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PROMOCION DISCIPLINA

ESCUELA DE EDUCACION SUPERIOR TECNICO


PROFESIONAL PNP-PP

DIRECCIÓN EJECUTIVA
DE EDUCACIÓN Y EESTP-PNP-PP
DOCTRINA PNP. UNIACA-PNP

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
CURSO:

PSICOLOGIA DEL DELINCUENTE

CATEDRATICO:

CMDTE PS.PNP, MAGALLANES APOLAYA, IRMA

SECCION: I TIS

ALUMNOS PNP:
Nº DE NOTAS
ORDE GRADO APELLIDOS Y NOMBRES
ELAB. SUST. PROM
N
31
32

33

34
35

LIMA – PERU
2014

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PÁGINA 1


PROMOCION DISCIPLINA

DEDICATORIA

Dedicamos el trabajo a Dios, el que nos


ha dado fortaleza para continuar sobre
todo problema.

De igual forma, a nuestros Padres, se


les agradece por el cariño y
comprensión, a quienes les debemos
los hábitos y valores que nos ayudan a
salir adelante.
A nuestra profesora, por su apoyo,
sabiduría que nos transmite en el
desarrollo de nuestra formación
profesional en la ETS PNP PP.

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PÁGINA 2


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INDICE

CARATULA

DEDICATORIA ii

INTRODUCCION 4

CAPITULO I

I. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD 5

1.1 Definición de la personalidad 6

1.2 Definición de carácter 7

II. TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD 18

III. INTRODUCCION A LOS TRASTORNOS DE LA 11


PERSONALIDAD
A. Características diagnosticas 13

B. Procedimiento de tipificación 13

C. Síntomas dependientes de la cultura la edad y el 14


sexo.

IV. ESTADÍSTICA DE LOS TRASTORNOS DE LA 18


PERSONALIDAD

V. CONCEPTUALIZACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE


LA PERSONALIDAD Y SU RELACIÓN CON LA
DELINCUENCIA. 20

RECOMENDACIONES 29
CONCLUSIONES 31
BIBLIOGRAFÍA 33
ANEXO 34

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INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo trataremos sobre los Trastornos de


Personalidad, que han sido descritos como patrones estables e
inflexibles de experiencias internas y conductas des adaptativas, que se
asocian de forma significativa a múltiples dificultades para responder
adecuadamente a las demandas del entorno. Las características más
destacadas de los trastornos de personalidad son su inicio temprano
(adolescencia o principio de la edad adulta), estabilidad y cronicidad de
sus manifestaciones, y afectación de todos los ámbitos de la vida del
sujeto (personal, familiar, social, académico y laboral).

En la última década se ha producido un avance considerable en la


comprensión y tratamiento de los trastornos de personalidad. Este
progreso ha sido gracias a los múltiples estudios realizados desde
distintas disciplinas, como la psiquiatría, la psicología de la personalidad,
la psicología cognitiva, la genética y la psicología evolutiva.

Cualquier tipo de manifestación esencial de un trastorno de la


personalidad se pueda distinguir como es un patrón duradero de
conductas y experiencias internas, que se desvía marcadamente de lo
que culturalmente se espera del individuo, y que va más allá de lo
habitual en la mayoría de las personas. Es de suma importancia que se
tenga encuentra que los sujetos con trastornos de la personalidad
generalmente no son conscientes de que su comportamiento o sus
patrones de pensamiento son inapropiados, por lo contrario a menudo
creen que sus patrones son normales y correctos.

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Los sujetos con trastornos de la personalidad son tan rígidos que


no pueden adaptarse a la realidad, lo cual debilita su capacidad
operacional. Las expectativa de desarrollar un trastorno de la
personalidad a lo largo de la vida está en torno al 5% y la prevalecía, es
decir, el número de casos encontrados oscila entre el 10.3% y el 13%.

El origen de los trastornos de la personalidad continua siendo


desconocido. No obstante, en la actualidad existe gran consenso a la
hora de afirmar que la personalidad se desarrolla a partir de la
interacción de un conjunto de disposiciones hereditarias y de influencias
ambientales.

Es necesario realizar más investigaciones para aclarar los factores


psicológicos y biológicos que causan el trastorno de la personalidad.

El presente trabajo monográfico consta de II capítulo: El primero


constituidos por la definición de la personalidad, teorías, características,
síntomas, estadística etc. Como II capitulo tenemos las
recomendaciones y conclusiones. Finalmente tenemos las referencias
bibliográficas y anexos.

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CAPITULO I

I. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

Un trastorno de la personalidad es un patrón permanente e


inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta
acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su
origen en la adolescencia o inicio de la edad adulta, es estable a lo largo
del tiempo y comporta malestar o perjuicios para el sujeto y los que
están a su alrededor.
Está claro que no podemos hablar sobre los trastornos de la
personalidad, si es que no tenemos en claro conceptos básicos como
¿Qué es la personalidad? , ¿El carácter?, entre otros.

1.1 DEFINICIÓN DE LA PERSONALIDAD

La personalidad es la peculiar estructura interior, constante y propia de


cada uno, conforme a la cual se organiza todo ser.

