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ANÁLISIS DEL LENGUAJE Y LA PALABRA DESDE EL PSICOANÁLISIS Y EL MARXISMO: UN

CAMINO DIFÍCIL PERO NECESARIO

Katia Silveira

katia.silveira2012@gmail.com

Si la aproximación al marxismo y el psicoanálisis en una línea es difícil, es incluso más

difícil pensarlos desde un análisis del lenguaje. Sin embargo, es un elemento

importante que a veces tendemos a olvidar, transversal a todas las disciplinas pero

poco estudiado. Las ideas se transmiten a través de signos lingüísticos y no lingüísticos.

El análisis semiótico implícito es fundamental, haciendo uso de conceptos que hacen a

toda la teoría marxista y psicoanalítica. Que unos se usen más que otros o que

merezcan mayor o menor atención es una selección en sí misma con una historia.
LA MATERIALIDAD DE LAS PALABRAS

Si tomamos como principal impulsor comunicativo al signo lingüístico, aunque no

único, podemos decir que es un transmisor de ideología. Las ideas, eso que para los

hegelianos está antes que todo, se plasman en palabras que las hacen entendibles

para varias personas a un mismo tiempo. Para algunos autores, estas palabras están

dadas debido a su nexo con la idea misma. Haciendo uso de un poema de Borges

repetido hasta el cansancio por un docente de semiótica la idea es más o menos así:

Si (como afirma el griego en el Cratilo)

el nombre es arquetipo de la cosa

en las letras de 'rosa' está la rosa

y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'. (Borges,[1964])

Desde el punto de vista marxista, en oposición a la ideología alemana donde las ideas

modifican la realidad, deberíamos pensar esa realidad situándonos en ella. Se hace


difícil pensar que cambiando los signos estamos cambiando la realidad, por ende, la

situación es a la inversa. Los signos como representaciones de la realidad solo cambian

a través de ella.

Siguiendo con el poema “El Golem”:

Y, hecho de consonantes y vocales,

habrá un terrible Nombre, que la esencia

cifre de Dios y que la Omnipotencia

guarde en letras y sílabas cabales.

Para Hegel la verdad no se encuentra en la cosa sino en el todo, algo que Marx critica

en la ideología alemana. Por lo tanto, la verdad sí estaría en la cosa, mientras que las

palabras son representaciones de esas cosas. Es parte del materialismo promulgado en

oposición a un Dios infinito y absoluto.


Tal como dice el propio Marx, “la producción de las ideas y representaciones, de la

conciencia, aparece al principio directamente entrelazada con la actividad material de

los hombres, como el lenguaje de la vida real” (Marx,[1968],1974:25)

Por ejemplo, si hablamos de la palabra comunismo como un mero signo lingüístico,

debería ser la descripción de algo que sólo puede existir en la realidad. Sin embargo no

es un “ideal al que haya de sujetarse la realidad”. Una vez las condiciones estén dadas

en la realidad, el movimiento dará paso al comunismo. Por lo tanto, lo más importante

sigue siendo la realidad y no el mero concepto detrás de la palabra.

EL NECESARIO INTERCAMBIO

Como podríamos haber intuido, el lenguaje nace como un “necesario intercambio con

los otros hombres”. Es decir, cuando intentamos comunicar algo, probablemente

basado en “datos reales”. Es allí cuando adquiere un tinte psicoanalista, dependiendo

el punto de vista del que se lo vea: el lenguaje es la “conciencia práctica, la conciencia


real”. Algo así como una conciencia colectiva, es el que nos permite revelar conceptos

e ideas que otros pueden entender también.

A su vez, la conciencia está en relación con el mundo inmediato, con lo que vemos, con

la naturaleza, por lo tanto está más cercana a la realidad planteada por Marx que a las

ideas totalmente abstractas o superiores. Las ideologías se forman sobre una base

material pero no de situaciones sobrenaturales.

