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CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN
Entrevista
Tipos de entrevista
A modo de ejercicio
Sobre la selección de la muestra para la entrevista
Para trabajar en el aula: la planificación de una entrevista
EL LABORATORIO
Una propuesta para el desarrollo de investigaciones escolares en el laboratorio
Referencias bibliográficas
Bibliografía sugerida
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Este Documento es un trabajo inédito y fue elaborado en el año 2005 en el marco de una revisión de Diseños
Curriculares provinciales del nivel medio.
2
INTRODUCCIÓN
Llegados al cuarto documento de nuestra serie, proponemos abordar las diferentes
estrategias de búsqueda y sistematización de información que pueden ser puestas en juego
en un proyecto de investigación escolar, es decir, los métodos y técnicas por medio de los
cuales se busca responder al ¿cómo? de una investigación.
El recorrido efectuado nos permite suponer que este cómo no admite una formulación ni una
respuesta únicas y que, sobre todo, no puede plantearse independientemente del qué, el por
qué, el para qué y el desde dónde de la investigación. Como hemos visto, los procesos de
investigación no siguen un camino único, sino que dependen de los objetos de estudio y las
miradas puestas sobre ellos, las preguntas formuladas, la formación e intereses de los
investigadores, así como el contexto sociohistórico en que realizan su trabajo. A su vez, esto
adquiere características particulares cuando se trata de una investigación escolar.
Cabe aclarar que no pretendemos realizar un desarrollo exhaustivo de todos los métodos de
recolección y sistematización existentes –el docente interesado en ampliar esta información,
puede recurrir a la bibliografía sugerida- sino, más bien, presentar las características
centrales de algunos de ellos, así como sus ventajas y desventajas, a efectos del trabajo en
el aula.
El desarrollo de los documentos Nº2 y Nº3 nos exige tener en cuenta las implicaciones
epistemológicas de la selección de una determinada manera de recolectar y sistematizar la
información. Si, como decía Max Planck, “Establecer un dispositivo con miras a una
medición, es plantear una pregunta a la naturaleza” (apud. Bourdieu, Passeron y
Chamboredon, 1994), es porque las técnicas no son neutras e intercambiables, sino que
dependen del problema planteado y participan en la construcción del mismo. Así, la
selección de tal o cual método de mediciones o de muestreo, la opción por tomar una
entrevista abierta en lugar de un cuestionario cerrado -o a la inversa-, la utilización de una
determinada técnica de análisis de datos, están indisociablemente ligadas a las elecciones
más “teóricas” de construcción del objeto de estudio. Aún más: los datos empíricos obtenidos
sólo se transforman propiamente en datos y funcionan como evidencia a partir de un cuerpo
de hipótesis derivado de un conjunto de premisas teóricas (Bourdieu, 1995). En este sentido,
consideramos que más que a instruir en el manejo técnico exacto de los métodos de
recolección y análisis de la información, este documento apunta a que no se pierda de vista
que
“La medida y los instrumentos de medición y en general todas las operaciones de la práctica
sociológica [y de las ciencias en general- podemos agregar], desde la elaboración de los
cuestionarios y la codificación hasta el análisis estadístico, son otras tantas teorías en acto,
en calidad de procedimientos de construcción, conscientes o inconscientes, de los hechos y
de las relaciones entre los hechos.” (Bourdieu, Passeron y Chamboredon, 1994: 59-60).
3
Más allá de lo diversas y estereotipadas que puedan ser estas imágenes, podemos
reconocer en ellas dos espacios diferentes (aunque no excluyentes) donde se desarrollan las
actividades de investigación: uno, el propio ámbito donde acontecen los fenómenos
naturales o sociales que se pretende investigar; el otro, construido especialmente para
producir o reproducir, bajo condiciones controladas, los procesos a analizar. Estos dos
ámbitos de construcción de conocimiento científico, que se articulan de diferentes maneras
en cada investigación, son el campo y el laboratorio.
El campo es la porción del mundo social o natural en la cual tienen lugar los fenómenos
sociales o naturales que se desea investigar.
El trabajo de campo es una modalidad de recolección y sistematización de la información
que el investigador realiza en esa porción recortada del mundo social o natural.
Hoy en día, en cambio, los científicos no ven al campo como sinónimo de distancia
geográfica, sino como un ámbito recortado a los fines de la investigación. El campo, por
decirlo de alguna manera, puede estar “a la vuelta de la esquina”: puede ser el propio barrio,
un parque o una plaza, una institución cercana o una zona rural próxima a donde vivimos.