 Según otra definición, la personalidad es el conjunto de rasgos


físicos, intelectuales, afectivos, volitivos, morales de un
individuo en constante interacción de unos con otros, es decir,
organizados en una unidad o sistema.
 Según otra, la personalidad es la peculiar estructura
psicobiológica-parcial de cada uno.

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II. TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

A. TEORÍA PSICOANALÍTICA DE FREUD


Esta teoría fue formulada por el psiquiatra austriaco Sigmund Freud
(1856- 1939), quién atribuyo a los factores inconscientes una
importancia decisiva en la determinación de la conducta humana.
Según esta teoría en la personalidad se distinguen tres planos que
interactúan dinámicamente entre ellos. Tales son:

1. El Inconsciente:
Es también llamado “Ello” o “Id” constituido por lo impulsos
instintivos cuya fuerza fundamental es la libido o impulso al placer
(satisfacción de las necesidades biológicas y de evitación del
dolor).
2. El Consciente:
Es también llamado “Yo” o “Ego”, donde imperan la razón, el
lenguaje y la lógica. Se va desarrollando en contacto con el
ambiente social, representando en primer lugar por los padres.
Aquí actúa el “Principio de realidad”, es decir la acción del
ambiente sobre la mente del sujeto.

3. El Yo Ideal:
Es llamado “Súper Ego”, constituido por la moral, las leyes, los
modelos, los consejos y también las represiones, las prohibiciones,
los castigos, etc.
La estructura de la personalidad está formada, pues, por el
inconsciente (Id o Ello), el consciente (Yo o Ego); y el Yo Ideal
(Super Ego).

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B. LA TEORÍA TIPOLÓGICA DE JUNG


Esta teoría fue formulada por G. Jung (1875- 1961) tomando en
cuenta la dirección de la actividad personal. Se presentan dos tipos:

1. Extrovertido:
Es el que vive predominantemente orientado hacia fuera, es decir,
hacia el mundo exterior u objetivo. Le gusta la vida social y la
compañía de los demás.
Su manera de pensar, sus sentimientos y sus sentimientos y sus
determinaciones se hallan influencias por lo que predomina en el
mundo social y lo que el sujeto ha percibido por la enseñanza y la
tradición. La vaporización o apreciación de las personas y de las
cosas se encuentran igualmente influenciadas por lo que aprecia
la mayoría de la gente.

2. El Introvertido:
Es el que vive orientado hacia adentro, es decir, hacia su propio
Yo. Es reservado y prefiere la soledad, apareciendo a veces como
egoísta su comportamiento es enteramente personal y, a menudo,
original. Sus decisiones se guían por sus propias ideas, y por este
camino, hasta puede llegar a la arbitrariedad. Sus sentimientos y
su valorización de las personas y de las cosas también son
eminentemente subjetivos, muy propios, sin influencia externa.
Jung considera que la introversión y la extroversión son
disposiciones que existen en todos los individuos y cuando se
presentan dominantes, determinan el respetivo tipo psicológico.

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C. TEORÍA TIPOLÓGICA DE KRETSHMER:

Esta teoría fue formulada por el psiquiatra alemán E. Kretshmer (1888-


1964), quien afirma que existe una relación entre la manera de ser y la
organización corporal; es decir, el comportamiento se relaciona con
determinadas características somáticas. Distinguen tres tipos corporales
básicos:
1. El Pícnico:
Es aquella persona caracterizada por presentar rostro ancho de rostro y
de cuerpo. A él corresponde el temperamento ciclotímico.

 El ciclotímico, se caracteriza por ser: bondadoso,


afectuoso, activo, entusiasta, rápido; alegre y risueño, pero
con súbitos apagamientos; explosivamente colérico, pero sin
rencor, adaptable; franco; expresivo, hablador, sociable,
voluble, práctico, realista; objetivo; con tendencia hacia las
generalizaciones.

2. El Leptósomo:
Se presentan en las personas con apariencia delgada y lineal. Le
corresponde el temperamento esquizotímico.

 El esquizotímico, es sensible, capaz de grandes pasiones,


pero con pocas personas, prudente, tímido, reflexivo; serio,
de humos parejo, pesimista, irritable, rencoroso, negativo,
inadaptable, reservado, retraído, de poco hablar, insociable,
perseverante, idealista, soñador, subjetivo, analítico, ve los
detalles.

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3. El Atlético:
Se presentan en las personas con espaldas amplias, esqueleto
recio y musculatura desarrollada. Le corresponde el temperamento
viscoso.

 El viscoso, se distingue por ser: reposado, pasivo; de afectividad


estable; tenaz; tranquilo; de poco hablar; de escasa imaginación;
de fuerza segura.

D. TEORÍA DE LOS RASGOS DE ALLPORT

Esta teoría fue formulada por el psicólogo Gordon W. Allport. Esta


teoría se señala que la personalidad (estructura psicobio-
espiritual) posee rasgos o características en número ilimitado, las
cuales, se supone, son en su mayor parte comunes en todas las
personas.
Allport clasifica los rasgos en características comunes y
disposiciones personales.

1. Las características comunes, son los rasgos que aparecen en


mayor o menor cantidad en muchas personas, debido a su
naturaleza humana y al hecho de vivir en el mismo ambiente
social y cultural.

