país de grandes contrastes como


lo demuestran los indígenas de Chiapas y otras partes del país, por un lado; y
por el otro el avance de zonas como Monterrey, Guadalajara y el D.F.

Padecen desnutrición 24 millones de personas que representan el 26.3% de la


población total, además es una de las principales causas de muerte en el país.
Aunque según otras investigaciones 45 millones de mexicanos no cuentan con
capacidad para cubrir los requerimientos mínimos alimenticios; más de 20
millones de mexicanos están en pobreza extrema.

Las fuerzas de mercado y la política económica neoliberal por si solas han sido
incapaces de promover la modernización, la productividad, a competitividad y
el desarrollo tecnológico que tanta falta hacen en el país.

Aunque se ha disminuido la inflación, gracias a las políticas de estabilización,


no se ha recuperado la capacidad de crecimiento económico que este año
sufre los efectos de la calda del precio del petróleo.

La liberación económica, la desregulación y la privatización se han dado en un


contexto que no ha permitido el desarrollo de la producción con estabilidad
de precios. Asimismo, la política del tipo de cambio es muy incierta y no hay
condiciones favorables que propicien inversiones productivas de largo plazo,
por lo que están retrasando la recuperación económica. Sigue habiendo
diferencias entre la política monetaria y cambiaria del Banco de México y la
política económica de la SHCP.

El libre mercado no ha logrado que los sectores y ramas productivas que se


han privatizado se modernicen y desarrollen. Las inversiones privadas no han
generado mayor competitividad, además de que no invierten en capacitación
de la mano de obra. El ejemplo son los bancos y las carreteras que no han
mejorado por ser privados.

Por su parte, el sector público ha disminuido en forma drástica sus


inversiones, la que ha provocado estancamiento y deterioro en obras de
infraestructura que son fundamentales para que el país se modernice y
aumente su competitividad.

La economía nacional se ha vuelto muy vulnerable y muchas decisiones en


materia económica so toman en el corto plazo, dejando de lado proyectos de
largo plazo que tiendan a revertir las tendencias negativas en lo
macroeconómico y en lo macroeconómico. Se debe aprender de experiencias
negativas como la caída del precio del petróleo.

En síntesis, la aplicación del modelo neoliberal en México no ha permitido que


el desarrollo socioeconómico del país se traduzca en mejores condiciones de
vida para un mayor numero de mexicanos.

Es importante señalar dos opiniones de destacados autores que han estudiado


el fenómeno neoliberal en México.

“Los problemas actuales de la economía mexicana se derivan no solo de


modelos fallidos de crecimiento que han predominado en el país, sino que han
sido agudizadas por las políticas de ajuste y de apertura comercial y
financiera que se han venido instrumentando en los últimos años” (Arturo
Huerta).

“El modelo neoliberal ha llevado al país en 25 años, al desmantelamiento de


la planta productiva, al agotamiento de las reservas económicas y a la ruina
generalizada de las clases laborantes” (Raymundo Ramos).

Con los elementos aportados hasta ahora se puede responder a las preguntas
iniciales afirmando que el neoliberalismo en México es un modelo inviable y
que su aplicación ha sido un fracaso porque no ha propiciado el desarrollo
socioeconómico del país.