Esto abre innúmeras posibilidades para planificar un trabajo de investigación escolar que
incluya la realización de trabajo de campo por parte de los alumnos, ya sea desde las
ciencias naturales o desde las ciencias sociales.
A veces se argumenta que las salidas de campo son difíciles de llevar a la práctica por
dificultades de tipo estructural (falta de flexibilidad en el funcionamiento de las instituciones,
rigideces en los horarios, elevado número de alumnos por curso), de tipo organizativo
(problemas de preparación de la infraestructura, materiales y documentación de apoyo, por
ejemplo), y de tipo legal (falta de apoyo de la administración educativa, responsabilidad civil,
etc.).
Pero hasta la propia escuela puede constituir un excelente campo para la investigación, (por
ejemplo, para indagar en las prácticas y representaciones de jóvenes escolarizados o de los
propios docentes, los usos del espacio en el establecimiento escolar, o realizar una
investigación de ecología en el patio).
“El campo de una investigación es su referente empírico, la porción de lo real que se desea
conocer, mundo natural y social en el cual se desenvuelven los grupos humanos que lo
construyen. Se compone, en principio, de todo aquello con lo que se relaciona el
investigador, pues el campo es una cierta conjunción entre un ámbito físico, actores y
actividades. Es un recorte de lo real que ‘queda circunscripto por el horizonte de las
interacciones cotidianas, personales y posibles entre el investigador y el informante’
(Rockwell,1986:17). Pero dicho recorte no está dado, sino que es construido activamente en
la relación entre investigador e informantes.” (Guber, 1990: 83-84).
La “porción de lo real” que denominamos campo está recortada por las relaciones sociales
que se establecen, en el proceso de investigación, entre el científico y los integrantes del
grupo humano en cuestión. De allí que el tipo de diálogo que se establezca entre ellos sea
crucial para el desarrollo del trabajo de campo.
Esa porción de lo real incluye tanto prácticas como representaciones: se trata de un mundo
que ya está preinterpretado por los actores sociales que se desenvuelven en él. Para poder
acceder a esos modos de vida y pensamiento, que pueden diferir bastante de los propios, se
hacen necesarias una presencia más o menos prolongada en el terreno, una relación de
confianza y cara a cara con la población y la puesta en práctica de técnicas específicas,
como la observación participante y las entrevistas en profundidad. La realización de un
trabajo de campo con estas características constituye la base del llamado “método
etnográfico”, de carácter eminentemente cualitativo, desarrollado por la antropología para
comprender otras lógicas sociales desde la perspectiva de los propios actores, y retomado
por otras disciplinas.
Estos límites van siendo precisados y reformulados a lo largo del proceso de investigación.
Cuando entran en el campo, los investigadores suelen tener algunos interrogantes
generales, de orden sustantivo o teórico, pero su enfoque y las preguntas más precisas se
van delineando a lo largo del trabajo de campo mismo. Suele suceder que, una vez en el
campo, descubran que sus áreas de interés no se ajustan al escenario seleccionado o que
sus preguntas pueden no ser significativas para las perspectivas y conductas de los
informantes.
Observación participante
En el Documento Nº 3 de esta serie abordamos la observación como una herramienta
metodológica fundamental en la investigación, tanto en las ciencias naturales como en las
ciencias sociales. Al respecto, planteamos que la observación está muy lejos de ser una
actividad de recepción pasiva que permite captar las cosas “tal y como son”, dado que toda
observación ya es también una interpretación, en tanto referimos lo que “vemos” o
percibimos a nociones previas, lo integramos a alguna representación teórica de la realidad
(Fourez, 2000). En ese sentido es que afirmamos que toda observación está “cargada de
teoría”.
La manera en que se combinan estas dos actividades varía en un continuo entre dos
extremos teóricos, que nunca se dan puros en la realidad de la investigación: el observador
externo, sin ningún involucramiento ni influencia en la situación estudiada y el participante
pleno, que, se sumerge totalmente en el mundo social a estudiar, al punto de diluirse en el
grupo y ver las cosas como uno más de sus integrantes.
Nadie puede realizar una observación permaneciendo totalmente afuera de una situación,
dado que la sola presencia como observador influye en el escenario social y en sus
protagonistas. Además, no es posible comprender los significados que los sujetos ponen en
juego en su vida, sin vivenciar de alguna manera esos sentidos. Pero, por otro lado, si el
investigador se sumerge en otras lógicas al punto de pensar, actuar, hablar como sus
informantes, perderá la distancia mínima necesaria para la investigación, limitándose a
reproducir las versiones de los informantes y sin poder explicar lo que observa (Guber,
1990).