2. Las disposiciones personales, en cambio, son rasgos


individuales, es decir propios de un individuo determinado.
Aparecen como únicas y muchas más constantes que las comunes.
Se necesitan varia palabras para designar (o decidir) una
disposición personal.

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3. La disposición Cardinal, es la disposición personal sobresaliente


respecto de la demás disposiciones en un individuo, por lo cual se
puede advertir su conducta.

 EL CARÁCTER
Es el conjunto de rasgos de la personalidad que expresan el modo
o la manera con que cada uno obra, se enfrenta la vida y
reacciona ante ella.
El carácter está constituido por factores físicos (constitución
física): ser robustos, delgados, altos, bajos, las funcione
fisiológicas de la vida vegetativa, respiración, etc., de la vida de
movimiento: (motoricidad o excitabilidad), psíquicos, el
temperamento y otros adquiridos por la educación y la experiencia
personal. Veamos el temperamento.

III. INTRODUCCIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

Los trastorno de personalidades su patrón permanente e inflexible


de experiencia interna y de comportamiento que se aparta
acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su
inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, es estable a lo
largo del tiempo y comporta malestar o prejuicios para el sujeto.

Hay 10 trastornos específicos de la personalidad:


1. Trastorno paranoide de la personalidad:
Es un patrón de desconfianza y suspicacia que hace que se
interpreten maliciosamente las intenciones de los demás.
2. Trastorno esquizoide de la personalidad:
Es un patrón de desconexión de las relaciones sociales y de
restricción de la expresión emocional.
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3. Trastorno esquizotipico de la personalidad:


Es un patrón de malestar intenso en las relaciones personales,
distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del
compartimiento.
4. Trastorno antisocial de la personalidad:
Es un patrón de desprecio y violación de los derechos de los
demás.
5. Trastorno límite de la personalidad:
Es un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, el
auto imagen y los afectos, y de una notable impulsividad.
6. Trastorno histriónica de la personalidad:
Es un patrón de emotividad excesiva y demanda de atención.
7. Trastorno narcisista de la personalidad:
Es patrón de grandiosidad, necesidad de admiración y la falta de
empatía.
8. Trastorno de la personalidad por evitación:
Por evitaciones un patrón de inhibición social, sentimientos de
incompetencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa
9. Trastorno de la personalidad por dependencia:
Es un patrón de comportamiento sumiso y pegajoso relacionado
con una excesiva necesidad de ser cuidado.
10. Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad:
Es un patrón de preocupación por el orden el perfeccionismo y el
control

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A. CARACTERÍSTICAS DIAGNÓSTICAS
La característica principal de un trastorno de la personalidad es un
patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se
ase aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto y
que se manifiesta en al menos dos de las siguientes áreas cognoscitiva,
afectiva de la actividad interpersonal o del control de los impulsos.
El diagnostico de los trastornos de la personalidad requiere una
evaluación de los patrones de actividad del sujeto a largo plazo, y las
características particulares de la personalidad han de estar presentes
desde el principio de la edad adulta.
El clínico tiene que valorar la estabilidad de los rasgos de la personalidad
a lo largo del tiempo y en situaciones diferentes. La evaluación también
puede verse complicada por el hecho de que las características que
define un trastorno de la personalidad en ocasiones no son consideradas
problemáticas por el sujeto (por ejemplo, los rasgos son a menudo
considerados ego sintónicos) para ayudar a salvar esta dificultad, es útil
la información aportada por otros observadores.

B. PROCEDIMIENTO DE TIPIFICACIÓN
Los trastornos de la personalidad se codifican en el eje II. Cuando
(como suele ocurrir) el patrón de comportamiento de individuo cumple
los criterios para más de un trastorno de la personalidad, el clínico debe
hacer constar todos los diagnosticaos de los trastornos de la
personalidad .Eje I no es el diagnostico principal o el motivo de consulta,
se insta al clínico a que indique que trastorno de la personalidad es el
diagnostico principal o el motivo de consulta, anotando entre paréntesis
“diagnostico principal” o “motivo de consulta”. En la mayoría de los
casos el diagnostico principal o el motivo de consulta. También es el
objetivo principal de atención o de tratamiento.

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C. SÍNTOMAS DEPENDIENTES DE LA CULTURA, LA EDAD Y EL


SEXO

Para diagnosticar un trastorno de la personalidad en un sujeto de menos


de 18 años, las características deben haber estado presente durante al
menos 1 año. La única excepción es el trastorno antisocial de la
personalidad, que no se puede diagnosticar antes de los 18 años
aunque, por definición, un trastorno de la personalidad requiere un inicio
q no sea posterior al principio de la edad adulta, puede suceder que los
sujetos no sean objetos de atención clínica hasta una edad más
avanzada.
Sin embargo, la aparición de un cambio de la personalidad en la edad
media de la vida exige una evaluación completa para establecer la
posible presencia de cambios de la personalidad debidos a una
enfermedad médica o a un trastorno relacionado con sustancia

 CURSO
Las características de un trastorno de la personalidad suele hacerse
reconocible durante la adolescencia o al principio de la edad adulta. Por
definición, un trastorno de la personalidad es un patrón persistente de
formas de pensar, sentir y comportarse que es relativamente estable a
lo largo del tiempo.