Es por eso que ciertos términos suelen tener una connotación, marcada por el uso, es

decir, la realidad misma y la forma en que los usan los hablantes. Por ejemplo, la

palabra “comunismo” fue cambiando su trasfondo y la recepción hacia ella. Por otro

lado, hay ciertas nociones creadas como oposición al marxismo. “Las nociones

ideológicas burguesas de “sociedad industrial”, “neocapitalismo”, “nueva clase

obrera”, sociedad de consumo”, “alienación”, y tantas otras, son anticientíficas y

antimarxistas: confeccionadas para combatir a los revolucionarios”

(Althusser,[1968],1974:19)
Así como hay palabras claves, a veces mal usadas en el día a día, también hay otras que

nos entreveran o nos juegan malas pasadas. Es que si “las realidades de la lucha de

clases son “representadas” por las “ideas”, las que a su vez son representadas por

palabras, a veces pueden llevar a confusiones donde pensamos que decimos una cosa,

pero en realidad hablamos de otra. Es por eso que los conflictos políticos a veces se

reducen en peleas de palabras, cuando en el fondo tenemos lo mismo.

Hay que tener cuidado con el uso de las palabras. Así como algunas terminan siendo

usadas de diferente forma o adquiriendo connotaciones, otras pueden confundirnos

de enemigo o dejar invisible la lucha de clases. Es por eso que dentro del trabajo

científico debemos discernir cuales son las palabras que mejor describen determinadas

ideas, sin llevarnos por el mal camino.

Como dice Althusser, “la filosofía, hasta en sus largos trabajos más abstractos, más

difíciles, combate al mismo tiempo por palabras: contra las palabras-mentira, contra

las palabras-equívocos; por las palabras justas. Combate por “matices”.

(Althusser,[1968],1974:21)
LA COMPLEJIDAD DE LAS PALABRAS

Algunas de las palabras son realmente complicadas, por lo tanto, inentendibles para

cierta porción de la población. Otras son simples, pero esconden en el fondo un

significado amplio que puede definir discusiones. Entre estas últimas hay algunas como

“pueblo”, que definen a cierto sector que quizás ni siquiera se vio a sí mismo de esa

forma. Es el caso también del término “lucha de clases”, muy importante para el

marxismo pero nada interesante para quienes no han adquirido consciencia de su

situación.

Para pasar a un plano más complejo, debemos pasar de es palabra con connotaciones

y denotaciones, muchas veces en el plano consciente, al plano inconsciente que nos

deja Freud. Resulta que a veces detrás de lo que decimos hay mucho más, hay cosas

que no decimos pero están implícitas, cosas que no queremos que otros sepan pero de

todas maneras están allí.


Y esto sucede no solo en la palabra hablada, sino también en la escrita, poniendo al

signo lingüístico como transportador de ideas. Marx pasa su idea materialista,

contraria a la ideología alemana, al campo de la escritura y de los libros. Para él, las

palabras escritas deben ser un reflejo de la realidad, o por lo menos valen en su

relación con ella. Es decir, que todo lo que está plasmado en papel existe en base a lo

que existe, nada está por fuera de eso.

Se trata de “romper con el mito religioso de la lectura”(Althusser,

Balibar,[1969],2004:21), es decir, el libro no existe en sí mismo como verdad absoluta.

Existe en su contraste con la realidad, intentando representarla lo más fielmente

posible. A este factor hay que agregarle la capacidad de alejarse de ese “segundo

discurso” generado en el inconsciente freudiano. Con la capacidad de Marx para

describir al mundo de una forma más exacta que sus antepasados, por fin tenemos un

análisis histórico científico, que nos da un panorama de donde estamos parados

exactamente y a dónde podríamos ir:


¿Es preciso añadir que una vez rota la complicidad religiosa establecida entre el

logos y el ser, entre ese gran libro que era el mundo en su propio ser y el discurso

del conocimiento del mundo, entre la esencia de las cosas y su lectura - que una

vez rotos esos pactos tácitos con que los hombres de un tiempo aún frágil se

cubrían a modo de alianzas mágicas contra lo precario de la historia y el temblor

de sus audacias - es preciso añadir que, una vez rotos esos lazos, al fin se hacía

posible una nueva concepción del discurso? (Althusser, Balibar,[1969],2004:25)

LOS TÉRMINOS FALTANTES

Precisamente, allí donde hay términos con equívocos o mal utilizados también hay

términos faltantes. Este análisis lo hace el propio Marx cuando habla sobre el trabajo

de autores anteriores. Si bien los toma como punto de partida, también usa su trabajo

para hacer notar carencias, ya sea de información o de conceptos para una idea. Por

ejemplo, mientras otros autores hablan de la plusvalía sin nombrarla, él la denomina

claramente de esa manera.


Puede parecer dos formas de decir lo mismo, pero la importancia de nombrar con un

término concreto determinados fenómenos de la economía es lo que diferencia a

Marx de otros pensadores. La denominación es también una forma de hacer patente

una realidad, algo que ya existía pero que recién ahora vemos con detenimiento

especial.

Si pensamos en el marxismo como una teoría que solo vive en su conexión con la

realidad, son contradictorias aquellas ramas de la ciencia o estudiosos que lo han

usado como un texto inerte, por fuera del mundo que nos rodea. Las estructuras que

Marx nos hace ver claramente no existen previas a la realidad, como si ella se ordenara

gracias a la teoría, sino que están basadas en las cuestiones económicas y políticas que

nos afectan. Justamente es esa su utilidad, porque solo como libro abstracto no puede

funcionar para cambiar la situación imperante en el capitalismo.

LA LINGÜÍSTICA EN CONEXIÓN CON EL PSICOANÁLISIS

Cuando hablamos sobre los predecesores de Marx y la ausencia de ciertas palabras en

sus teorías, también debemos reconocer cierto discurso clásico en oposición al


marxismo, renovador en muchos aspectos. El cambio de una palabra por otra y las

formas expresivas son importantes. Un poco más atrás nombramos el nexo entre

marxismo y psicoanálisis, pero este último se relaciona también con la lingüística,

como nos hace ver Michel Arrivé. “¿No sería interesante poner de manifiesto-tanto en

lingüística como en psicoanálisis- una relación de interdependencia entre significantes

y hacer notar que esta relación está determinada, en el campo del psicoanálisis, por

una relación de orden?” (Arrivé,[2001],2001:17)

Si la interdependencia entre significantes es importante en lingüística y en

psicoanálisis, ¿podría estarlo también en el marxismo? ¿Hay una relación de orden? De

acuerdo al análisis de los discursos y la existencia del inconsciente, es posible. Los

significantes tienen mucho más para mostrarnos de lo que parece.

LA PALABRA

Aunque anteriormente hemos dicho que Marx usó nuevas palabras, no debemos

tomarlas sólo como eso, sino por los conceptos que representan. La palabra no es la
única generadora de sentido, como dijimos anteriormente al hablar de dos discursos

superpuestos. Sin embargo, curiosamente, el psicoanálisis freudiano le ha dado mucha

importancia.

“La palabra es, pues, una representación compleja, que consta de imágenes que

hemos consignado: expresado de otro modo; corresponde a la palabra un complejo

proceso asociativo, en el que confluyen los elementos de origen visual, acústico y

kinestésico enumerados antes” (Forrester,[1989])

Hay palabras claves del marxismo que no podemos pasar por alto en su significado

profundo. Es el caso de comunismo, una sola palabra que puede dar lugar a varios

debates extensos sobre su naturaleza y fin. Hay más de lo que está a simple vista en

ella, un significante con un significado que podría darnos discusiones complejas.