A los efectos de una investigación escolar resulta práctico a la vez que muy enriquecedor,
poner en práctica la técnica de la observación participante en los espacios sociales de
pertenencia de los alumnos (la escuela, el club, el barrio, los ámbitos de diversión, el espacio
laboral). Este ejercicio contribuye no sólo a valorar los hechos cotidianos como dignos de
observación, sino a tornar objeto de reflexión los propios ámbitos y los roles desempeñados
en ellos. Pero, para que esto sea posible, la observación participante requiere objetivarse en
un registro detallado y preciso, generalmente bajo la forma de notas de campo. Sin
registro, la observación no es utilizable a los fines de la investigación.
Las notas de campo mediante las cuales se registra la observación participante deben ser lo
más completas, precisas y detalladas posible. Se aconseja tomarlas enseguida de haberse
efectuado la observación, en un cuaderno o diario de campo, en lo posible sin omitir detalles
aparentemente triviales que pueden luego tornarse importantes y cobrar otro sentido a lo
largo de la investigación.
A MODO DE EJERCICIO...
Le proponemos analizar dos fragmentos de diarios de campo de distintos investigadores: el
primero corresponde al trabajo de Carles Feixa (1999) sobre jóvenes punks y el segundo, a
la investigación desarrollada por Liliana Sinisi (1999) acerca de la presencia de la diversidad
cultural en escuelas de la ciudad de Buenos Aires.
A partir de una lectura atenta ¿qué datos sobre el escenario, los actores sociales y
acontecimientos puede identificar? ¿De qué manera está participando cada uno de los
investigadores? ¿Desde dónde observa cada uno de ellos? ¿Cuál es su relación con los
actores sociales involucrados?
À
“26-4-91. A mediodía me visita Pablo. Parece un muchacho sensible pero un tanto triste. Tiene unos
veintidós años, aunque aparenta ser mayor: ya está casado y tiene un hijo de meses. Va vestido con
botas de obrero, pantalón de mezclilla, una pulsera de metal y una camiseta blanca con la inscripción
‘No vomitamos lo que sentimos sino lo que conocemos’. [...] Llega a casa muy puntual y me trae unos
fanzines con poesías suyas. Sin apenas prolegómenos empieza el relato de su vida y él mismo me
pide que lo grabe. En total grabo unas cuatro horas, con una interrupción para comer.” (Feixa,
1999:164)
Á
“Septiembre de 1993. Tengo una entrevista con la directora de una escuela de la zona céntrica de la
ciudad. Pienso que no entro a las escuelas desde hace mucho tiempo. Cuando voy llegando,
empiezo a recordar mi propia escolaridad.
El edificio es el ‘típico Cacciatore’, mucho vidrio, muchas escaleras, ladrillo a la vista. Todo se puede
ver desde afuera, desde el patio, desde el hall. Niñas y niños circulan con los guardapolvos abiertos,
a veces sin guardapolvo, se hace visible la ropa que usan, zapatillas de marca, zapatillas rotas. Es
martes, los delantales reflejan el uso de más de una semana. En una parte del patio un grupo de
chicos de rasgos orientales charlan entre ellos. En otra los varones juegan a la pelota y excluyen del
juego a un chico al que le dicen ‘bolita villero’, ‘sos un tronco, volvé a la villa’.
La directora me lleva a una de las aulas. La maestra sentada al fondo, ‘frente’ al pizarrón. Los chicos
agrupados de forma ‘no tradicional’, por lo menos para lo que yo recordaba; algunos de a cuatro, con
sus mesas enfrentadas, alguno solo en el medio, alguno al lado de la maestra.[...]
Me siento aturdida y sorprendida en mi primer día de campo. [...].” (Sinisi, 1999:193).
Estos ejemplos nos muestran que, aunque la redacción de notas de campo es algo muy
personal, que da lugar a estilos diferentes, debe permitir la recuperación de los datos
observados. Para ello, vemos que son encabezadas con una indicación de la fecha, el
momento y el lugar de la observación. Los actores son descritos y situados en el espacio
social, con relación al observador. El lenguaje utilizado muestra una preferencia por los
términos descriptivos antes que los evaluativos y requiere distinguir de alguna manera el
discurso de los informantes de las propias apreciaciones del investigador (por ejemplo,
mediante el uso de comillas).
poder observar a la vez que se participa, así como de un uso preciso del lenguaje;
procedimientos y actitudes cuyo aporte va más allá de este Espacio curricular.