 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Muchos de los criterios específicos para los trastornos de la personalidad
describen características (Por ejemplo, suspicacia, dependencia,
insensibilidad) que también son típicas de los episodios de los trastornos
mentales del Eje I.
El clínico tiene que ser prudente en el diagnóstico de trastornos de la
personalidad durante un episodio de un trastorno del estado de ánimo o
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un trastorno de ansiedad, porque estos estados pueden tener


características sintomáticas trasversales que se asemejen a los rasgos
de personalidad y pueden hacer más difícil evaluar retrospectivamente
los patrones de funcionamiento del sujeto a lo largo plazo. Cuando los
cambios de personalidad surge y persisten después de que el sujeto
haya estado expuesto a un estrés extremo, hay que tomar en
consideración el diagnostico de un trastorno por estrés postraumático.
Cuando una persona tiene un trastorno relacionado con sustancias es
importante que no se realice un diagnóstico de trastorno de la
personalidad que se base únicamente en compartimientos que son
consecuencias de la intoxicación por o la abstinencia de la sustancias, o
que estén asociadas a las actividades destinadas a mantener la
dependencia (p. Ej., el comportamiento antisocial).

 CRITERIOS DIAGNÓSTICOS GENERALES PARA UN


TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD
A. Un patrón permanente de experiencia interna y de
comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas
de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más)
de las áreas siguiente:

1. Cognición (por ejemplo, formas de percibir e interpretarse a uno


mismo, a los demás y a los acontecimientos)
2. Afectividad (por ejemplo, la gama, intensidad, labilidad y
adecuación de la respuesta emocional).
3. Actividad interpersonal
4. Control de los impulsos.
B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia
gama de situaciones personales y sociales.

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C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo


o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la
actividad del individuo.
D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remota al
menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta.
E. El patrón es atribuible a una manifestación o a una consecuencia
de otro trastorno mental.
F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos
directos de una sustancia (Por ejemplo, una droga, un
medicamento) ni a una enfermedad médica (por ejemplo,
traumatismo craneal).

 MODELOS DIMENSIONALES PARA LOS TRASTORNOS DE LA


PERSONALIDAD
Una alternativa al enfoque categorías es la perspectiva dimensional de
que los trastornos de la personalidad representa variantes
desadaptativas de los rasgos de personalidad que se imbrican
imperceptiblemente con la normalidad y entre ellos mismos. Ha habido
muchos intentos diferentes de identificar las dimensiones fundamentales
que subyacen a la totalidad del campo del funcionamiento normal y
patológico de la personalidad. Un modelo consiste en las cincos
dimensiones siguientes:
1. Neuroticismo
2. Introversión versus extraversión
3. Rechazo o disponibilidad para experimentar
4. Hospitalidad versus amabilidad
5. Escrupulosidad

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Los trastornos de la personalidad se caracterizan por patrones de


percepción, reacción y relación que son relativamente fijos, inflexibles y
socialmente desadaptados, incluyendo una variedad de situaciones.

Cada uno tiene patrones característicos de percepción y de relación


con otras personas y situaciones (rasgos personales). Dicho de otro
modo, toda la gente tiende a enfrentarse a las situaciones estresantes
con un estilo individual pero repetitivo. Por ejemplo, algunas personas
tienden a responder siempre a una situación problemática buscando la
ayuda de otros. Otras siempre asumen que pueden manejar los
problemas por sí mismas. Algunas personas minimizan los problemas,
otras los exageran.

Aunque la gente tiende a responder siempre del mismo modo a


una situación difícil, la mayoría es propensa a intentar otro camino si la
primera respuesta es ineficaz. En contraste, las personas con trastornos
de la personalidad son tan rígidas que no pueden adaptarse a la
realidad, lo cual debilita su capacidad operacional. Sus patrones
desadaptados de pensamiento y comportamiento se hacen evidentes al
principio de la edad adulta, frecuentemente antes, y tienden a durar
toda la vida. Son personas propensas a tener problemas en sus
relaciones sociales e interpersonales y en el trabajo.
Las personas con trastornos de la personalidad generalmente no son
conscientes de que su comportamiento o sus patrones de pensamiento
son inapropiados; por el contrario, a menudo creen que sus patrones
son normales y correctos.
Con frecuencia, los familiares o los asistentes sociales los envían a
recibir ayuda psiquiátrica porque su comportamiento inadecuado causa
dificultades a los demás. En cambio, la gente con trastornos por
ansiedad se causa problemas a sí misma pero no a otros. Cuando las
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personas con trastornos de la personalidad buscan ayuda por sí mismas


(frecuentemente, a causa de frustraciones), tienden a creer que sus
problemas están causados por otras personas o por una situación
particularmente dificultosa.

