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MISTERIOS DOLOROSOS

Primer Misterio

LA ORACION DE JESUS EN EL HUERTO

«Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: "Sentaos
aquí mientras voy a orar". Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a
sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo: "Mi alma está triste hasta el punto de morir;
quedaos aquí y velad conmigo". Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba
así: "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino
como quieras tú"» (Mt 26, 36-39).

REFLEXIÓN

Llegado al umbral de su Pascua, Jesús está en presencia del Padre. ¿Cómo habría podido ser de
otra manera, dado que su diálogo secreto de amor con el Padre nunca se había interrumpido?
"Ha llegado la hora" (Jn 16, 32); la hora prevista desde el principio, anunciada a los discípulos,
que no se parece a ninguna otra, que contiene y las compendia todas justo mientras están a
punto de cumplirse en los brazos del Padre. Improvisamente, aquella hora da miedo. De este
miedo no se nos oculta nada. Pero allí, en el culmen de la angustia, Jesús se refugia en el Padre
con la oración En Getsemaní, aquella tarde, la lucha se convierte en un cuerpo a cuerpo
extenuante, tan áspero que en el rostro de Jesús el sudor se transforma en sangre. Y Jesús osa
por última vez, ante del Padre, manifestar la turbación que lo invade: "¡Padre, si quieres,
aparta de mí este cáliz! Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22, 42).
Reconocemos, por ello, que hay una voluntad de Dios con nosotros y para nosotros, una
voluntad de Dios en nuestras vidas, que debe convertirse cada día más en la referencia de
nuestro querer y de nuestro ser; reconocemos entonces que es en el "cielo" donde se hace la
voluntad de Dios y que la "tierra" se vuelve "cielo", lugar de la presencia del amor, de la
bondad, de la verdad, de la belleza divina, solo si en ella se hace la voluntad de Dios. El camino
de Jesús es el de la oración con la mirada puesta en el Padre para hacer su voluntad.

http://www.vatican.va/news_services/liturgy/2004/via_crucis/sp/station_01.html

PETICIÓN

 Jesús, hermano nuestro, que para abrir a todos los hombres el camino de la Pascua has
querido experimentar la tentación y el miedo, enséñanos a refugianos en ti, y a repetir
tus palabras de abandono y entrega a la voluntad del Padre, que en Getsemaní han
alcanzado la salvación del universo. Haz que el mundo conozca a través de tus
discípulos el poder de tu amor sin límites (cf. Jn 13,1), del amor que consiste en dar la
vida por los amigos (cf. Jn 15,13).
 Queridos amigos, pidamos al Señor ser capaces de velar con Él en la oración, de seguir
la voluntad de Dios cada día, incluso si habla de Cruz, de vivir en intimidad cada vez
mayor con el Señor, para traer a esta «tierra», un poco del «cielo» de Dios..
 Señor Jesús, te pido que cuando decaiga en la oración, tu ejemplo me anime y
a pesar de que no ocurra lo que esperaba, entienda que todo lo que me pasa
es lo mejor que quieres para mi, porque me amas y me conoces desde el
vientre de mi madre. Ayúdame Señor a aceptar Tu voluntad, a no quedarme
dormido antes las vigilias más importantes de mi vida. Que pueda vences a las
tentaciones y con mis acciones limpiar las gotas de sangre que sudaste y
sufriste por mí.

Segundo Misterio

LA FLAGELACIÓN DE JESÚS

«Le dice Pilato: “¿Qué es la verdad?” Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo:
“Yo no encuentro ningún delito en él. Pero es costumbre entre ustedes que les ponga en libertad
a uno por la Pascua ¿Quieren, pues, que les ponga en libertad al Rey de los judíos?”. Ellos
volvieron a gritar diciendo: “¡A ése, no: a Barrabas!” Barrabás era un salteador. Pilato entonces
tomó a Jesús y mandó azotarle». (Jn 18,38-40;19,1)

