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El control durante los períodos dilatante y expulsivo tiene como objetivo

esencial la observación permanente de la parturienta, respetando la evolución


espontánea, pero atentos a diagnosticar precozmente las desviaciones de los
límites fisiológicos para actuar en consecuencia. Inicialmente se practicará un
examen clínico general y se registrarán los signos vitales, en particular:

 Temperatura corporal.
 Presión arterial.
 Características del pulso radial

A continuación se interrogará sobre el horario de comienzo y la progresión de


las contracciones uterinas y si hubo pérdidas sanguíneas o de líquidos por la
rotura de las membranas ovulares.

Luego se procederá a la palpación del abdomen para establecer la ubicación


fetal mediante las maniobras de Leopold y el tono uterino, así como la
frecuencia, la duración y la intensidad de las contracciones.

La auscultación con el estetoscopio de Pinard o mediante efecto Doppler


informará sobre la presencia y el foco máximo de los latidos fetales, su
frecuencia basal entre contracciones y durante e inmediatamente después de
estas.

El tacto vaginal permitirá reconocer las siguientes características:

 Amplitud y elasticidad del periné, la vulva y la vagina.


 Posición, grado de consistencia, borramiento y dilatación del cuello
uterino.
 Grado de desplegamiento del segmento inferior.
 Integridad o no de la bolsa de las aguas.
 Tipo de presentación y lo referente a actitud, posición, variedad y
descenso en relación con los planos de Hodge.
 Reconocimiento de la pelvis ósea, en particular del ángulo subpubiano y
la medida del diámetro promontopubiano mínimo.
 Presencia de meconio o sangre en el guante al retirarlo.

Los tactos vaginales deberán ser:

 Los menos posibles.


 Con previo lavado y antisepsia de los genitales.
 Con lavado de manos del operador y utilización de guantes y lubricantes
esterilizados.
 Resguardando el pudor de la paciente.

Hoy en día se ha abandonado la práctica sistemática de un enema evacuante,


y el rasurado se restringirá al área que rodea la horquilla vulvar por si se
requiere hacer una episiotomía.

Se solicitará a la paciente que orine, y de no hacerlo en cantidad suficiente,


comprobable por la formación de un globo vesical, se procederá al cateterismo,
con las mismas precauciones que para el tacto vaginal.

Estudios observacionales y aleatorizados controlados han demostrado que las


admisiones en el centro obstétrico durante la fase latente del período dilatante
se asociaban a un mayor uso de ocitocina, diagnósticos de falta de progresión
y mayor porcentaje de cesáreas.

También demostraron que los ingresos durante la fase activa requerían


menos estimulación con ocitocina y analgesia epidural, además de
proporcionar mayor satisfacción de las pacientes por el menor tiempo de
estadía en la unidad
Los conceptos tradicionales sobre el límite entre las fases latente y activa (4
cm) han sido revisados recientemente con sólidos fundamentos y establecen
una dilatación de 5-6 cm como el comienzo de la segunda en la mayoría de las
mujeres. De tal manera, es razonable un criterio expectante si no existe
compromiso de la salud de la madre y el feto.

Extracto del curso Parto respetado y emergencias en sala de partos de OCÉANO MEDICINA.

Más información en www.oceanomedicina.com.ar

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