IMPACTO EN LA INFORMACIÓN FINANCIERA

La mayor parte de la literatura sobre la economía política de las reformas


económicas de las últimas décadas en América Latina, se concentra en explicar las
razones por las que ciertos países han transitado por un proceso liberalizador más
profundo que otros (Haggard y Kaufman, 1994; Krueger, 1995; Stokes, 2002). La
única variación importante para estos autores es el nivel y tipo de liberalización
emprendida. Este enfoque limita el alcance de las conclusiones al eliminar
innecesariamente el análisis de los continuos procesos de reafirmación de la
autoridad estatal y la constante presencia de fenómenos de corrupción y rentismo
que, por desgracia, han caracterizado a la mayoría de los procesos de liberalización
a nivel internacional.
A diferencia de ello, este artículo argumenta que es necesario comprender la
compleja dinámica política de las reformas económicas ocurridas durante las
décadas de 1980 y 1990 sin reducir el campo de estudio a priori a una cuestión
de tipos y niveles de liberalización. Nos proponemos examinar las razones que
explican los momentos y procesos de reafirmación de la autoridad estatal durante
el periodo neoliberal. Buscamos también encontrar una explicación más adecuada a
la constante presencia de experiencias de corrupción que, de manera especial, han
afectado al mundo en desarrollo. Sostenemos que no es suficiente encapsular tales
fenómenos —corrupción o intervencionismo estatal— como si fueran
"imperfecciones", o meros indicadores de una liberalización parcial o incompleta. La
sistemática prevalencia de dichos elementos durante los procesos de liberalización
(Manzetti, 1999 y 2003; Schamis, 1999 y 2002) exige que los tomemos en cuenta
en su propia dimensión y los analicemos a profundidad.
El estudio del desarrollo histórico del sector bancario en México, en particular, nos
ofrece un ámbito ideal para ensayar nuevas hipótesis y teorías sobre la dinámica de
la política económica en países en transición. Bajo el concepto de "liberalización", el
gobierno mexicano ha llevado a cabo diversas políticas en el sector bancario: la
nacionalización en 1982, la privatización en el periodo 1991–1993 y lo que
podemos llamar la "nacionalización–privatizante", ocurrida entre 1994 y 1996.
Dada la permanente intervención estatal que ha caracterizado el desenvolvimiento
de esta variedad de reformas, y a la luz de la constante manifestación en mayor o
menor medida de fenómenos de corrupción en el sector bancario, es que no nos
sería útil considerar a estos distintos escenarios simplemente como ejemplos de un
mayor o un menor grado de liberalización.
En 1982, como respuesta a la crisis internacional de la deuda externa y como una
medida para controlar la fuga de capitales, el gobierno nacionalizó la mayor parte
de los bancos que operaban en el país. En este caso, la corrupción y el rentismo en
la industria bancaria no eran particularmente dominantes, y la decisión por
nacionalizar la banca fue fácilmente revocada poco tiempo después. La
nacionalización ocurrió en una situación de franco autoritarismo y opacidad, ello se
reflejó en el hecho de que casi nadie supo de la decisión del presidente hasta que él
mismo la anunció en su último informe de gobierno. El partido de Estado gozaba de
un control absoluto sobre las palancas centrales del poder estatal. Asimismo, el
sistema político continuaba firmemente basado en organizaciones de masas,
populares y nacionalistas.
Diez años más tarde, en 1992, la totalidad de los bancos fueron transferidos a
manos privadas. El rentismo se presentó de forma muy acusada y la privatización
bancaria dejó una huella mucho más profunda que la efímera nacionalización. La
privatización ocurrió en el contexto de un régimen autoritario que desde diversas
trincheras políticas se encontraba bajo fuerte ataque. Salinas de Gortari había
ganado las elecciones de 1988 mediante mecanismos defraudadores de la voluntad
popular y necesitaba de forma urgente lograr la legitimidad no obtenida en las
urnas. En esta coyuntura, las bases sociales de apoyo del régimen habían sufrido
una clara transformación y el poder social se había trasladado desde el sector
popular hacia las grandes corporaciones y los sectores más acaudalados del país.
Todo ello socavaba la tradicional autonomía relativa de la clase política (Hamilton,
1987) y desdibujaba los procesos de semi–incorporación de las clases populares
que se desarrollaron en los años dorados del régimen priista.
En 1995, el gobierno mexicano organizó un masivo rescate financiero con objeto de
salvar a los bancos de la bancarrota generada por la desastrosa crisis de 1994.
Posteriormente, en 1999, el gobierno de Ernesto Zedillo, de forma por demás
opaca, convirtió las responsabilidades del Fondo Bancario de Protección al Ahorro
(Fobaproa) en deuda pública, consumando así lo que puede ser calificado como una
"nacionalización privatizante" (Sandoval, 2005). Mientras que la privatización se
caracterizó por la existencia de fenómenos de rentismo, la nacionalización
privatizante estuvo plagada de casos de franca corrupción. Esta última
transformación fue aún más radical e irreversible que la vinculada a la
privatización. A raíz de la aprobación y puesta en marcha del Tratado de Libre
Comercio con América del Norte (TLCAN), las bases sociales de apoyo del régimen
ya no se encontraban en la ciudadanía o las organizaciones populares, sino que se
habían trasladado por completo hacia las grandes corporaciones y hacia un
pequeño grupo de compañías ligadas a los mercados internacionales. Pero
paradójicamente, el ambiente democratizador en el país era también un hecho
irreversible.
Este artículo busca responder la pregunta sobre cuáles serían las variables que
explican los diferentes niveles y tipos de intervención estatal y los diferentes niveles
y tipos de corrupción o rentismo que se han presentado durante estos distintos
momentos del proceso de "liberalización" financiera. Se plantean tres hipótesis
específicas a la interrogante más general: a) la forma concreta que ha adoptado el
intervencionismo estatal en la economía ha dependido principalmente de las bases
sociales de apoyo del régimen político; b) la existencia en mayor o menor medida
de fenómenos de corrupción y rentismo se puede explicar más en función del nivel
de incertidumbre política por el que transite el régimen político, que por el tipo de
régimen político en sí mismo; y c) un incremento en los niveles de democratización
y transparencia gubernamental favorece la implementación de políticas públicas
definitivas e irreversibles.
El artículo se divide en tres apartados. En el primero se presentan las
características centrales de nuestro modelo analítico en el que las constantes que
destacan son la existencia de crisis recurrentes, la búsqueda de legitimidad política
y de estabilidad económica, y el uso de estrategias de manejo financiero para
confrontar la crisis y restablecer la legitimidad afectada. En el segundo se plantean
con mayor amplitud los tres escenarios específicos utilizados para ilustrar nuestro
argumento. En el tercero se concluye con una discusión de nuestras tres hipótesis
específicas y argumenta que ellas cuentan con aplicaciones más generales para el
análisis de las políticas financieras y el desarrollo político en las democracias
emergentes.

LA CRISIS DEL NEOLIBERALISMO EN MÉXICO.