MEDITACIÓN
La inhumanidad alcanza nuevas cumbres. Jesús es flagelado y coronado de espinas. La historia
está llena de odio y de guerras. También hoy somos testigos de violencias más allá de lo
creíble: homicidios, violencias sobre mujeres y niños, raptos, extorsiones, conflictos étnicos,
violencia urbana, torturas físicas y mentales, violaciones de los derechos humanos.
Jesús sigue sufriendo cuando los creyentes son perseguidos, cuando la justicia se administra de
modo torcido en los tribunales, cuando se arraiga la corrupción, las estructuras injustas
machacan a los pobres, las minorías son suprimidas, los refugiados y emigrantes son
maltratados. Jesús es despojado de sus vestidos cuando la persona humana es deshonrada en
las pantallas, cuando las mujeres son obligadas a humillarse, cuando los niños de los barrios
pobres dan vueltas por las calles recogiendo desperdicios.
¿Quiénes son los culpables? No apuntemos con el dedo a los demás, pues también nosotros
podemos haber tenido nuestra parte en estas formas de inhumanidad
En ningún momento de su vida Jesús buscó el sufrimiento. Huye de la persecución cuando
puede, pero acabara encontrándose delante de un suceso ineludible: un proceso y una
condena a muerte. Es una salida que hubiera querido evitar, pero le hace frente, elige ir hasta
el final de su tarea. No reniega de nada de lo que se va a realizar. Rechaza responder a la
violencia con la violencia. Para Cristo, obedecer al Padre no es ejecutar la orden de un superior
jerárquico.
La voluntad de Dios se manifiesta en la manera en que Jesús vive ese drama, y no en el hecho
de que este suceso es querido por Dios. Esta es la obediencia de Jesús: vivir un suceso que no
es de Dios como un hijo de Dios, un hijo de la luz, tan íntimamente unido a su Padre interior
como durante la primavera de su misión en Galilea. Vivirá una noche, un desierto, pero su
manera de estar unido al Padre no se mitigará nunca.

PETICIÓN
Señor Jesús,
hay manos que amparan y hay manos que firman sentencias injustas.
Haz que, ayudados por tu gracia, no descartemos a nadie.
Defiéndenos de la calumnia y la mentira.
Ayúdanos a buscar siempre la verdad,
y a estar siempre de parte de los débiles.
Y concede tu luz a quien, por misión, debe juzgar en el tribunal,
para que emita siempre sentencias justas y verdaderas. Amén.

PETICIÓN 2
Jesús aquí estoy ante ti, no me condenas, no buscas encontrar mi culpa, sino que quieres
limpiarme de ella. ¡Gracias Señor! Como lamento en este momento las veces que yo he
condenado a otros, las veces que he hablado mal de mi prójimo, las veces que he permanecido
callado antes las injusticias y el daño cometido contra otros.
Concédeme Señor que de ahora en adelante pertenezca completamente a ti.

Tercer Misterio

LA CORONACIÓN DE ESPINAS
«Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron
alrededor de él a toda la cohorte. Lo desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura y,
trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en su mano derecha una
caña, y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: "Salve, Rey de los judío"».
(Mt 27, 27-29)

MEDITACIÓN

El Señor Jesús, fue coronado con espinas. El Señor sufre con paciencia los ultrajes, burlas y
golpes de los soldados. Por su amorosa obediencia al Padre, que es nuestra reconciliación,
sufre en su cuerpo las heridas de nuestro pecado. La corona de espinas es la muerte a los
criterios del mundo y la obediencia confiada en el Plan del Padre

«El amor hasta el extremo es el que confiere su valor de redención y de reparación, de


expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la
ofrenda de su vida» (CIC, 616).

PETICIÓN

Señor Jesús, que yo sea capaz de comprender a todos mis hermanos y que mis acciones se aten
a tu amor misericordioso.

Ayúdame a entender que tu Reino no es reinado de este mundo pasajero. Que yo pueda aspirar
a la corona que no se marchita, apartando mi corazón de las cosas materiales y superficiales.

