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¿Qué es la renta fija?

Las emisiones de renta fija son empréstitos del Estado (Deuda Pública) o de las empresas
(Deuda Privada), con el fin de obtener una financiación. El concepto es muy sencillo: "Cuando
una empresa o Estado necesita efectivo, dispone de varias fórmulas para obtenerlo, una de
ellas es la emisión de títulos de Renta Fija. Mediante estos títulos, la empresa o Estado se
compromete a la devolución de la cantidad entregada más unos intereses". Por lo general
estas emisiones, posteriormente cotizan en los mercados secundarios donde se rigen por la
Ley de la Oferta y la Demanda... O sea, que son los compradores y vendedores quienes fijan su
precio desde ese momento en función de la variación de los tipos de interés y de la situación
crediticia o de la credibilidad de la empresa (o Estado).

Generalmente, en el momento de la contratación se conoce el plazo de tiempo y la


rentabilidad que va a proporcionar, aunque ocasionalmente, esta rentabilidad puede ir
asociada a algún factor externo como unos valores, índices, etc.

Existen distintas fórmulas para la valoración y la devolución de las cantidades invertidas en


títulos de renta fija, así por ejemplo, la devolución puede hacerse al finalizar el período, con
pagos periódicos, etc. Lo más sencillo para evitar comparar peras con manzanas es referirse al
TAE que nos va a proporcionar dicha compra.

Puede obtener más información sobre Renta fija en la Web... por ejemplo en el artículo Renta
Fija, no tan fija de Enrique Gallego.

¿De qué depende la evolución de la renta fija?


Hay que considerar que existen diversos factores que pueden afectar a la valoración de la
renta fija:

La calidad crediticia del emisor. En este tipo de emisiones se corre el riesgo de que la
empresa que emite los títulos sea incapaz de pagar los intereses o incluso de devolver
el principal. Cuantas más probabilidades haya de que un emisor no pueda devolvernos
la deuda, más intereses querremos cobrar por correr ese riesgo. Si un emisor de deuda
es calificado nuevamente con otro rating, su deuda que cotice en mercados
secundarios se verá afectada subiendo el tipo de interés (perdemos) si se califica peor,
y bajándolo (ganamos) si se califica mejor.
La variación de los tipos de interés afecta a las nuevas emisiones, y por consiguiente a
las ya existentes que cotizan en mercados secundarios, ya que pueden alcanzar mayor
valor si los tipos bajan, o perder valor si éstos suben.
El plazo de vencimiento, ya que a mayor plazo se suele dar un mejor tipo de interés,
pero también existe una mayor sensibilidad a las fluctuaciones de los tipos y hay más
posibilidades de quiebra. Digamos que las emisiones a muy corto plazo (pocos meses)
no se ven muy afectadas por los cambios de tipo debido a que su vencimiento es
próximo; pero las de largo plazo (varios años) si que se ven afectadas por dichas
variaciones.

La calidad crediticia.
Existen una serie de entidades que se encargan de certificar la solvencia de empresas y
Estados. Estas entidades emiten una certificación o rating mediante el cual podremos conocer
(más o menos) el riesgo que asumimos.
Los dos principales certificadores son Standard&Poor's y Moody's. Ambos distiguen dos
categorías... Los bonos para inversión y los especulativos, siendo los primeros bastante más
seguros y los segundos de alto riesgo (conocidos como high yields o bonos basura):

Las calificaciones de Moody's para el largo plazo van (siguiente orden de más a menos
segura) de:
o Aaa, Aa1, Aa2, Aa3, A1, A2, A3, Baa1, Baa2 y Baa3 para la escala de inversión.
o Ba1, Ba2, Ba3, B1, B2, Caa1, Caa2, Caa3, CC y C para la escala especulativa.
Las calificaciones de Moody's para el corto plazo van de:
o P1, P2 y P3 para la escala de inversión.
o NP y D para la escala especulativa.
Las calificaciones de Standard&Poor's para el largo plazo van de:
o AAA, AA, A, BBB para la escala de inversión.
o BB, B, CCC, CC, C y D para la escala especulativa.
Las calificaciones de Standard&Poor's para el corto plazo van de:
o A1, A2 y A3 para la escala de inversión.
o B, C y D para la escala especulativa.