IV. ESTADISTICA DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD:

Dentro de los porcentajes de la población que sufren de trastornos


de la personalidad encontramos las siguientes estadísticas:

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V. CONCEPTUALIZACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA


PERSONALIDAD Y SU RELACIÓN CON LA DELINCUENCIA

Con frecuencia se ha considerado que la conducta delictiva es una


expresión o reflejo de la psicopatología particular del delincuente (en el
caso de evidenciarse algún tipo de anomalía o alteración psíquica), y
posiblemente el estudio y análisis de la conducta delictiva revelará
aspectos de la personalidad del encausado. Sin embargo, conocer el
motivo de la conducta punible precisa de un estudio más exhaustivo
donde será preciso recabar información sobre su biografía, rasgos de
personalidad, antecedentes penales, esfera social, cultural, familiar,
etc.…En cualquier caso, para poder discernir acerca de si efectivamente
los trastornos de la personalidad (TP) influyen de algún modo en la
conducta criminal y si por consiguiente pueden tener implicaciones
legales en la valoración de la responsabilidad penal del delincuente, es
preciso, en primer lugar, saber de qué hablamos cuando nos referimos a
“trastornos de la personalidad”. El concepto “trastornos de la
personalidad” ha sufrido una clara evolución.

Kraepelin fue el primer autor que, en 1907, aportó una concepción


clínica de los trastornos de la personalidad (“psicopatías”) cuando creó
la denominación “personalidad psicopática” y la diferenció de las psicosis
(Velasco, 1995; Jiménez, 2006). Schneider (1923) definió los trastornos
de la personalidad (“psicopatías” o “caracteropías”, como
tradicionalmente se denominaban) como “personalidades anormales que
por su anormalidad sufren o hacen sufrir”, así como entidades
patológicas diferenciadas y delimitadas entre sí (constituyendo el
antecedente de la clasificación categorial vigente en la actualidad).
García-Andrade indica que los trastornos de la personalidad difieren de
otros trastornos en el hecho de que las manifestaciones psicopatológicas
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no se presentan en forma de alteraciones burdamente regresivas en la


conducta, el afecto o el pensamiento, como en las psicosis, ni en forma
de defensas psicológicas físicas y exageradas que caracterizan al
neurótico. El trastorno tampoco se presenta en forma de síntomas
somáticos que expresan angustia u otro afecto, a través de una
alteración en las funciones psicofisiológicas.

La teoría de Millon (1998) supuso un importante avance en el


estudio de los trastornos de la personalidad. Dentro de este modelo la
“normalidad” y la “patología” se entienden como conceptos relativos
situados dentro de un continuo, no como categorías categoriales
discretas (como aparecen actualmente descritas en las nosologías
vigentes).

Atendiendo a Millon, la personalidad normal y la patológica


comparten los mismos principios y mecanismos de desarrollo; las
personalidades del mismo tipo, sean normales o patológicas son
esencialmente las mismas en cuanto a los rasgos básicos que la
componen, si bien la diferencia estriba en la capacidad de adaptación al
medio. La personalidad con trastornos evidencian déficit en su
adaptación a su entorno, muestran conductas mucho más rígidas y muy
poco adaptativas. De este modo, se entiende por “personalidad normal”
los estilos distintivos de adaptación que resultan eficaces en entornos
normales, mientras que los trastornos de la personalidad son estilos de
funcionamiento inadaptados, que pueden atribuirse a deficiencias,
desequilibrios o conflictos en la capacidad para relacionarse con el medio
habitual.
Las actuales nosologías diagnósticas (DSM-IV-TR, CIE-10)
describen las características de los trastornos de la personalidad (véase
tabla 1.1), haciendo prevalecer una clasificación categorial frente a la
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recomendación dimensional propuesta por autores como Millon (aunque,


como se verá más adelante, las últimas revisiones y propuestas
diagnósticas avanzan hacia una concepción dimensional de estos
trastornos).

Según la definición propuesta por la Asociación Americana de


Psiquiatría (APA, 2002), y tal y como se recoge en el manual diagnóstico
DSM-IV-TR, “un trastorno de personalidad es un patrón permanente e
inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta
acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su
inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, es estable a lo
largo del tiempo y comporta malestar o perjuicios para el sujeto”. De
modo similar, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1992) incluye
los trastornos de la personalidad en su clasificación de enfermedades
mentales (CIE-10) y los describe como “diversas alteraciones y modos
de comportamiento que tienen relevancia clínica por sí mismos, que
tienden a ser persistentes y son la expresión de un estilo de vida y de la
manera característica que el individuo tiene de relacionarse consigo
mismo y con los demás. Algunas de estas alteraciones y modos de
comportamiento aparecen en estadios precoces del desarrollo del
individuo, como resultado tanto de factores constitucionales como de
experiencias vividas, mientras que otros se adquieren más tarde a lo
largo de la vida.

Estos tipos de trastornos abarcan formas de comportamiento


duraderas y profundamente arraigadas en el enfermo, que se
manifiestan como modalidades estables de respuestas a un amplio
espectro de situaciones individuales y sociales. Representan
desviaciones extremas, o al menos significativas, del modo como el
individuo normal de una cultura determinada percibe, piensa, siente y,
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sobre todo, se relaciona con los demás. Estas formas de