ECONOMIA Y SOCIEDAD
Introducción
La petrolización de nuestra economía, el enorme crecimiento de nuestra deuda externa y la profunda
crisis que sacudió al país a principios de la década de los 80, durante el gobierno de José López Portillo,
sirvieron de extraordinario pretexto a los neoliberales para empezar a aplicar en México las recetas del
Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM).
Esos organismos financieros al servicio del imperialismo norteamericano, aprovechando la situación de
crisis creada por ellos mismos al propiciar una política generalizada de endeudamiento, más allá de las
posibilidades reales de los países subdesarrollados, particularmente de los de América Latina, les
impusieron su proyecto neocolonial. En México a través de las llamadas cartas de intención suscritas por
el gobierno y el FMI se adquirieron muchos compromisos, entre ellos la política consistente en
deshacerse de las empresas públicas, la de establecer topes salariales y otras similares, todas ellas
contrarias a los intereses nacionales y populares.
El nuevo proyecto, proponía superar la profunda crisis económica que aquejaba al país, lograr un
crecimiento sostenido de la economía y mejorar las condiciones de vida de los mexicanos. Durante los
últimos 17 año los resultados de la aplicación del neoliberalismo en nuestro país son los siguientes:
Primera etapa: el desmantelamiento del sector estatal
A partir del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) se inicia, con el pretexto de que la crisis se había
presentado porque el Estado estaba obeso y que por ello no podía cumplir con su función fundamental
que es la de proporcionar bienestar a los mexicanos, la aplicación en nuestro país del proyecto neoliberal.
La primera medida consistió en realizar el proceso llamado, eufemísticamente, de desincorporación de
empresas públicas por las siguientes vías: la extinción, la fusión, la liquidación, la transferencia a las
entidades federativas y municipios, la venta a los trabajadores de la empresa que se desincorpora, y
sobre todo, la venta a los empresarios privados nacionales y extranjeros.
El 3 de diciembre de 1982, apenas dos días después de haber tomado posesión como presidente de la
República, Miguel de la Madrid envió al Congreso de la Unión, un par de iniciativas para modificar la
Constitución. (1) Dichas propuestas fueron aprobadas y entre las modificaciones realizadas es
indispensable destacar las relativas al los artículos 25 y 134 constitucionales.
En el nuevo artículo 25 se incluyeron tesis ajenas y contrarias al proyecto emanado de la Revolución
Mexicana. Al definir al Estado como rector se le suprimió, en la práctica, su papel de productor directo de
bienes y servicios y en contra partida se le dejó solamente la facultad de dictar las normas, a partir de las
cuales deberían desarrollar sus actividades los particulares, es decir, se sentaron las bases para convertir
al Estado mexicano en algo similar al Estado policía que propone el neoliberalismo. El objetivo central era
debilitarlo, como paso previó para poder desarrollar el proyecto económico dependiente del imperialismo.
Partiendo del principio que establece que en derecho constitucional lo que no está expresamente
facultado no lo puede realizar la autoridad, se realizaron las modificaciones al artículo 134 de nuestra
Carta Magna para incluir en dicho ordenamiento el sustento jurídico del gobierno mexicano para vender
las empresas del Estado, sustento que no estaba incluido en ningún otro artículo constitucional.
Al amparo de estas y otras modificaciones legales, durante el sexenio de Miguel de la Madrid, se
produjeron los siguientes hechos: si durante el primer año de ese régimen, el gobierno federal participaba
en 45 ramas de la economía, para el último solamente lo hacía en 23; si en 1982 tenía 1155 empresas:
744 de participación estatal mayoritaria, 231 fideicomisos públicos, 102 organismos descentralizados y 78
empresas de participación estatal minoritaria, en 1988 tenía solamente 412; de las 705 empresas
desincorporadas 219, es decir, el 30 por ciento, fueron vendidas (2) El gobierno federal proporcionó la
información anterior en un documento en el que se establecía que sólo se había procedido a
desincorporar empresas que no eran estratégicas ni prioritarias para el desarrollo nacional, que el 18 por
ciento de las empresas vendidas tenían como nuevo dueño al sector social, es decir, a los sindicatos y
otras organizaciones de trabajadores y que en más del 90 por ciento de los casos los compradores
habían sido inversionistas nacionales. (3)
A pesar de que también informó de los ingresos totales obtenidos por las ventas, no proporcionó el monto
de lo que correspondía a cada una de ellas y qué porcentaje del total correspondió al sector social, cual al
capital privado nacional y cual al extranjero. Esos importantes datos hubieran evidenciado, como en
realidad sucedió, que el monto mayor correspondía al capital externo.
El gobierno de Miguel de la Madrid afirmó que a partir de su gobierno se podría iniciar una mejor etapa de
la historia del país, que las bases sólidas se estaban fincando a partir de una readecuación presupuestal y
disciplina estricta del gasto público. Las principales líneas de su política económica fueron el saneamiento
de las finanzas públicas; el redimensionamiento del sector público; la apertura económica; la reconversión
industrial; y, la contención salarial.
Además, casi al finalizar su gestión, en diciembre de 1987, propuso a los sectores productivos del país la
suscripción de un Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico, que obligaba al gobierno a no
incrementar los precios de los bienes y servicios que proporcionaba a través de sus empresas; establecía,
violando los derechos de los trabajadores, el tope a los incrementos salariales y solamente recomendaba
al sector privado el no incremento de sus precios por encima de los costos reales. Con ello, decía, se
estabilizaría la economía, esta empezaría a crecer y los trabajadores irían recuperando, poco a poco, el
poder adquisitivo de sus salarios.
Sin embargo, los resultados de esa política económica no pudieron ser más desastrosos, se continuó
incrementando la deuda externa pública y total, la inflación creció a tasas muy elevadas, 86.7 por ciento
de promedio anual; el Producto Interno Bruto tuvo saldo negativo en el sexenio y el salario mínimo real
perdió, durante esos seis años, el 41 por ciento de su poder adquisitivo.
Segunda etapa: la profundización del proyecto neoliberal
En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), el proyecto neoliberal se fue profundizando y se
plantearon ya con más claridad los principales postulados de la política económica gubernamental y se
fue definiendo con mayor descaro el rumbo antinacional y antipopular.
Carlos Salinas vendió empresas del Estado con el argumento de que había que vender bienes para
remediar males, que con los ingresos provenientes de esa venta, se resolverían problemas
fundamentales para el pueblo: agua potable, drenaje, alcantarillado, vivienda, etc.
Sin embargo, es muy significativo que el monto obtenido por el gobierno de Salinas de Gortari por la venta