Un ejercicio productivo en ese sentido consiste en que los alumnos realicen observaciones
cortas (de 10 o 15 minutos) desde su lugar en el espacio del aula o en el recreo, con el
correspondiente registro mediante notas de campo. La posterior comparación de los
registros permitirá analizar las variaciones en las descripciones a partir del modo en que se
ha contextualizado la observación, del lugar desde donde se observó y donde se puso el
foco, del grado de participación en la situación y de las relaciones involucradas, entre otros
elementos.
Para realizar esta tarea, pueden sugerirse algunas de las siguientes indicaciones (basadas
en Taylor y Bogdan, 1996):
Entrevista
Como primera aproximación a las características de la entrevista como técnica de
obtención de información científica, analicemos las siguientes definiciones:
[La entrevista es una] “relación social particular a través de la cual se obtienen enunciados y
verbalizaciones” (Guber, 1990:205).
La construcción de una entrevista puede ser considerada un proceso que abarca bastante
más que la conversación concreta entre el investigador y el informante, incluyendo desde su
diseño hasta su análisis. Del contexto, el rapport establecido y la técnica de registro
utilizada, además de la presencia de entrevistador y entrevistado, depende que ese
proceso pueda ser llevado a cabo con éxito.
El investigador realiza la selección temática y la formulación de las preguntas para la
entrevista desde su marco teórico- metodológico y su problema de investigación. Es en ese
marco donde lo verbalizado por los informantes cobrará nuevo sentido como dato.
El modo de formular y secuenciar las preguntas variará según se opte por realizar una
entrevista estructurada, no estructurada o semi-estructurada, como veremos más adelante.
Suele denominarse “informante clave” a “aquel que aparece como principal fuente de
información acerca de una amplia gama de temas significativos de su propia cultura y unidad
social” (Guber, 1990:141). Sin embargo, el informante no debe ser visto como un depósito de
información fáctica, sino como un sujeto capaz de articular un pensamiento propio y
participar de este modo en la investigación. Asimismo, es necesario tener en cuenta que los
sujetos producen información a partir de su experiencia histórico social, por lo tanto, se hace
necesario identificar su pertenencia y posición social en el grupo para comprender sus
prácticas y representaciones.
Para que el diálogo que implica la entrevista llegue a producirse, debe establecerse el
rapport, es decir, una relación cordial y empática entre entrevistados e informante. El rapport
toma distintas características en diferentes contextos y relaciones; nunca es absoluto, pues
como en toda relación humana, en la entrevista hay tensiones y contradicciones.
“El rapport sería, pues, un estado ideal de relación entre el investigador y los informantes,
basado en un contexto de relación favorable, fundado en la confianza y la cooperación
mutua que viabiliza un flujo, también ideal, de información (esto es, un material genuino,
veraz, detallado, de primera mano).“ (Guber, 1990:249).
Por ejemplo, si se pretende conocer las percepciones de los adolescentes sobre su salud
reproductiva, las características de la entrevista variarán según sea realizada por un médico
(a la distancia generacional se sumará la distancia profesional y, en algunos casos, de clase
social) o por un referente barrial, por un compañero de escuela, por un entrevistador del
mismo o de distinto sexo que el informante, en un consultorio de hospital o en el domicilio del
joven, estando solo o en presencia de sus padres, etc.
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Aclaramos, no obstante, que no se trata de eliminar estos atravesamientos del contexto, que
son inherentes a toda relación social, sino más bien de hacerlos explícitos, a fin de
incorporarlos al análisis.
Tipos de entrevista
Presentamos aquí sólo una de las clasificaciones posibles de los tipos de entrevista, basada
en el grado de formalización de su planificación y desarrollo. Esto permite distinguir entre2:
- entrevista no estructurada;
- entrevista semi-estructurada;
- entrevista estructurada o encuesta.
La opción por uno u otro tipo se realiza en función de los objetivos de la investigación y las
características del objeto de estudio.
2
Otras clasificaciones distinguen, por ejemplo, entre entrevistas individuales y grupales o focales, por
ejemplo.
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Cada uno de estos tipos de entrevista presenta ventajas y desventajas, que no son absolutas
sino que dependen del tipo de estudio a realizar:
A MODO DE EJERCICIO
A partir de una relectura de los fragmentos de las investigaciones de Feldman (1996) y de
Feixa (1999) presentados en el Documento Nº3 (apartado sobre utilización de métodos
cualitativos y cuantitativos en ciencias sociales):
♣ Trate de justificar su empleo en uno y otro caso a partir de las ventajas que
representarían para cada tipo de investigación.
♣ Imagine las guías temáticas o de preguntas que orientaron las diferentes entrevistas
realizadas.
“el conjunto de individuos o grupos sobre los que se efectúa una investigación y las
mediciones correspondientes” (Johnson, 1979, apud. Guber, 1990:120).