La explicación de la plusvalía, término popularizado por Marx pero con un concepto ya

usado por estudiosos clásicos, no da la pauta de que dar un nombre claro es también

una forma de decir algo no dicho anteriormente. También es dar un análisis diferente,

donde la plusvalía es un problema en relación al valor del trabajo. Si para otros


simplemente existía, para Marx tenía un nombre diferente y un lugar dentro de la

problemática capitalista.

EL PROBLEMA DEL MATERIALISMO

En una de las tantas interrogantes sobre el lenguaje, se habla sobre si el inconsciente

no estará estructurado en base a él. Debemos decir que es posible, pero que si

seguimos las leyes marxistas el lenguaje debe a su vez estar estructurado en base a la

realidad. Por lo tanto el inconsciente también debe estar basado en la realidad. Es

parte del materialismo planteado por el marxismo, dado que las ideas, incluso aquellas

inconscientes, solo provienen de nuestra relación con la realidad.

Con su teoría sobre el materialismo, Marx sentó las bases para que disciplinas como la

Lingüística y el Psicoanálisis se alejaran del idealismo y realmente pudieran pensar en

las posibilidades de nuestra adaptación al entorno en que vivimos. En este aspecto


entra en juego también la sociolingüística, dando cuenta de los tipos de variaciones en

el lenguaje de acuerdo también a nuestras relaciones de producción.

Como Althusser nos hace notar, el conocimiento de objetos concretos conformado en

discursos teóricos es nombrado por Marx como una síntesis de múltiples

determinaciones. Claro que el conocimiento de lo concreto no implica conocimiento

directo de la realidad, sino que hay términos que son abstractos pero ayudan a

generar conocimiento sobre objetos. Describen modos de relaciones de los objetos

concretos, ayudando a la teoría. Es decir, debe existir lo abstracto como forma de

conocer posibles realidades. Por ejemplo, se puede realizar una teoría sobre algo que

ya no existe o algo que podría existir. Si ese es el caso, entonces la teoría no describe

necesariamente conocimiento sobre un objeto real, pero puede hacerlo.

Hay que recordar por lo tanto que cuando usamos la terminología marxista no nos

estamos refiriendo a objetos concretos propiamente, sino de palabras que nos ayudan

a entenderlos. Eso es totalmente diferente del manejo de ideas puras donde no hay

una base real.


LA ADECUACIÓN DEL LENGUAJE

“Las iglesias y las escuelas "educan" con métodos apropiados y con sanciones,

exclusiones, selecciones, etc. También la familia y también el aparato ideológico del

estado cultural (la censura, por ejemplo, para no mencionar otra cosa), etcétera.”

(Althusser,[1968],1974:117)

Pongo este párrafo para sumergirme en un nuevo tema relativo al lenguaje. Dado que

las palabras son tan importantes son también formas de expresar ideologías y por lo

tanto son parte del control ideológico establecido por el estado. El miedo que por años

se tuvo a la palabra “comunismo” nos da la pauta de cómo hasta los términos son

capaces de adquirir connotaciones y dar a conocer lo que pensamos.

Este aparato ideológico es también quien no marca los tipos de palabras que podemos

usar y los que no. Esto lleva también a la estigmatización de ciertos sectores y por

supuesto, a asociar ciertas palabras con ciertas personas. Así los conceptos más
abstractos terminan perteneciendo a lo académico. La tergiversación es también parte

de este proceso.

Hay un rechazo hacia ciertas palabras, muchas veces inconsciente, generado por los

aparatos ideológicos. Los eufemismos suelen abundar en donde hay demasiado

control o simplemente a desaparecer ciertos términos. Es por eso que en regímenes

dictatoriales se hace énfasis en determinadas terminologías, prohibiendo otras.

Como vemos la problemática del lenguaje en relación al marxismo y en ocasiones al

psicoanálisis es muy amplia y difícil de abordar en pocas páginas. Muchos teóricos han

pasado años intentando entender como todas ellas confluyen y que papel juega el

discurso.
BIBLIOGRAFÍA

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