de empresas, que fue de 64 mil millones 894 mil 306 pesos, (4) o lo que es lo mismo, un poco más de 20
mil millones de dólares, era una cifra equiparable a lo que México había pagado por intereses de la deuda
externa.
Lo anterior refleja que el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), creado durante ese sexenio y que
supuestamente tenía el propósito de resolver los problemas más lacerantes de los sectores más
desprotegidos de la sociedad, como decía la propaganda oficial, fue solamente una nueva forma para
engañar a los mexicanos. El propósito de esa política publicitaria era el de evitar que el pueblo protestara
por la política privatizadora de los bienes de la nación; fue una estrategia bien montada para hacerle creer
que en verdad, lo obtenido por la venta de las empresas era para resolver los problemas de la población
de menores recursos, que era para ayudar a los que menos tienen.
Era evidente que a pesar de que Salinas de Gortari seguía aplicando el mismo proyecto que Miguel de la
Madrid, lo estaba haciendo con mayor profundidad. Ahora ya no se trataba de un Estado obeso e
ineficiente, sino de la aplicación de un proyecto denominado por el propio Salinas como liberalismo social
que trataba de hacernos creer que recogía lo mejor de nuestra historia: el liberalismo de la época de
Juárez y el contenido social de la Revolución Mexicana de 1910. Sin embargo, el análisis de los
postulados de ese proyecto remitía necesariamente a las tesis en boga en materia económica, las tesis
impulsadas por los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher en Inglaterra y de Ronald Reagan en
los Estados Unidos: el neoliberalismo.
Al gobierno de Carlos Salinas de Gortari, en materia de reformas jurídicas de carácter económico, le
correspondió promover las constitucionales al artículo 27 para dar fin al reparto agrario, privatizar los
ejidos y propiciar la compra de tierra por parte de los capitalistas nacionales y extranjeros; y al artículo 28
para dar autonomía al Banco de México.
Por lo que respecta a la autonomía del Banco de México, esta decisión se produjo involucrando aspectos
económicos, pero también políticos, ya que le permitió al gobierno de Salinas dejar por varios años al
frente de dicha institución a un funcionario que compartía su política monetaria y crediticia y a través de
esa designación pretendía influir en la marcha de la economía del país.
Adicionalmente, la autonomía del Banco de México, puede ser utilizada como un poder paralelo, en el
caso de que en el año 2000 o posteriormente, el titular del Poder Ejecutivo federal provenga de un una
corriente contraria a la que actualmente gobierna, sobre todo si pretende modificar aspectos esenciales
de la política económica neoliberal que estén vinculados a la política monetaria o crediticia.
En cuanto a las leyes secundarias, impulsó modificaciones a casi todas ellas, para suprimir el derecho del
Estado y de algunos sectores como el de las cooperativas, para actuar en forma exclusiva en ciertas
actividades económicas; para abrir las puertas a fin de que el capital extranjero pudiera participar en esas
áreas y, en general, para desregular la actividad económica en favor de los intereses del gran capital.
Otra medida legislativa, consistió en convertir a Pemex en una empresa controladora de varias empresas,
que a partir de la modificación legal se llaman, Pemex petroquímica, Pemex exploración, etc. Este
mecanismo lo establecieron para poder apartar Pemex Petroquímica y así poderla vender. Además,
pretenden hacerle creer a la opinión pública que apartar esta empresa y venderla al capital privado,
inclusive al capital extranjero, no significa atentar contra Petróleos Mexicanos, ni contra el país, ni contra
la historia, ni contra los objetivos que se propuso la nacionalización de 1938.
Por lo que respecta a los reglamentos que corresponde modificar al titular del Poder Ejecutivo federal
aplicó la misma política y continuó con los cambios iniciados por el gobierno anterior para suprimir de la
relación de productos petroquímicos básicos la gran mayoría de éstos, convirtiendo a través de un
decreto a decenas de ellos en secundarios y reduciéndolos finalmente a ocho. (5)
De esa manera se abrieron los cauces para iniciar el proceso privatizador de la industria petroquímica y
de Petróleos Mexicanos.
También realizó modificaciones en materia de inversiones extranjeras, primero al reglamento y después a
la Ley correspondiente, con la finalidad de suprimir la prohibición para que los extranjeros puedan
participar con un capital mayor al 49 por ciento en las empresas.
Durante este sexenio también se suscribió del Tratado de Libre Comercio con Canadá y los Estados
Unidos lo que representa no sólo un acuerdo comercial para suprimir barreras arancelarias, sino el inicio
de una política de integración subordinada al imperialismo norteamericano.
Dicho tratado no es algo que surja de la dinámica misma del crecimiento o del desarrollo de nuestra
economía, sino que nos fue impuesta desde el exterior. Ello fue posible porque se contó con la
complicidad de los funcionarios que comparten las tesis ideológicas del neoliberalismo y que ocupan los
principales cargos gubernamentales desde 1982.
Al amparo de los objetivos y compromisos adquiridos con la suscripción del TLC, se modificaron muchas
leyes y se tomaron importantes decisiones que resultaron contrarias al interés nacional y al de diversos
sectores como el de la micro, pequeña y mediana industria, el agrícola y el laboral, ya que los
empresarios y productores mexicanos fueron puestos en clara desventaja frente a los monopolios del
exterior y los trabajadores resintieron los efectos de una política gubernamental, que apartándose de la
ley, aplicó medidas para favorecer los requerimientos del capital financiero internacional. No importó en
ningún momento, que para aplicar esa política antinacional y antipopular, se tuviera que actuar, inclusive,
en oposición flagrante a lo establecido por las normas constitucionales de nuestro país.
Uno de los ejemplos más claros, de modificaciones anticonstitucionales a la legislación del país, es el
relativo a la Ley de Energía. Inicialmente se incluyó en el texto del TLC, la figura de los productores
independientes, posteriormente, esa figura fue incluida en la Ley de Energía, aunque en ambos casos era
contraria a lo establecido en la parte final del párrafo sexto del artículo 27 de la Carta Magna que señala
que "Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer
energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público."
El TLC, que profundizó la apertura comercial iniciada en el sexenio anterior; la privatización de grandes y
productivas empresas estatales como los bancos y la telefonía; y, la entrada en grandes proporciones de
inversión extranjera, gran parte de ella de cartera, fueron los ejes centrales de la política del sexenio de
Carlos Salinas. A partir de ella, prometió un crecimiento sostenido de la economía del 6 por ciento y
reducir la inflación a un dígito, porcentaje semejante a los que tiene los otros integrantes del Tratado:
Estados Unidos y Canadá.