comportamiento tienden a ser estables y a abarcar aspectos múltiples
de las funciones psicológicas y del comportamiento. Con frecuencia,
aunque no siempre, se acompañan de grados variables de tensión
subjetiva y de dificultades de adaptación social”. Debe caerse en la
cuenta que, además de las convergencias diagnósticas, las
clasificaciones realizadas por la APA y por la OMS también reflejan
algunas diferencias de interés (véase tabla 1.2.). Así, por ejemplo, la
CIE-10 subdivide en dos el trastorno límite de la personalidad, no
incluye el trastorno narcisista de la personalidad y encuadra el trastorno
esquizotípico de la personalidad dentro del grupo de las psicosis (por lo
que un individuo podría recibir diferentes diagnósticos, pronósticos y
propuestas de intervención atendiendo a la nosología de referencia). Es
importante destacar que la propia caracterización de los trastornos de la
personalidad recogida en las clasificaciones diagnósticas vigentes,
avanza que los individuos que los padecen pueden entrar en conflicto
con la normativa social (ej. “se aparta acusadamente de las
expectativas de la cultura del sujeto”; “la forma de comportamiento
anormal es duradera, de larga evolución y no se limita a episodios
concretos de enfermedad mental”). Tal y como señala Mesa (1999), el
patrón de conducta inadaptada que manifiestan estas personas y que
afecta a toda su personalidad hace que el individuo sufra y/o que haga
sufrir a los demás, existiendo habitualmente un rechazo de estas
personas hacia la sociedad y sus normas o viceversa. Parece factible que
si interpretamos la conducta delictiva como un signo de dificultad para
adaptarse al entorno se pueda aventurar que las personas con TP, por
sus propias características psicopatológicas, puedan detectarse
fácilmente en la población forense.

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PÁGINA 23


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En una reciente investigación llevada a cabo desde la Universidad


de Jaén (Cano, Ribes y Contreras, 2008) se analizaron todas las
sentencias del Tribunal Supremo emitidas desde la entrada en vigor del
Código Penal de 1995 hasta marzo de 2006 (N = 1783 sentencias). Tras
el análisis descriptivo efectuado por las investigadoras, observaron que
el grupo más frecuente de alteraciones psicológicas entre los acusados
son los trastornos relacionados con sustancias (60.81%), y en segundo
lugar los trastornos de la personalidad (11.72%).

Se incluyeron en el grupo de trastornos de la personalidad no sólo


los trastornos tipificados según nosología vigente, sino también la
alusión a rasgos patológicos de la personalidad, clasificándolos en dos
grupos cuyo criterio distintivo parece responder a estrategias de
afrontamiento activas o pasivas: rasgos de personalidad 1: paranoide,
histriónico, hipomaníaco, antisocial, obsesivo – compulsivo, ansioso,
límite, sus impulsos llevan al abuso de menores, esquizoide, psicopático,
epiléptico, neurótico, con ansiedad fóbica, hipercinético, agresivo,
violento con impulsos agresivos; y rasgos de personalidad 2: infantil,
influenciable, dependiente, sumiso, inseguro, impulsivo, con necesidad
de admiración, con baja tolerancia al rechazo y con labilidad emocional.
Finalmente, las autoras determinaron que, entre el grupo de trastornos
de la personalidad, el mayor porcentaje lo tienen los rasgos de
personalidad 1 (2.87%); en segundo lugar el trastorno antisocial de la
personalidad y el trastorno de la personalidad no especificado (2.23%);
en tercer lugar los rasgos de la personalidad 2 (1.82%). Si bien el hecho
de haber admitido en el grupo de trastornos de la personalidad un
amplísimo abanico de posibilidades diagnósticas no tipificadas limita
mucho la posibilidad de hablar de características delictivas propias y/o
las repercusiones forenses de los trastornos de la personalidad, sí

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PÁGINA 24


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permite entrever la relevancia del estudio de los rasgos patológicos de la


personalidad y su implicación delictiva.

Pero tanto en el caso de los trastornos de la personalidad como en


el resto de cuadros psicopatológicos recogidos en las nosologías
vigentes, nunca debe asociarse el mero hecho de padecerlos con
presuponerles una predisposición delictiva o unas implicaciones legales
determinadas. Tal y como advierte la American Psychiatric Association
(APA) respecto al uso del manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (DSM-IV-TR, 2002), es arriesgado utilizar a ciegas
la nosología psicopatológica dentro del ámbito jurídico debido a las
discrepancias existentes entre las cuestiones legales y el tipo de
información contenida en el diagnóstico de un trastorno mental. Enfatiza
que el hecho de que un individuo cumpla criterios para el diagnóstico de
un trastorno mental, no conlleva implicación alguna respecto al grado de
control que pueda tener sobre los comportamientos asociados al
trastorno. E incluso cuando la falta de control sobre el comportamiento
sea uno de los síntomas del trastorno, ello no supone que el individuo
diagnosticado como tal sea (o fue) capaz de controlarse en un momento
determinado.