El plazo de Vencimiento y la variación de tipos.


Los tipos de interés a los que se venden estos activos fluctúan dependiendo de la Oferta y
Demanda lo cual no sólo puede afectar a las nuevas emisiones sino también a las existentes
que se deseen comerciar en los Mercados Secundarios.

Veámoslo con un ejemplo:

Este ejemplo es sólo para que se entienda el concepto de Renta Fija, no tiene porqué reflejar
la forma real en la que estas operaciones se realizan.
Supongamos que la empresa en la que trabajamos emite 100 pagarés a sus empleados por
importe de 1.000 euros al portador con vencimiento a 10 años (no se podrá cobrar hasta
dentro de 10 años). La empresa le dice a sus empleados que digan cuanto quiere pagar por él,
y que los entregará a las mejores ofertas:

En la empresa hay en total 5 empleados interesados en la oferta (bueno en realidad 4, ya que


nosotros nos decidimos a hacer una oferta al 9,60% TAE por no quedar mal pero no estamos
interesados ya que no es buena idea vincular un producto de inversión o ahorro a la empresa
en la que trabajamos... si ésta quiebra nos quedamos sin trabajo y sin dinero).

Considerando que las Obligaciones del Estado a 10 años están en ese momento en torno al 5%
(es un supuesto), estas son las ofertas que recibe la empresa:

Nº Pagarés Oferta % Total % TAE Lo que piensa Comentario


Este compañero no
tiene ni idea de lo
que es el interés
compuesto y cree
El plazo fijo no que está haciendo un
10 750 33,33% 2,92%
me deja nada. negocio... Más le
hubiese valido
adquirir
participaciones de
algún fondo de RF a
largo plazo.
Este compañero
confía mucho en el
buen hacer de la
La empresa va empresa y adquiere
muy bien y tiene los pagarés por
muy buenas obtener más
20 600 66,67% 5,24%
perspectivas y rentabilidad que las
ese dinero no lo Obligaciones del
necesito Estado, pero a
nuestro juicio
debería de haber
pedido más.
Conozco las
cuentas de la
empresa y no veo
Asume un riesgo que
riesgo, creo que
conoce, pero hay que
estar en torno a
tener cuidado porque
un punto por
60 550 81,82% 6,16% si la situación de la
encima de las
empresa cambia se
Obligaciones del
puede encontrar en
Estado es una
la calle y sin dinero.
prima de riesgo
que me puedo
permitir.
Me da algo de Ha tirado alto para
miedo, pero ver si hay suerte y
vamos a intentar pilla un trozo del
conseguir un pastel a un interés
buen pellizco. competitivo. Si se le
500 100,00% 7,18%
40 Además es adjudica siempre
posible que el puede vender los
dinero me haga pagarés en un futuro
falta dentro de a algún compañero
un par de años. interesado.
Prefiere que le
No me interesa,
rechacen la oferta y
prefiero no
si por un casual se la
9,60% arriesgarme con
20 400 150,00% aceptan pues al
la empresa en
menos obtener un
que trabajo.
tipo de interés muy
competitivo.

La adjudicación queda pues como sigue:

Solicitado Adjudicado Precio Compra Venta % Total % TAE


33,33%
10 10 750 7.500 10.000 2,92%
12.000
20 20 600 20.000 66.67% 5,24%

60.000
60 60 550 33.000 81.82% 6,16%

500
40 10 5.000 10.000 100.00% 7,18%

Total: 57.500
100 2.400 100.000 73,91% 5.69%

La última línea es un resumen de la financiación que ha obtenido la empresa: Ésta ha obtenido


57.500 euros a devolver en 10 años con un TAE del 5,69%, con la ventaja adicional de que no
tiene que devolver ni un duro hasta dentro de 10 años.

Con este ejemplo queda reflejado cómo se realiza una subasta de letras del tesoro (por
ejemplo).