Los resultados tampoco fueron los prometidos; se continuó incrementando, aunque en menor proporción,
la deuda externa pública y total, la inflación creció 15.9 por ciento de promedio anual; el Producto Interno
Bruto creció aproximadamente el 3 por ciento en promedio en el sexenio y el salario mínimo real siguió
perdiendo parte de su poder adquisitivo, en este caso casi el 24 por ciento durante el sexenio, es decir,
que en 12 años había perdido cerca del 66 por ciento.
Tercera etapa: la política de las promesas, las propuestas y los compromisos incumplidos
Al gobierno del Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) le ha correspondido también, promover
modificaciones negativas en el plano legislativo. En el terreno constitucional, la relativa al párrafo cuarto
del artículo 28 para suprimir del listado de áreas estratégicas, la comunicación vía satelital y los
ferrocarriles, para incluirlas sólo como prioritarias, con el objetivo de permitir la participación del capital
privado en ellas o de plano, para entregárselas totalmente. En las llamadas de carácter secundario, para
modificar la Ley del Seguro Social con el propósito de crear las Administradoras de Fondos para el Retiro
(Afores) y a fines de marzo de 1997, la relativa a la legislación financiera y bancaria, entre otras cosas,
para permitir que el capital extranjero pueda detentar el control de los bancos que tengan un capital
contable mayor al 6 por ciento del total nacional de la banca mexicana. En esa situación se encuentran
tres bancos que concentran, en conjunto, el 56.8 por ciento de ese capital: Banamex con el 25.9 por
ciento; Bancomer con el 21.6 por ciento y Serfín con el 9.3 por ciento. (6) Esta propuesta representa un
retroceso de más de 30 años, ya que en 1965 fue el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz el que propuso
medidas legislativas para impedir que la banca mexicana pudiera subordinarse o quedar controlada por el
exterior, de que el capital extranjero, a través de la banca, se convirtiera en un factor determinante de la
política económica del país.
El sexenio de Ernesto Zedillo, se puede caracterizar por su incapacidad para llevar a cabo aspectos
fundamentales de su proyecto. Propuso convertir su propuesta económica en política económica de
Estado, pero jamás pudo lograr el consenso con las otras fuerzas políticas para modificar el marco legal
constitucional, necesario para tal fin.
Se comprometió con el capital financiero internacional a privatizar la petroquímica. El rechazo de diversos
sectores de la sociedad: investigadores, académicos, partidos políticos, organizaciones sociales y el
propio sindicato de Pemex, obligaron al gobierno a dar marcha atrás en la privatización de las 61 plantas
petroquímicas.
Lo mismo sucedió con la industria eléctrica, la que hasta el momento, por la actitud asumida por el
Sindicato Mexicano de Electricistas y numerosos sectores de la sociedad, incluyendo destacados
militantes del PRI, no se ha podido realizar y se espera no se logre en los escasos meses que le quedan
de su gestión, antes de que se inicie formalmente la campaña electoral en enero del 2000.
Además Zedillo candidato se planteó (7) como retos, lo que ahora podemos afirmar que son propuestas
incumplidas, cuando menos, las siguientes:
1.- Crear un promedio anual de un millón de empleos. A pesar de que el gobierno afirma haber creado 2.5
millones de empleos de fines de 1995 a la fecha, a ello habría que restarle las centenas de miles de
empleos perdidos en 1995 debido a la crisis de inicio de sexenio. Esta meta no pudo lograrse, no se llegó
ni siquiera al 50 por ciento de lo prometido y como consecuencia el desempleo siguió creciendo durante
su mandato.
2.- Pasar de la estabilidad y el ajuste estructural, a una decidida política de fomento a la inversión y
crecimiento económico a una tasa superior al 5 por ciento durante el sexenio. En 1995 el PIB cayó 6.2 por
ciento y aunque en los siguientes años creció, cada vez lo hace a tasas menores, por lo que la tasa del 5
por ciento no podrá lograrse.
3.- Lograr una mejor educación y mejores servicios de salud para que los trabajadores sean más
productivos y estén mejor remunerados. La Universidad Nacional Autónoma de México, la máxima
institución educativa del país, lleva más de seis meses en paro por lo que miles de estudiantes han
perdido ya un semestre y están en riesgo de perder otro. Las modificaciones a la Ley del Seguro Social
tienen a limitar la atención médica a los sectores de menores ingresos.
4.- Poner al fisco al servicio de los contribuyentes a través de un órgano descentralizado, moderno y
autónomo, que sea la autoridad fiscal encargada de ejecutar las leyes fiscales, recaudar y cobrar los
impuestos. A escasos meses de concluir su mandato, ni siquiera existe una propuesta legislativa al
respecto.
5.- Establecer la tasa de interés de un dígito. Las tasas de interés están todavía por arriba del 20 por
ciento.
6.-Estimular una competencia más intensa en el sistema financiero y extender los beneficios del fondeo a
largo plazo de la banca de desarrollo a las pequeñas y medianas empresas; impulsar el surgimiento de
instituciones financieras locales que canalicen recursos de la banca de desarrollo y promuevan el ahorro
popular; promover nuevos mecanismos institucionales y operativos para que el crédito llegue al campo
con oportunidad y a bajo precio; y darle impulso a un mercado secundario de créditos hipotecarios que
canalice más recursos a la construcción de vivienda. El sistema bancario entró en crisis y la respuesta del
gobierno ha sido la de entregar a los banqueros apoyos a través del Fondo Bancario de Protección al
Ahorro (Fobaproa) primero y del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (Ipab) después, por un monto
mayor a los 700, 000 millones de pesos. Solamente este año, del presupuesto federal, más de 50 mil
millones de pesos serán utilizados para pagar parte de la deuda que, violando la Constitución, solicitó el
gobierno para rescatar a banqueros y empresarios corruptos.
7.- Lograr una mayor desregulación la que se extenderá a todos los sectores de la actividad económica,
reduciendo barreras de entrada, eliminando ventajas y fijando reglas claras, a través del establecimiento
de mecanismos de coordinación con estados y municipios en torno al transporte y al uso del suelo, para
abrir nuevas oportunidades para pequeños y medianos empresarios y comerciantes atrapados en
regulaciones caprichosas y obsoletas y de promover reformas legales para que concesiones y servicios
públicos sean otorgados con criterios de eficiencia, para fomentar activamente la política de competencia.
Jamás hubo intentos de realizar algo al respecto.
8.- Lograr una mayor participación de los particulares en la construcción y operación de la red carretera.
El gobierno tuvo que entrar al rescate de los empresarios ineficientes que invirtieron en la construcción de
carreteras en el sexenio anterior, lo que también fue pagado con recursos públicos. No hubo nuevos
proyectos de particulares en el ramo.
9.- Realizar una profunda transformación de la estructura ferroviaria para modernizar el comercio interior y