La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) señala que para


determinar si un individuo cumple un criterio legal específico (ej.
competencia, responsabilidad criminal, intencionalidad o discapacidad)
se requiere información adicional, más allá de la contenida en el DSM-
IV: debe incluir información sobre el deterioro funcional de la persona y
cómo este deterioro afecta las capacidades particulares en cuestión.
Desde la Psicología es preciso ahondar en el conocimiento de los
Trastornos de Personalidad (aspectos cognitivos, emocionales,
motivacionales, relacionales y adaptación funcional), para entender
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PROMOCION DISCIPLINA

mejor el modo en el que pueden irrumpir o entrar en conflicto con el


sistema legal. De este modo, se podrá participar en un mejor ejercicio
del Derecho. La Psicología Jurídica, en general, y la psicología forense en
particular, estudia aquellos fenómenos psicológicos, conductuales y
relacionales que inciden en el comportamiento de las personas ante la
Ley. Como se señalaba previamente, los trastornos de la personalidad
introducen en su propia definición criterios susceptibles de traducirse en
repercusiones legales, convirtiéndolos en un importante objeto de
estudio para los profesionales de la Psicología Jurídica. Pero sin duda
alguna, debe evitarse caer en el error de equiparar trastornos de
personalidad con delincuencia: ni todo aquel que delinque estará
afectado de un trastorno de personalidad, ni todo sujeto diagnosticado
con uno de estos cuadros se verá implicado en problemas legales.
Precisamente el correcto conocimiento de los trastornos de la
personalidad permite tener clara esta distinción.

En completo acuerdo con las reflexiones efectuadas por Esbec y


Echeburúa (2010) al respecto de la asociación entre trastornos de la
personalidad y violencia: 1) la mayoría de las personas con TP no son
violentas ni lo han sido nunca; 2) muchas personalidades anormales son
más bien víctimas propiciatorias que delincuentes; 3) ningún TP está
asociado necesariamente a conductas violentas de forma permanente; y
4) desde un planteamiento dinámico y motivacional, un TP no explica
por sí solo la conducta violenta. Asimismo, estos mismos autores
plantean tres aspectos fundamentales que entran en juego en la
asociación entre TP y violencia: 1) los TP son habitualmente
egosintónicos; 2) los TP muestran comorbilidad con otros trastornos del
Eje I o del Eje II; y 3) la violencia y el riesgo de violencia están
asociados con frecuencia al abuso de drogas.

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PROMOCION DISCIPLINA

La confusión terminológica existente en el ámbito del Derecho


respecto a lo Trastornos de la Personalidad ha contribuido a que en
ocasiones se equiparen los distintos cuadros psicopatológicos que se
engloban dentro y a que no se valoren adecuadamente las implicaciones
forenses de cada uno de ellos. Es frecuente leer libros, artículos y
jurisprudencia donde los distintos trastornos parecen englobarse en un
único cuadro psicopatológico, y además, a menudo refiriéndose a éste
con la expresión “psicopatías”, sin diferenciarse las características
propias de cada uno de ellos.
En este sentido, puede leerse en una publicación de Jiménez y
Fonseca (2006): “las psicopatías o trastornos de la personalidad, como
prefiere denominarlos actualmente la doctrina especializada…”
(añadiendo una nota al pie indicando: “en este trabajo se denominarán
de una forma u otra indistintamente”). Del mismo modo, un artículo
publicado recientemente por Tirado-Álvarez (2010) en una revista
colombiana y dirigido a valorar la procedencia de adoptar “una sanción
penal especial para ser impuesta al sujeto que padece un trastorno
antisocial de la personalidad”, utiliza indistintamente – y así lo indica
expresamente – los términos “trastorno antisocial de la personalidad” y
“psicopatía”.
Tal y como era esperable, el artículo incide en la ausencia de
posibilidades terapéuticas y rehabilitadoras del trastorno antisocial (al
describirlo con las características típicas de la psicopatía), y a partir de
ahí se desarrollan los argumentos para considerar que este trastorno
precisa una sanción penal especial (agravada).
El término “psicopatía” no es un término recogido en los actuales
manuales diagnósticos de las enfermedades mentales, sino que
representa una entidad compleja que incluye rasgos caracteriales,
emocionales y conductuales propios. Si bien es cierto que el término
“psicopatía” frecuentemente es equiparado con el trastorno antisocial de
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PROMOCION DISCIPLINA

personalidad (DSM-IV-TR) o trastorno disocial (CIE-10), no todos los


individuos con dicho trastorno cumplen los criterios establecidos a través
del PCL-R de Hare4 para el diagnóstico de la psicopatía y mucho menos
aún este término puede englobar el conjunto de cuadros comprendidos
dentro de los llamados Trastornos de Personalidad.

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PROMOCION DISCIPLINA

RECOMENDACIONES
En muchas ocasiones, son los familiares o personas allegadas las
que buscan en internet información sobre el comportamiento
desconcertante de sus seres queridos, a veces con alguna idea y en
otras ocasiones empezando desde cero. Este sentimiento de
desconcierto es mucho mayor cuando el interesado ha acudido ya a
algún profesional no especializado en trastornos de la personalidad, y se
ha iniciado un proceso de peregrinación por el que se acude a
numerosos psicólogos y psiquiatras sin que atinen a dar con diagnóstico
y del tratamiento. A veces, los pacientes acuden al profesional
especializado ya totalmente graves y con poca confianza en psicólogos y
psiquiatras, algo que dificulta bastante las terapias pero que puede
combatirse mostrando conocimiento del problema y un entendimiento
adecuado de la persona, algo que no suele suceder en profesionales no
especializados en trastornos de la personalidad.

Se recomienda a los familiares es que den a conocer a su ser


querido que se ponga en manos de un profesional especializado en
trastornos de la personalidad, porque es el que sabrá comprenderle y
manejar las muchas veces complicadas situaciones que se plantean en
las terapias. Pero, al final, será el interesado el que deberá decidir si se
pone en tratamiento o no, lo que nunca se debe hacer es forzar la
situación porque, aparte de ser inútil (el paciente viene sin ninguna
motivación y la mejora, por tanto, es imposible) sólo provocará que el
individuo se encabezone y afiance su postura de no querer recibir
tratamiento.

