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Juez.
Oración. ¡Oh! Divino y Justo Juez, nacedor del cielo y tierra. Rey de Reyes
sin igual, Juez de suprema virtud que a las almas dáis salud, con tu poder
paternal.
¡Oh! Señor Redentor mío, Salvador del Universo, por vuestro infinito amor
defiéndeme del adverso, vos me guiaréis, sois mi luz, mi protector y mi
gloria, por vuestro infinito amor defiéndeme en toda hora.
El Padre me libre,
el Hijo me guarde,
el Espíritu Santo me acompañe
y por mi hable.
Amén Jesús.
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¡Oh! Cruz santa y preciosa, por mí tantos tiempos buscada, tantas veces
deseada, con ardiente afecto solicitada, y ya con grande gloria para mí
preparada ¡Ven descanso mío, alivio único de mis abrasadas ansias, fin
glorioso de mis tormentos, dolores y fatigas, principio de mi gloria, centro
de mi reino, triunfo de mis victorias, insignia de mis capitanes y estandarte
real de mis ejércitos! Ven ahora a mis brazos amada mía, y luego me
recibirás en los tuyos, descansa tú ahora en mí que luego descansaré y
dormiré en ti.
Con ésta santa oración se libró el Papa Pío IX, cuando lo fue a asesinar el
impío Víctor Manuel agregando estas palabras, dijo:
Señor, enemigos veo, me quieren asesinar,
alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.
Todo aquel que la cargue bajo de buena intención, se verá libre y vencedor
de todos sus enemigos, se hará invisible a la vista de malos perseguidores
y vencerá fácilmente a todos los malhechores.
Es tan linda esta oración que todo aquel que la carga se hace invisible a la
vista de todos sus enemigos, si la reza en los peligros es libre de todos
ellos.
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Oración de la Magnífica.
Amen.
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo.
Como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos
de los siglos santos. Amen.