reducir costos de importaciones y exportaciones; y en las telecomunicaciones, lograr su modernización y
una vigorosa competencia en el sector. En el primer caso la modernización no se dio y a duras penas ha
podido privatizar algunas ramas ferroviarias. En el segundo caso sí se modernizó pero no hubo
competencia, el capital monopólico se apropió de ese sector.
10.- Consolidar y perfeccionar Procampo, dar prioridad al desarrollo de la infraestructura; y, acabar con el
intermediarismo excesivo. Procampo ha sido utilizado con fines electoreros, no hay importantes
inversiones en infraestructura y el intermediarismo sigue creciendo con el consiguiente incremento de los
precios de los productos agrícolas.
11.- Establecer un nuevo federalismo en lo fiscal y transferencia de facultades, autoridad, atribuciones y
recursos, a estados y municipios, y genuina división de poderes. No hubo modificaciones legales ni
medidas concretas en materia fiscal, ni para asegurar un nuevo federalismo, ni mucho menos para lograr
una adecuada división de poderes.
Por otro lado un somero balance de lo obtenido en el sexenio nos lleva a las siguientes conclusiones: la
inflación sigue siendo un pesado lastre para la economía del país; la deuda pública externa ha seguido
creciendo y rebasó por primera vez la barrera de los 100 mil millones de dólares y la pobreza extrema, la
pérdida del poder adquisitivo del salario -que durante este sexenio se espera pierda más del 30 por
ciento, con lo que sumando los tres sexenios habría perdido más del 80 por ciento- y el desempleo,
continuaron su avance afectando a un mayor número de mexicanos.
En estos resultados tuvo una gran influencia la crisis financiera de 1994, que se produjo apenas unas
semanas después que el actual gobierno iniciara su gestión. Dicha crisis conocida como el error de
diciembre que generó el llamado efecto tequila, reflejó los efectos de la apertura comercial y la suscripción
del Tratado de Libre Comercio y de la política antiinflacionaria sustentada en bases falsas y en perjuicio
de los trabajadores; las consecuencias de abrir la puerta de par en par al capital extranjero, gran parte de
él de carácter especulativo; las consecuencias de la política de privatizaciones que desmanteló el sector
estatal de la economía; los resultados de la política de los pactos, que después de siete años fueron
incapaces de mejorar el poder adquisitivo del salario y que por el contrario contribuyeron a la gran
concentración de la riqueza y de la injusta distribución del ingreso; en fin, los profundamente negativos
resultados de aplicar un proyecto neoliberal antinacional y antipopular, que sólo ha servido para beneficiar
al gran capital nacional y a los monopolios extranjeros.
El gobierno actual al continuar aplicando dicho proyecto ha contribuido, además, a generar otros
problemas que ahora se están presentando en nuestra economía y que se suman a los anteriores. Entre
estos signos preocupantes está el incremento de las exportaciones, el decremento de las importaciones y
el consecuente aumento del déficit en la balanza comercial; la inestabilidad cambiaria y de la Bolsa
Mexicana de Valores y la ausencia de certidumbre acerca del futuro económico del país.
Estos resultados reflejan que la política económica neoliberal aplicada por Ernesto Zedillo no es capaz de
resolver los problemas de la nación, ni tampoco de satisfacer las necesidades de la población.
Todo lo señalado en el párrafo anterior, evidencia que los ofrecimientos de campaña, de hacer crecer la
economía y de proporcionar bienestar a las familias mexicanas, no pudieron ser cumplidos, porque el
proyecto neoliberal no permite que existan las condiciones objetivas para hacerlos realidad.
Sintetizando, podemos afirmar que después de más de tres lustros de soportar esa política depredadora
que ha hecho más dependiente a México respecto del capital financiero internacional y a su pueblo más
pobre debido a la cada vez más injusta distribución del ingreso y la riqueza, podemos afirmar que el
neoliberalismo que nos fue impuesto bajo el supuesto de que a partir de él era posible superar la crisis de
nuestro país, nos ha llevado a una situación insostenible que de agudizarse podría ser el preludio de
profundas conmociones sociales de resultados impredecibles.
La verdad es que la política neoliberal aplicada en México a partir de 1982 no sólo no ha logrado ninguno
de los objetivos que se propuso, ya que la crisis aún está presente en la economía nacional, el
crecimiento sostenido no ha podido lograrse y la población es ahora más miserable que cuando se inició
la aplicación de esa política contraria a los intereses nacionales y populares, sino que ella misma ha
demostrado su incapacidad para enfrentar los retos del presente
El hecho concreto es que el neoliberalismo en México, al igual que ha sucedido en el mundo entero, ha
entrado a su vez en crisis, la cual sólo podrá remontarse si se le sustituye por un proyecto que,
recogiendo las mejores tradiciones de nuestro pueblo y las más valiosas experiencias de los avances
conseguidos a lo largo de nuestra historia, particularmente en el presente siglo, se articule tomando en
cuenta las nuevas condiciones políticas y económicas del mundo actual y nos conduzca a un desarrollo
económico con independencia del exterior y a la elevación de las condiciones de vida del pueblo. Un
proyecto que nos permita transitar por el sendero que nos pueda llevar a nuestra liberación definitiva.
CONCLUSIÓN.
La Crisis que inicia en la década de los 70 y en el transcurso de 17 años, la crisis “irrumpe” y se arraiga
en el conjunto de la economía pero sus posibles salidas no acaban por imponerse. El capitalismo en
México ha ensayado diversos mecanismos de estimulación a la acumulación, fundamentalmente:
inflación, gasto público, deuda externo y la petrolización de la economía. Todos ellos sin embargo dejaron
de tener efectos positivos en el proceso productivo transformándose, en un breve lapso, en impedimentos
formidable a la reproducción social. En la década de los 80 esto fue aprovechado por los neoliberales
para poner en marcha en México el sistema neoliberal y comenzar a utilizar las recetas del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Desde el principio del gobierno de Miguel de La Madrid se empezó a hacer latente en el país el sistema
neoliberal, el cual estableció topes salariales y cosas por el estilo, lo cual resulto de forma desastrosa,
pues en ese sexenio, se aumentó la deuda externa, el PIB decreció entre otras cosas.
Con Carlos Salinas de Gortari se profundizó el sistema neoliberal y se dieron las condiciones para la
Privatización de PEMEX y se realizó el TLC.
El Sistema Neoliberal no ha ayudado a la economía de México y de los países subdesarrollados, sino que
lo has sometido al imperialismo de EUA. Es necesario y urge para el bien de la nación encontrar la forma
correcta de poder estabilizar al país, y dar una forma de vida más digna, pues imponiendo topes salariales
como pasó en el sexenio de Miguel de La Madrid, no llevó a nada bueno y sin embargo empeoró al País.
Esperemos que en esta época de transición se pueda encontrar el método correcto para mejorar la crisis
que aún en nuestros días se vivien.