En los estudios cualitativos es difícil establecer a priori con qué número de personas ni
quiénes específicamente serán entrevistados, ya que “Sólo en la medida en que se interna
en su dinámica, y en que conoce discursos y prácticas, el investigador puede detectar cuáles
son los grupos relevantes y significativos para una descripción” (Guber, 1990:121). Se trata
de muestras no probabilísticas, producto de los objetivos del investigador y de las
relaciones establecidas en su trabajo de campo. Su criterio de representatividad no es
estadístico, sino basado en la pertinencia de los casos seleccionados para comprender las
relaciones y significados sociales estudiados
El establecimiento previo del tamaño de la muestra, en cambio, es central para los trabajos
que buscan realizar un análisis estadístico de datos cuantitativos obtenidos a través de
encuestas o entrevistas estructuradas. Estos estudios operan sobre muestras
probabilísticas: aquellas en las cuales, mediante procedimientos matemáticos, cada
individuo tiene las mismas posibilidades de los demás de ser elegido para integrarlas. Su
utilización se funda en criterios de representatividad estadística, que establecen que, dado
que no se privilegiaron determinados individuos o casos, lo que ocurre en la muestra es
semejante a lo que ocurre en la población mayor. Esto permite la generalización de los
resultados de una encuesta al resto de la población.
Explicitar las expectativas que se tienen acerca del sujeto a entrevistar y las que se
supone que él puede tener del entrevistador, teniendo en cuenta que ambos van a
participar de una situación de entrevista. Este es un buen ejercicio porque contribuye a la
ruptura de prejuicios, establece un punto de partida que seguramente cambiará luego del
diálogo y que siendo explícito, podrá retomarse para el análisis.
Dada la dificultad que suele aparecer a la hora de elaborar o poner en práctica en el campo
la guía de la entrevista, presentamos algunos aspectos prácticos para la formulación de
preguntas que el docente puede aportar a la discusión con sus alumnos. Aclaramos que no
se trata de aplicarlos a modo de un “recetario”, sino de que sean explorados y utilizados para
pensar diferentes posibilidades de diálogo con el entrevistado.
Así, siguiendo a Saltalamacchia (1998) y a Guber (1990), podemos distinguir entre diferentes
tipos de preguntas, que pueden utilizarse combinadas de manera particular en cada
entrevista:
Este ejemplo ilustra algunas de las decisiones de un científico natural al planificar su trabajo
de campo:
“En el proceso de optar por un cierto tipo de muestreo, debe suponerse que el investigador
está familiarizado con la ecología de la especie que desea estudiar y con las características
16
Además de que Rabinovich incluye los conocimientos previos del investigador como un
insumo fundamental para el diseño del trabajo de campo, los dos autores citados aluden a la
necesidad de estudiar muestras de especies u organismos, basados en los objetivos de sus
estudios y en las limitaciones existentes (temporales, materiales, por inaccesibilidad o riesgo
de destrucción) para el abordaje de toda una población o comunidad.
Esto nos lleva a pensar en los factores que nos inclinan por diversos tipos de muestreo en
los estudios biológicos:
la selección y delimitación de la zona de estudio,
la definición de la unidad de muestreo (el tamaño y la forma),
la definición del tamaño de la muestra, es decir el número de unidades muestrales,
la selección del programa o tipo de muestreo.
Los dos primeros factores se vinculan estrictamente a los objetivos del estudio, por lo que no
podemos generalizar sobre ellos; pero sobre la cuestión del número de muestras o unidades
muestrales, sí existe una afirmación generalizable: es imprescindible un muestreo preliminar
que, sometido a ciertos cálculos estadísticos (media y desviación estándar), permita estimar
previamente el número de muestras necesarias. Una vez definida esta cuestión, queda por
plantearse el tipo de muestreo a utilizar. En el muestreo preferencial, la muestra o las
unidades muestrales se sitúan en unidades consideradas típicas o representativas sobre la
base de criterios subjetivos, lo cual requiere investigadores experimentados; el muestreo
aleatorio consiste en ubicar las unidades muestrales al azar, con lo que cada población u
organismo tiene igual probabilidad de formar parte de la muestra, la que resulta así
óptimamente representativa; el muestreo sistemático, que consiste en ubicar las muestras
en un patrón regular en toda la zona de estudio, permite detectar variaciones espaciales en
la comunidad.
Un vez recolectadas las muestras (de organismos vivos o muertos, u objetos, que podrían
ser rocas, fósiles, materiales diversos), éstas serán conservadas para su análisis en el
laboratorio por medio de diferentes procedimientos: herborización, refrigeración, inmersión
en diversos tipos de soluciones, disecación, etc.
