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La ingesta diaria de los productos de este grupo aumenta las defensas, protege las células,
evita enfermedades e infecciones, ayuda a curar las heridas y a la buena salud de las uñas, los dientes y las
encías.
Se aconseja comer las frutas y verduras preferiblemente enteras, más que en jugos colados, para conservar
todos sus nutrientes y evitar la oxidación.
Aquí están los alimentos con mayor cantidad de hierro y proteína, además de algunas vitaminas del complejo
B y minerales. Es importante tener en cuenta que la proteína de origen animal se absorbe mucho mejor que la
de origen vegetal.
Un adecuado consumo de carnes de res, cerdo, pollo y pescados; leguminosas: frijol, garbanzo y lentejas; y
huevo permitirá al cuerpo formar, proteger, conservar y reparar células, tejidos y órganos. Por todo ello, son
indispensables en el sano crecimiento y desarrollo de los niños.
Si por el contrario, el niño tiene un insuficiente consumo de hierro y proteína, ocasionará retraso en su
crecimiento y problemas en su desarrollo. También las personas padecerían anemia, se sentirían agotadas,
distraídas e irritables.
Ricos en proteínas, minerales (calcio, fósforo, zinc y magnesio) y vitaminas (A, D y complejo B) son la leche y
sus derivados: queso, yogurt y kumis; los cuales se deben consumir diariamente para mantener saludables
tanto los huesos, los dientes y las uñas como los órganos, células y tejidos.
La función principal de los productos de este vagón es proporcionar una alta cantidad de energía al
organismo; además, de transportar vitaminas (A, D, E y K), proteger el sistema inmunológico (defensas), el
sistema óseo (huesos) y otros órganos.
Lo anterior aplica únicamente a las grasas buenas (insaturadas) que se pueden encontrar en los aceites de
origen vegetal como el de oliva o el de girasol. También en el aguacate, las nueces y los alimentos ricos
en omega 3 como el salmón, el atún y las sardinas. Son saludables para el corazón y evitan enfermedades
cardíacas.
En cambio, las grasas malas (saturadas) son las que se deben evitar. Estas son las de origen animal y las
sólidas como la manteca, la mantequilla y el tocino de las carnes, pues incrementan la producción del
colesterol (malo) y amenazan el buen funcionamiento del corazón y los vasos sanguíneos.
A este pertenecen aquellos productos que endulzan las preparaciones: la panela, el azúcar, la miel, el
chocolate, los dulces, los postres y los helados, entre otros.
Su principal función es brindar energía al cuerpo de una forma rápida. Se recomienda un consumo moderado
porque pueden elevar el azúcar en la sangre y producir diabetes y obesidad.