¿QUÉ ES EL NEOLIBERALISMO? ¿ES


BUENO PARA MÉXICO?
El neoliberalismo es la expresión
ideológica de un modelo teórico económico, el modelo neoclásico, que
considera la mínima casí nula intervención del Estado en la economía, ya que
el mercado es el mejor instrumento para asignar eficientemente los recursos
de la sociedad. A partir de aquí se deriva toda una serie de políticas
económicas que favorezcan al libre mercado:

 Privatización de empresas públicas o paraestatales.

 Eliminación de los impuestos a mercancías y capitales extranjeros.

 Flexibilización laboral (desaparición de sindicatos y topes salariales).

 Recortes al gasto público (cobertura muy limitada de seguridad social,


educación, poca inversión en infraestuctura, eliminación de
subsidios).

 Desregulación financiera.

 Apertura comercial de los mercados.

 La estabilidad macroeconómica como el principal objetivo de la


economía.

El neoliberalismo emerge en el mundo en la década de los setentas; es una


doctrina que retoma ciertos postulados del liberalismo económico que surgió
en Inglaterra en el siglo XVIII (de ahí la palabra neoliberalismo), con la
finalidad de suprimir restricciones aun feudales al comercio y a la
producción. Dicho sistema procuraba la existencia del intercambio de trabajo
por un salario, la libre formación de la riqueza y que ésta pudiera ser
convertida fácilmente en capital. Desde el principio, pugnó por los mercados
abiertos, la privatización de propiedades comunales y la limitada
participación del Estado en la economía.

Conforme el capitalismo se fue desarrollando durante el siglo XIX, la doctrina


liberal fue cobrando mayor relevancia; el campesinado feudal fue
convirtiéndose en proletariado industrial, se dieron los procesos de
acumulación y desarrollo tecnológico que posteriormente permitirían arribar
al gran parteaguas de la historia: la revolución industrial, con la consiguiente
formación de las dos grandes clases antagónicas -proletariado y burguesía-.
Parecía que el liberalismo estaba dando resultados, al menos para la parte
de la población económicamente más favorecida.

Es con la crisis del ’29 que se le pone fin a este modelo económico y se
evalúan sus grandes fallas. Cabe destacar que la doctrina liberal siempre
tuvo acérrimos detractores; así mismo es muy importante señalar que en los
últimos países en formarse como desarrollados -Estados Unidos, Alemania,
Japón, Rusia- no fue la filosofía liberal la que orientó su proceso de
industrialización, sino que se favorecieron las políticas proteccionistas
orientadas a que el Estado regulara la actividad económica, mismas que
permitirían el arribo de estos países a un estadío de desarrollo.

Es con otra gran crisis, la del ’72, que resurgen las ideas de establecer un
nuevo orden liberal en el mundo; así nace el neoliberalismo. Es importante
destacar que esta nueva ideología tiene impactos muy disímiles entre el las
naciones según su grado de desarrollo; esto nos debe prestar especial
interés, ya que de ahí se deriva una explicación del porqué ha resultado un
modelo tan devastador para la economía mexicana.

