Adaptación en cuento de la obra

BODAS DE SANGRE
Érase una vez en una viña una madre y su hijo que estaban hablando sobre los
preparativos de su boda. Al acabar de hablar el novio se marcha de la viña y
llega a la casa una vecina, que le dice a su madre que la novia se había estado
viendo con Leonardo. La madre se enfurece al recordar la muerte de su marido
y de su hijo en manos de la familia de Leonardo.
Cuando Leonardo entra en su casa, se encuentra a su mujer esperándolo para
contarle que su prima se casa, y es en ese mismo instante cuando entre su
suegra y le dice que tuvo un noviazgo con ella. Leonardo tras escuchar la
noticia se marcha enfurecido.
Cuando el novio regresa a la viña y se prepara, se dirige junto con su madre a
pedirle la mano a la novia. Tras una larga conversación con el padre de la novia,
fijan la boda para el jueves. Cuando se marchan, la criada entra sigilosa para
comentarle a la novia, que la noche anterior Leonardo estuvo parado en su
ventana.
Al día siguiente la novia y la criada comienzan con los preparativos de la boda
en la casa de la novia, que se encontraba angustiada y descontenta. Cuando
están en plenos preparativos, llega a la casa Leonardo, quién le recrimina el
paso que va a dar, haciéndole recordar todo lo que habían vivido.
Una vez que están todos los preparativos hechos, comienza la fiesta. Todo
parecía desarrollarse normalmente, el novio y la novia hablaban
tranquilamente sin ningún problema y se veía en sus caras las muestras de
felicidad. Tras un rato, la mujer de Leonardo anuncia que no encuentra a su
marido y que la novia tampoco está. La madre del novio al encontrarse tan
alterada, ordena a su hijo que los busquen y que los maten.
La luna les sirve de guía en ésta búsqueda. Cuando el novio los encuentra, le
pide a Leonardo que tengan un duelo. Tras el duelo ambos mueren.
La novia rota de dolor vuelve a la viña para buscar el perdón de su madre,
aunque la madre decide no perdonarla, dejándola sola para llorar por las
muertes del novio y de Leonardo.