En realidad nos da igual tener una cantidad inicial y sumar intereses que la compra por
descuento como este caso... Lo que nos interesa en realidad es tener claro qué tipo de interés
vamos a obtener y para ello lo más eficaz es el TAE (Tasa Anual Equivalente), que nos indica el
rendimiento que nos dejará en un año (si es más de uno como en este caso, el año siguiente
tendrá que computar principal más intereses):

Año Base + 7,18% TAE


1 500,00 535,89
2 535,89 574,35
3 574,35 615,57
4 615,57 659,75
5 659,75 707,11
6 707,11 757,86
7 757,86 812,25
8 812,25 870,55
933,03
9 870,55

10 933,03 1.000,00

Supongamos ahora que han pasado un par de años y nuestro compañero que solicitó los 40
pagarés, pero al que se le
adjudicaron sólo 10 decide vender todo o parte de sus pagarés a algún compañero. Este
compañero compró los pagarés a 500 euros, o sea con un TAE del 7,18% (ver tabla superior).
Vamos a ponernos en su pellejo...

¿Qué es lo que vende? Pues unos Pagarés de una empresa por los que dentro de 8
años la empresa pagará 1.000 euros.
¿Por cuánto debe de venderlos? Pues cuanto más le paguen mejor para él, podemos
decir que a él le costaron 500 euros, pero como han pasado 2 años, su valor
(descontando lo que ha ganado) sería 574,35 euros según la tabla... Pero eso es una
ilusión ya que su valor dependerá de lo que quieran pagar por él.

Hay que tener en cuenta que en este ejemplo hemos tratado de llevarlo a un terreno más
familiar con idea de captar el concepto que es lo realmente importante. Por lo general, existen
emisiones y compra/venta de títulos de Renta Fija cuyos tipos de interés están más o menos
acotados (no existe gran diferencia como en este caso), salvo por la calidad crediticia de los
emisores. Existe un Mercado Secundario donde se pueden comprar y vender según oferta y
demanda.

En estos momentos pueden haber pasado dos cosas:

Los tipos de interés han subido.


Supongamos que las Obligaciones a 10 años han pasado del 5% al 8% y que nuestro
compañero no encuentra a nadie que esté dispuesto a pagar más de 500 euros por el pagaré
(ya que en 8 años, 500 euros sería un 9,05% TAE).

Nuestro compañero podría venderlo ahora y quedar en tablas, esperar a que los tipos de
interés bajen o en su defecto hacer efectivo el Pagaré dentro de 8 años ganando lo que tenía
previsto.

Con este ejemplo queda claro que la subida de tipos ha afectado a nuestros compañeros
haciendo que su pagaré valga menos.

Los tipos de interés han bajado.


Imaginemos por un momento que los tipos hubiesen bajado del 5% al 4%, por lo que nuestro
compañero recibe una oferta de compra por 675 euros (equivalentes a un 5,04% TAE a 8 años,
un punto por encima de la rentabilidad de las Obligaciones del Estado a 10 años).

Nuestro compañero podría venderlo ahora y ganar un 35% en dos años ¡¡¡Un 16,19% TAE!!!,
podría esperar a que los tipos bajen aún más, o esperar los 8 años y ganar lo que tenía previsto
en un principio.

En este caso, queda muy claro que una bajada de tipo hace que nuestro pagaré valga más.

Lo que hay que tener claro, además de cómo afectan los tipos de interés, es que afecta más
cuanto más largo sea el plazo que queda para el vencimiento.

Una vez sabido esto se puede saber cómo es que algunos fondos de renta fija a largo plazo han
obtenido en Enero de 2.003 rentabilidades superiores a un 1%... De igual forma que es posible
que no la mantengan en los siguientes meses o incluso que bajen si los tipos de interés suben.

Sitio web: http://www.rankia.com/articulos/210154-renta-fija-no-fija


Renta fija no Tan fija

Toda política de inversión debe buscar el equilibrio entre rentabilidad y riesgo.


Convencionalmente, se tiende a asociar la renta variable con el riesgo y la renta fija con la
seguridad a cambio de una menor expectativa de rentabilidad. En momentos de euforia, el
riesgo se tiende a ignorar, provocando una sobreexposición a la renta variable de
consecuencias muy desagradables cuando la subida bursátil se agota y da paso a las caídas. En
momentos de crisis, el riesgo de la bolsa se tiende a magnificar lo que lleva a volver la mirada a
la 'segura' renta fija. No es una mala idea, ni mucho menos, pero hemos de ser conscientes de
los inconvenientes y riesgos que encierra la renta fija.