Durante el sexenio de José López Portillo (1976-1982), el gobierno mexicano


apostó por el petróleo para impulsar el crecimiento económico del país y
superar un problema crónico de endeudamiento gubernamental. Pero hubo un
elemento que jugó en contra: la caída de los precios del petróleo. Para el
sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), México ya no pudo hacer frente a
la deuda y es así que, a punto de declararse en moratoria de pagos, permitió
la intervención del Fondo Monetario Internacional; este hecho abrió el
proseso de ajuste macroeconómico en el país que implementó de lleno la
serie de politicas que podriamos llamar neoliberales. Estas medidas, que a
continuación enlistaremos, se recrudecerán en los sexenios siguientes.

El salario mínimo pierde su poder adquisitivo en un 44.9% sólo durante el


sexenio de Miguel de la Madrid, seguido de otro 46.5% para el sexenio de
Carlos Salinas de Gortari, y continúa con una clara tendencia a la baja.

• Los recortes en el gasto público o, lo que es lo mismo, la inversión pública,


se redujeron de 12.4% del PIB en 1981 a 4.9% en 1988 y a 2.5% en 2002. Se
dejó de invertir en fomento agrícola, manufacturero y en el sector energético
al reducirse la inversión pública en estos sectores de 11.9% del PIB en 1981
a 8.7% en 1988 y a 3.7% en 2002. Todo esto para dar paso al mercado y que
éste, bajo el estandarte de la liberalización, se hiciera cargo de la economía
mexicana.

• En 1982 había 1155 paraestatales en las siguientes actividades: petróleo,


petroquímica básica, minería, electricidad, telefonía, comunicaciones,
ferrocarriles, transportación aérea, química, automotores, acero, azúcar,
bienes de consumo duradero, banca, comercio, entre otros. En conjunto
aportaban el 18.5% al PIB y daban casi un millón de empleos (10% del
empleo total del país). Al terminar el sexenio de Miguel de la Madrid ya solo
quedaban 412 y actualmente suman 196, en su mayoría servicios. Según un
artículo de la página “Animal Político”1, más de la mitad de los mexicanos
que aparecen en la lista de los hombres más ricos del mundo en la revista
Forbes, son o fueron accionistas de paraestatales (basta el ejemplo del
hombre más rico del mundo, Carlos Slim, que le debe toda su fortuna a haber
sido beneficiado con la concesión de TELMEX). El propio Ernesto Zedillo,
quien durante su sexenio privatizó Ferrocarriles Nacionales de México, pasó
a ser uno de los directivos de Union Pacific Railroad al término de su
gobierno.

• La firma del TLC en 1994 ha creado en la economía mexicana el fantasma


del campo que tantos migrantes expulsa año con año, y que tiene a tantas
personas en pobreza alimentaria (pobreza extrema según el Banco Mundial).
Entre 1993 y 1999, las importaciones de maíz crecieron 3 mil por ciento, al
pasar de 152 mil toneladas a 5.4 millones de toneladas; así mismo los
cultivos de frijol, soya y trigo han caído significativamente. El propio Banco
Mundial ha advertido que el sector agropecuario nacional no está en
condiciones de competir en el mercado debido a que, a lo largo de 20 años,
ha sido objeto de políticas sin resultados positivos. México carece de
soberanía alimentaria, teniendo que importar el 42% de los alimentos que se
consumen en el país; se estima que dichas importaciones aumentarán al
60% al término del sexenio de Felipe Calderón.

En México, el modelo neoliberal ha significado el desmantelamiento de la


economía nacional y la pauperización del nivel de vida; esto en sí mismo ya
es mucho decir, ya que de aquí se derivan la mayoría de los problemas que
aquejan al país. El mismo fenómeno de la economía criminal expresada en el
crecimiento del narcotráfico es resultado de un campo abandonado, así
como de un campesino vulnerado por la pobreza y que se encuentra en la
total indefensión. Suponiendo que la estrategia para acabar con este tipo de
actividad ilícita es bienintencionada, es decir, que no hay intereses de ningún
otro tipo, ha resultado la decisión más equivocada, ya que nos arroja un
saldo de aproximadamente 60,000 muertos y un país donde la actividad
económica productiva se ve amenazada por la delincuencia organizada. El
mismo país donde el libre tránsito por las carreteras nacionales se convierte
en un acto verdaderamente temerario, y donde la soberanía nacional es cada
vez más vulnerada por la intervención –dizfrazada de cooperación- de los
Estados Unidos. Otro devastador resultado de la falta de oportunidades en
nuestro país es la migración, exagerada por un mal planteamiento del TLC
que jamás aprobó el capítulo de libertad de tránsito de mano de obra. La
gran paradója de la migración es que Estados Unidos y Canadá, al establecer
un orden neoliberal, crean a los migrantes que buscan una mejor vida en sus
territorios.

El desempleo, la caída del salario real, la pérdida de condiciones de trabajo


dignas, son resultado de una política laboral que desproteje a la fuerza de
trabajo en favor de la competencia y la reducción de costos, esto representa
un gran conflicto para la clase tranajadora ya que depende del salario como
medio de vida.

En conclusión, México ha experimentado el neoliberalismo como una serie


de eventos que han impactado de manera negativa a la economía y a la
sociedad. Es necesario reconsiderar el papel que juega el Estado en dicha
economía, un rol que en países de Europa, por ejemplo, se ha votado por una
participación más amplia que ponga orden al caos que el mercado anárquico
y voraz creó desde la decada de los ’80. En México tambien debe darse un
cambio de rumbo, aquí hace falta instaurar un modelo que permita un
desarrollo del país incluyente, que esté enfocado a crear y mejorar el
empleo, que exista una mejor educación y que invierta en su propio progreso.
Es momento de parar el saqueo de recursos nacionales, que pueden ser
utilizados para las necesidades propias de éste país y que no vayan a parar a
las cuentas bancarias de las empresas y los hombres ya enriquecidos. Es
momento de que salgamos del caos en el que hemos estado sumergidos
durante casi 30 años.

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