En fin, se realizarán todas las acciones que posibiliten transformar “lo inmóvil en móvil” (aún
cuando los organismos estudiados tuvieran movilidad propia, difícilmente se dirigirían hacia
el destino que el investigador les asignara!). Dicha transformación habilitará el traslado inicial
al laboratorio, y luego, a los diversos espacios de difusión de resultados de la investigación.
Como recuerda Podgorny (2002:32):
El propósito central de desarrollar trabajo de campo en este Espacio Curricular pasa por
abordar conceptos, procedimientos y actitudes vinculados a la puesta en marcha de
proyectos de investigación escolar, haciendo uso de conocimientos de las ciencias naturales
enseñados en los Espacios Curriculares correspondientes. En ese sentido coincidimos con
Pedrinaci et al (1994) en “que no se trata de aprender Geología [o Ciencias Naturales] de
campo” sino metodología de investigación en el campo.
En el caso de los estudios geológicos, se ha llegado a afirmar que “el campo constituye el
laboratorio de la geología” (Compiani y dal Re Carneiro, 1996: 233). Ello lleva a considerar
imprescindibles y fundamentales las salidas al campo para el aprendizaje de conocimientos
geológicos. Pero dichas salidas deben cumplir con una serie de condiciones (algunas de las
cuales sólo son aplicables a la Geología y otras transferibles a otras disciplinas):
EL LABORATORIO
“En el laboratorio, por otro lado, no sólo las variables pueden acotarse sino que, además,
deberían poder replicarse de manera tal que los experimentos, mediciones y observaciones
realizados en él pudieran reproducirse en el mismo y en otros laboratorios equipados de
igual manera. No olvidemos que la mera posibilidad de repetición de la experiencia se ha
considerado central en la definición de la práctica científica.“ (Podgorny, 2002: 32-33).
Esta sección del Documento pretende discutir algunos aspectos centrales para la realización
de proyectos de investigación escolar que comprendan la experimentación y el uso del
laboratorio.
Después de estos segundos, comencemos a describirlos con cierto detalle. En este tipo de
descripciones nos encontramos, generalmente, con un espacio de diversas dimensiones que
posee mesadas, escritorios, computadoras, diferentes aparatos o equipos: microscopios,
osciloscopios, detectores, lámparas, libros, revistas (publicaciones científicas), papeles
sueltos con anotaciones, cuadernos, lapiceras, algún cesto lleno de papeles. En las paredes,
afiches con propagandas de congresos, un pizarrón, una tabla periódica, tal vez algunas
fotos familiares, algún cuadro. Como es horario de trabajo hay personas trabajando
(hombres y mujeres): leyendo, utilizando los instrumentos, sentados en las computadoras o
discutiendo entre ellos.
Si nos preguntaran qué es un laboratorio cada uno de nosotros daría respuestas que
diferirían entre sí. Hay quienes afirman que un laboratorio es una institución cultural con una
historia (Hacking, 1992). Otros lo consideran un centro de experimentación y cálculo (Latour,
1987). A su vez, para quienes trabajan en ciencias sociales, el laboratorio constituye más
bien el espacio de procesamiento y almacenamiento de la información.
De acuerdo con Hacking (1992) en estos ámbitos se trabaja con tres “objetos”: ideas, cosas
y marcas (signos o símbolos). En las ideas este autor incluye: preguntas, conocimientos
previos, teorías, hipótesis, modelos teóricos sobre los instrumentos que se utilizan para
hacer mediciones. Las cosas comprenden: blancos -por ejemplo una sustancia que será
estudiada o utilizada para desviar partículas o una preparación; fuentes de modificación –en
los análisis químicos inorgánicos se modifica un blanco agregándole cantidades específicas
de distintas sustancias o por destilación, precipitación, etc.-; detectores –determinan o miden
el resultado de la interferencia o modificación del blanco-; herramientas; generadores de
datos –instrumentos o personas que registran información determinada. Las marcas incluyen
datos –inscripciones, gráficos que registran variaciones en el tiempo, tablas, etc.;
procesamiento de los datos; reducción de los datos –grandes cantidades de datos numéricos
se procesan a través de métodos estadísticos o técnicas computacionales para llegar a
cantidades manejables; análisis e interpretación de los datos.
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Las autoras agradecemos la gentileza del personal del Instituto de Física de Líquidos y Sistemas
Biológicos (UNLP-CIC-CONICET) y del Grupo de Didáctica de las Ciencias al permitirnos reproducir
su fotografía.