El primero y más obvio es de la solvencia del emisor. Mal negocio haremos si al final nos
quedamos sin los intereses prometidos, incluso podemos perder todo o parte de la cantidad
prestada, o enfrentarnos a 'ingeniosas' propuestas como el canje de bonos por acciones. Este
riesgo está compensado por el mercado ofreciendo una rentabilidad más alta cuanto mayor
sea en teoría la probabilidad de impago. En una cartera muy diversificada la mayor
rentabilidad debe cubrir los impagos que se produzcan, aunque el que lo haga dependerá
mucho de la coyuntura económica que puede agravar o mejorar la situación de las empresas
en dificultades. Este el mundo de los bonos 'high yield', una línea de inversión muy interesante
y menos divulgada entre los inversores de lo que se merece, pero que no se trata de una
alternativa a la bolsa en el sentido de ofrecer seguridad. Su perfil de riesgo es similar al de la
inversión bursátil y su correlación con los mercados de renta variable suele ser alta, porque
ambos se ven afectados positivamente por los momentos de auge y por las bajadas de tipos y
negativamente por los momentos de recesión y las subidas de tipos.

Para reducir al mínimo los riesgos de insolvencia podemos centrar la inversión en deuda
pública de países desarrollados, instituciones oficiales y, como mucho, en empresas de muy
alta solidez financiera. De esta manera, ganaremos más o menos según la rentabilidad ofrecida
por el emisor, pero tendremos la casi total certeza de cobrar la renta y recuperar la inversión,
no podemos sufrir pérdidas ¿No es así? No exactamente, al menos si introducimos a los fondos
de inversión en escena.

En la práctica, la inmensa mayoría de la inversión en renta fija realizada por particulares se


canaliza mediante fondos de inversión. En ello influyen sobre todo razones fiscales, aunque
también se argumentan, siendo verdad aunque no toda la verdad, las ventajas de la
diversificación de activos del fondo y de la gestión 'profesional'.

Aparte del riesgo de insolvencia del emisor, hay otro riesgo más sutil, el derivado de las
fluctuaciones de tipos de interés. Por ejemplo, suscribimos la emisión de un bono de 100 euros
a 10 años que ofrece un interés del 4%. El valor inicial de nuestro patrimonio será el del bono,
100. Al cabo de un año paga el primer cupón de 4 euros, pero entonces los tipos de interés han
subido, y los bonos a 9 años están ofreciendo una rentabilidad del 5%. ¿Cómo puede un bono
con un cupón del 4% rentar un 5%? Disminuyendo su precio de mercado. Si el bono lo
valoramos a 80 euros estará ofreciendo al comprador una rentabilidad del 5%. Así que nuestro
patrimonio valorado a precio de mercado estará compuesto por un bono que vale 80 euros
más los 4 euros que hemos cobrado. En vez de ganar un 4% hemos perdido un 16%.

En realidad, no es exactamente así porque hay que tener en cuenta también la rentabilidad
obtenida en el momento del vencimiento por la diferencia entre el precio de compra y el
nominal que vamos a recibir, que sigue siendo 100. Teniendo en cuenta este pago final, el
precio de mercado del bono sería de aproximadamente 93, pero aún así estaríamos en
pérdidas , con el agravante de que los tipos tienden a moverse cíclicamente y, una vez iniciado
el movimiento al alza de tipos en circunstancias normales es fácil ver movimientos del 2-3%,
más o menos bruscos. En nuestro ejemplo, una subida del 4 al 6% , llevaría el precio del bono a
86.

Esto parece sencillo de explicar y comprender, pero no lo es tanto en la práctica. La


expectativa del inversor en renta fija es que la renta fija haga honor a su nombre y le
proporcione tranquilidad y certidumbre. Pero la valoración a precio de mercado de su
inversión le puede meter en una especie de 'tobogán' de ganancias y pérdidas similar al sufrido
con la renta variable.

Se puede alegar, con razón, que el precio de mercado fluctuará lo que quiera durante la vida
de la emisión pero si se aguanta hasta el final se habrá ganado el 4%. Será un negocio mejor o
peor según hayan evolucionado los tipos, porque si han subido se habrá dejado de ganar, pero
lo que es seguro es que no se pierde. Es en la renta fija donde los 'pillados' pueden tener la
certeza de salir bien librados si aguantan lo suficiente.