Cuarto Misterio

EL CAMINO AL CALVARIO CON LA CRUZ A CUESTAS

«Pilato entonces se lo entregó, para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y El con la
cruz a cuestas salió hacia el lugar llamado de la Calavera, en hebreo Gólgota».

MEDITACIÓN

 Contemplando a Jesús descubrimos que en el misterio de la cruz el Señor nos deja un


bien que nadie más nos puede dar, como nos dice el Papa Francisco: “Nos da la certeza
del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y
lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra
también en la muerte para vencerla y salvarnos. En la Cruz de Cristo está todo el amor
de Dios, está su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que
podemos creer.”

 Jesús carga “nuestra” cruz hasta el Calvario. En el camino se encuentra con un hombre
que es obligado a cargar también la cruz, para ayudarlo. ¿Qué tanto cargamos nuestra
cruz, siguiendo los pasos del Señor?, ¿Vivimos cotidianamente aquello de “El que no
toma su cruz y me sigue no es digno de mi”? Ante este panorama dos actitudes: o la
valiente, confiada y generosa del Señor, o la engreída de una vida no enfrentada a los
sufrimientos propios y de otros. Simón de Cirene se convierte en un claro ejemplo de
haber actuado misericordiosamente con quien es el Rostro vivo de la Misericordia del
Padre.

PETICIÓN
 Madre del Consuelo, que la memoria de tu Hijo encorvado bajo el peso de la cruz nos
recuerde el gran amor con que nos ha amado hasta la muerte. Enséñanos Madre a tener
fijos nuestros ojos en el Señor, para que contemplándolo y creyendo en Él podamos
anclar nuestro corazón en el cielo mientras luchamos con perseverancia por amar a
semejanza suya aquí en la tierra.

 Señor Jesús, que seamos humildes al portar nuestra cruz y que cuando desfallezcamos
acudamos al consuelo de nuestra Madre del Cielo la Santa Virgen María, para
convertirnos en hombres nuevos, amando sin fronteras, al lado de los pobres y de
aquellos mas necesitados.

Quinto Misterio

LA CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Llegados al lugar llamado "La Calavera", le crucificaron allí a él y a los dos malhechores, uno a
la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónales, porque no saben lo que
hacen"... Era ya eso de mediodía cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la
tierra hasta la media tarde. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte
grito dijo: "Padre, en tus manos pongo mis espíritu" y, dicho esto, expiró» (Lc 23, 33-46).
MEDITACIÓN

El Señor Jesús es obediente hasta la muerte. Al pie de la cruz, está su Madre y en medio del
dolor físico pero sobretodo moral y espiritual, el Señor de la vida sigue derramando su
misericordia: nos deja a su Madre, no nos quiere dejar solos y a Ella no la quiere dejar sola.
Ella, Santa María, será el ícono de la Iglesia que ama al Señor y que lo acoge en su corazón.

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Ahora, heroicamente, Jesús
sale del miedo a la muerte. Porque si vivimos en el amor gratuito, todo es vida. El perdón
renueva, sana, transforma y consuela. Crea un pueblo nuevo. Frena las guerras.

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). Ya no más desesperación ante la
nada. Más bien plena confianza en sus manos de Padre, recostado en su corazón. Porque, en
Dios, cada fragmento se compone finalmente en unidad.

PETICIÓN

 Oh Dios, que en la pasión de Cristo nuestro Señor,


nos has liberado de la muerte, heredad del antiguo pecado,
transmitida a todo el género humano,
renuévanos a imagen de tu Hijo;
y, así como hemos llevado en nosotros por nacimiento
la imagen del hombre terrenal,
haz que, por la acción de tu Espíritu,
llevemos la imagen del hombre celestial.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 Madre de la Misericordia, muchas veces en nuestra vida cotidiana nos centramos


tanto en nosotros mismos y en nuestras preocupaciones, que perdemos de vista el
horizonte y nos volvemos ciegos frente a las necesidades de los otros, frente al pobre e
indefenso. Intercede por nosotros Madre Santa, para que siguiendo el amor de tu Hijo
y saliendo de nosotros mismos podamos servir generosamente a los demás.

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