Por lo demás, según el tipo de problema procederán unas


recomendaciones u otras por los especialistas. En líneas generales, se

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PROMOCION DISCIPLINA

puede decir que lo mejor es que los familiares o allegados no intenten


hacer de terapeutas y dejen este trabajo a los profesionales. A veces, no
hay nada peor que tener siempre los problemas en las conversaciones,
produciendo una sensación de continua negatividad que no ayuda en
nada.

En caso de que se trate de individuos con tendencias agresivas, no


hay por qué aguantar con resignación su hostilidad. Sí se debe intentar
evitar responder igualmente con agresividad porque entonces estamos
favoreciendo la creación de un círculo vicioso, pero esto no significa que
haya que encogerse de hombros. Se puede responder con firmeza sin
necesidad de perder los papeles. Esto es importante porque es
relativamente fácil mantener relaciones desequilibradas con estos
individuos, bien de sumisión, bien de miedo, etc. Estas pautas no sólo
no mejoran el trastorno de personalidad de estos sujetos, sino que
perjudica enormemente a los individuos que las llevan a cabo porque
terminan requiriendo ayuda profesional y pasando un auténtico calvario.

En las patologías de la personalidad en las que exista un alto


componente de miedo, inhibición o baja autoestima es muy importante
dar confianza a estas personas, es decir, no seguir su tendencia a la
minusvaloración considerándoles poco capacitados o poco
independientes. Por mucho que nos lo solicite, tendremos que evitar
solucionarles continuamente la vida porque, lejos de hacerles un favor,
estamos incidiendo más en su problemática.

En cualquier caso, lo más adecuado es solicitar consejo al


profesional para que asesore en cuanto a la mejor manera de tratar al
ser querido. Esto suele producir un gran alivio en familiares y allegados
porque no se sienten tan solos o desconcertados.
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PROMOCION DISCIPLINA

CONCLUSIONES

Llegamos a la conclusión con respecto a los trastornos de la


personalidad, encontramos que estos son más frecuentes en la
población de lo que se creen, ya que estos se presentan sin mostrar
demasiado evidencia como en los demás casos de problemas
psicológicos.

A lo largo de muchas décadas, aquellos involucrados en el terreno


de la salud mental han tratado de dar respuesta a preguntas tan
sencillas como, donde se traza la línea imaginaria entre una
personalidad sana o funcional o una personalidad enferma o
disfuncional.

La personalidad en términos utilizados ampliamente no solo por


médicos y psiquiatras si no por el común de la gente, cada uno
utilizando según la convivencia de lo que quiere expresar; En este
sentido la definición que cuenta con la mayor aceptación es aquella que
determina a la personalidad como un “patrón persistente de las
experiencias internas y del comportamiento que dictan las respuestas de
un individuo.

La observación de la estimación de la frecuencia de estos


trastornos en nuestra comunidad indica un grave problema de salud en
términos absolutos, probablemente mayor del que se creía, pero de
magnitud similar al descrito en otras poblaciones de características
parecidas.

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PROMOCION DISCIPLINA

Las estimaciones de la incidencia en 1999 (23,5 casos por cada


100.000 habitantes en población general y 37,8 por cada 100.000
habitantes si se considera la población atendida por los equipos de salud
mental más joven), parece indicar que la posible prevalecía de estos
trastornos está por encima de las cifras que se han venido manejando
(entre 0,1% y 1% para AN y entre el 1% y el 3% para la BN). No
obstante la variabilidad en métodos de trabajo y poblaciones estudiadas
no permite concluir nada a cerca del lugar q ocupa castilla y león en
relación con otras comunidades autónomas u otros países occidentales
de nuestro entorno.

Los trastornos de la personalidad representan exacerbaciones


desadaptativas e inflexibles de los rasgos individuales, que tienen su
reflejo en la cognición, emoción, motivación, relaciones y conductas de
los individuos que los padecen.

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PROMOCION DISCIPLINA

BIBLIIOGRAFIA

1. Roel, P.D. (2007). Abuso de sustancias. En Skodol y Bender: Tratado de


los trastornos de la personalidad, pp. 463-476. Elsevier Masson:
Barcelona.

2. Rodríguez, A., López, J.M. y Andrés-Pueyo, A. (2002). Personalidad y


comportamiento penitenciario. Psicothema, vol. 14 (supl.).
Vidal Palmer, L.E., Acosta González, M. y Galindo, M.C. (2004).
Trastornos de

3. personalidad y su relación con la violencia. Revista del Hospital


Psiquiátrico de la Habana (documento electrónico). Disponible en:
http://www.bvsde.paho.org/bvsacd/cd26/hph02604.pdf

4. Pierre Pichot. DSM-IV. Manual Diagnóstico y Estadístico de los


Trastornos Mentales. Psicopatología CIE-10. OMS.

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6. http://db.doyma.es/cgibin/wdbcgi.exe/doyma/mrevista.go_fulltext_o_re
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7. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000939.htm

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ANEXO

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