20
Uno de los propósitos más relevantes del uso del laboratorio en la escuela se vincula al
acercamiento de los y las estudiantes a la investigación científica. La construcción y
validación del conocimiento científico en algunas ciencias se realiza a través del diseño,
planificación y análisis de diferentes formas de experimentación, llevada a cabo en el ámbito
de los laboratorios de investigación. En el caso escolar, se identifican diversos propósitos
para el uso del laboratorio en la enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Naturales. Entre
ellos se pretende que los y las estudiantes (adaptado de Boud et al, 1989):
Se familiaricen con los procedimientos básicos para el trabajo experimental.
Se familiaricen con instrumental y técnicas de medición básicas.
Se familiaricen con principios y actitudes del trabajo experimental en algún tema
específico.
Adquieran habilidades de observación.
Se familiaricen con los procesos de elaboración de deducciones a partir de resultados
de mediciones e interpretación de datos experimentales.
Se familiaricen con el uso de datos experimentales para la resolución de problemas
específicos.
Se familiaricen con la redacción de diarios de laboratorio y reportes o memorias de
trabajo.
Se familiaricen con aspectos simples de diseños experimentales.
Desarrollen herramientas para la resolución de problemas en situaciones con
soluciones múltiples.
Desarrollen procesos en situaciones que emulen trabajos en laboratorios de
investigación y/o desarrollo.
Se familiaricen con la comunicación de conceptos, procesos técnicos y resultados.
Se sientan estimulados a desarrollar procesos de pensamiento independiente.
Se sientan motivados para adquirir conocimiento científico específico.
“Las prácticas de laboratorio que se llevan a cabo en el colegio son consideradas a menudo
por los profesores como un medio de obtener información/datos sobre hechos de los que
más tarde se extraerán las conclusiones pertinentes. Por lo general, se ha asumido que
estos datos son <<puros>>, no están afectados por las ideas que tienen los estudiantes, por
lo tanto, éstos no suelen participar ni en el diseño ni en la planificación de investigaciones
experimentales. El fracaso a la hora de hacer que los estudiantes participen en la reflexión
que “precede” a una investigación experimental convierte gran parte de la práctica de
laboratorio siguiente en un trabajo inútil desde el punto de vista pedagógico. Un estudiante
que carezca de la comprensión teórica apropiada no sabrá dónde o cómo mirar para efectuar
las observaciones adecuadas a la tarea en cuestión, o no sabrá cómo interpretar lo que vea.
Por consiguiente la actividad resultará improductiva, lo cual incitará a los profesores a dar las
<<respuestas>>”...
impidiendo así, la participación activa de los y las estudiantes. Este mismo autor valoriza, a
fin de evitar el protagonismo del docente y promover la participación de estudiantes, la
utilización de actividades que favorezcan la explicitación y reflexión sobre las ideas previas y
los marcos teóricos científicos ya conocidos. Esta se constituye, asimismo, en una forma de
explicitar/trabajar sobre la “carga” teórica presente en toda observación y experimentación
(ver Documento Nº 3).
21
"un modelo de ciencia que, como mínimo, reconozca la falibilidad y dependencia teórica de
la observación y del experimento, que aporte conciencia de cómo se transmiten los
conocimientos dentro de la comunidad científica, que admita que la ciencia está influida por
consideraciones socioeconómicas, políticas, éticas y morales" (Hodson, 1994:307).
Otra dificultad frecuente, propia de estos trabajos, es el análisis y control de las variables. Al
diseñar una experiencia es frecuente que se centre la atención en hacer cambiar una
variable para observar cómo varía la otra pero, al mismo tiempo, suele olvidarse
sistemáticamente la posible interferencia de otras variables, con lo cual los diseños y
mediciones pueden resultar altamente ineficaces. Es necesario que tengamos en cuenta que
los procedimientos de identificación de las variables necesarias para la comprensión de un
determinado fenómeno y de su control no son, en general, trabajados en clases de ciencias
naturales. Por este motivo es probable que nuestros alumnos y alumnas sea la primera vez
que los lleven a cabo de manera reflexiva.
Las escuelas de la Provincia de Buenos Aires poseen diferentes tipos de edificios con
espacios físicos destinados a aulas, funciones administrativas y académicas, salones para
diversos usos, en algunos casos laboratorios, etc. También diversos son los equipamientos
disponibles en los laboratorios escolares. Hay establecimientos, por ejemplo los que alojaron
Escuelas Normales Nacionales que, en algunos casos, poseen antiguos equipos de
demostración y experimentación en diferentes estados de conservación. Estos podrían servir
como base para el desarrollo de proyectos que aborden la historia de las ciencias naturales y
de su enseñanza. Hay otros que a lo largo de los años han recibido “valijas” o “cajas” con
equipamientos con distintos grados de sofisticación, en general, para temas específicos
(química, óptica, electricidad, mecánica, etc.). Finalmente hay otras escuelas que no poseen
laboratorios o no poseen equipamientos. Todas estas situaciones condicionarán, en mayor o
menor medida, la realización de los proyectos de investigación de los y las alumnas que
incluyan actividades de laboratorio.