El problema con los fondos de inversión es que su gestión no es pasiva. No estaría de más que
hubiera 'fondos índice' en renta fija que replicaran exactamente el comportamiento de los
tipos de interés a un plazo determinado sin meterse en más aventuras. Pero los gestores de
renta fija tienen muy a gala 'la gestión activa de la duración' que, traducido al cristiano,
significa que están alargando o acortando el plazo de sus inversiones en función de sus
expectativas sobre evolución de los tipos.

Si esperan una bajada en el futuro comprarán bonos de vencimientos lejanos y si esperan una
subida buscarán vencimientos más cercanos, siempre dentro de los límites impuestos por la
política de inversión de su fondo. Si esto sale bien se puede obtener una rentabilidad adicional
a la de los cupones, pero si el gestor se equivoca en sus previsiones puede sufrir pérdidas,
pérdidas que pueden ser significativas y hacer que un fondo de renta fija tenga a largo plazo
rentabilidades negativas a pesar de no haber sufrido problemas de solvencia en sus
inversiones.

La gestión activa es un juego de suma cero, habrá gestores que pierdan para permitir que
otros ganen. Y no podemos estar seguros si nos tocará el perdedor. El historial previo es un
dato, pero no es un dato tan orientativo como se pretende, los vencedores de ayer pueden ser
los perdedores de mañana y viceversa. Así que hay un componente incontrolable de buena o
mala suerte que no vamos a poder evitar si entramos en los fondos.

Lo que sí podemos hacer es controlar el riesgo teniendo claros los distintos tipos de fondos.
Los más arriesgados y volátiles son los fondos que invierten en bonos de vencimientos alejados
y suelen identificarse como fondos de renta fija a largo plazo. Los fondos que se concentran en
vencimientos medios, en torno a los tres años, son menos vulnerables a las fluctuaciones de
tipos, para bien y para mal. Y los fondos que sólo invierten en activos a menos de dieciocho
meses, los FIAMM, carecen de riesgo. Cuanto más queramos arriesgar en busca de mayor
rentabilidad, más a largo plazo debemos escoger el fondo.

Los tipos de interés tienden a fluctuar de manera cíclica alternando períodos de alta y baja
rentabilidad, aunque a veces los períodos de rentabilidades anormalmente altas o bajas se
alargan durante años. Una estrategia tan tonta y simple como aumentar el porcentaje de
inversión en bonos y fondos a largo plazo cuando los tipos de deuda a 10 años estén por
encima del 6% y reducirlo cuando estén por debajo del 5%, puede proporcionar a la larga
buenas rentabilidades adicionales a las que se derivan de los intereses, aunque a corto plazo
hay que aguantar a veces períodos de pérdida que un inversor particular está en mejores
condiciones de aguantar que un profesional.

A la hora de invertir en renta fija no hay que dar por sentado el hacerlo a través de fondos. La
compra directa de deuda pública y los depósitos bancarios a largo plazo e intereses a
vencimiento (con una fiscalidad favorable) pueden ser una buena alternativa a los fondos,
cuyas altas comisiones absorben buena parte de sus beneficios fiscales. Este tipo de inversión
permite una plena certidumbre sobre los rendimientos que se van a obtener.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es la relación entre la evolución de la renta fija y la
variable. Al fin y al cabo, una vez que optamos por una cartera en la que tengan cabida las dos
opciones, lo importante va a ser el rendimiento total más que los resultados de cada una de las
partes.
La correlación entre renta fija y variable está condicionada por la inflación. En situaciones de
alta inflación, la renta fija, sobre todo la renta fija a largo plazo, y la bolsa sufrirán grandes
pérdidas cuando los tipos empiecen a subir y se recuperarán con fuerza cuando empiecen a
bajar. Así que tendrán una correlación positiva, ambas subirán o bajarán a la vez. En cambio,
en momentos de inflación baja o moderada la correlación tenderá a ser negativa, aunque no
sea una regla mecánica. Los momentos de alto crecimiento dentro de ese entorno de inflación
controlada harán subir a la bolsa y bajar a la renta fija. Mientras que los momentos de bajo
crecimiento, como ahora, provocarán grandes subidas en la renta fija y caídas en la variable.
Siempre considerando como renta fija, únicamente la de máxima solvencia, la de menor
calidad tiende más a seguir los movimientos de la bolsa.

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