22
- Los datos cuantitativos pueden ser sistematizados mediante tablas estadísticas sencillas,
donde se vuelquen las medidas o las frecuencias correspondientes a las variables
consideradas, ordenadas en un sistema de filas y columnas. A partir de esto, pueden
establecerse parámetros como media, mediana, modo, porcentajes, que permitan la
comparación4. Asimismo, los datos pueden ser presentados en forma gráfica (de barras, de
áreas circulares, también llamados “de torta”, etc.) para su posterior interpretación.
4
Para análisis estadísticos más detallados, puede consultarse el manual de Pardinas (1998).
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puede ser codificada mediante la asignación de números o letras a las diferentes respuestas
o ítems. En esta sistematización resulta importante que los alumnos puedan establecer una
distinción entre las categorías de los propios informantes y aquellas propuestas por ellos
mismos.
A efectos del trabajo en el aula, el análisis que siga a esta sistematización puede concluir en
una descripción detallada de los fenómenos observados, en una conclusión general acerca
de recurrencias y diferencias en la información discursiva, en la interpretación de gráficos y
tablas estadísticas, dando cuenta de distribuciones de frecuencias y parámetros generales
(promedios, porcentajes, etc). Para interpretar gráficos y tablas, puede ser útil hacerse las
siguientes preguntas: ¿qué representa el gráfico? ¿Qué relaciones pueden visualizarse en la
tabla o gráfico con respecto a las variables consideradas? ¿Qué hipótesis puede proponerse
para explicar esto?
“El profesor puede realizar en este momento aportaciones específicas, tanto en los
pequeños grupos como en el debate general, destinadas a centrar las conclusiones, a
proporcionar informaciones complementarias útiles, a develar posibles contradicciones en las
argumentaciones, a sugerir nuevas cuestiones derivadas de lo concluido, etc.” (Merchán
Iglesias y García Pérez, 1993:199).
El trabajo de los alumnos en pequeños grupos y el debate entre ellos también resulta
fundamental para el momento de análisis y elaboración de conclusiones o replanteos de la
investigación. Como señaláramos en el Documento Nº 1, el debate entre los grupos acerca
de las ideas y resultados obtenidos por cada uno de ellos permite percibir el modo en que se
van elaborando consensos dentro de la comunidad científica sobre la convergencia de la
evidencia y los sustentos de los desarrollos teóricos. Así, si los resultados obtenidos
mediante trabajos experimentales en un laboratorio escolar no permiten, estrictamente
hablando, considerar la verificación de hipótesis, los intercambios entre grupos de
estudiantes y la participación del docente como portavoz de lo que la comunidad científica ha
ido consensuando como resultado de un largo y difícil proceso, permiten incluir esos
resultados como contribución a una construcción social más amplia.
Las discusiones grupales, así como el registro sistemático del proceso recorrido mediante un
cuaderno o diario de campo, constituyen herramientas de evaluación tanto para el docente
como para el propio equipo de alumnos investigadores. Esta autoevaluación será posible en
la medida en que sean explicitados todos los pasos de la investigación escolar y el docente
genere instancias de reflexión acerca de ellos.
A MODO DE SÍNTESIS
En este cuarto Documento de Apoyo Curricular de Proyecto de Investigación abordamos las
diferentes estrategias de búsqueda y sistematización de información que pueden ponerse en
práctica en una investigación escolar.
A lo largo del recorrido efectuado se buscó mostrar que métodos y técnicas de recolección y
sistematización de la información no son intercambiables ni neutros, sino que deben
plantearse en relación con la construcción del objeto de estudio, el problema de
investigación, el marco teórico y las hipótesis propuestas. Proponemos que estos aspectos,
por lo tanto, sean recuperados en la evaluación.
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Bibliografía sugerida
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A través de ocho artículos presenta distintos enfoques y temas relacionados con los trabajos
prácticos de laboratorio y campo. En todos ellos se ofrecen criterios para el trabajo en el aula
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Partiendo de justificar la importancia del trabajo de campo en las Ciencias Experimentales,
se revisan los aspectos principales a tener en cuenta a la hora de organizarlo y llevarlo a la
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